sábado, 30 de junio de 2018

El Concepto Bíblico de Pecado


“Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”.
1 Juan 3:4

INTRODUCCIÓN


                La Biblia es clara al enseñarnos que todos hemos pecado y de alguna manera da su propia definición: Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Hasta el momento ha quedado claro que el pecado es real y hemos desmentido muchos conceptos y teorías erróneas en cuanto a él; sin embargo, cual es el verdadero concepto bíblico de pecado. El diccionario Bíblico Nelson lo traduce de la siguiente manera: “Junto con el concepto de la salvación, el concepto del pecado se manifiesta a través de toda la Biblia, y constituye la antítesis del amor redentor de Dios, el cual las Escrituras proponen como su tesis principal. Pecado es aquel poder misterioso primordial que se opone por naturaleza a Dios y a su buena voluntad para con el hombre, así como también todo el conjunto de manifestaciones y consecuencias trágicas del mismo”. Lewis Sperry Chafer lo define así: “el pecado es cualquier falta de conformidad al carácter de Dios, ya sea en obra, disposición o estado”. Charles Ryrie nos dice: “el pecado es errar el blanco, maldad, rebelión, iniquidad, extraviarse, perversidad, andar errante, impiedad, crimen, andar fuera de la ley, transgresión, ignorancia, y ofensa”.  Ahora bien, la palabra pecado y sus derivadas como iniquidad, impiedad, maldad, transgresión, deseos de la carne, entre otros, provienen de una serie de palabras tanto hebreas como griegas que al considerar sus significados etimológicos nos enriquecen aún más la naturaleza de este. En esta sección consideraremos las diferentes palabras, tanto en hebreo como en griego que se traducen en nuestras Biblias como pecado, así como sus significados.

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El Concepto Bíblico de Pecado


PALABRAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO TRADUCIDAS COMO PECADO


                El Antiguo Testamento fue escrito en hebreo en su totalidad, con unas pocas excepciones encontramos unas partes en arameo. En este idioma podemos identificar al menos ocho palabras en hebreo que se traducen en nuestras Biblias como pecado o sus palabras sinónimas. Estudiemos el significado etimológico de estas palabras con el fin de comprender la naturaleza del pecado.

Kjatá


              La primera palabra hebrea que consideraremos es kjatá (חָטָא) la cual es la palabra básica que se usa en el Antiguo Testamente y se traduce como pecado apareciendo cerca de 683 veces. Etimológicamente, kjatá puede traducirse como “errar el blanco”, y en este sentido, el pecado es errar el blanco correcto, es decir, tomar un rumbo equivocado que solo nos llevara al fracaso o destrucción. La palabra de Dios es nuestra guía para no perdernos por el camino equivocado que es el pecado, por eso el Señor le dijo a Moisés: “Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis (kjatá), (Éxodo 20:20). Ese no pequéis es kjatá, y Dios probaba a su pueblo Israel para que aprendieran a temerle y no erraran el blanco yéndose por el camino de la idolatría. Así es el pecado, es todo aquello que nos hace errar el camino de la santidad y nos aleja de Dios conduciéndonos al fracaso y condenación eterna.

            Rah


              La palabra hebrea rah (רַע) se traduce como malo, maligno, malvado o terrible, y en cuanto a su significado etimológico los eruditos no están del todo seguro el origen de su raíz. Algunos creen que esta palabra deriva de otra que es ratsats que significa quebrar o destruir, y de allí que muchos afirmen que rah haga referencia a las consecuencias destructivas de practicar el pecado. En este sentido la maldad o el ser malo es una consecuencia de practicar el pecado, y esta maldad trae dolor, sufrimiento y destrucción, y por ende, el pecado es todo lo malo que se realiza lo cual trae sufrimiento y dolor a la vida de los seres humanos. Uno puede ver como en la Biblia se uso esta palabra para denotar tal cosa: “Entonces todos los malos (rah) y perversos de entre los que habían ido con David, respondieron y dijeron: Porque no fueron con nosotros, no les daremos del botín que hemos quitado, sino a cada uno su mujer y sus hijos; que los tomen y se vayan”, (1 Samuel 30:22). Podemos ver el pecado en estos hombres malos y perversos que se describen con la palabra hebrea rah,  los cuales por su egoísmo y soberbia no querían compartir el botín que Daniel y los otros hombres que le acompañaban habían conquistado al vencer a sus enemigos. Esta actitud pecaminosa era dañina ya que dejaba sin sus bienes a aquellos que por el cansancio no había podido acompañar al resto, y eso es el pecado, algo dañino y destructivo. Otro pasaje donde aparece la palabra hebrea rah es este: “Y Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos  (rah) han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación”, (Genesis 47:9). En este caso Jacob le dice a faraón que los días de sus años han sido pocos y malos (rah), y esta palabra “malo” hace referencia a todas sus amargas experiencias que le han provocado dolor. Si uno considera la vida de Jacob se dará cuenta que el pecado de engañar a su padre le costo caro ya que durante toda su vida sufrió siendo engañado, primero por su suegro Labán, y posteriormente por sus hijos al decirle que su hijo Jose había sido devorado por una fiera salvaje. Como vemos el concepto de rah está asociado con el daño o perjuicio que el pecado provoca y por consecuencia el pecado trae dolor y sufrimiento a la vida del ser humano.

            Pashá


              Otra de las palabras hebreas utilizadas en el contexto de pecado es pashá (פָּשַׁע), la cual generalmente se traduce como rebelarse, y en otras veces se traduce como transgresión. Esta palabra tiene una connotación de revelarse o infringir la ley, y en este sentido el pecado es revelarse en contra de Dios al transgredir sus mandamientos. Por ejemplo, esta palabra es utilizada en el contexto de revelarse en contra de alguien: “Pero muerto Acab, el rey de Moab se rebeló (pashá) contra el rey de Israel”, (2 Reyes 3:5). En Isaías también es utilizada para referirse a la rebelión de Israel hacia Dios: “Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crie hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron (pashá) contra mí”, (Isaías 1:3). Por tanto, el pecado es revelarse en contra de Dios.

Áwen


              Otra palabra hebrea utilizada en el Antiguo Testamento es Awen, la cual generalmente se traduce como iniquidad, vanidad o dolor. Etimológicamente áwen (אָוֶן) significa la ausencia de todo lo que tiene valor, y en este sentido el pecado es todo aquello que tiene ausencia de valor en la vida, es iniquidad, es decir, la falta de equidad o justicia en la vida. En Miqueas encontramos esta palabra: “¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad (áwen) y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder!”, (Miqueas 2:1). Aquí vemos como la Biblia condena a aquellos hombres que maquinan iniquidades en su cama, es decir, planean hacer injusticias a los demás, y esto es pecado. Por tanto, el pecado es iniquidad, es decir, falta de equidad, totalmente carente de valor y justicia.

              Shagá


              La palabra hebrea shagá (שָׁגָה) es utilizada en el contexto de señalar el error que hay en el pecado, y en este sentido el pecado lleva a las personas a cometer serios y terribles errores en su vida. En Números aparece esta palabra en el siguiente contexto bíblico: “Y cuando errareis (shagá), y no hiciereis todos estos mandamientos que Jehová ha dicho a Moisés”, (Números 15:22). Por tanto, vemos como el cometer pecado nos hace cometer el error de desobedecer a Dios.

              Ashám


              Otra palabra hebrea utilizada para designar al pecado es ashám (אָשָׁם), la cual está relacionada con la culpa que el practicar el pecado trae a los seres humanos. En este sentido, pecado son todas aquellas acciones malas que el hombre practica y que trae culpabilidad a su alma. Encontramos ashém en este pasaje: “Y Abimelec dijo: ¿Por qué nos has hecho esto? Por poco hubiera dormido alguno del pueblo con tu mujer, y hubieras traído sobre nosotros el pecado (ashém), (Génesis 26:10). En este sentido el pecado que Abimelec iba a cometer iba a traer gran culpabilidad sobre todos ellos. en Levítico aparece esta palabra haciendo referencia a la culpabilidad que Israel pudiese tener por haber violado los mandamientos de Dios: “Si toda la congregación de Israel hubiere errado (shagá), y el yerro estuviere oculto a los ojos del pueblo, y hubieren hecho algo contra alguno de los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y fueren culpables (ashém); luego que llegue a ser conocido el pecado (kjatá) que cometieren, la congregación ofrecerá un becerro por expiación, y lo traerán delante del tabernáculo de reunión”, (Levíticos 4:13-14). Vemos aquí como el cometer pecado no solo los desvía de la voluntad de Dios sino los hace culpables delante de Él y por tanto, su pecado debe ser expiado.

              Rashá


            Otra de las palabras hebreas que aparecen en el Antiguo Testamento para hacer referencia al pecado es rashá (רָשָׁע), la cual se traduce como impía y etimológicamente significa hacer todo lo malo y opuesta a la voluntad de Dios, y en este sentido, pecado seria hacer todo lo opuesto a la voluntad de Dios. En Proverbios se nos dice: “Abominación es a Jehová el camino del impío (rashá); más él ama al que sigue justicia”, (Proverbios 15:9). Aquí el impío es alguien que ha torcido su camino para seguir una vida completamente alejada de Dios y esto es abominación a los ojos del Señor.

              Taá


Finalmente, tenemos a taá, la cual es una palabra hebrea cuyo significado etimológico nos sugiere a una persona que se ha apartado o descarriado del camino correcto. Por tanto, el pecado es estar descarriado de los caminos de Dios. En el libro de los Salmos tenemos un ejemplo donde aparece esta palabra: “Se apartaron los impíos (rashá) desde la matriz; se descarriaron (taá) hablando mentira desde que nacieron”, (Salmo 58:3). Vemos como aquí la Biblia hace referencia a que los impíos están totalmente descarriados de la voluntad de Dios.

PALABRAS DEL NUEVO TESTAMENTO TRADUCIDAS COMO PECADO


                   El Nuevo Testamento está constituido por 27 libros los cuales fueron escritos en griego. al igual que en el Antiguo Testamento aquí se usan más de una palabra para referirse al pecado o sus variantes las cuales al ser consideradas desde su significado etimológico nos ayudan a comprender mejor su naturaleza. Estudiemos entonces estas palabras.

              Jamartía


La palabra griega que se usa con mayor frecuencia y que se traduce como pecado es jamartía (ἁμαρτία), y literalmente significa errar el blanco, mismo significado que se le da a su equivalente en su palabra hebrea en el Antiguo Testamento. Myer Pearlman nos dice: “el vocablo empleado con más frecuencia para describir el pecado significa errar el blanco, transmite o comunica las siguientes ideas: (1) Errar el blanco, como un arquero errático que arroja la flecha, pero yerra. De igual manera el pecado yerra el verdadero blanco u objetivo de la existencia. (2) Errar el camino, como el viajero que se ha desviado de la senda o carretera. (3) Ha sido hallado falto cuando ha sido pesado en la balanza de Dios”. Esta palabra jamartía es la que generalmente se traduce como pecado en el Nuevo Testamento: “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado (jamartía), (Romanos 3:9). Como su significado en el Antiguo Testamento, jamartía nos enseña que el pecado es errar el blanco perfecto, es desviarse del camino correcto e ir rumbo a la destrucción y fracaso.

Sarx


            Otra palabra usada en el griego original es sarx (σάρξ), la cual se traduce en la Versión Reina Valera como los deseos de la carne. Realmente la palabra carne aquí no se refiere al cuerpo humano, ya que para ello se utiliza la palabra es sóma (σῶμα), pero aquí los deseos de la carne nos hablan de los deseos de una naturaleza pecaminosa. El pecado se manifiesta en la naturaleza mala del ser humano el cual lo impulsa a hacer lo malo. La Biblia nos ordena no obedecer a los deseos de nuestra carne: “sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne (sarx), (Romanos 13.14). y todo aquel que busca satisfacer los deseos de la carne termina pecando: “Y manifiestas son las obras de la carne (sarx), que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”, (Gálatas 5:19-21).

            Asébeia


              Otra palabra que aparece en el Nuevo Testamento y que está relacionada con el pecado es asébeia (ἀσέβεια), y literalmente significa impiedad. La impiedad es en sí pecado, y se usa para referirse a toda aquella actitud que está en contra de la voluntad de Dios. En la Biblia Dios está en contra de toda impiedad: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad (asébeia) e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”, (Romanos 1:18).


              Anomía


            Otra palabra que aparece en el Nuevo Testamento es anomía (ἀνομία) la cual se traduce como iniquidad. Literalmente anomía significa sin ley, y en este sentido el pecado es actuar  sin considerar la ley de Dios. Esta palabra se utiliza para referirse al misterio de maldad que el anticristo ejercerá sobre esta tierra: “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad (anomía); sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio”, (2 Tesalonicenses 2:7).


            Parábasis



            Otra palabra usada en el griego original es parábasis (παράβασις), la cual se traduce como transgresión. En Romanos se utiliza bastante esta palabra para referirse a la infracción que Adán cometió al violar el único mandamiento que Dios le había establecido: “No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron (jamartía) a la manera de la transgresión (parábasis) de Adán, el cual es figura del que había de venir”, (Romanos 5:14). En este sentido el pecado es transgredir la ley de Dios.

  LA DEFINICIÓN DE PECADO


                Considerando todas estas palabras, tanto hebreas como griegas, podemos decir que el pecado es la transgresión a sus mandamientos la cual nos desvía del camino que nos conduce a la vida eterna, nos convierte en adversarios de Dios y trae castigo a nuestra vida. De forma más sencilla y basándonos en la etimología de la palabra, pecado es errar el blanco, y en su forma más sencilla, pecado es infracción de los mandamientos de Dios: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”, (1 Juan 3:4). Sabemos también que hay una serie de palabras asociadas con el pecado, como lo son: impiedad, iniquidad, maldad, transgresión, deseos de la carne, rebelión o vanidad. El pecado nos aleja de la voluntad de Dios y trae condenación eterna por lo que es menester en la vida del ser humano busca su redención a los pies de Jesucristo: “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”, (Romanos 6:23).


Hijos legítimos de Dios (Romanos 8:16-17)



“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”.

Romanos 8:16-17 

INTRODUCCIÓN

           
Muchas personas a lo mejor se sienten orgullosas de ser hijos de algún alto funcionario de gobierno, o de un príncipe, o un gran hombre de negocios o líder importante, pero ninguno de estos se compara a llegar ser hechos hijos de Dios. Nosotros los cristianos decimos que somos hijos de Dios, no por una simple jactancia o porque alguna religión así lo dice, sino porque el Espíritu Santo que mora en nosotros así lo testifica: El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Considerando esta preciosa verdad la pregunta seria, ¿qué necesito para ser hecho hijo de Dios? ¿Acaso todas las personas son hijas de Dios? Veamos a la luz de la Biblia como podemos llegar a ser hechos hijos de Dios.

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Hijos legítimos de Dios

 

                        I.         PARA SER HIJO DE DIOS ES NECESARIO NACER DE NUEVO.


“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.
Juan 1:12-13

Para poder llegar a ser hijos de Dios es necesario nacer de nuevo. Así como el simple hecho de nacer de nuestros padres nos convierte en sus hijos en este mundo, en el mundo espiritual el nuevo nacimiento nos convierte en hijos de Dios, así lo declara Juan: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”,  Para llegar a ser hechos hijos de Dios es necesario ser engendrados por obra de Dios, pero ¿cómo hacerlo? En el evangelio según Juan se nos narra una historia donde el mismo Jesús nos explica no solo la necesidad de nacer de nuevo, sino la forma de cómo hacerlo.

“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?”.
Juan 3:1-4

En el evangelio según Juan se nos narra una historia donde un hombre llamado Nicodemo, un principal entre los fariseos, se presentó de noche a Jesús para decirle: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Sin embargo, Jesús le hace ver la necesidad que tenia de nacer de nuevo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. A pesar de que Nicodemo era un hombre religioso no era salvo, y por ello Jesús le hacía ver la necesidad que tenia de nacer de nuevo para poder entrar así al reino de los cielos y ser hecho hijo de Dios. Esto nos enseña que para poder heredar la vida eterna es necesario nacer de nuevo, pero Nicodemo no comprendía estas palabras, por ello le dice a Jesús: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

                      II.         ¿CÓMO PODEMOS NACER DE NUEVO?


“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”.
Juan 3:5-8

Comprender el nuevo nacimiento resulta un tanto complicado ya que lo cierto es que es una realidad que se opera a través del poder sobrenatural de Dios y por ello constituye un verdadero milagro en la vida de aquel que lo experimenta. Jesús nos dice: Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. Mientras el hombre no nazca de nuevo no puede percibir las cosas del Espíritu porque es carnal, y esto opera de una forma que no se ve, pero sus efectos se sienten, tal y como ocurre con el viento: El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. En estos versículos nuestro Señor nos dice la forma de como una persona puede llagar a nacer de nuevo.

1.     Podemos nacer de nuevo a través de creer en la palabra de Dios.


“… que el que no naciere de agua…”

            Jesús nos dice que debemos nacer del agua, pero a que se refiere. No puede referirse al bautismo en aguas, porque es claro que el bautismo no quita ningún pecado. Si uno considera lo que Dios había dicho a través de uno de sus profetas veremos la promesa donde afirmaba que muchos serian saciados por las aguas de las fuentes de su salvación: “He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí. Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación”, (Isaías 12:2-3). El agua es un símbolo de aquello que sacie la sed de nuestra alma, y esto que la sacia es la palabra de Dios. La palabra de Dios no solo sacia nuestra sed espiritual, sino calma nuestra hambre de justicia y a través de creer en ella podemos llegar a nacer de nuevo: “El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas”, (Santiago 1:12). La palabra de Dios nos presenta a Jesucristo como Señor y Salvador, y todo aquel que cree en Él tiene el perdón de pecados y nace a una nueva vida: “Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”, (Gálatas 3:26).

2.     Podemos nacer de nuevo gracias al poder sobrenatural del Espíritu Santo.


“… que el que no naciere… del Espíritu…”

También Jesús nos dice que para nacer de nuevo es necesario la intervención del Espíritu Santo. El hombre en su estado natural es incapaz de hacer algo bueno y acercarse a Dios, espiritualmente esta muerto, por lo que todas sus acciones son en contra de la voluntad de Dios, y de allí que sea necesario que el poder de Dios actúa a través del Espíritu Santo para que cuando una persona se arrepiente de sus pecados y abre su corazón a Cristo, esto actúa sobre el haciéndolo nacer a una nueva vida: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu… Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”, (Romanos 8:1, 5-8). Por tanto, para nacer de nuevo es necesario creer en el evangelio para arrepentimiento de pecados y entonces el Espíritu Santo provocara el milagro del nuevo nacimiento convirtiéndonos en hijos y herederos de la vida eterna.

                    III.         LAS CONSECUENCIAS DE SER HECHOS HIJOS DE DIOS.


“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
2 Corintios 5:12

El evangelio de Dios le ofrece al hombre una nueva vida, volver a comenzar de nuevo, y esto es posible gracias al nuevo nacimiento el cual nos da a luz a una nueva vida como hijos de Dios: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. En este sentido como hijos de Dios tenemos la oportunidad de nacer a una vida libre del pecado y de la antigua vida que antes llevábamos, herederos de grandes promesas y del reino de los cielos.

CONCLUSIÓN.



Los cristianos somos los hijos legítimos de Dios ya que gracias a la fe en su palabra, en la obra de Cristo, y la acción sobrenatural del Espíritu Santo, hemos nacido a una nueva vida, una vida libre del yugo del pecado y herederos de la vida eterna.


miércoles, 27 de junio de 2018

Hamartiología: La Doctrina del Pecado


“Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”.
1 Juan 3:4



INTRODUCCIÓN


              La palabra pecado es un término muy conocido en nuestra sociedad, pero ha sido interpretado de muchas maneras, por ejemplo, la sociedad lo llama indiscreción, los educadores lo llaman ignorancia, los evolucionistas lo llaman trato de bestias, el hombre carnal lo excusa como debilidad y los nuevos teólogos lo declaran egoísmo. Sin embargo, ¿qué es el pecado? La Hamartiología es una palabra compuesta de dos términos griegos, hamartía, que es pecado, y logía, que es tratado o estudio, y en este sentido la Hamartiología es la rama de la teología que estudia la doctrina del pecado desde el punto de vista bíblico. La palabra pecado aparece muchas veces en la Biblia, así como otros términos asociados a ella tal y como: transgresión, maldad, obras de la carne, desobediencia, rebeldía, impiedad, iniquidad, anatema, entre otras, y de acuerdo a 1 Juan 3:4 es la transgresión de los mandamientos de Dios. Charles Ryrie nos dice: “El concepto bíblico del pecado viene de un estudio de las palabras usadas en ambos Testamentos para definir el pecado. Los términos son numerosos, en comparación con las palabras para denotar la gracia en la Biblia. Solamente se necesitan tres palabras para expresar la gracia (chen y chesed en el Antiguo Testamento, y karis en el Nuevo Testamento). Por el contrario, hay por lo menos ocho palabras básicas para designar el pecado en el Antiguo Testamento y una docena en el Nuevo Testamento. Juntas proveen los conceptos básicos que la doctrina abarca”. En esta ocasión dedicaremos este estudio a la doctrina del pecado, considerando la información que la Biblia nos da, su origen, influencia en la vida del hombre y sus terribles consecuencias.


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La doctrina del pecado


IDEAS ERRÓNEAS ACERCA DEL PECADO 


                      En cuanto al pecado se han desarrollado muchas ideas erróneas en cuanto a su verdadero significado y naturaleza. Según las Gnósticos, Marcionitas y Maniqueos el pecado es una especie de materia eterna, es decir que siempre ha existido, lo ven como una lucha de dos fuerzas, entre el bien y el mal, consideran que todo lo que se hace con el cuerpo sea malo o bueno no contamina el alma. Pensar que el pecado es una materia eterna es creer que esta siempre ha existido y no tiene un principio ni un fin y esto definitivamente es un error, porque solo Dios es eterno y auto-existente. Al respecto Charles Hodge nos dice: “Esta teoría, evidentemente, es inconsistente con el Teísmo, al hacer que algo fuera de Dios sea eterno e independiente de su voluntad”. Otra idea errada en cuanto a la idea de pecado es la desarrollada por los evolucionistas que apoya la teoría de Charles Darwin en su obra titulada: El Origen de las Especies, mejor conocido como la teoría de la evolución. De acuerdo con Charles Darwin hay unas especies mas evolucionadas que otras, y estas menos evolucionadas están destinadas a su extinción. En este sentido el racismo llego alimentar su odio y desprecio hacia las razas negras que creyeron que la raza caucásica era perfecta, la más evolucionada, y, por tanto, las razas negras eran imperfectas, menos privilegiados que tenían que someterse como animales, y vieron el concepto de pecado como algo inherentes a estas razas, como una herencia animal propia del hombre primitivo. Hoy en día sabemos que el pecado esta presente en todo ser humano, independientemente de su raza. Otro concepto errado es el desarrollado por Sigmund Freud, el famoso padre del psico-análisis, el cual afirmo que el concepto del pecado no existía en sí, ya que el mal no se encuentra dentro del ser humano sino en el medio ambiente que lo rodea.  No obstante, esta teoría esta errada ya que la Biblia afirma que el problema de la maldad esta dentro del hombre, en su corazón malo, y por otro lado, en la Biblia vemos como Adán estuvo en un ambiente sin maldad, y al final escogió pecar, o también vemos el caso de las personas que nacerán durante el milenio que no conocerán pecado pero cuando Satanás sea liberado los inducirá a revelarse en contra de Dios lo que nos muestra que el mal no esta en el medio ambiente sino dentro del ser humano. Así podemos seguir citando mas teorías erradas en cuanto al pecado, y de hecho hoy en día muchos predicadores ya no les gusta hablar acerca de este tema, y en este mundo se busca encubrir su gravedad dándoles otros nombres que desvían la responsabilidad que el ser humano tiene. Nuestro objetivo en este estudio es definir a la luz de la palabra de Dios lo que realmente es el pecado, su origen, su influencia negativa sobre los seres humanos y sus terribles consecuencias.

LA REALIDAD DEL PECADO


              El pecado es real, independientemente de las teorías erradas o nombres suaves que el hombre quiera ponerle. El hombre es responsable de sus pecados y debe estar consiente que esto lo desagrada a Dios. Myler Pearlman nos dice al respecto: “No se necesita argumentar la cuestión relativa a la realidad del pecado. Tanto la historia como la propia conciencia del hombre atestiguan con abundancia la citada verdad”.  Ahora bien, la realidad del pecado se manifiesta en la vida del ser humano y es demostrada a través de al menos tres fuentes que lo evidencian, veamos cada una de ellas.


             1.     La Biblia testifica la existencia del pecado.


“Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”.
Romanos 3:20

La primera fuente que nos ratifica la existencia del pecado es la mima Biblia, ya que en ella nos enseña que a través de su estudio llegamos a conocer todo aquello que a Dios le desagrada: porque por medio de la ley es el conocimiento del pecadoPor medio de Génesis capítulo 3 entendemos como por medio de la desobediencia de Adán el pecado entro a la vida del ser humano: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”, (Romanos 5:12). Luego vemos en repetidas ocasiones la palabra pecado que aparecen a lo largo de toda la Biblia afirmando el desagrado de Dios ante él. De igual forma Juan nos dice que todo pecado es infracción de los mandamientos del Señor: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”, (1 Juan 3:4). Por tanto, el pecado es real, y no solo eso sino las mismas Escrituras nos dicen que todo hombre es pecador: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

2.     La conciencia del hombre confirma la existencia del pecado.


“Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre”.
Salmo 51:3-5

La confesión de David al reconocer su pecado nos revela que el ser humano esta conciencia de su maldad. Aquello que nos acusa cada vez que hacemos algo malo se le conoce como conciencia y esta culpa que existe después de hacer algo malo es una evidencia que el pecado existe y la misma necesidad que nuestra alma experimenta de confesar nuestras malas obras son una evidencia contundente de que el pecado existe. En el Salmo 51 vemos la oración de arrepentimiento de David por sus pecados, el mismo apóstol Pablo reconocía haber sido un pecador al cual Cristo había salvado: “Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; de los cuales yo soy el primero”, (1 Timoteo 1:15); el justo Job acusado por su conciencia reconoció su pecado: “He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca”, (Job 40:4); y aun los mismos hombres inicuos acusados por su consciencia han llegado a confesar su pecado, por ejemplo, lo hizo Faraón: “He pecado esta vez” (Éxodo 9:27), lo hizo Acán: “he pecado contra Jehová” (Josué 7:20), también Balaám lo admitió, “Yo he pecado” (Números 22:34),  y aun el mismo Judas reconoció su pecado al vender a su Maestro: “yo he pecado” (Mateo 27:4). Todo esto nos enseña que hay una conciencia que acusa al hombre de su pecado y por tanto nos dice que este es una realidad.

3.     La naturaleza evidencia las consecuencias del pecado.


“Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora”.
Romanos 8:22


La tercera fuente que da testimonio de que el pecado existe es la misma naturaleza la cual como Pablo dice gime a una por su redención. Esto es así ya que por causa del pecado la naturaleza a sufrido los estragos y deterioro ambiental por parte de un hombre malvado que no es responsable de cuidar su medio ambiente y solo piensa en su beneficio. Aunque existen organizaciones que cuidan el medio ambiente, estas no son suficientes para parar los estragos ambientales que hombres sin escrúpulos producen al contaminar las fuentes de agua, el aire, desforestar, ensuciar con químicos y toda clase de contaminante. Cuando Dios creo la tierra, la Biblia nos dice que era perfecta, libre de toda contaminación y un verdadero paraíso para habitar siendo el hombre el encargado de cuidarla: “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal… Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.”, (Génesis 2:8-9, 15). Sin embargo, ya todos sabemos como termino esta historia y después de la caída del hombre, su pecado afecto no solo a la humanidad, sino aquel mundo hermoso y perfecto que Dios había creado se ha ido destruyendo poco a poco a tal punto que hoy vivimos en un mundo lleno de plagas y enfermedades, azotado por toda clase de catástrofes naturales y el medio ambiente va en detrimento. Si queremos encontrar la causa raíz de este problema llegaríamos a la conclusión que es consecuencia del pecado del hombre y por ello decimos que la naturaleza es la tercera fuente que testifica que el pecado realmente existe.




La puerta para entrar a la vida eterna (Juan 10:7-10)



“Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.
Juan 10:7-10

INTRODUCCIÓN


             El apóstol Juan continúa relatándonos esta maravillosa alegoría que el Señor Jesucristo contó, y en esta ocasión continua comparando a su iglesia con las ovejas de un pastor. Ya vimos en la ocasión anterior como Jesús se compara con aquel pastor que cuida de su rebaño, y donde el rebaño de ovejas es su iglesia amada. Solamente aquellos que sean sus ovejas saben reconocer su voz y un día vendrá y hará diferencia entre estas y los cabritos donde estos últimos quedaran excluidos de la vida eterna. Por ello es clave que todos nosotros nos aseguremos de ser parte de su redil y en estos versículos vemos la forma de cómo serlo, ya que Jesús es esa puerta que nos permite ser salvos de la ira venidera.

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Jesús es la puerta

JESÚS ES LA PUERTA PARA ENTRAR A LA VIDA ETERNA


“Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”.
Juan 10:7-9

              Aquí encontramos el tercer “Yo soy” que Juan presenta en este evangelio, los cuales son exclusivos en el evangelio según Juan. Ya vimos que la declaración del “Yo soy” hace una aseveración acerca de su divinidad y hasta el momento hemos visto cuando Él se proclama como: “Yo soy el pan de vida”, (Juan 6:35), “Yo soy la luz del mundo”, (Juan 8:12), y ahora vemos el “Yo soy la puerta de las ovejas”, (Juan 10:7), más adelante veremos el “Yo soy el buen pastor”, (Juan 10:11), “Yo soy la resurrección y la vida”,  (Juan 11:25), “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, (Juan 14:6) y “Yo soy la vid verdadera”, (Juan 15:1). En este Yo soy Jesús afirma ser la única puerta por donde el hombre puede entrar para ser salvo: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. Para comprender mejor sus palabras hay que conocer un poco como eran los rediles de las ovejas en Judea. Prácticamente había dos tipos. El primero era aquel que era construido para este fin, estaba cercado por todos lados y el único acceso y salida era una enorme puerta la cual se habría o cerraba por un portero y esta se aseguraba con una llave que solo el portero tenía. El segundo era un redil improvisado que prácticamente era construido aprovechando partes naturales como pequeñas cimas, gruesos arbustos y grandes rocas, allí se rodeaba de todos estos materiales naturales y se dejaba una pequeña abertura por donde el rebaño entraba o salía, y como no había una puerta, el pastor se acostaba o sentaba sobre la única entrada fungiendo como una puerta, de tal forma que para entrar o salir, tenía que ser a través de él, y así el pastor se convertía en una verdadera puerta. De esta forma, Jesús es la única puerta para ser salvo y solo aquellos que son sus ovejas logran entrar por ella y heredar la vida eterna. En este mundo se ofrecen muchas formas de llagar al cielo, pero lo cierto es que solamente a través de la fe en Jesús podemos tener acceso a la salvación: “Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”, (Efesios 2:18). Es gracias a Jesucristo que podemos tener acceso a su presencia y promesas benditas, gracias a la fe en su sacrificio y resurrección podemos llegar a ser ovejas de su redil, y una vez en este debemos mantenernos en su esperanza, sin desviarnos del camino correcto, tal y como el autor de la carta a los Hebreos dice: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”, (Hebreos 10:19-25). Esta es la única forma de ser parte de su redil, creer en Jesús, hacerlo el Señor y Salvador de nuestras vidas, ya que cuando lo hagamos entraremos por medio de Él y hallaremos pastos para nuestra cansada y hambrienta alma: y entrará, y saldrá, y hallará pastos.

UNA VIDA DE ABUNDANCIA


“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.
Juan 10:10

                 Aquí encontramos el contraste entre la vida que el mundo nos ofrece y la que Cristo ofrece. Jesús dice: El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir. Algunos han llegado a creer que el ladrón es un símbolo de Satanás ya que describe perfectamente sus malévolos fines: Hurtar, matar y destruir. Lo cierto es que en el mundo jamás encontraremos la seguridad de nuestra alma, al contrario, solo hay robos, muerte y destrucción, e incluso la condenación eterna; pero Jesús nos ofrece algo totalmente diferente: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. La palabra griega que se usa en este texto para referirse a “abundancia”, es perissós (περισσός), la cual literalmente sugiere una superabundante provisión. Es obvio que Jesús no está hablando aquí de hacer millonario a alguien, pero si nos sugiere la idea de una mejor vida, una vida llena de satisfacción, gozo y paz, donde encontramos el descanso y alimento que tanto necesitamos, como las cansadas ovejas que encuentran reposo y alimento gracias a su pastor que las guía a pastos abundantes y aguas de reposo: “En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará”, (Salmo 23:2). De esta forma Jesús se convierte en nuestro pastor y ofrece cuidar de nuestra vida, conduciéndonos con amor por veredas seguras, lejos del peligro de este mundo hasta llegar a la vida eterna donde nos pastoreara por toda la eternidad: “porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”, (Apocalipsis 7:17). Por tanto, Jesús es la única puerta por donde nosotros podemos pasar a la vida eterna.




La iglesia es el rebaño del Señor (Juan 10:1-6)


“De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Más el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Más al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.  Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía”.
Juan 10:1-6

INTRODUCCIÓN


              Hemos llegado al capítulo 10 del evangelio según Juan y aquí encontramos el último discurso de siete que se presentan aquí. Aquí encontramos la alegoría del Buen Pastor la cual es exclusiva de este evangelio ya que no aparece en los evangelios sinópticos. Esta alegoría es muy rica en enseñanzas espirituales que incluso hoy en día podemos aplicar a nuestras vidas y se relaciona con uno de los oficios más antiguos y muy conocidos por los judíos, el de pastor especialmente porque la misma geografía de Judea demandaba la existencia de pastores. La parte principal de Judea está ubicada en la meseta central la cual se extiende unos 50 kilómetros de Betel a Hebrón, con una anchura variable entre los 20 y los 25 kilómetros. El terreno es, en su mayoría, áspero y pedregoso. Judea era un país mucho más pastoril que agricultor lo que hacía al pastor la figura más representativa de su forma de vida. Si uno revisa la Biblia se dará cuenta que Abel tenía un rebaño de ganado menor (Génesis 4:2), de igual forma los patriarcas como Abraham, Isaac, Jacob y sus hijos fueron pastores (Génesis 13:1-6). Jabal, Abraham y los recabitas fueron nómadas; moraban en tiendas y llevaban a sus rebaños y ganados de lugar a lugar para hallar pastos (Génesis 4:20; Jeremías 35:6-10). Otros ricos propietarios de ganaderías y rebaños residían en ciudades, en tanto que sus siervos iban de pasto a pasto con los animales (1Samuel 25:2; Génesis 37:12-17), también David antes de ser rey de Israel fue pastor (1 Samuel 16:11), y en tiempos de Jesús el oficio era muy común a tal punto que fue a unos pastores que cuidaban sus rebaños que se les anuncio que el Mesías había nacido (Lucas 2:8-20). Pareciera que los eventos de este capítulo se realizaron allá por el mes de diciembre, ya que estos se desarrollaron para la fiesta de la dedicación: “Celebrase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno”, (Juan 10:22). Veamos en detalle las enseñanzas que esta alegoría nos ofrece.

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La iglesia es el rebaño del Señor


LA COMPARACIÓN DEL REDIL Y SU IGLESIA


“De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Más el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es”.
Juan 10:1-2

                La comparación que la alegoría hace del buen pastor, el redil y sus ovejas con la relación que existe entre Cristo y su iglesia es muy hermosa. En este glorioso discurso nuestro Señor hace una doble aseveración: De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Más el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. Al leer esta alegoría uno puede comprender que Jesús es el buen pastor y que su iglesia se compara con el rebaño de ovejas. Quizás en toda la historia de la humanidad nadie ha comparado a un grupo de personas u organización con las ovejas. Lo cierto es que nadie quiere compararse con estos animales. Uno ve como los equipos de futbol americano, soccer, baloncesto, volibol o cualquier otro escogen a ciertos animales de la naturaleza como emblema, algunos escogen al águila, al oso, al lobo, al tigre, a la pantera negra, aun al rinoceronte; pero a nadie se le ocurriría escoger a una oveja. Pero ¿por qué? Bueno bastar estudiar su zoología para comprenderlo. Las ovejas son por naturaleza uno de los animales más indefensos en el reino animal, éstas carecen de algún sentido de defensa o habilidades extraordinarias para huir de sus enemigos, no tienen una apariencia intimidante, no tienen colmillos o garras para defenderse y se asustan por cualquier ruido por insignificante que sea y corren asustadas por todas partes, no rugen sino balan y lo único que producen es lana. Son fáciles de atrapar, lo único que se hace es agarrarla de un costado y éstas caen al suelo donde se les trasquila la lana y cuando se ponen viejas se matan y su carne se come. Sin embargo, su sentido del olfato y gusto no es tan mal, pero su fragilidad y poca habilidad para escapar del peligro la hace una presa fácil. Quizás no exista animal más desprotegido en toda la naturaleza que la oveja. Es obvio que no tienen características ofensivas como los depredadores. Un águila tiene su poderosa visión, garras y pico, con fuertes alas para remontarse a los cielos, un rinoceronte es casi ciego; pero su oído esta tan bien desarrollado que cuando percibe un ruido amenazador se enviste con todo su poder, y que decir de los depredadores como el león, el tigre, el oso y los lobos. Los siervos tienen sus grandes cuernos, las gacelas tienen su poderoso olfato y patas veloces que les ayudan a huir a gran velocidad; pero, ¿y las ovejas? Definitivamente las ovejas necesitan de los pastores para que las cuiden ya que son presas fáciles, y que curioso que el Señor compare a su iglesia con las ovejas. 

              Como las ovejas, nosotros los cristianos que somos la iglesia del Señor debemos comprender lo frágil y débiles que somos en este mundo, ya que aunque gocemos de buena salud, buenas condición física y gran energía, no olvidemos que solo basta un pequeño virus para doblegarnos en cama. Cualquier tragedia puede sorprender nuestras vidas y vernos en banca rota o en total incapacidad físicamente. Lo cierto es que este mundo es hostil, y Satanás y sus demonios rondan tratado de devorarnos: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”, (1 Pedro 5:8). Es interesante notar que Pedro comparó al diablo con un león. Al considerar la naturaleza del león podemos llegar a comprender un poco más acerca de la naturaleza y estrategias de este maligno ser. Los leones no atacan al fuerte, sino que atacan al débil, al herido, al ingenuo y al inocente. Mike Taliaferro, en el libro, The lion never sleeps, aporta el siguiente comentario que nos ayuda a comprender su naturaleza: “He visto la manera de cazar de los leones. Se mantienen dentro de un territorio y no persiguen a las manadas migratorias; por el contrario, cazan en áreas específicas. Cuando una manada se traslada a una región cercana a ellos, los leones se aproximan lentamente. Están perfectamente conscientes de la dirección del viento que viene de la manada, para que ésta no los olfatee. No obstante esas precauciones, su confianza en sí mismos es tan grande, que la mayor parte del tiempo no les importa si la manada los descubre o no. Por lo general, el león se lanza hacia la manada sin apresurarse; se acerca con simple trote, para asustar a la manada. Su propósito es ponerla en movimiento. Lo que el león quiere es ver correr a todas sus posibles víctimas. Para el ojo humano, la estampida de la manada no revelaría nada anormal; no así para el agudo ojo del león. Para éste, el platillo elegido se hace muy obvio. El león descubre fácilmente al miembro de la manada que es el más viejo, que está cansado, o lastimado. El más leve cojear o titubear, aunque imperceptible para el ojo humano, el león lo descubre con facilidad. El león asusta a la manada con el único propósito de descubrir a los elementos que son más débiles. Una vez que determina cuál será su víctima, corre hacia ella sin atender en lo más mínimo al resto de la manada hasta atrapar a su presa”. Pedro nos dice que un ser invisible está a la caza de los cristianos con la intención de devorarlos. Satanás y sus demonios constantemente están buscando a los débiles en la fe para atacarlos, buscan aquellas áreas débiles para debilitarnos y hacernos sus presas. Definitivamente si no fuera por la cobertura de Dios estaríamos a merced de estos espíritus malignos, pero ello debemos mantenernos dentro del redil, dentro de su voluntad y confiar plenamente en nuestro Señor.

SUS OVEJAS CONOCEN SU VOZ


“De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Más el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Más al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.
Juan 1:1-5

              Los rebaños solían guardarse en la noche en rediles y cada pastor llevaba su rebaño y entraban allí, solo un portero se quedaba a custodiar la puerta durante toda la noche y no le abría la puerta a nadie que no fuese el pastor. Por las noches algunos ladrones se saltaban los rediles con el propósito de robar sin ser descubiertos, y por eso dice el Señor que el ladrón nunca entra por la puerta del redil, sino que es un salteador. Satanás jamás entrara por la puerta correcta, sino encubiertamente intentara influir en nuestras vidas, pero Jesús no trabaja encubiertamente, sino se presenta en la vida de los seres humanos como el Ser divino que es, como el Salvador y le hace una invitación a todo ser humano para que lo deje entrar en su vida: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”, (Apocalipsis 3:20). Ahora bien, aquí hay un detalle importante en cuanto a cómo identifican las ovejas a su pastor: A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Sus ovejas reconocen su voz y su pastor las conoce por nombre y estas le siguen. Se cuenta que  en Palestina las ovejas han llegado a reconocer el timbre de la voz de su pastor, sus cantos o silbidos les son familiares y ante su timbre responden. Cuando un pastor llega al redil el portero le abre e inmediatamente el pastor grita: ¡Adelante!, y todas sus ovejas se levante de entre medio de muchas más y le siguen, porque reconocieron el timbre de su voz, solamente las suyas propias lo hacen, las otras permaneces echadas e indiferentes ya que reconocen que no es la voz de su pastor. Que hermosa comparación con nuestra capacidad de reconocer la voz de nuestro Señor. Solamente aquellos que hemos nacido de nuevo reconocemos la voz de nuestro Dios, ya sea hablando a nuestro corazón o a través de las circunstancias o la misma palabra de Dios, el Señor nos habla y nosotros entendemos eso y sabemos que tenemos que poner atención y obedecer lo que nos dice. En el mundo hay muchas voces, muchas religiones que enseñan tantas cosas, muchos líderes religiosos o filósofos que influyen en la conducta y vida de las personas de este mundo, pero nosotros los cristianos debemos ser capaces de reconocer su voz y esto solo puede ser posible comparándola con la palabra de Dios. La Biblia no solo es la fuente de sabiduría y edificación para el creyente, sino también la guía que tenemos para saber si algo proviene o no de Dios. Juan dice: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”, (1 Juan 4:1-3). Los espíritus, los milagros y en general toda doctrina o enseñanza debe confrontarse con la sana doctrina ya que si no están en armonía con ella no provienen de Dios. Así como las ovejas solo obedecen a la voz de su pastor y huyen de los extraños, así también nosotros debemos saber reconocer la voz de nuestro Señor, saber si una operación sobrenatural es de Dios o si alguien que habla está de acuerdo a su sana doctrina porque de lo contrario debemos huir de él: Más al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.

LAS QUE NO SON SUS OVEJAS NO RECONOCEN SU VOZ


“Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía”.
Juan 10:1-6

               Juan nos dice que esta alegoría fue narrada por Jesús pero algunas personas de las que estaban allí no entendieron: Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. Es muy posible que estos hombres que no entendieron fueran los líderes religiosos, y no entendieron porque no eran de sus ovejas. Aquí se cumple esta alegoría porque estos hombres perversos no reconocían la autoridad de Jesús y por tanto no creían en sus palabras; pero aquellos que si eran ovejas de su rebaño reconocían su autoridad y obedecían a su voz. Llegará el día que el Señor regresara y apartara a todas sus ovejas de los cabritos con el fin de que hereden el reino de los cielos: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,  y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo… Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.”, (Mateo 25:31-34, 41). Todo nosotros debemos asegurarnos de ser ovejas de su redil porque de lo contrario quedaremos fuera de la vida eterna.