“Porque nunca la profecía
fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron
siendo inspirados por el Espíritu Santo”.
2 Pedro 1:21
INTRODUCCIÓN
El
termino canon proviene de la palabra griega kanon
y en su sentido original significa caña, más
tarde fue utilizada de vara larga que
se utilizaba los albañiles y carpinteros para medir, tal y como lo vemos en
Ezequiel: “Me
llevó allí, y he aquí un varón, cuyo aspecto era como aspecto de bronce; y
tenía un cordel de lino en su mano, y una caña de medir; y él estaba a la
puerta”, (Ezequiel 40:3), o en Apocalipsis “El que hablaba conmigo tenía una caña de
medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro”,
(Apocalipsis 21:15). Por esta razón, con el tiempo la palabra canon se utilizó
metafóricamente para identificar las normas o patrones que sirven para regular
o medir. Por tanto, el canon bíblico corresponde a aquel grupo de libros que
son considerados inspirados por Dios dentro de las Sagradas Escrituras. Por
otro lado, los libros canónicos son aquellos en los cuales tenemos que basar
nuestra norma de fe y conducta, considerando que Dios ha hablado por medio de
ellos. J. Oliver Buswell Jr., lo define de la siguiente manera: “La canonicidad
de la Biblia es la cualidad o carácter de las Escrituras por el cual son
nuestra regla de fe y vida, como la Palabra infalible de Dios. Así, canonicidad
es equivalente a autoridad, la divina autoridad de las Escrituras”.
El Canon Bíblico |
Ahora bien, surge la pregunta: cómo los libros
llegaron a ser canónicos y cuáles son. Es importante comprender que los libros
de la Biblia no llegaron a ser canónicos por la acción de un hombre, o que lo
fueron a partir de una fecha determinada. El libros de la Biblia fueron
canónicos desde el mismo momento que los hombres los escribieron por inspiración
del Espíritu Santo. Con el tiempo los hombres descubrieron su canonicidad. El
apóstol Pedro dice: Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino
que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
Los libros bíblicos fueron elaborados, no porque un hombre así lo decidiese,
aunque fue el instrumento que Dios uso para tal fin, sino que fueron inspirados
por Dios. El teólogo Charles Ryrie lo explica de una mejor manera: “Es esencial
recordar que la Biblia se autentica a sí misma, puesto que sus libros fueron
aspirados por Dios (2 Timoteo 3:16). En otras palabras, los libros eran
canónicos en el momento que fueron escritos. No fue necesario esperar hasta que
los varios concilios pudiesen examinar los libros para determinar si eran
aceptables o no. Las personas y los concilios solamente reconocieron y
declararon lo que es verdadero por la inspiración intrínseca de los libros tal
como fueron escritos. Ningún libro de la Biblia fue hecho canónico por la acción
de algún concilio de la iglesia”. Sin embargo, los concilios
ayudaron a organizar y comprobar cuáles de todos los libros iban a ser
considerados por inspirados por Dios, hasta llegar a los 66 libros que hoy por
hoy constituyen el canon bíblico.
Resumiendo todo, el canon bíblico tiene como
objetivo identificar y conservar los libros inspirados por Dios, impedir que la
revelación bíblica sufra alteraciones y brindar a los cristianos la oportunidad
de conocer y vivir la palabra de Dios.
EL CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Los
judíos fueron muy diligentes en la conservación y celo del canon hebreo. Aunque una tradición judía le atribuye a Esdras
el trabajo de recopilar los libros sagrados durante el tiempo del exilio e
iniciar con el proceso de su clasificación, también existe otra teoría que
afirma que no fue sino hasta el concilio de Jamnia, celebrado después de la caída
del segundo templo en el año 70 que algunos judíos se reunieron y se preocuparon
por evaluar y validad la inspiración divina de estos libros, siendo los libros
de Ester, Eclesiastés, y Cantar de los Cantares aquellos cuya canonicidad más
se discutió. Finalmente,
llegaron a establecer su canon hebreo dividido en tres partes y sumando un
total de 24 libros, contrario a los 39 que nosotros tenemos ya que consideraron
algunos libros como uno solo, diferentes a nosotros que los dividimos en
primero y segundo. La primera sección es conocida como Tora, que corresponden a los libros de la ley
de Moisés o Pentateuco e incluyen Génesis,
Éxodo, Levítico, Números y
Deuteronomio. La segunda división es conocida como Nebiim (profetas
en español), y se subdivide en Profetas Anteriores en los que
figuran Josué, Jueces, Reyes y Samuel
(Estos últimos son un solo volumen), y los Profetas Posteriores: Isaías, Jeremías, Ezequiel y el Libro de
los Doce (los doce profetas menores). La tercera división de la Biblia
Hebrea es el Ketubim (escritos), la cual incluye once libros: Salmos, Proverbios y Job, el Megilot o rollos que comprenden Cantar de los Cantares, Rut, Lamentaciones,
Eclesiastés y Ester. Finalmente, se agregan Daniel, Esdras-Nehemías y Crónicas (estos últimos contaban como un
solo libro.
Si consideramos los libros que ellos ven unidos como
los Doce, Crónicas, Reyes, Samuel y Esdras-Nehemías, veremos que son
exactamente los 39 que nosotros tenemos en nuestra Biblia, pero ellos lo
presentan en un total de 24. Veamos las diferencias entre ambas
clasificaciones.
Biblia Hebrea
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Biblia Cristiana
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Tora:
Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio
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El
Pentateuco:
Génesis,
Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio
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Nebiim:
Profetas
Posteriores: Josué,
Jueces, Reyes y Samuel
Profetas
Anteriores: Isaías,
Jeremías, Ezequiel y el Libro de los Doce (los doce profetas menores
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Libros Históricos:
Josué,
Jueces, Rut, 1 Samuel, 2 Samuel, 1 Reyes, 2 Reyes, 1 Crónicas, 2 Crónicas,
Esdras, Nehemías y Ester.
Libros Poéticos:
Job, Salmos,
Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares.
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Ketubim:
Salmos, Proverbios y Job, Cantar de los Cantares,
Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Ester. Daniel,
Esdras-Nehemías y Crónicas
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Libros
Proféticos:
Profetas Mayores:
Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel y Daniel,
Profetas Menores: Oseas,
Joel, Amos, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo,
Zacarías, y Malaquías.
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Es interesante ver como Jesús hablo de esta división
durante su ministerio. En Lucas hace una referencia a las tres divisiones,
considerando que en ocasiones al Ketubin
se le llamaba los Salmos ya que era el que encabezaba el grupo y el más
voluminoso: “Y
les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que
era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de
Moisés (la Tora), en los profetas (Nebiim) y en los salmos (Ketubin)”, (Lucas
24:44). Otros ven en el relato de Lucas 11:51 la extensión de la división de la
Biblia Hebrea, desde el primer libro (Génesis), hasta el último, Crónicas.
Respecto a esto, Charles Ryrie comenta: “Aquí el Señor afirmó algo definitivo tocante a la
extensión del canon del Antiguo Testamento que El aceptaba. Al condenar a los
líderes del pueblo judío por matar a los mensajeros de Dios a través de su
historia, El los acusó de ser culpables de derramar la sangre de todos los
justos desde Abel hasta Zacarías. Ahora bien, el homicidio de Abel se narra en
Génesis 4, y el de Zacarías en 2 Crónicas 24, que fue el último libro en el
arreglo del canon hebreo (como Malaquías lo es en nuestro arreglo)”.
A parte de todo esto, existen alrededor de 250 citas del Antiguo Testamento en
el Nuevo Testamento que validan su influencia divina, citando todos los libros
del canon hebreo a excepción de Esdras, Nehemías, Cantar de los Cantares, Ester
y Eclesiastés.
EL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO
Respecto
al canon del Nuevo Testamento, fueron los padres apostólicos que elevaron sus
escritos al mismo nivel que las Escrituras del Antiguo Testamento, basados en
su autoridad apostólica (como Mateo, Juan, Pablo, Pedro o Santiago), y otros,
se cubrieron bajo la sombra de un apóstol (como Marcos o Lucas), sin perder la
armonía con el Antiguo Testamento en cuanto a doctrina. Posteriormente, estos escritos fueron
ratificados por los padres de la iglesia primitiva como Sagradas Escrituras y
llegaron a gozar de grande aceptación entre la comunidad cristiana.
A finales del Siglo I la obra cristiana 1 Clemente
ratifico en sus escritos que al igual que el Antiguo Testamento, los escritos
apostólicos eran igualmente inspirados por Dios. Ignacio obispo de Antioquia
declaro en su obra Esmirna, que los
evangelios eran al igual que el Antiguo Testamento un remedio contra la herejía.
Justino Mártir entre sus escritos propuso leer las cartas de los apóstoles en
los cultos. Papias y Taciano compusieron sus obras basadas en los cuatro
evangelios. Adicionalmente, Marcio, un hereje del 140d.C., incluyó en su canon
solamente a Lucas y diez de las epístolas de Pablo; lo cual demuestra, a lo
menos, que a esta fecha tan temprana, ya se estaban coleccionando los escritos
de Pablo. En el 185 d.C., Ireneo cito como canónicos 22 libros del Nuevo
Testamento, incluyendo el Pastor de Hermas, teniendo sus reservas con Hebreos,
3 Juan, 2 Pedro, Santiago y Judas. Tertuliano llego a afirmar la canonicidad de
los cuatro evangelios, mas no el de las cartas. Finalmente, fue en el Concilio
de Cartago celebrado en el 397 d.C. que se llegó a establecer la canonicidad de
los 27 libros del Nuevo Testamento.