domingo, 30 de agosto de 2020

El carácter y error de la apostasía (Mateo 24:23-27)

 

“Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre”.

Mateo 24:23-27

INTRODUCCIÓN

             Ya anteriormente nuestro Señor Jesucristo explico en versículos anteriores de este mismo capítulo que una de las señales que anuncian el inicio de la Gran Tribulación es la aparición de la apostasía y en estos versículos vuelve a tocar el tema advirtiendo el peligro de esta y la necesidad de huir de ella, ya que el peligro de la apostasía es que imita el poder de Dios, afirmando ser Dios, pero la verdad es que es obra de Satanás. La palabra apostasía se traduce del griego apostasía (ἀποστασία), y literalmente significa “colocarse afuera de”, y con esta se hace referencia a todos aquellos que en un tiempo conocieron el evangelio y militaron en él; pero por alguna razón se desviaron creyendo en un evangelio diferente siguiendo falsos apóstoles y profetas. Veamos más en detalle las características de la apostasía y por qué debemos huir de ella.


apostasía
El carácter y error de la apostasía

NO PODRÁ HABER OTRO CRISTO

“Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis”.

Mateo 24:23

               Sabiendo Jesús que en este tiempo de apostasía se levantarían muchos falsos cristos, Él les dijo que no deberían creerles: Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Cuando una persona aparece afirmando ser el Cristo, nosotros no debemos creerle ya que no puede haber otro Cristo a parte de nuestro Señor Jesús. Es increíble como muchas personas han surgido en este mundo afirmando ser el Cristo, por ejemplo, tenemos a Sun Myung Moom (1920-2012), el fundador de la Iglesia de la Unificación, el cual nacido en Corea del Sur, de niño practico el confusionismo, pero a sus diez años su familia se convirtió al cristianismo. Lamentablemente este hombre se desvió del verdadero evangelio afirmando que en repetidas veces Jesús se le apareció mientras él oraba, en dichas visiones afirmó Moom que el mismo Jesús le dijo que había fracasado en su misión en esta tierra y que él era el nuevo “ungido” que el Padre había levantado para completar la misión. Otra persona que afirmó ser Jesucristo resucitado fue el puertorriqueño José Luis de Jesús Miranda (1946-2013). Este hombre fue el fundador de la secta Creciendo en Gracia, se adjudicó muchos títulos como Apóstol, Doctor, Papá, Dios, Papi y Jesucristo Hombre. Afirmo ser Jesucristo resucitado y para el 2013 anuncio su total transformación, lo cual no ocurrió ya que murió y su secta con el tiempo no sobrevivió más que algunas divisiones de la misma. Otro de los hombres que se han atrevido a llamarse el Cristo es Alan John Miller (1962), más conocido como A. J. Miller, de Australia, ex testigo de Jehová y líder de la Secta la Verdad Divina. Este afirma ser Jesucristo reencarnado y quiere difundir mensaje que él llama la “verdad divina” a través de una serie de seminarios y diferentes medios de comunicación, especialmente en internet. Vive con María Suzanne Luck, que es según él el regreso de María Magdalena a la tierra. Estos y otros que han surgido con esta misma idea han ganado muchos adeptos, pero Jesús advirtió que cuando esto pasara, no les creyeran, porque solo hay un solo Cristo, un solo Mesía, Jesús.

Ahora bien, ¿podríamos estar seguros que Jesús es el único Cristo?, bueno, en tiempos de su ministerio existió un hombre, llamado Juan el bautista que tuvo la misma idea y mando a preguntarle si Él era el hombre que esperaban o si debían esperar a otro: “Los discípulos de Juan le dieron las nuevas de todas estas cosas. Y llamó Juan a dos de sus discípulos, y los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?”, (Lucas 7:18-19). Jesús no respondió con palabras un “sí” o un “no”, sino con acciones que confirmaban que realmente Él era el Cristo, el Mesías: Cuando, pues, los hombres vinieron a él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro? En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista”, (Lucas 7:20-21). Después que terminó de realizar sus obras les dijo a los mensajeros de Juan el bautista: “Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio”, (Lucas 7:22). Lo que confirmó que Jesús era el Cristo fueron sus obras, obras que ningún otro hombre, líder religioso o gurú espiritual ha podido igualar en la magnitud de que Jesús lo hizo:

1.       Jesús sanó incontables casos de enfermedades, aun las terminales.

2.       Jesús echo fuera demonios, algo que hasta su aparición no era posible.

3.       Resucitó muertos, un milagro difícil de ver en su tiempo, solo Elías y Eliseo habían podido hacerlo.

4.       Contrario a los escribas y fariseos, Jesús predicaba el evangelio a los pobres y desposeídos sin hacer acepción de persona.

5.       Sobre todo, su resurrección es la señal contundente de sus credenciales como Mesías, nadie más ha podido resucitar de los muertos, hoy por hoy, las tumbas de los grandes líderes religiosos se encuentran en este mundo, y muchas son objeto de adoración, pero la tuba de Cristo está vacía como señal que Él murió, pero resucitó al tercer día, porque es el único y verdadero Cristo.


LA MALDAD DETRÁS DE LA APOSTASÍA

“Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos”.

Mateo 24:24

                Aquí encontramos la maldad y peligro que hay detrás de la apostasía: las señales y prodigios que estos falsos cristos y profetas realizas a través de las cuales engañan a muchas personas: Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. De acuerdo a esto, en los postreros días muchas personas serán engañadas por estos falsos cristos y profeta, pero alienta el hecho de que aquellos que conocen a Dios y perseveran en su palabra no caerán en este error: de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. La palabra cristos se traduce del griego al español como “ungidos”, y en este sentido podríamos decir que Jesús está diciendo que para este tiempo se levantarían falsos ungidos y profetas. Hoy en día esto es una realidad ya que seguido escuchamos a estos hombres afirmar que sobre ellos está la unción especial, se hacen llamar apóstoles, profetas, patriarcas, iluminados y otros títulos pretenciosos que le hacen ver a la gente que la unción especial de Dios está sobre ellos, pero esto es una mentira, ya que los poderes que operan en ellos son de las tinieblas y algunas de sus operaciones “sobrenaturales” son una farsa. Hoy en día vivimos estos tiempos, donde muchos falsos apóstoles y profetas se han levantado afirmando traer una nueva revelación bíblica, sus supuestos ministerios están llenos de señales “sobrenaturales” que engañan a muchas personas, y de esto, el apóstol Pablo advirtió llamándole tiempo peligrosos, pero peligrosos no porque fuera a existir violencia o peligros físicos, sino porque poderes de las tinieblas operarían en estos hombres engañando a multitudes haciéndoles creer que el poder de Dios estaba con ellos: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe”, (2 Timoteo 3:1-8). Ya anteriormente vimos como estos hombres imitan el poder de Dios, tal y como lo hicieron los magos de Egipto, Janes y Jambres, con faraón en tiempos de Moisés, pero lo cierto es que estos hombres no son de Dios, son impíos cuyo carácter el apóstol lo describe muy bien estos versículos: hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella. A estos hay que evitar.

 

El error de los falsos ungidos y profetas.

Los apóstoles del Señor nos advirtieron que debíamos apartarnos de estos hombres apostatas ya que de lo contrario caeríamos en su mismo error el cual lo podemos identificar en la doctrina herética que enseñan. En primer lugar, muchos afirman ser los sucesores de Cristo o sus super ungidos, y que solamente en ellos se encuentra la verdad por lo que deben seguir al pie de la letra sus nuevas revelaciones las cuales están en contra de lo que la Biblia enseña: “Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán”, (Mateo 24:5). Lo segundo es la doctrina herética que enseñan tomando versículos aislados los cuales tergiversan para su propia perdición: “Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen, así como desde el principio de la creación”, (2 Pedro 3:3-4). Así hoy en día muchos hacen burla de la predicación tradicional centrada en Cristo, hablan más de lo poderoso de su ministerio, niegan el rapto de la iglesia, ya no predican de las consecuencias del pecado, del infierno y la necesidad del arrepentimiento, su mensaje es más positivo, enfocado en la prosperidad y felicidad a través de la confesión positiva y un montón de cosas que alejan a las personas de la realidad de su pecado.

 

El carácter de los falsos maestros de acuerdo a la carta de Judas.

En la carta de Judas se da una descripción adicional acerca del error del mensaje de estos falsos maestros: “¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré”, (Judas 11). Para comprender esto, consideremos la conducta de cada uno de estos tres hombres que aparecen aquí.


1.       El camino de Caín.

En primer lugar, Caín fue un hombre que siempre busco a Dios bajo sus condiciones, por ello, cuando ofreció su ofrenda, el Señor la rechazo y acepto mejor la de su hermano Abel: “Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante”, (Génesis 4:3-5). Muchos teólogos creen que para este momento los hijos de Adán sabían que las ofrendas que tenían que presentarse a Dios tenían que ser sacrificios de animales, tal y como lo hicieron los demás patriarcas que aparecen en el libro de Génesis, esto miraba al futuro sacrificio de Cristo, pero Caín decidió adorar a Dios a su manera y por ello fue rechazado. Por ello, el camino de Caín nos habla de adorar a Dios bajo nuestros propios términos, acercarnos a Él bajo nuevas ideas que no concuerdan con el evangelio puro y verdadero. Así los falsos apóstoles y profetas de nuestros tiempos afirman que Dios les ha hablado y en este sentido presentan formas diferentes de adorar a Dios, muestran caminos contrarios a lo que la Biblia enseña, afirmando muchas veces que son nuevas revelaciones que se les ha dado y por consiguiente no se encontraran en el evangelio, pero lo cierto es que todos estos caminos conducen al infierno. Estos hombres son muy celosos del camino que enseñan y se oponen abiertamente en contra de aquellos que se atreven a contradecir al “ungido de Dios”, revelando así el carácter envidioso y homicida de Caín: “No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas”, (1 Juan 3:12).


2.       El error de Balaam.

En segundo lugar, Balaam fue un profeta de Dios que se vendió por lucro a Balac, rey de Moab: “Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad, y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta”, (2 Pedro 2:15-16). Por tanto, el error de Balaam consiste en entrar al ministerio con el fin de comercializar con el evangelio, buscando lucrase de sus seguidores a través de muchos engaños en los cuales los indoctos caen ofrendando con el fin de alcanzar un favor de Dios. Así a través del error de Balaam vemos el carácter codicioso de los falsos apóstoles y profetas.

 

3.       La contradicción de Coré.

En tercer lugar, tenemos a Coré, el cual se caracterizó por su carácter rebelde a las autoridades puestas por Dios: “Coré hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, y Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de Rubén, tomaron gente, y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre. Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?”, (Números 16:1-3). Todos estos falsos apóstoles y profetas son personas rebeldes que se han sublevado en contra de la autoridad de la Biblia, y algunos, en contra de aquellos hombres que fueron sus pastores, tomando un grupo de personas, formaron sus denominaciones e introdujeron todas sus herejías. Todos estos hombres están destinados a perecer en su misma contradicción.

 

El destino de los falsos maestros y profetas.

Judas en su carta nos habla del destino que les espera a estos hombres que promueven la apostasía: “Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas”, (Judas 12-13). Estos hombres solo sirven para sacar provecho de los verdaderos convertidos y por ello Judas dice que en ellos no benefician en nada a la congregación, son nubes sin agua y árboles sin fruto, y para todos estos hombres esta reservada la eterna oscuridad de las tinieblas en el infierno. Un día estos hombres serán juzgados y trataran de justificarse delante del Señor diciéndole que en su nombre hicieron muchas obras, pero el Señor los apartara de sí y serán arrojados al infierno: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”, (Mateo 7:22-23).

 

NO DEBEMOS CREER A LOS FALSOS CRISTOS PORQUE LA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE SERÁ VISIBLE PARA TODOS

“Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre”.

Mateo 24:25-27

               Ante todo lo expuesto anteriormente Jesús dice: Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Cualquier hombre que surja en cualquier parte del mundo afirmando ser el Cristo es un mentiroso, porque solamente Jesús es el Ungido de Dios y un día regresara, pero su regreso no será cuestión de que se aparezca en un lugar aislado, sino que todo el mundo lo verá: Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. Así como es de visible el relámpago, así de visible será la venida del Señor: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén”, (Apocalipsis 1:7). En nuestro próximo estudio consideraremos la segunda venida de nuestro Señor Jesús, por hoy, nosotros alejémonos de la apostasía y vivamos de acuerdo al santo evangelio.


sábado, 29 de agosto de 2020

Manteniendo la fe en tiempos difíciles (Juan 16:31-33)


“Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”.

Juan 16:31-33

INTRODUCCIÓN

              Ahora si llegamos, no solo al final de esta increíble capítulo, sino también al final del ultimo discurso de Jesús a sus discípulas, un discurso que inicio allá en el capitulo 13 y se ha extendido hasta estos versículos finales del capitulo 16, haciéndolo así el discurso mas largo que podemos encontrar en los evangelios. Este discurso, como todos los que Jesús dio es de gran importancia, pero este en especial guarda una preponderancia adicional porque fueron las ultimas instrucciones que Jesús les daba a sus discípulos antes de su partida de este mundo. Era importante afirmar sus ánimos ya que enfrentarían la realidad de la muerte de su Maestro, pero el Señor les exhorta a tener fe ya que Él resucitaría al tercer día para volver a ellos. Hoy consideraremos las ultimas palabras de Jesús a sus discípulos antes de enfrentar el martirio.


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Mantener la fe en momentos difíciles

TIEMPOS DE PRUEBA VENDRÍAN

“Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo…”

Juan 16:31-32

              Jesús finaliza su discurso con estas importantes palabras, la realidad de que vendrían en el futuro días de pruebas para los justos: ¿Ahora creéis? He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo. Jesús les decía a sus discípulos que llegaría el momento cuando sus enemigos llegarían a capturarlo y ellos serian esparcidos dejándolo solo ante sus enemigos, y esto realmente paso: “Luego, hablando él aún, vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los escribas y de los ancianos… Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron”, (Marcos 14:43, 50). La prueba que venia era doble, por un lado, los discípulos sentirían tanto miedo que al ver la turba que llegaría a apresar a su Maestro, estos huirían dejando solo a aquel a quien le habían prometido que estarían con Él en el momento de la prueba. Además, el hecho de haberlo abandonada los cargaría de gran culpa ya que no apoyaron a su Maestro al cual tanto amaban. Por otro lado, también Jesús enfrentaría la muerte solo, todos lo abandonarían y sus enemigos harían escarnio de su vida. La verdad es que oír esto debió haber sido muy triste para los discípulos ya que lo menos que querían era fallarle a su Maestro, pero la realidad era esto y el Señor se los comparte con anticipación lo cual nos enseña que en la vida cristiana habrán momentos de duras pruebas, difíciles situaciones que nos tocara pasar, pero esto es parte del camino que tenemos que recorren en el Señor, sin embargo, ¿cómo enfrentar las pruebas?, ¿cómo debemos enfrentar y superar los momentos difíciles en nuestra vida? El Señor nos responde estas preguntas.


¿CÓMO ENFRENTAR LAS PRUEBAS Y SUPERARLAS?

              

                 La realidad de la prueba era innegable, no había forma de cómo los discípulos pudiesen evadirla, ni siquiera Jesús podía hacerlo ya que era necesario que atravesara por este camino para cumplir con su misión. Los cristianos tendremos que atravesar por diferentes pruebas a lo largo de nuestra vida, esto es así porque a través de ellas nuestra fe es desarrollada y no hay nadie que pueda escapar de ellas: “Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte”, (2 Corintos 1:8-10). Como vemos, las pruebas difíciles pueden venir a nuestra vida y todo esto ocurre para que aprendamos a confiar más en el Señor ya que Él está dispuesto a darnos siempre la victoria; pero, entonces, ¿cómo podemos hacer para enfrentar las pruebas difíciles en nuestra vida y superarlas? Bueno, aquí el Señor Jesucristo nos da la respuesta de esto, dos cosas sencillas pero determinantes para que todo cristiano pueda ser victorioso.

 

Podremos vencer las pruebas entendiendo que no estamos solos, Dios está con nosotros.

“… mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo…”

Juan 16:32

La prueba iba a ser difícil en gran manera, pero Jesús confiaba que saldría victorioso porque su Padre estaba con Él, y esto nos enseña una verdad muy importante y determinante al momento de enfrentar las pruebas en la vida cristiana, la realidad que Dios está con nosotros, no estamos solos, y la Biblia confirma esta aseveración: “Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”, (Sofonías 3:17). Cuando Dios respalda la vida de una persona, esta puede estar seguro de que sin importar lo difícil e incierta que sea su situación, será librado de ella, porque Dios es poderoso para librar a sus ungidos. Por ello, el primer paso para enfrentar las dificultades es entender que Dios está de nuestro lado y debemos apoyarnos en su presencia para vencer cualquier situación difícil.

 

Recordar sus promesas en momentos de flaqueo.

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz…”

Juan 14:33 

En segundo lugar, el Señor nos anima a recordar sus promesas y palabras cuando nos encontremos en momentos difíciles y estos nos están haciendo flaquear: Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. Definitivamente leer sus promesas en la Biblia nos recuerda el amor de Dios hacia nuestras vidas, nos hace ver que su amor y fidelidad son para siembre, por lo que no importa el momento difícil que atravesemos, sus promesas nos alentaran a salir adelante, nos darán nuevas fuerzas, nos animaran ya que su palabra es viva y eficaz que habla siempre a nuestras vidas: “Me acordé, oh Jehová, de tus juicios antiguos, y me consolé”, (Salmo 119:52).

 

Recordar que tenemos un conquistador victorioso.

“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”.

Juan 16:33

Finalmente, los cristianos debemos enfrentar las pruebas en nuestra vida sabiendo que tenemos un conquistador victorioso: En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Jesús ratifica una vez más que en el mundo tendremos aflicción y esto es algo que no debemos ignorar, pero Él nos dice que confiemos porque Él ha vencido al mundo. Que hermoso es saber que Jesús vino a este mundo y sufrió por nosotros, atravesó por el martirio de la cruz y ciertamente murió, pero al tercer día resucito, sellando así su victoria sobre Satanás y su imperio de muerte. Así que nada debemos temer, porque nuestro Señor Jesús es nuestro conquistador victorioso que pelea a nuestro lado y si confiamos en sus promesas podemos estar seguros que venceremos cualquier situación que venga en el futuro: “Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio”, (2 Timoteo 1:8-10). Sabiendo esta verdad, podemos animarnos y confiar que aquel que venció a la muerte nos dará no solo la victoria de todas nuestras pruebas, sino también la vida eterna.

  

Ahora comprendemos mejor (Juan 16:29-30)

 

“Le dijeron sus discípulos: He aquí ahora hablas claramente, y ninguna alegoría dices. Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios”.

Juan 16:29-30

INTRODUCCIÓN

                Después de tantas palabras los discípulos finalmente comienzan a comprender las palabras que nuestro Señor Jesús les ha estado dirigiendo. Si volvemos a recordar un poco, este discurso de Jesús a sus discípulos nos viene ocupando desde el capítulo 16, siendo así el discurso más largo de Él que podamos encontrar en los evangelios y tiene como propósito preparar a los discípulos para enfrentar el momento de la muerte de Cristo. Ahora los discípulos entienden claramente las palabras de su Maestro y esto nos enseña como también nosotros los cristianos llegamos a entender poco a poco las verdades espirituales de su palabra y conforme el tiempo avanza, nuestra relación de intimidad con Él se fortalece y llegamos a conocerle mejor.


comprender
Ahora comprendemos mejor


AHORA COMPRENDEMOS CLARAMENTE

“Le dijeron sus discípulos: He aquí ahora hablas claramente, y ninguna alegoría dices. Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios”.

Juan 16:29-30

                Finalmente, todas aquellas palabras que Jesús había estado tratando de que sus discípulos entendieran hoy son claras para ellos: Le dijeron sus discípulos: He aquí ahora hablas claramente, y ninguna alegoría dices. Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios. Ahora entendían que Jesús iba a la cruz y que esto era solo un método para volver al Padre, porque Él venia de arriba, del cielo, y volvía hoy de regreso al cielo, ellos entendían que Jesús era el Hijo de Dios, que había salido donde mora el Padre y volvía a Él. Esto nos hace pensar en lo progresivo que es la revelación de Dios en nuestras vidas. Cuando Jesús inicio su ministerio sus obras fueron tan poderosas y su testimonio tan intachable que rápidamente gano muchos seguidores y entre ellos los 12 a los cuales llamo apóstoles. Al principio estos apóstoles veían a Jesús como un gran profeta, pero con el tiempo llegaron a entender que era el Cristo, el Hijo del Dios: “Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado. Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios”, (Lucas 9:18-20). Sin embargo, a pesar de que ya se les había revelado de que Jesús era el Mesías, aun así no entendían cuando restauraría el reino y mucho menos la labor de reconciliar al mundo por medio de proclamar su fe, por ello, después de resucitar, el Señor les explica las cosas para que las comprendan mejor: “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén”, (Lucas 24:44-47). Si nos damos cuenta, fue hasta después de su resurrección que el entendimiento de los discípulos fue abierto para comprender el ¿por qué de su muerte? y ¿qué participación tendrían ellos en la nueva disposición que venía?, la dispensación de la gracia. Y así fue de progresiva la revelación de Cristo en la vida de los apóstoles, al principio lo vieron como un gran profeta al cual querían seguir, luego entendieron que era el Cristo, el Hijo de Dios, luego entendieron por qué tuvo que ir a la cruz, luego, su resurrección afirmo su fe y entendieron que tenían que predicar su mensaje para salvación de las almas y así sucesivamente fueron entendiendo las cosas de Dios y así es en la vida de todo creyente. Nosotros los cristianos debemos esforzarnos y ser diligentes en cuanto a conocer a Dios y a su Hijo amado. Para llegar a conocer a Dios podríamos enumerar al menos dos formas de hacerlo, la primera seria a través de la Biblia que es la única revelación de su palabra y fuera de ella no hay más revelación. Luego, en segundo lugar, podríamos decir que conocemos a Dios conforme crece nuestra relación de amor y experiencias privadas con Él.


                Comprender y conocer a Dios a través del estudio de su palabra.

Podemos llegar a conocer y comprender a Dios por medio de la Biblia. La revelación de Dios se encuentra plasmada en los 66 libros de la palabra de Dios, la Biblia, y fuera de ella no existe más revelación que pueda venir de sueños o visiones ya que el Cannon bíblico está cerrado. Conforme avanzamos en nuestra vida, la revelación de la palabra de Dios es progresiva, al principio, comenzamos a entender quién es Jesús, los temas básicos de la fe cristiana, la obra de salvación que el Señor ha operado en nosotros, aprendemos el ABC de la vida cristiana y así sucesivamente es de esperarse que avancemos en el entendimiento de las verdades espirituales de las Sagradas Escrituras. Hoy en día los cristianos tenemos la ayuda del Espíritu Santo el cual nos da el entendimiento para comprender mejor las verdades de su palabra ya que todo lo que la Biblia contiene se han de discernir espiritualmente: “Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”, (1 Corintios 2:13-14). Sin embargo, el poder llegar a entender las cosas de Dios a través del estudio de la Biblia también implica un esfuerzo humano, ya que si el hombre no pone diligencia a esta obra, difícilmente llegara a conocer las verdades de Dios, por ello, el autor de la carta a los Hebreos amonesta a sus lectores ya que por su descuido no habían crecido en el conocimiento de la palabra de Dios: “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”, (Hebreos 5:12-14).


Comprender y conocer a Dios a través de la oración.

                Otra forma de llegar a comprender y conocer mejor a Dios es a través de una vida de oración. Orar implica hablar con Dios, y es obvio que en una relación el poder platicar es clave para llegar a conocerse mejor. En el libro de Jeremías dice: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”, (Jeremías 29:11-13). Definitivamente al ser humano se le hace difícil entender los designios de Dios y a veces no logramos comprender sus planes, pero lo cierto es que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros, un plan de bien y a través de la oración podemos pedir sabiduría y dirección para conocerlo. El Señor promete que aquellos que lo invoquen y oren a Él, los oirá, y no solo eso, sino que aquellos que le busquen de corazón sincero lo encontrarán. Este proceso de búsqueda y respuesta a través de la oración nos ayuda a conocer más a Dios y fortalece nuestra relación con Él.

 

Comprender y conocer a Dios a través de cultivar nuestra vida de intimidad con Él.

                También podemos llegar a conocer mejor a Dios a través de cultivar nuestra vida de intimidad con Él y así gozar de experiencias privadas de amor que confirman nuestra fe. Cuando no somos negligentes en nuestro estudio de su palabra, con nuestra vida de oración, en la meditación de su palabra y vida congregacional, nuestra vida de intimidad con Dios nos ayuda a entenderlo y conocerlo más, pero no en el sentido de obtener nuevas revelaciones, sino para confirmar todo aquello que su palabra ya nos enseña. Cuando tenemos un tiempo de oración y vida devocional para adorar y meditar en su palabra, el Señor puede traer a nuestras vidas paz y gozo, darnos dirección divina en nuestras vidas y guiar nuestro corazón a tomar las mejores decisiones. Nosotros aprendemos a sentir su presencia, a entender su voluntad y oír su voz en nuestro corazón. Cuando todo esto pasa, nuestra relación personal con Dios crece y se hace fuerte y nace una fuerte convicción acerca de lo que Cristo significa para cada uno de nosotros a tal punto que deseamos agradarle en todo y es imposible que alguien que establece una verdadera relación de amor con Él decida continuar en el pecado ya que tiene al Espíritu Santo quien lo reprende: “Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado”, (1 Juan 3:24). Por tanto, si nosotros perseveramos en el estudio de su palabra, en presentarnos en oración cada día y en cultivar nuestra vida devocional con todas aquellas virtudes del evangelio podemos llagar a conocer a Dios y a su Hijo amado y llegar a experimentar una verdadera intimidad con su Santo Espíritu.


domingo, 23 de agosto de 2020

Pneumatología: La Doctrina del Espíritu Santo (Parte II)

 

“¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?”.

Salmo 139:7

 

INTRODUCCIÓN

             La última vez que iniciamos el estudio de la Doctrina del Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad divina, y como tal hemos visto que es Dios y como tal posee los atributos divinos y hoy en día su presencia está constantemente acompañando la vida de los creyentes a tal punto que no existe lugar donde el hombre pudiese esconderse de Él: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Hoy en día, los cristianos hemos recibido la morada del Espíritu Santo, sin embargo, su persona y divinidad han sido atacadas con herejías que pretenden ocultar esta preciosa verdad que nosotros atesoramos en nuestro corazón. En la última ocasión estudiamos en una primera parte la Pneumatología, que es la doctrina del Espíritu Santo, considerando temas como: ¿Quién es el Espíritu Santo? Su personalidad y deidad, así como los diferentes nombres que recibe en las Escrituras, ahora seguiremos con este estudio considerando su advenimiento antes y después de la resurrección de Cristo, así como la obra que este realiza en la vida del creyente.


Espíritu-Santo
El derramamiento del Espíritu Santo  


EL ADVENIMIENTO DEL ESPÍRITU SANTO ANTES DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO

                 La presencia y acción del Espíritu Santo en la vida del ser humano se deja ver desde el mismo libro de Génesis. Ya anteriormente hemos estudiado como Dios ha venido tratando con el hombre a lo largo de la historia, también hemos visto las manifestaciones de Cristo antes de su reencarnación en el Antiguo Testamento y ahora estudiaremos la participación del Espíritu Santo en todo esto, ya que su advenimiento no es exclusivo del pentecostés, sino, a lo largo del Antiguo Testamento podemos ver que ha estado presente influyendo en la vida de su pueblo.


El Espíritu Santo en el Antiguo Testamento.

La acción del Espíritu Santo se deja ver desde el mismo Antiguo Testamento y en este lo podemos ver su participación al menos en dos aspectos importantes: En la creación del universo y en proveer la unción y poder a sus siervos. Al respecto de esto, Myer Pearlman lo ve interviniendo incluso en 3 áreas importantes en el Antiguo Testamento: “El Espíritu Santo se revela en el Antiguo Testamento de tres formas, a saber, primero, en el Espíritu creador o cósmico, por cuyo poder el universo y todas las criaturas vivientes fueron creadas; segundo, como Espíritu dinámico o dador de poder, y tercero, como Espíritu regenerador, por el cual la naturaleza humana es cambiada”. Él es el Espíritu Creador. El Espíritu Santo estuvo presente durante la creación del mundo, tal y como lo vemos en el libro de los comienzos: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”, (Génesis 1:1-2), además es el creador del hombre y dador de la vida: “El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida”, (Job 33:4). Así como el creador de los animales y toda la tierra, tal y como lo declara el salmista al alabar a Dios quien sostiene a sus criaturas: “Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra”, (Salmo 104:30). En algunos pasajes el Espíritu Santo es asociado con el aliento de Jehová quien creo las estrellas: “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca”, (Salmo 33:6). De esta forma, el Espíritu Santo es el creador de los cielos y la tierra y de todo lo que en ella habita.

También, el Espíritu Santo es el que interviene en los asuntos humanos y da poder a sus ungidos. Al respecto, el teólogo Lewis S. Chafer nos dice: “A través del extenso período antes de la primera venida de Cristo, el Espíritu estaba presente en el mundo en el mismo sentido en el cual está presente en cualquier parte, y Él obraba en y a través del pueblo de Dios de acuerdo a su divina voluntad”. En las Escrituras podemos encontrar muchos ejemplos que confirman estas aseveraciones. Podemos ver cómo fue el poder del Espíritu Santo quien le reveló a José los sueños de faraón y le dio sabiduría para enfrentar el futuro que se avecinaba: “Y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios?”, (Génesis 41:38). También dio sabiduría a Bezaleel para terminar los utensilios del Tabernáculo de reunión: “Y dijo Moisés a los hijos de Israel: Mirad, Jehová ha nombrado a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para proyectar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en la talla de piedras de engaste, y en obra de madera, para trabajar en toda labor ingeniosa”, (Éxodo 35:30-33). Fue el Espíritu Santo quien esforzó a Zorobabel para que en medio de los ataques de sus enemigos reconstruyera el templo: “Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis”, (Hageo 2:4-5). Fue el Espíritu Santo quien ungió a los jueces de Israel para que hicieran grandes proezas a favor de su pueblo, así lo vemos en Otoniel: “Entonces clamaron los hijos de Israel a Jehová; y Jehová levantó un libertador a los hijos de Israel y los libró; esto es, a Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb. Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel, y salió a batalla, y Jehová entregó en su mano a Cusan-risataim rey de Siria, y prevaleció su mano contra Cusan-risataim”, (Jueces 3:9-10). En Jefté: “Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté…”, (Jueces 11:29). En Gedeón: “Entonces el Espíritu de Jehová vino sobre Gedeón…”, (Jueces 6:34). En Sansón: “Y el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón...”, (Jueces 14:6). Además, vemos que David fue ungido por el Espíritu de Dios antes de ser rey: “Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David, (1 Samuel 16:13). También el Espíritu Santo vino sobre los profetas para hablar conforme la voluntad de Dios, así lo vemos en Ezequiel: Y vino sobre mí el Espíritu de Jehová, y me dijo: Di: Así ha dicho Jehová…”, (Ezequiel 11:5, RV60). En Miqueas: “Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de Jehová, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado”, (Miqueas 3:8, RV60). Y por deducción todos sus profetas fueron respaldados por el Espíritu Santo: “Y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos”, (Zacarías 7:12, RV60). De esta forma, vemos como el Espíritu Santo ha actuado en la historia de la humanidad y en la vida de sus ungidos.  

 

La profecía de la obra regeneradora del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento.

Desde el mismo Antiguo Testamento encontramos la promesa la obra regeneradora del Espíritu Santo el cual vendría a la vida de los seres humanos para transformar sus vidas. Quizás el texto que mejor hable de esto es el de Ezequiel: “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.  Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”, (Ezequiel 36:25-27). En este texto podemos encontrar de alguna manera la obra regeneradora que Dios operaria en la vida del ser humano descrita en tres procesos:


1.       La limpieza de todos sus pecados.

En primer lugar, la obra redentora comienza con limpiarnos de todos nuestros pecados: Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Increíblemente desde el Antiguo Testamento Dios anunciaba lo que haría con su pueblo al limpiarlo de todos sus pecados y hoy en día eso es posible gracias a la sangre de nuestro Señor Jesucristo: “Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”, (1 Juan 1:7). Cuando una persona se arrepiente de sus pecados Cristo lo limpia de toda maldad.


2.       El milagro de cambiar el corazón duro del hombre.

En segundo lugar, tenemos el anuncio de la obra milagrosa de cambiar nuestro duro corazón: Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. La Biblia nos enseña que el lugar donde se generan todos nuestros sentimientos e intenciones las cuales se traducen en acción es el corazón, así como lo engañoso que este es: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?  Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras”, (Jeremías 17:9-10). Es por causa de su corazón necio que el hombre no obedece a Dios: “Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante”, (Jeremías 7:24). En cierta ocasión Jesús enseñó que es del corazón de donde nacen todas las intenciones que se convierten en acciones, y si este es malo, sus obras serán malas: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”, (Mateo 15:19). Sin embargo, aquí Dios profetizaba que llegaría el día que el transformaría su duro corazón y le daría un corazón sensible a su presencia capaz de responder a su amor divino, tal y como hoy ocurre con los redimidos.

 

3.       La morada del Espíritu Santo y su obra regeneradora.

Finalmente, en estos versículos se nos habla de la morada del Espíritu Santo en el corazón del creyente y su obra regeneradora: Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Cuando una persona nace de nuevo, el Espíritu Santo vienen a morar en su corazón: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”, (1 Corintios 6:19). A partir de este momento es el Espíritu Santo quien dirige y le da poder al creyente para llevar una vida que agrade a Dios, fortaleciendo su nueva naturaleza y ayudándole a crecer en la gracia y conocimiento de nuestro Señor Jesucristo para que ande en sus estatutos y mandamientos. Este proceso milagroso es conocido también con el nombre de regeneración y es obrado por el Espíritu Santo en nuestras vidas: “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”, (Tito 3:5). En este versículo la palabra regeneración se traduce del griego palingenesía (παλινγενεσία), la cual es una palabra compuesta: palin (volver), y genesía (comienzo), que literalmente unidas significan “volver a comenzar” o “volver a nacer” y figurativamente hace referencia a una renovación espiritual que el hombre experimenta y el Espíritu Santo tiene una participación importante en esto. El teólogo Myer Pearlman nos dice: “La regeneración es un acto divino que imparte al creyente penitente una vida nueva y más elevada en unión a Cristo”. En este sentido, cuando el Espíritu Santo viene a la vida de aquel hombre que se arrepiente y se convierte a Cristo, este transforma su corazón, le otorga una nueva naturaleza que lo capacita para buscar de Dios, vivifica su espíritu y lo vuelve una nueva criatura.


LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO DESPUÉS DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO.

                  Después de la resurrección de Cristo y el surgimiento de la iglesia, el Espíritu Santo vino a este mundo manifestándose e interviniendo en la vida de los seres humanos de tres formas diferentes, en primer lugar, actuando como Dios Omnipresencia en todo el mundo, en segundo lugar, morando en el corazón del creyente y, en tercer lugar, viniendo sobre la vida de los creyentes para ungirlos con su poder. Veamos en que consiste esto que afirmamos.           

 

                El Espíritu Santo y su omnipresencia en el mundo.


               Como Dios, el Espíritu Santo es omnipresente, de tal forma que su presencia se encuentra en cualquier parte de este mundo y como consecuencia observa todos los actos de los seres humanos: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra”, (Salmo 139:7-10). De esta forma, el Espíritu Santo está alrededor de los hombres y nadie puede esconderse de su presencia.

 

El Espíritu Santo como morada.


                Además de su omnipresencia del Espíritu Santo en esta tierra, también habita en el corazón de cada creyente: “Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”, (Juan 20:22). Antes de ir a la cruz, nuestro Señor soplo en ellos el Espíritu Santo y a partir de este momento comenzó a habitar en el corazón de cada creyente y al respecto de esto, Lewis Sperry Chafer dice: “Aunque los cristianos pueden variar grandemente en poder espiritual y en manifestaciones de frutos del Espíritu, la Escritura enseña plenamente que cada cristiano tiene al Espíritu de Dios morando en él desde el día de pentecostés”. Así ahora Dios no habita en templos o edificios humanos, sino que el creyente se ha convertido en el templo y morada del Espíritu Santo: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”, (1 Corintios 6:19).

 

                El Derramamiento del Espíritu Santo.


Finalmente, el Espíritu Santo no solo habita como Dios omnipotente alrededor de los hombres y como morada en cada creyente, sino también se derrama sobre la vida de sus ungidos. Esto del derramamiento del Espíritu Santo es un tema algo polémico dentro de la iglesia ya que al respecto de esto existen una discusión en cuanto al momento que este se recibe. Por ejemplo, hay quienes afirman que el derramamiento del Espíritu Santo es un poder sobrenatural que viene sobre la vida de los cristianos al cual llaman el bautismo del Espíritu Santo. Este poder que el cristiano recibe fue prometido por Jesús y recibido en el día de pentecostés: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”, (Hechos 1:8). En contraste a este pensamiento, hay otros que opinan que este poder que se recibe es la misma morada del Espíritu Santo que se recibe el día que la persona se convierte. Al respecto de esta segunda opinión, Myer Pearlman difiere en su forma de considerarlo al mostrar como los discípulos recibieron la morada del Espíritu Santo y días después fueron revestidos del poder en pentecostés: “Habían experimentado el soplo del Cristo resucitado y le habían oído decir: “recibid el Espíritu Santo”, (Juan 20:22). Los hechos mencionados anteriormente demuestran que una persona puede estar en contacto con Cristo, y ser su discípulo y, sin embargo, carecer de esa investidura especial de poder mencionada en Hechos 1:8”. No obstante, podemos encontrar posiciones contrarias a estas, por ejemplo, Lewis Sperry Chafer dice que el bautismo con el Espíritu Santo se recibe al mismo tiempo que la morada con el Espíritu Santo: “Se declara repetidamente que el Espíritu Santo es un don de Dios, y un don, por su naturaleza, es algo sin mérito de parte del que lo recibe (Juan 7:37-39 Hechos 11:17; Romanos 5:5; 1 Corintios 2:12; 2 Corintios 5:5). De igual manera, el alto nivel de vida que se requiere de los cristianos que quieren caminar con el Señor presupone la presencia interna del Espíritu Santo para proveer la capacitación divina necesaria. Así como los reyes y sacerdotes eran ungidos y puestos aparte para sus tareas sagradas, de igual forma el cristiano es ungido por el Espíritu Santo en el momento de la salvación, y por la presencia interna del Espíritu Santo es puesto aparte para su nueva vida en Cristo (2 Corintios 1:21; 1 Juan 2:20, 27). El ungimiento es universal, ocurre en el momento de la salvación, y doctrinalmente es lo mismo que el morar del Espíritu”.

Independientemente la posición doctrinal que una persona pueda tomar, lo cierto es que el Espíritu Santo que mora en el creyente desde el día de su salvación le otorga poder para vencer el pecado y ser un mejor testigo de su gracia, aparte que abre la puerta para que este reciba sus dones. En el libro de Joel el Señor prometió que derramaría su Espíritu Santo sobre toda carne: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días”, (Joel 2:28-29). Como vimos anteriormente, durante el tiempo del Antiguo Testamento, el Espíritu Santo solo venia sobre la vida de algunas personas a quienes ungía como sus siervos, sin embargo, no solía venir sobre todo el pueblo, pero ahora aquí en Joel, promete que lo derramaría sobre su pueblo, sin hacer distinción alguna sobre las personas, sean jóvenes o viejos, libres o esclavos: y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Si consideramos el advenimiento del Espíritu Santo sobre la iglesia vemos que estas palabras se cumplieron en el día de Pentecostés: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”, (Hechos 2:1-4). Este acontecimiento fue confirmado por el apóstol Pedro delante de todos los judíos que lo escucharon: “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”, (Hechos 14:18). A partir de este día la promesa del derramamiento del Espíritu Santo se cumplió en la vida de la iglesia y su finalidad es otorgar al creyente la autoridad y fortaleza espiritual para ser mejores testigos de su gracias.


La acción del Espíritu Santo se puede ver en la vida de los creyentes los cuales son capacitados de poder para desarrollar las mejores virtudes y ejercer los dones que Dios les ha otorgado para edificación de la iglesia y el cumplimiento de los propósitos de Dios, así encontramos que la Biblia habla de:


              1.       La llenura del Espíritu Santo: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”, (Hechos 2:4). La llenura hace referencia a un cristiano lleno del poder de Dios para hacer su voluntad.


              2.       Los dones del Espíritu, los cuales son capacidades extraordinarias que el Espíritu de Dios otorga al creyente por gracia para edificación de la iglesia, estos son se dividen a su vez en:


a.        Los dones de revelación, los cuales son palabra de ciencia, palabra de sabiduría y don de discernimiento de espíritus: “Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu… a otro, discernimiento de espíritus...”, (1 Corintios 12:8,10). A este grupo se le han llamado los ojos de Dios en la iglesia ya que su operación sobrenatural le permite a la iglesia conocer eventos futuros o situaciones que están ocultas a los ojos del ser humano, así como discernir la clase de espíritu que puede operar en algunos eventos sobrenaturales.

b.       Los dones de palabra, los cuales son don de profecía, diversidad de géneros de lenguas e interpretación de lenguas: “… a otro, profecía… a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas…”, (1 Corintios 12:10). A estos se le han llamado la boca de Dios en la iglesia, porque a través de la intervención sobrenatural del Espíritu Santo el Señor emite un mensaje directo hacia sus santos con el fin de exhortar, consolar o edificar.

c.        Los dones de poder, los cuales son dones de sanidades, operaciones de milagros y don de fe: “… a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros”, (1 Corintios 12:9-10). A estos se le han llamado las manos de Dios en la iglesia, ya que a través de la acción sobrenatural del Espíritu Santo el Señor se realiza señales y portentos dentro de su iglesia.                         

                       3.       El fruto del Espíritu: “Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”, (Gálatas 5:22-23). Es por la obra del Espíritu Santo que los creyentes podemos producir toda una cosecha de grandes virtudes dignas del cristianismo.


                        4.       En general, andar en el Espíritu: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”, (Romanos 8:1). Es el Espíritu Santo el que ayuda a los cristianos a vivir de acuerdo a los principios de Dios, abandonando las obras de la carne y buscando todo aquello que contribuye al crecimiento espiritual.