domingo, 26 de junio de 2022

¿Restaurarás el reino a Israel? (Hechos 1:6-7)

 

“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad”.

Hechos 1:6-7

 

INTRODUCCIÓN

                   Como ya vimos, después de que nuestro Señor Jesucristo resucito de entre los muertos al tercer día, se les apareció durante 40 días a sus discípulos, comiendo con ellos, les dio instrucciones y los preparó para la obra que pronto iniciarían. Ahora, antes de que Él ascienda a los cielos para estar a la diestra de su Padre celestial, estos le hacen una pregunta referente al reino, y es que, si restauraría el reino a Israel, lo que nos muestra que aún no comprendían del todo el propósito del Señor de establecer primeramente un reino espiritual en esta tierra, antes de establecer el terrenal.

 

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¿Restaurarás el reino a Israel?

¿RESTAURARÁS EL REINO A ISRAEL?

“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”.

Hechos 1:6

                 Sus discípulos sabían que la ascensión de nuestro Señor estaba pronta, que Él se iría para estar al lado de su Padre y entonces les surge una duda: Si tu te vas, entonces, ¿qué de restaurar el reino a Israel? Por ello le preguntan: Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Esta pregunta revela que los discípulos aun no comprendía perfectamente la misión de Jesús de acercar el reino de Dios a los hombres, porque como el resto de los judíos, ellos esperaban que el Mesías trajese un reino terrenal que gobernaría soberanamente sobre este mundo, de allí que para la mayoría de ellos el Mesías tenia que ser una especie de estratega militar, valeroso guerrero como lo fue David; sin embargo, Jesús venia a establecer un reino totalmente diferente a este, su reino como se lo dijo a Pilato no era de esta tierra, sino espiritual: “Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí”, (Juan 18:36). En el pasado, Israel llego a establecerse como una nación fuerte y soberana, fue en tiempos de David que esta se estableció y sometido a todos sus enemigos, muchos de los cueles llegaron a pagar impuestos a Israel y más tarde, en tiempos de Salomón, el reino experimentó una época de oro, donde la gloria de Dios se manifestaba en el Templo y la fama del reino se extendió a todas las naciones que rodeaban a la nación. Sin embargo, por causa de sus pecados, la nación de Israel decayó espiritualmente lo que los llevo al fracaso político y económico. Primero el reino se dividió en dos partes, el reino del norte con 10 tribus, y el reino del sur, con 2. Luego, sus muchos pecados llevaron a Israel, el reino del norte, a decaer hasta que son conquistados por los asirios y deportados a Babilonia. Años después, Juda, el reino del sur, también cayó a manos de los babilonios, sus muros fueron destruidos, su templo fue quemado y los que sobrevivieron, fueron deportados a Babilonia. Desde este momento, Israel dejó de ser una nación independiente, pasaron 70 años en el cautiverio, luego después de eso regresaron, pero nunca lograron ser una nación totalmente independiente como fue en tiempos de David y Salomón. Durante toda esta época, vivieron sometidos a los babilonios, luego por los persas, después por los griegos y para el momento donde le hacen esta pregunta a Jesús estaba bajo el yugo romano. Ahora bien, el hecho de que Israel hubiese perdido su soberanía por causa de sus pecados no significaba que Dios se olvidaría de ellos, porque en una profecía le había prometido a David que uno de sus descendientes se sentaría en su trono para reinar para siempre: “Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino”, (2 Samuel 7:12-13). Por ello el Ángel cuando le anuncia a María el nacimiento de Jesús, le dice que este niño que nacería sería el cumplimiento de aquel hijo que se le prometió a David que se sentaría para siempre en su trono: “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”, (Lucas 1:31-33). Aunque hoy por hoy Israel ha logrado establecerse como una nación soberana, pero sus muchos enemigos que los rodean amenazan con destruirlos, sin embargo, el Señor no se ha olvidado de la promesa hecha a David y un día nuestro Señor vendrá a establecer su reino en esta tierra, sin embargo, por el momento, como iglesia debemos comprender que antes de que se establezca este reino terrenal, debemos contribuir con la proclamación del evangelio para acercar el reino espiritual del cual Jesús estaba interesado que los hombres conocieran antes.

 

TIEMPOS Y SAZONES

“Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad”.

Hechos 1:7

                  Ante la pregunta de sus discípulos, nuestro Señor responde: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad. Es interesante las dos palabras griegas que Lucas usa aquí para hablar de tiempos y sazones. La palabra que se traduce como tiempo es cronos (χρόνος) y la palabra griega que se traduce como sazones es kairos (καιρός). En un sentido básico, ambas son unidades de tiempo, no obstante, cronos es considerado el tiempo o temporadas que pasan a lo largo de toda la historia de la humanidad, es cualquier instante del momento que una persona está viviendo; pero en el caso de kairos, es un tiempo oportuno, es decir, es un momento previamente preparado por Dios para que un acontecimiento se de en la historia humana. Así que, en este caso, Jesús les dice a sus discípulos que en el caso de cuando será restaurado el reino de Israel, ese momento solo Dios lo conoce y ha decidido no revelarlo al hombre, por tanto, su enfoque debía estar en lo que si ya se les había revelado y esto era la de dar testimonio a todas las naciones predicando el mensaje del evangelio. Por tanto, esto nos enseña que, si bien es cierto, hay verdades que su palabra revela, pero no dan fechas exactas de cuando ocurrirán, como el rapto de la iglesia o la gran tribulación, pero si hay muchas más cuya revelación ha sido compartida a nosotros y debemos vivir por ellas. A lo largo de la historia muchos falsos profetas se atrevieron a profetizar cosas que la mismas Escrituras enseñan que están veladas al hombre y no se pueden descifrar. Por ejemplo, respecto a su segunda venida el Señor dijo: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre”, (Mateo 24:36). Aun con esta advertencia, algunos falsos profetas como Elena de White y Charles Russell se atrevieron a anunciar la fecha de su advenimiento lo cual obviamente termino en gran fracaso. La Biblia nos dice que el reino de Israel se restaurara completamente durante el milenio ya que Jesús se sentara en el trono y reinara por mil años en esta tierra: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”, (Apocalipsis 20:4). El milenio tendrá lugar después de los 7 años de gran tribulación, pero, cuando entonces iniciará la gran tribulación. Eso no lo sabemos y tratar de averiguarlo es imposible ya que al respecto la Biblia guarda silencio y lo único que podemos hacer es vigilar y estar preparados para su pronto regreso. Moisés dijo algo parecido a todo esto que hemos estaba hablando: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; más las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley”, (Deuteronomio 29:29). Esto es muy parecido a lo que Jesús esta tratando de decirles a sus discípulos, porque las cosas secretas son para Dios, es decir, la fecha exacta del rapto de la iglesia, o de la gran tribulación o de su segunda venida, pero las cosas que si nos ha revelado son para nosotros, para vivir por ellas, para poner sus mandamientos por obra, para anunciar sus preceptos al mundo perdido, para conocerlo cada día más, y este debe ser nuestro enfoque, obedecer aquello que si se nos ha revelado. Al final, Jesús les dijo a sus discípulos que no les correspondía a ellos conocer la fecha en la que se restablecería el reino a Israel, pero sí tenían una tarea que realizar, proclamar su evangelio para acercar el reino de Dios a los hombres, un reino espiritual que los direccionaría a través de la fe en Jesús a la vida eterna.

 


La unción que recibimos de Dios (1 Juan 2:26-29)


“Os he escrito esto sobre los que os engañan. Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él. Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él”.

1 Juan 2:26-29

 

INTRODUCCIÓN

                El apóstol Juan termina este segundo capítulo recordándoles a sus lectores que poseen la unción que recibieron la cual les ayudará a que nadie los engañe, pero: ¿a que se refiere esta unción que afirma que los cristianos hemos recibido? A parte de esto, Juan los anima a permanecer en Cristo viviendo como verdaderos hijos de la luz para que cuando nuestro Señor se manifieste no huyamos de Él avergonzados. Veamos entonces cómo podemos comprender estas ultimas instrucciones en este capítulo dos.


Unción
La unción que recibimos de Dios


LA NECESIDAD DE ESCRIBIRLES ESTA CARTA

“Os he escrito esto sobre los que os engañan”.

1 Juan 2:26

              Es interesante considerar las razones por las cuales los autores del Nuevo Testamento escribieron sus cartas. Si bien es cierto que en ocasiones escribían cartas personales para animarlos o darles instrucciones especificas en cuanto a la vida cristiana u obra ministerial como lo hizo Pablo al escribir Tito, Filemón o Timoteo. También vemos cartas doctrinales como Romanos o cartas dirigidas a resolver problemas específicos que la iglesia atravesaba como las cartas a los corintios o cartas que animaban a los creyentes a seguir adelante en medio de sus pruebas, como 1 Pedro y Santiago. Sin embargo, tenemos algunas cartas que se escribieron para combatir herrerías y falsas doctrinas que buscaban la forma de entrar en la iglesia, así tenemos cartas como Gálatas donde Pablo contiende en contra de la doctrina de los judaizantes, 2 Pedro y Judas advierten del peligro de los falsos maestros, o Pablo habla de los tiempos peligrosos de los postreros días debido a la proliferación de la apostasía y falsos maestros en 2 Timoteo, Juan hace lo mismo al momento de escribirle a las iglesias juaninas: Os he escrito esto sobre los que os engañan. De hecho, podemos decir que Juan escribió su evangelio y sus 3 cartas por esta causa, advertir de los falsos maestros y contradecir doctrinas erradas en cuanto a la deidad y personalidad de nuestro Señor Jesucristo. Hoy en día, nosotros tenemos la sana doctrina escrita en los 66 libros de la Biblia la cual debemos ser diligentes en estudiar y atesorar en nuestros corazones para vivir de acuerdo es estos preceptos divinos y enseñarlos a otros.

 

VOSOTROS TENÉIS LA UNCIÓN

“Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él”.

1 Juan 2:27

                En este versículo el apóstol les dice a sus lectores que como cristianos tenemos una ventaja que nos ayuda a descubrir la verdad y desenmascarar las falsas enseñanzas y esta es la unción que hemos recibido de Él: Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él ¿A qué se refiere la unción que hemos recibido de Cristo? La palabra unción se traduce del griego crisma (χρίσμα), la cual literalmente significa ungüento ya que en el Antiguo Testamento se solían ungir algunos hombres a través de derramar sobre su cabeza o cuerpo completo una sustancia liquida preparada con aceite y especies aromáticas. En el antiguo Oriente se solía ungir con fines personales: “Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro”, (Mateo 6:17). Con finalidades medicas: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor”, (Santiago 5:14). O se ungía con fines espirituales. Así vemos que los sacerdotes eran ungidos para desempeñar su santa labor: “Luego tomarás el aceite de la unción, y lo derramarás sobre su cabeza, y le ungirás”, (Éxodo 29:7). También los reyes eran ungidos con aceite, así Samuel ungió a Saul: “Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel?”, (1 Samuel 10:1) y más tarde lo hizo con David: “Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es”, (1 Samuel 16:12). También, Elías ungió no solo a reyes sino a Eliseo como profeta de Dios: “Y le dijo Jehová: Vé, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria. A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar”, (1 Reyes 19:15-16). Nuestro Señor Jesús era el Ungido de Dios, ya que el Espíritu Santo estaba sobre Él para hacer la voluntad de su Padre: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados”, (Isaías 61:1-2). Por tanto, vemos aquí la practica de ungir a las personas o incluso objetos, tal y como lo hicieron con los utensilios del tabernáculo (Éxodo 30.26-29), para consagrarlos en el servicio especial que tenia que ofrecerle a Dios.

Ahora bien, en el Antiguo Testamento, se solían ungir solo personas específicas, para oficios específicos, tal y como lo eran los sacerdotes, reyes o profetas; pero ahora, en el Nuevo Testamento, en estos días, todos los creyentes son ungidos por Dios. Por tanto, podemos decir que la unción del Señor, de la cual Juan habla, es la gracia divina en la cual hemos sido bautizados o sumergidos (no el bautismo en agua) y que nos permite tener el sello y morada del Espíritu Santo el cual nos guía a toda verdad: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”, (Juan 14:26). Como hijos de Dios, tenemos esta unción que proviene de Dios y esta es la garantía que estamos en la verdad, porque el Espíritu de Dios nos da testimonio a nuestros corazones que estamos en la verdad y que somos herederos de la vida eterna: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”, (Romanos 8:16-17).

 

DEBEMOS PERMANECER FIELES A ÉL ESPERANDO SU REGRESO

“Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él”.

1 Juan 2:28-29

                  Finalmente, Juan nos exhorta a permanecer fieles a Él hasta el día en que se manifieste: Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. Debemos cuidar nuestro caminar cristiano y como vemos Juan nos exhorta mucho a esto ya que como hijos de luz debemos vivir en la Luz verdadera, reprendiendo las obras de las tinieblas, porque un día nuestro Señor regresara y si andamos mal, Juan dice que podríamos huir avergonzados de Él. Nosotros los cristianos esperamos el rapto de la iglesia y por ello debemos llevar una vida cristiana que produzca mucho fruto, fruto que agrade a nuestro Señor, para que cuando la final trompeta suene, no nos quedemos al periodo de juicios que le esperan a este mundo malvado. Por eso es importante que aquel que ha nacido de nuevo, vida en justicia, de acuerdo a su palabra y en santidad para su Señor: Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él. Dios es justo, y espera que nosotros sus hijos seamos justos, o como lo dice Pedro citando el Antiguo Testamento: “Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”, (1 Pedro 1:16).

 

domingo, 19 de junio de 2022

Sin Jesús no hay vida eterna (1 Juan 2:22-25)

 

“¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna”.

1 Juan 2:22-25 

INTRODUCCIÓN

                En esta sección de versículos de su primera carta el apóstol Juan nos aclara la importancia vital que tiene el creer en Jesús, no solo como un personaje histórico o gran profeta o fundador de alguna gran religión, sino como Hijo de Dios. La verdad es que la vida eterna se encuentra en creer que Jesús es el Dios Hijo, la segunda persona de la trinidad divina que puede perdonar nuestros pecados y darnos la vida eterna, sin embargo, en este tiempo, como en el nuestro existían sectas que enseñaban lo contrario.


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Sin Jesús no hay vida eterna

UNA MENTIRA MUY ANTIGUA

“¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre”.

1 Juan 2:22-23

                He aquí el apóstol Juan desenmascara una mentira que se propagaba en sus tiempos: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo?. Entre los finales del siglo I y principios del siglo II surgió un judío llamado Cerinto, quien negaba que Dios hubiese creado el universo, más bien creía que existían muchos genios o espíritus que eran los responsables de crear el mundo y decía que el Dios del Antiguo Testamento era uno de ellos. En medio de sus herejías afirmaba que Jesús no era el Cristo, que Jesús, hijo de José y María, había recibido el espíritu de Cristo el día que se bautizó, por lo que todos los milagros que realizó fueron porque el poder del Cristo estaba con Él. Luego decía que este Cristo se había ido de regreso al Padre el día que Jesús fue crucificado. Esta secta se conoció como los cerintianos y es por esta que Juan los señalaba como unos mentirosos. Hoy en día existen sectas que niega que Jesús es el Cristo, es decir, el Mesías, el Ungido de Dios por medio del cual se hereda la vida eterna, negando también su divinidad. Los Unitarios creen que Dios el Padre no es el mismo Dios y por tanto niegan la divinidad de Jesús, otros como los testigos de Jehová, solo creen que el Padre es Dios y ven a Jesús como el primer ser creado, un gran profeta, pero menos como Dios. En este sentido, Juan llama a estas personas mentirosas y la verdad es que es una gran mentira que conduce al infierno, estos son personas que están en contra de Cristo y que quieren ponerse en lugar de Cristo al ofrecer sus doctrinas heréticas como una forma de acercarse a Dios, por ello son llamados anticristos: Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Si se niega al Hijo se niega al Padre y viceversa, no se puede creer solo en un solo miembro de la trinidad divina e ir al cielo y Jesús así lo enseño: “Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió”, (Juan 12:44-45). Jesús fue claro al decir que el único camino al Padre es por medio de Él: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”, (Juan 14:6). Por ello, Juan dice en esta carta: Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. Se cuanta una historia de un hombre millonario cuyo único hijo fue a la guerra, pero nunca volvió, en honor a él, el padre mando a hacer un cuadro con una gran pintura de su rostro. Con el tiempo el padre murió y dejo muchas posesiones y en su testamento había mandado que se subastaran sus posesiones, aquel día mucha gente llego deseando comprar durante la subasta muchas propiedades y bienes que aquel millonario había dejado. Aquel día se leyó el testamento del hombre millonario el cual establecía que antes de subastar cualquier bien, se tenia que comprar primero la pintura del retrato de su hijo, sin embargo, a la gente allí presente no le intereso y nadie ofreció precio por ella. Al pasar el tiempo, un viejo jardinero que había conocido al dueño y su hijo decidió comprar la pintura por el aprecio y recuerdo que tenia de ellos y así ocurrió, la compro ofreciendo lo más que su salario le permitía. Cuando esto paso la gente se alegro que la subasta iba a comenzar, pero la sorpresa fue que a continuación el abogado leyó el testamento una vez más donde establecía que aquel que comprara la pintura de su hijo, heredaría toda su fortuna y así aquel viejo jardinero se volvió millonario. La moraleja de esta historia es, el que tiene al Hijo tiene al Padre y hereda la vida eterna.

 

EL QUE PERMANECE EN EL HIJO TIENE LA VIDA ETERNA

“Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna”.

1 Juan 2:24-25

                Por tanto, una vez más el apóstol nos exhorta a permanecer en el mensaje que hemos conocido desde el principio y al cual hemos creído: Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Este mensaje es el mensaje original que fue anunciado por lo profetas y que Jesús y sus apóstoles enseñaron: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual, asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”, (1 Corintios 15:1-4). Cualquiera que no persevera en este mensaje se extravía y pierde la vida eterna, por ello, Juan alienta en su segunda carta a la iglesia a ni siquiera recibir en su casa a las personas que traigan falsas doctrinas: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras”, (2 Juan 9-11). Así que todo aquel que persevera en la sana doctrina permanece en el Hijo y en el Padre: Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. Esta perseverancia en la sana doctrina le asegura al cristiano que ha creído a la verdad, porque solo necesita creer en Jesús como Señor y Salvador para heredar la vida eterna la cual es una promesa que Él nos ha hecho: Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna. A lo mejor aquí Juan recordó las palabras de su Maestro que trae a nuestro corazón la seguridad de nuestra salvación, porque hemos creído en Él: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida”, (Juan 5:25).

 

Una labor que continuaría (Hechos 1:1-5)

 

“En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”.

Hechos 1:1-5

INTRODUCCIÓN

               Con estos cinco versículos, Lucas se introduce a su segunda obra literaria inspirada por el Espíritu Santo que hoy conocemos como Hechos de los apóstoles. El libro de Hechos es visto como una continuación de los evangelios que narran la vida y obra de nuestro Señor Jesucristo y un preludio antes de las epístolas, de tal forma que en nuestras biblias esta muy bien ubicado. Hechos nos presentara parte de la historia de la iglesia del primer siglo y de cómo ésta a través del poder del Espíritu Santo continuaron con la obra que nuestro Señor inicio en esta tierra.

 

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Una labor que continuaría

PRUEBAS HISTÓRICAS QUE NADIE PUEDE NEGAR

“En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días…”

Hechos 1:1-3

                Una vez más Lucas escribe a Teófilo, posiblemente un funcionario romano, la segunda parte de su obra, dejando claro que el Evangelio según Lucas fue la primera que le dirigió y en ella se propuso presentarle todo lo referente al nacimiento, vida, obra, muerte, resurrección y ascensión de Cristo: En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba. En su evangelio, Lucas es el único que nos relata la ascensión de Cristo a los cielos: “Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que, bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo. Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén”, (Lucas 24:50-53). Con estas palabras finaliza el evangelio según Lucas, pero esta historia relatada aquí no termina, sino la evangelista continua la segunda parte a través de su libro de Hechos. Sin Hechos a lo mejor la historia estuviera inconclusa porque cualquiera que leyera los evangelios se preguntaría ¿qué fue de los discípulos después de la resurrección de Cristo y su ascensión a los cielos? ¿Sería que después que Jesús ascendió a los cielos los discípulos quedaron solos y al morir estos todo terminó? Bueno, estas y otras preguntas tienen su respuesta en el libro de los Hechos. Ahora bien, Lucas deja claro que todo lo que ha relatado en su evangelio es un relato histórico real comprobable a través de testigos y hechos indubitables que nadie puede negar: después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días. La resurrección de Cristo es un hecho histórico, no se trata de una fábula o cuento judío que no se puede comprobar y las pruebas de su resurrección fueron tan contundentes que se fundamentan en el testimonio de testigos que lo vieron y palparon después de su resurrección, y como Lucas dice aquí en Hechos, se les apareció a sus discípulos durante 40 días. A parte de este testimonio, en 1 Corintios también Pablo nos habla acerca de los testigos que comprobaron la resurrección de Cristo al presenciarlo con sus propios ojos: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí”, (1 Corintos 15:3-8).

En este sentido podemos entender que Jesús es un personaje histórico que realmente existió y a parte de los evangelios que nos narran su vida y obra tenemos el testimonio de otros historiadores antiguos que lo mencionan en sus escritos. Por ejemplo, tenemos al famoso historiador judío Flavio Josefo, el cual en su obra Antigüedades: “Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, si es lícito   llamarlo hombre, porque realizó   grandes milagros y   fue   maestro   de   aquellos hombres   que   aceptan   con   placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y muchos gentiles.  Era el Cristo.   Delatado por los   principales de los   judíos, Pilatos lo condenó a la crucifixión.  Aquellos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo, porque se les apareció al tercer día resucitado; los profetas habían anunciado   éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él. Desde entonces hasta la actualidad existe la agrupación de los cristianos”.  A parte de esto también tenemos el testimonio de Tácito, un historiador y político romano que afirmó la existencia de Jesús en su obra Anales: “En consecuencia, para deshacerse de los rumores, Nerón culpó e infligió las torturas más exquisitas a una clase odiada por sus abominaciones, quienes eran llamados cristianos por el populacho. Cristo, de quien el nombre tuvo su origen, sufrió la pena máxima durante el reinado de Tiberio a manos de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato, y la superstición muy maliciosa, de este modo sofocada por el momento, de nuevo estalló no solamente en Judea, la primera fuente del mal, sino incluso en Roma…”. Hoy por hoy sabemos que Jesús se encarnó y realizo muchas obras maravillosas, obras que Lucas le presentó a Teófilo en su evangelio basado en pruebas que no podían desmentirse.

 

UNA OBRA QUE JESÚS INICIÓ 

“… y hablándoles acerca del reino de Dios”.

Hechos 1:3

                En su evangelio Lucas nos relata una obra que Jesús inició, la de proclamar el reino de Dios: y hablándoles acerca del reino de Dios. Es interesante ver que, entre los evangelios, Lucas fue el que más hablo acerca del tema del reino de Dios entre su evangelio y Hechos. En Mateo vemos que cuando Jesús inició su ministerio en Galilea, lo primero que decía era: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, (Mateo 4:17). Por ser judío Mateo prefiere usar el termino reinos de los cielos en lugar de reino de Dios, por la reverencia que ellos tienen de pronunciar el nombre de Dios, pero en Lucas vemos como Jesús hablo mucho acerca del reino de Dios, por ejemplo, vemos el deseo del Señor de predicar del reino de Dios en todas las partes de Israel: “Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado. Y predicaba en las sinagogas de Galilea”, (Lucas 4:43-44). También afirmaba que el reino de Dios les pertenecía a los pobres de espíritu: “Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios”, (Lucas 6:20).  También sus 12 apóstoles le acompañaron en esta tarea: “Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él”, (Lucas 8:1). También envió a los 12 a predicar el reino de los cielos: “Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos”, (Lucas 9:2). Les exhortó a buscar el reino de Dios para que todas las cosas les fueran ayadidas: “Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas”, (Lucas 12:31). Ahora bien, ¿Qué es el reino de Dios? Es el cumplimiento de su voluntad en esta tierra, es vivir de acuerdo a sus preceptos y principios establecidos en su palabra, es vivir bajo su gobierno, donde Él es nuestro único rey. Por ello Jesús les enseño a sus discípulos a orar pidiendo porque viniese el reino de Dios a esta tierra por medio de que en esta tierra se hiciere su voluntad, tal y como se hace en el cielo: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, (Mateo 6:10). Por tanto, Jesús inició esta maravillosa obra, acercar el reino de Dios a los hombres a través de la presentación del mensaje del evangelio y ahora esta obra continua a través de su iglesia.


UNA OBRA QUE CONTINÚA A TRAVÉS DE SU IGLESIA

“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”.

Hechos 1:4-5

             Que hermoso es saber que esta gloriosa obra de acercar a los hombres al reino de Dios a través de la proclamación del evangelio no termino con Jesús ascendiendo a los cielos, sino que continuaría a través de su iglesia hasta el fin de los tiempos: Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Las primeras palabras del versículo 4 son algo extrañas si las traducimos literalmente al español. Casiodoro de Reina las tradujo como: Y estando juntos, y en el griego dicen: kai sunalizo (καί συναλίζω), y literalmente dice sentarse a comer sal. La sal era un elemento básico para darle sabor a la comida y posiblemente se trate de un hebraísmo que sugiere sentarse a la mesa a comer juntos, por ello la NVI traduce este versículo: “Una vez, mientras comía con ellos…”, (Hechos 1:4, NVI). Por tanto, lo más seguro es que cuando Jesús les dio estas instrucciones estaba sentado con ellos alrededor de la mesa, comiendo. Aquí el Señor les dice que ellos continuarían con la labor de proclamar el evangelio, pero antes de eso tenían que ir a Jerusalén y esperar allí la promesa del Espíritu Santo la cual habían oído de Él: “Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”, (Juan 14:25-26). Esta promesa ya había sido prometida a través de los profetas del Antiguo Testamento: “Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos”, (Isaías 44:3). Y prácticamente Jesús les esta diciendo que ellos serian bautizados con el Espíritu Santo: Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. La palabra bautismo se traduce del griego baptidso (βαπτίζω), que literalmente significa sumergir a alguien en una sustancia, y así como Juan había bautizado a sus discípulos en agua, sumergiéndolos en ella, así Jesús bautizaría a sus discípulos con el Espíritu Santo, es decir, los sumergiría en su poder para que en ese poder y autoridad cumpliesen con la gran comisión que les había encargado. De esta forma el Señor le encargaba la labor de continuar con su obra en esta tierra, pero antes tenían que ir a Jerusalén a esperar la promesa del Espíritu Santo.


domingo, 12 de junio de 2022

Cuidado con los anticristos (1 Juan 2:18-21)


“Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad”.

1 Juan 2:18-21

 

INTRODUCCIÓN

                 En esta oportunidad el apóstol Juan nos habla acerca de los últimos tiempos, el anticristo y los anticristos que están surgiendo y que salen de en medio de la iglesia. Recordemos que Juan escribió esta carta precisamente para hacer frente a las herejías que estaban surgiendo en su tiempo y querían alejar a los cristianos de la verdad, ahora, el apóstol les recordara que están viviendo en los ultimo tiempos y que muchos que estuvieron en la iglesia ahora se habían convertido en promotores de la mentira.

 

anticritos
Cuidado con los anticristos


LOS ÚLTIMOS TIEMPOS

 “Hijitos, ya es el último tiempo…”

1 Juan 2:18

              En este versículo el apóstol Juan nos habla de que ya es el último tiempo, pero ¿a qué se refiere cuando dice que es el último tiempo? Para ellos, el ultimo tiempo o los postreros días serian aquellos últimos años de la historia donde la iglesia tendrá su tiempo de desarrollo en medio de gran oposición que van desde pentecostés hasta el momento que inicie la gran tribulación. Este tiempo inicio en el día de Pentecostés, ya que de acuerdo al profeta Joel, seria el tiempo donde el Espíritu Santo se derramaría sobre toda carne: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días”, (Joel 2:28-29). Ahora, Pedro es quien nos confirma que estos tiempos postreros iniciaron en el día de Pentecostés que fue cuando el Espíritu Santo vino sobre la iglesia: “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”, (Hechos 2:14-18). Por tanto, muchos opinan que los postreros días inician en el día de Pentecostés y estos tiempos se caracterizarán por el surgimiento de gran apostasía: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”, (1 Timoteo 4:1), por ello Pablo los llamo tiempos peligrosos, ya que podía desviar de la verdad a las personas: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”, (2 Timoteo 3:1-5). Por otro lado, si bien es cierto que los postreros días se caracterizaran por el surgimiento de la apostasía, también será el tiempo donde la iglesia del Señor se levantara y proclamara la verdad del evangelio donde muchos serán salvos por la fe en Cristo: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”, (Hebreos 2:1-2). Por todo este es que Juan les escribía a los cristianos de su tiempo diciendo: Hijitos, ya es el último tiempo.

 

EL ANTICRISTO

 “… y según vosotros oísteis que el anticristo viene…”

1 Juan 2:18

                Juan les recuerda a los creyentes de su tiempo que estaban viviendo en el último tiempo y según habían oído, el anticristo venia: … y según vosotros oísteis que el anticristo viene… con esto, el apóstol se refiere específicamente al personaje que aparecerá al inicio de la gran tribulación y que por obra de Satanás se levantará en lugar de Cristo para gobernar al mundo y traer una paz ficticia. El término anticristo proviene de dos palabras compuestas en idioma griego que son: anti (ἀντί), que significa “en contra de” o “en lugar de”, y jristos (χριστος), que significa Cristo. En este sentido, el anticristo es una persona que se opone a Cristo y quiere tomar el lugar de Cristo engañando a las personas para que lo sigan. En la Biblia, Juan es el único que lo llama anticristo en sus cartas, luego Pablo lo llama el hombre de pecado e hijo de perdición: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”, (2 Tesalonicenses 2:3). Este es aquel inicuo que viene por obra de Satanás para engañar a muchos para su propia perdición: “Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos”, (2 Tesalonicenses 2:8-10). Y en el libro del Apocalipsis se describe como el primer jinete que monta el caballo blanco: “Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer”, (Apocalipsis 6:2) y la bestia que surge de los mares: “Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo”, (Apocalipsis 13;1). Este es visto por Daniel como el pequeño cuerno que habla grandes blasfemias en contra de Dios: “Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas”, (Daniel 7:8).

De esta forma se espera que el anticristo aparezca justo cuando la iglesia sea levantada de esta tierra cuando el rapto ocurra: “Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida”, (2 Tesalonicenses 2:6-8). Ahora, durante todo este tiempo de historia de mas de 2000 años en el que la iglesia ha estado en esta tierra se les ha llamado anticristos a muchas personas y si bien es cierto, muchos de estos se han acercado al carácter diabólico y dictador que este gobernador mundial tendrá, el verdadero anticristo aun no se ha manifestado. Así en la historia han existido personas como Nerón, Antíoco IV Epífanes, Napoleón Bonaparte, Mussolini y Adolfo Hitler que han sido identificados como anticristos, pero estos solo son modelos que se han acercado al carácter y obra que el verdadero anticristo hará en esta tierra.

 

CUIDADO CON LOS ANTICRISTOS

“… así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros”.

1 Juan 2:18-19

                 Además de todo esto, el apóstol advierte del surgimiento de otros muchos anticristos que habían surgido los cuales habían salido de en medio de ellos: … así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Si consideramos el significado que la palabra anticristos tiene, podemos entender que Juan se refiere a todos aquellos que han tratado de colocarse en lugar de Cristo, como unos sustitutos de Cristo que prometen llevar a las personas a la vida eterna a través de introducir doctrinas erradas. Estos, de acuerdo a Juan, se caracterizan porque salieron de nosotros, es decir, fueron cristianos, pero se desviaron con enseñanzas tergiversadas de la palabra de Dios. Muchos creyéndose cristianos militaron como cristianos, perteneciendo a una iglesia, pero la verdad es que nunca fueron salvos, porque de lo contrario hubiesen permanecidos con Cristo: Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. El surgimiento de falsos maestros es un problema que ha estado presente en la iglesia desde sus mismos comienzos, de hecho, Pablo les advirtió a los ancianos de Éfeso que tuvieran cuidado porque de entre ellos se levantarían los lobos rapaces que no perdonarían a la iglesia: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”, (Hechos 20:28-30). Hoy en día vemos que existen muchas sectas que han salido de entre los cristianos con supuestos iluminados que se proclaman profetas o maestros iluminados que traen un nueva revelación contraria a la sana doctrina, así tenemos a Elena de With quien fundo el movimiento de los Adventistas del Séptimo Día, Charles Russell quien fundo el movimiento de los Testigos de Jehová o Joseph Smith quien fundo la Iglesia de los Santos de los Últimos Días o mormones, todos estos conocieron el evangelio pero se desviaron con doctrinas erradas que conducen al infierno.

 

VIVIENDO EN LA VERDAD DE DIOS

“Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad”.

1 Juan 2:18-21

                Juan les escribe estas cosas a sus lectores sabiendo que ellos ya conocen la verdad y no deben creer en las mentiras de los anticristos, además les dice que ellos ya tienen la unción del Santo. La palabra unción se traduce de la palabra griega crisma (χρίσμα), la cual hace referencia a un acto por el cual la persona es sumergida o su cuerpo es ungido por algún tipo de ungüento o aceite, tal y como lo hacían en el Antiguo Testamento con los reyes o sacerdotes que eran ungidos desde la cabaza hasta los pies con un aceite especial como símbolo de la envestidura de autoridad que Dios le estaba dando. En este sentido, el creyente es ungido por el poder del Espíritu Santo que es el sello de pertenencia de Dios y a parte de esto, poseen la verdad del evangelio que les muestra el camino correcto a seguir y no les permite creer en doctrinas erradas.


domingo, 5 de junio de 2022

El trasfondo del Libro de Hechos de los Apóstoles

 

“En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar”.

Hechos 1:1


INTRODUCCIÓN

                  El libro de los Hechos de los Apóstoles es uno de los libros maravillosos de las Sagradas Escritura, primero, porque presenta a Cristo resucitado. Al estudiar los evangelios vemos que cada uno de ellos nos presenta una faceta diferente de la persona de nuestro Señor Jesús, así, Mateo presenta a Jesús como el Mesías Rey, Marcos lo presenta como el Siervo de Dios, Lucas presenta al Señor como el Hombre perfecto y Juan nos enseña que Jesús es Dios, luego viene Hechos y presenta a Jesús resucitado y lleno de gloria. Luego podemos decir que el libro de los Hechos de los Apóstoles es la continuación de la obra que Cristo inicio en los evangelios y que cumplirá ahora a través de su iglesia. En Hechos todo cobra más sentido, nuestro Señor ha resucitado y esta listo para ascender a los cielos, pero antes comisiona a su iglesia y le da la autoridad y poder para poder continuar con su obra en esta tierra para que en su nombre se predique el evangelio a toda criatura para perdón de pecados. También, Hechos nos muestra cómo el Espíritu Santo respalda a la iglesia a través de su poder glorioso y las señales que son realizadas en medio de su iglesia durante la realización de su obra. Stanley M Horton dijo que este libro debió haberse llamado “Los Hechos del Señor Resucitado por el Espíritu Santo en la Iglesia y a través de ella”. Finalmente, este es un libro histórico que nos da una gran comprensión de cómo era la vida de los primeros cristianos, lo cual es una joya valiosísima. Sin embargo, este libro histórico posee un detalle más que no se encuentra presente en los otros libros históricos del Antiguo Testamento. Los libros históricos del Antiguo Testamento nos narran el fracaso de Israel al sujetarse a la voluntad de Dios, vemos en ellos altos y bajos, así como un gran periodo de decadencia espiritual y termina en el cautiverio, y aun después de este, vemos a un pueblo que constantemente tropezaba en su camino a la obediencia a Dios, pero en Hechos vemos todo lo contrario, vemos a hombres sencillos y sin letra llenos del Espíritu Santo, testificando con valentía y dispuestos a morir por la causa de su Señor, vemos a una iglesia que prevalece en medio de persecuciones y el respaldo de Dios para que en el nombre de Jesús se realicen señales y maravillas. Por esto y mucho más, el Libro de los Hechos de los Apóstoles es un libro que todo cristiano debe leer y estudiar con la plena certidumbre que será de gran edificación en nuestras vidas.

Hechos
El trasfondo del Libro de Hechos de los Apóstoles

AUTOR Y DESTINATARIO DEL LIBRO DE HECHOS DE LOS APÓSTOLES

                  Si consideramos primero la evidencia interna en cuanto a la autoría del libro de Hechos de los Apóstoles, podemos decir que fue Lucas quien lo escribió para Teófilo: En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar. Si nos damos cuenta, este Teófilo es el mismo al cual Lucas le escribe en su evangelio: “Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo”, (Lucas 1:1-3). No se sabe si desde el principio que inicio su obra del evangelio ya tenia en mente escribir Hechos, o si fue algo que surgió posteriormente, pero lo que sí se ve es la forma de cómo complementa la historia de la obra que Jesús inicio y se ve en los evangelios. Lucas es conocido como un colaborador de Pablo en su obra evangelista: “Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores”, (Filemón 24), este de acuerdo a Hechos fue un fiel colaborador que lo acompaño a lo largo de sus viajes misioneros lo cual se deja ver en el hecho de que cuando escribía utilizaba el “nosotros” para hacer referencia a los acontecimientos que ocurrían: “Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio”, (Hechos 16:9-10). Fue conocido también como el medico amado: “Os saluda Lucas el médico amado, y Demas”, (Colosenses 4:14). En cuanto a la evidencia externa que testifica que Lucas es el autor de Hechos, tenemos el canon muratoriano que es un fragmento antiguo que posee una lista que data de 170 d.C. donde se citan varios libros de la Biblia que la iglesia primitiva consideraba canónicos y entre ellos se menciona que Lucas era el autor de Hechos. Además de esto, alrededor del año 185 d.C. Ireneo de Lyon afirmó que Lucas era el autor de Hechos, así como lo hicieron Clemente de Alejandría, Orígenes y Tertuliano en el siglo III.

Ahora bien, tanto el evangelio según Lucas como Hechos están relacionados en el sentido que están dirigidos a la misma persona, Teófilo, pero, ¿quién era este hombre? El nombre de Teófilo se traduce del griego Zeófilos (Θεόφιλος), que literalmente significa amigo de Dios, lo cual sugiere que este hombre a quien Lucas escribe era posiblemente un cristiano u hombre piadoso interesado en conocer de Jesús. Además, el titulo a que Lucas utiliza en su evangelio para referirse a él, excelentísimo, se traduce del griego kratistos (κράτιστος), el cual hace referencia a un hombre que goza de un titilo de dignidad y honra, por lo que se pudiera decir que era probable que Teófilo era un funcionario del imperio romano.

FECHA Y LUGAR DONDE FUE REDACTADO

                 Se considera que las fechas más temprana en la que pudo haber sido escrito el libro de Hechos es entre el año 62 d.C. y el 64 d.C. Fue en el año 62 d.C. que Pablo es liberado de su prisión domiciliar en Roma, de acuerdo a Hechos: “Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento”, (Hechos 28:30-31). Para poder escribir el libro de los Hechos, Lucas tuvo que haber escrito primero su evangelio, pero no antes del 60 d.C. que fue cuando Marcos escribió el evangelio según Marco y haberlo tomado de referencia para escribir el suyo. Además, Lucas había sido compañero de Pablo y lo había acompañado a todos sus viajes misioneros ya estaba en capacidad de comenzar su obre de Hechos de los apóstoles. Por otro lado, de acuerdo a Hechos 28:31, Pablo predico el evangelio en Roma abiertamente y sin impedimento, lo que sugiere que no hubo oposición de parte del Imperio, lo cual a su vez sugiere que Roma aún no había sido quemada por Nerón y aun no se había desatado la persecución en contra de los cristianos, por lo que es lógico pensar que Lucas no escribió el libro de los Hechos después del 64 d.C. porque de lo contrario, hubiese plasmado en su obra la persecución que Roma desato en contra de los cristianos. En cuanto al lugar en dónde fue escrito el libro de los Hechos no hay una posición firme al respecto. Algunos creen que pudo haberlo escrito en partes mientras viajaba con Pablo por la forma de cómo usa el “nosotros” en algunos de sus relatos, otros opinan que pudo haber sido escrito en Roma durante los dos años de encarcelamiento domiciliario de Pablo, o posiblemente fue en otro lugar, como sea, es difícil definir el lugar en donde esta obra fue escrita.

ESTILO LITERARIO Y PROPÓSITO DEL LIBRO

                 En cuanto a Hechos de los Apóstoles, podemos decir que Lucas utilizó un estilo descriptivo histórico para registrar fielmente los acontecimientos ocurridos después de la resurrección de Cristo. Su redacción es precisa, con una excelente gramática griega que lo clasifica como una gran obra literaria. En este sentido, ambas obras, el evangelio según Lucas y Hechos están íntimamente relacionados y poseen una total continuidad. Por un lado, ambas obras fueron dirigidas a Teófilo, el evangelio según Lucas se enfoca en relatar la vida, obra, muerte y resurrección de Cristo, tal y como se anuncia en su parte introductoria: “Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido”, (Lucas 1:1-4). Luego, pareciera que la segunda parte del evangelio según Lucas es Hechos, ya que en su introducción al mismo lo deja muy claro: “En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”, (Hechos 1:1-5). De esta forma, Hechos continua el relato histórico de cómo la iglesia continuó haciendo la obra de Cristo en esta tierra con la ayuda del Espíritu Santo, mostrándonos al mismo tiempo cómo fueron los inicios de la iglesia, su avance misionera alrededor del mundo, especialmente a través de la vida de Pablo, el mover del Espíritu Santo respaldando a la iglesia con esta misión, sus costumbres y vida en comunidad.

BOSQUEJO DE HECHOS DE LOS APÓSTOLES


1.      El prefacio (Hechos 1:1-5).

2.      La iglesia antes del Pentecostés (Hechos 1:6-26).

3.      La iglesia en Jerusalén (Hechos 2-7).

4.      La iglesia en Palestina (Hechos 8-11:18).

5.      La iglesia en Antioquía (Hechos 11:19–13:3).

6.      El primer viaje misionero de Pablo (Hechos 13:4–14:28)-

7.      El Concilio en Jerusalén (Hechos 15:1–35).

8.      El segundo viaje misionero de Pablo (Hechos 15:36-18:22).

9.      El tercer viaje misionero de Pablo (Hechos 18:23-21:16).

10.   Pablo en Jerusalén y Cesarea (Hechos 21:17-26:32).

11.   Viaje a Roma (Hechos 27-28).