domingo, 21 de noviembre de 2021

Israel recobrará su tierra (Abdías 19-21)

 

“Y los del Neguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefela a los filisteos; poseerán también los campos de Efraín, y los campos de Samaria; y Benjamín a Galaad. Y los cautivos de este ejército de los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos hasta Sarepta; y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Neguev. Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová”.

Abdías 19-21

 

INTRODUCCIÓN


Israel-recobra-su-tierra
Israel recobrará su tierra

               Hemos llegado al final de este maravilloso libro profético del Antiguo Testamento y definitivamente no nos arrepentimos de haber tenido la oportunidad de estudiarlo. Abdías nos presenta la profecía en contra de Edom, la nación hermana de Israel, descendiente de Esaú, hermano mellizo de Jacob. A lo largo de este pequeño pero edificante libro hemos visto como el odio y la envidia lleva al hombre a cometer pecados en contra de su prójimo. Edom se alegro de la ruina de Judá, se burlo de ellos y cuando estuvieron en el momento mas vulnerable, ayudaron a sus angustiadores para matar a muchos a espada y entregar a otros a sus perseguidores, saqueando la nación cuando esta no se podía defender. Por estos pecados, Dios les advierte que toda obra tendrá su justa retribución y por ello serian entregados a la misma angustia a la que su hermano Judá fue sometido, con la diferencia de que Edom seria destruida para siempre, pero los hijos de Jacob un día regresarían y volverían a habitar en la tierra.


ISRAEL RECOBRARÁ SU TIERRA

 “Y los del Neguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefela a los filisteos; poseerán también los campos de Efraín, y los campos de Samaria; y Benjamín a Galaad. Y los cautivos de este ejército de los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos hasta Sarepta; y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Neguev”.

Abdías 19-20

               Israel había perdido su tierra por causa de sus pecados, primero el reino del norte cayó y fueron deportados por los asirios en el año 740 a.C.: “Y desechó Jehová a toda la descendencia de Israel, y los afligió, y los entregó en manos de saqueadores, hasta echarlos de su presencia. Porque separó a Israel de la casa de David, y ellos hicieron rey a Jeroboam hijo de Nabat; y Jeroboam apartó a Israel de en pos de Jehová, y les hizo cometer gran pecado. Y los hijos de Israel anduvieron en todos los pecados de Jeroboam que él hizo, sin apartarse de ellos, hasta que Jehová quitó a Israel de delante de su rostro, como él lo había dicho por medio de todos los profetas sus siervos; e Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta hoy”, (2 Reyes 17:20-23). Luego, en el año 587 a.C., Judá, el reino del sur, fue conquistada por Babilonia, Jerusalén destruida y muchos deportados: “Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a sus jóvenes en la casa de su santuario, sin perdonar joven ni doncella, anciano ni decrépito; todos los entregó en sus manos. Asimismo, todos los utensilios de la casa de Dios, grandes y chicos, los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia”, (2 Crónicas 36:17-18). Fue durante la caída de Jerusalén que Edom participo, matando a espada a sus hermanos y saqueando todo lo que podía de tal forma que parecía que todo estaba perdido para los hijos de Jacob y que Jerusalén jamás volvería a levantarse y esto era motivo de alegría y burla para sus enemigos. No obstante, por medio de su profeta Abdías, el Señor deja claro que su pueblo recobraría todas sus tierras: Y los del Neguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefela a los filisteos; poseerán también los campos de Efraín, y los campos de Samaria; y Benjamín a Galaad. Y los cautivos de este ejército de los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos hasta Sarepta; y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Neguev. Algunas personas que no creen en la profecía que Dios les revelaba a sus profetas del Antiguo Testamento dicen que estos últimos versículos que estamos estudiando fueron agregados por los judíos muchos años después de que dicho libro se escribiese, ya que habla del regreso de Israel a su tierra, sin embargo, nosotros creemos que estas palabras fueron dichas por Dios a Abdías profetizando que ciertamente Israel volvería a su tierra y la recobraría, de esto habla aquí Abdías. Los del Neguev se refiere a los judíos que ocuparían la región desértica de Judá que fue objeto del abuso de Edom. Luego los de Sefela son los judíos de la región montañosa baja al suroeste de Judá que ocuparían la tierra que los filisteos poseían y se extenderán hasta los campos de Efraín, Samaria, Benjamín y Galaad, es decir, se reubicarían en la mayor parte del territorio del reino del norte en Israel que se perdió cuando los Asirios los conquistaron. Además, afirma que el ejercito de los hijos de Israel poseerían la tierra de los cananeos hasta Sarepta, lo cual corresponde al antiguo reino de Israel en el norte, mientras que los cautivos de Jerusalén que estaba en Sefarad poseerían las ciudades del Neguev, que como ya vimos que refiere a la parte de Judá. Es interesante comprender la ubicación de Sefarad, ya que generalmente se le asocia a la actual España y si esto es así, nos muestra que tan lejos había llegado la deportación de la nación de Israel y aun desde los lugares más lejanos, el Señor los traería de nuevo. Sin embargo, algunas fuentes rabínicas afirman que Sefarad se refiere a Sardis, la capital del antiguo imperio Lidio al este central de Turquía. Como sea, en ambos casos nos sugiere el regreso de los judíos a su tierra. De esta forma, el Señor anuncia que su pueblo que había perdido sus tierras las recobraría en el futuro porque Él los traería de nuevo: “He aquí que yo los haré volver de la tierra del norte, y los reuniré de los últimos confines de la tierra, y entre ellos a ciegos y cojos, a la mujer que está encinta y a la que dio a luz juntamente; en gran compañía volverán acá. Vendrán con llanto, y los guiaré con plegarias, y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy a Israel por padre, y Efraín es mi primogénito”, (Jeremías 31:8-9). Aquí podemos ver el gran contraste entre Israel y sus enemigos, porque estos últimos a diferencia de Israel, serian totalmente destruidos en el futuro y desaparecerían para siempre de esta tierra y sus naciones no serian ya más, sin embargo, Israel, que, siendo castigados por sus pecados, serian exiliados y su tierra devastada, pero el Señor se compadecería de ellos y los haría volver en el futuro. Todo esto se cumplió cuando después de 70 años de exilio, el rey Ciro de Media y Persia decreta que estos podían volver a su tierra y reconstruir su tierra.


EL REINO SERÁ DE DIOS 

“Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová”.

Abdías 21

                   Aquí se nos afirma que esta futura restauración de Israel estará gobernada por Dios: Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová.  La palabra “salvadores” se traduce del hebreo yasha (יָשַׁע), la cual hace referencia a una persona que ayuda, defiende y libra de oprobio a los demás. Estos salvadores juzgarían a la nación, no como reyes, sino como lo hicieron los jueces los cuales en su mayoría guiaron a los israelitas en los caminos de Dios sin ejercer ningún tipo de monarquía sobre la nación, mejor de como lo habían hecho la mayoría de los reyes y su único rey sería el Señor. Durante el milenio, al final de la gran tribulación, nuestro Señor Jesús establecerá su reino sobre esta tierra por mil años y reinara sobre todas las naciones del mundo: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”, (Apocalipsis 20:4). Este reino instaurado para el final de los días en esta tierra por parte de Cristo será compartido con sus santos, es decir, la iglesia del Señor: “Hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino”, (Daniel 7:22). Ahora bien, este reino será justo y de acuerdo a la voluntad de Dios, un reino de total paz donde incluso los animales no se dañarán: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura. Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar”, (Isaías 11:1-9). De esta forma, Dios establecerá su reino en esta tierra, un reino donde Jesús gobernará con justicia y una gran paz se experimentará como nunca antes se ha vivido. De esta forma termina el libro de Abdías, dándole la esperanza de restauración que para este momento se encontraba en ruinas y declarando la destrucción que venia sobre aquellos que se habían levantado en contra de su pueblo amado.

 

domingo, 14 de noviembre de 2021

El arresto de Jesús (Mateo 26:47-56)

 

“Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle. Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga? En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron”.

Mateo 26:47-56 

INTRODUCCIÓN

               Llegamos a los versículos donde el apóstol Mateo nos relata el arresto de nuestro Señor Jesucristo. Con esto, Judas consume el acto más vil que jamás ser humano a planeado, traicionar al Hijo de Dios. Este momento era decisivo en la vida de nuestro Señor, ya que la razón por la cual había venido y se había estado preparando, finalmente había llegado. Había estado orando con gran intensidad pidiendo a Dios que le ayudara a cumplir su voluntad y ahora sus captores habían llegado guiados por uno de los 12 apóstoles que era el que lo entregaba. No obstante, aunque estos eventos parecían trágicos, la verdad es que todo estaba en el control y la voluntad de Dios para que se cumplieran las Escrituras respecto al Mesías.

 

Jesús-arrestado
Jesús es arrestado

LOS CAPTORES DE JESÚS

 “Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle”.

Mateo 26:47-48

               En estos versículos encontramos los captores de Jesús. En primer lugar, tenemos a Judas, el traidor el cual fue el que ayudo a organizar “mucha gente con espadas y palos”. Las palabras, mucha gente, se traducen del griego polus ójlos (πολύς ὄχλος), las cuales hacen referencia a una enorme turba o muchedumbre. Considerando que apenas habían pasado unas cuantas horas desde el momento que Judas abandono el aposento alto durante la cena pascual hasta este momento, surge la siguiente pregunta: ¿Cómo Judas pudo haber organizado una multitud de personas para ir a capturar a Jesús? Al salir del aposento alto, Judas debió correr a los sacerdotes y principales ancianos para que se organizara un grupo de hombres para que capturaran a Jesús, y esto debió haber sido hecho de manera rápida e inmediata, con mucha prisa, ya que Judas sabía que solo tenían un par de horas más antes que amaneciera y el huerto de Getsemaní era un lugar perfecto para capturarlo. Es increíble pensar como estos hombres organizaron tan rápido esta turba para que les ayudara ya que no era una cuestión de organizar un pequeño grupo de personas, sino que necesitaban también los permisos de los romanos para dirigir un grupo de captura de este tipo y en este sentido, no solo iban los sacerdotes y fariseos acompañando a judas, sino también los alguaciles del templo y un grupo de soldados romanos, todos armados con espadas y antorchas, tal y como Juan lo describe: “Judas, pues, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas”, (Juan 18:3). De esta forma, Judas, uno de los 12 de confianza, entrego a Jesús diciéndoles: Al que yo besare, ése es; prendedle. Esta palabra, besare, realmente se traduce del griego filéo (φιλέω), la cual es la palabra que describe el amor entre amigos, y esto era lo que se suponía que era Judas de Jesús, un verdadero amigo, pero fue un hipócrita, que fingió ser quien no era para que confiados en esa supuesta confianza traicionar a aquel que llamaba su amigo.

 

EL BESO DEL TRAIDOR

 “Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron”.

Mateo26:49-50

               Aquí vemos la señal que Judas les daría a los enemigos de Jesús para que lo identificaran y lo capturaran. La señal de la traición sería un beso, un hecho tan hipócrita y malvado que sello la más grande traición que jamás se haya realizado: Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. Judas lo saludo de la forma más respetuosa, llamándole: ¡Salve, Maestro!, donde la palabra Maestro es Rabí, un título que los discípulos usaban para dirigirse con respeto a sus maestros, y luego, le besó. La palabra beso se traduce del griego katafiléo (καταφιλέω), la cual es una palabra que se usaba para referirse al beso que se daban como muestra de amistad y cariño, y no un simple saludo que se hacía de forma mecánica. En el medio oriente se acostumbraba el beso entre los hombres como una forma de saludo y cariño, pero se realizaba generalmente entre buenos amigos o familiares, por ello, Judas, siendo uno de los 12 hombres de confianza de Jesús, lo saludo con un beso y por ello nuestro Señor le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. Con esto, la traición de Judas se hacia aun mas grave ya que defraudo la confianza que Jesús le había otorgado y de forma hipócrita lo saludo tendiéndole una trampa, por ello en Lucas dice: “Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?”, (Lucas 22:48). La traición definitivamente es uno de los hechos mas viles que una persona pueda realizar. Para llegar a ser un traidor, antes tuvo que haberse ganado la confianza de una persona, fingiéndose su amigo logro que la persona abriera su corazón y le revelara cosas que generalmente no lo revela a otras, además de confiarle tareas que no se le confían a cualquiera. Esto es lo que Judas había hecho, se había convertido en uno de los 12 de confianza que conocía los lugares privados que Jesús buscaba para estar solo y conociendo esto, tomo ventaja para consumar su traición. En la historia los grandes traidores han sido personas así, que de manera hipócrita se ganaron la confianza de otros y tomaron ventaja de ello para sacar algún provecho o incluso traicionarlos cuando estos eran mas vulnerables, y así hizo Judas.

 

JESÚS NO NECESITABA QUE LO DEFENDIERAN

 “Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?”.

Mateo 26:51-54

               En estos versículos se nos muestra que realmente Jesús no fue una víctima de los malhechores que lo prendieron en contra de su voluntad, sino que Él mismo se entrego voluntariamente de acuerdo a la voluntad de su Padre y su plan divino. En primer lugar, esto queda claro porque detiene a aquellos que querían defenderlo: Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. Jesús no necesitaba que nadie lo defendiera de sus captores, porque no era con violencia que la situación se iba a solucionar. De acuerdo con Juan, el discípulo que saco la espada era Pedro y fue a Malco, el siervo del sumo sacerdote, al cual le cortó la oreja: “Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco”, (Juan 18:10). Los discípulos creían que el reino de Dios se establecería en esta tierra a través de la guerra y violencia, pero esto no iba a hacer así, sino que nuestro Señor nos demostraría que nuestras armas serian espirituales y mas poderosas que las terrenales. Además de esto, Jesús les advierte a sus discípulos que aquel que mata a espada, muere a espada, una variante de la ley de la siembra y la cosecha, y esto es así, porque aquel que practica la violencia y homicidio, de la misma manera terminara. En segundo lugar, Jesús demuestra que no necesitaba que lo defendieran porque su Padre celestial tenía legiones de ángeles que le podían ayudar: ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? Estas palabras nos enseñan que realmente Jesús no estaba siendo capturado en contra de su voluntad, porque si Él lo deseaba, podía pedirle a su Padre que enviara doce legiones de ángeles para que lo defendieran. Es impresionante el número de ángeles que Jesús dijo que podía pedir a su Padre para que lo defendiesen, más de doce legiones. Una legión romana estaba constituida por 4 a 6 mil soldados, por tanto, estamos hablando entre 48, 000 a 72, 000 ángeles, una cantidad extraordinaria, lo cual muestra el poder y dominio que nuestro Señor tenia para destruir a sus enemigos, sin embargo, no estaba dispuesto a defenderse. Finalmente, Jesús no necesitaba que nadie lo defendiera porque se entregaba voluntariamente para cumplir las profecías y el plan divino de redención: ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga? Así era necesario que ocurriera, y por eso Jesús había orado, pidiendo la fuerza necesaria a su Padre para hacer su voluntad porque de acuerdo a las Escrituras, el Mesías tenia que ser traicionado, entregado a sus enemigos y morir en sus manos, todo esto era parte del plan divino y por eso nuestro Señor se entrego voluntariamente para que todo se cumpliese.

 

TRATADO COMO MALHECHOR

 “En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas”.

Mateo 26:55-56

              La forma de cómo trataron a Jesús es una clara idea del desprecio que estos hombres le tenían: “En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Es muy probable que sus enemigos se deleitaran con este momento al tratar a Jesús como un delincuente peligroso ya que habían llegado a prenderlo con una gran muchedumbre con espadas y palos, pero por otro lado posiblemente tenían miedo que Jesús intentara defenderse apoyándose con sus discípulos y como ya vimos, los discípulos estaban dispuesto a hacerlo. La verdad es que este fue el mejor momento para prenderlo, porque también temían hacerlo en plena luz del día porque se podía provocar un disturbio: “Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás, y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle. Pero decían: No durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo”, (Mateo 26:3-5). De esta forma trataron a Jesús, como hacen con los malhechores, juntaron una gran muchedumbre con espadas y palos y fueron violentamente, de noche, a tenderle una trampa para capturarlo, sin embargo, todo esto ocurrió para que se cumpliesen las Escrituras: Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Las Escrituras habían anunciado los sufrimientos del Mesías y cómo este iba a ser tratado con desprecio: “Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos”, (Isaías 53:2-3). De esta forma padeció Jesús ya que estaba dispuesto a cargar con nuestras maldades y pagar el precio de nuestra iniquidad, por ello aquel día fue capturado como si se tratara de un criminal que no merecía consideración alguna y fue llevado a su muerte.

 

TODOS LO ABANDONARON

 “… Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron”.

Mateo 26:56

            Al final, después de su captura, sus discípulos lo abandonan y salen huyendo: Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron. Aunque tanto Pedro, como los demás discípulos habían prometido que estarían al lado de Jesús y que estaban dispuestos a ir a la cárcel con Él y aun morir, pero la verdad es que el temor se apoderó de ellos y por eso salieron huyendo, dejando atrás a su Maestro en manos de sus enemigos. Que triste escena, más tarde esto debió haber acusado la conciencia de ellos ya que habían abandonado a Aquel a quien amaban. No obstante, así tenia que ser, porque este momento el Señor lo tenia que atravesar solo y lo hacia por amor a todos nosotros y aunque sus discípulos se habían retirado de Él huyendo, más tarde el volvería a ellos para confirmar su fe.

 

 

domingo, 7 de noviembre de 2021

La retribución que cada persona recibirá (Abdías 15-18)

 


“Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza. De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido. Mas en el monte de Sion habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones. La casa de Jacob será fuego, y la casa de José será llama, y la casa de Esaú estopa, y los quemarán y los consumirán; ni aun resto quedará de la casa de Esaú, porque Jehová lo ha dicho”.

Abdías 15-18

INTRODUCCIÓN

             Casi llegamos al final de este pequeño pero maravilloso libro profético el cual, como hemos estado viendo, posee muchas enseñanzas que son de gran bendición en nuestra vida cristiana. Hasta el momento hemos visto como el poder y las riquezas pueden llenar de soberbia y orgullo al hombre, como la envidia puede llenar el corazón de una persona a cometer terribles pecados en contra de su prójimo y estos llevarlos a su ruina total. Esto fue lo que le paso a Edom, los cuales se alegraron del mal que vino sobre sus hermanos de Judá y en lugar de ayudarlos, participaron junto con los babilonios en su destrucción, tomando ventaja del momento vulnerable que estaban pasado, para entrar por sus puertas, saquearlos, matarlos a espada y entregarlos a sus enemigos. Definitivamente este fue un acto muy vil que la nación de Edom cometió, pero ahora, Dios se pronuncia aclarando que ninguna obra quedara sin su debida retribución, cada uno pagara según hayan sido sus obras.

 

retribución
La retribución que cada persona recibirá


EL DÍA DE JEHOVÁ ESTÁ CERCANO

“Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones…”

Abdías 15

                  El día de Jehová es una alusión directa al juicio que Dios ejecuta sobre las naciones debido a todas sus maldades. Este día fue anunciado los profetas del Antiguo Testamento y en su significado inmediato, nos habla del juicio que viene sobre algunas naciones que Dios juzga por sus pecados, tal y como lo está haciendo aquí en el libro de Abdías, sin embargo, también hace referencia, en su significado profético, a aquel día de juicio que vendrá sobre toda la humanidad entera y que generalmente conocemos como la gran tribulación o la semana 70 de Daniel. En este sentido, este día de juicio recibe los siguientes nombres a lo largo de toda la Biblia:

 1.       El día de Jehová o del Señor (Isaías 13:6; Joel 1:15; 2:1, 11, 31; 3:14; Malaquías 4:5; 1Tesalonicenses 5:2; 2 Tesalonicenses 2:2).

2.       Angustia o tribulación (Sofonías 1:15).

3.        La gran tribulación (Mateo 24:21).

4.       Tiempo o día de angustia (Daniel 12:1; Sofonías 1:15).

5.       Tiempo de angustia para Jacob (Jeremías 30:7).

Sofonías describe perfectamente lo terrible que será el juicio de Dios: “Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente. Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento, día de trompeta y de algazara sobre las ciudades fortificadas, y sobre las altas torres. Y atribularé a los hombres, y andarán como ciegos, porque pecaron contra Jehová; y la sangre de ellos será derramada como polvo, y su carne como estiércol. Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová, pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo; porque ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la tierra”, (Sofonías 1:14-18). Podemos considerar la aplicación de estas palabras no solo para el tiempo de la gran tribulación, sino también nos describe el castigo terrible que viene sobre aquellas naciones soberbias como Edom, que se negaron a hacer misericordia y cometieron terribles pecados en contra de su hermano Judá.

 

EDOM PAGARÍA POR SUS MALDADES

“… como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza. De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido”.

Abdías 15-16

                Edom había cometido un gran agravio en contra de su hermano Judá justo en el momento que ellos estaban más débiles, se habían burlado con gran jactancia de su mal, les habían robado sus bienes y cometido todo tipo de violencia, lo cual debió hacer la angustia de Judá aún peor, sin embargo, nadie que haga maldad en este mundo se quedara sin su justa retribución: como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza. De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido. Estos versículos hacen referencia a lo que nosotros conocemos como la ley de la siembra y la cosecha, donde aquellos que siembren maldades, sus maldades los alcanzaran cosechando muerte y condenación eterna. Pablo lo dijo de la siguiente manera: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”, (Gálatas 6:7-9). Edom se había atrevido a alegrarse y burlarse del mal de Judá, habían bebido en el santo monte, en la ciudad de Jerusalén y, por lo tanto, el Señor traería sobre ellas la misma calamidad. Queda claro que toda obra, sea buena o mala, tendrán su retribución en el futuro. Muchas personas hoy en día viven cometiendo todo tipo de agravio y violencia, buscando enriquecerse a través del hurto, muchos dañan a las personas y pareciera que todo queda impune; pero no será así, porque Dios juzgara todas sus obras y traerá el castigo sobre todas estas personas malas. Así le paso a Edom, ellos habían cometido agravio en contra de Judá, pero ese mismo agravio se les devolvería y serian sometidos al mismo sufrimiento y ruina a la que se sometió Judá de tal forma que no podrían huir de ella y así como bebieron vino en el monte santo de Dios burlándose de lo que le pasaba a Judá, también el Señor les haría beber el vino de su ira: “Porque el cáliz está en la mano de Jehová, y el vino está fermentado, lleno de mistura; y él derrama del mismo; hasta el fondo lo apurarán, y lo beberán todos los impíos de la tierra. Así será con todo aquel que vive en sus maldades, sus maldades los alcanzaran y tendrá que enfrentar el juicio de Dios”, (Salmo 75:8).


LOS QUE ESPERAN EN DIOS SERÁN CONSOLADOS Y LOS IMPÍOS IRÁN A SU RUINA

 “Mas en el monte de Sion habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones. La casa de Jacob será fuego, y la casa de José será llama, y la casa de Esaú estopa, y los quemarán y los consumirán; ni aun resto quedará de la casa de Esaú, porque Jehová lo ha dicho”.

Abdías 17-18

                En estos versículos, el profeta muestra que aquellos que haciendo el mal no se arrepienten de él serán entregados al juicio divino; mientras que aquellos que enfrentan la disciplina y se vuelven a Dios alcanzaran misericordia: Mas en el monte de Sion habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones. La nación de Judá había experimentado el castigo de Dios por causa de sus pecados, pero se les promete que serían restaurados: La casa de Jacob será fuego, y la casa de José será llama, y la casa de Esaú estopa, y los quemarán y los consumirán; ni aun resto quedará de la casa de Esaú, porque Jehová lo ha dicho. Dios anuncia que Jacob, que representa a Judá, el reino del sur, y José, que representa a Israel, el reino del norte, serían como fuego y llamas que quemarán a Esaú como una estopa hasta consumirlos y no quedar nada de ellos. Así, el Señor anunciaba el juicio que venía sobre esta nación, ellos habían saqueado a Judá, por lo que ellos serian saqueados, ellos habían traicionado a Judá, por tanto, sus aliados los traicionarían, ellos habían cometido violencia en contra de su hermano, por tanto, ellos serian víctimas de la misma violencia, ellos se habían alegrado de la aniquilación de Judá, por tanto, los Babilonios terminarían destruyendo su nación. Sin embargo, el dolor de Judá seria consolado y Dios restauraría a la nación entera trayendo el juicio sobre las naciones que habían obrado mal en contra de ella y volvería a traerlos de regreso a su tierra devolviéndoles todo aquello que les habían robado.

            Definitivamente el castigo de Dios viene sobre los seres humanos por causa de sus pecados, pero este puede venir como una disciplina que pretende corregir nuestro caminar y volvernos en arrepentimiento a Él: “Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos”, (Hebreos 12:5-8). Israel tuvo que atravesar por la disciplina del Señor, sin embargo, Dios no se olvido de ellos y a su tiempo les devolvió la tierra que habían perdido por causa de sus pecados, sin embargo, aquellos no que se arrepienten de sus pecados son consumidos por el juicio divino, nosotros debemos ser fieles a su palabra, alejarnos del pecado y si recibimos la disciplina del Señor, reconocer nuestros errores y volvernos en arrepentimiento para no ser como Edom que endureció su corazón y se empecino en seguir cometiendo pecados que los condujeron a su propio fin.