domingo, 27 de junio de 2021

La ruina total de Edom (Abdías 2-9)


 “He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera. La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová. Si ladrones vinieran a ti, o robadores de noche (¡cómo has sido destruido!), ¿no hurtarían lo que les bastase? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco? ¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados. Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo debajo de ti; no hay en ello entendimiento. ¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios de Edom, y la prudencia del monte de Esaú? Y tus valientes, oh Temán, serán amedrentados; porque todo hombre será cortado del monte de Esaú por el estrago”.

Abdías 2-9

INTRODUCCIÓN

             Los versículos que van del 2 al 9 del primero y único libro del profeta Abdías nos narran la ruina total que vino de parte de Dios a la nación de Edom por causa de su soberbia. Edom fue una nación que tuvo su momento de grandeza, riqueza y poderío militar. Geográficamente estaban ubicados estratégicamente y esto les daba una ventaja militar considerable, todo esto lleno el corazón de los edomitas de orgullo y soberbia ya que se creían inconquistables, pero la verdad es que Dios había decretado un juicio que vendría sobre ellos por causa de sus pecados y no había nada ni nadie que lo pudiera evitar.

 

edomRuina-
La ruina total de Edom 


LA RUINA TOTAL DE EDOM 

“He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera”.

Abdías 2

                El peor error que una nación puede cometer es olvidarse de Dios, volviéndose una nación arrogante y orgullosa de sus muchas riqueza, avances tecnológicos y poderío militar. A lo largo de la historia se han levantado naciones e imperios poderoso que incluso han conquistado el mundo, naciones como Egipto, Asiria, Babilonia, Media y Persia, Grecia y Roma llegaron a ser superpotencias que en su momento se creyó que nadie les podría arrebatar su grandeza, pero lo cierto es que todas estas cayeron y fueron conquistadas y algunas de ellas llegaron a desaparecer de la historia. Edom fue una nación orgullosa que creía tenerlo todo y no necesitar de nadie, se creía inconquistable y muy rica, pero lo cierto es que no se habían dado cuenta que su ruina había llegado porque el juicio del Señor los alcanzaría y por eso el profeta les dice: He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera. Desde antes de la profecía de Abdías, Dios ya había declarado que traería la ruina sobre ellos, por ello les dice a las naciones cercanas a ellas que huyan porque una enorme ruina venia sobre ellos: “Huid, volveos atrás, habitad en lugares profundos, oh moradores de Dedán; porque el quebrantamiento de Esaú traeré sobre él en el tiempo en que lo castigue”, (Jeremías 49:8). El capítulo 49 del libro de Jeremías posee una gran similitud en cuanto al contenido del mensaje en contra Edom que se encuentran en Abdías 2-9, lo cual sugiere que el profeta Abdías se inspiró en Jeremías al momento de pronunciar sus palabras.  Pero ¿en qué consistió la ruina de Edom? Veamos en qué consistió.


            Su orgullo sería quebrantado.

“La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová”.

Abdías 3-4

En primer lugar, la ruina de la nación de Edom comenzaría con el quebrantamiento de su orgullo: La soberbia de tu corazón te ha engañado. La palabra hebrea que se traduce como orgullo es zadon (זָדוין), la cual a su vez está relacionada con el verbo que significa rebullir o agitar algo. El orgullo produce un sentimiento engañoso de superioridad en las personas que los vuelve arrogantes y jactanciosos. En este sentido, el corazón de los edomitas se había rebullido de tanta arrogancia ya que su soberbia los había engañado haciéndoles creer que eran superiores a los demás y que ni siquiera Dios podía derribarlos de su lugar. Sin embargo, ningún orgulloso quedara sin que Dios lo castigue y humille totalmente: “Abominación es a Jehová todo altivo de corazón; ciertamente no quedará impune”, (Proverbios 16:5). Los edomitas eran orgullosos porque habitaban en las peñas altas de los montes, los picos montañosos que los rodeaban sobrepasaban los 1,500 metros de alto, haciendo la ciudad prácticamente inconquistable, pero por ello el Señor usa la metáfora del águila la cual confiada que tiene su nido en lo mas alto de los peñascos, se siente segura, pero Edom seria derribada a tierra aunque su morada estuviera en las alturas como el águila: La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová. Así será la ruina que le espera a todos los altivos de corazón que confiando en su propio poder se creen intocables, pero cuando menos lo esperan, la ruina les viene. Así le paso a Edom, esta nación orgullosa que se jactaba delante de todas las naciones vino a ser motivo burla para los demás, lo cual es lo peor que le puede pasar a un orgulloso y Jeremías lo dice perfectamente: “Tu arrogancia te engañó, y la soberbia de tu corazón. Tú que habitas en cavernas de peñas, que tienes la altura del monte, aunque alces como águila tu nido, de allí te haré descender, dice Jehová. Y se convertirá Edom en desolación; todo aquel que pasare por ella se asombrará, y se burlará de todas sus calamidades”, (Jeremías 49:16-17).

 

Sus riquezas serian saqueadas.

“Si ladrones vinieran a ti, o robadores de noche (¡cómo has sido destruido!), ¿no hurtarían lo que les bastase? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco? ¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados”.

Abdías 5-6

Estos versículos nos hablan de otra de las formas de cómo la nación de Edom llego a su ruina total: Si ladrones vinieran a ti, o robadores de noche (¡cómo has sido destruido!), ¿no hurtarían lo que les bastase? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco? ¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados. Generalmente los ladrones tienden a hurtar de prisa, solo lo que hay a su vista, y no se dan a la tarea de buscar en lo mas secreto de la casa ya que lo hacen apresuradamente. También los vendimiadores, que eran las personas que extraían el jugo de la uva para hacer el vino, dejaban algunos rebuscos para los pobres de tal forma que no vendimiaban toda la cosecha. Por tanto, a través de estas dos ilustraciones, el Señor afirma que todas las riquezas que hacían que Edom se sintiera segura, le serian robadas, dejándolos en la total pobreza. Aquí el Señor les dice que, a diferencia de los ladrones normales, les serian quitadas todas sus riquezas, hasta las que tienen en los lugares más ocultos. De igual forma, los vendimiadores normales solían dejar algunos rebuscos para los pobres, pero con Edom no se les dejaría absolutamente nada: “Si vendimiadores hubieran venido contra ti, ¿no habrían dejado rebuscos? Si ladrones de noche, ¿no habrían tomado lo que les bastase? Mas yo desnudaré a Esaú, descubriré sus escondrijos, y no podrá esconderse; será destruida su descendencia, sus hermanos y sus vecinos, y dejará de ser”, (Jeremías 49:9-10).

 

Sus aliados los abandonaron.

“Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo debajo de ti; no hay en ello entendimiento”.

Abdías 7

La ruina de Edom también se caracterizo porque todos sus aliados lo abandonaron: Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo debajo de ti; no hay en ello entendimiento. Edom creía que tenía alianzas estratégicas con otras naciones de alrededor con los cuales estaba en paz, naciones como los moabitas, amonitas y beduinos, sin embargo, su seguridad es quebrantada cuando sus aliados le dan la espalda y lo traicionan. Todo esto nos hace ver lo inseguro que son las alianzas humanas ya que solamente Dios permanece fiel, por ello el Señor en su palabra condena a aquellos que confían en sus alianzas humanas: “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada”, (Jeremías 17:5-6). Entre los años 556 a 539 a. C., Nabónido, rey de Babilonia, levantó una campaña militar en contra de Edom la cual provoco la destrucción de su ciudad, acelerando así proceso por el cual el reino edomita se desintegraría durante los años siguiente y para los siglos IV y III a.C. Edom habría desaparecido y el reino de los nabateos tomaba su lugar.

 

Su sabiduría es ridiculizada.

“¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios de Edom, y la prudencia del monte de Esaú?”.

Abdías 8 

A parte de la confianza que Edom sentía en sus riquezas y aliados estratégicos, ellos se creían muy sabios y pensaban que eran más inteligentes que sus hermanos de Israel y, por tanto, nunca perecería, pero Dios les hace ver que haría perecer su sabiduría y prudencia: ¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios de Edom, y la prudencia del monte de Esaú?”. Hoy en día, muchas personas confían más en su supuesta sabiduría y prudencia que en Dios, creen que su astucia es muy grande y nunca necesitaran del Señor, por ello las Escrituras nos exhortan a no cometer este error: “No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal”, (Proverbios 3:7). No hay mayor vergüenza para una persona orgullosa que su sabiduría sea vista como nada ante los demás y el profeta Jeremías también hablo de esta humillación que esta nación altiva recibiría: “Acerca de Edom. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: ¿No hay más sabiduría en Temán? ¿Se ha acabado el consejo en los sabios? ¿Se corrompió su sabiduría?”, (Jeremías 49:7). En Jeremías vemos que se dice que la sabiduría de Edom se corrompió y esta palabra se traduce del hebreo abad (אָבַד), que se refiere a algo que se echo a perder, y en este sentido, un día Edom llego a tener mucha sabiduría y de hecho se ve en su ingenio para construir su ciudad en medio de los peñascos y su gran astucia como comerciantes que los enriqueció en sobremanera, pero en su soberbia su sabiduría se corrompió, es decir, se echo a perder al punto que su necedad queda evidenciada en el hecho de creer que nadie, ni siquiera Dios, sería capaz de destruirlos, es más, en Malaquías vemos como su espíritu altivo creía que aunque el Señor los destruyera, ellos reconstruirían de las ruinas, pero obviamente, nunca pudieron hacerlo y su sabiduría quedo en vergüenza: “Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho Jehová de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre”, (Malaquías 1:4).

 

Sus valientes son humillados.

“Y tus valientes, oh Temán, serán amedrentados; porque todo hombre será cortado del monte de Esaú por el estrago”.

Abdías 9

Temán era una de las ciudades principales de Edom, su nombre lo recibió del nieto de Esaú, su antepasado (Génesis 36: 11), y al parecer se caracterizaba por tener hombres valientes que se destacaban en la batalla, pero como parte de su derrota, el ejercito enemigo que venia sobre ellos era tan aterrador, que sus hombres valientes se acobardarían. No hay peor derrota que aquella que se da desde ante de ir a la batalla: Y tus valientes, oh Temán, serán amedrentados; porque todo hombre será cortado del monte de Esaú por el estrago. La derrota militar que venia sobre Edom era tan terrible que Abdías advierte que todos sus hombres serian cortados con gran estrago, y esta palabra estrago se traduce del hebreo quétel (קֶטֶל), que anuncia una matanza violenta, matanza que hace que hasta los hombres mas violentos se acobarden.

 

NINGUNA NACIÓN PREVALECE SI DIOS NO ESTÁ CON ELLA

A lo largo de la historia los hombres han tendido a agruparse formando ciudades y culturas las cuales han llegado a influir grandemente en el mundo. Imperios como Babilonia, Grecia y Roma llegaron a ser famosas por su influencia en el arte, la guerra, la ingeniería, la música, la política, la medicina entre otras disciplinas, llegaron a surgir y dominar al mundo colocándose como la reina de todas las naciones, sin embargo, al final todas llegaron a la decadencia y algunas a la extinción. Pero ¿qué provoca que una nación después de haber experimentado un auge cultural decaiga y llegue a su fin? La respuesta es el pecado. Esto lo podemos ver en Génesis cuando Dios decidió terminar con la maldad del hombre a través del diluvio universal : “vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”, (Génesis 6:5), también la maldad de Sodoma y Gomorra provocaron el juicio de Dios: “He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso” (Ezequiel 16:49). Dios espero que la maldad de los cananeos llegara a su colmo para traer el juicio a ellos a través de la espada de Israel: “Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez. Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí”, (Génesis 15:13-16). Finalmente, pecados como la soberbia, violencia, extorsión e idolatrías provocaron el fin de otras naciones como Tiro, Moab, Edom, Filistea, Babilonia y Edom.

La solución para que una ciudad escape ya que cuando las personas de la ciudad se arrepienten y obedecen, tanto ellos como su ciudad alcanzan la misericordia de Dios. Vemos esto en la historia de Jonás el cual predico a Nínive y como consecuencia de su predicación los ninivitas se arrepintieron y la ciudad fue salvada del juicio de Dios. Cuando predicamos el mensaje del evangelio las personas se convierten y abandonan sus malos caminos y la ciudad puede ser transformada. Vemos esto en el libro de los Hechos, cuando Pablo llego a Éfeso, y a través de su predicación las personas fueron transformadas por el poder del evangelio trayendo consigo un gran avivamiento que se vio reflejado en las sanidades y la quema de libros de brujería. También lo vemos en el gran avivamiento que Inglaterra experimento durante un periodo de crisis nacional que pudo haber terminado en una revolución inglesa como en el caso de Francia; sin embargo, fue por hombres como Robert Raikes o John Wesley que la nación experimento los beneficios del evangelio. Consideremos también el impacto que William Carey tuvo en la India la cual gracias al mensaje del evangelio fue transformada y muchas practicas paganas como la quema de viudas fue abolida. De igual manera hoy tenemos la responsabilidad de influir en nuestras familias, comunidades y en toda la ciudad a través de la proclamación del evangelio para que más personas abandonen la vida de maldad y se conviertan a Dios. Cuando Dios le contó a Abraham de sus planes para destruir Sodoma y Gomorra, Abraham comenzó a interceder por la ciudad diciendo que si Él destruiría la ciudad si hubieran 50, 45, 40, 30, 20 o 10 justos. Dios le respondió que por amor a esos justos no destruiría la ciudad. De igual forma, en la medida que en una ciudad las personas se convierten a Cristo ésta alcanza mayor misericordia de Dios.

 

Mi mensajero ha sido enviado a las naciones (Abdías 1)

 

“Visión de Abdías. Jehová el Señor ha dicho así en cuanto a Edom: Hemos oído el pregón de Jehová, y mensajero ha sido enviado a las naciones. Levantaos, y levantémonos contra este pueblo en batalla”.

Abdías 1

INTRODUCCIÓN

            Podemos decir que Abdías es un profeta que va al grano, ya que en tan solo 21 versículos da a conocer el mensaje de Dios. Cualquiera pudiese pensar que este libro no tiene mucho que dar al crecimiento espiritual de un cristiano, pero nada más alejado que esto, ya que en un solo capítulo nos lleva por una serie de acontecimientos históricos que envuelve la rivalidad de dos naciones hermanas, Israel y Edom, y cómo el odio de Edom los llevo a cometer terribles pecados en contra de sus hermanos, pecados por el cual serian destruidos. En el versículo 1 el profeta hace su tremenda introducción al mensaje que Dios traía sobre la nación de Edom.

 

mensajero
Mi mensajero


LA VISIÓN HA SIDO RECIBIDA Y ENVIADA

 “Visión de Abdías…”

Abdías 1

                El profeta anuncia que la visión había sido recibida: Visión de Abdías… Era costumbre de los profetas hablar de la visión que habían recibido, para enfatizar el hecho que sus palabras no eran invención de ellos, sino revelación de Dios (Isaías 1:1, Nahum 1:1). La revelación de Dios a los profetas del Antiguo Testamento se podía dar al menos de dos maneras. En primer lugar, los profetas solían recibir la revelación de Dios por medio de visiones. La palabra visión se traduce del hebreo kjazón (חָזוין). La visión era un término hebreo que se refería a una especie de éxtasis espiritual que el profeta entraba y donde veía un mensaje que Dios le transmitía, así, por ejemplo, tenemos el caso del profeta Ezequiel el cual experimento este estado: “Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios”, (Ezequiel 1:1). También tenemos el caso de Daniel, el cual vio visiones sorprendentes referentes al futuro: “En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del asunto”, (Daniel 7:1). A veces, la visión venia acompañada de sueños, tal y como le paso a Daniel, otras veces no, sino que el profeta entraba en una especie de éxtasis espiritual donde Dios le revelaba a través de visiones su mensaje, tal y como lo hizo con Ezequiel el cual estaba despierto cuando recibió el mensaje que le fue entregado. Por esta razón a veces a los profetas se les solía llamar videntes: “Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente”, (1 Samuel 9:9). En segundo lugar, el profeta tenía la oportunidad de recibir indicaciones directas de Dios escuchando su voz: “Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye”, (1 Samuel 3:10). En este sentido, la visión había sido dada a Abdías y aunque no sabemos cómo la recibió, pero eran una autentica revelación de parte de Dios la cual tenía validez y por tanto su mensaje era veraz.

 

EL MENSAJE HA SIDO DIRIGIDO

 “… Jehová el Señor ha dicho así en cuanto a Edom: Hemos oído el pregón de Jehová, y mensajero ha sido enviado a las naciones…”

Abdías 1

               La visión de Abdías queda validada agregándole las siguientes palabras: Jehová el Señor ha dicho así. Era costumbre de los profetas del Antiguo Testamento anticipar a su mensaje estas palabras con el objetivo que sus oyentes entendieran que el mensaje entregado no era de origen humano, sino una proclamación directa del Señor. Así lo hizo Jeremías: “Porque así ha dicho Jehová…”, (Jeremías 10:18). Ezequiel también uso la misma expresión: “Así ha dicho Jehová el Señor…”, (Ezequiel 47:13). Además de Amós: “Así ha dicho Jehová…”, (Amós 1:3). Hageo: “Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos…”, (Hageo 1:5), y muchos otros profetas. En cuanto a quiénes va dirigido este mensaje, podríamos decir que directamente se dirige a los habitantes de la nación de Edom: Jehová el Señor ha dicho así en cuanto a Edom: Hemos oído el pregón de Jehová. En este caso Abdías utiliza dos nombres por los cuales era conocido Dios en el Antiguo Testamento: Jehová el Señor. La palabra Jehová en este libro se traduce de la palabra hebrea Yejoví (יְהויִה), que es una variación del nombre Yejová (יְהויָה), que hace referencia a Dios como el Ser Auto Existente o el Ser Eterno. Luego tenemos que Abdías agrega otro de los nombres de Dios que los judíos conocían perfectamente, este es el Señor, el cual se traduce del hebreo Adonai (אֲדינָי), que significa Señor como dueño o amo absoluto de todo. En este sentido, el mensaje es enviado a Edom por Dios, el Ser Eterno y Señor de todas las cosas, con lo cual queda recalcada su sello de autoridad en todas las palabras que pronunciara a través de su profeta Abdías.

El profeta dice que se ha escuchado un pregón de parte de Dios: Hemos oído el pregón de Jehová. La palabra pregón se traduce del hebreo shemuá (שְׁמוּעָה), y se refiere a una noticia que se ha escuchado a nivel de rumor, pero que se confirmara en el futuro, esta noticia es el juicio que viene sobre la nación de Edom por causa de sus pecados cometidos en contra de sus hermanos de la nación de Israel. Ahora bien, este mensaje es dirigido directamente a Edom, pero también a todas las naciones del mundo: …y mensajero ha sido enviado a las naciones. Todas las naciones del mundo llegarían no solo a escuchar la noticia, sino participarían en la destrucción que vendría sobre Edom y sería un ejemplo del fin de aquellos que se pierden en sus pecados. Además de todo esto, con estas palabras, queda claro que el mensaje posee una vigencia actual para todas las personas en cualquier etapa de la historia del mundo, aun cuando su contenido profético se dirigió a Edom en su momento. Así como todos los libros de la Biblia se dirigieron a destinatarios específicos, pero la validez y utilidad de la palabra de Dios continua vigente a lo largo del tiempo y es de gran utilidad para la iglesia de hoy, por ello Pablo decía: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”, (1 Corintios 10:11).


LA RAZÓN POR LA CUAL EL MENSAJE ES DIRIGIDO A EDOM Y TODAS LAS NACIONES

“… Levantaos, y levantémonos contra este pueblo en batalla”.

Abdías 1

              He aquí la razón por la cual la visión fue entregada a Abdías y enviada a todas las naciones: Levantaos, y levantémonos contra este pueblo en batalla. El mensaje animaba a todas las naciones a levantarse en batalla en contra de Edom y esto era porque estas ejecutarían el juicio de Dios en contra de Edom. Edom había pecado, habían oprimido a sus hermanos los judíos, su soberbia los había llenado de un orgullo tal que creían que nadie podía destruirlo, pero el Señor levantaría a las naciones del mundo para que su fortaleza y confianza fuese quebrantada. Esto nos enseña el error que comenten las naciones en confianza en sus propias fortalezas. Hoy en día existen muchas naciones que se jactan de su poder militar y económico, pero ignoran el hecho de que Dios les ha dado ese poderío y puede quitárselos. Muchas naciones poderosas se han levantado e incluso han llegado a conquistar el mundo, pero, así como surgieron, así ha sido su ruina, especialmente aquellas que se excedieron en hacer el mal y no consideraron a Dios en sus caminos. Nosotros debemos orar por nuestros gobernadores, porque poco a poco, el mundo le va dando la espalda a Dios, sin saber que es Dios quien los ha levantado: “Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos”, (Daniel 2:21). Edom olvido esta verdad, creyeron que no necesitaba a Dios porque tenían una nación fuerte y segura, pero lo cierto es que nada de esto les ayudo cuando el Señor decidió enviar su juicio a ellos. Que Dios nos dé a toda la sabiduría para no cometer este pecado de orgullo y pongamos nuestra confianza en las cosas terrenales, porque todas estas cosas no son una garantía de nuestro éxito, solamente la fe en Cristo y fundamentar nuestra vida en la palabra de Dios puede ayudarnos a vivir plenamente en este mundo de maldad.

 

sábado, 19 de junio de 2021

El Trasfondo de Abdías (Abdías 1)

 

“Visión de Abdías…”.

Abdías 1

INTRODUCCIÓN

               Abdías es considerado el libro más pequeño del Antiguo Testamento, este solo posee un capítulo con 21 versículos, pertenece a la sección de los 12 profetas menores y es el cuarto libro en aparecer en este listado. Al igual que Nahum cuya profecía iba dirigida a Asiria, Abdías se dirige a una nación que no es Israel o Judá, es decir, su profecía está dirigida directamente a la nación de Edom y la temática gira alrededor del juicio que Dios ejecutara sobre ello debido a su soberbia, el escarnio y abuso que cometió sobre los habitantes de Judá después que Jerusalén fue destruida por Babilonia. En el año 586 a.C. Nabucodonosor, rey de Babilonio, destruyo Jerusalén y el templo, desde este momento Juda dejo de ser una nación independiente y en su mayoría, los habitantes que sobrevivieron fueron deportados. Edom, que era la nación hermana de ellos, en lugar de apoyarlos, se alegraron de su mal y hasta los terminaron entregando a sus enemigos, esto desagrado totalmente al Señor por lo que trajo sobre esta nación el juicio divino por causa de sus pecados.

 

Trasfondo-Abdías
El Trasfondo de Abdías 


EL AUTOR DEL LIBRO DE ABDÍAS

                 El autor de este libro se identifica como Abdías: “Visión de Abdías…”, (Abdías 1). El nombre de Abdías se traduce del hebreo Obadyá (עיבַדְיָה) y literalmente significa, “siervo de Jehová”, y si nos damos cuenta, su pronunciación hebrea es muy diferente a la transliteración española que tenemos en la RV60, probablemente porque en latín dicho nombre se escribe Abdiae, y de allí la transliteración a nuestro idioma. En algunas ocasiones la RV60 traduce este nombre como Obadías y no como Abdías (1 Crónicas 7:3, 1 Crónicas 9:16, 1 Crónicas 12:9 y Nehemías 10:5). La mayoría de las versiones en inglés traducen este nombre cercano a su pronunciación en hebreo: “The vision of Obadiah…”, (Obadiah 1), así como otras versiones de la Biblia que preservan los términos y nombres hebreos originales, tal y como lo presenta la Versión Israelita Nazarena: “La profecía de Ovadyah…”, (Abdías 1, VIN). Debido a la diferencia en la pronunciación entre nombre de Abdías y de Obadyá la Nueva Versión Internacional no utiliza el nombre de Abdías: “Hemos oído una noticia de parte del Señor y un mensajero ha sido enviado a las naciones…”, (Abdías 1, NVI). En cuanto a la identidad de Abdías, el libro ya no nos da más datos. Existe una tradición judía basada en el Talmud de Babilonia que lo identifica con el mayordomo de Acab el cual ayudo al profeta Elías: “Y Acab llamó a Abdías su mayordomo. Abdías era en gran manera temeroso de Jehová”, (1 Reyes 18:3). Sin embargo, a parte del problema cronológico, no hay evidencia bíblica que respalde que este Abdías haya ejercido el ministerio de profeta. Otros opinan que Abdías es el mismo personaje que durante el reinado de Josías, en Judá, dirigió la restauración del templo: “Y estos hombres procedían con fidelidad en la obra; y eran sus mayordomos Jahat y Abdías, levitas de los hijos de Merari, y Zacarías y Mesulam de los hijos de Coat, para que activasen la obra; y de los levitas, todos los entendidos en instrumentos de música”, (2 Crónicas 34:12); no obstante, para el tiempo de Josías el templo y Jerusalén aún no habían sido destruidas por lo que concuerda el contexto histórico en el que este libro profético dirige su mensaje a Edom quien abuso de sus hermanos después de la conquista de los babilonios y la destrucción de Jerusalén. Por tanto, es difícil identificar al profeta Abdías ya que no nos da mayor referencia en cuanto a su vida personal y, de hecho, algunos han llegado a creer que Abdías no era su nombre propio, sino solo un seudo nombre que se adjudicó ya que este significa siervo de Jehová, no obstante, esta opinión es minoritaria ya que muchos creen que realmente Abdías era el nombre del autor de este libro profético.


ESTILO LITERARIO DE ABDÍAS

                El libro de Abdías posee un estilo literario conocido como profético el cual era muy común en el Antiguo Testamento y buscaba a través de la revelación, transmitir un mensaje que expresaba la voluntad de Dios al pueblo en circunstancias específicas a través de un profeta. En el Antiguo Testamento la palabra profeta se traduce de nabí (נָבִיא) y se le daba a toda persona con la cual Dios tenía una comunicación directa. El estilo profético se caracteriza por enfatizar que el mensaje del profeta no es de origen humano, sino la proclamación directa de la palabra de Dios. En este libro Abdías utiliza la palabra visión la cual se traduce del hebreo kjazón (חָזוין), término utilizado para hacer referencia al hecho de que el mensaje recibido por Abdías es por medio de revelación divina. Además de esto, los profetas acostumbraban a dejar claro que sus palabras provenían directamente de Dios y no era un mensaje humano: “... Jehová el Señor ha dicho así…”, (Abdías 1).

 

CONTEXTO HISTÓRICO

               Para comprender el propósito del libro de Abdías hay que entender el contexto histórico que envuelve los acontecimientos de la nación de Israel y su relación con la nación de Edom. Edom era la nación descendiente de Esaú, hermano de Jacob, del cual descendían los israelitas. Por tanto, podemos decir que ambas naciones eran hermanas. Desde su la rivalidad de los mellizos Jacob y Esaú fue muy evidente y después que Jacob engañó a su hermano haciendo que le vendiera la primogenitura por un plato de lentejas, la contienda entre ambos hermanos se intensificó (Génesis 25-36). Sin embargo, el deseo de Dios era que ambas naciones se consideraran como hermanas y no que las dividiera la revalidad: “No aborrecerás al edomita, porque es tu hermano; no aborrecerás al egipcio, porque forastero fuiste en su tierra”, (Deuteronomio 23:7). Lamentablemente, la nación de Edom no llego a desarrollar este tipo de hermandad y de alguna manera esta diferencia se extendió a lo largo del tiempo entre sus descendientes de tal forma que los edomitas llegaron a odiar a la nación de Israel, odio que se da a conocer cuando estos se reusaron a ayudar a los israelitas cuando apenas iniciaban su éxodo y les impidieron pasar por sus territorios: “Envió Moisés embajadores al rey de Edom desde Cades, diciendo: Así dice Israel tu hermano: Tú has sabido todo el trabajo que nos ha venido; cómo nuestros padres descendieron a Egipto, y estuvimos en Egipto largo tiempo, y los egipcios nos maltrataron, y a nuestros padres; y clamamos a Jehová, el cual oyó nuestra voz, y envió un ángel, y nos sacó de Egipto; y he aquí estamos en Cades, ciudad cercana a tus fronteras. Te rogamos que pasemos por tu tierra. No pasaremos por labranza, ni por viña, ni beberemos agua de pozos; por el camino real iremos, sin apartarnos a diestra ni a siniestra, hasta que hayamos pasado tu territorio. Edom le respondió: No pasarás por mi país; de otra manera, saldré contra ti armado. Y los hijos de Israel dijeron: Por el camino principal iremos; y si bebiéremos tus aguas yo y mis ganados, daré el precio de ellas; déjame solamente pasar a pie, nada más. Pero él respondió: No pasarás. Y salió Edom contra él con mucho pueblo, y mano fuerte. No quiso, pues, Edom dejar pasar a Israel por su territorio, y se desvió Israel de él”, (Números 20:14-21). Luego, entre los años 845 a.C. y 790 d.C. se dan algunas batallas entre el reino de Judá y Edom, donde estos últimos bajo el mando del rey Amasias son derrotados en batalla y Sele, su capital, es tomada: “Este mató asimismo a diez mil edomitas en el Valle de la Sal, y tomó a Sela en batalla, y la llamó Jocteel, hasta hoy”, (2 Reyes 14:7). Finalmente, en el año 586 a.C., Jerusalén y el Templo es destruido por los babilonios, y Edom, en lugar de sentir simpatía y misericordia por los judíos que habían logrado huir de sus enemigos, los entregaron a sus perseguidores y a algunos mataron sin piedad. Luego, después de 70 años de cautiverio, los judíos regresaron a su nación y comenzaron a reconstruir el templo y los muros, pero entre las naciones que los oprimían estaban los edomitas, sin embargo, la ruina de Edom comienza en el año 312 a.C. con los árabes que los conquistan, pero no fue hasta el siglo II a. C. que fueron sometidos por los macabeos y convertidos a la fuerza al judaísmo, llamándoseles idumeos. Por tanto, algunos ubican la actividad profética de Abdías después de la destrucción de Jerusalén por los babilonios, entre el año 586 y 585 a.C.

 

TEMÁTICA DEL LIBRO DE ABDÍAS

               La temática de este libro profético gira en torno del juicio de Dios sobre la nación de Edom por causa de su odio a sus hermanos los judíos y esta descrito desde los versículos del 1 al 15 de su único capitulo: “Por la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás cortado para siempre”, (Abdías 10). En ocasiones, la Biblia se refiere a Edom con otros nombres, tales como, Seir, que era la principal montaña de Edom, o también se hace referencia a la nación con los nombres de su capital, Sela, en hebreo, o Petra en griego, o como Temán, el nieto de Esaú (Gen 36: 11) y nombre de un lugar habitado por sus descendientes. De igual forma, el profeta aprovecha el ejemplo del juicio que venia sobre Edom, para anunciar el día de Jehová el cual hace referencia al juicio que viene al resto de las naciones por causa de sus pecados (Abdías 15-21). Además de esto, Abdías guarda cierta similitud con algunos temas que Jeremías y Joel tocan en sus libros. En la siguiente tabla podemos ver la similitud entre Jeremías y Joel y el libro de Abdías.

 

Versículo de Abdías

Versículo de Jeremías

Versículo de Abdías

Versículo de Joel

“He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera”, (Abdías 2).

“Acerca de Edom. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: ¿No hay más sabiduría en Temán? ¿Se ha acabado el consejo en los sabios? ¿Se corrompió su sabiduría?... He aquí que te haré pequeño entre las naciones, menospreciado entre los hombres”, (Jeremías 49:7,15).

“Mas en el monte de Sion habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones”, (Abdías 17).

“Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado”, (Joel 2:32).

“La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová”, (Abdías 3-4).

“Tu arrogancia te engañó, y la soberbia de tu corazón. Tú que habitas en cavernas de peñas, que tienes la altura del monte, aunque alces como águila tu nido, de allí te haré descender, dice Jehová”, (Jeremías 49:16).

“El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivo su ejército, y extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos”, (Abdías 11).

“Y echaron suertes sobre mi pueblo, y dieron los niños por una ramera, y vendieron las niñas por vino para beber”, (Joel 3:3).

“Si ladrones vinieran a ti, o robadores de noche (!!cómo has sido destruido!), ¿no hurtarían lo que les bastase? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco?”, (Abdías 5).

“Si vendimiadores hubieran venido contra ti, ¿no habrían dejado rebuscos? Si ladrones de noche, ¿no habrían tomado lo que les bastase?”, (Jeremías 49:9).

“Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza”, (Abdías 15).

“!!Ay del día! porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso”, (Joel 1:15).

 

BOSQUEJO

 1.       El Juicio venidero de Edom.

 

a.       El llamamiento de Dios a las naciones. (Abdías 1).

b.       Advertencia a Edom sobre su destrucción, (Abdías 2).

c.       Razones de la destrucción de Edom, (Abdías 3-4).

d.       3. El vaciamiento de riquezas, (Abdías 5-6).

e.       4. El abandono de sus aliados militares, (Abdías 7).

f.        5. La pérdida de su sabiduría, (Abdías 8).

g.       6. La desaparición de su valentía guerrera, (Abdías 9).

 2.       El pecado de Edom.


a.       La traición a su hermano Jacob, (Abdías 10-11).

b.       Razones para la condenación de Edom, (Abdías 12-14).

       3.       El juicio de Edom y la restauración de Judá.


a.       El día de jehová contra Edom y las naciones (Abdías 15-18).

b.       La restauración divina de Judá (Abdías 19-21).


domingo, 6 de junio de 2021

Si me amas, apacienta mis ovejas (Juan 21:15-25)

 

“Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; más cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme. Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero. Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén”.

Juan 21:15-25

 

INTRODUCCIÓN

             En esta oportunidad finalizaremos el estudio de este maravilloso estudio del evangelio según Juan el cual hemos estado estudiando versículo a versículo desde ya hace un tiempo. El propósito de este evangelio es demostrar que Jesús es Dios, por ello a lo largo de los 7 grandes “Yo Soy”, Jesús se dio a conocer de esta forma: Él se autonombró como el pan de vida (6:35), la luz del mundo (8:12), la puerta de las ovejas (10:7), el buen pastor (10:11), la resurrección y la vida (11:25), el camino, la verdad y la vida (14:6) y la vid verdadera (15:1). Además, su divinidad se recalcó en este Evangelio a través de las 7 señales que presentó las cuales son: La transformación del agua en vino (Juan 2:1-11), la sanidad del hijo de un hombre (Juan 4:46-54), la sanidad de un paralitico (Juan 5:1-9), la multiplicación de los panes y los peces (Juan 6:1-14), el caminar sobre el agua (Juan 6:15-21), la sanidad de un ciego (Juan 9:1-7) y la resurrección de Lázaro (Juan 11:38-44). De igual forma, Juan no solo ha demostrado de que Jesús es Dios, sino a través de su resurrección y los hechos narrados alrededor de ello su humanidad ha quedado demostrado, de tal forma, que por medio del estudio comprendemos que Jesús es el Hijo de Dios y Dios Hombre. Concluyamos este estudio.

apacienta-mis-ovejas
Apacienta mis ovejas

 

SI ME AMAS APACIENTA MIS OVEJAS

“Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas”.

Juan 21:15-17

                Después de su aparición y de la pesca milagrosa, Jesús se sentó a comer con sus discípulos: “Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado”, (Juan 21:13). Como lo vimos en el estudio pasado, posiblemente los discípulos creían que a lo mejor su labor para la cual Jesús los había preparado ya no tenía sentido por el hecho de que su Maestro ya no estaría físicamente con ellos, pero realmente no era así y el Señor estaba allí para enseñarle que su verdadera misión apenas comenzaba. La discusión de Jesús se vuelve principalmente a Pedro y pretende reafirmarlo como uno de los principales líderes de iglesia y cuando se refiere a él lo con el nombre de Simón hijo de Jonás, el cual era su nombre original con el cual lo conoció, antes de que le cambiara su nombre: “Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)”, (Juan 1:41-42). Cuando Simón hijo de Jonás conoció en persona a Jesús por primera vez, éste le cambio el nombre llamándolo Cefas, nombre arameo que significa roca y cuya traducción en griego es Pedro. Jesús a lo mejor quiere reafirmar el compromiso de Pedro cuando este dijo que lo amaba más que a todos, pero que no lo demostró cuando ante la presión, lo negó tres veces: “Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo”, (Mateo 26:33-35). Por ello hoy nuestro Señor sigue el esquema de tres preguntas que aluden a las tres veces que Pedro lo negó, sin embargo, Pedro no lo entenderá hasta la tercera vez. Prácticamente la conversación presenta la siguiente estructura:

 1.       Jesús pregunta.

2.       Pedro responde.

3.       La petición de Jesús a Pedro.

             Veamos. La primera vez que Jesús pregunta: hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Pedro responde: Sí, Señor; tú sabes que te amo. La petición de Jesús: Apacienta mis corderos. La segunda vez que Jesús pregunta: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro responde: Sí, Señor; tú sabes que te amo. La petición de Jesús: Pastorea mis ovejas. La tercera vez que Jesús pregunta: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristece que le pregunte si lo amaba por tercera vez y le responde: tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. La petición de Jesús: Apacienta mis ovejas. En esta conversación podemos encontrar varias cosas interesantes. La primera es que el verbo que en nuestras biblias se traducen como amar utilizados por Jesús y Pedro son diferentes. Jesús utiliza el verbo griego agapao (ἀγαπάω) que es el amor perfecto de Dios basado en la voluntad de mostrar sus misericordias; mientras que Pedro utiliza el verbo griego filéo (φιλέω), que es el amor entre amigos o, mejor dicho, un cariño que se expresa entre las personas que desarrollan cierto afecto los unos por los otros. Por tanto, Jesús le pide a Pedro si lo ama con el amor perfecto de Dios, pero Pedro expresa su cariño hacia Él. Por ello, la Nueva Versión Internacional de la Biblia traduce así este pasaje: “Cuando terminaron de desayunar, Jesús le preguntó a Simón Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas (agapao) más que éstos? —Sí, Señor, tú sabes que te quiero (filéo) —contestó Pedro. —Apacienta mis corderos —le dijo Jesús. Y volvió a preguntarle: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas? (agapao) —Sí, Señor, tú sabes que te quiero (filéo). —Cuida de mis ovejas. Por tercera vez Jesús le preguntó: —Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? (filéo) A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: «¿Me quieres?» Así que le dijo: —Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero (filéo). —Apacienta mis ovejas —le dijo Jesús—”, (Juan 21:15-17, NVI). Al considerar esta conversación podemos entender al menos cuatro cosas, la primera es que hay una diferencia muy grande entre el amor y el cariño. Jesús deseaba que Pedro entendiera que el amor perfecto es el amor de Dios, aquel que se entrega por completo y proviene de un acto de voluntad y se extiende a todos, incluyendo a los enemigos, mientras que el amor de los hombres solo se extiende a los familiares o amigos. En segundo lugar, vemos como Pedro se entristece cuando Jesús le pregunta por tercera vez si lo amaba, quizás porque recordó la ocasión cuando lo negó por tres veces sin pensarlo. Pedro siempre fue una persona impulsiva que nunca pensaba bien lo que hacía, en este ímpetu un día le prometió a Jesús que nunca lo negaría, pero cuando se vio en peligro, lo hizo tres veces, pero al canto del gallo se acordó que Jesús se lo había advertido. Pedro nunca se detenía a pensar y considerar bien todo lo que su Maestro le decía, incluso ahora, que su Señor le preguntaba si lo amaba con el amor de Dios, Pedro no consideraba sus palabras y le daba una respuesta de forma automática y no en la misma intensidad ya que Pedro lo amaba con el amor fileo y no el agapao. En tercer lugar, Jesús baja la intensidad de su pregunta al ya no usar el verbo agapao, sino fileo, cuando le pregunta la tercera vez: “Por tercera vez Jesús le preguntó: —Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? (filéo) A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: «¿Me quieres?» Así que le dijo: —Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero (filéo). —Apacienta mis ovejas —le dijo Jesús—”, (Juan 21:17, NVI). Finalmente, Pedro entiende lo que Jesús está tratando de hacer con estas preguntas y por ello sabe que tiene que reafirmarse en la fe, y Jesús lo invita a convertirse en un líder de la iglesia al pedirle que cuide de su rebaño. Con el tiempo el apóstol Pedro se convertiría en uno de los principales lideres de la iglesia, tal y como lo vemos el en libro de los Hechos de los Apóstoles.

 

PEDRO, SÍGUEME 

“De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; más cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios”.

Juan 21:18-19

              Después de haberle hecho el llamamiento directo a Pedro para continuar con la obra para la cual lo había llamado, le pide que lo sigue, pero le deja claro que un día moriría por la causa del evangelio: De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; más cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Al final, al leer el libro de los Hechos de los Apóstoles podemos ver como Pedro estuvo al frente de la iglesia en Jerusalén, predicando el evangelio y sirviendo al pueblo de Dios, luego, parte de la tradición afirma que el apóstol se retiro a Roma, a predicar, pero no hay mucha evidencia de eso, antes se cree que se retiró a Babilonia junto a todos los dispersos por la región, esto de acuerdo a una de sus cartas: “La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan”, (1 Pedro 5:13). En la misma carta vemos también que ésta fue dirigida a los expatriados de la dispersión por lo que es válido suponer que el apóstol trabajo con los creyentes de estas regiones: “Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia”, (1 Pedro 1:1). Al final de sus días, Pedro fue crucificado, pero este se considero indigno de morir igual que su Maestro por lo que pidió que lo crucificaran de cabeza, esto de acuerdo al testimonio de Tertuliano, Orígenes y Eusebio.


JUAN, EL ÚLTIMO DE LOS APÓSTOLES DEL CORDERO

“Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?”.

Juan 21:20-23

                Después que Jesús llamo a Pedro para que lo siguiera, volvió a ver atrás y vio que el discípulo a quien amaba Jesús, el que se le había recostado al lado de él y le pregunto quién era el que lo iba a entregar (Juan 13:23-26), a este lo vio y le pregunto qué seria del futuro de él: Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? Este discípulo amado es Juan, el apóstol, sin embargo, Jesús le dijo que debería enfocarse en seguirlo, antes de interesarse en el caminar de otro discípulo: Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. Esto fue escuchado no solo por Pedro, sino por los otros discípulos que estaba cerca lo cual fue mal interpretando pensando que este apóstol no moriría, pero el mismo Juan aclara lo que realmente Jesús quería decir: Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? De aquí que muchos consideraron que estas palabras eran una alusión al hecho de que Juan iba a ser el último de los apóstoles del Cordero en morir, y de hecho así fue. El emperador romano Domiciano lo desterró a la isla de Patmos, donde fue prisionero y escribió el libro de Apocalipsis, luego, Nerva, el sucesor de Domiciano, lo liberó, siendo así el único apóstol que escapó del martirio y tuvo una muerte natural alrededor del 100 d.C.

 

JUAN EL AUTOR DE ESTE EVANGELIO

“Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero. Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén”.

Juan 21:24-25

              Aquí Juan da testimonio de sí mismo como el autor de este evangelio: Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero. Él escribió este evangelio para dar testimonio de la verdad, y ¿cuál es esta verdad? La verdad es que el Verbo se hizo carne y habito en medio de nosotros, este es Dios encarnado que vino a poner su vida en rescate de muchos, y este evangelio presenta parte de las señales que Jesús hizo, como una evidencia contundente de la verdad: Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén. Aquí encontramos una hipérbole, es decir, una exageración lingüística que pretende hacernos ver que obviamente Jesús hizo muchas cosas más que demuestran que Él es el Señor y Salvador que Dios envió a este mundo el cual se encarnó como Hombre perfecto y demostró su divinidad, pero de todo ello, Juan escribió solo lo que hoy encontramos en este evangelio. A lo largo de este estudio hemos visto el testimonio de este apóstol acerca de Jesús, el cual es un testimonio verdadero.