domingo, 20 de marzo de 2022

El Señor Jesús es cruelmente azotado (Mateo 27:27-31)

 

“Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía; y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata, y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza. Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle”.

Mateo 27:27-31

 

INTRODUCCIÓN

                 Después de haber sido acusado injustamente y ser condenado a muerte por medio de crucifixión por la presión que los principales ancianos y sacerdotes de los judíos ejercieron sobre Poncio Pilato, Jesús es sometido a otro martirio más, el ser azotado por los soldados romanos. Este castigo en particular era bastante cruel y muy pocas personas lograban quedar conscientes después que se aplicaba y este tipo de tortura fue una más de las que nuestro Señor Jesucristo tuvo que enfrentar antes de ir a su crucifixión. Veamos como Jesús comienza a enfrentar la máxima crueldad que jamás hombre pudo soportar por amor de nosotros.

 

Jesús-azotado
Jesús es azotado

EL MARTIRIO CONTINUABA Y SE INTENSIFICABA

 “Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía”.

Mateo 27:27

                  Después del juicio injusto, Jesús es llevado al pretorio por los soldados romanos para ser azotado, mientras que otros soldados romanos preparan el área donde seria crucificado: Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía. Ahora, es importante que consideremos bien las diferentes situaciones a las que nuestro Señor ha estado sometido hasta este momento que debieron producir en su persona estrés, cansancio físico y emocional. Todo durante su última semana en Jerusalén, después de su entrada triunfal, recordemos que Juan nos habla como el alma de Jesús se preocupaba al considerar la injusticia y brutalidad que le esperaba a manos de sus enemigos: “Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado”, (Juan 12:27-29). Su parte humana se deja ver en estos versículos, su preocupación y ansiedad al saber que el camino a la cruz no seria fácil, sin embargo, vemos su determinación en aceptar el plan divino y como su Padre celestial confirma sus ánimos. A parte de esto, sufrió la traición de Judas, uno de sus 12 de confianza (Mateo26:49-50), así como sus otros discípulos lo abandonaron cuando fue capturado (Mateo 26:56) y Pedro termino negándolo 3 veces (Mateo 26:69-75). A esto le agregamos el hecho de que enviaron una gran turba con espadas y palos como si se tratara de un criminal, (Mateo 26:47-48). Todo esto debió haber causado un impacto psicológico en la humanidad nuestro Señor. Definitivamente el odio de Satanás se deja ver en estos acontecimientos. No solo esto, recordemos su agonía en el Huerto de Getsemaní, allí expreso su gran angustia y pidió a sus discípulos que le ayudaran a orar: “Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo”, (Mateo 26:28). A parte de esto, Lucas registra su gran angustia mientras oraba en el Getsemaní: “Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra”, (Lucas 22:44). De esta forma, su agonía y sufrimiento emocional se intensifico aquella noche. Además de esto, también Jesús sufrió físicamente, ya que esa noche no había dormido, luego fue capturado y llevado del huerto del Getsemaní hasta la casa de Anás (Juan 18:19-24), donde fue acusado por este, luego, fue llevado a la casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde sufrió un juicio injusto, donde fue acusado por medio de falsos testigos y condenado de blasfemia por los miembros del Sanedrín, y al final, estos lo abofetearon con tremendo odio (Mateo 26:57-68). Después de esto, fue llevado al pretorio, para ser juzgado por Pilato (Mateo 27:1-2), este no encuentra en Él culpa alguna digna de muerte, pero la presión de los principales ancianos y sacerdotes de los judíos es fuerte, por ello, decide enviárselo de a el rey Herodes cuando se entera de que venia de Galilea, así se lo llevan a Herodes quien solo se burla de Él y se lo manda de regreso a Pilato (Lucas 23:6-12). Pilato busca la forma de liberarlo, pero al final eligen a Barrabas y condenan a Jesús a crucifixión, y después de todo esto, es llevado por los soldados romanos para ser azotado. Así que podemos ver como en estas pocas horas, Jesús había sufrido de muchas maneras y esto solo seria el preludio de la verdadera tortura que le esperaba.

Recorrido
Recorrido de Jesús antes de su cricifixión

JESÚS ES CRUELMENTE AZOTADO

                 Otro de los martirios a los que fue entregado Jesús antes de ser crucificado fue la de ser azotado: “…y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado”, (Mateo 27:26). Jesús fue entregado para ser azotado, un castigo bastante cruel que en ocasiones terminaba en la muerte del castigado. Este castigo estaba prohibido para mujeres y ciudadanos romanos. El castigo era bastante cruel y brutal, el prisionero solía amarrarse de pie en un tronco, de pie, desnudo y las áreas a azotar eran la espalda, las piernas y glúteos. El instrumento que se utilizaba era un látigo corto que solía terminar en tres trenzas, en cuyas trenzas amarraban huesos o bolas de plomo que solían infringir gran daño al momento de golpear a la víctima, daños como desgarramientos de piel y heridas profundas donde incluso se veían viseras u órganos internos del cuerpo. En la siguiente anterior podemos ver cómo era la crueldad de este castigo, así como el instrumento que se usaba. Jesús debió haber recibido la pena máxima de castigo por azotes, 40 azotes menos uno, es decir, treinta y nueve, lo cual debió haberlo dejado totalmente lacerado de su cuerpo y muy ensangrentado.

 

Jesús-azotado
Jesús es azotado

LA BURLA DE LOS SOLDADOS ROMANOS

“Y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata, y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza”.

Mateo 27:28-30

                   Por si todo lo que había pasado no era suficiente, el sufrimiento de Jesús continua al tener que enfrentar la burla y abuso físico de los soldados romanos. Fueron estos los que infligieron el castigo del azote sin compasión, sin embargo, ahora abusan de Él de sietes formas diferentes. En primer lugar, lo desnudaron, lo cual era un hecho vergonzoso que hacían no solo para descubrir la espalda de su víctima y quedara mejor expuesta a los azotes del látigo, sino también para avergonzarlo mostrando su cuerpo al desnudo públicamente. En segundo lugar, le echaron encima un manto purpura de escarlata, esto debió haberle causado dolor en sus heridas producidas por el azote al sentir como este manto caía de repente sobre su cuerpo, a lo mejor este era un manto viejo olvidado por algún soldado romano, sucio y desteñido que tomaron para burlarse del Señor y querer vestirlo como rey ya que sabían que el crimen por el cual lo crucificaban era por ser “Rey de los judíos”. En tercer lugar, le pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, lo cual debió rasgar la piel de su cabeza y provocar terribles heridas con hemorragias que bañaron aun mas su cuerpo de rojo, ya que recordemos que había sido recién azotado y su cuerpo estaba totalmente ensangrentado y lacerado. Algunos ven este hecho de colocar la corona de espinas sobre su cabeza como un medio de redimir la maldición que se había dado a la tierra de producir cardos y espinos por causa del pecado del hombre: “Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá…”, (Génesis 3:17-18). En cuarto lugar, le dieron que tomase con su mano derecha una caña, como si se trataba de un cetro digno de un rey, lo cual era una burla más de estos hombres hacia Jesús. En quinto lugar, hincaron la rodilla delante de Él, para burlarse y hacer mofa de un supuesto rey derrotado. Fue así que venían y conforme Jesús caminaba con la caña en su mano, la corona de espina en su cabeza y el manto purpura, venia el primer soldado y se arrodillaba en frente de Él y le decía: “Salve, rey de los judíos”, luego otro soldado tomaba su turno, y otro más hasta que todos hubieron participado en esta burla. En sexto lugar, le escupieron, una muestra de total desprecio y digno de hombres inescrupulosos. Finalmente, tomando la caña, los soldados lo golpearon en la cabeza, y de esta forma podemos imaginarnos como esos golpes en su cabeza incrustaban más y más las espinas en su cabeza, provocándole más dolor.

RUMBO AL CALVARIO

Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle”.

Mateo 27:31

                Después de todo este martirio, Jesús fue llevado al Calvario para ser crucificado: Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle. Al considerar todo esto podemos acercarnos a comprender lo terrible que nuestro Señor Jesucristo sufrió antes de ir a morir crucificado en la cruz del Calvario, definitivamente, esas horas habían sido exhaustivas, no había dormido, había sufrido la traición, abandono y negación de aquellos que eran sus discípulos, lo había hecho caminar de un lugar a otro, escoltado con soldados y posiblemente amarrado para ser juzgado, lo habían azotado 39 veces y los soldados habían abusado física y mentalmente con Él, para luego, llegarlo al lugar de su ejecución. Difícilmente un hombre común soporta este tipo de martirio, pero nuestro Señor lo soportó hasta el final por amor a nosotros, para entregar su vida en rescate nuestro, para que ahora nosotros por la fe, podamos heredar la vida eterna y escapar del castigo en el infierno.


domingo, 6 de marzo de 2022

Pilato se lava las manos (Mateo 27:24-26)

 

“Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado”.

Mateo 27:24-26

 

INTRODUCCIÓN

            Ante los intentos de Poncio Pilato, el gobernador romano de Judea, de liberar a Jesús y no condenarlo a muerte, los principales sacerdotes y ancianos de los judíos presionaron para que se le crucificase, y en un ultimo intento de salvarlo, Pilato toma ventaja de una tradición que exista de liberar a un criminal durante las fiestas, y así, le da a escoger al pueblo entre Jesús, a quien llamaban el Cristo, y Barrabás, un criminal acusado de robo, sedición y homicidio. Para el asombro de Pilato, el pueblo termina escogiendo a Barrabás y condenando a la crucifixión al Señor Jesús, por lo que procede a lavarse las manos como símbolo de que él no era responsable por la muerte de aquel justo. Pero, ¿realmente fue así? ¿no fue culpable Pilato de la muerte de Jesús? O ¿fueron los judíos los responsables de crucificar a nuestro Señor? Consideremos hoy este tema donde trataremos de responder a estas preguntas.

 

Pilato-lava-sus-manos
Pilato se lava las manos

¿FUE INOCENTE PILATO DE LA MUERTE DE JESÚS?

“Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros”.

Mateo 27:24

                Después de todos sus intentos por evitar que Jesús fuese crucificado, Pilato decide ceder y mejor permitir que fuese condenado a muerte y como un símbolo de que no tenia nada que ver con esta injusticia, decide lavarse las manos y que la culpa de todo recayese en los lideres religiosos de los judíos: Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. Ahora bien, ¿realmente no tuvo culpa Pilato en la muerte de Jesús? Para entender mejor el contexto y responder a esta pregunta, entendamos la situación en la que Pilato se encontraba en este momento. Desde el principio de su gobernación en Judea, Pilato había tenido problemas con los judíos por no considerar sus costumbres religiosas, si recordamos habían ocurridos eventos donde la situación casi terminaba en la masacre de varios judíos, por ejemplo, tenemos la ocasión cuando Pilato se atrevió a entrar a Jerusalén con los estandartes y esfinges del águila y el emperador romano, lo cual los judíos los consideraron objetos idolátricos que ofendían el templo y sus tradiciones, por lo que se amotinaron en frente de la fortaleza de Pilato pidiendo que los removiera y este los amenazo de muerte rodeándolos con sus soldados, a lo que los judíos les mostraron sus cuellos mostrándole que estaban dispuestos a morir que tolerar sus idolatrías. Al final Pilato cedió ya que de lo contrario aquel día hubiese sido una terrible masacre que le podía traer reprimendas de parte del emperador de Roma. Luego, después de eso Pilato engaño a los judíos pagando la construcción de unos acueductos con el tesoro del templo, lo cual indigno a los judíos y provoco muchas revueltas. Por todo esto, si hay algo que caracterizo el gobierno de Pilato fue la violencia, de hecho, en Lucas se nos menciona un caso relatado por Jesús donde unos galileos habían muerto por Pilato: “En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”, (Lucas 13:1-3). Ahora, todos estos problemas ocurridos por la falta de diplomacia de Pilato llegaron a oídos del emperador Tiberio y se le había advertido que tenia que mejorar su gestión porque de lo contrario seria depuesto de sus funciones como gobernador de Judea. Así que, cuando ocurrió el juicio de Jesús, Pilato no se encontraba en una buena posición con el emperador, por lo que cualquier informe de que había liberado a un hombre que se había proclamado como rey podía comprometerlo aun más, por lo que decide permitir que un hombre justo muriese a liberarlo y enfrentar las acusaciones de los judíos. Así que, aquí vemos a un hombre que con tal de mantener su posición política permite que un hombre justo sea condenado a muerte. Al final, Pilato pudo haber decretado la libertad para Jesús, pero no lo hizo, por lo que vemos a una persona que pudiendo hacer lo justo no lo hace y permite que los inocentes sufran: “Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”, (Santiago 4:17).

               Ahora, que paso con Pilato después de todo esto. Josefo, el historiador judío relata que la gobernación de Pilato llego a su fin cuando fue denunciado ante su superior, Vitelio, quien era gobernador de Siria. Pilato había engañado a los samaritanos atrayéndolos al monte Gerizin, con las mentiras que allí se encontraban unos tesoros sagrados que Moisés había escondido, lo cual termino en una terrible matanza de samaritanos. Por esta causa Pilato fue depuesto de su cargo y cuando iba rumbo a Roma para compadecer delante del emperador Tiberio, el gobernador murió y así Pilato se libro del juicio, aunque cuenta la historia que después, durante el reinado del emperador Calígula, Pilato termino quitándose la vida, aunque no esta muy claro que esto haya ocurrido. A parte de esto, también existe otra tradición que se mencionan en las iglesias griegas y coptas de Egipto, donde de acuerdo a ciertas cartas apócrifas y algunos comentarios de Tertuliano, se afirma que Poncio Pilato llego a convertirse al evangelio tiempo después que fue depuesto de su posición como gobernador y de hecho, estas iglesias lo han canonizado junto con su esposa, pero de esto no existe evidencia bíblica.


¿FUERON LOS JUDÍOS LOS QUE MATARON A JESÚS?

“Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado”.

Mateo 27:25-26

               Ya vimos que Pilato tuvo una responsabilidad en la muerte de Jesús, ya que como gobernador pudo haber decretado la libertad para Él considerando que no había pruebas para condenarlo, sin embargo, no lo hizo, y para no comprometer sus intereses políticos, permitió que fuese crucificado. Ahora bien, los romanos ejecutaron la crucifixión, pero los lideres religiosos de los judíos fueron los que presionaron para que todo esto ocurriese y, de hecho, al expresar Pilato que estaba libre de sangre inocente, estos y el pueblo que estaba con ellos exclamaron que se hacían responsables por su muerte: Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado. Por tanto, vemos aquí la participación de los principales sacerdotes y ancianos como los que confabularon en contra de Jesús acusándolo con mentiras delante de los romanos y a los miembros del pueblo que allí se encontraban que se dejaron influenciar de sus lideres religiosos para ser parte de la condenación de Jesús para ser crucificado, de hecho los mismos evangelios testifican el hecho de la conspiración de estos hombres para matar a nuestro Señor: “Cuando hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos: Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado. Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás, y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle. Pero decían: No durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo”, (Mateo 26:1-5). Al final, podemos decir que todos estos hombres malvados fueron influenciados por Satanás para ser sus instrumentos malignos en contra de Jesús, lo cual no sería difícil creer, porque lo mismo paso con Judas: “Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto”, (Juan 13:27).

 

¿REALMENTE FUERON ESTOS HOMBRES LOS QUE LE QUITARON LA VIDA A JESÚS?

 

            La verdad es que todo esto ocurrió porque ese era precisamente el plan, y aunque no podemos negar la responsabilidad de todos estos hombres en la muerte de nuestro Señor, es una realidad de que el mismo Señor ofreció su vida en rescate de todos nosotros: “Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre”, (Juan 10:18). Jesús ofreció su vida, porque este era el plan divino, Él se ofreció como el Cordero sustituto que pagó por nuestros pecados, de tal forma que es por nuestros pecados que Él murió. Así que no podríamos solo echarle la culpa a Poncio Pilato, o a los romanos o a los judíos de la muerte de Jesús, si lo consideramos más a profundo, realmente Jesús murió por nuestros pecados y por eso nosotros debemos considerar hoy este bendito sacrificio expiatorio que nos da la oportunidad de escapar de la condenación eterna. El autor de la carta a los Hebreos nos dice lo que realmente paso en la eternidad, incluso antes que el mundo fuese fundado: “Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; más me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí. Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre”, (Hebreos 10:5-10). Así que, viendo la realidad de nuestra vida condenada por nuestros pecados, Dios el Padre decide enviar a Dios el Hijo a morir por nuestros pecados y desde el momento que Jesús fue encarnado, su misión principal era morir en la cruz del Calvario ofreciendo su propia vida de manera voluntaria por amor a nosotros.