lunes, 29 de enero de 2018

La alimentación de los cuatro mil (Mateo 15:32-39)


“Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino. Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande? Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos. Y mandó a la multitud que se recostase en tierra. Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas. Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. Entonces, despedida la gente, entró en la barca, y vino a la región de Magdala”.
Mateo 15:32-39

Introducción



               Al llegar al final del capítulo 15 encontramos otro de los grandes milagros que nuestro Señor Jesucristo realizó durante su ministerio, la multiplicación de los siete panes y unos pocos pececillos con los cuales alimento a cuatro mil. Hasta el momento hemos visto el intento de Jesús de retirarse por un momento de las grandes multitudes que lo seguían con el fin de restaurar las fuerzas de su humano cuerpo y estar a solas con sus discípulos con el fin de darle las últimas instrucciones ya que se encontraba al final de su ministerio. Este milagro es muy similar al que realizo en capítulos anteriores donde alimenta a cinco mil con cinco panes y dos peces; pero como lo veremos se trata de una situación muy diferente.

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La alimentación de los cuatro mil

 

La Inmensa Compasión de Cristo


“Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino. Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande?”.
Mateo 15:32-33

             Si recordamos un poco Jesús acaba de realizar un recorrido a través de Decápolis, una confederación de 10 ciudades griegas, y gracias a este relato, la referencia que tenemos de la sanidad de la mujer sirofenicia y la sanidad del sordomudo en Tiro y Sidón tenemos otra faceta del ministerio de Jesús a los gentiles. Cuando se piensa en el ministerio de Jesús se cree que Jesús se enfocó solamente en el pueblo judío, pero no es así. Por los evangelios sinópticos, Mateo, Marcos y Juan podemos ver que Jesús desarrollo principalmente su ministerio en la región de Galilea, que era una región densamente poblada de judíos de baja condición social en su mayoría, poblada por obreros, pescadores y otros oficios humildes. Por el evangelio según Juan sabemos que también Jesús desarrollo su ministerio en Jerusalén, la capital de los judíos, aunque no con libertad por la fuerte oposición que sufría. También en Juan vemos a Jesús desarrollando su ministerio en samaria donde muchos creyeron y se quedó con ellos como 10 días (Juan 4:40). Ahora por estos pasajes que hemos venido estudiando en Mateo vemos como Jesús desarrollo también su ministerio entre los gentiles sanando a muchos y trayendo el evangelio seguramente a estas personas. Ahora nuestro Señor está a punto de abandonar las regiones gentiles para volver a los territorios de Israel pero antes de eso ocurre este maravilloso milagro donde vuelve a repetir un milagro que ya había realizado con los judíos. Después de haber estado en la región de Decápolis, muchas personas habían creído en Jesús y como consecuencia eran multitudes los que lo seguían, en este caso era cuatro mil, sin contar las mujeres y los niños los cuales ya tenían tres días de andar con Él. Por ello cuando llego a las fronteras de Israel era necesario despacharlos, pero sintió compasión de ellos porque estaban en ayunas y podían desmayar en el camino: Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino. En este pasaje encontramos algunos detalles que nos muestran que este evento es diferente al de la alimentación de los cinco mil. En primer lugar, vemos que esta gente que no era judía, a diferencia de la multitud de cinco mil, habían estado con Él durante tres días, mientras que los otros habían llegado aquel mismo día después de haberlo buscado por todos lugares: “Oyéndolo Jesús, se apartó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado; y cuando la gente lo oyó, le siguió a pie desde las ciudades. Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer”, (Mateo 14:13-16). En segundo, lugar, en la alimentación de los cuatro mil vemos a Jesús comentándoles a sus discípulos la compasión que les sentía a esta gente y su deseo de alimentarlos para no mandarlos en ayuna; mientras en la alimentación de los cinco mil, fueron sus discípulos los que le pidieron a su Maestro que despidiera a la gente para que se retiraran a las aldeas a comprar algo de que comer. Lo que si encontramos en común en ambos pasajes es la gran compasión que nuestro Señor sentía por las personas. Estos cuatro mil no eran judíos, pero Jesús nunca se detuvo a discriminar su nacionalidad o cualquier barrera racial o ideológica que a veces separan a los hombres, fuera judío, samaritano o gentil, nuestro Señor siempre estuvo dispuesto a hacer misericordia porque para eso vino a esta tierra y ahora todos podemos gozar de esa misericordia gratuita: “Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan”, (Romanos 10:12).


Palestina
Diferentes regiones que Jesús recorrió durante su ministerio

La Alimentación de los Cuatro Mil


“Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande? Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos. Y mandó a la multitud que se recostase en tierra. Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas. Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños”.
Mateo 15:32-38


               Ante el deseo de Jesús de alimentar a las multitudes los discípulos se preguntan: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande? Cuando Jesús les pregunta cuantos panes tienen estos les responden: Siete, y unos pocos pececillos. Aquí encontramos la tercera diferencia con el milagro de la alimentación de los cien mil, y es que en el otro caso los discípulos encontraron a un niño que tenía 5 panes y dos peces: “Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?”, (Juan 6:9), mientras que aquí los discípulos son los que tienen siete panes y unos pocos pececillos. Como en el milagro anterior vemos como nuestro Dios no se ve limitado por ninguna situación de la vida ya que Él es nuestro gran proveedor y es capaz de realizar cualquier milagro para proveernos todo lo que necesitamos, de hecho uno de sus nombres en el Antiguo Testamento es Jehová-Yiré (יְהוָֹה יִרְאֶה): “Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá”, (Génesis 22:14), que significa el Señor Proveerá, porque precisamente eso es lo que hace proveer para todas nuestras necesidades. Por esta razón Jesús exhortaba a sus discípulos a no preocuparse por lo que iban a comer o vestir el día de mañana, sino que su confianza debía estar puesta en Dios que así como alimentaba a los pájaros del cielos que son menores que el hombre, o así como vestía con esplendidez a la hierba del campo que era lanzada al fuego, así y mucho más haría con el hombre que es imagen y creación de Él: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”, (Mateo 6:25-34). Vemos que lo único que Jesús pide es que confiemos en su providencia y busquemos el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura. Aquel día solo habían siete panes y unos pocos pececillos, pero eso era más que necesario para alimentar a una gran multitud: Y mandó a la multitud que se recostase en tierra. Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas. Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. En estos versículos encontramos más diferencias con respecto a la alimentación de los cinco mil  y la cuarta es el detalle de en dónde Jesús les dijo a la multitud que se sentaran: Y mandó a la multitud que se recostase en tierra. En el texto griego la palabra que se traduce como tierra es ge (γῆ), y hace referencia a un suelo árido donde no hay hierva, mientras que en el milagro de la alimentación de los cinco mil ordenó que se sentaran en una planicie llena de hierba: “Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba…”, (Mateo 14:19), ya que la palabra griega es jórtos (χόρτος), y hace referencia precisamente a la hierba que crece en verano. Esto nos muestra que se tratan de lugares y momentos completamente diferentes y por tanto no se puede asegurar que este relato sea una repetición de la alimentación de los cinco mil. En este caso Jesús tomó los siete panes y los pocos pececillos y dio gracias por ellos partiéndolos y repartiéndolos a sus discípulos, y estos a la multitud de tal forma que todos comieron y se saciaron sobrando siete canastas llenas. Las diferencias de este milagro con la alimentación de los cinco mil radica en dos detalles más, y el quinto es que aquí sobraron siete canastas llenas de pedazos, mientras que en el otro milagro sobraron doce cestas: “Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas”, (Mateo 14:20). La sexta diferencia se encuentra en las palabras que se usan en ambos milagros, ya que en uno se mencionan las cestas, que se traduce de la palabra griega kófinos (κόφινος), que era una pequeña canastita que los judíos utilizaban y terminaban en una especie de boquilla que iba en disminución con el fin de prevenir que su comida se callera y fuera contaminada; mientras que en el milagro de la alimentación de los cuatro mil se habla de canastas, palabra que se traduce del griego spurís (σπυρίς), y hace referencia a una canasta mucho más grande que la cesta que se menciona en el milagro de los cinco mil. Finalmente, el texto nos dice que los alimentados aquel día fueron como cuatro mil sin contar las mujeres y los niños.

Jesús regresa a Israel


“Entonces, despedida la gente, entró en la barca, y vino a la región de Magdala”.
Mateo 15:39


                Después de haber realizado tantos milagros y haber traído descanso a las almas cansadas de estos gentiles, nuestro Señor Jesucristo decide regresar a Israel, a una región llamada aquí Magdala, y para ello subió a una barca y finalmente partió de aquel lugar, no sin antes haber dejado una huella difícil de olvidar en la mente de aquellos que hallaron tanto descanso de sus cargas. Aunque hoy en día es difícil ubicar la región de Magdala, lo cierto es que Jesús impacto tanto en la vida de las personas durante su vida de ministerio en esta tierra. Su tiempo se estaba agotando, el último año de ministerio estaba ya en curso y por ello Jesús partió a Israel a completar la obra para la cual había venido a esta tierra, morir en la cruz del Calvario. Pero qué bueno es saber que gracias a su sacrificio hoy nosotros, todos aquellos que hemos creído en sus palabras tenemos vida eterna.


lunes, 22 de enero de 2018

La exhortación final y los saludos de un apóstol (1 Corintios 16:13-24)


“Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor.  Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos. Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan. Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia. Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas. Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor. Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con ósculo santo. Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano. El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene. La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros. Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén”.
1 Corintios 16:13-24

INTRODUCCIÓN


            Gracias a Dios hemos llegado al final de esta sorprendente primera carta del apóstol Pablo a los corintios donde hemos aprendido mucho en cuanto a los diferentes problemas que atraviesa la iglesia. Antes de finalizar, el apóstol les encarga ciertos mandamientos que los cristianos tenían que cumplir con el fin de continuar perseverando en la fe cristiana, además les exhorta a someterse a aquellos que son servidores del pueblo de Dios a los cuales menciona por nombre en estos versículos, y termina dando los saludos finales de su propia mano con el fin de que ellos vean que era él mismo el que les escribía.


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El saludo final de Pablo

EXHORTACIÓN A PERMANECER FIELES


“Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor”.
1 Corintios 16:13-14

                   Pablo no puede despedirse sin antes exhortar a los creyentes a permanecer fieles en los caminos de la fe, especialmente porque sabe que la vida cristiana no es fácil, y por ello les ordena que desarrollen ciertas virtudes que les pueden ayudar a este fin. En primer lugar le manda a que velen. La palabra velad se traduce del griego gregoreúo (γρηγορεύω), que hace referencia a alguien que vigila y esta alerta. No es la primera vez que en la Biblia se nos exhorte a los cristianos a velar, de hecho Pedro alienta a los creyentes a ser sobrios y velar porque tenemos un enemigo poderoso que nos destruirá si nos descuidamos: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”, (1 Pedro 5:8). Y nuestro Señor Jesucristo exhorto a sus discípulos a velar porque no sabrían la hora y el día de su regreso: “Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad”, (Mateo 13:35-37). Y en otra ocasión les enseño a sus discípulos la necesidad de velar estando en oración ya con el fin de no ceder ante la debilidad de la carne: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”, (Mateo 26:41). Por tanto, todos los cristianos tenemos que mantenernos siempre alertas, no confiarnos y descuidarnos espiritualmente, ya que los días son difíciles y por ello debemos velar en todo momento. En segundo lugar, Pablo les pide a os corintios que este firmes en la fe. La palabra firme proviene del griego stéko (στήκω), que sugiere a algo que está bien anclado y es difícil de mover, y esto es lo que se espera del cristiano, el permanecer bien anclado en la fe de Cristo con el fin de ser constante y perseverar en medio de cualquier dificultad. En tercer lugar, les pide que se porten varonilmente y se esfuercen, y en el griego las palabras portarse varonilmente es una sola palabra, andrídsomai (ἀνδρίζομαι), la cual es una palabra que describe a alguien que se comporta con valentía; mientras que la palabra esforzarse proviene del griego krataióo (κραταιόω), que precisamente es eso, alguien que se esfuerza con gran vigor en realizar una tarea. Cuando Dios llamo a Josué le ordeno que fuera esforzado y valiente para que su corazón no desfalleciera ante los retos futuros: “Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”, (Josué 1:6-9).la vida cristiana está llena de desafíos que generalmente pueden intimidar el corazón del creyente y hacerlo retroceder, pero el Señor no pide coraje para no temer, y esforzarnos para cumplir con sus propósitos. Finalmente, Pablo pide que todas estas grandes virtudes sean reguladas por la mayor de todas, el amor: Todas vuestras cosas sean hechas con amor. Aquí la palabra amor es agápe (ἀγάπη), el cual describe un amor sacrificial que no es egoísta y solo busca el bien de los demás, este tipo de amor debe ser la fuente de nuestra motivación al momento de hacer cualquier cosa para el Señor.

RECONOCER A LOS QUE SIRVEN AL SEÑOR


“Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos. Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan. Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia. Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas. Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor. Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con ósculo santo”.
1 Corintios 16:15-20

                   Mientras Pablo se despide, no quiere pasar por alto a aquellos creyentes que dedican su vida al servicio de los santos. En primer lugar, menciona a los de la familia de Estéfanas, los cuales son de los primeros convertidos de Acaya y que se han dedicado a servir a los santos: Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos. Esta familia fue bautizada por el mismo Pablo: “También bauticé a la familia de Estéfanas; de los demás, no sé si he bautizado a algún otro”, (1 Corintios 1:16), y junto a otros cristianos se había dedicado no solo a trabajar en pro de los cristianos, sino también habían apoyado a Pablo en su ministerio, y por ello les anima a que se sujeten a personas como estas: Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan. Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia. Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas. De igual forma el apóstol hace referencia a los santos que trabajan en Asia, de los cuales Aquila y Priscila resaltan entre estos obreros: Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor. Priscila y Aquila era un matrimonio ejemplar que se habían dedicado al servicio de la obra de Dios, a estos los conoció en Corinto donde se unió con ellos en este noble oficio: “Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas. Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y a griegos”, (Hechos 18:1-4). Este matrimonio era principal entre los servidores de Dios a tal punto que la iglesia se reunía en su casa: Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, y el apóstol reconocía su gran contribución en su ministerio: “Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles. Saludad también a la iglesia de su casa. Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo”, (Romanos 16:3-5). Durante el primer siglo la iglesia no tenía templos y por ello acostumbraba a reunirse en las casas de otros creyentes, así lo vemos en el libro de Hechos cuando Lidia la vendedora de purpura acogió a Pablo en su hogar: “Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos”, (Hechos 16:14-15). De igual forma en Colosa la iglesia se reunía en casa de Filemón: “Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro, y a la amada hermana Apia, y a Arquipo  nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa”, (Filemón 1-2). De esta forma la iglesia acostumbraba reunirse en las casas de algunos cristianos y Priscila y Aquila eran uno de esos. Finalmente, Pablo les dice que los saludan todos los santos con un ósculo santo, es decir, un beso que se acostumbraba dar entre los hermanos en Cristo: Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con ósculo santo.

LA DESPEDIDA DEL APÓSTOL


“Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano. El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene. La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros. Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén”.
1 Corintios 16:21-24

             Ahora sí, Pablo se despide finalmente haciéndoles ver que el saludo final era de su propia mano para que ellos reconocieran su escritura: Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano. En la antigüedad se acostumbraba dictar las cartas a un amanuense, y Pablo lo hacía de esta forma: “Yo Tercio, que escribí la epístola, os saludo en el Señor”, (Romanos 16:22). Sin embargo, acostumbraba escribir el saludo final de sus cartas con sus propias manos: “La salutación de mi propia mano, de Pablo. Acordaos de mis prisiones. La gracia sea con vosotros. Amén”, (Colosenses 4:18). El hecho de que Pablo hiciera referencia a que sus lectores reconocerían su escritura es un indicativo que el tamaño de esta fuera diferente al del amanuense ya que se cree que tenía una enfermedad en los ojos que le dificultaba ver: “Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano”, (Gálatas 6:11), y por eso Pablo agradece a los gálatas su intención de darle sus propios ojos si esto hubiese sido posible: “¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos”, (Gálatas 4:15). De la misma forma el apóstol declara que todo aquel que no ama a Cristo sea anatema, ósea maldito, y que el Señor pronto viene: El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene. La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros. Realmente las palabras El Señor viene, proviene de una sola palabra aramea que es Maranata, la cual significa exactamente eso y es una expresión de anhelo de los cristianos del primer siglo por el tan ansiado regreso de Cristo por su iglesia. Finalmente, el apóstol Pablo se despide de sus lectores expresando el gran amor en Cristo que les tiene y sella su carta con un amén: Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén. De esta forma termina esta maravillosa carta inspirada por el Espíritu Santa la cual es de gran bendición hoy en día para la iglesia del Señor.



Los planes de Pablo para el ministerio (1 Corintios 16:5-12)



“Iré a vosotros, cuando haya pasado por Macedonia, pues por Macedonia tengo que pasar. Y podrá ser que me quede con vosotros, o aun pase el invierno, para que vosotros me encaminéis a donde haya de ir. Porque no quiero veros ahora de paso, pues espero estar con vosotros algún tiempo, si el Señor lo permite. Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios. Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo. Por tanto, nadie le tenga en poco, sino encaminadle en paz, para que venga a mí, porque le espero con los hermanos. Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los hermanos, más de ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad”.
1 Corintios 16:5-12

INTRODUCCIÓN


               Antes de finalizar su carta el apóstol Pablo decide dar a conocer sus planes en cuanto al ministerio que el Señor Jesucristo le había otorgado. Lucas nos relata en el libro de Hechos de los Apóstoles de manera detallada el ministerio de este hombre santo, y cómo toda su vida giraba alrededor de ello: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”, (Hechos 20:24). En el libro de los Hechos podemos ver el incansable ministerio que este hombre realizo, prácticamente su vida estaba enfocada en anunciar el mensaje del evangelio, salvar almas, instruirlos en la verdad de Jesucristo, fundar iglesias, constituir ancianos, y velar por ellas ya sea estando presente, o delegando responsables como Tito, Timoteo u otros hombres de confianza, o por medio de sus cartas. Ahora bien, después de haber tratado una serie de problemas, y antes de despedirse, el apóstol da a conocer los planes que tenia de visitar diferentes iglesias.

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Los planes de Pablo para el ministerio


LOS PLANES DE PABLO PARA VISITAR LAS IGLESIAS


“Iré a vosotros, cuando haya pasado por Macedonia, pues por Macedonia tengo que pasar. Y podrá ser que me quede con vosotros, o aun pase el invierno, para que vosotros me encaminéis a donde haya de ir. Porque no quiero veros ahora de paso, pues espero estar con vosotros algún tiempo, si el Señor lo permite. Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios”.
1 Corintios 16:5-9

            Por sus palabras pareciera que Pablo esta en Éfeso ya que por el momento su ministerio había estado dando grandes frutos en esta ciudad, aunque no sin oposición: Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios. De hecho, Lucas registra una gran actividad misionera por parte del apóstol en esta ciudad en su libro inspirado, Hechos de los Apóstoles, ya que de acuerdo a él estuvo allí para su tercer viaje misionero por un periodo de tres años, más tiempo que en cualquier otra ciudad (Hechos 20:31) y fue allí donde sembró la semilla del evangelio impactando en gran manera esta ciudad: “Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios. Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno. Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús. Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo,  de tal manera que aún se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían”, (Hechos 19:8-12). Tanto fue la influencia del evangelio en este lugar que causo el disgusto de los comerciantes de templecillos de plata de la diosa Diana ya que sus ganancias se vinieron abajo por la conversión de los paganos idolatras al evangelio de Cristo: “Hubo por aquel tiempo un disturbio no pequeño acerca del Camino. Porque un platero llamado Demetrio, que hacía de plata templecillos de Diana, daba no poca ganancia a los artífices; a los cuales, reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo: Varones, sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza; pero veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. Y no solamente hay peligro de que este nuestro negocio venga a desacreditarse, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien venera toda Asia, y el mundo entero. Cuando oyeron estas cosas, se llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios! Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo. Y queriendo Pablo salir al pueblo, los discípulos no le dejaron. También algunas de las autoridades de Asia, que eran sus amigos, le enviaron recado, rogándole que no se presentase en el teatro. Unos, pues, gritaban una cosa, y otros otra; porque la concurrencia estaba confusa, y los más no sabían por qué se habían reunido. Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empujándole los judíos. Entonces Alejandro, pedido silencio con la mano, quería hablar en su defensa ante el pueblo”, (.Hechos 19:23-33). La predicación del evangelio no solo afecto el comercio pagano de la venta de templecillos de plata de la diosa Diana, sino también muchos que practicaban la brujería se convirtieron trayendo sus libros para ser quemados: “Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata. Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor”, (Hechos 19:19-20). Así de esta forma el evangelio llego a influir poderosamente en Éfeso gracias al ministerio de Pablo, y ahora mientras escribe esta carta todo parece que se encuentra en esta ciudad y que permanecerá en ella al menos hasta la fiesta del pentecostés ya que puerta amplia y eficaz se le había abierto allí. Sin embargo, pensaba ir a ver a los corintios, pasando a pie por la región de Macedonia, donde fundo iglesias durante su segundo viaje misiones, iglesias como la de Tesalónica y la de Filipos, y su objetivo era ver como estaba el estado espiritual de estas antes de dirigirse a Corinto. Luego se dirigiría a Corinto para pasar con ellos un buen tiempo, de preferencia durante todo el invierno: Iré a vosotros, cuando haya pasado por Macedonia, pues por Macedonia tengo que pasar. Y podrá ser que me quede con vosotros, o aun pase el invierno, para que vosotros me encaminéis a donde haya de ir. Porque no quiero veros ahora de paso, pues espero estar con vosotros algún tiempo, si el Señor lo permite. Así era la vida de Pablo, siempre preocupado por todas las iglesias que había fundado, y enfocado en seguir ganando almas para Cristo.

EL CUIDADO DE PABLO A LAS IGLESIAS A TRAVÉS DE ENVIARLES OTROS OBREROS


“Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo. Por tanto, nadie le tenga en poco, sino encaminadle en paz, para que venga a mí, porque le espero con los hermanos. Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los hermanos, más de ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad”.
1 Corintios 16:10-12

                   Si hay algo que Pablo sabia en cuanto a la obra del Señor es que esta no era exclusivamente de Él, sino de Dios, y que no era el único obrero en la viña del Señor, sino que habían otros, tal y como lo dijo al principio de la carta: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios”, (1 Corintios 3:6). Por ello Pablo sabia auxiliarse de otros hombres para contribuir con el avance del evangelio. Debido a que él estaba ocupado en Éfeso, decidió enviar por adelantado a unos de sus fieles colaboradores, Timoteo con el fin de que este diera el apoyo necesario en su ausencia: Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo. Por tanto, nadie le tenga en poco, sino encaminadle en paz, para que venga a mí, porque le espero con los hermanos. Por otras cartas sabemos que Timoteo era una persona tímida: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios”, (2 Timoteo 1:7-8). Y aparte de esto era una persona enferma: “Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades”, (1 Timoteo 5:23). Sin embargo, a pesar de sus limitaciones de timidez, enfermedad y edad, Pablo supo prepararlo para la obra del ministerio. Así, lo circuncido para que no tuviera problemas con los judíos, ya que tenía su madre era hebrea: “Después llegó a Derbe y a Listra; y he aquí, había allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego; y daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. Quiso Pablo que éste fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego”, (Hechos 16:1-3). Lo exhorto a ser ejemplo en todo para que nadie lo menospreciara por su edad: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza”, (1 Timoteo 4:12). Le aconsejo en cuanto a cómo relacionarse con los demás, sin importar sus edades: “No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza. Honra a las viudas que en verdad lo son”, (1 Timoteo 5:1-3). Y en general, le enseño cómo ser un buen ministro del Señor a través de una serie de consejos que quedaron registradas en 1 y 2 Timoteo, y con el tiempo llego a convertirse en el obispo de la iglesia en Éfeso, todo gracias a la instrucción del Pablo. Por eso ahora estaba confiándole una tarea más, y era que fuese a visitar a los corintios para que viese como estaban espiritualmente y para que en su ausencia él pudiese ministrarlos delante del Señor, no obstante, también les pide a los corintios que salga a recibirlo para que este se sintiera cómodo con ellos.

                También el apóstol intento convencer a otro de sus colegas llamado Apolos que fuese a Corinto para fortalecer los ánimos de los creyentes, pero lamentablemente este no quiso ir: Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los hermanos, más de ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad. Apolos fue un judío fervoroso y poderoso en la predicación que conocieron en Éfeso: “Llegó entonces a Éfeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan. Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios. Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído;  porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo”, (Hechos 18:24-28). Así Apolos llego a ser un ministro del evangelio y ahora Pablo le pedía su ayuda para apoyar a la iglesia de Corinto, pero lamentablemente no pudo convencerlo porque otros planes tenía en mente, pero les dice que cuando tenga tiempo los visitara. En general, podemos ver como Pablo no solo se esforzaba por anuncia el evangelio por sus propios medios, sino se auxiliaba de otros consiervos para tal fin, tal y como lo hizo con Timoteo, al dejarlo como obispo de Éfeso, o Tito al dejarlo como obispo de Cristo (Tito 1:5), o Filemón que llego a ser uno de los encargados de Colosa (Filemón 1-3), o Priscila y Aquila los cuales le ayudaron durante su tercer viaje misionero (Hechos 18:18). Así el apóstol Pablo supo rodearse de otros hombres y mujeres que le ayudaron a predicar el evangelio de Cristo.



jueves, 18 de enero de 2018

Tercer Habito: Sea una persona visionaria


“Llegué, pues, a Jerusalén, y después de estar allí tres días, me levanté de noche, yo y unos pocos varones conmigo, y no declaré a hombre alguno lo que Dios había puesto en mi corazón que hiciese en Jerusalén; ni había cabalgadura conmigo, excepto la única en que yo cabalgaba”.
Nehemías 2:11-12

INTRODUCCIÓN


              El tercer hábito que consideraremos en esta sección será el de ser siempre una persona visionaria. Definir qué es la visión resulta algo complicado porque va más allá de un concepto abstracto o místico. La visión es una visualización que mira hacia el futuro, que proyecta a una persona a alcanzar una meta, que reconoce sus posibilidades entendiendo dónde actualmente está pero define a dónde quiere llegar. Sin visión no hay propósito, no hay un rumbo que seguir en la vida, se va por allí de un lado hacia otro sin llegar a ningún lado, sin mayor compromiso, sin visión no hay ninguna razón para resistir las adversidades de la vida y no hay nada en la vida que verdaderamente nos apasione. Héctor Torres lo dice de esta forma: “Una persona sin visión se mueve solamente por lo que ve, lo que está a su alcance. No piensa en el mañana y no ve más allá de sí misma. Alguien hizo un comentario que ha llegado a ser muy conocido: «Algunas personas ven las cosas como son y preguntan: ¿Por qué? Otras ven las cosas como podrían ser y dicen: ¿Por qué no?”[1]. Ahora bien, en el liderazgo cristiano es clave que esta visión sea inspirada por Dios. Si hay un buen ejemplo de alguien que haya recibido una visión de parte de Dios es Nehemías, su historia es inspiradora y nos muestra lo que un hombre con visión es capaz de hacer para la gloria de Dios. En el libro de Nehemías observamos como en su corazón guardaba lo que Dios le había dado, un deseo por reconstruir los muros de Jerusalén y devolverle su antigua gloria: … y no declaré a hombre alguno lo que Dios había puesto en mi corazón que hiciese en Jerusalén. Es imposible llegar a ser un buen líder si no se tiene una visión clara que le dé propósito a su vida, de allí que todo lo que hagamos día a día tiene que estar influenciado por nuestra visión, y es por ellos que muchos la consideran más que una característica del liderazgo, un hábito que tiene que practicarse a diario. Stephen Covey lo llama el hábito de empezar con un fin en mente, ya que cada vez que se comienza a realizar una tarea, esta es filtrada por la visión que el líder tiene y de realizarse es porque contribuirá a alcanzar el propósito que la visión encierra: “comenzar con un fin en mente significa comenzar con una clara comprensión de su destino. Significa saber a donde se está yendo, de modo que se pueda comprender mejor dónde se está, y dar siempre los pasos adecuados en la dirección correcta”[2]. Ahora bien, cuando la visión es de Dios, nuestras acciones tienen que estar en armonía con ella de tal forma que todo lo que hagamos nos ayudara a no perder el tiempo en cosas triviales sino en alcanzar el propósito divino. Si estudiamos más en detalle la historia de Nehemías nos daremos cuenta que fue la visión que Dios le dio lo que inspiro toda su vida y lo mantuvo siempre enfocado en la terea que se le había delegado, la reconstrucción de los muros de Jerusalén. Como líderes cristianos es clave que nos aseguremos que hayamos recibido de parte de Dios una autentica visión que nos mantenga en el servicio y propósito de su reino, ya que podríamos encontrarnos muy ocupados, pero no enfocados en aquello para lo cual el Señor nos haya llamado.

Nehemias
Nehemías el líder visionario


LA VISIÓN DE UN LÍDER CRISTIANO NACE QUE UN CORAZÓN QUEBRANTADO POR DIOS


“Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa, capital del reino, que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén. Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos”.
Nehemías 1:1-4

                En primer lugar, la visión del líder cristiano nace de un corazón quebrantado por Dios. Una persona que tiene un corazón quebrantado por Dios es aquella cuyos principales intereses giran alrededor del reino de Dios y su gloria. Nehemías fue un hombre así. Nehemías fue un judío que se encontraba en Susa, la capital del reino de Media y Persia, y era el copero del rey. Fue estando allí que al preguntar por el remanente de Judá le dieron terribles noticias: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. La reacción de Nehemías ante la noticia nos muestra su corazón y pasión por Dios: Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Nehemías era un hombre que amaba tanto a Dios que cuando se enteró que la gran ciudad del Señor, Jerusalén, se encontraba hecha un montón de rocas quemadas y que su pueblo se encontraba en terrible calamidad, su corazón se quebrantó y lamento en gran manera. Antes de recibir la visión de parte de Dios debemos interesarnos por el progreso de su reino. Muchas personas hoy en día solo se interesan por sus cosas, no le prestan atención al progreso de la obra del Señor en esta tierra, no les importa que el nombre de Jesús sea glorificado y sus corazones son insensibles a las necesidades de la iglesia. Solamente una persona que ame a Dios y se interese por el progreso de su reino es capaz de conectarse con Él y recibir la visión de contribuir con el avance de su obra: “La visión de un líder es al llamamiento que Dios le da para llevar a cabo sus planes o sus propósitos. Es el sueño inspirado por Dios que arde en su corazón y que lo motiva a cumplir el propósito de Dios con su vida”[3]. Muchas personas hoy en día no tienen visión por la obra de Dios simplemente porque no se interesan por glorificar su nombre en esta tierra; sin embargo, nosotros debemos procurar tener un corazón quebrantado que busque siempre honrar su nombre, cuando lo hagamos así el Señor nos mostrara el camino a seguir.

LA VISIÓN DE DIOS NACE DE SUEÑOS QUE A TRAVÉS DE LA FE SE MATERIALIZA



“… concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey”.
Nehemías 1:5-11

             La visión de Dios primero nace en la mente y corazón del líder, antes de materializarse solo son sueños que requieren un acto de fe. En su oración a Dios Nehemías oraba para que se le diera gracia delante del rey de los medos y los persas ya que quería conseguir su apoyo para reconstruir los muros de Jerusalén, sin embargo, este proyecto existía únicamente en su corazón y mente. A partir de este momento la visión de reconstruir los muros de Jerusalén alimento el corazón de Nehemías, y esto es lo que provoca la visión en un líder, le ayuda a proyectarse y planear para llevar a cabo lo que apenas es solo una imagen mental. Stephen Covey nos dice que la visión al principio es solo una imagen que está presente únicamente en la mente del líder, pero con el tiempo esta logra materializarse: “El hábito de «empezar con un fin en mente» se basa en el principio de que todas las cosas se crean dos veces. Siempre hay primero una creación mental, y luego una creación física”[4]. Así es como nacen los grandes proyectos en la vida, primero es solo un cuadro mental de lo que se quiere hacer, son sueños y anhelos; pero con el tiempo se materializan para volverse una realidad, y para el líder cristiano funciona de la misma manera a tal punto que al principio su visión requiere un acto de fe que lo desafía a creer que cualquier cosa que nos atrevamos a creer es posible: “Una visión es un modelo mental de un estado futuro de un proceso, grupo u organización, trata con un mundo que existe únicamente en la imaginación, edificando sobre especulaciones razonables, fabricadas a partir de lo que esperamos que sean presunciones razonables sobre el futuro. Un visionario es alguien que tiene la imagen de un mundo ficticio que puede ser observado o verificado por adelantado… un mundo cuya misma existencia requiere un acto de fe”[5]. Cuando la visión está presente en la vida de un líder, este lucha en su mente por darle forma antes de buscar los recursos para materializarla, y esto es lo que le pasaba a Nehemías. Como líderes cristianos debemos pedirle a Dios dirección para encontrar nuestra verdadera vocación de servicio, esa visión que alimentará nuestro corazón y nos llevará a engrandecer el nombre de Jesucristo, tal y como Nehemías lo hacía al orar a Dios: … concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey.

LA ORACIÓN NOS AYUDA A COMPRENDER LA VISIÓN DE DIOS


“Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos; esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo. Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos; pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre. Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano poderosa. Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey”.
Nehemías 1:5-11

               Si hay algo admirable en la historia de Nehemías es que Dios lo uso poderosamente sin tener algún ministerio como de profeta, sacerdote o líder militar, lo único que si sabía hacer era orar: “Nehemías no era profeta, no era sacerdote, era un devoto que cuando no sabía que hacer o como hacer las cosas, doblaba sus rodillas delante de Dios y se ponía a depender exclusivamente de este. La oración pone a Dios de nuestra parte, hace a Dios parte de la solución de nuestros problemas e invita a Dios a participar de nuestra situación”[6]. Cuando Nehemías se sintió turbado ante la noticia de la ruina de su amada ciudad y la calamidad que atravesaba su pueblo, él doblo rodillas y oró a Dios. Lo más seguro es que fue allí donde recibió de manera más clara la visión de reconstruir los muros de Jerusalén. Esta sorprendente oración nos enseña las siguientes cosas:

                Una oración que reconoce el carácter de Dios.


“Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos”.
Nehemías 1:5
               
En primer lugar, la oración de Nehemías reconoce el carácter de Dios ya que resalta su grandeza y poder: Dios de los cielos, fuerte, grande y temible; su fidelidad: que guarda el pacto; y su misericordia hacia los que guardan sus mandamientos: y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos. Antes de comprender la visión que Dios nos ha dado es importante conocer su carácter porque solo así llegaremos a descubrir nuestra verdadera vocación. Es imposible llegar a comprender la visión de Dios o recibir una si no le conocemos.

Una oración que intercede con perseverancia.


“… esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos…”
Nehemías 1:6

                En segundo lugar, la oración de Nehemías es un hermoso ejemplo de intercesión que se hace con perseverancia. Nehemías estaba interesado en el bienestar de Jerusalén y el pueblo de Dios, y por ello intercedía de día y noche, él no estaba preocupado por sus propios intereses, no buscaba la forma de lucrarse o ser popular, lo único que quería era glorificar el nombre de Dios y ayudar a su pueblo. En eso consiste el verdadero ministerio, en servir a los demás, en buscar la gloria de Dios y hacer su voluntad, y cuando esto es así, podemos encontrar un verdadero llamamiento y entender la visión para nuestras vidas.

            Una oración que incluye la confesión de pecados.


“… y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo”.
Nehemías 1:6-7

                En tercer lugar, vemos que esta oración reconoce los pecados y faltas cometidas delante de Dios. Para poder comprender la voluntad de Dios y ser usados para su gloria y honra es importante confesar nuestros pecados y estar dispuestos a obedecer su palabra, despojarnos de todo orgullo y vanagloria ya que estos pecados son un impedimento para ver su gloria.

            Una oración que reconoce la justicia de Dios.


“Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos; pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre”.
Nehemías 1:8-9

                En cuarto lugar, la oración de Nehemías reconoce la justicia de Dios ya que no solo confiesa sus pecados, sino también recuerda las palabras dichas en el libro de Moisés que prometen la restauración de todos aquellos que arrepentidos se vuelvan a Él. Recordar sus promesas y reconocer su justicia nos ayudan a acercarnos con mayor seguridad al trono de su magnificencia.

            Una oración que reconoce la posición del creyente ante Dios.


“Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano poderosa. Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón”.
Nehemías 1:5-11

                La oración de Nehemías reconoce la posición que como creyentes tenemos ante Dios. No debemos olvidar el privilegio que tenemos delante de Dios como sus hijos amados para acercarnos a Él, somos su pueblo amado al cual ha redimido de todos sus pecados por medio de la sangre de su Hijo Jesucristo: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”, (Romanos 8:32).

            Una oración que reconoce la necesidad de ayuda de Dios para completar la visión.


“… concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón”.
Nehemías 1:11

Finalmente, la oración de Nehemías reconoce la necesidad de ayuda de parte de Dios para desarrollar con éxito la visión. Sin la ayuda de Dios jamás lograremos tener éxito ya que nuestras habilidades y talentos jamás serán efectivos sin el respaldo de su Espíritu Santo: “Nehemías no fantasea con un sentido de misión fuera de su propia agenda o de sus propios intereses. El respondió a la noticia de la destrucción de Jerusalén con lágrimas, oraciones, ayuno, humildad y búsqueda de la voluntad del Señor”[7]. El pastor David Yonggi Cho habla de la importancia de robustecer nuestros sueños con la fe, ya que en el cristianismo la fe en Dios lo determina todo: “Podemos formar parte del cumplimiento del propósito de Dios, si tocamos el pincel del propósito de Dios, lo mojamos con la tinta de la fe y pintamos su propósito en el cuadro de nuestra imaginación”[8]. Nehemías tenía un anhelo grande por reconstruir los muros, pero antes de hacer cualquier cosa busco la dirección de Dios en oración y no solo eso, sino también rogaba por su respaldo ya que sabía que si el Señor no prosperaba su causa no llegaría muy lejos. Como líderes cristianos debemos buscar en oración el respaldo de Dios para que nuestra visión sea efectiva.

LA VISIÓN DE DIOS DEBE INCLUIR EL DESEO DE SERVICIO



“También desde el día que me mandó el rey que fuese gobernador de ellos en la tierra de Judá, desde el año veinte del rey Artajerjes hasta el año treinta y dos, doce años, ni yo ni mis hermanos comimos el pan del gobernador. Pero los primeros gobernadores que fueron antes de mí abrumaron al pueblo, y tomaron de ellos por el pan y por el vino más de cuarenta siclos de plata, y aun sus criados se enseñoreaban del pueblo; pero yo no hice así, a causa del temor de Dios. También en la obra de este muro restauré mi parte, y no compramos heredad; y todos mis criados juntos estaban allí en la obra. Además, ciento cincuenta judíos y oficiales, y los que venían de las naciones que había alrededor de nosotros, estaban a mi mesa. Y lo que se preparaba para cada día era un buey y seis ovejas escogidas; también eran preparadas para mí aves, y cada diez días vino en toda abundancia; y con todo esto nunca requerí el pan del gobernador, porque la servidumbre de este pueblo era grave. Acuérdate de mí para bien, Dios mío, y de todo lo que hice por este pueblo”.
Nehemías 5:14-19

               Nehemías anhelaba reconstruir los muros; pero no lo hacía porque quería sacar una ganancia personal, sino para honrar el nombre del Señor y ayudar a su pueblo a vivir seguro dentro de sus muros,y eso lo vemos en los versículos anteriores donde observamos que lejos de lucrase de los demás busco servir al pueblo de Dios . La verdadera visión del líder encierra en si misma el espíritu del servicio. Nehemías era un verdadero servidor, y eso es lo que la iglesia necesita, verdaderos servidores que ayuden al pueblo de Dios, no personas que solo quieran lucrarse del rebaño: “El servidor no es motivado por manipulación o por autopromoción sino por amor. Al final, el alcance de tu influencia dependerá de lo profundo de tu preocupación por otros. Es por eso por lo que es tan importante para los lideres estar dispuestos a servir”[9]. Por tanto, un elemento indispensable que la visión de todo líder cristiano debe tener es el servicio a Dios y a su pueblo, sin eso, solo tendrá intensiones egoístas.

LA VISIÓN REQUIERE ESPERAR EL TIEMPO DE DIOS


“Sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de él, tomé el vino y lo serví al rey. Y como yo no había estado antes triste en su presencia, me dijo el rey: ¿Por qué está triste tu rostro? pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto de corazón. Entonces temí en gran manera. Y dije al rey: Para siempre viva el rey. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego? Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos”.
Nehemías 2:1-4

               Una cosa importante que tenemos que tener en mente en cuanto a la visión es que hay que saber esperar el tiempo perfecto para comenzar a promoverla y buscar recursos. Cuando Nehemías se entero acerca de la situación de calamidad que Jerusalén pasaba era el mes Quisleu, y ahora aquí en el capítulo 2 lo vemos delante del rey Artarjerjes en el mes Nisan, lo cual significa que habían pasado cuatro meses. Durante cuatro meses Nehemías había guardado en su corazón la visión que Dios le había dado de reconstruir los muros, y durante todo ese tiempo había pasado en oración y ayuno, rogándole al Señor su respaldo para que cuando se le llegara el tiempo de hablar con el rey para solicitarle su permiso para ir a su tierra, este se lo diera. Para un líder cristiano, el tiempo de preparación es clave, ya que si se adelanta todo lo puede echar a perder: “Desde que nos llama, Dios comienza a prepararnos para el momento en que nos apartará para la obra a que nos llamó. El tiempo de preparación depende de nosotros, de nuestra obediencia, de nuestra fidelidad, de nuestro compromiso. Cuando Dios se satisface con nuestra madurez y desarrollo espiritual, cuando purga de nosotros lo que nos impide servirle y nos rendimos a Él, entonces es el momento de  promovemos”[10]. Para el caso de Nehemías este tiempo de espera fue de cuatro meses, pero cada uno de nosotros puede llegar a tener diferentes tiempos, todo depende de que tan rápido obedezcamos y maduremos al punto que estemos listos para compartir la visión: “El período de preparación puede ser breve o prolongado. Para José, pasaron trece años desde su llamado a su separación como segundo en autoridad en Egipto. Para Moisés, fueron cuarenta duros años de servicio a su suegro, en Madián, antes de su separación como enviado de Dios para sacar al pueblo de Israel de la tierra de Egipto. Para David, transcurrieron dieciocho años antes de acceder al trono de Israel. En la vida de Pablo, fueron unos diecisiete años desde que recibió su llamado hasta que fue separado para el ministerio en Antioquía”[11]. Saber esperar en Dios es clave y Nehemías lo hizo. Al final de cuatro meses de espera el momento oportuno llego ya que el rey se fijó que el rostro de su copero estaba triste y al preguntarle la razón este le expreso su melancolía por Jerusalén, y allí Dios toco el corazón del monarca al preguntarle: ¿Qué cosa pides? Cuando el rey pregunto esto Nehemías sabía que su momento había llegado y por eso encomendó este momento a Dios: Entonces oré al Dios de los cielos. Como líderes cristianos sepamos esperar el momento de Dios para desarrollar nuestra visión.

LA VISIÓN REQUIERE PLANIFICACIÓN ANTICIPADA


“Y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré.  Entonces el rey me dijo (y la reina estaba sentada junto a él): ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y agradó al rey enviarme, después que yo le señalé tiempo. Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los gobernadores al otro lado del río, para que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá; y carta para Asaf guarda del bosque del rey, para que me dé madera para enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la casa en que yo estaré. Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí. Vine luego a los gobernadores del otro lado del río, y les di las cartas del rey. Y el rey envió conmigo capitanes del ejército y gente de a caballo. Pero oyéndolo Sanbalat horonita y Tobías el siervo amonita, les disgustó en extremo que viniese alguno para procurar el bien de los hijos de Israel”.
Nehemías 2:5-10

              Otro elemento imprescindible para la visión es la planeación anticipada. Durante los cuatro meses de espera Nehemías estuvo orando y planeando con bastante anticipación la forma de cómo llevar a cabo la visión que Dios le había dado y esto se deja ver en la forma de como aprovecha la oportunidad de ayuda que el rey le ofreció: “Nehemías no vino al rey con un plan improvisado o con una agenda de última hora. Estaba preparado para las preguntas que se formularan”[12]. Cuando el rey Artarjerjes le pregunto a Nehemías qué era lo que quería, este le respondió: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré. Sin embargo, la petición no quedo allí, sino aprovecho la audiencia del rey para solicitarle todos los recursos que necesitaba para que su tarea se completara con éxito, ya que cuando el rey le pidió detalles, este se los dio con increíble precisión: Entonces el rey me dijo (y la reina estaba sentada junto a él): ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y agradó al rey enviarme, después que yo le señalé tiempo. Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los gobernadores al otro lado del río, para que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá; y carta para Asaf guarda del bosque del rey, para que me dé madera para enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la casa en que yo estaré.  Si nos damos cuenta Nehemías no solo había planeado el tiempo, sino había pensado en todos los detalles para cumplir con éxito su misión ya que pidió cartas para los gobernadores al otro lado del rio para que le permitieran sin ningún problema el paso hasta la tierra de Judá, y así mismo pidió carta para Asaf el guarda del bosque del rey para que le diera la madera suficiente para llevar a cabo la reconstrucción de los muros de Jerusalén, y aun para la casa donde iba a habitar. Nehemías había pensado en todos los detalles. De igual forma, en clave que el líder cristiano planifique con anticipación todo lo relacionado con la visión, no debe ser algo surja en el momento y donde se tenga que improvisar.

LA VISIÓN DE DIOS PRESENTARA OPOSICIÓN


“Vine luego a los gobernadores del otro lado del río, y les di las cartas del rey. Y el rey envió conmigo capitanes del ejército y gente de a caballo. Pero oyéndolo Sanbalat horonita y Tobías el siervo amonita, les disgustó en extremo que viniese alguno para procurar el bien de los hijos de Israel”.
Nehemías 2:9-10



Nehemias
Nehemías dirige la construcción de los muros

               Cuando la visión del líder cristiano es de Dios, no debemos dudar que presentará oposición ya que Satanás se opondrá a ella. Ante la respuesta favorable del rey y la gracia divina, Nehemías inicio su viaje a Jerusalén entregando las cartas a las respectivas personas que consideraba que le podían ayudar; pero tan pronto comenzó, se levantaron personas que se disgustaron por la noble misión de Nehemías: Pero oyéndolo Sanbalat horonita y Tobías el siervo amonita, les disgustó en extremo que viniese alguno para procurar el bien de los hijos de Israel. Algo muy cierto en el cristianismo es que Satanás siempre se opondrá al avance de la obra de Dios y el cumplimiento de sus propósitos en nuestras vidas, por ello debemos estar listos para pelear. En el caso de Nehemías la oposición levanto toda clase de oposición. Por ejemplo, cuando trataba de organizar a la gente para iniciar la obra sus enemigos lo difamaron acusándolo injustamente de un rebelde que quería dirigir una rebelión contra el reino medo persa: “Pero cuanto lo oyeron Sanbalat horonita, Tobías el siervo amonita, y Gesem el árabe, hicieron escarnio de nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es esto que hacéis vosotros? ¿Os rebeláis contra el rey?”, (Nehemías 2:19). Ante esta calumnia Nehemías respondió: “Y en respuesta les dije: El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria en Jerusalén”, (Nehemías 2:20). Luego cuando se enteraron de que se había iniciado la reconstrucción de los muros sus enemigos se burlaron de ellos diciendo que la obra que hacían no permanecería de pie mucho tiempo: “Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos. Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas? Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará”, (Nehemías 4:1-3). Ante sus burlas Nehemías dijo: “Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio, y vuelve el baldón de ellos sobre su cabeza, y entrégalos por despojo en la tierra de su cautiverio. No cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado delante de ti, porque se airaron contra los que edificaban”, (Nehemías 4:4-5). Conforme los muros se fueron levantando más y más, los enemigos de Dios se confabularon para sabotear la obra e intimidar a los que en ella trabajaban: “Pero aconteció que oyendo Sanbalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y los de Asdod, que los muros de Jerusalén eran reparados, porque ya los portillos comenzaban a ser cerrados, se encolerizaron mucho; y conspiraron todos a una para venir a atacar a Jerusalén y hacerle daño. Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos guarda contra ellos de día y de noche. Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro. Y nuestros enemigos dijeron: No sepan, ni vean, hasta que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra. Pero sucedió que cuando venían los judíos que habitaban entre ellos, nos decían hasta diez veces: De todos los lugares de donde volviereis, ellos caerán sobre vosotros”, (Nehemías 4:7-11). Sin embargo, Nehemías animo al pueblo y encomendándose a Dios tomaron las debidas precauciones: “Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los sitios abiertos, puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos. Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas. Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea. Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá. Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada. Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí. Y dije a los nobles, y a los oficiales y al resto del pueblo: La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados en el muro, lejos unos de otros. En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros. Nosotros, pues, trabajábamos en la obra; y la mitad de ellos tenían lanzas desde la subida del alba hasta que salían las estrellas. También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado permanezca dentro de Jerusalén, y de noche sirvan de centinela y de día en la obra. Y ni yo ni mis hermanos, ni mis jóvenes, ni la gente de guardia que me seguía, nos quitamos nuestro vestido; cada uno se desnudaba solamente para bañarse”, (Nehemías 4:13-23). Al ver que sus intimidaciones no funcionaban trataron de engañarlo haciéndolo salir de Jerusalén para enviscarlo: “Cuando oyeron Sanbalat y Tobías y Gesem el árabe, y los demás de nuestros enemigos, que yo había edificado el muro, y que no quedaba en él portillo (aunque hasta aquel tiempo no había puesto las hojas en las puertas), Sanbalat y Gesem enviaron a decirme: Ven y reunámonos en alguna de las aldeas en el campo de Ono. Mas ellos habían pensado hacerme mal. Y les envié mensajeros, diciendo: Yo hago una gran obra, y no puedo ir; porque cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros. Y enviaron a mí con el mismo asunto hasta cuatro veces, y yo les respondí de la misma manera. Entonces Sanbalat envió a mí su criado para decir lo mismo por quinta vez, con una carta abierta en su mano, 6 en la cual estaba escrito: Se ha oído entre las naciones, y Gasmu lo dice, que tú y los judíos pensáis rebelaros; y que por eso edificas tú el muro, con la mira, según estas palabras, de ser tú su rey; y que has puesto profetas que proclamen acerca de ti en Jerusalén, diciendo: ¡Hay rey en Judá! Y Ahora serán oídas del rey las tales palabras; ven, por tanto, y consultemos juntos. Entonces envié yo a decirle: No hay tal cosa como dices, sino que de tu corazón tú lo inventas”, (Nehemías 6:1-8). También intentaron engañarlo buscando forma de desacreditar su buen nombre: “Vine luego a casa de Semaías hijo de Delaía, hijo de Mehetabel, porque él estaba encerrado; el cual me dijo: Reunámonos en la casa de Dios, dentro del templo, y cerremos las puertas del templo, porque vienen para matarte; sí, esta noche vendrán a matarte. Entonces dije: ¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Y quién, que fuera como yo, entraría al templo para salvarse la vida? No entraré. Y entendí que Dios no lo había enviado, sino que hablaba aquella profecía contra mí porque Tobías y Sanbalat lo habían sobornado. Porque fue sobornado para hacerme temer así, y que pecase, y les sirviera de mal nombre con que fuera yo infamado. Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sanbalat, conforme a estas cosas que hicieron; también acuérdate de Noadías profetisa, y de los otros profetas que procuraban infundirme miedo”, (Nehemías 6:10-14). Al final podemos ver como una y otra vez la vida de Nehemías recibió oposición, todo porque Dios le había dado una gran visión que estaba llevando a cabo. De igual forma, el enemigo tratara de impedir que el propósito de Dios se cumpla en nuestra vida y que la visión no se lleve a cabo, pero como Nehemías encomendemos nuestra vida a Dios y luchemos por cumplir los designios de nuestro Señor: “Toda buena obra emprendida para engrandecer y levantar a Dios, en su etapa inicial confrontara la oposición. Por lo tanto, el rechazo inicial de algunas personas, que no captan la visión, no significa fracaso, por el contrario, debe alentarnos a continuar perseverando hasta alcanzar el objetivo”[13].

LA VERDADERA VISIÓN DE DIOS UNE A TODO EL PUEBLO EN UN MISMO FIN


“Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio. Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien”.
Nehemías 2:17-18

                 Otra característica importante de la visión de Dios es que este tiene que unir al pueblo en un mismo fin una vez se dé a conocer por parte del líder. La verdadera visión que proviene de Dios busca engrandecer el reino de los cielos y beneficiar a su pueblo, por eso al momento de compartirle al pueblo la visión les exhorto a edificar los muros de Jerusalén y salir del oprobio: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio. Al momento de transmitir la visión es clave que el pueblo comprenda que está ha sido dada por Dios ya que buscaran sentir su respaldo al momento de realizar cualquier obra: Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien. Para que el pueblo apoye la visión del líder es clave que todos comprendan que la mano de Dios está en todo ello, que cualquier obra que se realizara tendrá como propósito engrandecer su reino y no contribuir a los fines egoístas de una persona. Debido a que la visión era de Dios, todo el pueblo se unió y lograron así reconstruir el muro pese a todas las dificultades que enfrentaron en el camino: “Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y dos días. Y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones que estaban alrededor de nosotros, y se sintieron humillados, y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra”, (Nehemías 6:15-16). Hoy en día la iglesia necesita líderes como Nehemías, los cuales reciban una visión de Dios que anime a su pueble a honrar y glorificar su nombre, ya que cuando esto es así la victoria está garantizada.

NEHEMÍAS FUE UN HOMBRE VISIONARIO


“… Acuérdate de mí, Dios mío, para bien”.
Nehemías 13:31

                Con estas palabras termina el libro de Nehemías, palabras que salieron de su propia boca después de haber concluido los muros de Jerusalén y haber realizado importantes reformas en el culto a su Dios. Al final, la vida de Nehemías giro alrededor de la visión que Dios le dio, fue esta la que le dio propósito a su vida y hoy en día es recordado por su enorme contribución en el pueblo judío. De igual forma el liderazgo cristiano necesita una visión que provenga de Dios para que todo lo que haga gire en función de ella, esto debe convertirse en un verdadero habito que dirija sus pasos a través de este mundo.





[1] Héctor Torres. “Liderazgo: Ministerio y Batalla”. Editorial Betania, E.E. U.U., 1997. Pago. 103.
[2] Stephen Covey. “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”. Buenos Aires, Paidós, 1ª edición, 2005. Pág. 61.
[3] Héctor Torres. “Liderazgo: Ministerio y Batalla”. Editorial Betania, E.E. U.U., 1997. Pago. 97.
[4] Stephen Covey. “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”. Buenos Aires, Paidós, 1ª edición, 2005. Pág. 61.
[5] Jeff Caliguire.”Secretos del liderazgo de San Pablo”. Editorial Peniel, Buenos Aires, Argentina, 2004. Pág. 144.
[6] Dr. Kitting Silva. “Nehemías el constructor”. Editorial Portavoz, Tomo 2, EEUU, 2003. Pág. 15.
[7] Earl D. Radmacher y otros. “Nuevo comentario ilustrado de la Biblia”. Editorial Caribe, EE. UU., 1999. Pag. 568.
[8] David Yonggi Cho.”La cuarta dimensión”. Editorial Peniel, Buenos Aires, Argentina. Pág. 94.
[9] Dr. John Maxwell. “Las 21 cualidades indispensables de un líder”.  Ed. Caribe-Betania, EEUU, 1999. pág. 119.
[10]   Héctor Torres. “Liderazgo: Ministerio y Batalla”. Editorial Betania, E.E. U.U., 1997. Pago. 22.
[11] Héctor Torres. “Liderazgo: Ministerio y Batalla”. Editorial Betania, E.E. U.U., 1997. Pago. 22.
[13] Dr. Kitting Silva. “Nehemías el constructor”. Editorial Portavoz, Tomo 2, EE. UU., 2003. Pág. 23.