domingo, 20 de octubre de 2019

La importancia de un verdadero encuentro con Dios (Isaías 6:1-8)

“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí”.
Isaías 6:1-8

INTRODUCCIÓN


El evangelio consiste en llegar a establecer una verdadera relación personal con Dios, y esto no se logra a través de un ejercicio académico, o por medio de hipnosis o practicando ritos y tradiciones religiosas. Solo aquellos que han experimentado un verdadero encuentro personal con Dios puede llegar a conocerle y de allí la importancia que todos nos aseguremos que vivir esta maravillosa experiencia. El llamamiento de Isaías es sorprendente y nos enseña la importancia de experimentar un auténtico encuentro con nuestro Señor.


visión-Isaías
La visión de Isaías


I.                    PORQUE NECESITAMOS PONER NUESTRA MIRADA SOLAMENTE EN DIOS.


“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo”.

Si nos damos cuenta, no fue sino hasta que murió el rey Uzías que Isaías pudo ver al Señor. Uzías fue uno de los reyes de Juda el cual llego a ser un hombre bueno que Dios uso para bendición de su nación: “De dieciséis años era Uzías cuando comenzó a reinar, y cincuenta y dos años reinó en Jerusalén. El nombre de su madre fue Jecolías, de Jerusalén. E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho Amasías su padre”, (2 Crónicas 26:3-4). Por su rectitud, Jehová lo bendijo y le permito tener grandes victorias: “Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y en estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó. Y salió y peleó contra los filisteos, y rompió el muro de Gat, y el muro de Jabnia, y el muro de Asdod; y edificó ciudades en Asdod, y en la tierra de los filisteos. Dios le dio ayuda contra los filisteos, y contra los árabes que habitaban en Gur-baal, y contra los amonitas. Y dieron los amonitas presentes a Uzías, y se divulgó su fama hasta la frontera de Egipto; porque se había hecho altamente poderoso”, (2 Crónicas 26:5-8). También Dios le permitió realizar grandes obras a favor de su nación: “Edificó también Uzías torres en Jerusalén, junto a la puerta del ángulo, y junto a la puerta del valle, y junto a las esquinas; y las fortificó. Asimismo, edificó torres en el desierto, y abrió muchas cisternas; porque tuvo muchos ganados, así en la Sefela como en las vegas, y viñas y labranzas, así en los montes como en los llanos fértiles; porque era amigo de la agricultura”, (2 Crónicas 26:9-10). Además, tuvo un poderoso ejército: “Tuvo también Uzías un ejército de guerreros, los cuales salían a la guerra en divisiones, de acuerdo con la lista hecha por mano de Jeiel escriba, y de Maasías gobernador, y de Hananías, uno de los jefes del rey. Todo el número de los jefes de familia, valientes y esforzados era dos mil seiscientos. Y bajo la mano de éstos estaba el ejército de guerra, de trescientos siete mil quinientos guerreros poderosos y fuertes, para ayudar al rey contra los enemigos”, (2 Crónicas 26:11-13). Y tuvo muchas armas y grandes inventos que usaba para la guerra: “Y Uzías preparó para todo el ejército escudos, lanzas, yelmos, coseletes, arcos, y hondas para tirar piedras. E hizo en Jerusalén máquinas inventadas por ingenieros, para que estuviesen en las torres y en los baluartes, para arrojar saetas y grandes piedras. Y su fama se extendió lejos, porque fue ayudado maravillosamente, hasta hacerse poderoso”, (2 Crónicas 26:14-15).  Lamentablemente, cuando fue poderoso, su corazón se enalteció delante de su Dios para su ruina y tuvo un triste final: “Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso. Y entró tras él el sacerdote Azarías, y con él ochenta sacerdotes de Jehová, varones valientes. Y se pusieron contra el rey Uzías, y le dijeron: No te corresponde a ti, oh Uzías, el quemar incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados para quemarlo. Sal del santuario, porque has prevaricado, y no te será para gloria delante de Jehová Dios. Entonces Uzías, teniendo en la mano un incensario para ofrecer incienso, se llenó de ira; y en su ira contra los sacerdotes, la lepra le brotó en la frente, delante de los sacerdotes en la casa de Jehová, junto al altar del incienso. Y le miró el sumo sacerdote Azarías, y todos los sacerdotes, y he aquí la lepra estaba en su frente; y le hicieron salir apresuradamente de aquel lugar; y él también se dio prisa a salir, porque Jehová lo había herido. Así el rey Uzías fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó leproso en una casa apartada, por lo cual fue excluido de la casa de Jehová; y Jotam su hijo tuvo cargo de la casa real, gobernando al pueblo de la tierra”, (2 Crónicas 26:16-21). No cabe la menor duda que Uzías fue un hombre de mucha bendición para su pueblo y muchas personas debieron haberlo admirado y tenerle gran cariño por ser un gran siervo de Dios, pero lamentablemente este se equivoco al final de sus días y por ello fue castigado, y algunos opinan que Isaías era una persona que llego a admirar tanto a Uzías, que esa admiración le impedía ver la gloria de Dios, por ello el Señor tuvo que aparecérsele para que su mirada estuviera únicamente en Él, por ello el texto dice que fue hasta que Uzías murió que Isaías pudo ver al Señor con toda su gloria: En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor.

Muchas veces los hombres no pueden ver la gloria de Dios porque su mirada esta puesta en otras cosas, ya sea en ídolos humanos, personas que quizás admiran desmedidamente, o en sus propias personas, idolatran sus cuerpos humanos o grandes habilidades físicas o intelectuales, o están atrapados en sus pecados, pero no será hasta que pongan su mirada en Dios que podrán ver su gloria, por eso necesitamos tener un verdadero encuentro con Dios.

II.                 PORQUE NECESITAMOS VER SU GLORIA.


“Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo”.

Necesitamos tener un verdadero encuentro con Dios porque solo así veremos su gloria. Después que Isaías quito su mirada de Uzías, pudo contemplar en toda su majestad la gloria del Señor, y realmente fue impactante lo que vio: Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Conocer a Dios es totalmente impactante, y cuando esto pasa la vida no vuelve a ser igual, ya que cuando Dios se revela a la vida de los hombres, estos no pueden resistir su gracia irresistible la cual transforma totalmente sus vidas, de tal forma que estos llegan a conocer al único y verdadero Dios. Esta visión debió haber dejado a Isaías totalmente perplejo y esto es lo que el hombre necesita, un verdadero encuentro personal con el Señor que lo quebrante totalmente y le permita conocerle, porque en esto consiste el verdadero evangelio, en establecer una verdadera relación personal con Dios, en conocerlo, no a través de métodos académicos o creencias religiosas, sino como resultado que Él se le ha revelado, y esta revelación de su persona impacta totalmente la vida de la persona y la vida no vuelve a ser igual, y aquellos que experimentan esta experiencia jamás se apartan de aquel que los ha llamados.

III.              PORQUE NECESITAMOS RECONOCER NUESTRA MALDAD.


“Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”.

También necesitamos tener un encuentro personal con Dios, porque al contemplar su majestad y santidad, nuestro corazón se quebranta ante la realidad del pecado. Al contemplar esta majestuosa visión, Isaías se quebranto al reconocer la maldad de sus obras y la santidad de Dios: Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Cuando Dios llama al hombre, su llamamiento produce en el hombre que reconozca la vileza de sus pecados y la necesidad de ser limpio de toda esta maldad para poder permanecer delante de su presencia, y esto conduce a la confesión de nuestros pecados y experimentar un verdadero arrepentimiento.

IV.              PORQUE NECESITAMOS SU SALVACIÓN.


“Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado”.

Después que Isaías tuvo esta increíble visión y reconoció su maldad, el Señor le limpio de su pecado: Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. Nosotros también necesitamos experimentar esta gloriosa experiencia, ya que cuando Dios habla al corazón del hombre y viene para establecer esta relación personal, el hombre es quebrantado y llevado a un verdadero arrepentimiento, y Dios le perdona toda su maldad a través de su Hijo Jesucristo.

V.                 PORQUE NECESITAMOS VIVIR PARA ÉL Y SERVIRLE.


“Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí”.

Finalmente, cuando el hombre experimenta un verdadero encuentro personal con Dios que lo lleva a un verdadero arrepentimiento y lo transforma totalmente para convertirlo en un hijo legitimo de Dios, su vida es dedicada por completo a su servicio y vivir el resto de sus días para Él. Después de todo esto Dios le hizo el llamado a Isaías a ser su profeta y este acepto: Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. La única manera de que no retrocedamos en este mundo al llamamiento que Dios nos ha hecho y dejemos totalmente al pecado es teniendo un autentico encuentro personal con Dios.

CONCLUSIÓN.


El llamamiento de Isaías nos enseña de la importancia de tener un verdadero encuentro personal con Dios. La visión que tuvo fue tan impactante que cambio el resto de su vida y así ocurre en la vida de aquellos que realmente han conocido a Dios, la vida no vuelve a ser igual. Como vemos en estos versículos, un verdadero encuentro con Dios produce los siguientes resultados:

1.       Nos ayuda a poner nuestra mirada únicamente en Dios y hace morir todos nuestros “Uzías” aquellas cosas que desvían nuestra atención de Él, (Isaías 6:1).
2.       Nos permite contemplar en toda su plenitud la grandeza de su gloria, (Isaías 6:2-4).
3.       Nos hace reconocer nuestros pecados y nos conduce a experimentar un verdadero arrepentimiento, (Isaías 6:5).
4.       Nos permite experimentar el perdón de Dios y ser limpios de nuestros pecados (Isaías 6:6-7).
5.       Crea en nosotros una convicción que nos ayuda a nunca retroceder y servirle para siempre, (Isaías 6:8).

domingo, 13 de octubre de 2019

La Perfecta Comunión (Juan 14:18-24)



“No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió”.

Juan 14:18-24

INTRODUCCIÓN


            Continuando con el discurso de nuestro Señor Jesucristo a sus discípulos, antes de ser capturado por sus enemigos, llegamos a otra gran promesa, la promesa de la perfecta comunión. Si hay algo que diferencia enormemente al evangelio de otras religiones es la perfecta comunión que este establece con el hombre y Dios, de allí que se dice que el evangelio no es una religión sino una relación con Dios, y hoy en estos versículos el Señor Jesús les promete a sus discípulos, y por ende a nosotros, que nunca estaremos solos, sino mantendremos una perfecta comunión con Él y seremos templo y morada del Espíritu Santo.


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La Perfecta Comunión

 

NO OS DEJARÉ HUÉRFANOS


“No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis”.
Juan 14:18-19

              Jesús les confirma una vez más a sus discípulos que no se desanimen porque no los dejaría solos: No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Los discípulos estaban a punto de presenciar la partida de su Señor, ellos verían como Jesús iba a ser capturado y crucificado, y eso, definitivamente iba a ser un golpe tremendo a su vida, pero a través de estas palabras Jesús esperaba que ellos no desmallaran ante el pánico de quedarse solos porque ciertamente no los dejaría huérfanos. La palabra huérfanos se traduce del griego orfanós (ὀρφανός), que literalmente significa “sin padre”, y nos enseña la gran promesa que nuestro Señor les estaba diciendo, ya que después de su partida, ellos no quedarían como unos niños abandonados y desamparados, sino el vendría a ellos nuevamente. Ciertamente después de su muerte los discípulos esperarían con fe el cumplimiento de esta promesa: Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis, y así ocurrió después de su resurrección. Que hermosa comunión tenemos los cristianos, una relación personal que el mundo no puede tener, porque no le puede percibir, porque no son suyos, pero nosotros los cristianos, tenemos esta preciosa verdad, la comunión perfecta con Dios.

UNA COMUNIÓN COMPLETA

En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”.
Juan 14:20

               Aquí encontramos una gran bienaventuranza para todos nosotros los cristianos, y es la perfecta comunión que existe en la divinidad y, en consecuencia, con nosotros. Jesús les dijo a sus discípulos, que aquel día, el día en el que ellos creyeran, llegarían a comprender la perfecta comunión que el Padre tiene con el Hijo y, por consiguiente, todas las obras del Hijo estaban respaldadas por el Padre y ambos eran uno en comunión: En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. De igual forma, así como la comunión entre el Padre y el Hijo es perfecta, así a través de Jesús el que cree llega a establecer una perfecta comunión con Dios de tal manera que nosotros conocemos a nuestro Señor y gozamos de esta hermosa relación personal con su persona, y le conocemos de tal forma que nuestra fe no está basada en el cumplimiento externo de normas religiosas, sino en una amistad y confianza, donde podemos comunicarnos con libertad con Él y conocerlo cada día más, por ello decimos una vez más que el evangelio consiste en establecer una relación con Dios.

 LA PERFECTA COMUNIÓN ESTA BASADA EN EL AMOR Y LA OBEDIENCIA A SU PALABRA



“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”.
Juan 14:21

          Esta comunión con Dios es perfecta porque esta basada en el verdadero amor y el amor se manifiesta en la obediencia en su palabra: El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama. Una vez mas el apóstol Juan nos dice que el que ama lo demuestra obedeciendo su palabra, y esta es la única razón por la cual nosotros los cristianos debemos obedecer sus mandamientos. Debemos estar conscientes que la paga del pecado es muerte y nadie que lo practique se librara de las consecuencias de él, así como debemos respetar su santidad y de allí que en el Nuevo Testamento se nos dice que debemos andar en temor y temblor delante de Dios: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”, (Filipenses 2:12). Sin embargo, la principal razón por la cual los creyentes vivimos en santidad, obedeciendo su palabra es porque le amamos, y no queremos ofender su santidad pecando en contra de su presencia. De esta forma, la obediencia a su palabra revela nuestro verdadero amor a Él, y al mismo tiempo aquel que lo ama es amado lo cual es una evidencia de una verdadera comunión y a este se le manifiesta Jesús: Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor.

LA COMUNIÓN CON DIOS ES PERFECTA PORQUE MORA EN NOSOTROS


“Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió”.
Juan 14:22-24

          Aquí vemos a otro de sus apóstoles hacer una pregunta, este es Judas, no el Iscariote, sino Judas Tadeo o Judas el hermano de Jacobo, el hijo de Alfeo (Mateo 10:2-4, Marcos 3:16-19, Lucas 6:14-16, Hechos 1:13). Judas Tadeo pregunta: Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? La verdad es que a los discípulos les costaba entender cómo era que Jesús se manifestaría a ello y no al mundo, no entendían que la relación que establecerían con Él seria espiritual, no lo verían, pero lo sentirían, porque habitaría espiritualmente con ellos: Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. Aquel que ama a Dios, su palabra guarda, y aquel que anda en sus mandamientos tiene una verdadera relación con Él y su comunión es perfecta, porque el Señor mora con en él. Ciertamente esta verdad bíblica establece una enorme diferencia con cualquier religión del mundo, ya que todas estas han construido templos o catedrales donde los hombres van con el propósito de tener un encuentro con sus dioses ya que piensan que ellos habitan allí, pero nosotros los cristianos tenemos el privilegio de tener un Dios que hoy no habita en un templo, sino en aquellos que creen en su Hijo, y en esto consiste el evangelio, en establecer una perfecta comunión con Dios, siendo limpiados de todas nuestras maldades a través de la sangre de Cristo y convirtiéndonos en el templo y morada de su Espíritu Santo. Esta gloriosa promesa es solo para los cristianos, el mundo no lo puede recibir, porque no le conocen y viven en pecado, pero nosotros hemos sido justificados por Jesús y hoy Dios mora en nuestro corazón manteniendo una verdadera relación personal con nosotros de tal manera que le amamos y este amor se manifiesta en que guardamos sus mandamientos.




sábado, 12 de octubre de 2019

¿Es posible alcanzar la verdadera paz? (Isaías 48:22)



“No hay paz para los malos, dijo Jehová”.
Isaías 48:22

INTRODUCCIÓN


La paz mundial, es un concepto que pretende vender entre todas las naciones la idea de un estado ideal de tranquilidad y no violencia, donde el hombre pueda vivir en armonía en medio de sus diferentes ideologías y, de hecho, el 21 de septiembre ha sido declarado como el día internacional de la paz. Todo esto nos hace ver el deseo del hombre de vivir en verdadera paz; pero este anhelo jamás será alcanzado en este mundo dañado por el pecado. Consideremos en esta oportunidad las razones por las cuales aseveramos esto y cómo el hombre puede alcanzar la verdadera paz.

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¿Es posible alcanzar la verdadera paz? 

                                I.            RAZONES POR LAS CUALES NO SE PUEDE ALCANZAR LA VERDADERA PAZ.


En el mundo es muy difícil, sino imposible, que el hombre alcance la verdadera paz, porque la paz es un estado y fruto que solamente Dios puede otorgar a aquellos que decidan vivir para El, y por ello la Escritura dice: No hay paz para los malos, dijo Jehová. Así que, aquellos que vivan para el mundo jamás alcanzaran la verdadera paz en sus vidas. Veamos a continuación tres razones por las cueles el hombre sin Dios no puede tener paz.

1.      Porque este mundo solo ofrece turbación y aflicciones.


“Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos”.
Isaías 57:20-21

La primera razón por la cual el hombre sin Dios no puede tener paz, es porque vive en un mundo turbado por el pecado y que produce muchas aflicciones: Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos. Hoy en día vivimos en un mundo corrompido por la maldad, lleno de injusticias y perversidades que provocan que el hombre se desvié del camino de paz y lo conducen por senderos donde experimenta toda clase de perversidades que lo conducen a la turbación de alma y la Biblia compara sus caminos como oscuridad: “El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan”, (Proverbios 4:19). Sin Dios en el corazón, en este mundo solo encontraremos maldad, un mundo que nos incitará a pecar, y el pecado traerá consecuencias negativas a nuestras vidas, así como estaremos expuestos a sufrir por causa de la injusticia que envuelve a este mundo donde vivimos, por esa razón es imposible encontrar la paz es estos caminos.

2.      Por grandes resentimientos y frustraciones.


“El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas”.
Proverbios 10:12

Otra causa por la cual el hombre no puede alcanzar la verdadera paz es porque en muchos existen grandes raíces de amargura y odio en su corazón. El libro de los Proverbios nos dice que el odio despierta rencillas y esto no contribuye a la paz. Hoy escuchamos acerca de pleitos entre cónyuges que terminan en divorcios, enemistades entre personas que terminan en violencias y homicidios, envidias que llevan a grandes rivalidades, rivalidades entre naciones que terminan en guerras y así, vemos la manifestación del odio en esta tierra lo cual hace que la paz sea imposible en este mundo.

3.      Por la culpa que la maldad trae.


“Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades”.
Salmo 51:9

Este versículo forma parte de una oración que David dirigió a Dios pidiéndole perdón por su pecado cometido, suplicándole que le quitara su pecado ya que este lo acusaba delante de Él. Esto nos lleva a la siguiente razón por la cual el hombre pecador no puede tener paz, y es porque la practica del pecado conlleva a tener una conciencia culpable, ya que hemos infringido la ley de Dios: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”, (1 Juan 3:4). El hombre que vive en pecado sabe que no esta bien delante de Dios, y por ello decide evitar pensar en eso porque la culpa lo acusa y sabe que por sus rebeliones ira al infierno, y esto hace que la paz sea imposible en el hombre ya que esta enemistado con Dios: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”, (Santiago 4:4).

                             II.            ¿CÓMO ALCANZAR LA VERDADERA PAZ?


“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
Romanos 5:1

Ahora, queda entendido que en el mundo el hombre jamás tendrá paz y vivirá agitado en medio de un mundo injusto y la practica del pecado solo traerá infelicidad ya que fue resultado es muerte y condenación eterna. La única forma en la que el hombre puede encontrar la verdadera paz es por medio de Jesucristo, y por ello el apóstol Pablo decía: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Solamente la salvación que Dios ofrece a través de su Hijo puede traer paz al corazón del hombre, y esto es así por las siguientes razones:

1.       Porque trae la paz entre Dios y el hombre ya que le perdona todos sus pecados y ya no existe más enemistad.
2.       Porque trae la paz entre el hombre y sus semejantes, porque el poder transformador del evangelio lo libera de todas sus raíces de amargura y odio que lo consume.
3.       Porque trae la paz consigo mismo, ya que la comunión perfecta con Dios nos libera de todo complejo y sentimiento de culpa.

CONCLUSIÓN.


En el mundo es imposible que el hombre experimente la verdadera paz ya que vivimos en un mundo agitado por la maldad y totalmente injusto, porque el odio ha esclavizado a muchas personas que los conducen a la violencia, homicidios, rivalidades y guerras, y porque en general, la amistad con el mundo es enemistad con Dios y el pecado va destruyendo paulatinamente nuestra vida. Por ello, la única forma de alcanzar la verdadera paz en la vida es renunciando a nuestros pecados y entregarnos a Cristo y esto es así por las siguientes razones:


1.       Porque trae la paz entre Dios y el hombre ya que le perdona todos sus pecados y ya no existe más enemistad.
2.       Porque trae la paz entre el hombre y sus semejantes, porque el poder transformador del evangelio lo libera de todas sus raíces de amargura y odio que lo consume.
3.       Porque trae la paz consigo mismo, ya que la comunión perfecta con Dios nos libera de todo complejo y sentimiento de culpa.