“He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera. La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová. Si ladrones vinieran a ti, o robadores de noche (¡cómo has sido destruido!), ¿no hurtarían lo que les bastase? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco? ¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados. Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo debajo de ti; no hay en ello entendimiento. ¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios de Edom, y la prudencia del monte de Esaú? Y tus valientes, oh Temán, serán amedrentados; porque todo hombre será cortado del monte de Esaú por el estrago”.
Abdías 2-9
INTRODUCCIÓN
Los
versículos que van del 2 al 9 del primero y único libro del profeta Abdías nos
narran la ruina total que vino de parte de Dios a la nación de Edom por causa
de su soberbia. Edom fue una nación que tuvo su momento de grandeza, riqueza y
poderío militar. Geográficamente estaban ubicados estratégicamente y esto les
daba una ventaja militar considerable, todo esto lleno el corazón de los
edomitas de orgullo y soberbia ya que se creían inconquistables, pero la verdad
es que Dios había decretado un juicio que vendría sobre ellos por causa de sus
pecados y no había nada ni nadie que lo pudiera evitar.
La ruina total de Edom |
LA RUINA TOTAL DE EDOM
“He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran
manera”.
Abdías 2
El peor error que una nación puede cometer es olvidarse de Dios, volviéndose una nación arrogante y orgullosa de sus muchas riqueza, avances tecnológicos y poderío militar. A lo largo de la historia se han levantado naciones e imperios poderoso que incluso han conquistado el mundo, naciones como Egipto, Asiria, Babilonia, Media y Persia, Grecia y Roma llegaron a ser superpotencias que en su momento se creyó que nadie les podría arrebatar su grandeza, pero lo cierto es que todas estas cayeron y fueron conquistadas y algunas de ellas llegaron a desaparecer de la historia. Edom fue una nación orgullosa que creía tenerlo todo y no necesitar de nadie, se creía inconquistable y muy rica, pero lo cierto es que no se habían dado cuenta que su ruina había llegado porque el juicio del Señor los alcanzaría y por eso el profeta les dice: He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera. Desde antes de la profecía de Abdías, Dios ya había declarado que traería la ruina sobre ellos, por ello les dice a las naciones cercanas a ellas que huyan porque una enorme ruina venia sobre ellos: “Huid, volveos atrás, habitad en lugares profundos, oh moradores de Dedán; porque el quebrantamiento de Esaú traeré sobre él en el tiempo en que lo castigue”, (Jeremías 49:8). El capítulo 49 del libro de Jeremías posee una gran similitud en cuanto al contenido del mensaje en contra Edom que se encuentran en Abdías 2-9, lo cual sugiere que el profeta Abdías se inspiró en Jeremías al momento de pronunciar sus palabras. Pero ¿en qué consistió la ruina de Edom? Veamos en qué consistió.
Su orgullo sería quebrantado.
“La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las
hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién
me derribará a tierra? Si te remontares como águila, y aunque entre las
estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová”.
Abdías 3-4
En primer lugar, la ruina de la nación de Edom comenzaría con el quebrantamiento
de su orgullo: La soberbia de tu corazón te
ha engañado. La palabra hebrea que se traduce como orgullo es zadon
(זָדוין), la cual a su vez está
relacionada con el verbo que significa rebullir o agitar algo. El orgullo
produce un sentimiento engañoso de superioridad en las personas que los vuelve
arrogantes y jactanciosos. En este sentido, el corazón de los edomitas
se había rebullido de tanta arrogancia ya que su soberbia los había engañado haciéndoles
creer que eran superiores a los demás y que ni siquiera Dios podía derribarlos
de su lugar. Sin embargo, ningún orgulloso quedara sin que Dios lo castigue y
humille totalmente: “Abominación es a Jehová todo
altivo de corazón; ciertamente no quedará impune”, (Proverbios
16:5). Los edomitas eran orgullosos porque habitaban en las peñas altas de los
montes, los picos montañosos que los rodeaban sobrepasaban los 1,500 metros de
alto, haciendo la ciudad prácticamente inconquistable, pero por ello el Señor
usa la metáfora del águila la cual confiada que tiene su nido en lo mas alto de
los peñascos, se siente segura, pero Edom seria derribada a tierra aunque su
morada estuviera en las alturas como el águila: La
soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas,
en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?
Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de
ahí te derribaré, dice Jehová. Así será la ruina que le espera a
todos los altivos de corazón que confiando en su propio poder se creen
intocables, pero cuando menos lo esperan, la ruina les viene. Así le paso a
Edom, esta nación orgullosa que se jactaba delante de todas las naciones vino a
ser motivo burla para los demás, lo cual es lo peor que le puede pasar a un
orgulloso y Jeremías lo dice perfectamente: “Tu
arrogancia te engañó, y la soberbia de tu corazón. Tú que habitas en cavernas
de peñas, que tienes la altura del monte, aunque alces como águila tu nido, de
allí te haré descender, dice Jehová. Y se convertirá Edom en desolación; todo
aquel que pasare por ella se asombrará, y se burlará de todas sus calamidades”,
(Jeremías 49:16-17).
Sus riquezas serian saqueadas.
“Si ladrones vinieran a ti, o robadores de noche (¡cómo has sido destruido!),
¿no hurtarían lo que les bastase? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían
algún rebusco? ¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! Sus tesoros
escondidos fueron buscados”.
Abdías 5-6
Estos versículos nos hablan de otra de las formas de cómo la nación de
Edom llego a su ruina total: Si ladrones vinieran a
ti, o robadores de noche (¡cómo has sido destruido!), ¿no hurtarían lo que les
bastase? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco? ¡Cómo
fueron escudriñadas las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados.
Generalmente los ladrones tienden a hurtar de prisa, solo lo que hay a su
vista, y no se dan a la tarea de buscar en lo mas secreto de la casa ya que lo
hacen apresuradamente. También los vendimiadores, que eran las personas que
extraían el jugo de la uva para hacer el vino, dejaban algunos rebuscos para
los pobres de tal forma que no vendimiaban toda la cosecha. Por tanto, a
través de estas dos ilustraciones, el Señor afirma que todas las riquezas que
hacían que Edom se sintiera segura, le serian robadas, dejándolos en la total
pobreza. Aquí el Señor les dice que, a diferencia de los ladrones
normales, les serian quitadas todas sus riquezas, hasta las que tienen en los
lugares más ocultos. De igual forma, los vendimiadores normales solían dejar
algunos rebuscos para los pobres, pero con Edom no se les dejaría absolutamente
nada: “Si vendimiadores hubieran venido contra ti,
¿no habrían dejado rebuscos? Si ladrones de noche, ¿no habrían tomado lo que
les bastase? Mas yo desnudaré a Esaú, descubriré sus escondrijos, y no podrá
esconderse; será destruida su descendencia, sus hermanos y sus vecinos, y
dejará de ser”, (Jeremías 49:9-10).
Sus aliados los abandonaron.
“Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron
llegar; los que estaban en paz contigo prevalecieron contra ti; los que comían
tu pan pusieron lazo debajo de ti; no hay en ello entendimiento”.
Abdías 7
La ruina de Edom también se caracterizo porque todos sus aliados
lo abandonaron: Todos tus aliados te han
engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo
prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo debajo de ti; no
hay en ello entendimiento. Edom creía que tenía alianzas
estratégicas con otras naciones de alrededor con los cuales estaba en paz,
naciones como los moabitas, amonitas y beduinos, sin embargo, su seguridad es
quebrantada cuando sus aliados le dan la espalda y lo traicionan. Todo esto nos
hace ver lo inseguro que son las alianzas humanas ya que solamente Dios
permanece fiel, por ello el Señor en su palabra condena a aquellos que confían
en sus alianzas humanas: “Así ha dicho Jehová:
Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su
corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá
cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en
tierra despoblada y deshabitada”, (Jeremías 17:5-6). Entre los años
556 a 539 a. C., Nabónido, rey de Babilonia, levantó una campaña militar en
contra de Edom la cual provoco la destrucción de su ciudad, acelerando así proceso
por el cual el reino edomita se desintegraría durante los años siguiente y para
los siglos IV y III a.C. Edom habría desaparecido y el reino de los nabateos
tomaba su lugar.
Su sabiduría es ridiculizada.
“¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios de Edom, y
la prudencia del monte de Esaú?”.
Abdías 8
A parte de la confianza que Edom sentía en sus riquezas y aliados
estratégicos, ellos se creían muy sabios y pensaban que eran más
inteligentes que sus hermanos de Israel y, por tanto, nunca perecería, pero
Dios les hace ver que haría perecer su sabiduría y prudencia: ¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios
de Edom, y la prudencia del monte de Esaú?”. Hoy en día, muchas
personas confían más en su supuesta sabiduría y prudencia que en Dios, creen
que su astucia es muy grande y nunca necesitaran del Señor, por ello las
Escrituras nos exhortan a no cometer este error: “No
seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal”,
(Proverbios 3:7). No hay mayor vergüenza para una persona orgullosa que su
sabiduría sea vista como nada ante los demás y el profeta Jeremías también
hablo de esta humillación que esta nación altiva recibiría: “Acerca de Edom. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: ¿No
hay más sabiduría en Temán? ¿Se ha acabado el consejo en los sabios? ¿Se
corrompió su sabiduría?”, (Jeremías 49:7). En Jeremías vemos que se
dice que la sabiduría de Edom se corrompió y esta palabra se traduce del hebreo
abad (אָבַד), que se refiere a
algo que se echo a perder, y en este sentido, un día Edom llego a tener mucha
sabiduría y de hecho se ve en su ingenio para construir su ciudad en medio de
los peñascos y su gran astucia como comerciantes que los enriqueció en
sobremanera, pero en su soberbia su sabiduría se corrompió, es decir, se echo a
perder al punto que su necedad queda evidenciada en el hecho de creer que
nadie, ni siquiera Dios, sería capaz de destruirlos, es más, en Malaquías vemos
como su espíritu altivo creía que aunque el Señor los destruyera, ellos
reconstruirían de las ruinas, pero obviamente, nunca pudieron hacerlo y su
sabiduría quedo en vergüenza: “Cuando Edom dijere:
Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho
Jehová de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán
territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para
siempre”, (Malaquías 1:4).
Sus valientes son humillados.
“Y tus valientes, oh Temán, serán amedrentados; porque todo hombre será
cortado del monte de Esaú por el estrago”.
Abdías 9
Temán
era una de las ciudades principales de Edom, su nombre lo recibió del nieto de
Esaú, su antepasado (Génesis 36: 11), y al parecer se caracterizaba por tener
hombres valientes que se destacaban en la batalla, pero como parte de su
derrota, el ejercito enemigo que venia sobre ellos era tan aterrador, que sus
hombres valientes se acobardarían. No hay peor derrota que aquella que
se da desde ante de ir a la batalla: Y tus
valientes, oh Temán, serán amedrentados; porque todo hombre será cortado del
monte de Esaú por el estrago. La derrota militar que venia sobre
Edom era tan terrible que Abdías advierte que todos sus hombres serian cortados
con gran estrago, y esta palabra estrago se traduce del hebreo quétel (קֶטֶל), que anuncia una matanza violenta,
matanza que hace que hasta los hombres mas violentos se acobarden.
NINGUNA NACIÓN PREVALECE SI DIOS NO ESTÁ CON ELLA
A
lo largo de la historia los hombres han tendido a agruparse formando ciudades y
culturas las cuales han llegado a influir grandemente en el mundo. Imperios
como Babilonia, Grecia y Roma llegaron a ser famosas por su influencia en el
arte, la guerra, la ingeniería, la música, la política, la medicina entre otras
disciplinas, llegaron a surgir y dominar al mundo colocándose como la reina de
todas las naciones, sin embargo, al final todas llegaron a la decadencia y
algunas a la extinción. Pero ¿qué provoca que una nación después de haber
experimentado un auge cultural decaiga y llegue a su fin? La respuesta es el
pecado. Esto lo podemos ver en Génesis cuando Dios decidió terminar con la
maldad del hombre a través del diluvio universal : “vio
Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio
de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”,
(Génesis 6:5), también la maldad de Sodoma y Gomorra provocaron el juicio de
Dios: “He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu
hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y
sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso”
(Ezequiel 16:49). Dios espero que la maldad de los cananeos llegara a su colmo
para traer el juicio a ellos a través de la espada de Israel: “Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu
descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida
cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y
después de esto saldrán con gran riqueza. Y tú vendrás a tus padres en paz, y
serás sepultado en buena vejez. Y en la cuarta generación volverán acá; porque
aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí”, (Génesis
15:13-16). Finalmente, pecados como la soberbia, violencia, extorsión e
idolatrías provocaron el fin de otras naciones como Tiro, Moab, Edom, Filistea,
Babilonia y Edom.
La
solución para que una ciudad escape ya que cuando las personas de la ciudad se
arrepienten y obedecen, tanto ellos como su ciudad alcanzan la misericordia de
Dios. Vemos esto en la historia de Jonás el cual predico a Nínive y como
consecuencia de su predicación los ninivitas se arrepintieron y la ciudad fue
salvada del juicio de Dios. Cuando predicamos el mensaje del evangelio las
personas se convierten y abandonan sus malos caminos y la ciudad puede ser
transformada. Vemos esto en el libro de los Hechos, cuando Pablo llego a Éfeso,
y a través de su predicación las personas fueron transformadas por el poder del
evangelio trayendo consigo un gran avivamiento que se vio reflejado en las
sanidades y la quema de libros de brujería. También lo vemos en el gran
avivamiento que Inglaterra experimento durante un periodo de crisis nacional
que pudo haber terminado en una revolución inglesa como en el caso de Francia;
sin embargo, fue por hombres como Robert Raikes o John Wesley que la nación
experimento los beneficios del evangelio. Consideremos también el impacto que
William Carey tuvo en la India la cual gracias al mensaje del evangelio fue
transformada y muchas practicas paganas como la quema de viudas fue abolida. De
igual manera hoy tenemos la responsabilidad de influir en nuestras familias,
comunidades y en toda la ciudad a través de la proclamación del evangelio para
que más personas abandonen la vida de maldad y se conviertan a Dios. Cuando
Dios le contó a Abraham de sus planes para destruir Sodoma y Gomorra, Abraham
comenzó a interceder por la ciudad diciendo que si Él destruiría la ciudad si
hubieran 50, 45, 40, 30, 20 o 10 justos. Dios le respondió que por amor a esos
justos no destruiría la ciudad. De igual forma, en la medida que en una ciudad
las personas se convierten a Cristo ésta alcanza mayor misericordia de Dios.
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