“La gracia del Señor Jesucristo,
el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.
Amén”.
2
Corintios 13:14
INTRODUCCIÓN
En su segunda carta
a los corintios el apóstol Pablo dirige su saludo final deseándoles que la
gracia de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo sea con ellos y tengan plena
comunión: La gracia del Señor Jesucristo, el amor de
Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.
Este es uno de los versículos en donde encontramos a las tres personas de la
Trinidad divina, tres personas diferentes, un solo Dios. Para nosotros los
cristianos, el tema de la Trinidad es una doctrina fundamental, sin embargo,
esta ha sido atacada casi desde el principio del surgimiento de la iglesia y
hoy por hoy podemos encontrar sectas que niegan el tema de la Trinidad y son
conocidos como unitarios.
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Uno de los símbolos universal del Unitarismo |
ORIGEN
DEL UNITARISMO
El unitarismo es una
corriente teológica que cree en un Dios unipersonal y de este se han
desprendido varias corrientes. Uno de sus primeros precursores fue Theodotus el
curtidor, filosofo de Bizancio, en el siglo II d.C. proclamó sus ideas acerca
de Jesús que no fue hasta su bautismo que Jesús había sido bautizado por el
espíritu de Cristo y antes de eso había sido un hombre común y corriente, pero
santo. Sus posiciones teológicas erradas dieron lugar a la herejía conocida
como el Adopcionismo la cual sostiene que Dios le otorgó
poderes a Jesús durante su bautismo y después lo adoptó como un Hijo. Posteriormente
en el siglo III d.C. estas ideas del Adopcionismo continuaron extendiéndose con
Pablo de Samosata un obispo de Antioquía en Siria. Luego, en el siglo IV surgió
el Arrianismo, con Arrio, obispo de Alejandría, el cual sostenía
que sólo Dios el Padre era eterno y demasiado puro e infinito para aparecer en
la tierra, por lo tanto, Dios produjo a Cristo el Hijo de la nada como la
primera y la más grande creación y el Hijo a su vez creó el universo para
posteriormente ser adoptado. De acuerdo a Arrio, aunque Cristo era una creación
tenía una gran posición y autoridad, él estaba para ser adorado y aún para ser
mirado como a Dios. Tanto el Adopcionismo como el Arrianismo fueron condenados
como herejías por la iglesia cristiana del siglo IV. Luego, durante los siglos
II y III d.C. también surgió otra herejía conocida como el Monarquianismo
el cual afirmaban que solo había un solo Dios y negaba la Trinidad. De este,
había dos divisiones. En primer lugar, estaba el Monarquianismo Dinámico
que enseñaba que Dios es el Padre y que Jesús es sólo un hombre, negando la
subsistencia personal del Logos y que el Espíritu Santo es una fuerza o
presencia de Dios el Padre. En segundo lugar, estaba el Monarquianismo
Modal que enseñaba que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son sólo
modos de la única persona la cual es Dios. Posteriormente, en el siglo XIX
surgió el Modalismo, el cual Negaba la doctrina de la Trinidad, y
establecen que Dios es una sola persona, quien, a través de la historia
bíblica, se ha revelado a Sí Mismo en tres modalidades o formas, estas
modalidades o formas son consecutivas y nunca son simultáneas, de tal forma que
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nunca existen todos al mismo tiempo, sólo
uno después de otro.
De
esta forma el Unitarismo fue avanzando y hoy por hoy existen algunas sectas u
organizaciones religiosas que se caracterizan por:
1.
Negar
la Trinidad, generalmente consideraran al Padre, Hijo y Espíritu Santo como manifestaciones
del mismo Jehová.
2.
No
usan la formula bautismal (En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo), sino bautizan en el nombre de Jesús y algunos creen que el bautismo es
necesario para la salvación.
Algunas
organizaciones religiosas de carácter unitario son: Iglesia Pentecostal Unida
Internacional (UPCI), Iglesia Pentecostal Unida Nacional (IPUN), la Verdadera
Iglesia de Jesús de China, los Cristadelfianos, Iglesia Evangélica Apostólica
del Nombre de Jesús o la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús.
UNA
DEFENSA A LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD
La Trinidad es
un solo Dios que existe simultáneamente en tres personas. Cada una es igual,
poderosa y eterna con el otro. Cada persona, Padre, Hijo y Espíritu Santo no es
la otra; si faltara uno de los tres, no habría Dios; todos comprenden el mismo
Dios. Muchas han tratado de comprender el tema de la Trinidad
comparándola con el H20, por ejemplo,
que se puede manifestar en esta tierra en tres estados, liquido, solido y
gaseoso, otro han usado el ejemplo de un objete que posee tres dimensiones
diferentes, ancho, largo y profundidad, pero al final es el mismo objeto, el hombre
puede llegar a ser a la vez, esposo, padre e hijo, pero el mismo hombre y en
fin, muchas otras más, todo con el objetivo de que el ser humano trate de
entender lo que significa la Trinidad, tres personas diferentes, un solo Dios.
El problema con todo esto es que tratamos de entender a Dios desde nuestra
percepción y experiencia humana y ese ya es un problema, porque realmente, no
existe ningún otro ser, sea humano, ángel, animal, vegetal o mineral que posea
las características de Dios de existir en tres personas diferentes pero un
mismo Dios. De allí que esto les parece difícil de creer a algunas
personas y afirman que es ilógico creer en la Trinidad, pero el hecho de
que nuestra mente limitada y finita no logre comprender a un ser tan supremo
que posee una naturaleza que no tienen igual a nada de lo que conocemos, esto
no significa que no exista. A parte de esta objeción, algunos
dicen que la creencia de la Trinidad es de origen pagana; pero esto es
falso ya que no conocemos ninguna religión pagana donde se haya presentado este
concepto. En las religiones paganas podemos ver triadas de dioses, como
en el caso del hinduismo que presenta su triada divina, Shiva, Visnú y Brahmá, pero
no el concepto de tres personas diferentes y un mismo Dios a la vez.
Otra objeción que presentan las personas que no creen en la Trinidad es que dicha
palabra no aparece en la Biblia, sin embargo, el hecho de que no
aparezca no significa que no existe, así tenemos otras palabras que no
aparecen en la Biblia, pero du doctrina se puede comprobar en la Biblia
como por ejemplo el rapto de la iglesia. Consideremos los diferentes pasajes
bíblicos que confirman la doctrina de la Trinidad.
Pasajes
Bíblicos que confirman la doctrina de la Trinidad en el Antiguo Testamento.
Nuestra fuente de autoridad, la
Biblia, presenta evidencias que confirman la doctrina de la Trinidad divina, sin
embargo, no hay que olvidar que no estamos hablando de tres dioses, Dios
es solo uno y no hay otro a parte de Él, tal y como las Escrituras lo
testifican: “Vosotros sois mis testigos, dice
Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis
que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí”,
(Isaías 43:10). En este sentido el cristianismo es monoteísta, pero también se
entiende que es un solo Dios que existe en tres personas diferentes que
conforman la misma divinidad y en el Antiguo Testamento podemos ver algunos
versículos que desde la antigüedad nos decían la pluralidad de personas en
Dios.
1.
En
primer lugar, la palabra Elohim, es uno de los nombres usados
para Dios en el Antiguo Testamento, pero Elohim es una palabra en plural: “En
el principio creó Dios los cielos y la tierra”, (Génesis 1:1). Aquí la palabra
Dios se traduce del hebreo Elohim(אֱלֹהִים),
el plural de Eloah (אלוח). Es
interesante que a través de esta palabra que es uno de los nombres que recibe
Dios en el Antiguo Testamento, el Señor anunciaba la pluralidad de personas.
2.
En
segundo lugar, tenemos otros pasajes en el Antiguo Testamento donde vemos
a la divinidad hablando entre las personas que lo conforman, así por
ejemplo lo vemos en el día de la creación del ser humano: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra semejanza…”, (Genesis 1:26), también
cuando confundió las lenguas en la Torre de Babel: “Y
dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y
han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado
hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que
ninguno entienda el habla de su compañero”, (Génesis 11:6-7). O
podemos citar también el versículo donde le hace el llamamiento a Isaías para
que sea su profeta: “Después oí la voz del Señor,
que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? ...”,
(Isaías 6:8). Esta forma de hablar de Dios demuestra que ya existía la
pluralidad de personas en Dios.
Pasajes
Bíblicos que confirman la doctrina de la Trinidad en el Nuevo Testamento.
Fue
a los autores del Nuevo Testamento que Dios reveló cada una de las personas de
la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Así tenemos algunos versículos que
nos enseñan esto y los vamos a considerar.
1.
Tenemos
las indicaciones de Jesús en cuanto a nombre de quién deben bautizarse los
cristianos, en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo Trinidad: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”,
(Mateo 28:19).
2.
En
1 Corintios, el apóstol Pablo nos enseña como la Trinidad participa en la
repartición de dones espirituales, ministerios y privilegios en la iglesia: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el
mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay
diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el
mismo”, (1 Corintios 12:4-6).
3.
Pablo
se despide de sus lectores en 2 Corintios deseándoles que la gracias y comunión
de la Trinidad sea con ellos: “La gracia del Señor
Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos
vosotros. Amén”, (2 Corintios 13:14).
4.
También
en el libro de Apocalipsis encontramos el saludo de la Trinidad a sus lectores:
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia:
Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete
espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el
primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra…”,
(Apocalipsis 1:4-5). En este caso, el que es y que era y que ha de venir es una
referencia al Gran Yo Soy, el auto existente y eterno, el Padre, nombre con el
cual Dios se le revelo a Moisés: “Y respondió Dios a
Moisés: YO SOY EL QUE SOY…”, (Éxodo 3:14). Los siete espíritus hacen
referencia al Espíritu Santo y finalmente saluda Jesucristo, el Hijo.
Por
medio de estos versículos del Nuevo Testamento la Biblia demuestra la
existencia de las tres personas de la Trinidad divina.
La deidad de la
Trinidad.
En
el Nuevo Testamento podemos encontrar versículos que afirman que cada una de
las personas de la Trinidad es Dios. Así tenemos que el Padre es Dios: “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor
Jesucristo”, (Filipenses 1:2). También tenemos versículos que
afirman que el Hijo es Dios: “Pero éstas se han
escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que,
creyendo, tengáis vida en su nombre”, (Juan 20:31). Finalmente, la
Biblia enseña que el Espíritu Santo es Dios: “Y dijo
Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al
Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te
quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu
corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios”, (Hechos 5:3-4)
Aquí Pedro esta amonestando a Ananías por haberle mentido al Espíritu Santo
acerca del precio con el que vendió una de sus propiedades, afirmándoles que no
le había mentido a hombre alguno, sino a Dios, es decir, el Espíritu Santo.
Cada miembro de
la Trinidad es una persona.
Cada
miembro de la Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo es un mismo Dios,
pero cada miembro de la Trinidad es una persona diferente que están unidos y existen
al mismo tiempo. En la Biblia podemos encontrar versículos que nos muestran que
cada miembro de la Trinidad es una persona porque poseen características de una
persona, como inteligencia, emociones, voluntad, etc.
En
la Biblia podemos ver que tanto el Padre como el Hijo tienen voluntad
propia e independiente: “Diciendo: Padre, si
quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”,
(Lucas 22:42). De igual forma, el Espíritu Santo tiene voluntad como cualquier
persona: “Pero todas estas cosas las hace uno y el
mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”,
(1 Corintios 12:11). Como vemos, el Espíritu Santo reparte los dones del
Espíritu a cada creyente como a Él le parece, de acuerdo a su voluntad.
Otras
características de una persona son sus emociones e inteligencia, así vemos
al Padre expresar amor por su Hijo: “Y hubo
una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”,
(Mateo 3:17). También el Padre experimenta agrado: “Sí,
Padre, porque así te agradó”, (Mateo 11:26), posee inteligencia para
revelar verdades espirituales: “Entonces le
respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo
reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”,
(Mateo 16:17). De igual forma, no hay duda a través de los evangelios,
que Jesús es una persona ya que sintió enojo: “Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por
la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió,
y la mano le fue restaurada sana”, (Marcos 3:5). También sintió
regocijo: “En aquella misma hora Jesús se regocijó
en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a
los niños. Sí, Padre, porque así te agradó”, (Lucas 10:21). Sintió
compasión: “Y al ver las multitudes, tuvo compasión
de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen
pastor”, (Mateo 9:36). Experimento la aflicción de espíritu: “Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de
esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora”, (Juan 12:27), Y
hasta lloró: “Jesús lloró”, (Juan 11:35).
Además, el Espíritu Santo tiene características que solo una persona puede
tener, así, como ser inteligente el Espíritu Santo posee una mente que lo
conoce todo y sabe interceder por los creyentes como mejor conviene: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que
escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme
a la voluntad de Dios intercede por los santos”, (Romanos 8:26-27).
De igual forma el Espíritu Santo es capaz de escudriñar los corazones de los
creyentes, algo que solo hace un ser inteligente: “Pero
Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios”, (1 Corintios 2:10). También es
capaz de enseñar: “Mas el Consolador, el Espíritu
Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y
os recordará todo lo que yo os he dicho”, (Juan 14:26). Además, vemos
que el Espíritu Santo se enoja: “Mas ellos fueron
rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por lo cual se les volvió
enemigo, y él mismo peleó contra ellos”, (Isaías 63:10). También
puede ser contristado por el pecado del creyente: “Y
no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención”, (Efesios 4:30). De esta forma queda demostrado
que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres personas diferentes, con su
propia voluntad, inteligentes y que poseen emociones y sentimientos.
¿EL
BAUTISMO EN EL NOMBRE DE JESÚS?
Junto con la cena
del Señor, el bautismo es una de las dos ordenanzas que Jesús dejó establecida
para que la iglesia practicara y en este sentido, ambos son practicas
espirituales que el cristiano está obligado a practicar. En el caso del bautismo, este solo ocurre una
sola vez, pero, ¿qué es el bautismo? La palabra bautismo se traduce del griego baptisma
(βάπτισμα), que literalmente
significa sumergir, y en este sentido, el bautismo es el hecho de ser sumergido
en aguas después de la conversión: “Entonces
Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el
evangelio de Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el
eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees
de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el
Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el
eunuco, y le bautizó”, (Hechos 8:35-38). Aquí vemos bien cómo
debería ser el proceso para bautizarse. El etíope había creído al mensaje del
evangelio que Felipe le había compartido, de allí no había nada que le
impidiere ser bautizado, por tanto, el único requisito previo para esto es que
la persona se halla convertido a Cristo. Ahora, ¿qué significado tiene entonces
el bautismo?
1.
El
bautismo es una ordenanza o mandato que Jesús dejó establecida y que todo
cristiano tiene que obedecer: “Por tanto,
id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, (Mateo 28:19).
2.
El
bautismo es un símbolo de la muerte (cuando se desciende al agua),
sepultura (cuando está sumergido) y resurrección (cuando emerge
del agua) de Cristo: “¿O no sabéis que todos
los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?”,
(Romanos 6:3).
3.
El
bautismo es un acto de testimonio público al mundo que hemos muerto a la
vieja vida y hemos nacido a una nueva. “Porque
somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que
como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva”, (Romanos 6:4).
¿El bautismo es
necesario para la salvación?
Ahora
bien, ¿salva del bautismo? Algunas sectas de carácter unitario
creen que sí, pero la verdad es que no es así: “Ahora,
pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados,
invocando su nombre”, (Hechos 22:16). En este versículo Pablo relata
aquella ocasión cuando estando ciego, el Señor envió a Ananías para que orase
por él y recobrara la vista, luego, inmediatamente le exhorta a que se bautice
y lave sus pecados, no bautizándose, sino invocando el nombre de Jesús, porque
el bautismo no salva o perdona pecados. De igual forma, cuando Jesús les
encomienda a los discípulos la Gran Comisión les dice: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a
toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no
creyere, será condenado”, (Marcos 16:15-16). Algunos entienden que
como Jesús dijo: El que creyere y fuere bautizado,
será salvo; el bautismo es necesario para ser salvo, pero esto no es
así, porque de lo contrario la siguiente parte del mismo versículo dijera: “más
el que no creyera y no fuese bautizado, será condenado”; sin embargo, dice: más el que no creyere, será condenado, dejando
claro que lo que condena es no creer en Jesús y no el bautismo. De allí, hay un
versículo que los unitarios usan para hacer ver que el bautismo salva, este es:
“Los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una
vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el
arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua. El
bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las
inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia
Dios) por la resurrección de Jesucristo”, (1 Pedro 3:20-21). Los unitarios
afirman que Pedro está diciendo que el bautismo salva; pero realmente no es
así, porque en paréntesis aclara que el bautismo no nos salva de la condenación
eterna al quitar el pecado o las inmundicias de la carne, sino nos salva de
tener una consciencia acusada por no obedecer una ordenanza del Señor y
testificar públicamente que hemos nacido a una nueva vida: no quitando las inmundicias de la carne, sino como la
aspiración de una buena conciencia hacia Dios. Además, si quitamos
la parte que está entre paréntesis, entendemos que nos salva por medio de la resurrección
de Cristo, es decir, gracias a su sacrificio expiatorio: nos salva … por la resurrección de Jesucristo. Debido
a que la versión Reina Valera es una traducción literalista, tiende a traducir
todo literalmente, tal y como el autor lo escribió y aparece en el lenguaje
original, sin embargo, otro método de traducción de Biblias es el dinámico,
donde se tiende a traducir dándole el significado que el autor quiso darle a
nuestro idioma actual, así vemos que la Nueva Versión Internacional de la
Biblia traduce este mismo versículo como: “Que en
los tiempos antiguos, en los días de Noé, desobedecieron, cuando Dios esperaba
con paciencia mientras se construía el arca. En ella solo pocas personas, ocho
en total, se salvaron mediante el agua, la cual simboliza el bautismo que ahora
los salva también a ustedes. El bautismo no consiste en la limpieza del cuerpo,
sino en el compromiso de tener una buena conciencia delante de Dios. Esta
salvación es posible por la resurrección de Jesucristo”, (1 Pedro
3:20-21, NVI). Vemos que traduce la última parte como: El bautismo no consiste en la limpieza del cuerpo, sino en el
compromiso de tener una buena conciencia delante de Dios. Esta salvación es
posible por la resurrección de Jesucristo. Luego, tenemos la Nueva Traducción
Viviente de la Biblia que traduce este versículo de la siguiente forma: “Esos que desobedecieron a Dios hace mucho tiempo, cuando
Dios esperaba con paciencia mientras Noé construía su barco. Solo ocho personas
se salvaron de morir ahogadas en ese terrible diluvio. El agua del diluvio
simboliza el bautismo que ahora los salva a ustedes—no por quitarles la suciedad
del cuerpo, sino porque responden a Dios con una conciencia limpia—y es eficaz
por la resurrección de Jesucristo”, (1 Pedro 3:20-21, NTV). Tanto la
NVI como la NTV hablan que el bautismo habla de tener una limpia conciencia, la
pregunta es, ¿cómo ayuda el bautismo a tener una limpia consciencia? Se espera
que el creyente proceda a bautizarse después de su conversión, pero cómo podría
seguir siendo cristiano si se niega a bautizarse y este, como ya vimos, es un
testimonio publico de que ahora a muerto a su vieja vida y ha nacido a una
nueva, será que se avergüenza de eso, a parte que el que se niega a bautizarse después
de su conversión esta desobedeciendo una ordenanza del Señor y de allí que el creyente
que prosiga en su vida cristiana sin bautizarse debería tener una conciencia
que le acuse por desobedecer.
Fórmula bautismal.
En el
evangelio según Mateo se nos da la formula bautismal: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”,
(Mateo 28:19). Esta es la forma en la cual se debe bautizar, en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; sin embargo, algunos grupos unitarios
afirman que no debe bautizarse de esta forma, sino en el nombre de Jesús basándose
en algunos versículos de Hechos de los Apóstoles, entre ellos: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el
don del Espíritu Santo”, (Hechos 2:38). Sin embargo, cuando
Pedro ordenó a los recién convertidos a bautizarse, no estaba dando una fórmula
bautismal, sino diciéndoles en el bautismo de quién tendrían que bautizarse,
porque para este momento ya existía el bautismo de Juan el Bautista, otros
dicen que algunas sectas judías bautizaban a sus seguidores, y en este sentido,
Pedro les dice que se bauticen en el nombre del Jesucristo, es decir, se
bauticen con el bautismo que Jesús ordenó, en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo. Ahora, si estas palabras de Pedro en Hechos 2:38 fueron
dichas con el objetivo de establecer una formula bautismal, debiera repetirse
en otras partes del mismo libro, pero aparecen de forma diferente. Por ejemplo,
en Hechos 2:38 se dice: “En
el nombre de Jesucristo”; pero en Hechos 8:16 se dice “En
el nombre de Jesús”: “Porque aún no había
descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en
el nombre de Jesús”, (Hechos 8:16) y, en Hechos 19:5 dice “En
el nombre del Señor Jesús”: “Cuando oyeron
esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús”, (Hechos 19:5).
Por tanto, no podemos decir que en el libro de los Hechos se está
estableciendo una fórmula bautismal, porque no es una forma constante, sino lo
que se está haciendo es afirmar bajo que autoridad y bajo qué tipo de bautismo se
tenían que bautizar los recién convertidos.