sábado, 28 de mayo de 2022

Un mensaje para toda edad (1 Juan 2:12-14)

 

“Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno”.

1 Juan 2:12-14

INTRODUCCIÓN

                 Al continuar nuestro estudia a través de esta carta, el apóstol Juan dirige su mensaje a tres grandes grupos de creyentes dentro de la comunidad cristiana, los padres, los jóvenes y los hijitos o niños. Esto nos hace pensar por un momento en que el evangelio de Jesucristo es un mensaje para todas las edades. Aunque el texto es conocido por su dificultad de interpretación en cuanta al verdadero significado de lo que el apóstol quiso decir y de su estructura gramatical griega, lo cierto es que al leerlo y ver que se dirige a estos tres grupos de personas nos hace pensar que este mensaje no solo es para los viejos, sino para toda aquel que pueda creer en él, sin distinguir su edad.

 

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Un mensaje para toda edad


TRES GRUPOS A LOS QUE JUAN ESCRIBE

“Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre”.

1 Juan 2:12-13

                 Ya Juan les ha hablado a sus lectores acerca de los temas de la luz y el amor, y de cómo los que han llegado a conocer a Cristo deben vivir en luz y amor, porque el Señor es luz y amor. Ahora, el apóstol se dirige a sus lectores haciendo una pequeña división en cuanto a quiénes eran aquellos grupos en los que estaba dividida la comunidad cristiana: Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Por un lado, viene y le escribe a los “hijitos”: Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. La palabra hijito se traduce del griego teknion (τεκνίον), que significa infante o niño pequeño, lo cual hace pensar a algunos que Juan se esta dirigiendo a niños, aunque también es cierto que esta palabra “hijitos” es usada para referirse de una manera cariñosa a adultos cristianos. Si nosotros lo interpretamos que se dirige a niños pequeños, se dice que estos se les ha perdonado sus pecados por el nombre de Jesús. Una de las primeras bendiciones del cristianismo es que Jesús puede perdonar los pecados de todos aquellos que se arrepienten de sus pecados y creen en su nombre, de esta forma, el hombre viene a Cristo para recibir este perdón divino. Ahora bien, de la misma forma de cómo el hombre adulto tiene la necesidad de venir a Cristo para que sus pecados le sean personados, también los niños, por muy inocentes e ingenuos que sean a su edad, necesitan venir a Cristo. Generalmente, los niños son un grupo que a veces los adultos no le dan mayor importancia como a la evangelización de los adultos, pero así como el adulto necesita conocer el mensaje del evangelio, también el niño necesita conocer el amor de Cristo para que sus pecados les sean perdonados y somos nosotros los adultos los responsables de acercarlos a Cristo y su palabra para que esta haga su obra transformadora en ellos, por eso Jesús les dijo a sus discípulos: “Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les reprendieron. Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos”, (Mateo 19:13-14). Si nos damos cuenta, cuando le llevaron a Jesús unos niños para que orase por ellos, sus discípulos comenzaron a reprenderlos ya que era una molestia en aquel entonces para un rabino que los niños los molestaran, pero no así para el Señor y por eso les pidió que no les impidieran a los niños acercarse a Él y de la misma manera nosotros no debemos impedir que los niños se acerque al Señor, sino al contrario, debemos presentarles de manera sencilla el mensaje de Cristo y la necesidad de que nuestros pecados sean perdonados. En la Biblia encontramos esta maravillosa promesa de que la instrucción cristiana dada a nuestros niños no quedará sin dar frutos: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”, (Proverbios 22:6).

            En segundo lugar, Juan se dirige a los padres: Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. La palabra padre se traduce del griego patér (πατήρ) que significa precisamente eso, padre, como alguien quien ha llegado a casarse y tiene hijos. A estos se les dice que ellos han llegado a conocer Dios, como un símbolo de su madures espiritual. Como padres, se espera que sean personas más maduras no solo en los aspectos cotidianos y familiares, sino también en la parte espiritual. Nosotros que hemos creído en Jesús es importante que lleguemos a conocer mejor a Dios a través del estudio de su palabra y establecer una verdadera comunión con el Espíritu Santo. Cuando es así, y conocemos a Dios por medio del conocimiento de la Biblia, nuestra percepción de Dios cambia, le conocemos mejor, conocemos sus atributos, sus características, lo que le agrada y desagrada, sus intenciones hacia nosotros y sobre todo esto adquirimos sabiduría y principios para la vida, llegando así conocer mejor a Dios, por eso Pedro nos exhorta a: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo…”, (2 Pedro 3:18). Finalmente, Juan se dirige a los jóvenes: Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. La palabra joven se traduce del griego neaniskos (νεανίσκος), que literalmente hace referencia a un joven. Los jóvenes generalmente es un grupo muy criticado en las congregaciones ya que por un lado pertenecen a un grupo generacional totalmente diferente al de los adultos o viejos y, por otro lado, los jóvenes atraviesan muchas dolencias propias de la adolescencia, sin embargo, Juan les escribe a ellos diciendo que aun este grupo puede ser alcanzado por Cristo y vencer al maligno. La juventud es una etapa donde muchas tentaciones trata de seducirnos para llevarnos por muchos caminos que conducen a la perdición, de allí que también los jóvenes necesitan conocer el mensaje del evangelio y por medio de Cristo vencer al diablo y todas las tentaciones, para que una vez cimentados en la verdad no se alejen del camino de salvación y su palabra sea la guía que les muestre el camino a seguir en medio de este mundo de tinieblas: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra”, (Salmo 119:9). Ahora bien, Juan nos dice: Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre, ya que todo aquel que conoce a Cristo llega a conocer al Padre.


UN GRUPO A LOS QUE JUAN YA LES HABÍA ESCRITO

“Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno”.

1 Juan 2:14

                    Luego, en el versículo 14 el apóstol vuelve a mencionar a los padre y jóvenes, pero lo hace con otro tiempo verbal que ha confundido mucho a los estudiosos de sus cartas. En los versículos 12 y 13 de este capitulo el apóstol ha estado hablando en un tiempo presente, es decir, la acción de escribirles esta ocurriendo en ese momento en específico: Os escribo a vosotros, hijitos… Os escribo a vosotros… Os escribo a vosotros, jóvenes… Os escribo a vosotros, hijitos… Sin embargo, ahora viene el apóstol y cambia el tiempo verba a un aoristo que denota una acción concluida en el pasado pero que tiene sus efectos aun en el presente: Os he escrito a vosotros, padres… Os he escrito a vosotros, jóvenes… en cuanto al porque lo hace algunos opinan que solo es una forma literaria para embellecer la prosa de su mensaje, aunque no todos están de acuerdo con esta aseveración. Como sea, lo que nos sugiere a nosotros es que ya anteriormente el apóstol les había compartido el mensaje del evangelio y esto los había transformado en mejores personas que conocía a Dios: Os he escrito a vosotros… porque habéis conocido al que es desde el principio… porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno. Y aun habiéndoles hablado en el pasado y viendo los frutos de su conversión que esto había provocado, Juan no se cansaba de continuar presentándoles el mensaje de Dios. Esto tiene que ser un ejemplo para nosotros ya que el estudio de su palabra y la búsqueda de su presencia no se tiene que limitar a un tiempo pasado, sino debe continuar durante toda nuestra vida.

 

 

domingo, 22 de mayo de 2022

La Gran Comisión (Mateo 28:16-20)

 

“Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”.

Mateo 28:16-20 

INTRODUCCIÓN

                     Después de todo este tiempo estudiando este maravilloso evangelio hemos llegado al final. El apóstol Mateo nos ha relatado a lo largo de esta gloriosa obra inspirada por el Espíritu Santo el nacimiento, vida, ministerio, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, pero ahora, antes de concluir su relato nos presenta lo que comúnmente la iglesia conoce como la gran comisión. La obra de Jesús Cristo en esta tierra no había concluida, solo que a partir de este momento seria realizada a través de sus discípulos y este evangelio se predicaría en todo el mundo.

 

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La Gran Comisión

JESÚS SE ENCUENTRA NUEVAMENTE CON SUS DISCIPULOS

 

“Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban”.

Mateo 28:16-17S

                 Si recordamos, cuando Jesús resucitó y se les apareció a las mujeres les dijo que fueran hacia donde estaban los once y les testificaran acerca de lo que habían visto y les dijeran que fueran a Galilea porque allí se encontrarían con Él: “Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán”, (Mateo 28:10). Mateo no nos da detalles de cómo fue este encuentre, pero Marcos nos dice que cuando se les apareció estaban en una casa, sentados: “Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado”, (Marcos 16:14). Como vemos, los discípulos habían dudado del testimonio de las mujeres y habían ido a Galilea con cierta incredulidad, por lo que Jesús los reprendió. Luego, Lucas nos da aun mas detalles de este primer reencuentro “Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos”, (Lucas 24:36-43). De acuerdo a Lucas, aun viéndolo se atemorizaron creyendo que se trataba de un espíritu, pero el Señor les demuestra lo contrario, primero invitándolos a que tocasen su cuerpo y verificar que no se trataba de un espíritu, y luego, pidiéndoles que le diesen de comer, porque un espíritu no tiene hambre ni mucho menos come. De esta forma, nuestro Señor se les aparece a los once demostrándoles que realmente había resucitado y que no era solo un espíritu. 

 

LA GRAN COMISIÓN

“Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…”

Mateo 28:18-20

            Finalmente, aquí encontramos la gran comisión. De acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española, una comisión es una: “Orden y facultad que alguien da por escrito a otra persona para que ejecute algún encargo o entienda en algún negocio”. En este sentido, Jesús comisiono a sus discípulos para que en su nombre continuaran con su obra la predicar el evangelio y diesen testimonio de las cosas de las que habían sido testigos a todas las naciones. En Marcos, esta gran comisión aparece con las siguientes palabras: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”, (Marcos 16:15-18). Ahora bien, considerando todo esto podemos entender lo siguiente respecto a la gran comisión.

 

Somos comisionados para hacer su obra bajo su autoridad.

“Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id…”

Mateo 28:18

                 Mateo dice: Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id. Esto significa que somos comisionados a continuar con la obra de Cristo en su nombre y bajo su autoridad, de allí que para ser efectivos en este trabajo necesitamos hacerlo en el poder del Espíritu Santo: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”, (Hechos 1:8). La efectividad de nuestro trabajo en la obra de Dios no depende de nuestras habilidades o talentos, aunque ciertamente ayudan, sino del respaldo que tenemos del Espíritu Santo y esto es fácil verlo en el libro de Hechos de los Apóstoles, donde vemos cómo ellos testificaban con gran valor a pesar de las amenazas y persecuciones, además de las señales que se hacían en el nombre de Jesús, cumpliéndose las palabras de Jesús en el evangelio de Marco respecto a la gran comisión: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”, (Marcos 16:17-18).

 

Somos comisionados para predicar el evangelio a toda criatura.

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado”.

Marcos 16:15-16

               Como iglesia hemos sido comisionados a predicar el evangelio a todas las naciones, esta predicación es clave porque a través de ella el ser humano conoce que es un pecador y como tal esta condenado al infierno, pero por otro lado entiende el plan de redención de Dios por medio de la fe en su Hijo Jesucristo: “Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén”, (Lucas 24:25-47). Esta obra se inicio en Jerusalén, luego se alcanzó a toda Judea, pasando por Samaria y extendiéndose a través de todo el mundo, tal y como lo vemos en el libro de los Hechos. Por tanto, también nosotros debemos predicar este evangelio para salvación de las almas teniendo en cuenta que aquellos que lo rechacen serán condenados por sus pecados: El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado.

 

Somos comisionados para hacer discípulos.

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…”

Mateo 28:19-20

                Además, la gran comisión consiste en hacer discípulos. La palabra discípulo se traduce del griego mazetes (μαθητής), que significa “aprendiz”. En este sentido, eso es un discípulo, es un aprendiz, pero, ¿aprendiz de qué?, aprendices de su evangelio: enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, es decir, personas que viven de acuerdo a su palabra, que creen en sus promesas para vida eterna y siguen el ejemplo de su Maestro, Jesucristo. Además, es interesante ver como este proceso de discipulado va precedido del bautismo en aguas: bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. En este sentido, el bautismo en agua es una ordenanza que todo cristiano debe obedecer, pero, por otro lado, también es un testimonio público de que ha muerto a su vieja vida y a nacido de nuevo a una nueva, la vida en Cristo Jesús: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”, (Romanos 6:3-4). Por tanto, podemos ver cómo la iglesia primitiva obedeció esta ordenanza de tal forma que después de su conversión se procedía al bautismo, esto lo vemos, por ejemplo, en la ocasión cuando Pedro predicó en el día de pentecostés y aquellas almas que se convirtieron fueron bautizadas posteriormente: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas”, (Hechos 2:41). También lo vemos en el caso del eunuco etíope, quien, al creer, inmediatamente deseo bautizarse y nadie se lo impidió: “Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó”, (Hechos 8:35-38). Además, podemos ver en el libro de los Hechos cómo la iglesia primitiva obedeció esta ordenanza del bautismo en aguas, por ejemplo, Pedro lo dice cuando muchos judíos se convirtieron a Cristo en el día de pentecostés: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”, (Hechos 2:38). También, fueron bautizados Cornelio, su familia y amigos que creyeron a la predicación de Pedro: “Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días”, (Hechos 10:48). O los habitantes de Samaria, cuando creyeron fueron bautizados por los apóstoles: “Porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús”, (Hechos 8:16). Ahora, es importante no confundir la formula bautismal en estos tres versículos mencionados, ya que cuando en cada uno de ellos se dice que los creyentes debían ser bautizados en el nombre de Jesucristo, o en el nombre del Señor Jesús o en el nombre de Jesús, no se esta estableciendo una formula bautismal que diga que se deben bautizar en “el nombre de Jesús”, sino más bien, los apóstoles dejaban claro bajo que autoridad bautizaban, bajo la autoridad de Jesucristo quien había dicho: bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. También es importante entender que el bautismo no borra pecados ni salva, solo es un acto de obediencia que el cristiano hace y un testimonio público de su conversión a Cristo, por ello Marcos dijo: “… El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado”, (Marcos 16:16). El que primero crea y se bautice es salvo, pero primero cree en Jesús para vida eterna, pero el que no cree es condenado, y Marcos dice que el condenado es el que no cree, sin bautismo, porque el bautismo no salva. Por tanto, la gran comisión consiste en hacer discípulos para Cristo.

 

LA PROMESA DE SU PRESENCIA EN NOSOTROS

“… y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”.

Mateo 28:20

                 Finalmente, el Señor no dejo a sus discípulos solo con una comisión que tenían que cumplir, sino les prometió que Él estaría con nosotros hasta el final de nuestra vida: y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. Y con esta gloriosa promesa y un decidido Amén, que significa, “así es”, termina este evangelio. Hoy en día nosotros, los que hemos creído en sus palabras sabemos que no estamos solos, el Espíritu Santo está con nosotros y debemos esforzamos por cumplir su voluntad y predicar este evangelio para que otras personas puedan venir a los pies de Cristo.

 

sábado, 21 de mayo de 2022

Una mentira que Satanás desea que todos crean (Mateo 28:11-15)

 

“Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy”.

Mateo 28:11-15

 

INTRODUCCIÓN

                Cuando Jesucristo resucitó de entre los muertos, los guardias romanos que habían sido puestos para custodiar la tumba y evitar que el cuerpo fuese robado debieron huir temerosos de aquel lugar ya que no había nada que pudiesen hacer: “Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos”, (Mateo 38:4). Estos soldados fueron a la ciudad y dieron avisos a los lideres religiosos de los judíos de todo lo que había acontecido, pero a estos hombres perversos no les convenia que esta verdad se diese a conocer en medio de todo el pueblo por lo que deciden sobornar a estos hombres con el fin de ocultar la verdad de su resurrección.

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Una mentira que Satanás desea que todos crean


LA NOTICIA DE LA RESURRECCIÓN LLEGA A OÍDOS DE LOS LIDERES RELIGIOSOS

“Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido”.

Mateo 28:11

             Mientras que las mujeres fueron a dar las nueva buenas acerca de la resurrección de Cristo, los soldados romanos que custodiaban la tumba también fueron a dar aviso a los principales sacerdotes de las cosas que habían acontecido: Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. Aquel domingo fue inolvidable y determinante en la historia de la humanidad ya que había ocurrido un evento que cambiaria el rumbo de la historia y la vida de millones y millones de personas a lo largo del tiempo hasta nuestros días. Pronto la noticia de su resurrección se propagaría a lo largo de toda Jerusalén y más allá de la ciudad, siendo las primeras voceras de esta noticia aquellas mujeres, pero no todos lo que las oyesen reaccionarían con asombro y gozo; otros como los lideres religiosos de los judíos se preocuparían al ver sus planes malvados fracasados y no les quedaría mas que hacer su último movimiento.

 

UNA MENTIRA QUE SATANÁS DESEA QUE TODOS CREAMOS

“Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy”.

Mateo 28:12-15

               Ante la sorpresiva noticia de los soldados romanos los principales sacerdotes y ancianos decidieron reunirse y planear qué harían ya que sin duda esta noticia acababa con todos sus planes de querer terminar con Jesús y su ministerio por lo que decidieron recurrir al soborno para desmentir lo que había pasado: Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. Es increíble lo impíos que estos religiosos eran. Definitivamente eran hombres hipócritas que se escondían detrás de una fachada de piedad, pero sus obras eran propias de un hijo del diablo. Durante el ministerio de nuestro Señor Jesús habían intentado tenderle una trampa haciéndole preguntas maliciosas, pero nuestro Señor jamás cayo en su trampa, luego, recurrieron al método de la traición usando a Judas y sobornándole para que les entregase a su Maestro, luego montaron un juicio arreglado con testigos falsos para condenar a un hombre inocente, después lo acusaron usando la mentira para que Pilato lo condenara a muerte y durante todo esto, su odio y malicia eran evidentes, por tanto, eran hombres verdaderamente impíos que a toda costa querían silenciar el ministerio de Jesús y por último, recordando que Jesús había dicho que resucitaría al tercer día, pidieron al gobernador romano que montara una guardia para evitar que sus discípulos se robasen el cuerpo, pero Dios ya tenía previsto que ningún poder humano o de las tinieblas seria suficiente para retener a su Hijo en la tumba. Ahora había resucitado y no sabemos si realmente estos hombres creyeron en las palabras de aquellos soldados, lo que si sabemos es que por su dureza de corazón decidieron no dar marcha atrás y recurrir a una ultima treta, la mentira y así les pidieron a estos guardias que dijesen que se habían quedado dormidos y sus discípulos habían venido de noche a robar su cuerpo, además prometieron a estos soldados que intercederían por ellos delante del gobernador para que no los matasen porque la pena romana por perder a un prisionero era la muerte y a parte de todo eso los sobornaron con dinero, de tal forma que a partir de este momento se comenzó a propagar la mentira de que sus discípulos se habían robado su cuerpo: Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy. Según leemos aquí partir de aquel momento esta mentira se comenzó a divulgar y, de hecho, Justino Mártir escribe en su Diálogo con Trifón, “Has enviado a través del mundo entero hombres seleccionados y ordenados a proclamar que una herejía impía e ilegal acerca de un tal Jesús, un galileo impostor … cuyos discípulos le robaron de noche de la tumba”.

               No podemos dejar de ver en este pasaje cómo desde este momento Satanás a tratado de ocultar la verdad de la resurrección de Cristo. Como ya lo vimos, la resurrección de Cristo va más allá de una doctrina fundamental, es uno de los principales fundamentos de nuestra fe, es el sello de victoria de nuestro Señor que lo pone por encima de cualquier líder religioso de este mundo, es nuestra bendita esperanza de participar en una resurrección para vida eterna y por ello Pablo decía: “Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe… Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos”, (1 Corintios 15:12-14, 20-21). Desde este momento muchas mentiras se han proclamado acerca de Jesús y su resurrección tratando de negar este hecho maravilloso, así aquellos hombres decían que sus discípulos se habían robado el cuerdo, otros llegaron a decir que realmente Jesús no murió aquel día sino se quedo desmayado y cuando lo bajaron de la cruz estaba vivo y este se fue a la India a aprender artes mágicas, otros con el tiempo afirmaron que Jesús y el Cristo eran personas diferentes y que el Cristo huyó de su cuerpo para no enfrentar la muerte y así el diablo ha creado varias mentiras heréticas porque no quiere que creamos en la verdad de la resurrección, sin embargo, nosotros creemos el mensaje que el evangelio anuncia: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”, (1 Corintios 15:3-4). Nosotros hemos creído en esta verdad glorioso que Satanás ha tratado de ocultar y es nuestro deber anunciar a todo el mundo que Jesús ha resucitado y que todo aquel que cree en Él tiene vida eterna.

 

 

domingo, 15 de mayo de 2022

¡Ha resucitado! (Mateo 28:1-10)

 

“Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán”.

Mateo 28:1-10

 

INTRODUCCIÓN

                 Finalmente hemos llegado al último capítulo de este maravilloso evangelio, donde el apóstol Mateo nos ha relatado los acontecimientos más relevantes de la vida, obra, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Después de todos los acontecimientos referentes a su martirio, crucifixión y muerte, el apóstol continuo su relato con la resurrección de nuestro Señor, lo cual marca su victoria total sobre el imperio de la muerte y Satanás. Definitivamente, este último capítulo muestra el desenlace final de toda esta historia y al mismo tiempo desencadena una nueva era de esperanza para el pecador, ya que, si Jesús hubiese muerto y no se hubiese levantado de su tumba, las cosas no fueran las mismas hoy en día, pero definitivamente, Él se levantó de su tumba y ahora sus discípulos se enterarían de tan maravilloso acontecimiento. 

Resurrección
La resurrección de Cristo


LAS MUJERES VAN AL SEPULCRO EL DOMINGO EN LA MAÑANA

“Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro”.

Mateo 28:1

               Mateo nos dice que después de pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, unas mujeres vinieron al sepulcro: Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. Mateo nos dice que fue María Magdalena y la otra María, es decir, María la madre de Jacobo, las que fueron al amanecer del domingo a la tumba de Jesús, y Marcos nos dice que también las acompañaba Salome: “Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle”, (Marcos 16:1). Y Lucas menciona que Juana y otras mujeres también acompañaban a María Magdalena aquel día: “Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles”, (Lucas 24:10). Como vemos en Marco y Lucas, estas mujeres fueron al amanecer del domingo para ungir con especies aromáticas el cuerpo de su Señor, ya que el viernes les había sido imposible porque estaban a la víspera del día de reposo: “El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas”, (Lucas 24:1). Lo que podemos ver en estos versículos es el incansable espíritu de servicio que estas mujeres tenían hacia Jesús ya que aun en su muerte, estas procuraban servirle. Los evangelios nos enseñan como estas mujeres le sirvieron al Señor durante su ministerio: “Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes”, (Lucas 8:1-3). De esta forma, aquellas mujeres seguían sirviendo a su Maestro sin importarles que este ya no estaba con ellas y esto es un gran ejemplo para cada uno de nosotros para convertirnos en verdaderos servidores de Dios, hombres y mujeres que no vacilen en el servicio en su obra, a pesar de las pruebas o dificultades y por ello, Pablo nos excerta a mantenernos firmes y avanzando siempre en el servicio al Señor: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”, (1 Corintios 15:58).

 

EL ANUNCIO DE LOS ÁNGELES

“Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho”.

Mateo 28:2-7

                  La resurrección de Cristo es más que una doctrina importante en el cristianismo, es un hecho contundente que marca un antes y un después en la historia de la humanidad. Si tratamos de entender los acontecimientos que rodearon a la resurrección de nuestro Señor vemos que Mateo nos dice que hubo un gran terremoto provocado por un ángel que removió la piedra: Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Mateo nos dice como era la apariencia de aquel ángel: Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Esto causó un gran temor en los soldados romanos que custodiaban la tumba: Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Además, las Escrituras nos testifican la intervención de la Trinidad Divina en la resurrección de Cristo ya que fue el Padre quien levantó a su Hijo de entre los muertos: “Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos)”, (Gálatas 1:1); así mismo, el Espíritu Santo que vivificará nuestro cuerpos mortales en su regreso, operó su poder sobrenatural para que el Hijo pudiese resucitar: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”, (Romanos 8:11); y el Hijo, que de su propia voluntad entregó su vida para después volverla a tomar: “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre”, (Juan 10:17-18). Fue el poder sobrenatural de Dios que operó en Cristo para levantarlo de la muerte y así otorgarle el poder y gloria, y este mismo poder ahora opera en nosotros: “Y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia”, (Efesios 1:19-22). De esta forma, operó la resurrección de Cristo dándole la victoria total sobre aquel enemigo quien nadie había podido vencer, la muerte, por eso hoy en día Él es el que tiene las llaves de la muerte: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; más he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”, (Apocalipsis 1:17-18). De esta forma, se cumplió aquella profecía donde la muerte seria vencida: “De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol; la compasión será escondida de mi vista”, (Oseas 13:14). Hoy en día esta es nuestra esperanza y cobran mas sentido las palabras que un día nuestro Señor le dijo a Marta: “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”, (Juan 11:25).

               Ahora bien, aquel día nuestro Señor resucitó y la presencia del ángel causó temor en los soldados romanos que custodiaban la tumba ya que la piedra fue removida en su propia presencia; sin embargo, a las mujeres que visitaban la tumba se les pidió confiar y creer que todo lo que pasaba era el cumplimiento de las palabras del Maestro: Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. El ángel le anunciaba a las mujeres que vieran con sus propios ojos que realmente nuestro Señor había resucitado y que su temor y tristeza se convirtiera en gozo para que fuesen a buscar a sus discípulos y les dieran estas nueva nuevas y fuesen a Galilea porque allá iba el Señor: E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho.


LA TRISTEZA SE CONVIERTE EN GOZO

“Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán”.

Mateo 28:8-10

                  Fue en ese momento que el temor y tristeza se convirtió en un gran gozo al ver que realmente las palabras de Jesús de que resucitaría al tercer día se habían cumplido: Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Aquí podemos ver cómo estas mujeres que tanto le servían a su Maestro fueron honradas al ser las primeras en recibir la noticia de su resurrección, y no solo eso, sino que también fueron las primeras a las que se les apareció: Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán. De esta forma nuestro Señor había resucitado, venciendo la muerte y dándole la victoria final para redimir nuestras almas.

 

sábado, 7 de mayo de 2022

El esfuerzo inútil por retener a Jesús en su tumba (Mateo 27:62-66)

 

“Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero. Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia”.

Mateo 27:62-66 

INTRODUCCIÓN

               Con estos cinco versículos finaliza el capitulo numero 27 del evangelio según Mateo y, de hecho, esta parte de la historia que el apóstol relata aquí la encontramos citada únicamente aquí, los otros evangelios, Marcos, Lucas y Juan, no la relatan. Aquí vemos un intento desesperado para evitar que Jesús salga de su tumba ya que los lideres religiosos de los judíos recordaban que Jesús había dicho que resucitaría al tercer día y temían que sus discípulos pudiesen robar el cuerpo y propagar la noticia de su resurrección. Veamos entonces como estos hombres intentaron retener a Jesús en su tumba.


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El esfuerzo inútil por retener a Jesús en su tumba


LA PREOCUPACIÓN DE LOS LIDERES RELIGIOSOS

 “Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero”.

Mateo 27:62-64

                  Mateo nos dice que al siguiente día, después de la preparación del día de reposo, los principales lideres religiosos de los judíos buscaron a Pilato: Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato. El día de la preparación se refiere al día viernes, por tanto, estos hombres llegaron ante Pilato el mismo día de reposo, sábado, violando así una de sus leyes más sagradas, ya que en este día no se acostumbraba a realizar alguna tarea de trabajo o menos visitar a un gentil, pero una vez más, a estos hombres no les importaba romper la misma ley que ellos decían obedecer con tal de obtener lo que querían. La preocupación de estos hombres era que los discípulos pudiesen llegar y robarse el cuerpo ya que recordaban que Jesús había dicho que al tercer día resucitaría de entre los muertos: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. La preocupación de estos hombres era tal que los discípulos de Jesús se robasen el cuerpo y luego engañar a la gente diciendo que realmente había pasado, por eso decían: Y será el postrer error peor que el primero. El postrer error para estos hombres era la aseveración del Señor de ser Hijo de Dios y el poster error era la afirmación de los discípulos que hubiese resucitado. Realmente estos hombres querían asegurarse que el ministerio de Jesús hubiese terminado con su muerte y que ningún otro movimiento se levantase a su nombre después de Él, por eso piden asegurar el sepulcro con guardias hasta el tercer día para que esto no pasase.

 

LA GUARDIA DE LA TUMBA

“Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia”.

Mateo 27:65-66

                Al final, Pilato les permitió que se les proveyera una guardia de soldados romanos para ir y asegurar la tumba: Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia. La tumba donde había sido colocado el cuerpo de nuestro Señor había sido sellada primeramente por una gran piedra: “Y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue”, (Mateo 27:60). De acuerdo a la tradición, solía asegurarse la gran piedra con cuerdas que la sujetaban y se solía colocar cera en los extremos de las cuerdas que se unían por medio de un nudo y esta cera llevaba el sello del emperador, por tanto, removerla era sinónimo de muerte. Finalmente, se establecía turnos de guardia para que siempre hubiese vigilancia de día y noche. La verdad es que estos hombres perversos querían evitar que el cuerpo de Jesús saliese de su tumba, sin saber que ningún poder humano lo mantendría allí, ellos bien sabían que, si la fama de su resurrección se propagaba por toda Judea, un nuevo movimiento surgiría con gran poder, por eso tratan desesperadamente por mantenerlo en su tumba a toda costa.

               A lo largo de la historia han existido muchos hombres que han fundado grandes movimientos, algunos se han preservado hasta la época actual, otros ya no existen y perecieron junto con su fundador. Aun así hay movimientos religiosos que veneran a sus fundadores, como Confucio, Mahoma, Buda, los papas de la iglesia católica, entre otros, sus tumbas en algunos casos se conocen como verdaderos lugares de adoración religiosa, pero lo que hace diferente a Jesús de todos estos hombres es que la tumba de Jesús realmente esta vacía y ni los fariseos, ni los romanos, ni la muerte o el diablo fueron capaces de retenerlo, Jesús resucitaría y no importaba todos los medios y acciones que estos hombres tomaban para retenerlo en su tumba porque sus acciones estaban destinadas al fracaso.

 

domingo, 1 de mayo de 2022

Jesús es sepultado (Mateo 27:50-61)

 

“Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue. Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro”.

Mateo 27:50-61 

INTRODUCCIÓN

            Después de la muerte de nuestro Señor Jesucristo y describir los acontecimientos que rodearon a sus ultimas horas crucificado en la cruz del Calvario, el apóstol Mateo nos relata su sepultura. En estos versículos vemos que un hombre, llamado José de Arimatea, se atrevió a ir donde Poncio Pilato y pedir el cuerpo para darle sepultura en una de sus tumbas, aparte de que vemos cómo los lideres religiosos de los judíos piden a Pilato una guardia para custodiar la tumba ya que temían que el cuerpo fuese robado por sus discípulos ya que recordaban que el Señor había afirmado que resucitaría al tercer día.

 

Jesús-sepultado
Jesús es sepultado

¿QUIÉN ERA JOSÉ DE ARIMATEA?

 “Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo”.

Mateo 27:57-58

            Después que nuestro Señor murió hubo un hombre llamado José de Arimatea que tomó la decisión de ir a Poncio Pilato para pedir su cuerpo y sepultarlo: Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Pero, ¿quién era José de Arimatea? Es interesante ver cómo los cuatro evangelios contaron la historia de José de Arimatea, esto posiblemente es así porque esto de ir ante Pilato y pedir el cuerpo del Señor para sepultarlo debió ser una acción de gran caridad que debió haber quedada grabada en la mente de los discípulos, a tal punto que cuando escribieron los diferentes evangelios, todos sus autores incluyeron dicha historia. De acuerdo a Mateo, José de Arimatea era un hombre rico que también había sido discípulo de Jesús: Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. Marcos nos dice que era un hombre noble del concilio, es decir, era miembro del Sanedrín, el cual esperaba el reino de Dios, el cual entró osadamente delante de Pilato a pedir el cuerpo de Jesús: “José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús”, (Marcos 15:43). Lucas nos dice que José de Arimatea era un hombre justo y bueno, miembro del Sanedrín que no consintió en la muerte de Jesús: “Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo. Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos”, (Lucas 23:50-51). Aparte de esto, José de Arimatea había sido discípulo de Jesús secretamente, por miedo a los demás miembros del Sanedrín, además era amigo de Nicodemo, el otro miembro del Sanedrín que un día busco de noche a Jesús (Juan 3:1-2): “Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras”, (Juan 19:38-39). Así fue que este hombre llamado en las Escrituras con el nombre de José de Arimatea, entró osadamente ante Pilato para pedir el cuerpo de Jesús, lo cual fue un verdadero hecho de valentía porque solían ser los familiares los que hacían esto de pedir el cuerpo, sin embargo, recordemos que los familiares de Jesús eran de Nazaret, una aldea de la región de Galilea y todos sus discípulos lo habían abandonado, solo Juan se había quedado al lado de la cruz pero había tomado a María para cuidar de ella por instrucción de su Maestro (Juan 19:26). Ahora, para los judíos era inconcebible dejar colgado el cuerpo de un hombre más de un día, porque de acuerdo a la ley esto debía evitarse: “No dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad”, (Deuteronomio 21:23). Siendo esto así y estando cerca el inicio del día de reposo, José de Arimatea se decidió por ir delante de piloto y pedirle que le entregara el cuerpo, a lo cual este accedió no sin antes sorprenderse de que hubiese muerto tan rápidamente, por lo que antes pidió a un centurión que se asegurase que hubiese muerto antes de darle el cuerpo: “Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. E informado por el centurión, dio el cuerpo a José”, (Marcos 15:44-45).

               Aparte del relato bíblico, existen otras tradiciones que hablan acerca de la persona de José de Arimatea, sin embargo, como ya mencionamos, no son relatos bíblicos y, por tanto, difícilmente podemos afirmar que son verdaderas, pero en estas se encuentran historias acerca de cómo este hombre tomó de la sangre de Jesús en una copa y de cómo Jesús le pidió que fuese el protector de ella, a esto se le conoció como el santo grial. De acuerdo a las tradiciones, este con otro grupo de cristianos viajaron a las costas de Francia y de allí pasaron a Inglaterra, donde se establecieron llevando el evangelio y en la ciudad de Glastonbury se fundo una iglesia donde se afirma que se escondió el santo grial. Al final, toda esta historia no tiene respaldo bíblico, pero lo que si sabemos por los evangelios es que este hombre, miembro noble y rico del Sanedrín, era un hombre bueno y justo que esperaba la venida del reino de Dios y que fue discípulo de Jesús.

 

JESÚS ES SEPULTADO

“Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue. Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro”.

Mateo 27:59-61

               Cuando el cuerpo del Señor fue dado a José de Arimatea, Mateo nos dice que este lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en un sepulcro nuevo que había labrado en una peña: Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña. Ahora bien, Juan nos da un poco más de detalle en cuanto a la preparación del cuerpo de Jesús para la sepultura y el lugar donde fue sepultado: “También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús”, (Juan 19:39-42). De esta forma, José de Arimatea uso un sepulcro nuevo para colocar allí el cuerpo del Señor y para señarlo hicieron rodar una gran piedra en la entrada del sepulcro: y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue. Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro. En todo esto, vemos como aun algunas de las mujeres piadosas que sirvieron a Jesús durante su ministerio estaban presentes ya que en su gran amor buscaban la forma de continuar con ese servicio aun después de su muerte ya que esperaban regresar a preparar mejor el cuerpo después que pasase el día de reposo. Algunas personas han criticado a Juan de Arimatea por ser un hombre que mientras Jesús estuvo vivo nunca le sirvió e hizo favores demostrando su aprecio, todo por temor a los otros judíos miembros del Sanedrín, pero que no fue hasta después de su muerte que decido hacer esta obra de caridad; sin embargo, no podemos dejar de señalar esta gran obra de amor que este hombre realizo al armarse de valor y pedirle el cuerpo a Pilato, esto definitivamente fue de gran estima a los ojos de Dios. Además, muchos creen que el día que Jesús fue llevado delante de Caifás, el sumo sacerdote, y de los demás miembros del concilio, José de Arimatea y Nicodemo no dieron su voto a favor de condenar a muerte a Jesús, y de hecho algunos teólogos opinan que es probable que ellos ni siquiera fueran invitados a la reunión aquel día. La verdad es que no podemos condenar a este hombre por haber sido un discípulo del Señor en lo oculto, por temor a las represarías de los demás, al final, aun sus discípulos lo abandonaron aquel día y Pedro lo negó tres veces, y que podríamos nosotros decir acerca de nosotros mismos, posiblemente hubiésemos actuado de la misma forma, pero como sea, el Señor es grande en misericordia y después de su muerte el volvería a ellos para reafirmar su confianza en Dios. Al hacer esta obra de misericordia, este hombre estaba cumpliendo las Escrituras cuando afirmaron que el Siervo de Jehová moriría en medio de los impíos, pero tendría su sepultura con los ricos, por José le obsequiaría su tumba: “Se dispuso con los impíos su sepultura, más con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca”, (Isaías 53:9). Quiera Dios que todos imitemos la actitud de este hombre, un hombre que no era perfecto, con temores, pero que amaba a Jesús, un hombre justo y bueno, con influencia en su pueblo que haciendo misericordia se encontró en la voluntad de Dios cumpliendo su palabra.