miércoles, 29 de agosto de 2018

Aún muerto sus obras testifican su fe (Juan 10:40-42)


“Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se quedó allí.  Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad. Y muchos creyeron en él allí”.
Juan 10:40-42

INTRODUCCIÓN


             Finalmente hemos llegado al final de este capítulo en el evangelio según Juan, y en estos versículos vemos como nuestro Señor decide retirarse de Jerusalén aun lugar menos conflictivo con el fin de recargar fuerzas, ya que su momento se acercaba: Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se quedó allí. En estos pocos versículos se nos vuelve a recordar la vida de Juan el bautista, un hombre muy sencillo pero lleno del Espíritu Santo, el cual aún muerto, su obra y ministerio testificaban a muchos de las grandes cosas que hizo para Dios. Veamos como finaliza este capítulo.

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Aún muerto sus obras testifican su fe

JESÚS SE RETIRA A UN LUGAR APARTADO


“Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se quedó allí”.
Juan 10:40

           Después de sus acaloradas discusiones con los líderes religiosos, los cuales procuraban su muerte, Jesús decide hacer un alto en su vida y retirarse a un lugar solitario donde pudiera estar a solas con sus discípulos y del estrés de la persecución. Esto que Jesús hacia no era muestra de debilidad o de cobardía, tampoco era imprudente u osado en aventurarse más allá de lo que lo razonable exigía, Él estaba allí para hacer la voluntad de Dios y sabía que su momento de morir aun no había llegado, y por eso sabia retirarse cuando las cosas se ponían muy difíciles. También esto nos recuerda que a pesar que Jesús es Dios, también es hombre perfecto, y como tal estaba sujeto a la condición débil que nosotros también tenemos, ya que se cansaba, sentía ansiedad, experimentaba toda clase de sentimientos y sentía la necesidad de retirarse a descansar por un momento de todo lo que día a día hacía. No cabe duda que la vida de Jesús era muy exigida y su cuerpo humano se cansaba requiriendo de vez en cuando el descanso. Esto nos enseña que todos nosotros también necesitamos por momentos apartarnos de tanta ocupación y descansar de nuestras tareas diarias, ya que el cuerpo no es capaz de resistir una vida de afán y duro trabajo, con mucho estrés y preocupación, sin nada de descanso, y esto de descansar de las tareas cotidianas hasta cierto punto es algo que puede tener su argumento bíblico. Todos sabemos que la ley que fue dada a Israel tenia no solo el propósito de enseñarles como santificarse y acercarse a Dios, sino también como vivir. Por ejemplo, el no comer algunos animales que la ley llamaba inmundos como el cerdo, aparte de tener su trasfondo religioso en cuanto a no ser inmundos delante de Dios, también traía ventajas en cuanto a una alimentación sana en la dieta de los israelitas. De igual forma, el guardar el sábado, por un lado, el principal propósito consistía en dedicarle el día a Dios para adorarlo: “Seis días se trabajará, más el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá”, (Éxodo 31:15). Sin embargo, a través de este mandamiento Dios introducía el concepto de la necesidad de descanso de toda tarea y trabajo una vez a la semana. De igual forma, hoy en la actualidad se acostumbra apartar el domingo como el día de descanso. Así como este principio nos enseña que el hombre debe descansar de sus obras un día a la semana, así también hay momentos en los cuales se necesita apartarse de tantas obligaciones y presiones diarias para renovarse y volver a la vida cotidiana.

              Podemos ver que Jesús se retiró a una parte que ya conocía: Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se quedó allí. Podemos imaginarnos que ante la gran presión que nuestro Señor Jesús sufría prefirió retirarse a un lugar conocido donde había tenido experiencias espirituales cuyos recuerdos le fortalecían, ya que es muy probable que esa parte del Jordán donde Juan el bautista había bautizado, sea donde le bautizó a Él, y allí su Padre le hablo: “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”, (Mateo 3:16-17). Nosotros podemos aprender de este versículo dos cosas. Una, es que hay momentos en la vida donde necesitamos hacer una parada y descansar de todas nuestras tareas con el fin de renovarnos para continuar adelante. Dos, podemos acudir a aquellos lugares que nos transitan paz y donde hallamos experimentado experiencia con Dios y nos ayude a entrar en comunión con Él.

AUN MUERTO SUS OBRAS TESTIFICAN SU FE


“Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad. Y muchos creyeron en él allí”.
Juan 10:41-42

               En estos últimos dos versículos encontramos un precioso ejemplo de como Dios honra al que lo honra, porque aun muerto, la gente recordaba sus obras y testificaban de ellas: Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad. Uno puede ver como Dios puede glorificarse en personas sencillas ya que realmente Juan no era ningún gran rabino o sacerdote, era un hombre que jamás dio gran testimonio de sí mismo, sino solamente procuro exaltar al Mesías y preparar el corazón de los judíos para que cuando este apareciese lo pudieran seguir: “Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”, (Juan 1:19-23). El ministerio de Juan fue muy corto, quizás unos pocos meses ya que después de la aparición de Cristo muchos de sus discípulos lo dejaron para seguirlo y con el tiempo fue encarcelado por Herodes Antipas donde murió decapitado, así terminaron los días de este hombre, aparentemente olvidado en un calabozo, pero casi tres años después, aquella obra que este hombre realizo era recordada. Hoy en día la iglesia recuerda a este valeroso hombre, un verdadero ejemplo de servicio y santidad, un verdadero instrumento de Dios, alguien que sin realizar ni un tan solo milagro hizo grandes cosas para Dios: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad. Aun después de tanto tiempo, su obra permanecía y muchos creían por esto ya que todo lo que había dicho acerca del Mesías se había cumplido, y así el pueblo lo tuvo como un verdadero profeta de Dios: Y muchos creyeron en él allí. Esto nos al aquel texto de Hebreos 11 donde se nos recuerda las obras de Abel por las cuales alcanzo gran testimonio: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella”, (Hebreos 11:5). De igual forma, hoy nosotros podemos llegar a hacer grandes cosas para Dios, sin importar nuestra condición social o económica, o incluso nuestras propias capacidades, lo único que el Señor necesita es a alguien con fe, no necesita a grandes magnates o empresarios, aunque también a ellos los puede usar, sino que generalmente se complace en usar hombres o mujeres sencillos que a los ojos de esta sociedad no valen mucho. Así usó a Moisés, un hombre de 80 años que había huido de Egipto por un homicidio y apacentaba ovejas que ni siquiera eran de suyas, usó Aod, un juez de Israel que era zurdo; algo que se veía con desprecio y gran desventaja en sus tiempos: “Y clamaron los hijos de Israel a Jehová; y Jehová les levantó un libertador, a Aod hijo de Gera, benjamita, el cual era zurdo. Y los hijos de Israel enviaron con él un presente a Eglón rey de Moab”, (Jueces 3:15), uso a Samgar, un hombre que derroto con una vara para arrear bueyes a 600 filisteos: “Después de él fue Samgar hijo de Anat, el cual mató a seiscientos hombres de los filisteos con una aguijada de bueyes; y él también salvó a Israel”, (Jueces 3:31); usó a David, un pastor de ovejas que era despreciado por su familia; uso a Ruth, una moabita cuyo pueblo había sido condenado por sus terribles pecados; uso Pedro, un ignorante pescador que se convirtió en un poderoso predicador, y así como Pablo dice, Dios se complace en usar a lo menospreciado de este mundo para vergüenza del mismo: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”, (1 Corintios 1:26-29). Por tanto, aunque ante los ojos de este mundo seamos personas insignificantes, para Dios podemos llegar a hacer grandes cosas por medio de nuestra fe. Como Juan el bautista esforcemos por ser fieles en nuestro servicio a Dios y aun muertos nuestros frutos permanecerán para gloria y honra de su nombre.



martes, 28 de agosto de 2018

Dios lo creo perfecto... pero ahora es un caos (Génesis 1:1)




“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”.
Génesis 1:1

INTRODUCCIÓN


            Un principio básico que todos debemos saber es que Dios es el creador del universo. Nuestro universo no es producto del big ban o de la visita de extraterrestres que realizaron experimentos genéticos, sino Dios es el creador de todo. De hecho, la misma palabra Universo lo testifica, “Uni = única”, “Verso = palabra”. En el principio Dios creo los cielos y la tierra; pero ahora todo es un caos ya que la maldad e injusticia, el medio ambiente degradado, tantas guerras, hambrunas y catástrofes nos gritan que algo anda mal. El mundo va de mal en peor, pero Dios no creo así el mundo al principio, pero el pecado lo ha dañado. Veamos mas en detalle este tema.

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En el Principio Dios creo todo perfecto... pero ahora el mundo es un caos

                        I.         UNA CREACIÓN PERFECTA HECHA POR DIOS.


En la Biblia se nos deja claro que Dios es el creador de los cielos y la tierra, y esta fue creada en seis días y al séptimo descanso. El primer capítulo del libro de Génesis nos explica el orden en el cual todo fue creado por nuestro Señor:


1.     Primer día, la creación del día y la noche, (Génesis 1:3-5).
2.     Segundo día, la creación del cielo, la atmósfera y mares, (Génesis 1:6-8).
3.     Tercer día, la creación de continentes y vegetación, (Génesis 1:9-13).
4.     Cuarto día, la creación de los cuerpos celestes, (Génesis 1:14-19).
5.     Quinto día, la creación de los animales del mar y las aves, (Génesis 1:20-23).
6.     Sexto día, la creación de los mamíferos y del hombre, (Génesis 1:24-31).
7.     Séptimo día, Dios descanso de su obra perfecta, (Génesis 2:1-3).

El hombre fue creado por Dios, y puesto como responsable de cuidar y gobernar los recursos naturales: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”, (Génesis 1:26-28). Y fue puesto en el huerto del Edén, un lugar tropical hermoso: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”, (Génesis 2:15-17). Lamentablemente, el hombre se rebeló en contra de Dios y como consecuencia fue expulsado del Huerto del Edén y el pecado entro en el mundo.

                      II.         AL ENTRAR EL PECADO AL MUNDO TODO SE DAÑÓ.


“Al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás… Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida”.
Génesis 3:17-19, 24

Vemos como el pecado echo a perder todo lo bueno que Dios había hecho. La tierra fue maldecida por su culpa, produciría cardos y espinos, ya no sería aquel paraíso tropical, se ganaría el pan diario con el sudor de su frente, y la tierra ya no le produciría con tanta abundancia. A parte de esto, el derecho de gobernar este mundo le fue quitado y Satanás lo ha tomado temporalmente: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”, (1 Juan 5:19).

Hoy en día podemos ver los efectos malignos de la influencia satánica sobre este mundo. Vivimos en un mundo dañado totalmente, tanto moralmente, como ecológicamente, como espiritualmente. Hoy vivimos en un mundo sin moral, totalmente depravado, lleno de violencia, abortos, asesinatos, extorciones, injusticia social, corrupción y totalmente indiferente a Dios. A parte de eso, el medio ambiente está totalmente destruido, la contaminación y deforestación aumente cada año, las pestes y hambrunas abundan, los ríos se secan y año con año la capa de ozono se debilita más. Por ello la Biblia dice: “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora”, (Romanos 8:22).

                    III.         DIOS HA COMENZADO A RESTAURAR SU CREACIÓN COMENZANDO CON EL HOMBRE.


“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”.
Lucas 1:30-35

Si bien es cierto, Dios creo el mundo perfecto, pero ahora este esta dañado por causa del pecado y es un caos total; pero ha comenzado un proceso de restauración de toda su creación, y lo primero que quiere restaurar es al hombre. Para esto Dios ha enviado a su Hijo amado a morir por nuestros pecados el cual nació no de la unión de un hombre y una mujer, porque de ser así hubiese heredado el pecado, sino que nació por obra del Espíritu Santo. En todo esto vemos como el Espíritu Santo interviene en el proceso de creación, porque al principio vemos como se movía sobre la faz  de la tierra sugiriéndonos su acción poderosa para crear todas las cosas, vemos aquí como opero a favor de Maria para que en el vientre de ella se concibiese un niño, que seria nuestro Señor Jesús, y ahora, gracias a la obra redentora de Cristo Jesús el hombre puede nacer de nuevo a una nueva vida: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”, (Juan 3:3-6). Cuando una persona nace de nuevo, prácticamente se convierte en una nueva creación, un nuevo hombre, una nueva criatura, tal y como lo expresa la NVI: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!”, (2 Corintios 5:17, NVI).


                    IV.         DIOS HARÁ CIELOS NUEVOS Y TIERRA NUEVA.


“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”.
Apocalipsis 21:1-4

Finalmente, Dios no solo nos prometa restaurar nuestra vida a tal punto de hacernos nueva criatura, sino también hacer nuevas todas las cosas. Como dice Apocalipsis, Dios hará cielos nuevos y tierra nueva, creara una nueva Jerusalén donde habitaremos con El, y esta tierra dañada por el pecado será destruida junto con todos los impíos que serán castigados eternamente: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora
la justicia”, (2 Pedro 3:11-13).

CONCLUSIÓN.


            En el principio Dios creo los cielos y la tierra siendo el hombre el sello de la perfección de la creación, todo era perfecto y agradable hasta que por causa del pecado todo se dañó. Hoy en día vivimos en un mundo lleno de maldad, pornografía, lascivia, delincuencia, injusticia, homicidios, envidias; este mundo esta lleno de sufrimiento, enfermedades, guerras, catástrofes y cada año el medio ambiente se va degradando más y más. Dios creo el mundo perfecto, pero hoy todo es un caos. Pero Dios nos ofrece una nueva creación comenzando con nosotros al convertirnos en nuevas criaturas por medio de la fe en Jesús, y en la eternidad cielos nuevos y tierra nueva.


jueves, 16 de agosto de 2018

Tristeza que se volverá gozo (Mateo 17:22-23)



“Estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas al tercer día resucitará. Y ellos se entristecieron en gran manera”.
Mateo 17:22-23

Introducción


             Mateo continua en estos versículos narrándonos el peregrinaje de Jesús rumbo a Jerusalén donde iba a sufrir martirio a manos de pecadores. Como dijimos en el capítulo 16, se ha comenzado una nueva sección en este evangelio y este inicio con el primer anuncio de su muerte: “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día”, (Mateo 16:21). Ahora en estos versículos encontramos la segunda predicción de su muerte y vemos cómo sus discípulos empiezan a asimilar estas palabras y la tristeza que les produce.

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Tristeza que se volverá gozo

La Segunda Predicción de su Muerte



“Estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas al tercer día resucitará…”
Mateo 17:22-23

               Aquí encontramos la segunda predicción que Jesús hace de su muerte a todos sus discípulos: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; más al tercer día resucitará. Marcos nos dice que este comentario de Jesús fue dirigido a sus 12 discípulos camino a Galilea de manera secreta: “Habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese. Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día”, (Marcos 9:30-31). Y Lucas recalca que ocurrió justamente después del milagro de sanación del joven que había estado poseído y que su padre había llevado a Jesús: “Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos: Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres”, (Lucas 9:43-44). Jesús sabía que su momento de partir de esta tierra se acercaba y por lo tanto quería enseñarles a sus discípulos lo que tendrían que hacer en su ausencia. Nuestro Señor les había dicho la primera vez: …era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día”, (Mateo 16:21). Aquí dijo que padecería mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y escribas; pero ahora aquí agrega otro elemento importante respecto a su muerte: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán. Así sería, iba a sufrir a manos de los líderes religiosos de Jerusalén y lo iban a entregar en manos de Poncio Pilato y los romanos para que estos lo mataran. De esta forma Jesús iba revelándoles progresivamente a sus 12 discípulos lo que iba a ocurrir y de cómo resucitaría al tercer día: y le matarán; más al tercer día resucitará.

Tristeza que se Volvería Gozo


“Y ellos se entristecieron en gran manera”.
Mateo 17:22

           Es obvio que estas palabras llenaban de tristeza a los discípulos. La primera vez que lo hizo Pedro trato de convencerlo de que no hiciera tal cosa; pero Jesús lo amonesto por ello: “Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”, (Mateo 16:22-23). Durante estos tres años los discípulos habían estado al lado de Jesús, habían gozado de sus enseñanzas, habían presenciado sus maravillas, comía y dormían con Él cada mañana allí estaba el Señor con ellos y después de tres años los discípulos se habían acostumbrado a la compañía de su Maestro, se sentían seguros con Él y aparte de eso habían creído que era el Mesías, el Hijo de Dios, y por tanto esperaban que el reino fuera restaurado; pero ahora les dice que morirá y resucitaría al tercer día, pero parece que no entendían bien lo de su resurrección, y solo se entristecían por sus muerte. Lucas nos dice que estas palabra que Jesús les decía estaban veladas a ellos, es decir, ocultas y por ello no las entendían y tenían miedo preguntarle: “Mas ellos no entendían estas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendiesen; y temían preguntarle sobre esas palabras”, (Lucas 9:45). Ellos no entendían acerca de que resucitaría al tercer día, solo se entristecían porque iba a morir. Pensaban quizás que ya no volverían a estar con Él y que los dejaría solos; pero lo cierto es que en los planes de Dios estaba que esta tristeza se convirtiera en gran gozo en el futuro. En primer lugar, esta tristeza se volvería en gran gozo porque Cristo resucitaría al tercer día venciendo a Satanás y la muerte. Aunque su muerte causo gran tristeza, trajo noticias de gran gozo cuando este resucito de entre los muertos para cumplir así toda justicia: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”, (Apocalipsis 1:17-18). En segundo lugar, esta tristeza se volvería en gran gozo porque a través de su muerte y resurrección nos justificaría delante de Dios: “el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”, (Romanos 4:25). Es gracias a su victoria sobre la muerte que hoy podemos ser salvos de nuestros pecados. En tercer lugar, esta tristeza se volvería en gran gozo porque al irse envió al otro Consolador: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré”, (Juan 16:7). Jesús prometió no dejarnos huérfanos, sino envió al Espíritu Santo para habitar en nuestros corazones y que tengamos comunión con Él, mientras regresa por nosotros: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”, (14:16-18). De esta forma la tristeza que ahora sentían sus discípulos se volvería en un gran gozo, aunque en este momento no lo entendían, todo iba a ocurrir para bien de todos, aunque al principio fuera duro. Así es en nuestra vida cristiana, hay muchas cosas que nos entristecen por momentos y no las entendemos, pero no debemos hacerlo siempre, sino solo mantener nuestra fe esperando la respuesta de Dios ya que sus caminos son perfectos y si nos mantenemos en sus planes aun lo malo puede servir a nuestro bien futuro: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamad”, (Romanos 8:28). Aun debemos recordar que ningún padecimiento de esta tierra se compara al gozo que nos espera en la eternidad: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”, (Romanos 8:16-18).




No se acordara mas de nuestras rebeliones (Miqueas 7:18-19)



“¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados”.
Miqueas 7:18-19

INTRODUCCIÓN


            El perdón es una decisión que se toma de disculpar cualquier ofensa cometida y no proceder a ejecutar el castigo o retribución que la falta amerita. Hoy en día el perdón es una actitud muy poco practicada, más bien, el mundo está hundido en muchos resentimientos, odios y envidias. Este tema es de suma importancia que el hombre lo conozca, porque, por un lado, hay muchas heridas que a veces necesitan ser sanadas y no permitir que los resentimientos y deseos de venganza los consuma. Pero, por otro lado, el hombre necesita comprender que él necesita ser perdonado. Ahora bien, lo hermoso de este pasaje de Miqueas es que nos enseña que Dios no solo puede perdonar nuestros pecados, sino que hasta se olvida de ellos. Veamos como es que Dios nos ofrece este maravilloso perdón.

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No se acordara mas de nuestras rebeliones


                        I.         EL TEMA DEL PERDÓN Y LA NECESIDAD QUE DE ÉL TENEMOS.


La Biblia nos enseña que por causa de nuestros pecados estamos enemistados con Dios: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia”, (Colosenses 3:5-6). El pecado es lo que nos separa de Dios y trae su juicio sobre nuestras vidas ya que nos hacemos transgresores de su ley: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”, (1 Juan 3:4), por tanto, el hombre necesita ser perdonado de sus pecados porque de lo contrario morirá por sus maldades.

                      II.         DIOS PUEDE PERDONAR Y OLVIDAR TODAS NUESTRAS TRANSGRESIONES.


Por causa de nuestros pecados cometidos nos hemos hecho transgresores de su ley, lo hemos ofendido, y por ello se demanda el pago por nuestras maldades, sin embargo, Dios en su infinita misericordia puede perdonar todos nuestros pecados. Este perdón es muy diferente al que podemos recibir en esta tierra, es perfecto a tal punto que no solo podemos estar seguros de que nuestros pecados serán perdonados, sino que Dios no los volverá a tomar en cuenta, y aun se olvida de ellos: ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. Muchas veces se dice en el mundo que se puede perdonar más no olvidar, muchos dicen perdonar, pero no olvidan las ofensas cometidas y las relaciones entre estas personas no vuelven a ser las mismas. Pero con Dios no es así, ya que cuando él perdona, nunca más se vuelve a acordar de nuestras rebeliones, tanto así que promete echar a lo profundo de la mar todos nuestros pecados. Hoy en día se sabe que hay partes muy profundas en el mar a las cuales el hombre no puede descender, y es allí donde la Biblia nos dice que Dios sepultara nuestras transgresiones: No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.


Esto que dice que sepulta nuestros pecados y los echa en lo profundo del mar nos da la seguridad de un perdón completo, no como el perdón parcial que encontramos en el mundo donde la gente no olvida y las relaciones no vuelven a ser igual, sino que delante de Dios ya no hay más memoria de nuestras transgresiones. Por esta razón Pablo decía que aquella acta que nos era contraria, Cristo la había anulado: “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz”, (Colosenses 2:13-14). En los tiempos de Pablo se solía levantar un acta donde se escribían los crimines que un hombre cometía contra el estado, de tal forma que si iba a juicio era en función de esos delitos cometidos que se juzgaba. De igual forma, nosotros teníamos un acta que nos era contraria y por la cual íbamos a ser juzgado, pero Cristo la limpio por nosotros de tal forma que hoy no hay nada que nos acuse porque la sangre del Cordero nos ha limpiado. Por ello la Biblia afirma que cuando Dios perdona no se volverá a acordar de nuestros pecados y somos salvos de la condenación eterna.

                    III.         ¿CÓMO ALCANZAR EL PERDÓN DE DIOS?


“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.
Hechos 2:38

Como vimos el perdón que Dios ofrece es perfecto ya que no se vuelve a acordar de nuestras rebeliones, pero la pregunta ahora sería, ¿cómo podemos llegar a ser perdonados por Dios? Bueno, Pedro nos responde esa pregunta: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados. Dios desea perdonarnos de nuestros pecados, pero para ello debemos arrepentirnos de todos ellos, solo así lograremos escapar de la condenación eterna y heredar la vida eterna a través de la fe en nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN.


Todos hemos pecado en contra de Dios y por ello estamos destituidos de la gloria de Dios; pero cuando nos arrepentimos Él nos ofrece un perdón perfecto, tanto que nunca más se vuelve a acordar de nuestras ofensas, quita todo sentimiento de culpa y nos salva de la condenación eterna.


lunes, 6 de agosto de 2018

El Nuevo Nacimiento: La puerta para ingresar a la familia de Dios



“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”.
Juan 3:3

INTRODUCCIÓN


                 Otro de los temas importantes de la doctrina de la salvación es el Nuevo Nacimiento. Como en el caso de la conversión, el nuevo nacimiento ocurre en el momento que la persona se arrepiente de sus pecados y se vuelve a Cristo. Tan importante es este tema que el mismo Jesús le dijo a Nicodemo la necesidad que todos tenemos de nacer de nuevo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Todos los seres humanos necesitamos nacer de nuevo, ya que de lo contrario jamás llegaremos a ser hijos de Dios, ni se creará en nosotros la nueva naturaleza que nos capacita para buscar su presencia. Veamos todo lo concerniente al nuevo nacimiento.

TODOS NECESITAMOS NACER DE NUEVO


“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”.
Juan 3:1-8

nuevo-nacimiento
El Nuevo Nacimiento

                    Juan nos relata la ocasión cuando un hombre llamado Nicodemo visito de noche a Jesús. Este hombre era un principal entre los judíos y aparte de eso era fariseo, es decir, una persona que pertenecía a una secta religiosa muy importante de los tiempos de Jesús, este fue de noche para hablar con Jesús: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Sin embargo, lo que le contesto Jesús fue algo inesperado: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Esta afirmación confundió mucho a Nicodemo el cual creía que era salva, de hecho, a los ojos humanos era un buen hombre, era un principal entre los judíos y era fariseo, cómo es posible que si no nace de nuevo no va a poder ver el reino de los cielos, pero estas palabras confundieron a aquel hombre: Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? La duda le queda a Nicodemo por ello Jesús trata de aclarárselo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Una vez más Jesús le reafirma la necesidad de nacer de nuevo, ya que de ello depende la salvación: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios, y aparte de eso, el hombre en su estado original le es imposible que se acerque a Dios: Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Este es el problema, el hombre en su estado natural está totalmente perdido ya que su naturaleza pecaminosa lo impulsa a pecar y es incapaz por sí mismo de acerca a Dios: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”, (Romanos 8:7-8). Por ello es necesario que el hombre vuelva a nacer, porque así como su primer nacimiento, el físico, el dio una naturaleza pecaminosa como herencia de Adán, así el nuevo nacimiento, el espiritual, le dará una nueva naturaleza, una que lo capacita para buscar de Dios y a abandonar las obras de la carne: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”, (Efesios 2:1-5). Por tanto, el nuevo nacimiento es el hecho sobrenatural por medio del cual Dios crea en el hombre un nuevo ser, una nueva naturaleza, el nuevo hombre, el cual lo capacita para establecer una relación con Dios y buscar todo lo que es del Espíritu. Esto es el nuevo nacimiento, es una obra sobrenatural que difícilmente será explicado a través de teorías científicas o razones humanas, sino es una experiencia personal que aquellos que se arrepienten de sus pecados y se convierten al evangelio experimentan: No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.

¿CÓMO OPERA EL NUEVO NACIMIENTO?


                El nuevo nacimiento es una operación sobrenatural de Dios, no es producto de un convencimiento humano, mucho menos resultado de la persuasión religiosa, sino proviene de Dios. Es un hecho milagro que cambia al hombre transformándolo en una nueva criatura. En el nuevo nacimiento participan tres elementos importantes.

                Nacemos de nuevo por medio de la palabra.


“El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas”.
Santiago 1:18

El primer elemento que interviene es la palabra, ya que un elemento decisivo a través del cual Dios comunica su mensaje al hombre es por las Sagradas Escrituras. La Biblia es el método a través del cual el Señor habla al hombre y le comunica el plan de salvación a través de su Hijo Jesús: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”, (Juan 5:39). Santiago nos dice que un elemento indispensable para el nuevo nacimiento en la palabra de Dios: “El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas”, (Santiago 1:18). También Pedro lo confirma en su primera carta: “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”, (1 Pedro 1:23). Por eso un elemento indispensable para nacer de nuevo es la palabra la cual tiene el poder para hacer que el hombre reconozca su situación de ruina espiritual y considere la oportunidad de ser salvo que tiene a través de Cristo.

                Nacemos de nuevo por medio de la fe.


“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”.
Gálatas 3:26

El otro elemento que interviene en el nuevo nacimiento es la fe. No basta solo escuchar la palabra y estar de acuerdo con ella, es necesario creerla para nacer de nuevo y tener la vida eterna: Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.  El conocimiento de su palabra está íntimamente ligado con nuestra fe: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”, (Romanos 10:17), ya que a través de la palabra no solo conocemos nuestra situación de pecado, sino el plan de salvación y todas las promesas de Dios las cuales debemos creer para llegar a ser salvos.

Nacemos de nuevo por medio del Espíritu Santo.


“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.
Juan 3:5

                Finalmente, nacemos de nuevo gracias a la intervención del Espíritu Santo, tal y como Jesús lo dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Aquí se menciona que hay que nacer del agua y del Espíritu, pero que significa eso. En este pasaje el agua está relacionada con la limpieza de todos los pecados de la persona. En la Biblia encontramos otros pasajes donde podemos ver que es a través de la palabra de Dios que el hombre puede limpiar su vida de pecados. Nuestro Señor Jesús dijo que sus discípulos estaban limpios por la palabra que les había hablado: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”, (Juan 15:3), también el salmista se preguntó cómo puede el joven limpiar su vida: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra”, (Salmo 119:9). De aquí que se diga que cuando Jesús hablaba de nacer del agua se refería figurativamente a nacer de la palabra de Dios lo cual ya lo vimos anteriormente. Ahora bien, el Texto Sagrado nos dice también que debemos nacer del Espíritu y aquí vemos la intervención del Espíritu Santo para operar este glorioso milagro. “Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”, (Juan 1:12-13). De esta forma, aquellos que se arrepienten de sus pecados y se convierten a Cristo nacen de nuevo, habiendo tenido fe en la palabra de Dios abren su corazón a Cristo para que el Espíritu Santo venga a ellos y los convierta en nueva criatura.

RESULTADOS DEL NUEVO NACIMIENTO


                 El nuevo nacimiento es muy importante en la vida del hombre porque este provoca cambios importantes en aquellos que se convierten de corazón sincero al evangelio. En primer lugar, el nuevo nacimiento nos convierte en hijos de Dios: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”, (Juan 1:12-12). La enseñanza del nuevo nacimiento contradice la idea popular de que todos somos hijos de Dios. Lo cierto es que la única forma de ser hechos sus hijos es a través del nuevo nacimiento. Como hijos de Dios llegamos a desarrollar una verdadera relación con Él y nos convierte en herederos del reino de los cielos: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”, (Romanos 8:15-17). Así como los padres desarrollan una relación de amor con sus hijos, así ocurre con aquellos que hemos nacido de nuevo. Antes esto era imposible porque por causa de nuestros pecados estábamos enemistados con Dios, pero gracias a la fe en Cristo podemos llegar a ser salvos, nacer de nuevo y ser hechos sus hijos. Lo segundo es que al nacer de nuevo podemos ser salvos de la condenación eterna: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”, (Juan 3:3). Cuando una persona se arrepiente de sus pecados y se convierte a Cristo, Dios opera en ella el milagro del nuevo nacimiento, y a partir de allí es salvo de la condenación eterna. y ente tercer lugar, el nuevo nacimiento crea en nosotros una nueva naturaleza que nos ayudará a vivir en el Espíritu: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”, (Romanos 8:1-4). A partir del momento que nacemos de nuevo tenemos dos naturalezas, la vieja que está viciada con toda clase de prácticas pecaminosas, y la espiritual, es nuestra responsabilidad alimentar la nueva naturaleza para que esta gobierne nuestra vida: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”, (Efesios 4:22-24). Finalmente, el nuevo nacimiento nos ayuda a abandonar nuestra vieja vida e iniciar una nueva: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”, (2 Corintios 5:17). La obra de salvación que Dios opera en nosotros es completa, ya que al crear en nosotros una nueva naturaleza nos capacita para buscar de su presencia y poder huir de la vida de pecado que antes llevábamos. La palabra griega que se traduce en la RV60 como criatura es ktisis (κτίσις), y literalmente significa creación por lo que una mejor traducción de este pasaje sería decir que aquel que está en Cristo es una nueva creación, tal y como la NVI lo traduce: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!”, (2 Corintios 5:17, NVI). Prácticamente esto es lo que Dios hace, una nueva creación, no se trata de un proceso de renovación de lo viejo, sino de hacer en nosotros todo nuevo, un nuevo comienzo, una nueva relación con Dios, una nueva naturaleza, una nueva fe, una nueva familia espiritual. Esta misma idea de todo nuevo se considera en el vocablo griego que Jesús usa al decirle a Nicodemo la necesidad que tenia de nacer de nuevo: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”, (Juan 3:2). En el griego original las palabras que se traducen en la Reina Valera como nacer de nuevo se escriben: gennáo ánozen  (γεννάω ἄνωθεν). Gennáo definitivamente significa nacer, pero ánozen es una palabra cuyo significado encierra al menos tres aspectos importantes que no se puede describir en una sola palabra en el español. En primer lugar, ánozen describe una nueva creación, algo que ya existía pero se volvió a crear. Para poder ver el reino de los cielos es necesario que nuestra antigua naturaleza sea cambiada, y Cristo lo hace creando en nosotros una nueva naturaleza que nos impulsa a glorificar el nombre de Dios. En segundo lugar, ánozen describe algo que vuelve a comenzar. En Cristo Jesús el creyente tiene un nuevo comienzo, su vida antigua y sus pecados quedan en el pasado y Dios le permite comenzar una nueva vida en dirección contraria a la del mundo. Finalmente, ánozen describe algo que viene de arriba, es decir, del reino de Dios. Por tanto, el nuevo nacimiento es una operación sobrenatural que opera de manera divina, no es la acción del hombre lo que la provoca, sino la mano de Dios, haciendo nuevas todas las cosas, permitiendo así un nuevo comienzo y creando en él una nueva naturaleza que le permite vencer el pecado y acercarse más al Señor.