domingo, 26 de marzo de 2023

La Iglesia Adventista del Séptimo Día

 

“Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia”.

Hebreos 4:9-11

INTRODUCCIÓN

              La Iglesia Adventista del Séptimo Día, a veces llamados adventistas, cuyo nombre proviene de la palabra advenimiento, la cual hace referencia al advenimiento o segunda venida de Cristo, es vista a veces como una denominación evangélica, pero realmente las congregaciones cristianas no la clasifican así, sino más bien la podríamos clasificar como una secta por tener doctrinas fundamentales con interpretación diferente. Una de sus características por las que se conoce este grupo es porque afirman guardar el sábado como un acto de obediencia al cuarto mandamiento, y de allí que a veces se les llama también sabatistas, sin embargo, Hebreos nos dice que ahora esto ya no es necesario, ya que Cristo es nuestro reposo y de allí se nos exhorta a entrar a este reposo, el reposo de todas nuestras obras, de la carga de nuestros pecados: Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.

ORIGEN


William-Miller
William Miller
De John H. Bufford - Adventist Digital Library, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=129659039

              Durante las primeras décadas del siglo XIX en los Estados Unidos se dio un gran avivamiento que muchos han llamado el Segundo Gran Despertar (1790–1840), época que se caracterizó por la predicación de la palabra de Dios y un tiempo de muchas conversiones, época donde Dios levanto hombres como Charles Finney; sin embargo, durante este momento se nació también una secta que hoy en día se conoce como la Iglesia Adventista del Séptimo Dia. Todo comenzó con un hombre llamado William Miller, un granjero bautista, que después de estudiar por años las profecías del libro de Daniel se atrevió a afirmar que el Señor Jesucristo regresaría el 22 de octubre de 1844. Esto lo hizo basada en el texto: “Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”, (Daniel 8:14). Según William Miller, la purificación del santuario la interpreto como el fin del mundo, los dos mil trescientos días los entendió como un periodo de dos mil trescientos años​ que iniciaron en el 457 a.C., fecha en que Artajerjes I emitió un edicto que permitía la reconstrucción de Jerusalén. En el año de 1831 Miller comenzó a predicar sus ideas en iglesias bautistas, metodistas y congregacionalistas en EE. UU., ganando adeptos, y en 1840, Joshua V. Himes, uno de sus seguidores y pastor bautista, inicio la impresión de una revista llamada Signs of the Times, así como otras publicaciones de folletos y libros que anunciaban dichas ideas del regreso de Cristo en el año de 1844, luego, otro de sus seguidores llamado Samuel Snow, a través de un estudio en las fiestas judías, llego a establecer que la segunda venida de Cristo seria el 22 de octubre de 1844. De esta forma se dio lo que se conoce como movimiento millerita atrayendo a muchas personas que creyeron en sus falsas predicciones.

 

profecias-Miller
El cálculo realizado por William Miller De Bald bald - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=36813168


            El Gran Chasco.

Después de toda esta propaganda, El 22 de octubre de 1844, alrededor de cincuenta mil y doscientas cincuenta mil personas esperaron ansiosamente la segunda venida de Cristo, sin embargo, como ya sabemos, nada paso ese día. Eso provoco la deserción de muchas personas, sin embargo, un remante continúo tratando de entender qué es lo que había pasado y así, llegaron a la conclusión que los cálculos de Miller estaban correctos, pero había errado al creer que Cristo vendría a la tierra a purificar un santuario terrenal, si no, más bien se refería a un santuario celestial: “Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”, (Daniel 8:14). En este sentido afirman que Jesús inicio la purificación del santuario celestial, allá en el cielo donde se encuentra, para dar paso a lo que llamaron el juicio investigador, donde revisaría todos los nombres del libro de la vida y al purificar totalmente el santuario celestial, regresaría a purificar la tierra. De esta forma, de un gran error de interpretación bíblica, saltaron a otra, naciendo el movimiento que se conocería como la Iglesia Adventista del Séptimo Dia.

 

Sus principales lideres.

Entre los principales lideres que impulsaron este movimiento podemos mencionar a Joseph Bates, fue un marinero estadounidense que al abrazar las enseñanzas milleritas, uso su fortuna para propagar estas ideas, además de ser uno de los primeros adventistas que comenzó a guardar el sábado. También tenemos a James Springer White, quien fue un teólogo y escritor estadounidense que fundo el primer periódico adventista. Luego, tenemos quizás a la más conocida del movimiento adventista, Ellen Gould White, conocida también como Elena de White y esposa de James Springer White. Su liderazgo fue clave en dicho movimiento, fue autora de muchos libros que propagaron sus ideas y se conoció por sus visiones respecto a la segunda venida de Cristo.

 

ELENA DE WHITE

              Elena de White fue una mujer que influyo bastante en el movimiento adventista. Después del gran chasco, ella fue uno de los pocos que se quedaron buscando la razón del por qué la profecía de Miller había fallado. Al final, como ya vimos, entendieron que la profecía no había fallado, sino que fue mal interpretada ya que Cristo había iniciado la purificación del santuario celestial, antes de venir a purificar la tierra. Ella dijo en su obra, El Conflicto de los Siglos, página 419.: “El asunto del santuario fue la clave que aclaró el misterio del chasco de 1844”. De esta forma, Elena de White promovió estas ideas las cuales fueron confirmadas por sus visiones, las cuales eran manifestadas como una especie de trance donde afirmaba ver cosas que el Señor le revelaba. Una de estas visiones veía a un grupo de milleritas caminando por medio de una senda estrecha rumbo a la Nueva Jerusalén, lo cual usaron para animar a sus seguidores de que se encontraban en el camino adecuado, así Elena de White fue reconocida entre los adventistas como una profeta. Elena de White afirmo tener más visiones proféticas y fue autora de muchas obras literarias.

 

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Elena de White
De G. W. Loring, New York Gallery, Battle Creek, Michigan - Ellen G. White Estate, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=74530903

ENSEÑANZAS DE LOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA

               Los adventistas tienen algunas enseñanzas que de acuerdo a la Biblia no son correctas y aunque a simple vista parecieran ser congregaciones cristianas, realmente no interpretan algunas doctrinas que pudiéramos considerar fundamentales en nuestra valiosísima fe. Vamos a considerar algunas de ellas.

 

Las profecías.

Quizás una de las primeras enseñanzas que están en contra de lo que la Biblia enseña que pudiésemos mencionar son sus profecías en cuanto a la segunda venida de Cristo. Si recordamos William Miller afirmó que el Señor Jesucristo regresaría el 22 de octubre de 1844, y luego, Samuel Snow, declaró que lo haría ese mismo año, solo que el 22 de octubre, lo cual ya sabemos. Uno de los peores errores que una persona puede tener es tratar de fechar el año en el cual Jesucristo regresara, esto es así porque nuestro Señor nos advirtió de que no debíamos hacerlo: “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre”, (Marcos 13:32). Ante el fracaso de esta profecía, sus seguidores lo solucionaron diciendo de que Miller no se había equivocado en la fecha, sino solo en el lugar, ya que Jesús en lugar de regresar por segunda vez a la tierra para purificarla, lo que había hecho era entrar al santuario celestial, allá en la morada celestial, para purificarlo, tomando en cuenta las últimas palabras de Daniel 8:14: “Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”, (Daniel 8:14). Sus seguidores defienden esta última postura basándose en algunos versículos de Hebreos, tales como: “El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”, (Hebreos 1:3) y además: “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios”, (Hebreos 9:24). En cuanto a esta interpretación los adventistas afirman:

 1.      Lo que ocurrió en 1844 no fue un chasco, sino un gran acontecimiento histórico que dio paso a la iglesia adventista.

2.      Daniel 8:14 y la doctrina del santuario purificar nos dice que Jesús está realizando ahora mismo el último aspecto de su obra redentora como Sumo Sacerdote en el santuario celestial.

3.      Un juicio investigador que está en proceso en el cielo ahora mismo por parte del Señor Jesús, donde para cada ser humano revisa en el libro de la vida los hechos, sean buenos o malos, de cada uno de ellos. Al terminar esta obra regresara por segunda vez a la tierra a juzgar a cada uno según sus obras. Al respecto de esto, una declaración de fe en una de sus páginas oficiales en la internet dice: “Antes de la Segunda Venida de Jesús, está investigando toda la tierra, todos los que han vivido, cada elección que cada ser humano ha hecho. Dios quiere que quede claro para nosotros, y para el universo que nos observa, que ninguna persona experimentará un destino que no haya elegido”[1].

Lo cierto es que Daniel 8:14 merece otra interpretación y el problema que tenemos con la fecha dada referente a la segunda venida de Cristo y las otras enseñanzas que se desprendieron de ella referente a la purificación del templo y el juicio purificador es que están basadas en un error del cual el Señor nos advirtió no cometer, el querer fechar su segunda venida, según Marcos 13:32.

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Cartel profético millerita
Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3137282

La muerte.

Otra enseñanza que no concuerda con lo que la Biblia enseña es la forma de cómo entienden la muerte. Una de sus declaraciones de fe de la iglesia adventista dice textualmente en un sitio de internet: “La paga del pecado es la muerte. Pero Dios, el único que es inmortal, otorgará vida eterna a sus redimidos. Hasta ese día, la muerte constituye un estado de inconsciencia para todos los que han fallecido. Cuando Cristo, que es nuestra vida, aparezca, los justos resucitados y los justos vivos serán glorificados, y todos juntos serán arrebatados para salir al encuentro de su Señor. La segunda resurrección, la resurrección de los impíos, ocurrirá mil años después”[2]. Si nos damos cuenta los adventistas ven la muerte como un estado de inconciencia, donde los que mueren están como un sueño y estos despertaran hasta el día de la resurrección, ya sea para vida eterna o condenación eterna. Bien es cierto de que en algunas partes de las Escrituras se usa el termino, “los que duermen”, para referirse a los que ya murieron, pero realmente este es un eufemismo, es decir, una expresión utilizada para sustituir una palabra que socialmente se considera ofensiva o de mal gusto (1 Corintios 11:30; 15:6; 1 Tesalonicenses_4:13; 5:7). Además, la Biblia es clara al enseñar que después de la muerte, el alma trasciende conscientemente, ya sea al infierno o al paraíso, tal y como Jesús lo enseñó: “Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno”, (Lucas 16:22-23).

 

Guardar el día sábado.

Otra enseñanza que siguen fielmente los adventistas es el guardar el día sábado. Al respecto, una confesión de fe que se encuentra en una de sus páginas web que son oficiales en su organización dice: “El amable Creador, después de los seis días de la Creación, descansó en el séptimo día e instituyó el sábado para todas las personas como un memorial de la Creación. El cuarto mandamiento de la inmutable ley de Dios requiere la observancia del séptimo día como día de descanso, adoración y ministerio en armonía con la enseñanza y la práctica de Jesús, el Señor del Sábado. El sábado es un día de encantadora comunión con Dios y con los demás. Es un símbolo de nuestra redención en Cristo, un signo de nuestra santificación, una muestra de nuestra lealtad, y un anticipo de nuestro futuro eterno en el reino de Dios. El sábado es la señal perpetua de Dios de su pacto eterno entre Él y su pueblo. La alegre observancia de este santo tiempo de tarde a tarde, de sol a sol, es una celebración de los actos creativos y redentores de Dios”[3]. Uno de los primeros precursores en guardar el día sábado fue Joseph Bates, uno de los primeros fundadores de los adventistas, éste, después de visitar en 1845 un pequeño grupo adventista en Washington que guardaban el sábado, se convenció de que esto era lo correcto que se tenia que hacer y comenzó a predicar y promover la importancia de guardar el día sábado y en 1846 público un libro donde desarrollo este tema bajo el nombre: The Seventh Day Sabbath: A Perpetual Sign from the Beginning to the Entering Into the Gates. Ahora, la iglesia cristiana ya no guarda el sábado basado en las siguientes razones:

1.      El guardar el día de reposo fue un mandamiento dado exclusivamente a Israel para que lo guardase en el tiempo de la ley: “Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó”, (Éxodo 31:16-17).

2.      Con el surgimiento de la iglesia gentil y los aportes del apóstol Pablo a la teología de la salvación por gracia se dieron cuenta que no era necesario seguir cumpliendo la ley para ser salvo, por tanto, en el Concilio de Jerusalén declararon: “Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios. visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, Para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre”, (Hechos 15:12-20).

3.      La iglesia cristiana ha reconocido que ya no está obligada a guardar el sábado, pero si cumplir la ley moral: “Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, (Romanos 13:9).

4.      El concepto de apartar un día para Dios ha pasado al domingo: “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”, (1 Corintios 16:1-2). Esto fue así porque Jesús resucito de entre los muertos el primer día de la semana. (Juan 20:1-10), además, la Didajé, o la Doctrina de los Doce Apóstoles dice: “El Día del Señor nos reunimos y partimos el pan”, y también, Ignacio de Antioquía, un padre de la iglesia primitiva escribió en su carta a los magnesios de la siguiente forma: “ya no viven para el sábado, sino para el Día del Señor” (Epístola a los Magnesios, 9:1). Otro escritor antiguo llamado Melitón de Sardes escribió un tratado Acerca del Día del Señor. Así vemos cómo de alguna manera el concepto de apartar un día para dedicarlo a las cosas del Señor ha prevalecido en la iglesia cristiana solo que ya no es el sábado, sino el domingo, y no se hace como mandamiento y ni porque guardándolo vamos a ser salvos.

5.      Para los cristianos, ya no es necesario guardar el sábado para descansar de nuestras obras, pues Cristo es nuestro reposo: “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia”, (Hebreos 4:9-11).

  

Otras doctrinas de los adventistas.

Generalmente, el resto de doctrinas de los adventistas están alineadas con las declaraciones de fe de la iglesia cristiana, a excepción de las antes ya discutidas, así pudiésemos consultar en sus sitios web oficiales o libros y veremos que las doctrinas de la salvación a través de la fe en Jesús, o la Trinidad divina, o la cena del Señor, el bautismo y la inspiración y autoridad de las Sagradas Escrituras no presentan diferencias, sin embargo, también es cierto que encontramos escritos y afirmaciones de otros adventistas que ocasionalmente niegan dichas doctrinas. Por ejemplo, leamos lo que dijo Merritt E. Cornell (1827-1893), en su obra titulada: Facts For the Times, página 76: “Protestantes y católicos están tan unidos en el sentimiento, que no es difícil concebir cómo los protestantes puede hacer una imagen a la Bestia. La masa de protestantes cree con los católicos en la Trinidad, la inmortalidad del alma, conciencia de los muertos, recompensas y castigos en la muerte, la tortura interminable de los malvados, la herencia de los santos más allá de los cielos, rociando para el bautismo, y el DOMINGO PAGANO para el sábado; todo lo cual es contrario al espíritu y la letra del Nuevo Testamento”. De acuerdo a sus afirmaciones, doctrinas como la Trinidad están erradas, de allí que existen algunos grupos adventistas que no creen en esto.



[1] https://es.adventist.org/creencias/#8-la-gran-controversia

[2] https://www.adventistas.org/es/institucional/creencias/

[3] https://es.adventist.org/creencias/#8-la-gran-controversia


jueves, 23 de marzo de 2023

El problema de las Sectas a lo largo de la historia

 

“los cuales también saben que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo”.

Hechos 26:5

INTRODUCCIÓN

                En estudios pasados definimos lo que significa una secta, esto es términos teológico cristiano, y en este sentido, llámanos secta a toda perversión del evangelio puro que introduce herejías que sus seguidores creen y estas mismas los conducen al infierno. Ahora bien, el problema radica aquí, en estas herejías que conducen a las personas a la condenación eterna, de allí que las sectas y herejías han constituido un verdadero problema para la iglesia del Señor desde sus mismos inicios y consideramos oportuno extender un poco más el estudio de este tema ya que desde que la iglesia nació allá en el siglo I d.C. surgieron muchas herejías que dieron paso a movimientos y sectas que tomando principios bíblicos, combinaron sus creencias paganas y filosofías griegas que se alejaban totalmente de la verdad que Dios ha revelado en las Escrituras.

 

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El problema de las Sectas a lo largo de la historia


ORIGEN ETIMOLÓGICO DE LA PALABRA SECTA

                  En el idioma latín, la palabra secta proviene de la palabra sequi que literalmente significa seguir, y en este sentido, una secta agrupa a un grupo de personas que siguen una manera particular de filosofía o manera de pensar. Ahora, en el Nuevo Testamento, la palabra secta se traduce del griego jairesis (αἵρεσις), la cual hace referencia a la acción de elegir, misma palabra que en ocasiones se traduce también como herejía, así que de alguna manera podemos ver que las sectas y las herejías están íntimamente relacionadas. Ahora, ¿cómo eran vistas las sectas en el tiempo de Jesús? Al respecto de esto, el Diccionario Bíblico Wilton M. Nelson nos dice: “Originalmente la voz griega significaba secta, escuela o partido, pero en la época helenística llegó a denotar una escuela o doctrina filosófica de enseñanzas particulares. No tenía todavía el sentido especial de desviación u oposición a la ortodoxia que le da el Nuevo Testamento. Significaba más bien una dirección o tendencia dentro de la ortodoxia, y por tanto los "sectarios" no merecían reprobación”. Así vemos que en el judaísmo existían algunas sectas donde no todas eran vistas como malas, así tenemos que Pablo perteneció a la secta de los fariseos: “los cuales también saben que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo”, (Hechos 26:5). También, existía la secta de los saduceos: “Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos”, (Hechos 5:17). Ambas sectas eran derivadas del judaísmo, sin embargo, se diferenciaban en sí en la forma de como expresaban su religión y definían sus fundamentos teológicos, así los fariseos afirmaban vivir por la ley de Moisés, separados del mundo, creían en la ley, los profetas y los demás Escritos y en los ángeles. Sin embargo, los saduceos era una clase sacerdotal que creía solamente en la ley, negaban la autoridad de los profetas y los demás Escritos, no creían en los ángeles ni la resurrección y abrazaban la idea de un gobierno sacerdotal al estilo de los Asmoneos. Aparte de estos, también estaban los esenios, un grupo sectario más radical que negó las comodidades de la sociedad por considerarla corrupta y se apartaron a vivir en comunidades aisladas en el desierto para conservar su tradición religiosa. Como vemos, dentro del judaísmo, cada uno escogía o elegía la corriente teológica por la cual expresaría su religión y al menos en este tiempo no se consideraban como algo malo. Con forme el cristianismo surgió, algunos lo consideraron también como una secta que derivaba del judaísmo, pero hoy sabemos que era más que eso: “Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos”, (Hechos 24:5).

              Ahora, el concepto de secta cambio radicalmente con la llegada del cristianismo, ya que muchas herejías provocaron una separación de la verdadera doctrina y, por consiguiente, estas atentaron con el evangelio puro de Jesucristo. El evangelio es uno solo y aunque no dudamos que hay algunos temas teológicos de donde se pueden desprender más de una interpretación, lo importante es que estas no estén en contra de algunas doctrinas fundamentales de nuestra fe relacionadas con la salvación por medio de la fe en Jesús, sin obras, la deidad y personalidad de las tres personas de la Trinidad Divina, el nacimiento virginal de Jesús o su encarnación, la inspiración de las Escrituras y estas vistas como única fuente de autoridad. Por ello, Pablo les decía: “Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”, (Gálatas 1:8). Siendo así, las sectas que surgieron en esta época estaban en total oposición al verdadero cristianismo, de allí que algunos teólogos como Roger Mehl dice que: “la secta es básicamente un grupo cerrado en el que se destaca una postura de oposición”, y ciertamente, las sectas se oponen a la verdadera doctrina del evangelio y sus seguidores deciden abrazar sus herejías que los conducen al infierno y en esto radica el peligro que las sectas presentan.

 

PROLIFERACIÓN DE LAS SECTAS Y HEREJÍAS DURANTE LOS PRIMEROS SIGLOS DE LA IGLESIA CRISTIANA

                 Es increíble pensar cómo Satanás se ha opuesto al avance del evangelio y obviamente no solo lo ha hecho a través de la persecución u ofrecer placeres temporales en los cuales el hombre pudiese perderse, sino que lo hace por medio de las sectas que ofrecen una falsa religión que haga pensar al hombre que se encuentra bien con Dios, sectas que están llenas de herejías. En el Nuevo Testamento podemos encontrar que algunos de sus evangelios y cartas fueron escritos para contrarrestar dichas herejías que estas sectas promovían. Consideramos las principales.

 

              El Gnosticismo.

El gnosticismo nació allá en el siglo I d.C. (algunos se atreven a afirmar que fue antes) como una especie de “ciencia religiosa” o filosofía que buscaba dirigir al hombre a la salvación a través de adquirir el conocimiento supremo que ellos llamaban gnosis. La palabra Gnosticismo proviene del griego Gnostikismós (Γνωστηκισμóς), que significa “tener conocimiento” e influenciaron durante los primeros cuatro siglos el judaísmo y cristianismo, con lo cual surgieron varias herejías. Durante el primer siglo, en su influencia negativa con el evangelio, el gnosticismo presento un problema de sincretismo, es decir, mezclaron los principios bíblicos con creencias de religiones orientales y filosofías, especialmente con las de Platón. Entre las enseñanzas del gnosticismo podemos mencionar:

 

1.      La salvación es lograda sólo a través del conocimiento especial (gnosis).

2.      El Dios desconocido era demasiado puro y perfecto para tener algo que hacer con el universo material el cual era considerado maligno, de allí se desprenderían conceptos como: El espíritu es bueno; el cuerpo, por ser material, es malo.

3.      Dios generó divinidades menores, o emanados, entre ellos estaba Jesús.

4.      Creían que el Demiurgo, un dios malvado que creó el universo. Él, junto con los arcontes (o agentes del Demiurgo), mantenían a los mortales en cautiverio en la materia y trataban de impedir que las almas de los espíritus puros ascendieran de regreso a dios después de la muerte de los cuerpos físicos.

5.      La liberación de la forma material era obtenible solo a través del conocimiento especial revelado por maestros Gnósticos únicos.

Definitivamente el gnosticismo llego a ser un problema al introducir sus creencias heréticas en el evangelio y ofrecer una descripción de Dios y Cristo totalmente errada, pero, consideremos algunos representantes de esta corriente gnóstica con los cuales la iglesia tuvo que lidiar durante los primeros siglos de esta:

 1.      Marción de Sinope (Siglo II d.C.): Aunque no todos opinan que fue un gnóstico, sus enseñanzas eran demasiado parecidas. Afirmaba que existían dos dioses, un dios malo al cual identificaba con el Dios del Antiguo Testamento y llamaba Demiurgo; y un dios bueno al cual lo relacionaba con el Dios del Nuevo Testamento el cual había enviado a Jesús. Además, de todo el canon bíblico, solo acepto el evangelio según Lucas y las cartas Paulinas, el resto fueron rechazadas por él.

2.      Cerinto (Finales del siglo I, principios del siglo II d.C.): Este filósofo y religioso afirmaba que Jesús y Cristo eran dos seres diferentes. De acuerdo con sus heréticas conclusiones, Jesús solo fue un hombre común y corriente el cual recibió el espíritu de Cristo cuando fue bautizado, pero se apartó de él cuando murió en el Calvario. Muchos teólogos cristianos afirman que Juan escribió su evangelio y cartas para desmentir las mentiras que este hombre enseñaba.

3.      Carpócrates de Alejandría (Siglo II d.C.): Fue un maestro gnóstico que combino las enseñanzas cristianas con elementos de la filosofía platónica, este negó la divinidad de Jesús, rechazo el Antiguo Testamento y creían que el mundo había sido creado por ángeles caídos y que la salvación solo se alcanzaba a través de alcanzar la gnosis suprema.

 

El Monarquianismo.

El monarquianismo es una corriente herética del siglo II y III d.C. que afirmaba la existencia de un solo Dios, el Padre, el monarca sobre toda la creación, negando así la Trinidad divina. Algunos de sus principales precursores de este pensamiento fueron: Pablo de Samosata un obispo de Antioquía en Siria y Práxeas, un sacerdote de Asia Menor. Del monarquianismo se desprendieron las siguientes corrientes heréticas que de alguna manera hoy en día prevalecen en los unitarios:

 

1.    Adopcionismo: Herejia del siglo II d.C, que afirmaba que Dios le otorgó poderes a Jesús durante su bautismo, el cual nació siendo humano, pero después lo adoptó como un Hijo. Teódoto de Bizancio fue el partidario principal de esta herejía y revivido más tarde en el siglo VIII en España.

2.    Modalismo: Este fue un término popularizado en el Siglo XIX entre los unitarios y por medio de la cual establecen que Dios es una sola persona quien a través de la historia bíblica se ha revelado a Sí Mismo en tres modalidades o formas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, de tal forma que estos tres nombres no sugieren que sean personas diferentes, sino el mismo Dios, presentado con diferente nombre o diferente manifestación.

 

El Montanismo.

              El montanismo fue corriente herética fundada por Montano, un teólogo de Frigia, en Asia Menor, alrededor de los años 160 al 170 d.C., el cual, junto con sus profetizas Prisca y Maximila, afirmaba haber tenido revelaciones proféticas respecto al fin del mundo. Según Montano, las revelaciones que recibió en forma de éxtasis suplantaban la revelación que los apóstoles recibieron y promovían el ascetismo.

 

El Docetismo.

La palabra docetista viene del griego dokein (δοκεῖν) que significa parecer o semejarse. Esta fue una herejía del siglo II d.C. que negaba la encarnación de Jesús, es decir, que Jesús no se hizo Hombre, sino que solamente sus apariciones corporales fueron un mero ilusionismo y, por tanto, sus sufrimientos en la cruz del Calvario fueron fingidos.

 

El Apolinarianismo.

              El apolinarianismo fue una herejía promovida por Apolinar el Joven, obispo de Laodisea en el siglo IV d.C. la cual negaba la naturaleza humana de Jesús y afirmo que el cuerpo que uso era un cuerpo sin alma, ya que consideraba que todo cuerpo con espíritu humano lo volvía pecador, de tal forma que el Logos se apodero del cuerpo de Cristo sustituyendo así su alma y lo uso como una especie de marioneta para hacer su obra.

 

El Arrianismo.

El arrianismo fue una herejía del siglo IV d.C. promovida por Arrio, obispo de Alejandría el cual afirmaba: (1) Sólo Dios el Padre era eterno y demasiado puro e infinito para aparecer en la tierra. (2) Por lo tanto, Dios produjo a Cristo el Hijo de la nada como la primera y la más grande creación. (3) El Hijo a su vez creó el universo. (4) El Hijo es adoptado por Dios. (5) Aunque Cristo era una creación tenía una gran posición y autoridad, él estaba para ser adorado y aún para ser mirado como a Dios. Si nos damos cuenta, los Testigos de Jehová tienen una influencia muy fuerte en su manera de ver a Cristo.

 

El Donatismo.

El donatismo fue un movimiento que surgió en el siglo IV d.C. y cuyo precursor fue Donato, quien llego a ser obispo de Cartago, al norte de África y tuvo un gran auge con la clase rural. Su historia se rastrea desde tiempos del emperador Diocleciano, el último emperador que persiguió al cristianismo. Durante este periodo de persecución, algunos cristianos de Cartago negaron su fe ante la presión romana, lo cual molesto al grupo que se mantuvo firme, luego, con la llegada de Constantino y la legalización del cristianismo como religión oficial de Roma, estos quisieron elegir un obispo lo cual provoco el rechazo de aquellos que se habían mantenido fieles durante el tiempo de la persecución y terminaron separándose y eligiendo a Donato como obispo de Cartago. De allí hay mucho que hablar en cuanto a los antecedentes históricos de los donatistas, esto sufrieron exilio por parte del Constantino, aunque con el tiempo lograron regresar a sus casas, hubo conflictos teológicos con lo que ya muchos consideran la naciente Iglesia Católica, disputas con teólogos como Agustín de Hipona, entre otras cosas. En general, podemos citar sus posiciones teológicas:

 1.      Rechazaban a muchos obispos por su corrupción moral y los calificaban indignos de ejercer su sacerdocio.

 2.      La efectividad de los sacramentos dependía del carácter moral del ministro.

3.      Exigían también a los cristianos un alto grado de perfección para ser admitidos en la iglesia.

4.      Promovían la idea de sufrir martirio por causa de la fe.

5.      Practicaron el rebautizo de sus seguidores por considerar que debía existir una conciencia de arrepentimiento al momento de tomar dicha decisión.

6.      Apatía a la idea de que el Estado o Gobierno se involucrara en asuntos eclesiásticos, especialmente porque en esta época Constantino se había constituido a si mismo como sumo pontífice.

EL TRABAJO DE CONTRARRESTAR LAS HEREJÍAS

               Ya hemos visto algunas herejías que proliferaron en los primeros cuatro siglos de la historia cristiana y hoy en día la iglesia se enfrenta a la realidad de las sectas, sectas que atraen hacia si a muchas personas las cuales se pierden en sus herejías, ahora, es importante que como cristianos nos preparemos para poder presentar una defensa respetuosa de las verdades de la palabra de Dios para que a través de la convicción del Espíritu Santo estas personas puedan ser libres de la mentira que el diablo los ha hecho vivir: “Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”, (1 Pedro 3:15).


domingo, 19 de marzo de 2023

Un saludo para sus amigos (Filipenses 1:1-2)

 

“Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.

Filipenses 1:1-2

 

INTRODUCCIÓN

             En los primeros dos versículos de Filipenses encontramos el tradicional saludo introductorio de Pablo a la iglesia y en este caso saluda a la iglesia de Filipos, iglesia que fundo durante su segundo viaje misionero como ya lo vimos: “Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis; y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días”, (Hechos 16:11-12). A lo largo de la carta vamos a ver como se desprende un sentimiento de verdadera amistad entre el apóstol y los miembros de dicha iglesia, por ahora consideremos lo que podemos aprender de esta maravillosa carta que el Espíritu Santo le inspiró a escribir.

 

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Un saludo para sus amigos

LOS REMITENTES DE LA CARTA

 “Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo…”

Filipenses 1:1

            La carta inicia presentándonos los remitentes, es decir, quiénes son sus autores y los que la envían: Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo. Aquí tenemos a Pablo, el apóstol que fundo la iglesia de Filipo y su discípulo fiel, Timoteo, estos se identifican a si mismos como “siervos de Jesucristo”. Curiosamente Pablo no se presenta como apóstol, tal y como lo hace en otras cartas, sino como un siervo de Jesucristo. La palabra siervo se traduce del griego doulos (δου̂λος), la cual literalmente significa esclavo y un esclavo era una persona totalmente privada de libertad y de todos sus derechos que formaba parte de la clase social más baja y menospreciable de su época. De allí, que nadie quería llamarse a sí mismo esclavo, porque era un título que hacía a su poseedor despreciable; pero los cristianos del primer siglo no lo vieron así, sino tomaron para sí mismo este título, porque eso eran precisamente, esclavo del Señor Jesús, ya no se pertenecían a sí mismos, ya no eran dueños de su propia voluntad, sino estaban sujetos a Cristo. Por tanto, este título que era despreciable en esta época cobra gran valor y honor para los cristianos, siervos de Jesucristo. Así vemos a Santiago usar ese título para sí mismo: “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo…”, (Santiago 1:1); Pedro lo combina con el título de apóstol: “Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo…”, (2 Pedro 1:1); también lo hace Judas: “Judas, siervo de Jesucristo…”, (Judas 1). De esta forma, Pablo se introduce a sí mismo y a su joven compañero y discípulo Timoteo, él no ve la necesidad de llamarse a sí mismo con el título de apóstol, porque la iglesia a la cual estaba escribiendo lo conocía perfectamente, su grado de amistad y confianza no lo demandaba y por ello se consideraba solo un sirvo de Dios. Hoy en día todos deberíamos considerarnos siervos de Dios en el sentido estricto de la palabra, no buscar ejercer una autoridad de mando en la iglesia, ni amar ser llamados por algunos títulos que estén de moda entre las congregaciones como para sentirnos superiores a los demás, antes, todos somos siervos de Dios y de su pueblo.

 

LOS DESTINATARIOS DE LA CARTA

“… a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos…”

Filipenses 1:1

                La carta en su primer versículo presenta los destinatarios de esta carta: a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos. De estas palabras podemos resaltar un par de cosas, lo primero es que los miembros de la iglesia en Filipo son llamados santos. La palabra santo se traduce del griego jagios (ἅγιος), la cual a su vez corresponde a su equivalente en hebreo que es qodesh (קידֵשׁ), y en ambos idiomas hacen referencia a algo que ha sido sacado en medio, o algo que ha sido separado y puesto aparte para usos exclusivos de Dios. En este sentido, en el Antiguo Testamento se solían santificar objetos como el Tabernáculo y sus utensilios, algunos días y fiestas eran consideradas santas; pero en el Nuevo Testamento son los cristianos, los lavados con la sangre de Jesucristo los que son santificados en su nueva posición de Cristo Jesús: “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre”, (Hebreos 10:10). Como llamados por Dios, hombres y mujeres convertidos a Cristo, somos santos en función de nuestra nueva posición en Jesucristo, pero, por otro lado, también somos llamados a perfeccionar nuestra santidad a través de desechar toda inmundicia y perseverar en la obediencia a su Palabra y comunión con el Espíritu Santo: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”, (2 Corintios 7:1). Lo segundo que podemos resaltar de la parte final de este versículo es la organización que esta iglesia tenía: Obispos y diáconos. Aquí vemos dos tipos de servidores que fungían de diferente manera dentro de la congregación de Filipos, primeramente, nos habla de los obispos, y la palabra obispo se traduce el griego episkopos (ἐπίσκοπος), de donde proviene la palabra episcopal, que hace referencia a una supervisión dentro de la iglesia a través de pastores y ancianos. Era una costumbre de Pablo instituir ancianos u obispos en las iglesias que fundaba con el fin de que estos le ayudasen a cuidar espiritualmente de sus miembros: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”, (Hechos 20:28). Lo otro en este versículo en cuanto a la organización de la iglesia de Filipo son los diáconos. La palabra diacono se traduce del griego diakonos (διάκονος) el cual literalmente significa servidor, y eso es un diacono, un servidor de la congregación. Los diáconos surgieron en la iglesia de Jerusalén con el fin de asistir a las viudas de los griegos y para apoyar a los apóstoles que tenían que enfocarse en la oración y en el ministerio de la palabra: “En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra”, (Hechos 6:1-4). Hoy en día, muchas iglesias siguen este modelo de organización, donde se tiene al pastor de la iglesia, el grupo de ancianos que le ayudan en su labor ministerial y los diáconos, que son servidores en medio de toda la congregación.

            Si hablamos un poco de los diferentes tipos de organización en la iglesia, se han definido al menos tres de ellas. La primera es el gobierno episcopal, donde un obispo ejerce un gobierno casi autocrático sobre toda la congregación, muy parecido al modelo que la Iglesia Católica sigue, donde el papa es el líder principal y todos se rigen a lo que él y sus cardenales dictan. También tenemos las iglesias ortodoxas orientales cotas y griegas que siguen el modelo episcopal, así como también lo hicieron las iglesias luteranas, metodistas y anglicanas en su momento y de igual forma, otras iglesias han decidido elegir una persona como supervisor nacional de todas ellas quien representa la autoridad máxima entre ellas, pero no es más que un gobierno episcopal.  También tenemos el modelo presbiteriano, muy parecido al que se definió en la iglesia de Filipo, con un pastor, ancianos y diáconos, y hasta cierto punto, algo democrático, aunque existe la figura de un pastor principal que tiene la dirección y visión de la congregación, así hoy en día muchas iglesias de carácter pentecostés y presbiterianas siguen esta organización. Luego, tenemos el modelo de gobierno congregacional, las cuales conciben que la visión de la iglesia y su rumbo debe ser decidido por consenso democrático de toda la congregación de santos y cada una en si es autónoma con una especie de asamblea representativa, junto con el pastor de dicha congregación, pero al final, la congregación tiene la última palabra. Este modelo es propio de las primeras iglesias bautistas y congregacionalistas. Ahora, ¿cuál modelo es el mejor? Bueno, consideramos difícil responder esta pregunta, probablemente el modelo episcopal es el menos adecuado ya que tiende a depositar todo el poder sobre un solo hombre y la verdad es que los ministros no son más que servidores de Dios, luego, tenemos el modelo presbiteriano y congregacional que es el que más se observa en las iglesias evangélicas, sin embargo, hoy en día podemos encontrar gobiernos de iglesias que combinan el modelo congregacional con el presbiteriano. Realmente, la iglesia no debe olvidar que Cristo es su cabeza y que los ministros, llámese pastores, ancianos y diáconos, y cualquier otro ministerio, han sido establecidos para servirle a Dios y a sus santos.

 

GRACIA Y PAZ A VOSOTROS

“Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.

Filipenses 1:2

            Finalmente, encontramos el deseo del apóstol para sus amigos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Pablo les deseaba gracias, es decir, que la bondad inmerecida de Dios siempre estuviese con ellos y esta gracia trae la paz a nuestras vidas, la paz que jamás encontraremos en el mundo. Hoy en día esto es lo que nos ofrece el evangelio, gracia y paz por medio de nuestro Señor Jesucristo. Con estas palabras el apóstol inicia su carta a los Filipenses.

 

miércoles, 15 de marzo de 2023

El Trasfondo de Filipenses

 

“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!”.

Filipenses 4:4

 

INTRODUCCIÓN

              Filipenses es una carta muy hermosa, edificante en gran manera y una verdadera joya literaria dentro del canon bíblico. Si hay un versículo que pudiésemos considerar clave en toda la Carta a los Filipenses, este seria Filipenses 4:4: Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! La exhortación de Pablo a regocijarnos en todo momento nos habla del gozo del cristiano y de allí que uno de los temas principales que resaltan en esta carta es el gozo. Hoy vamos a iniciar una serie de estudios orientados a comentar y entender esta maravillosa carta iniciando con las generalidades de esta.

 

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El Trasfondo de Filipenses


UNA IGLESIA FUNDADA POR PABLO

                 Filipos era una prominente ciudad de Macedonia en los tiempos de Pablo, nombrada así en honor a Felipe II, padre de Alejandro el Grande, dicha ciudad estaba estratégicamente ubicada en una ruta de primera importancia, en la vía Ignacia, la cual unía las provincias orientales del Imperio Romano. En el año 42 a.C., los romanos declararon a Filipos como una de las ciudades provinciales mas elevadas de la colonia romana, ya que en ella se podía comprar, poseer o transferir propiedades, además estaban exentos de impuestos y se les había concedido la ciudadanía romana por el favor que la ciudad había ganado por su apoyo al emperador romano. Fue durante su segundo viaje misionero que Pablo llego a Filipos y uno de sus primeros frutos en esta región fue Lidia, la vendedora de purpura: “Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis; y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días. Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos”, (Hechos 16:11-15). Fue en esta ciudad donde ocurrió la expulsión del espíritu de adivinación de la joven que les anunciaba a Pablo y Silas la tarea de Dios que estos realizaban (Hechos 16:16-18), esto provoco que los echaran a la cárcel (Hechos 16:19-24), posteriormente vemos a Pablo y Silas cantando himnos en la cárcel y ocurre el gran terremoto (Hechos 16:25-26), luego la conversión del carcelero de Filipos (Hechos 16:27-34), luego, los magistrados al darse cuenta de que Pablo era ciudadano romano, deciden rogarle de que se fuera de Filipo ya que estos habían cometido un error al tomarlo prisionero sin un previo juicio, lo cual era grave si se le hacia a un ciudadano romano (Hechos 16:35-40). Al final, el apóstol partió de Filipos, no sin antes despedirse y dejar fundada la iglesia en esta ciudad: “Entonces, saliendo de la cárcel, entraron en casa de Lidia, y habiendo visto a los hermanos, los consolaron, y se fueron”, (Hechos 16:40).

 

AUTOR, LUGAR Y FECHA

                   En cuanto a la autoría de dicha carta, casi es unánime el consenso en cuanto de atribuirle a Pablo la autoría de la mismaAdemás de esto, existen fuentes externas que afirman que Pablo es el autor de la carta a los Filipenses, entre estas tenemos el testimonio de algunos padres de la iglesia primitiva tales como: Policarpo de Esmirna, Ireneo de Antioquia, Clemente de Alejandría, La Epístola de las iglesias de Lyon y de Viena, Eusebio, Tertuliano y Orígenes. Esta sigue muy de cerca el formato normal de las cartas paulinas: (1) una identificación del autor y los lectores, (2) los deseos de gracia y paz del apóstol, (3) el cuerpo de la carta, (4) saludos del apóstol y deseos de enviarles sus colaboradores para que los visitaran y confirmaran su fe y (5) una bendición final. Ahora, fechar el tiempo en el cual fue escrita la carta y definir el lugar donde fue escrita, esto ha presentado últimamente dificultades. Tradicionalmente la carta se ha clasificado como parte del grupo llamado “Las Cartas de la Prisión”. Se han agrupado cuatro cartas paulinas bajo esta clasificación, esto porque en ellas hay evidencias de que mientras las escribió estaba privado de libertad, estas son: Efesios, “Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles”, (Efesios 3:1); Filipenses, “De tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás”, (Filipenses 1:13); Colosenses, “La salutación de mi propia mano, de Pablo. Acordaos de mis prisiones. La gracia sea con vosotros. Amén”, (Colosenses 4:18); y por supuesto, Filemón, “más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo”, (Filemón 9). Ahora, se había sugerido que estas 4 cartas fueron escritas por Pablo durante el tiempo de su encarcelamiento en Roma, ya que como se ve en Hechos, el apóstol paso 2 años con encarcelamiento residencial en Roma, tiempo en el cual pudo haber escrito estas 4 cartas: “Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento”, (Hechos 28:30-31). Si esto fue así, estas 4 cartas fueron escritas por Pablo y enviadas a través de Epafrodito, quien llevo la carta a los Filipenses; Epafras, quien llevo la carta a los Colosenses, Onésimo, quien llevo la carta a Filemón y Timoteo, quien posiblemente llevo la carta a los Efesios y llego a ser su obispo. Una evidencia que dan para demostrar que Pablo escribió estas cartas durante el tiempo de su encarcelamiento en Roma es la mención que hace acerca de la presencia de la guardia pretoriana en esa ciudad: “De tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás”, (Filipenses 1:13). Si esto es así, entonces podríamos fechar la carta durante el tiempo que Pablo estuvo preso en Roma y, por tanto, fue escrita entre el 60 al 62 d.C.

Ahora bien, a parte de esta posición, han surgido otras que tratan de definir un lugar y fecha diferentes en la cual Pablo escribió Filipenses. Una razón que ha llevado a algunos a cuestionar la tradicional fecha y lugar donde se escribió esta carta es lo difícil que parece creer el hecho de que Pablo hubiese escrito su carta en Roma y que esta haya sido enviada desde allí hasta Filipos, considerando que la distancia es bastante larga y pasarían meses para que estas llegasen a su dirección. Si es así, algunos opinan que la carta tuvo que haberse escrito en algunas de las ciudades de Asia Menor, Acaya o Macedonia, lo cual hace más fácil creer que la factibilidad de hacer llegar la carta a Filipos era mas probable. Entonces, si es así, ¿dónde se escribió Filipenses? Una primera opinión al respecto afirma que Pablo escribió Filipenses durante su estadía en Corinto alrededor del año 50 d.C., esto considerando el respaldo que el Señor le dio al apóstol de predicar allí su palabra y estuvo en esa ciudad alrededor de un año y medio: “Porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad. Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios”, (Hechos 18:10-11). El problema con esta posición es que no hay evidencias de que Pablo haya estado encarcelado en Corinto y esto lleva a otros a indicar la ciudad de Éfeso como el lugar en donde Pablo escribió su carta a los Filipenses alrededor de los años 53 al 55 d.C. Lo que favorece esta posición es la proximidad de la ciudad de Filipos, así como la posibilidad de que haya existido allí una guardia pretoriana, aunque en Hechos no se nos dice que Pablo fue encarcelado allí, si paso muchas dificultades y algunos opinan que experimento allí prisiones durante los 2 años que estuvo en Éfeso en su tercer viaje misionero: “Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús”, (Hechos 19:10). Aunque las Escrituras no especifican de que Pablo haya estado prisionero en Éfeso, algunos opinan que es probable que si basado en las dificultades que este experimento allí: “Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”, (2 Corintios 1:8-9). Podríamos mencionar también la posición de que Filipenses fue escrita en Cesarea, durante el tiempo que fue prendido en Jerusalén y luego llevado a Cesarea antes de ir a Roma como prisionero, sin embargo, es muy poco probable que durante este periodo Pablo haya escrito algo, al final, hoy por hoy, estas son algunas opiniones en cuanto al lugar y fechas donde Filipenses pudo haber sido escrita.

 

¿DOS O TRES CARTAS EN UNA?

                  Con el tiempo, los estudiosos de las Escrituran han llegado a establecer una teoría que afirma que Filipenses es una obra compuesta de mas de una carta que terminaron combinándose en un solo volumen. Aquí se han escuchado dos opiniones, la primera, Filipenses es el resultado de tres cartas individuales que se unieron en una sola. Los que apoyan esta opinión se basan en el hecho de que la palabra loipón (λοιπόν) puede traducirse como “finalmente” y aparece dos veces en Filipenses, y en este sentido, cada vez que aparece en Filipenses 3:1 y 4:8, marca la diferencia para identificar las 3 cartas. No obstante, loipón (λοιπόν), no necesariamente puede traducirse como “finalmente”, sino más bien es un adjetivo neutro que indica una conclusión de algo que se desprende de lo antes dicho, de tal forma que podría traducirse: “entonces” o “por lo demás”. La segunda opinión es que Filipenses son dos cartas combinadas en una. Los que apoyan esta posición se basan la ruptura del pensamiento que aparecen a lo largo de la carta, por ejemplo, en Filipenses 4:1-9, pareciera que Pablo comienza a despedirse, pero del versículo 10 se rompe la línea de pensamiento que trae para agradecer por la ofrenda que le habían hecho llegar por medio de Epafrodito: “Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados… En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad”, (Filipenses 4:1, 10). Desde el primer versículo hasta el nueve, todo suena a despedida; pero a partir del 10 del mismo capítulo 4 pareciera que rompe la despedida para agradecer por la ofrenda que le habían hecho llegar y luego en el versículo 21 vuelve a despedirse saludando a los creyentes. Otra razón que ha llevado a pensar que Filipenses es el resultado de la combinación de dos cartas es el hecho de la situación de Epafrodito que se describe en dos secciones diferentes, por ejemplo, allá Filipenses 2:25-28, este se encontraba enfermo y recién se había recuperado de una situación muy grave y por tal razón Pablo no había podido enviarlo a Filipos: “Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades; porque él tenía gran deseo de veros a todos vosotros, y gravemente se angustió porque habíais oído que había enfermado. Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza. Así que le envío con mayor solicitud, para que al verle de nuevo, os gocéis, y yo esté con menos tristeza”, (Filipenses 2:25-28). Sin embargo, cuando llegamos casi al final de la carta, vemos que Pablo dice que estaba feliz de haber recibido la ofrenda de ellos por conducto de Epafrodito: “Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios”, (Filipenses 4:18) ¿Cómo fue posible esto? ¿Si en el capítulo 2 el apóstol nos dijo que Epafrodito casi moría y recién se estaba recuperando de una enfermedad grave, cómo es que ahora al final de su carta dice que acaba de recibir una ofrenda que ellos le enviaron por medio de Epafrodito? Bueno, la respuesta que dan es que hubo una adición en este texto. Ahora, pensar en esto no podría ser una locura, porque puede ser que las iglesias primitivas valoraron la correspondencia que el apóstol les había enviado y en este sentido decidieron conservarlas uniéndolas en un solo volumen sin saber que con el tiempo llegarían a considerarse Escritura inspirada por Dios. por tanto, los que apoyan esta segunda opinión afirman que Filipenses es la combinación de dos cartas, las cuales llaman: La carta del agradecimiento, que corresponde a Filipenses 4:10-20, y la carta de la amistad, que corresponde a Filipenses 1-4:9, 4:21-23. Si esto es así, lo que se hizo fue una adición de la carta del agradecimiento justo antes del saludo de la carta de la amistad y así ambas cartas se convirtieron en un solo volumen.

 

TEMÁTICA

                En cuanto al tema principal de la carta, la mayoría afirma que este es el gozo del cristiano, de hecho podemos encontrar muchos consejos a lo largo de la carta para no perder el gozo y por ello es conocida como la carta del gozo, de allí que podríamos citar el siguiente versículo como clave en toda la carta: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!”, (Filipenses 4:4). Sin embargo, podemos encontrar otros temas en esta carta, por ejemplo, la comunión en el evangelio (Filipenses 1:5; 2:1; 3:10), también el apóstol exhorta a crecer en conocimiento y discernimiento (Filipenses 1:9), y el agradecimiento (Filipenses 4:10-20). En general, se respira un espíritu de amistad en toda la carta lo cual muestra la gran hermandad que existía entre el apóstol y la iglesia de Filipos.

 

BOSQUEJO DE FILIPENSES

 

      I.         SALUTACIÓN (Filipenses 1:1-2).

     II.      ORACIÓN DE PABLO POR LOS FILIPENSES.

a.      Acción de gracias por los filipenses (Filipenses 1:3-5).

b.     La confianza de Pablo en Cristo (Filipenses 1:6-7).

c.      Oración por el progreso espiritual de los filipenses (1:8-11).


                         III.      LA BIOGRAFÍA DE PABLO.

a.      La seguridad de que sus cadenas han sido bendición para otros (Filipenses 1:12-18).

b.     Cristo, exaltado en su vida y muerte (Filipenses 1:19-26).

 

                         IV.      EL CUERPO DE LA CARTA.

a.      Excelencia en la conducta cristiana.

                                               i.     El privilegio de sufrir por Cristo (Filipenses 1:27-30).

                                             ii.     Debemos someternos a los demás, la humildad y la unidad (Filipenses 2:1-4).

                                            iii.     Buscar la mente de Cristo, sus sufrimientos y humildad (Filipenses 2:5-11).

                                            iv.     La prioridad de sacrificarse (Filipenses 2:12-18).

b.     Ejemplos de buena conducta: Timoteo y Epafrodito (Filipenses 2:19-30).

c.      Ejemplos de entrega: Pablo renuncia a todo para ganar a Cristo (Filipenses 3:1-21).

d.     La excelencia de entregarse a Cristo (Filipenses 4:1-9).

 

                           V.       BENDICIONES.

a.      Para Pablo (Filipenses 4:10-18).

b.     De Pablo a los filipenses (Filipenses 4:19-20).

 

                          VI.     BENDICIONES Y SALUDOS (Filipenses 4:21-23).