¡Ay de los que guían a la gente a una secta mentirosa en lugar de a Cristo! (Mateo 23:15)



“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros”.

Mateo 23:15

 

INTRODUCCIÓN

              Nuestro Señor Jesucristo continua con sus fuertes acusaciones hacia la hipocresía religiosa de la secta de los escribas y fariseos. Ya hemos considerado dos de los 7 ayes que encontramos en este capitulo 23, y ahora, el apóstol Mateo nos presenta el tercero. Estos ayes son fuertes acusaciones que revelan el carácter impío e hipócritas de estos hombres religiosos y definitivamente después de esto, el odio de estos hombres hacia Jesús crecerá. Hoy consideraremos el tercero de los ayes y esta vez el Señor les recrimina otro de sus terribles pecados, conducir a los hombres a una religión que en lugar de acercarlos a Dios los aleja.


tercer-ay
¡Ay de los que guían a la gente a una secta mentirosa más que a Cristo!

¡AY DE LOS QUE GUÍAN A LA GENTE A UNA SECTA MENTIROSA MÁS QUE A CRISTO!

 

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros”.

Mateo 23:15

                 En estos versículos el Señor expresa su tercer ay: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros. Una vez más Jesús los llama hipócritas y les acusa de recorrer mar y tierra para hacer un prosélito, solo para hacerlo dos veces más hijo del infierno que ellos. La palabra prosélito se traduce de la palabra griega prosélutos (προσήλυτος), la cual literalmente significa “uno que se ha acercado”, y este termino era aplicado a aquellos gentiles que habían simpatizado con los Escritos sagrados y la idea de un único y verdadero Dios. No olvidemos que para esta época las naciones eran politeístas y la idea de un solo Dios era exclusiva de los judíos, sin embargo, con el tiempo, algunos gentiles llegaron a simpatizar con la fe judía. Uno puede ver esto en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, Rahab la ramera, era una cananea que creyó en el Dios de Israel ayudando a los espías que Josué envió a Jericó y por ello se le permitió vivir entre ellos, abrazando así su misma fe: “Mas Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó”, (Josué 6:25). También tenemos el caso de Naamán, el general sirio, el cual al recibir el milagro de sanidad de su lepra se convirtió al Dios de Israel: “Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová”, (2 Reyes 5:17). Y desde los tiempos de Moisés se ve que el deseo de Dios era no solo que los israelitas lo conmovieran sino también las naciones gentiles: “Harás congregar al pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley”, (Deuteronomio 31:12). Por tanto, al hacer un prosélito se lograba que esta persona gentil que antes vivía perdido en la idolatría conociese y temiese al único y verdadero Dios. En el Nuevo Testamento podemos ver como la influencia de la fe judía hacia que existieran gentiles que temieran al verdadero Dios, así tenemos el caso del centurión Cornelio el cual llego a conocer el evangelio gracias a la predicación del apóstol Pedro: “Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre”, (Hechos 10:1-2). También en Tesalónica existían griegos piadosos debido a la influencia del judaísmo que se convirtieron al evangelio cuando escucharon el mensaje del evangelio: “Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas”, (Hechos 17:4). Y así podemos encontrar otros gentiles piadosos, pero eran piadosos porque habían tenido alguna influencia con la fe judía, con la doctrina de la existencia de un solo Dios y con sus leyes morales, ya que ninguna religión politeísta se promovía semejantes enseñanzas.

 

                Mientras que el espíritu de la ley era el amor y la misericordia, los escribas y fariseos la habían convertido en una secta que menospreciaba a los gentiles, y a cualquiera que no compartiera sus tradiciones y celo fanático, incluyendo otros judíos. Veían con ojos de deprecio al pecador, siendo ellos pecadores hipócritas que fingían ser grandes espirituales, y cuando encontraban un gentil que simpatizaba con la ley de Dios, en lugar de enseñarle el verdadero espíritu de la ley divina que está en el amor, la misericordia y la devoción a Dios, le enseñaban sus muchas tradiciones, sus reglas religiosas que en ocasiones iban en contra de la palabra de Dios y les transmitían su mismo celo fanático y desprecio hacia aquellos que consideraban pecadores, y como era de esperarse, cuando alguien se convierte a una nueva fe, viene a ser más entregado en celo y fervor a la nueva, haciéndolos de esta forma, peor que ellos. Por ello Jesús les dijo: y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros. El problema con esto es que aquellas personas que tenían una oportunidad de conocer a Dios y salirse de su falsa religión, la engañan convirtiéndolos a una secta que los guía a las practicas que van en contra de la voluntad de Dios y camino al infierno, esto definitivamente es un pecado terrible. El apóstol Pedro hablo acerca de estos hombres que engañan a la gente haciéndoles creer que ese es el camino de Dios: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme”, (2 Pedro 2:1-3). Muchas personas hoy en día tienen un sincero deseo de conocer a Dios, sin embargo, existen sectas que los engañan, haciéndoles seguir sus disoluciones y practicas religiosas con la esperanza de estar sirviendo al verdadero Dios, pero es una mentira, sino van en contra del evangelio de la gracia de Cristo. Qué triste es saber que muchas personas hoy en día están perdidas en sectas, practicando una salvación por obras, engañados en cuento a la verdadera naturaleza de Dios y afanados en una secta fanática que solo los conduce al infierno. Aquellas personas que se dedican a conducir a otros a estas sectas acarrean sobre ellos mayor condenación, porque solo son un instrumento mas que el diablo usa para conducir a muchos al infierno. Quiera Dios que nosotros nos mantengamos firmes, en el verdadero evangelio de la gracias de Cristo y que lo compartamos a otros para que ellos también vengan a la vida eterna que es por la fe en Jesús.

 



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