domingo, 22 de mayo de 2016

El Justo Juicio de Jesús (Juan 5:30)

“No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”.
Juan 5:30

INTRODUCCIÓN


                 Jesús continua con su increíble discurso. No olvidemos que los líderes religiosos de los judíos criticaban a Jesús por el hecho de trabajar el día sábado debido a las sanidades que hacía. Nuestro Señor quiere afirmar su autoridad sobre ellos, y por eso les acaba de presentar sus credenciales mesiánicas que lo autentifican como el verdadero Hijo de Dios, ahora les mostrara que su juicio, contrario al de ellos, no está prejuiciado por ningún sentimiento de egoísmo, ignorancia o vanagloria, sino es verdadero porque se encuentra en la perfecta voluntad de Dios su Padre.

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El junto juicio de Jesús

EL JUSTO JUICIO DE JESÚS


“No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”.
Juan 5:30

               La razón por la cual el juicio de Jesús es justo es porque se encuentra en la misma voluntad del Padre. A diferencia de los líderes judíos que lo criticaban, el juicio de Jesús no se encontraba prejuiciado por su propia voluntad, aquellos hombres lo criticaban porque sanaba a los enfermos el día sábado, pero ellos mismos sabían que había cosas que se permitían ese día y por ello no decían nada. Según el prejuicio de los judíos Jesús aparentemente había quebrantado el día de reposo pero, según ellos mismos, no quebrantaban el cuarto mandamiento quienes circuncidaban en el día de reposo (Juan 7:22), ni los sacerdotes que ofrecían sacrificios en el día de reposo (Mateo 12:5) ni quienes sacaban una oveja del hoyo en el día de reposo (Mateo 12:1), ni siquiera quienes desataban un buey o un asno del pesebre para llevarlo a beber en el día de reposo (Lucas 13:15). Ahora ven a Jesús haciendo una obra mayor al liberar a una persona de todas sus ataduras de dolor, pero en lugar de glorificar a Dios por ello se disgustan con Él, y esto era porque su juicio estaba prejuiciado por su ignorancia, odio, envidia y malicia. Su juicio es verdadero y justo, porque no hace su voluntad, sino la de su Padre, no dice nada por sí mismo, sino solo lo que el Padre le dice que diga, de esta forma todas sus palabras son verdaderas en Él.

NUESTRO EJEMPLO A SEGUIR


              Aquí encontramos un verdadero ejemplo a seguir. Muchas veces nuestro juicio puede estar prejuiciado por las apariencias, como el de Samuel que se dejó llevar por el buen parecer del primogénito de Isaí cuando Dios lo había mandado a ungir a David, el próximo rey de Israel: “Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”, (1 Samuel 16:6-7). También nuestro juicio puede estar influenciado por la maligna obra de mentira de Satanás, como el rey David que fue tentado para censar al pueblo en contra de la voluntad de Dios: “Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel”, (1 Crónicas 21:1). O podría estar prejuiciado por nuestra ambición como el de Balaam que se encontró como enemigo de Dios: “Así Balaam se levantó por la mañana, y enalbardó su asna y fue con los príncipes de Moab. Y la ira de Dios se encendió porque él iba; y el ángel de Jehová se puso en el camino por adversario suyo. Iba, pues, él montado sobre su asna, y con él dos criados suyos”, (Números 22:21-22). O podría estar prejuiciado por la envidia, malicia e ignorancia como los judíos que criticaban lo que Jesús hacia y no veían las obras del Padre en ellas. La clave para asegurarnos de que nuestro juicio es correcto ante cualquier decisión o circunstancia de la vida es que como Jesús debemos mantenernos dentro de la voluntad de Dios, buscando siempre nuestra santificación: “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación…”, (1 Tesalonicenses 4:3), esto implica hacer todo aquello que contribuya a ello, como congregarnos constantemente, leer la Biblia, tener una vida de oración, servirle en un ministerio, etc. Cuando vivimos cuidando nuestra santificación podemos estar seguros que estamos en su voluntad y cuando eso pase tendremos el testimonio del Espíritu Santo quien nos confirmara si nuestras acciones y juicios son aprobados por Él: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”, (Romanos 8:14), así como la aprobación de la misma palabra de Dios que nos dirá si estamos en lo correcto: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”, (Salmo 119:105). Por tanto, esforcemos como lo hizo Jesús en encontrarnos en la voluntad de Dios, porque así no solo nuestros juicios sino nuestras acciones recibirán su aprobación.



sábado, 21 de mayo de 2016

Las Credenciales Divinas de Jesús (Juan 5:19-29)

“Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”.
Juan 5:19-29

INTRODUCCIÓN



              Llegamos a una sección que contiene uno de los discursos más increíbles, profundos y teológicos de este evangelio. Anteriormente hemos visto la intervención de Jesús en sus discusiones con Nicodemo y la mujer samaritana, pero hoy después de haber despertado el enojo de los líderes judíos por haber sanado a un paralitico el día sábado y recalcar su autoridad sobre el mismo; presentara sus credencias mesiánicas que lo identifican como el verdadero Hijo de Dios. Sus palabras: De cierto, de cierto os digo  nos anuncian que lo que está a punto de declarar debe creerse ya que hace una doble afirmación acerca de su veracidad e importancia. Por un lado este discurso es sorprendente porque ofrece una descripción de su relación con el Padre, divinidad y misión de una manera sistemática y teológica. Por otro lado el discurso ofrece una unidad sorprendente con las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento, sus creencias religiosas, tradiciones y literatura apocalíptica post-exilio. En este sentido este discurso de Jesús acerca de sí mismo es una sorprendente joya literaria, y en el tiempo que lo declaró solo podía despertar dos reacciones, o la completa adoración hacia su persona, o el repudio total.

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Las Credenciales Divinas de Jesús


PRIMERA CREDENCIAL: SU RELACIÓN INTIMA CON EL PADRE COMO HIJO



“Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis”.
Juan 5:19-20

                 La primera credencial que Jesús presenta de sí mismo es su estrecha relación como Hijo con Dios el Padre. Si hay algo que lo vuelve divino es ser Hijo de Dios. Por un lado esto nos habla que su naturaleza es semejante a la del Padre, y por el otro nos enseña la estrecha relación que existe entre ellos. Su relación es tan estrecha que todo lo que el Hijo hace no lo hace por sí mismo, sino por medio de Padre y esto que hace esta en comunión con el Padre: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. La relación del Padre con el Hijo está basada en el verdadero amor y le ha dado al Hijo toda la autoridad para realizar toda clase de obra como un testimonio de su divinidad: Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. Esta declaración debió causar un gran impacto entre sus oyentes, especialmente entre sus enemigos ya que prácticamente se estaba haciendo igual a Dios. Definitivamente no hay otro que pueda acreditarse como el Mesías, ya que Jesús es el Hijo de Dios, Dios mismo y como tal es el soberano de todo el mundo.

SEGUNDA CREDENCIAL: TIENE PODER PARA DAR VIDA Y DAR MUERTE


“Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida”.
Juan 5:21

                 Debido a la literatura sagrada del Antiguo Testamento los judíos sabían que solo Dios tiene el poder para dar la vida y la muerte: “Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo; yo hago morir, y yo hago vivir; yo hiero, y yo sano; y no hay quien pueda librar de mi mano”, (Deuteronomio 32.39). El poder de dar vida y de quitarla es exclusivo únicamente de Dios y al atribuírsela Jesús se hace igual a Dios. Por tanto, no puede haber duda en la divinidad de Jesús ya que en Él está la misma autoridad. Durante su ministerio Jesús tuvo la autoridad para resucitar a los muertos, de hecho a excepción de Elías y Eliseo no se registra a nadie más que haya podido resucitar a un muerto como Jesús lo hizo: “Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio”, (Lucas 7:22).

TERCERA CREDENCIAL: MERECE TODA LA HONRA


“El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió”.
Juan 5:23

                  La tercera credencial que certifica que Jesús es el Mesías es que merece toda la honra, misma honra que se le ofrece a Dios Padre a tal punto que aquel que niegue hacerlo, también deshonra al Padre. La palabra honra se traduce del verbo griego timáo (τιμάω) que expresa una reverencia hacia un ser, de tal forma que la honra de la cual Jesús habla no se trata de la honra que se le da a los padres o a una persona, sino que se trata de una expresión de verdadera adoración. Los judíos sabían que solo Dios merecía adoración: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”, (Éxodo 20:4-5). El hecho de honrar a Jesús a tal punto de adorarlo lo eleva a la misma posición de Dios, y esto lo convierte en el verdadero Mesías.

CUARTA CREDENCIAL: SOLAMENTE ÉL DA LA VIDA ETERNA


“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
Juan 5:24

                   La cuarta credencial que certifica a Jesús como el Mesías divino es que solamente Él tiene la potestad de dar la vida eterna. Por segunda vez Jesús utiliza las palabras De cierto, de cierto os digo para hacer hincapié en la importancia y veracidad de lo que va a decir. Lo más maravilloso de todo lo que nuestro Señor ofrece es la vida eterna y nos dice la forma de cómo alcanzarla: Oír su palabra y creer: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. A diferencia de otras religiones donde se les pide a sus feligreses algún tipo de sacrificio, Jesús solo pide creer en su palabra y nos asegura que al que tal haga no vendrá a condenación eterna ya que ha pasado de muerte a vida. Así de sencillo es el evangelio, todo consiste en creer, creer en Jesús el único a través del cual podemos alcanzar la vida eterna: “Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”, (Romanos 10:8-9). La fe consiste en creer, pero creer en qué, en que Jesús es el único Señor, el Cristo, el Mesías esperado, el dueño de nuestra vida, y creer en que Dios levando a Jesús al tercer dia de entre los muertos, es decir, creer que Jesús venció el imperio de la muerte y hoy tiene el poder para darnos la vida eterna, sin tan solo creemos en sus promesas.

QUINTA CREDENCIAL: SE LE HA OTORGADO EL TÍTULO DE JUEZ


“Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre”.
Juan 5:22-23

                 A través de la literatura apocalíptica del libro de Enoc y otras fuentes apócrifas los judíos creían que una de las funciones principales del Mesías consistiría en juzgar al mundo por todos sus pecados y en esta ocasión nuestro Señor Jesucristo ratifica esta creencia afirmándoles que todo el juicio se le había otorgado a Él: Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo. La Biblia nos dice que Dios ha reservado un día para juzgar a todos los pecadores de este mundo y Jesús será ese juez. Aquel día la función de Jesús como Abogado terminara (1 Juan 2:1), y se convertirá en el Juez de todo el universo y aquellos que le despreciaron temblaran delante de Él: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”, (Apocalipsis 20:11-15). Si hay un solo juez del universo ese es Dios, y a Jesús como Hijo de Dios se le dado esta potestad lo cual lo acreditaba como un verdadero Mesías divino.

SEXTA CREDENCIAL: TIENE EL PODER DE LA RESURRECCIÓN


“De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”.
Juan 5:25-29

                   Por tercera vez encontramos la doble aseveración de Jesús que nos introduce a una nueva revelación: De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Ya vimos que Jesús tiene la autoridad para dar vida y dar muerte, para dar vida eterna y para juzgar en la eternidad, ahora nos dice que también tiene el poder para resucitar no solo a uno, sino a todos los muertos. Como Juez debe traer a vida a todos los muertos, esto es algo que el mismo Padre se lo ha concedido: Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.  Aquí aparece uno de sus tantos títulos que aluden a su carácter mesiánico, Hijo del Hombre. En el libro de Daniel se observa una imagen donde Dios se sienta en el trono para juzgar y millones de personas acuden a Él: “Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos”, (Daniel 7:9-10). Los miles de miles que le sirven pueden ser su pueblo redimido, los millares de millares pueden ser los que serán juzgados y el trono y los libros que fueron abiertos nos recuerda al pasaje de Apocalipsis 20:11-15 donde se describe el juicio del Gran Trono Blanco donde Jesús juzgara a todos los muertos por las obras que están escritas en los libros que fueron abiertos. Versículos anteriores a Daniel 7:9 Daniel describe los reinos de esta tierra y las presenta como horrendas bestias, pero a continuación al profeta se le muestra una nueva donde aparece uno semejante a hijo de hombre, haciendo contraste entre el carácter bestial de los reinos humanos y el nuevo reino que está a punto de establecerse: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”, (Daniel 7:13-14). A partir de aquí algunos judíos llegaron a relacionar el título del Hijo del Hombre para referirse al Mesías y Jesús utiliza este título para sí mismo.


                Nuestro Señor nos enseña en estos versículos que un día todos los muertos oirán su voz y vendrán a resucitar ya sea para vida eterna o para condenación: No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. La idea de la resurrección no era ajena en la teología judía, de hecho Daniel lo menciona también: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”, (Daniel 12:2), y en los tiempo de Jesús creían que los muertos resucitaría en el día postrero: “Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero”, (Juan 11:23-24). La verdad de todo esto es que un día Jesús resucitará a todos los muertos. Los justos resucitarán el día del rapto de la iglesia y los que estemos vivos seremos glorificados juntamente con ellos: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”, (1 Tesalonicenses 4:16-17). Luego los impíos resucitarán el día del juicio final para ser juzgados por todos sus pecados: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”, (Apocalipsis 20:6). A Jesucristo se le ha dado potestad sobre la vida y la muerte y un día resucitara a todos los muertes, unos para vida eterna, y otros para condenación, quiera Dios que todos participemos de la primera.

Palabras de Adoración, Revelación e Invitación (Mateo 11:25-30)


“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.
Mateo 11:25-30

Introducción


               Llegamos al final del capítulo 11 y después de haber pronunciado un mensaje de juicio sobre las ciudades de Corazín, Betsaida y Capernaum, nuestro gran Maestro y Mesías exclama palabras de adoración, revelación e invitación. Todas estas palabras representan en este evangelio una proclamación de profunda e inmensurable compasión que trae alivio a todas aquellas almas que en su sencillez deciden acudir a Aquel que puede darles descanso. Su contenido es tan tierno y reconfortante que algunos han llegado a considerarlas entre todas las promesas que nuestro Dios le hace a su pueblo, como la más excelsa de todas.

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Palabras de Adoración, Revelación e Invitación

Palabras de Adoración


“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra…”
Mateo 11:25

                 Después de todo su discurso y sus palabras de juicio contra las ciudades incrédulas que ignoraron sus poderosas obras y mensaje, el Señor Jesús  irrumpe en palabras de adoración hacia su Padre celestial: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra. Como en la oración del Padre Nuestro, aquí también lo llama su Padre, y exalta su deidad llamándolo Señor del cielo y de la tierra. Estas cortas palabras de adoración son motivo de alegría por las grandes cosas que Dios ha hecho en la vida de sus hijos. A pesar del repudio de las ciudades hacia su persona, había motivos para alabarle y de esas gloriosas razones son de las que hablará a continuación.

Palabras de Revelación


“… porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.
Mateo 11:25-27

                  Después de su adoración, Jesús expresa una gran revelación que puede llenar de júbilo a todos aquellos que la escuchan. En primer lugar esta gran revelación ha sido escondida de los sabios de este mundo, de aquellos que en su soberbia creen tener el entendimiento de todas las cosas y ha sido revelada a los humildes y sencillos: porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. En primer lugar se nos dice que todas las cosas celestiales fueron reveladas, es decir descubiertas, del griego apocalúpto (ἀποκαλύπτω), que implica levantar un velo para mostrar algo que estaba oculto a los ojos del hombre. La verdadera sabiduría se encuentra escondida en Dios y al Él le ha placido revelarla a sus hijos a quienes llama niños, palabra que viene del griego népios (νήπιος) que denota a un niño infante que está en la etapa de crecimiento e ingenuidad, donde todo lo cree. La declaración de Cristo es contundente al decir que esta sabiduría es exclusiva del Padre y que consiste en conocerle y nadie lo conoce sino solo el Hijo el cual elige a quien revelárselo: Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Las palabra conoce que aparece en estos versículos proviene de la raíz griega epiginósko (ἐπιγινώσκω), la cual es una palabra compuesta que sugiere un alto conocimiento. El mundo decide ignorar A Jesús sin saber que está rechazando la verdadera sabiduría que conduce a la vida eterna; pero aquellos humildes y sencillos, que como un pequeñito deciden creer en Él, son los privilegiados en recibir esta gran revelación.

Palabras de Invitación


“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.
Mateo 11:25-30

                Después de esta gran revelación, nuestro Señor realiza tres de las más grandes invitaciones. La primera es para todos aquellos que están angustiados y cargados: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. En este mundo de dificultades e injusticias nuestras vidas se pueden volver una verdadera carga, las enfermedades y sufrimientos atormentan a la humanidad, pero en medio de esta desolación, Jesús ofrece el descanso para todas estas almas cansadas y cargadas. La invitación es sencilla y no requiere nada a cambio, ningún sacrificio humano o penitencia, u ofrenda, solamente una decisión, la de aceptar la invitación y venir a Él, solamente eso. Así de sencillo es el evangelio, sin sacrificios humanos ya que Cristo promete hacer el resto. La segunda invitación es a ser como Él, manso y humilde de corazón: y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. La palabra manso viene del griego práos (πρᾷος) que se usa para representar a alguien que ha domesticado todo su ser para ser obediente y no actuar con hostilidad. Se usa a veces en referencias a los animales salvajes que han sido domesticados. La otra palabra griega para humildad es tapeinos (ταπεινός) la cual denota una actitud de humildad mental, alguien que tiene un concepto equilibrado de sí mismo y no se considera superior a los demás. Cuando emulamos estas cualidades en nosotros, la paz de Cristo viene a nosotros. Muchos de los problemas en la vida se deben a nuestra arrogancia y nuestra falta de control, pero si somos mansos y humildes de corazón las cosas serán diferentes. Finalmente, la tercera invitación se refiere a dejarnos colocar su yugo: Llevad mi yugo sobre vosotros…porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. El yugo era un artefacto de madera que se hacía para colocarlo en la cabeza de los bueyes con el fin de direccionarlos en el camino que el ganadero quería. En la vida es imposible no llevar un yugo sobre nosotros. El pecado es un yugo pesado que agobia la vida de las personas, pero Jesús ofrece un yugo diferente, el cual es fácil y ligero: porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. Las palabras fácil y ligera nos dice mucho. En el antiguo tiempo los carpinteros tenían que tomar bien las medidas del buey con el fin de fabricarle un yugo a la medida del animal, un yugo ligero que no representara una carga lastimosas y que le encajara perfectamente. Jesús sabia esto perfectamente ya que había sido carpintero antes de iniciar su ministerio; por eso Él nos promete a través de estas palabras ofrecernos una vida diferente a la que el pecado nos ofrece, es una vida fácil de llevar, diseñada específicamente para nosotros la cual encaja perfectamente en nuestras necesidades y habilidades. Por ende, cuando decidimos ir al Él y dejar todas nuestras cargas para descansar en su persona, cuando decidimos imitar su actitud de mansedumbre y humildad, y aceptamos la vida que nos ofrece la cual encaja perfectamente en nuestros sueños y necesidades, encontramos el verdadero descanso para nuestra alma: y hallaréis descanso para vuestras almas ¡Oh, qué gran invitación!

Ayes que les espera a los incrédulos (Mateo 11:20-24)

“Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza.Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy.  Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti”.
Mateo 11:20-24

Introducción


                Con los últimos versículos de la sección anterior se abre paso a esta advertencia contra todos aquellos incrédulos que a pesar de los milagros que Jesús realizó persisten en su dureza de corazón. Recordemos que Jesús acaba de señalar la dureza del corazón de la generación perversa que a pesar de los diferentes siervos que Dios levanta, nunca quedan complacidos ni creen en su mensaje, sino que solo buscan imperfecciones en ellos para justificar su impiedad, sin saber que ellos mismo son el problema. Ahora nuestro Señor Jesucristo pronuncia ayes sobre tres ciudades importantes de su tiempo que en lugar de creer fueron incrédulos e ignoraron su mensaje.

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Ayes que les espera a los incrédulos

Los ayes sobre las ciudades


“Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido…”
Mateo 11:20

                    Aquí encontramos una amonestación que el mismo Jesús realiza en contra de tres ciudades israelitas, Corazín, Betsaida y Capernaum. No hay seguridad acerca de la ubicación de Corazín, pero se cree que estaba un poco al norte de Capernaum, en la orilla del mar de Galilea y a una hora de viaje. Había dos ciudades de nombre Betsaida (que significa “casa de pescado”), pero posiblemente Jesús se está refiriendo a la que estaba ubicada en la orilla del mar de Galilea, en el extremo norte, a unos dos kilómetros del río Jordán. Esta ciudad se menciona en relación con los apóstoles Felipe, Andrés y Pedro (Juan 1:44). Capernaum estaba en la orilla noroeste del mar de Galilea. Jesús nos dice que fue en estas tres ciudades que realizo muchos de sus milagros los cuales por alguna razón no están registrados en los evangelios, pero eso nos recuerdan las palabras de Juan el apóstol expresadas en una hipérbole: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén”, (Juan 21:25). Cuantas obras milagrosas y discursos sorprendentes Jesús dio y no fueron documentados por los evangelistas, pero lo cierto es que su alcance fue extenso.

Un privilegio no aprovechado digno de condenar


“¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy.  Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti”.
Mateo 11:21-24


                Aquí vemos uno de los peores pecados que se puede cometer, el ignorar el amor de Dios para sus vidas. Primero expresa sus ayes de dolor por Corazín y Betsaida por el hecho de haber realizado en ellas grandes milagros que testificaban que Él era el tan esperado Mesías; pero en lugar de creer simplemente lo ignoraron y siguieron en su vida de pecado. El Señor les dice que si en Tiro y Sidón, dos ciudades paganas que Él mismo condenó en el Antiguo Testamento a la destrucción total por su soberbia y pecado se hubieran realizado los milagros que allí se hicieron, pronto se hubieron arrepentido y convertido de corazón. En contraste, allí estaban estas ciudades judías, que tuvieron el gran privilegio de conocer de mano del mismo Mesías el mensaje del evangelio y ver sus poderosas obras; pero con todo lo ignoraron por lo que su castigo será peor que el de Tiro y Sidón: Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. Luego hace la misma comparación con Capernaum, la cual en su soberbia se había levantado hasta lo alto a tal punto que también ignoraron las obras poderosas de Jesús, las cuales si se hubiesen hecho en Sodoma, se hubieran arrepentido y permanecerían hasta el tiempo de esas palabras, por lo que su condenación será mayor que la de Sodoma: Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para tiHoy en día uno puede ver como esta actitud aún prevalece en medio de nosotros. Alguien podría quedarse atónito al ver la actitud de algunas personas que escuchando el evangelio de Cristo y comprendiendo la necesidad de salvación que hay en su vida, deciden endurecer sus corazones para no creer y seguir en su estado de condenación. No debemos sorprendernos de la incredulidad de esta gente porque aún al mismo Jesús le ocurrió durante su ministerio. En ocasiones alguien podría desanimarse al observar la dureza del corazón de la gente y posiblemente piensen que no vale la pena seguir esforzándose por predicar la palabra de Dios, pero en estos momentos es clave comprender que nuestra misión es sembrar la palabra y Dios se encarga de hacerla exitosa en aquello para lo cual es enviada: “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”, (Isaías 55:10-11). En este sentido la palabra será exitosa ya sea que produzca frutos de arrepentimiento para salvación, o jugará en contra, como un testimonio de la dureza de su corazón y de la oportunidad que desperdicio al no aprovechar la oferta de vida eterna. Jesús sabía que no todos se convertirían a su mensaje, ni siquiera por las obras que hacía, pero estaba claro que su misión era proclamar el evangelio porque aquel día todos aquellos incrédulos no tendría excusa alguna. Por esta causa el éxito del ministerio no debe medirse tanto por la cantidad de almas convertidas, sino por nuestra responsabilidad al compartir el mensaje del evangelio y no debemos desanimarnos ante la dureza de algunos corazones, porque en todo tiempo esto ha sido así. Le paso a Noé al anunciar el juicio que venía sobre el mundo antediluviano y al final solo se salvaron 8 personas, le paso también a Jeremías al amonestar a Jerusalén la cual no se convirtió y todos fueron destruidos por los babilonios, y en general, le paso a la mayoría de profetas que anunciaron la palabra de Dios, pero muy pocos, y en ocasiones ninguno creyó en su mensaje. Al final todos debemos esforzarnos por predicar el evangelio y orar porque las almas se conviertan porque de lo contrario a aquellos que oyeron y vieron las maravillas del evangelio y aun así no se convirtieron recibirán mayor condenación.

Las obras testifican la sabiduría de Dios (Mateo 11:16-19)

“Mas ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, diciendo: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis.  Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos”.
Mateo 11:16-19

Introducción

               
                    Después de la pregunta de Juan el Bautista que expresaba su duda en cuanto a si Jesús era verdaderamente el Mesías o solo un profeta y si debían esperar a otro, y la sorprendente respuesta del Señor a través de la realización de sus obras que testificaban que verdaderamente en Él se cumplían las profecías; se inició una temática alrededor del Bautista, donde el mismo Jesús elogio su ministerio y lo coloco en una posición tal que inicio una nueva era en el trato de Dios con los hombres, el fin de un antiguo pacto, y el surgimiento de un nuevo. Ya la temática de Juan el Bautista va tornando un sentido diferente que apunta a la incredulidad y dureza de corazón de aquellos que se niegan en creer en el mensaje de los hombres que Dios ha levantado; pero pese a las críticas de estos hombres duros, las obras de sus siervos testifican la sabiduría de Dios. Con estos versículos se terminara todo discurso referente al bautista, al menos en este capítulo, y se abrirá paso a otros temas referentes a la incredulidad de la gente ante las obras que Dios realiza y una preciosa invitación a todos aquellos que quieran escapar de estos juicios y sus duras cargas.

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Las obras testifican la sabiduría de Dios


Una generación malvada que no cree en las obras de Dios


“Mas ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, diciendo: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis.  Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores”.
Mateo 11:16-19

                   Nuestro Señor Jesucristo utiliza aquí un símil para comparar a aquellos hombres de duro corazón que no creen en el mensaje de los heraldos de Dios: Mas ¿a qué compararé esta generación? Esta generación incrédula, que no necesariamente puede referirse solo a los contemporáneos de Jesús, sino a todos aquellos de todas las generaciones que se han negado en aceptar a los mensajeros de Dios. Esta generación es comparada a los muchachos que están sentados en las plazas. La palabra muchachos proviene del griego paidárion (παιδάριον) que describe realmente a niños, y en este sentido esta generación es semejante a niños caprichosos que los invitan a jugar juegos alegres como en una boda donde hay fiesta y música pero no quieren porque el juego es muy alegre, entonces les dice que juegue algo trisco como en un funeral y no quieren porque es muy triste. Al final, ¿qué quieren? : Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, diciendo: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis. Así como estos niños caprichosos que se les ofrecen un juego divertido o un juego triste y no aceptan ninguno de ellos, así existen hombres inicuos que no aceptan a los servidores de Dios. Vino Juan el Bautista proclamando un mensaje duro de arrepentimiento, que vivía austeramente en desiertos, que solo comía langostas y miel silvestre vistiendo ropas de pelo de camello y dijeron estos hombres que estaba loco y demonio tenia. Luego vino Jesús que tenía una vida más sociable y comía y bebía, participaba en sus fiestas y traía un mensaje de esperanza para los más desposeídos y dijeron estos mismos hombres que era un comilón y bebedor de vino amigo de pecadores. Así ha sido a lo largo de nuestra historia humana donde Dios ha enviado a sus mensajeros, cada uno con diferentes estilos de vida y predicación, pero estos solo buscan lo negativo para justificar su impiedad. Hoy en día hay personas que nunca se deciden a buscar a Dios con todo su corazón, sino siguen en sus pecados y justifican su impía actitud criticando a una y otra iglesia, hallando un defecto en una, otro defecto en otra y así sucesivamente sin saber que el verdadero problema son ellos. Alguien dijo en cierta ocasión que cuando alguien encuentre la iglesia perfecta no entre en ella porque entonces dejará de serlo. Así las iglesias están llenas de gente imperfecta luchando por la perfección, es un hospital de almas necesitadas de la redención, y aun sus dirigentes lo son, pero nuestra esperanza está radicada en las promesas de su palabra y Jesucristo.

Las obras de Dios dan testimonio de su sabiduría


“Pero la sabiduría es justificada por sus hijos”.
Mateo 11:19

               Sin importar lo que estos impíos hombres digan, la sabiduría de Dios y su acción redentora en esta tierra es confirmada por sus hijos, es decir, por aquellos que con humildad reciben la palabra de Dios y creen para ver con sus propios ojos la mano de Dios moviéndose en ellos. En textos más antiguos no aparece la palabra hijos, sino obras, a diferencia de los textos más tempranos aparece la palabra hijos, por lo que algunas versiones traducen obras o hechos en lugar de hijos: “Pero la sabiduría queda demostrada por sus hechos”, (Mateo 11:19, BAD), “Pero recuerden que la sabiduría de Dios se prueba por sus resultados”, (Mateo 11:19, BLS), “Pero la sabiduría divina se comprueba por la vida de los que la siguen”, (Mateo 11:19, PDT), “Y la Sabiduría se justifica por sus obras”, (Mateo 11:19, NC). Al leer estas diferentes versiones de la Biblia uno puede comprender el sentido del versículo. Lo cierto es que aunque los hombres perversos critiquen los designios de Dios y no reciban a sus mensajeros, su mensaje es ratificado por las obras y resultados que acompañan a los que lo anuncian y especialmente por sus hijos, que viven de acuerdo a su palabra.


Características de una vida ejemplar (1 Samuel 3:19-21)

“Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras. Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová. Y Jehová volvió a aparecer en Silo; porque Jehová se manifestó a Samuel en Silo por la palabra de Jehová”.
1 Samuel 3:19-21

INTRODUCCIÓN


            Si existen personas cuyas vidas deberían ser un verdadero ejemplo y modelo a imitar somos nosotros los cristianos porque tenemos el Espíritu Santo dentro de nosotros y el Señor nos ha confiado su palabra. En la Biblia encontramos a un hombre que vivió de tal forma que su vida fue tan ejemplar que incluso en nuestro tiempo sigue siendo un modelo a seguir. Veamos estos principios que sobresalieron en la vida de Samuel.

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Samuel un referente de una vida ejemplar

                               I.            NUNCA APARTARNOS DE DIOS.


“Y Samuel creció, y Jehová estaba con él…”

En primer lugar una vida ejemplar se caracteriza porque nunca se aparta de Dios en todo el tiempo de su caminar. La Biblia nos enseña como Samuel desde pequeño llego al templo y se dedicó a servirle al Señor aun en medio del mal ejemplo de los sacerdotes Ofni y Finees, hijos de Eli: “Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová. Y el joven Samuel ministraba en la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino”, (1 Samuel 2:17-18). Vivir para Dios en estos tiempos es muy difícil, especialmente porque la fidelidad de unos se determina por el testimonio de otros olvidando que el Señor demanda nuestra completa entrega. Muchas personas comienzan en los caminos de Dios pero se retiran o menguan su nivel de consagración conforme el tiempo pasa debido a las diferentes pruebas y afanes de este mundo: “Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza”, (Mateo 13:20-21), pero eso no debe ser así. Si hay algo que caracterizo a Samuel es que desde niño hasta su vejez nunca se apartó de la presencia del Señor.

                            II.            PERSEVERAR EN SU PALABRA.


“… y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras”.

En segundo lugar, una vida ejemplar se caracteriza por obedecer completamente la palabra de Dios. Todos los problemas de la humanidad terminarían si obedecieran su palabra, pero por causa de la maldad del hombre las cosas se vuelven más difíciles. Después del Sermón del Monte, nuestro Señor finalizo todas sus enseñanzas recalcando la importancia de no solo oír, sino también poner en práctica todas sus palabras.

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”.
Mateo 7:24-27

                         III.            SER FIELES A NUESTRO MINISTERIO.


“Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová”.

            En tercer lugar la vida ejemplar de Samuel se caracterizó por ser  siempre fiel al ministerio que Dios le dio. Muchas personas no terminan el ministerio que Dios les entrego y si hay algo que cuesta mantener es nuestro ministerio debido a las constantes pruebas y dificultades que se presentan. Por esto mismo el apóstol Pablo exhortaba a los corintios a mantenerse firme y constante creciendo en la obra del Señor siempre: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”, (1 Corintios 15:58).

                          IV.            TESTIFICAR A OTROS EL PODER DE DIOS.


“Y Jehová volvió a aparecer en Silo; porque Jehová se manifestó a Samuel en Silo por la palabra de Jehová”.

            Finalmente la vida ejemplar de Samuel se caracterizó por ser portavoz del poder y la palabra de Dios. Si Israel llego a conocer algo de Dios fue gracias a Samuel en quien la palabra de Dios se manifestaba. De igual forma, cada uno de nosotros debe esforzarse por testificarles a  los demás el amor y poder de Dios: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”, (Romanos 10:14-15).

CONCLUSIÓN.


Como resultado de haber llevado una vida bajo estos principios, Samuel llego a constituirse en una persona ejemplar a tal punto que nadie en el pueblo se atrevió de acusarlo de alguna falta:

“Dijo Samuel a todo Israel: He aquí, yo he oído vuestra voz en todo cuanto me habéis dicho, y os he puesto rey. Ahora, pues, he aquí vuestro rey va delante de vosotros. Yo soy ya viejo y lleno de canas; pero mis hijos están con vosotros, y yo he andado delante de vosotros desde mi juventud hasta este día. Aquí estoy; atestiguad contra mí delante de Jehová y delante de su ungido, si he tomado el buey de alguno, si he tomado el asno de alguno, si he calumniado a alguien, si he agraviado a alguno, o si de alguien he tomado cohecho para cegar mis ojos con él; y os lo restituiré. Entonces dijeron: Nunca nos has calumniado ni agraviado, ni has tomado algo de mano de ningún hombre. Y él les dijo: Jehová es testigo contra vosotros, y su ungido también es testigo en este día, que no habéis hallado cosa alguna en mi mano. Y ellos respondieron: Así es”.
1 Samuel 12:1-5


            Si edificamos nuestra vida bajo estos principios llegaremos a ser hombres y mujeres de conducta ejemplar como lo fue Samuel.

Bendición y Obediencia (2 Reyes 10:30-31)

“Y Jehová dijo a Jehú: Por cuanto has hecho bien ejecutando lo recto delante de mis ojos, e hiciste a la casa de Acab conforme a todo lo que estaba en mi corazón, tus hijos se sentarán sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación. Mas Jehú no cuidó de andar en la ley de Jehová Dios de Israel con todo su corazón, ni se apartó de los pecados de Jeroboam, el que había hecho pecar a Israel”.
2 Reyes 10:30-31

INTRODUCCIÓN

            Desde la antigüedad la humanidad creía que si le realizaban sacrificios a sus dioses estos traerían la buena fortuna a su vida, hoy en día sabemos que existe un único Dios le cual puede bendecir en gran manera nuestra vida, el cual en su infinita misericordia nos ha dado la vida, nuestra salud y todo lo que tenemos. Sin embargo, Dios quiere bendecirnos más allá de todo esto, quiere regalarnos la vida eterna, pero para ello se requiere completa obediencia a su palabra. Veamos en la Biblia tres tipos de obediencia y hasta donde Dios los bendijo por ello.

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Abraham un ejemplo de obediencia

                               I.            LOS RESULTADOS DE UNA OBEDIENCIA A MEDIA.


El primer ejemplo que encontramos en la Biblia de obediencia es la de Jehú quien llego a ser rey de Israel. Con la muerte de Salomón, el territorio se dividió en dos reinos, el del sur que fue Judá con su capital en Jerusalén, y el del norte que fue Israel donde Samaria llego a convertirse en su capital. Si hay algo que caracterizo al reino del norte es que todos sus reyes fueron malos lo cual con el tiempo provoco la destrucción de la nación y su exilio por los asirios; pero cuando llegamos a la vida de Jehú encontramos algo diferente. Jehú era un comandante principal de los ejércitos de Israel y fue Eliseo quien envió a un profeta a ungirlo como rey y con la misión de exterminar a la familia de Acab, sus amigos, Jezabel y sus falsos profetas; y así lo hizo con tal fidelidad que Dios decidió bendecirlo y que su descendencia se sentara en su trono hasta la cuarta generación, y así ocurrió. Sin embargo, esta bendición no se extendió para toda su descendencia porque no fue obediente completamente en todos sus caminos: Mas Jehú no cuidó de andar en la ley de Jehová Dios de Israel con todo su corazón, ni se apartó de los pecados de Jeroboam, el que había hecho pecar a Israel. Muchas personas buscan agradar a Dios y por ello reciben bendiciones de Dios, pero no alcanzan a gozar de todas sus promesas debido a que hay cosas malas que no han decidido erradicar de su vida.

                            II.            LOS RESULTADOS DE LA DESOBEDIENCIA.


“Aconteció, pues, en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalén, le encontró en el camino el profeta Ahías silonita, y éste estaba cubierto con una capa nueva; y estaban ellos dos solos en el campo. Y tomando Ahías la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce pedazos,  y dijo a Jeroboam: Toma para ti los diez pedazos; porque así dijo Jehová Dios de Israel: He aquí que yo rompo el reino de la mano de Salomón, y a ti te daré diez tribus… Y si prestares oído a todas las cosas que te mandare, y anduvieres en mis caminos, e hicieres lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como hizo David mi siervo, yo estaré contigo y te edificaré casa firme, como la edifiqué a David, y yo te entregaré a Israel”.
1 Reyes 11:29-31, 38

El segundo ejemplo  lo tenemos en la vida de Jeroboam, el primer rey que la parte norte del reino de Israel tuvo después de su división. Si hay algo en lo que se caracterizó este rey fue en su completa desobediencia a Dios. El Señor le prometió a Jeroboam que si hacia lo recto ante sus ojos lo bendeciría de tal forma que su descendencia se convertiría en una dinastía firme en Israel y así bajo esa gran promesa comenzó a reinar sobre Israel, pero en lugar de honrar a Dios se desvió de sus caminos y a toda la nación con él. Ahora bien, el problema con la desobediencia es que en lugar de traer bendición a nuestra vida, trae maldición, y así le paso a Jeroboam:

“Por tanto, he aquí que yo traigo mal sobre la casa de Jeroboam, y destruiré de Jeroboam todo varón, así el siervo como el libre en Israel; y barreré la posteridad de la casa de Jeroboam como se barre el estiércol, hasta que sea acabada. El que muera de los de Jeroboam en la ciudad, lo comerán los perros, y el que muera en el campo, lo comerán las aves del cielo; porque Jehová lo ha dicho”.
1 Reyes 14:10-11

            Muchas personas escuchan acerca de las bendiciones que Dios tiene preparadas para ellos, pero no las alcanzan porque deciden seguir el camino del pecado trayendo sobre ellos la maldición de las consecuencias del pecado.

                         III.            LOS RESULTADOS DE LA OBEDIENCIA COMPLETA.


“Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz”.
Génesis 22:15-18

El tercer ejemplo es el de la completa obediencia. Uno de los hombres más bendecidos que ha caminado por esta tierra es Abraham. Aunque se trató de un hombre imperfecto que cometió muchos errores aun después que Dios lo llamó, también se caracterizó por su interés genuino por sus promesas y su esfuerzo por obedecerle a tal punto que estuvo dispuesto de entregarle aun lo más importante de su vida, su primogénito Isaac. Por tal motivo el Señor juró por sí mismo que lo bendeciría, bendición que se extenderá a su descendencia Israel hasta el fin del mundo y a todas las naciones por medio de su simiente que es Cristo. Así como Abraham, otras personas han alcanzado grandes bendiciones en su vida que trascienden más allá de su vida, por ejemplo David, José, Pedro, Pablo, y Rut entre otros llegaron a heredar grandes promesas, pero si hay algo que las caracterizó es su completa entrega a Dios. Hoy mismo el Señor promete bendecirnos, pero para alcanzar su gracia completa necesitamos entregarnos completamente a Él.

CONCLUSIÓN

La bendición y la obediencia está directamente relacionadas y nosotros decidimos que tanto nos entregaremos al señorío de Cristo. Si nuestra obediencia es completa podemos estar seguros que heredaremos todas las promesas de redención y vida eterna que Jesús nos ofrece.