domingo, 29 de marzo de 2020

¡No hay más excusas! (Juan 15:22-25)


“Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece. Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre. Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron”.
Juan 15:22-25

INTRODUCCIÓN


              Casi terminamos este capítulo 15 del evangelio según Juan, y no olvidemos que este capítulo, junto con los capítulos 13, 14, 16 y parte del 17, forman parte del ultimo discurso que Jesús dirigió a sus discípulos, y de hecho, es el más largo de todos los que se presentan en los evangelios. Nuestro Señor Jesucristo ha estado hablando acerca de la importancia de dar buen fruto en nuestra vida cristiana, de cómo darlo y que tipo de fruto debe ser, sin embargo, a pesar del buen fruto que la iglesia puede producir con la ayuda de Dios, este mundo la aborrecerá, porque sus obras son malas y contrarias a la de la iglesia. Ahora, Jesús declarara que para aquellos a los cuales la verdad se les presento y no produjeron los frutos esperados, no tendrán excusa aquel día cuando se presente delante de Dios.

le-aborrecieron
Aborrecieron al Señor en lugar de creer en Él

¡SIN EXCUSAS ACEPTABLES!


“Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece. Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre”.
Juan 15:22-24

               Debido a que este mundo estaba perdido en sus delitos y pecados, totalmente alejados de Dios, Cristo vino a este mundo para anunciar el mensaje de salvación y mostrar el camina a la restauración, muchas personas creyeron a este mensaje; pero otros, a pesar de que escucharon y vieron con sus propios ojos el cumplimiento de las Escrituras en la vida de Jesús, no creyeron, sino endurecieron su corazón para rechazarlo: Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. Durante mucho tiempo, Dios hablo a los hombres por medio de sus profetas, se manifestó a ellos a través de su palabra, pero llego el momento donde decidió manifestarse al mundo por medio de su Hijo Jesucristo: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”, (Hebreos 1:1-2). Así Cristo vino a este mundo a proclamar el mensaje de evangelio, y esto fue algo que hizo desde el mismo principio de su ministerio: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, (Mateo 4:17). Ahora bien, la verdad es que, si el Señor no hubiese venido y predicado el evangelio, estos malvados tuviesen al menos una razón para justificar su incredulidad, pero ahora por ser el mismo Señor el que les predico, no tendrían ninguna excusa que les fuere aceptables delante de Dios. Ahora, al pecado de incredulidad hacia la persona de Jesús se agregaba el odio que le sentían, sin saber que este odio no solo era a su persona, sino también a Dios su Padre: El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece. Jesús les predicó, pero no creyeron, y no solo eso, sino hizo obras poderosas que eran señales contundentes de sus credenciales como verdadero Mesías, pero aun así estos hombres endurecieron sus corazones: Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre. En muchas ocasiones Jesús recrimino su falta de fe para creer a las señales que hacía, y en este evangelio Juan presenta siete señales que demostraban sin duda alguna que Él era el Mesías, pero aun con todo, estos hombres se negaron a creer, y por eso, el día que Jesús iba a hacer su entrada triunfal a Jerusalén, lloro por Jerusalén, la cual vio grandes señales que otros no tuvieron la oportunidad de ver, pero no creyeron: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto, os digo que, en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto, os digo que, en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti”, (Mateo 11:21-24). Triste es el día de juicio para estos hombres que se condenaron por su incredulidad, ya que tuvieron la oportunidad de recibir el mensaje, no de un hombre cualquiera de este mundo, sino del mismo Hijo de Dios, pero ni aun así creyeron: “Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal. El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar. La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar”, (Mateo 12:38-42). Mejor los hombres de Nínive se convirtieron ante el mensaje sencillo de Jonás, un mensaje que consistía en anunciarles que entre tantos días Nínive seria destruida por Dios por causa de sus pecados; pero mejor los habitantes de Nínive se volvieron a Dios; y no estos hombres perversos que tuvieron la oportunidad de escuchar al Maestro divino. La reina del Sur quedó maravillada de contemplar la gran sabiduría de Salomón, pero estos hombres que tuvieron la oportunidad de escuchar y sabiduría de Jesús, cerraron su corazón para no creer, por ello, el mismo Jesús aclaro lo terrible que seria el día del juicio para estos hombres.

CON TODO, LAS ESCRITURAS SE CUMPLIERON


“Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron”.
Juan 15:25

                   Aunque es triste que estos hombres no hayan creído en Cristo, pero también esto era necesario que pasara para que se cumplieran las Escrituras que hablaban acerca del Mesías: Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron. En las Escrituras podemos encontrar al menos un Salmo mesiánico que anunciaba que el Cristo seria despreciado por los hombres: “No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos, ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo”, (Salmo 35:19). Lamentablemente, estos hombres que aborrecieron a Cristo estaban siendo parte del cumplimiento de la palabra de Dios. Así que hoy, los discípulos del Señor estaban claros que, si bien era cierto, muchas personas recibirían su mensaje de salvación a través de la fe en Cristo, otros los aborrecerían, pero esto no significaba que ellos tendrían que desmayar. De igual forma nosotros, debemos esforzarnos predicando el evangelio para salvación de sus almas conscientes que no todos creerían, pero aquellos que si creyeran serian salvos: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado”, (Marcos 16:15-16). Ahora bien, como le ocurrió a nuestro Señor, algunas personas de las que no crean, a lo mejor nos aborrezcan, porque el mensaje del evangelio estará en contra de sus ideologías, religión y pecado, pero no debemos extrañarnos, porque cuando esto pase se estará cumpliendo lo que la palabra de Dios declara y nosotros sintámonos bienaventurados de cumplir su palabra: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”, (Mateo 5:11-12).




martes, 24 de marzo de 2020

El mundo me ha aborrecido (Juan 15:18-21)



“Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Más todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado”.
Juan 15:18-21

INTRODUCCIÓN


              Cuando uno tiene la oportunidad de estudiar el verdadero evangelio no damos cuenta que sus preceptos son justos y dan vida eterna, y esto debería ser suficiente como para que el mundo lo recibiera o al menos lo considerara una ideología noble; pero, lamentablemente no es así. En el mundo hay una tendencia para llamar a lo malo bueno y a lo bueno malo, y esto aplica directamente para el evangelio y, por consiguiente, para Cristo y sus seguidores. Jesús estaba consciente de esto y ahora, en sus ultimas palabras a sus discípulos se los recuerda.


El mundo me ha aborrecido

EL MUNDO ME HA ABORRECIDO


“Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros”.
Juan 15:18

                Aquí el Señor Jesús declara una verdad que todos aquellos que le seguimos debemos tener en cuenta: Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Uno esperaría que el cristianismo fuera recibido por las personas con gozo y mucho respeto por traer un mensaje de paz, sin embargo, no es así, al contrario, en ocasiones es rechazado y aborrecido por muchas personas. Para poder comprender mejor esto, consideremos antes algunos puntos. En primer lugar, consideremos la palabra mundo. La palabra mundo se traduce del griego kósmos (κόσμος), que dependiendo el contexto en donde aparezca, así se le da su significado. Por ejemplo, puede referirse a los seres humanos, a personas, tal y como se usa en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”, (Juan 3:16). Aquí el texto dice que Dios ha amado al mundo, es decir, a todos los seres humanos que habitan este planeta. En segundo lugar, la palabra mundo también puede significar el sistema humano de elementos que determinan su cultura, aspectos religiosos-filosóficos y costumbres. Por ejemplo, tenemos un texto de 1 Juan donde podemos aplicar esta interpretación: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”, (1 Juan 5:19). Aquí cuando dice que el mundo esta bajo el control de maligno se refiere a que el sistema humano esta influenciado por el diablo de tal manera que sus principios y acciones están en contra de la palabra de Dios. Por ejemplo, el evangelio nos habla de someternos a Dios y adorarlo únicamente a Él, pero el mundo enseña la auto independencia de Dios, y el hombre busca refugiarse en sus filosofías y ciencia. El evangelio enseña que hay un solo camino al cielo, Jesús; pero el mundo enseña que todas las religiones son buenas y conducen a Dios. La Biblia condena la fornicación y adulterio, y recalca la importancia de la pureza sexual y el matrimonio entre un hombre y una mujer; pero en el mundo se habla hoy de ideología de género, apoyando la homosexualidad y la promiscuidad sexual. La Biblia enseña que Dios creo al ser humano; pero el mundo habla acerca de la teoría de la evolución; y así sucesivamente el mundo entero, es decir, el sistema de pensamiento y accionar humano, influenciado por Satanás, se opone a Dios y es totalmente contrario.

                Otra cosa importante que debemos entender de este versículo es la palabra aborrecer. La palabra aborrecer se traduce de la palabra griega miséo (μισέω), la cual literalmente significa odiar a alguien hasta el punto de poder perseguirlo. Este es el odio que el mundo le tiene al cristianismo y basta revisar la historia de la iglesia para darnos cuenta que ha sido una iglesia perseguida desde sus mismos principios. Desde el periodo de la iglesia apostólica la cual surgió en Jerusalén sufrió persecuciones a manos de los lideres religiosos de los judíos, luego durante el periodo de la iglesia primitiva hasta el 313 d.C., la iglesia fue cruelmente perseguida y asolada por los césares romanos, luego, en el 313 d.C., con el decreto de Constantino legalizando el cristianismo como religión oficial de Roma, la iglesia dejo de ser perseguida por espada, pero el enemigo introdujo en ella la mundanalidad y muchos obispos se vendieron por dinero y poder, luego en el periodo de la Edad Media Satanás introdujo muchas supersticiones religiosas y falsas doctrinas para alejar a la gente de la verdad, se consolido el poder del papado en Roma y aquellos que denunciaban sus errores a luz de la palabra de Dios eran perseguidos y muerto, la santa inquisición le quito la vida a miles de creyentes fieles que no quisieron renunciar a su fe, hasta que finalmente se dio la Reforma, donde muchos se separaron de la iglesia Católica, pero las persecuciones siguieron, aunque muchos países abandonaron la religión tradicional para abrazar el evangelio, así vemos como muchas misiones se comenzaron a ver alrededor del mundo, misiones en la India, China, África, América y otros países donde no se conocía el evangelio fueron alcanzados para Cristo, pero muchos murieron en este proceso ya que los habitantes de estas naciones practicaban religiones paganas. Hoy en día todavía existe lo que llaman la ventana 10/40, la cual se refiere a ciertos países donde el mensaje del evangelio no es recibido y hasta el momento su predicación es prohibida, siendo las religiones que más predominan en estos lugares el islam, el budismo, el hinduismo, el judaísmo e incluso el ateísmo. Aunque el evangelio es permitido en muchos países por la libertad de religión, sin embargo, sus preceptos y enseñanzas continúan chocando con la ideología, tradición y creencias de este mundo, especialmente porque señala su pecado, por ello es perseguido, tal vez no con violencia física, pero si a través de discriminarlo, criticarlo y no confesar su manera de pensar.

RAZONES POR LAS CUALES EL MUNDO NO ACEPTA AL CRISTIANISMO


“Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Más todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado”.
Juan 15:19-21

            Aquí encontramos algunas razones por las cuales el mundo no acepta al cristianismo y llega a aborrecerlo. En primer lugar, Jesús dice que el mundo aborrece el cristianismo porque no proviene de lo suyo: Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo. Esto es algo lógico, si el cristianismo proviniera del mundo, lo amaría, porque viene de él; pero es obvio que el cristianismo no viene del mundo, porque el mundo vive en pecado y por consiguiente Cristo no esta en el mundo. El cristianismo proviene del cielo, de Cristo, el reino que Jesús promete y todos sus preceptos no son de este mundo de maldad, sino proviene del cielo, y por eso nuestro Señor le respondió a Poncio Pilato que su reino no procedía de este mundo: “Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí”, (Juan 18:36). En segundo lugar, este mundo aborrece al cristianismo porque las personas que creen en él han sido elegidos por Jesús: pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Satanás odia a los cristianos porque ellos han sido elegidos para vida eterna y heredar el reino de Dios, algo que él ha codiciado desde su rebelión, y por esa razón el mundo les aborrece, porque el maligno influye en el mundo aborreciendo a aquellos que han sido sellados por el Espíritu Santo como propiedad de Dios. Finalmente, el mundo aborrece al cristianismo porque ha aborrecido a Cristo, su doctrina y no conocen al Padre: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Más todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. El mundo cree conocer a Dios, pero no le conocen, algunos afirman seguir a Cristo, pero no guardan su palabra, y cuando su palabra los confronta con sus pecados, estos terminan aborreciendo aún más el evangelio, y esto es porque son dos extremos totalmente diferente, el primero es el mundo, cuyas obras son malas y no quieren venir a la luz porque sus obras quedaran expuestas, y el otro extremo es el cristianismo, con preceptos y valores totalmente diferentes a los del mundo, esto provoca un choque y el mundo termina aborreciendo al cristianismo: “No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece”, (1 Juan 3:12-13). Por tanto, ya sea en menor o mayor manera, el cristianismo jamás será aprobado por el mundo, porque el mundo ama el pecado, pero aun así el cristianismo tiene un mensaje poderoso capaz de volver a muchos pecadores al arrepentimiento.



sábado, 21 de marzo de 2020

La recompenza de la fidelidad a Dios (Génesis 41:50-54)



“Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre. Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción. Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto. Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, más en toda la tierra de Egipto había pan”.
Génesis 41:50-54

INTRODUCCIÓN
Ser fiel a Dios trae grandes recompensas y si hay un buen ejemplo de esto en la Biblia es José el cual padeció mucho de forma injusta, pero a pesar de todo ello se mantuvo fiel a su Señor y por ello fue recompensado en gran manera de tal forma que pasado sus 30 años, los nombre de sus dos hijos testificaban la misericordia que Dios había hecho en su vida.

José
La recompenza de la fidelidad a Dios  


                   I.                        DIOS ALIVIO TODO EL SUFRIMIENTO QUE VIVIÓ CON SU FAMILIA Y EN SUS DÍAS COMO ESCLAVO.

“Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre”.

En primer lugar, vemos que Dios alivio todo el sufrimiento que vivió en tiempos de su juventud, en casa de su padre, con sus hermanos que lo despreciaron y lo vendieron por esclavo a unos madianitas ya que le tenían envidia por ser el hijo favorito de su padre y por los sueños que Dios le había dado donde se veía que él llegaría a ser el principal patriarca de su familia: “Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente. Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío. Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aún más a causa de sus sueños y sus palabras. Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? Y sus hermanos le tenían envidia, más su padre meditaba en esto”, (Génesis 37:4-11). Fue a causa de esto que sus hermanos lo aborrecieron y un día que fue a buscarlos al campo, esto lo tomaron y lo vendieron como esclavo a unos comerciantes: “Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto”, (Génesis 37:28). De esta forma, José sufrió mucho en manos de sus hermanos, pero ahora, mucho tiempo después de eso, Dios le había recompensado su fidelidad, dándole bendiciones que sanaban todas sus heridas del pasado, por ello él le puso a su primer hijo el nombre de Manasés: Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre.

                II.                        DIOS LE BENDIJO EXALTÁNDOLE COMO GOBERNADOR DE EGIPTO.

“Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción”.

En segundo lugar, Dios recompenso la fidelidad de José haciéndole prosperar en la tierra de su aflicción. José fue vendido como esclavo a Potifar, sin embargo, Dios estaba con José y lo prosperaba en todo lo que hacia a tal punto que su amo confiaba plenamente en él: “Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía”, (Génesis 39:1-4). Sin embargo, todos conocemos la historia, de cómo la mujer de Potifar quiso seducir a José para que se acostase con ella, y esta al ser rechazada lo acusó de querer abusar de ella y por ello lo metieron en la cárcel: “Entonces le habló ella las mismas palabras, diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme. Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera. Y sucedió que cuando oyó el amo de José las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: Así me ha tratado tu siervo, se encendió su furor. Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel”, (Génesis 39:19-20). Pero a pesar de que José sufrió todo esto el Señor estaba con él: “Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel. Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba”, (Génesis 39:21-23). Dios jamás se olvidó de José, de tal forma que cuando Faraón tuvo un sueño y nadie se lo pudo revelar, le llevaron a José el cual se lo revelo, advirtiéndole de 7 años de gran abundancia seguidos de 7 años de grandes escases que venían sobre todo el medio oriente. Faraón quedo tan impactado por la sabiduría que había en José que lo declaro el gobernador de todo Egipto: “Y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú”, (Génesis 41:38-40). Así vemos como Dios bendijo a José recompensando su fidelidad, haciéndolo el gobernador de Egipto, de tal forma que aquella tierra donde él había sufrido se había convertido en la tierra de su bendición, y por ello llamo a su segundo hijo, Efraín: Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción.

             III.                        DIOS LO PROSPERO EN MEDIO DE UNA TERRIBLE HAMBRUNA QUE SACUDIÓ TODO EL MUNDO CONOCIDO.

“Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto. Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, más en toda la tierra de Egipto había pan”.

Finalmente, Dios recompenso la fidelidad de José, bendiciéndolo en gran manera en un tiempo de gran escases que abatía a todo el mundo oriental. A pesar de todo esto, Dios bendijo a José dándole la sabiduría para almacenar todo el alimento posible en los 7 años de abundancia, de tal forma que cuando vinieron los 7 años de escases, sus graneros estaban tan llenos que fueron capaces no solo de alimentar a todo Egipto, sino a las naciones cercanas y a su familia, preservando así la vida de la familia de Jacob.

CONCLUSIÓN.


Cuando estudiamos la vida de José uno puede ver como Dios recompensa la fidelidad de aquellos que le aman. José fue un hombre que sufrió mucho, fue despreciado por los hermanos los cuales lo vendieron como esclavo, este fue vendido a Egipto como esclavo y allí fue acusado injustamente de querer abusar de la esposa de su amo, y estando en la cárcel, mantuvo su integridad delante de Dios. Cuando fue vendido como esclavo era apenas un adolescente, pero no fue hasta sus 30 años que fue llevado a Faraón para que le revelase el significado de un sueño lo cual provoco que ganara su confianza y fue puesto así como gobernador de Egipto y se casó, engendrando dos hijos cuyos nombres significaban toda la benevolencia que Dios había hecho por él, ya que había olvidado el sufrimiento que sus hermanos le provocaron y el Señor lo había hecho prosperar en la tierra de su angustian, aun cuando todo el mundo sufría de un periodo de gran escases. Cuando somos fieles a Dios podemos estar seguros que seremos recompensados por Él, porque nadie que confié será avergonzado, por ello Santiago dice: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”, (Santiago 1:12).


La dicha de confiar en Dios (Habacuc 3:17-18)



“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación”.
Habacuc 3:17-18

INTRODUCCIÓN


Habacuc es uno de los libros cortos de la Biblia pero que bendicen a sus lectores. Habacuc es uno de los profetas menores, y si hay algo curioso en este libro es que, a diferencia de los otros profetas, este fue el profeta que hablo con Dios, y Dios le respondió, a diferencia de los otros profetas que hablaron de lo que Dios les dijo que hablarán. Realmente el contenido del libro gira alrededor de la pregunta que Habacuc tenia y esta pregunta es muy similar a la que muchas personas se hacen hoy en día.

dicha-confiar-en-Dios
La dicha de confiar en Dios

                   I.                        LA PREGUNTA DEL PROFETA.


“La profecía que vio el profeta Habacuc. ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan. Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia”.
Habacuc 1:1-4

El libro comienza con la pregunta que el profeta le hace a Dios: La profecía que vio el profeta Habacuc. ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? Habacuc vivió en un ´periodo en Judá donde sus últimos reyes fueron malos, donde el pueblo se había olvidado de Dios y la injusticia social prevalecía: ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan. Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia, esto hacia que él le preguntara a Dios por qué permitía que pasaran todas estas cosas y no hacia nada al respecto.

Hoy en día muchas personas se hacen preguntas similares. Algunos se preguntan ¿por qué Dios permite tanta maldad?, ¿por qué Dios permite que ocurran las tragedias?, ¿por qué Dios permite que existan tantos niños desposeídos?, ¿por qué Dios permite que las personas buenas sufran?, ¿por qué Dios permite que se generen nuevas enfermedades mortales? Y en general, se preguntan ¿por qué Dios permite el sufrimiento humano? Lo cierto es que la razón por la cual hay tanto sufrimiento en el mundo es por causa de la maldad del hombre. Muchas personas no han considerado a Dios en sus vidas, viven inmersos en su vida de pecado sin mostrar arrepentimiento, no están interesados en su evangelio, practican toda clase de ideologías contrarias a su palabra y otros han llegado a negar su existencia.

En este caso, Habacuc si creía en Dios, pero su corazón se cargaba viendo tantas injusticias que ante sus ojos quedaban impunes, pero él no sabia que nada ocurría fuera del control de Dios y que tarde o temprano el Señor actuaria.

                II.                        AUN EN MEDIO DE LAS TRAGEDIAS, DIOS ESTÁ OBRANDO A FAVOR DE SU PUEBLO.


“Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis. Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas. Formidable es y terrible; de ella misma procede su justicia y su dignidad. Sus caballos serán más ligeros que leopardos, y más feroces que lobos nocturnos, y sus jinetes se multiplicarán; vendrán de lejos sus jinetes, y volarán como águilas que se apresuran a devorar”.
Habacuc 1:5-8

Ante la pregunta del profeta, Dios le respondió: Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis. Aun con todo lo que estaba pasando, el Señor tenia en control todas las cosas, ya que mientras muchos pensaban que Dios se había olvidado de su creación y que la maldad de los hombres quedaría sin castigo, Él estaba planeando algo tan grande que, aunque se las contaran no lo creerían. Muchos malvados hacían lo que mejor les pareciera y el pueblo estaba hundido en una terrible idolatría, pero lo cierto es que Dios estaba levantando a la nación de los caldeos, Babilonia, para usarla como su medio de juicio para todos los impíos: Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas. Formidable es y terrible; de ella misma procede su justicia y su dignidad. Sus caballos serán más ligeros que leopardos, y más feroces que lobos nocturnos, y sus jinetes se multiplicarán; vendrán de lejos sus jinetes, y volarán como águilas que se apresuran a devorar.
Ciertamente el Señor actuaria, castigando la maldad de los injustos, y trayendo en medio de ese juicio, justicia a los desamparados, ya que, aunque Jerusalén fue destruida totalmente, y muchos judíos perecieron, también Dios guardo a su remanente y les trajo justicia en medio de esta calamidad, así lo podemos ver en la vida de algunos judíos piadosos que tuvieron que vivir en la deportación, tal y como, Daniel y sus tres amigo, Mardoqueo, Ester, Nehemías o Esdras.

            Hoy en día podemos estar pasando momentos de dificultad, pero debemos confiar, porque el Señor actuara siempre a favor de su pueblo y castigara la maldad, lo único que debemos hacer es esperar su promesa, ya que ciertamente se cumplirá: “Aunque la visión tardará aún por un tiempo, más se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará. He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; más el justo por su fe vivirá”, (Habacuc 2:3-4). En momentos de gran incertidumbre y mucho pecado hay dos opciones, los injustos se endurecerán más para que por la dureza de su corazón sean condenados, mientras que los justos vivirán por la fe esperando el día de la redención.

             III.                        LA DICHA DE CONFIAR EN DIOS


“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación”.
Habacuc 3:17-18

Finalmente, este maravilloso libro termina declarando la dicha que tenemos aquellos que confiamos en Dios: Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. El enemigo de la fe es la duda, y cuando las cosas van mal y parecen no mejorar esta puede llegar a la vida de las personas, pero es allí donde debemos confiar porque, aunque el mundo atraviese por grandes dificultades y escasez, nosotros viviremos confiados porque Dios cuidara de nosotros y nada nos faltara.

CONCLUSIÓN.


            Habacuc se afligía viendo un mundo lleno de injusticias, maldades y sufrimientos, y en medio de todo esto se preguntó: ¿Dónde estaba Dios?, y ¿por qué permitía tanta injusticia y sufrimiento? Hoy en día muchas personas se preguntan lo mismo, especialmente en momentos de crisis, sin embargo, Dios continúa sentado en su trono como soberano del universo, aunque el mundo se allá olvidado de Él y lo haya sacado de sus vidas, el Señor continúa obrando teniendo control de todas las cosas y planeando actuar para castigar la maldad de los hombres y bendecir a su pueblo. Por ello, los cristianos debemos confiar plenamente en Él porque, aunque el mundo se estremezca, Dios continúa teniendo cuidado de nuestras vidas.




domingo, 15 de marzo de 2020

El mandamiento del amor (Juan 15:17)



“Esto os mando: Que os améis unos a otros”.
Juan 15:17

INTRODUCCIÓN


               En este corto versículo encontramos un mandamiento de Jesús hacia su iglesia: Esto os mando: Que os améis unos a otros. El amor es uno de los temas de gran importancia dentro de la Biblia, y se presenta de muchas formas. Si recordamos un poco, ya anteriormente Jesús les dio este mandamiento que, por un lado, era antiguo, ya que desde el Antiguo Testamento se había ordenado, pero por otro era nuevo en el sentido de que ellos no estaban acostumbrados a expresar ese amor en esa intensidad, tal y como Jesús lo había hecho: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”, (Juan 13:34). Por tanto, tiene merecido que estudiemos más a detalle este maravilloso tema.

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El mandamiento del amor


UN MANDAMIENTO


“Esto os mando…”
Juan 15:17

                 Aquí encontramos en estas palabras un mandamiento: Esto os mando… Un mandamiento es un mandato, es decir, una ordenanza que debe obedecerse sin excepción, y en el caso de los mandamientos del Señor, todos estos se han dado para que el pueblo los obedezca fielmente y como consecuencia esta obediencia traiga vida a sus vidas: “Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da. No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno”, (Deuteronomio 4:1-2). Sus mandamientos son mas que leyes de prohibición, son vida para aquellos que los practican, esta prohibido que alguien se atreva a quitarles o añadirles y traen gran bendición a aquellos que viven por ellos: “Acontecerá que, si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir. Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti. Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da. Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán. Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar. Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado. Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas, y si no te apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles”, (Deuteronomio 28:1-14). Sin embargo, aquellos que no obedecen sus mandamientos y viven en el pecado, sus pecados los conduce a la muerte y condenación eterna: “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”, (Romanos 6:23). Pero aquellos que hemos conocido a Dios y le amamos, sabemos que sus mandamientos no nos son gravosos, sino una verdadera delicia y fuente de gran sabiduría que da vida a nuestro ser: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”, (1 Juan 5:3).

LOS MANDAMIENTOS BASADOS EN EL AMOR


“Esto os mando: Que os améis unos a otros”.
Juan 15:17

              Aquí tenemos un mandamiento que Jesús da de manera muy clara y que no deja lugar a dudas: Esto os mando: Que os améis unos a otros. El mandamiento consiste en amar a los demás sin ninguna restricción o excepción. El llegar a amar es el verdadero fin de la fe cristiana, todo su mensaje es el del amor, y el mejor ejemplo que tenemos de amor es el sacrificio del Hijo de Dios por nuestra redención: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”, (Juan 3:16). Y la misma Biblia enseña que una muestra que somos discípulos de Cristo es el amor que podemos manifestarnos lo unos a los otros: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”, (Juan 13:34-35). Ahora bien, la pregunta seria: ¿cómo llegar a practicar el verdadero amor? Bueno, la respuesta seria practicando sus mandamientos. Cuando vivimos de acuerdo a sus mandamientos, su practica nos ayuda a expresar de una mejor manera el amor y, de hecho, todos sus mandamientos están basados en el amor. Veamos como los 10 mandamientos dados a Israel estaban fundamentados en el amor:


1.       Primer mandamiento, no tener otros dioses aparte de Dios, (Éxodo 20:3). El verdadero amor nos ayuda a escoger a Dios sobre cualquier ídolo de esta tierra.
2.       Segundo mandamiento, no hacer imágenes para adorarlas, (Éxodo 20:4-6). El verdadero amor produce una fidelidad a Dios y esto evita que adoremos a las imágenes de los falsos dioses.
3.       Tercer mandamiento, no tomar el nombre de Dios en vano, (Éxodo 20:7). Cuando amamos verdaderamente a Dios, su nombre será tomado con reverencia y temor
4.       Cuarto mandamiento, guardar el día de reposo, (Éxodo 20:8-11). El mandamiento de guardar el sábado y no hacer ningún tipo de trabajo durante ese día con el fin de dedicarse a Dios para adorarlo tenia que salir de un corazón que verdaderamente había aprendido a amar a Dios.
5.       Quinto mandamiento, honrar a padre y madre, (Éxodo 20:12). Definitivamente, honrar a nuestros padres solo sale de un corazón que los ama.
6.       Sexto mandamiento, no matar, (Éxodo 20:13). La vida es lo mas precioso y valioso de este mundo, y ningún ser humano tiene derecho de arrebatárselo, pero este derecho se respeta solo cuando verdaderamente amamos a nuestro prójimo.
7.       Séptimo mandamiento, no cometer adulterio, (Éxodo 20:14). La fidelidad matrimonial solo se logra cuando existe verdadero amor en la pareja de cónyuges.
8.       Octavo mandamiento, no robar, (Éxodo 20:15). El respeto de la propiedad publica y el no tomar lo que no es de nosotros proviene de un corazón que ama a su prójimo.
9.       Noveno mandamiento, no dar falso testimonio en contra del prójimo, (Éxodo 20:16). Definitivamente el amor hacia nuestros prójimos nos conduce a no dar un falso testimonio contra ellos.
10.    Décimo mandamiento, no codiciar, (Éxodo 20:17). Un verdadero corazón que ama a Dios no tiene necesidad de llenarse de codicia y anhelar las cosas vanas de este mundo, porque en la llenura del Señor encuentra su delicia.

De acuerdo a esto, podemos encontrar que al practicar sus mandamientos estaremos expresando nuestro amor no solo a Dios sino también a nuestro prójimo, y por eso Pablo dijo: “Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor”, (Romanos 13:9-10). Conforme el cristiano conoce lo que la Biblia enseña, conoce a Dios y le ama, y este amor se expresa también a sus semejantes, porque conoce a Dios: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”, (1 Juan 4:7-8). Por tanto, como hijos de Dios estamos llamados a amar, no solo a Dios, sino también a nuestro prójimo, y es este amor el que nos diferencia como verdaderos discípulos de Jesús.



Comisionados para llevar mucho fruto (Juan 15:16)



“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”.
Juan 15:16

INTRODUCCIÓN


              El versículo 16 de este capítulo que hoy estudiaremos nos enseña una preciosa verdad a todos nosotros que hemos creído en Cristo Jesús, y es que hemos sido elegidos por nuestro Señor para dar mucho fruto, y un fruto que perdure. Esto nos muestra que realmente nuestra existencia en este mundo no es producto de la casualidad, sino de que Dios tiene un propósito especial con ella. Hoy en día muchas personas viven desperdiciando su vida en cosas vanas, sin saber que hay un propósito divino en ellas y que por ello Cristo les hace un llamado a seguirle. Veamos que podemos aprender hoy de este maravilloso pasaje bíblico que el apóstol Juan presenta en su evangelio.

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Comisionados para llevar mucho fruto


LA REALIDAD DE LA ELECCIÓN INCONDICIONAL


“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros…”
Juan 15:16

              Ciertamente aquí se nos ratifica una verdad doctrinal que ha producido polémica entre los estudiosos de la Biblia por tener diferentes puntos de interpretación, la elección soberana de Dios para salvación: No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros. Desde el mismo Antiguo Testamento vemos como Dios en su soberana voluntad escoge a algunas personas para sus propósitos especiales. Por ejemplo, vemos como Jacob fue escogido, aun desde antes de nacer: “Y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; y un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor”, (Génesis 25:23). Si nos damos cuenta, el menor, Jacob, fue escogido por Dios, y esta elección no fue basada en algo que Jacob halla podido hacer, sea bueno o sea malo, es decir, la elección no fue basada en méritos personales, sino en la voluntad soberana de Dios, y por ello dice la Escritura: “Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto”, (Malaquías 1:2-3). Bastaba ver como Dios había tratado a la nación de Edom, descendientes de Esaú, para que Israel comprendiese que Dios los había amado. Ambos habían pecado en contra de Dios, pero Edom fue totalmente destruido, mientras que los judíos habían sido deportados 70 años a Babilonia y ahora estaban de regreso a su nación, aunque con dificultades. La diferencia de trato era evidente, porque estos últimos no habían sido exterminados por sus pecados, y fue porque Dios había escogido a su nación, pero basado en qué merito, ninguno, sino fue una elección soberana basada en su amor. Ahora, en este pasaje, Jesús transmite la misma idea, la elección incondicional, no basada en algún merito humano que lo convierta en merecedor de ser elegido, sino en la soberana voluntad de Dios, por eso Pablo bendice a Dios por su soberana elección que nos ha salvado para vida eterna: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”, (Efesios 1:3-7).


COMISIONADOS PARA LLEVAR MUCHO FRUTO


“… y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca…”
Juan 15:16

                Que buena razón es por la que hemos sido elegidos: No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca. Estas palabras nos enseñan tres cosas en cuanto a nuestra elección. La primera, es que hemos sido elegidos por Jesús, y esto debe llenarnos de gran gozo. Muchas personas se sienten orgullosas cuando alguna persona importante o de renombre en alguna organización los eligen para un cargo de importancia; pero cuanto más debemos sentirnos nosotros orgullosos al saber que hemos sido elegidos, no por cualquier hombre de esta tierra, sino por Jesús, nuestro Dios. En segundo lugar, debemos comprender que hemos sido elegidos para un propósito especial, un propósito que lleva fruto. Si hay una vida que vale la pena vivir es esta vida que Dios nos ha dado, porque Él en su eterna voluntad nos eligió para algo especial, tal y como Pedro lo confirma: “Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas. Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero”, (1 Pedro 1:1-5). Cuando Jesús dice: y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, la palabra griega que se traduce como “puesto” es tízemi (τίθημι), la da una idea de constituir a una persona para un cargo de importancia, y por ello la Nueva Versión Internacional de la Biblia dice que Jesús nos comisiono con un propósito especifico: “No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre”, (Juan 15:16, NVI). En este sentido, Jesús no solo nos ha elegido, sino también nos ha comisionado, es decir, nos ha encargado una misión especial, una tarea donde el uso de todos nuestros dones espirituales y habilidades encajan en el área a la cual Él nos ha llamado. Por tanto, si somo obedientes a la voluntad divina podremos ser sensible a su llamamiento, un llamamiento que nos mande a cumplir un propósito especial en nuestras vidas, sin embargo, debemos ser capaces de entender ese llamamiento y encontrar nuestra verdadera vocación en los caminos de Dios. Un buen ejemplo de todo esto que hemos estado hablando es Pablo, el cual recibió su llamamiento el mismo día de su conversión: “Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que, si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que, al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer”, (Hechos 9:1-6). Cuando Dios envió al discípulo Ananías a orar por Pablo, le revelo que tenía un propósito especial con su vida: “El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre”, (Hechos 9:15-16). No obstante, no fue hasta que oraron por él que pudo llevar a cabo su comisión, la cual consistía en llegar a ser el apóstol de los gentiles: “Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron”, (Hechos 13:1-3). Vasta estudiar la vida del apóstol Pablo para darnos cuente que cumplió fielmente su comisión, y no solo eso, sino durante su vida produjo mucho fruto lo cual se ve en las iglesias que fundo, las almas que gano para Cristo, los ministros que levanto y las cartas que hoy tenemos que dirigió a iglesias e individuos y que hoy conforman la mitad del Nuevo Testamento, esto deficientemente constituye un fruto, y uno que perdura, lo cual nos lleva al tercer punto, un fruto que perdura. Finalmente, la elección incondicional que hemos recibido de parte de Cristo nos comisiona para llevar a cabo una comisión especial con la finalidad de traer un fruto, y un fruto que perdura. Si creemos en las palabras de Cristo y atendemos su llamamiento, podremos con la ayuda del Espíritu Santo encontrar el área de servicio y en general, la vida con propósito que Dios tiene para nosotros, porque solo así podremos producir mucho fruto, y un fruto que perdurara para siempre.

CUANDO NOS ENCONTRAMOS CUMPLIENDO NUESTRA COMISIÓN, TODA ORACIÓN EN EL NOMBRE DE JESÚS RECIBE SU RESPUESTA


“… para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”.
Juan 15:16

                  Este maravilloso versículo termina que esta gran promesa: para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. He aquí que la comisión que Jesús nos delega llegara a tener éxito ya que todo aquello que pidamos al Padre en el nombre de Jesús, y que esté relacionado con la misión que se nos ha encomendado, será concedido. A lo largo de la Biblia podemos encontrar muchas oraciones que fueron respondidas por Dios, desde las más sorprendentes, como cuando Josué ordeno que el sol y la luna se detuvieran para que la luz del día no desapareciese e Israel obtuviese su victoria completa sobre sus enemigos: “Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero”, (Josué 10:12-13). Es bastante obvio que Josué se encontraba en la perfecta voluntad de Dios, y que Dios quería que Israel destruyera a los amorreos con los cuales peleaban, y Josué, al ver que la luz del día acababa, queriendo que esta no los abandonara, pidió que el sol se detuviera, y como esta petición estaba alineada a la voluntad de Dios, esta petición fue respondida a favor de Josué. De igual forma, cuando nos encontramos en la voluntad de Dios, realizando aquello para lo cual hemos sido comisionado, y oramos en el nombre de Jesús pidiendo su respaldo, nuestras oraciones son respondidas y podremos llegar a tener éxito en todo lo que hagamos, llegándose a cumplir literalmente las palabras de Jesús: No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca.