domingo, 27 de noviembre de 2022

El Cumplimiento de la Profecía de Joel (Hechos 2:16-21)

 

“Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.

Hechos 2:16-21

INTRODUCCIÓN

            Hemos comenzado a considerar el mensaje que Pedro dirigió a los judíos que estaban reunidos en Jerusalén por causa de la fiesta del pentecostés y como ya vimos, muchos de ellos quedaron atónitos oyendo a los discípulos que hablaban en sus lenguas maternas glorificando a Dios y se preguntaban cómo podía ser eso posible si se trataba de galileos que consideraban ignorantes, pero otros se burlaban creyendo que estaban ebrios; pero es aquí donde Pedro se levanta y les hace ver que todo lo que estaba pasando era consecuencia del cumplimiento de una profecía bíblica que se encuentra en el libro del profeta Joel, en el Antiguo Testamento, y ahora todos eran testigo de ello. También ya vimos que esta es considerada por muchos como la primera predicación o el primer sermón que la iglesia dio el cual posee una gran estructura que el historiador Lucas nos comparte en su libro de los Hechos de los Apóstoles y que hoy tendremos la oportunidad de ir estudiando poco a poco. Hoy consideremos entonces este pasaje de Joel que el apóstol Pedro cita para dar inicio a su gran discurso.

 

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El Cumplimiento de la Profecía de Joel

 

UNA PROFECÍA QUE TIENE SU CUMPLIMIENTO EN LOS POSTREROS DÍAS

 “Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios…”

Hechos 2:16-17

                El apóstol Pedro es claro al hacer notar que lo que estaba pasando allí era el cumplimiento de una de las profecías de Joel que se encuentran en el Antiguo Testamento que habla acerca del derramamiento del Espíritu Santo sobre toda carne: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado”, (Joel 2:28-32). En el primer versículo hay dos cosas que podemos resaltar. La primera, Pedro recalca que fue en el día de pentecostés cuando se cumplió la profecía de Joel 2:28-32 que habla del derramamiento del Espíritu Santo que hoy por hoy es una promesa para todo aquellos que pertenecen a la iglesia del Señor. Lo segundo es que si leemos Joel 2:28-32 encontramos que las palabras de Pedro a afirmar que Dios dijo por medio de Joel que: en los postreros días, no aparece en el texto original del Antiguo Testamento ¿Por qué Pedro hizo esto es agregarle a la profecía de Joel “en los postreros días”, si realmente no lo dice? Lo que Pedro hace de “añadir” las palabras “en los postreros días” era una práctica común de los estudiosos judíos que agregar una interpretación al texto de las Sagradas Escrituras, a esto se le conocía con el nombre de tárgum. En este sentido, Pedro interpretó que el tiempo de los postreros tiempos se estaba cumpliendo justo en ese momento donde se estaba derramando el Espíritu Santo y así cumpliéndose Joel 2:28-32. Si buscamos las palabras: “los postreros días” en el Antiguo Testamento tenemos que Isaías lo menciona referente al gobierno del Mesías que se establecería al fin de los tiempos: “Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones”, (Isaías 2:2). También las profecías que Daniel recibió fueron tocantes a los últimos tiempos que tendrían su cumplimiento con el advenimiento del anticristo, tal y como las recibe en el capítulo 11 de su libro: “He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días”, (Daniel 10:14). Por tanto, podemos entender que Pedro estaba interpretando que los postreros tiempos estaban comenzando con el cumplimiento de la profecía de Joel, con el derramamiento del Espíritu Santo, y en este sentido, los postreros tiempos iniciaron con el surgimiento de la iglesia lo cual daría paso al tiempo de gracia donde la iglesia tendría la misión de continuar con la obra de Cristo de predicar el evangelio para arrepentimiento y perdón de Pecados, el surgimiento del anticristo y la segunda venida de Cristo. Por ello, Pablo enseño que nos encontrábamos en los postreros tiempos donde surgirían falsos maestros: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”, (1 Timoteo 3:1-5). También Pedro identifica que estamos en los postreros tiempos que se caracteriza por la apostasía y falsos maestros: “Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias”, (2 Pedro 3:3). Además, para el autor de la carta a los Hebreos, los postreros tiempos se caracterizan porque Dios ha hablado por medio de su hijo Jesucristo: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”, (Hebreos 1:1-2).

 

EL ESPÍRITU SANTO SE DERRAMA SOBRE TODA CARNE 

“… derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.

Hechos 2:17-18

                He aquí tenemos el cumplimiento de una gran profecía, el derramamiento del Espíritu Santo sobre toda carne. Antes, en el Antiguo Testamento, el Espíritu Santo venia sobre algunos ungidos que Dios elegía, pero ahora esta promesa no distingue personas dentro de su iglesia. Dice: y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Con respecto a esta profecía podemos decir dos cosas, la primea es que aquí vemos la repartición de dones espirituales sobre todo los creyentes, unos profetizaran, otros verán visiones y otros soñaran sueños, muy parecido a lo que Pablo afirma a los corintios: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas”, (1 Corintios 12:7-10). Lo segundo es que aquí en Joel vemos que el Espiritu se derramara sobre hijos, hijas, jóvenes, ancianos, esclavo, libres, en general, sobre toda persona sin importar su nacionalidad, estatus social, sexo o edad.

 

SEÑALES Y PRODIGIOS EN EL CIELO Y LA TIERRA

“Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.

Hechos 2:19-21

                 La segunda parte de la profecía corresponde al final de los últimos tiempos, donde habrá señales arriba en los cielos y abajo en la tierra hasta que venga el día del Señor, es decir, la Gran Tribulación: Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto. Nuestro Señor Jesús hablo acerca de las señales antes del fin del mundo las cuales eran la aparición de falsos cristos, la apostasía, guerras, pestes y terremotos: “Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores”, (Mateo 24:4-8). Luego, antes de la segunda venida del Señor, se cumplirá la profecía de Joel donde dice que el sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo…”, (Mateo 24:29-30). Y en el libro de Apocalipsis podemos ver cómo estas señales estarán presentes durante la Gran Tribulación: “Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”, (Apocalipsis 6:12-17).

            Por tanto, podemos ver cómo Pedro se introduce a los acontecimientos que estaban ocurriendo en el día de pentecostés con este maravilloso pasaje de Joel haciendo referencia que los posteros días habían comenzado con el cumplimiento de la profecía del derramamiento del Espíritu Santo sobre la iglesia, el surgimiento de la misma iglesia y que estos tiempos se extenderían hasta finalizar con el inicio de la Gran Tribulación y la segunda venida de Cristo.


sábado, 19 de noviembre de 2022

La Primera Predicación de la Iglesia (Hechos 2:14-15)

 

“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día”.

Hechos 2:14-15

INTRODUCCIÓN

                    Hemos estado estudiando el capítulo 2 del libro de los Hechos de los Apóstoles y después de considerar el día de Pentecostés y la venida del Espíritu Santo sobre los creyentes, se constituyó lo que muchos afirman que fue el nacimiento de la iglesia cristiana. Fue en este día que ocurrió un estruendo muy fuerte lo cual llamó la atención de las personas que habían llegado a Jerusalén para participar de la fiesta y encontraron a los creyentes que hablaban en otras lenguas, lenguas que ellos entendían porque hablaban en las leguas de las naciones a las cuales ellos pertenecían y algunos quedado atónitos, pero otros se burlaron de ellos pensando que estaban ebrios, pero es allí donde Pedro se pone de pie y da el primero de los mensajes que la iglesia cristiana predico.

 

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La Primera Predicación de la Iglesia

EL MOMENTO DE INICIAR CON LA OBRA HABÍA LLEGO

 

“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once…”

Hechos 2:14

                   Consideremos lo que realmente estaba ocurriendo en este momento. Por un lado, muchos judíos habían oído hablar acerca de Jesús, el gran profeta que había desarrollado un ministerio de mas o menos 3 años y medio; pero que había sido crucificado por Poncio Pilato. Aquel glorioso ministerio que trajo alivio, liberación y vida eterna a los hombres había terminado aparentemente, pero realmente no fue así, porque este tendría su continuidad en el tiempo a través de los discípulos del Señor. Por otro lado, se estaba cumpliendo la promesa del Señor cuando les dijo: “Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”, (Hechos 1:4-5). Y también podemos agregar que este día, ante estos acontecimientos sobrenaturales, estaba naciendo la iglesia del Señor. Ante todos estos acontecimientos cumpliéndose ante los ojos de los discípulos, ellos comprendieron que el momento de iniciar su ministerio había llegado, habían sido envestidos con el poder del Espíritu Santo, siguiendo el mismo ejemplo de su Maestro, el cual inicio su ministerio después de ser bautizado y que descenderá sobre Él el Espíritu Santo: “Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”, (Lucas 3:21-22). Y fue así que en el poder del Espíritu Santo el Señor desarrollo su ministerio y esto mismo harían sus discípulos: “Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor”, (Lucas 4:14). Ahora el momento para el cual su Maestro los había preparado había llegado, por eso, antes las burlas y asombro de los espectadores, los apóstoles se pararon, como los principales lideres de la iglesia de Cristo para darle testimonio a todas estas personas del poder de Dios. Es interesante leer que fue Pedro y los once los que se pararon, lo cual nos enseña que ya Matías, el discípulo que fue elegido como el sucesor de Judas fue considerado como uno de los 12 apóstoles del Cordero.

 

LA PRIMERA PREDICACIÓN DE LA IGLESIA

“… alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras”.

Hechos 2:14

                   Ante la burla y asombro de los judíos allí presentes, Pedro se levanto y alzando la voz para que todos lo escucharan dijo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Y a continuación Pedro se dirige con un discurso que ha sido muy estudiado por muchos teólogos y, de hecho, algunos lo han llamado la primera predicación que la iglesia dio, y ciertamente así fue. Prácticamente podríamos dividir el discurso de Pedro de la siguiente manera:

1.      Su introducción al alzar la voz y hacerles ver que estos hombres no estaban ebrios, sino algo sobrenatural estaba pasando ante sus propios ojos (Hechos 2:14-15).

2.      Un texto base del Antiguo Testamento, que es del profeta Joel, para respaldar los acontecimientos que estaban ocurriendo (Hechos 2:16-21).

3.      La presentación de Jesús, su ministerio impactante, su martirio, muerte y resurrección (Hechos 2:22-24).

4.      Demuestra la afirmación que hace respecto a Jesús como el Cristo resucitado a través de citar uno de los Salmos del Antiguo Testamento (Hechos 2:25-32).

5.      La exaltación de Jesús por parte de Dios y cita otro de los Salmos que lo confirma (Hechos 2:33-35).

6.      La conclusión de Pedro: Jesús, a quien habían crucificado, es Cristo, el Señor.

Ante la predicación de Pedro, el pueblo se quebranta porque entienden que han pecado al haber rechazado a Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios y le preguntan a Pedro que debían hacer, y este responde que debían arrepentirse de sus pecados para que fuesen perdonados y se convirtieran a Dios, así que aquí vemos el llamamiento que Pedro les hace después del mensaje.

Ahora bien, es interesante considerar lo impresionante que fue este mensaje, muy bien estructurado, con un tema muy apropiado a la audiencia correcta, en un momento acertado, pero la pregunta es, ¿cómo Pedro, un pescador sin estudios, pudo haber estructurado algo tan completo? Bueno, definitivamente no creemos que Pedro haya tenido tiempo como para armar el bosquejo de la predicación, como lo hacemos algunos predicadores actuales, más bien creemos que fue una obra milagrosa donde el Espíritu Santo obro dándole las palabras, la sabiduría y entendimiento para poder presentar este mensaje, cumpliéndose así aquellas palabras que Jesús les había referido en el pasado: “Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros”, (Mateo 10:19-20). Ahora, todo esto no significa que como predicadores no debemos preparar de la mejor manera nuestros mensajes, al contrario, debemos esforzarnos por preparar el mejor de los bosquejos, orando a Dios por este y las almas que lo escucharan, pero ciertamente, en todo momento siempre debemos confiar en el respaldo del Espíritu Santo para que nuestros mensajes no sean meros discursos académicos, sino estén ungidos con el poder del Espíritu Santo.

 

NO ESTÁN EBRIOS 

“Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día”.

Hechos 2:14-15

               Pedro se dispone para presentar su mensaje, sin embargo, antes les hace ver a todos los judíos presentes que los discípulos no estaban ebrios, porque era como la hora tercera del día, es decir, las 9:00 AM, y como todo judío piadoso se encontraban en ayuno, pero lo que estaban presenciado era una obra maravillosa de Dios porque el día de anunciar el evangelio por medio de la iglesia había llegado. Así que vamos a comenzar a estudiar el contenido de esta maravillosa predicación que Pedro dio. Es de entender que este mensaje posiblemente sea un resumen de lo que Pedro presentó aquel día, el cual Lucas recolecto de los testimonios que logro obtener durante su investigación y basado en todo esto y posiblemente lo que Pedro le compartió, el historiador Lucas documento en este maravilloso libro. Al final, tenemos esta preciosa pieza de inspiración divina la cual tiene un contundente mensaje que afirma la supremacía de Cristo y un llamado al arrepentimiento.

 

sábado, 12 de noviembre de 2022

Apartarse de los ídolos (1 Juan 5:21)

 

“Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén”.

1 Juan 5:21

INTRODUCCIÓN

             Hoy concluimos este maravilloso estudio de la primera carta del apóstol Juan que iniciamos hace un tiempo atrás. Hasta el momento hemos aprendido mucho acerca de la importancia de mantenernos firmes en la sana doctrina, especialmente en aquellas que enseñan acerca de la persona de nuestro Señor Jesús, el cual es Dios y Hombre perfecto. También Juan nos ha hablado mucho de mantenernos en la verdad, el amor, andar en la luz como verdaderos hijos de Dios y de la confianza que tenemos en sus muchas promesas que se traducen en una confianza inquebrantable. Ahora nos da la última instrucción, esta es la de guardarnos de los ídolos.

 

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Apartarse de los ídolos

DEBEMOS APARTARNOS DE LOS ÍDOLOS

“Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén”.

1 Juan 5:21

                Antes de finalizar su primera carta Juan dice: Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén. Parece una instrucción simple, sin mayor comentario y que a lo mejor algunos pudieran pensar que no tiene mayor aplicación en nuestros tiempos, pero realmente no es así. Para esta época en la cual Juan escribe el mundo entero era politeísta. A excepción del judaísmo y con el surgimiento del cristianismo, el resto de naciones eran politeístas, es decir, adoraban a muchos dioses, de hecho, en el siglo XI d.C. surgiría también el islam que junto con el judaísmo y cristianismo son las únicas religiones monoteísta que hoy por hoy existen. Para esta época el mundo se encontraba influenciada por Roma, la cual había adoptado la mitología y religión griega, adorando a todos los dioses del panteón griego y solo les cambiaron los nombres. Roma era tolerante en cuanto a respetar las religiones de las naciones conquistadas y estas se mezclaban con la adoración a los cesares romanos. Si Juan escribe su primera carta en Éfeso, allí existía un culto muy fuerte dirigido a la diosa Diana, la cual era la versión romana de la diosa Artemisa que se adoraba en Grecia. Este ídolo era conocido como la diosa de la fertilidad y por eso los efesios la presentaban en sus estatuas como una diosa con muchos pechos. Fue por causa del culto a esta diosa que Pablo tuvo problemas en la cuidad por echarles a perder el negocio de la venta de templos de plata de la diosa Diana: “Cuando oyeron estas cosas, se llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!”, (Hechos 19:28). En Pérgamo, que es una de las 7 iglesias a las que Juan escribe en su libro de Apocalipsis la idolatría estaba bien marcada. Toda la ciudad estaba entregada de completo a la adoración de varios dioses a tal punto que existían muchos templos entre los que figuraban el templo a Zeus, el dios del relámpago y del Olimpo, esto poseía un gran altar donde todos los días se ofrecían grandes sacrificios, también existía el templo de la diosa Atenea la cual era la diosa de la sabiduría y la guerra. Además de esto, existía el templo del dios Esculapio, el dios de la medicina, al cual acudían miles de peregrinos de diferentes naciones con la esperanza de ser sanados de alguna enfermedad. También es esta ciudad se adoraba al dios Dionisio, el dios del vino, en honor del cual hacían grandes bacanales que no eran mas que fiestas sensuales y desenfrenadas, donde se practicaban la borracheras y prostitución. Por si esto fuera poco también es esta ciudad de adoraba al Cesar romano y se le había construido un templo de tal forma que cada ciudadano tenia que ir al adorarlo al menos una vez al año. Por eso en Apocalipsis se dice que la iglesia de Pérgamo habitaba donde Satanás tenia su morada, porque la actividad idolátrica era muy fuerte en ese lugar: “Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás”, (Apocalipsis 2:13). De igual forma, cuando Pablo llego a Atenas, su espíritu enardecía de coraje al ver la ciudad entregada a la idolatría: “Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría”, (Hechos 17:16). Así que podemos ver que para esta época la idolatría era una práctica muy común en medio de las personas y por ello Juan les dice a los creyentes a los cuales escribe que se cuiden de los ídolos.

 

EL PECADO DE LA IDOLATRÍA


                     En la Biblia se nos habla mucho acerca de la idolatría, pero, ¿qué es la idolatría? La idolatría es la adoración a dioses diferentes a Jehová los cuales son representados por medio de imágenes a las que se les rinde culto. En el Antiguo Testamento vemos cómo Israel se perdió adorando dioses extranjeros: “Porque volvió a edificar los lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a Baal, e hizo una imagen de Asera, como había hecho Acab rey de Israel; y adoró a todo el ejército de los cielos, y rindió culto a aquellas cosas”, (2 Reyes 21:3).  Por causa de este pecado y otros vino la destrucción de Jerusalén y el exilio en Babilonia, pero después de su regreso del cautiverio, a Israel le tomo tiempo darles la espalda a estos dioses y volverse a su Dios. Ahora, como cristianos debemos tener cuidado de no caer en este pecado, pero, qué se necesita hacer para caer en idolatría, bueno, diríamos dos cosas. Un ídolo y rendirle culto. Un ídolo es cualquier otra cosa que toma el lugar de Dios y cuando esto se vuelve prioridad en nuestra vida, incluso por encima de Dios, entonces esto se vuelve idolatría. Cuando nuestro corazón está separado y quiere servir a dos señores, eso no funciona bien y Jesús lo dijo de esta forma: “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”, (Lucas 16:13). Para muchos, el dinero es su dios, pero para otros lo puede ser un deporte, o el progreso profesional, o un hijo o cualquier cosa en la vida a la que le demos más prioridad y nos aleje de Dios. De estas cosas debemos tener cuidado, por ello el Señor dejó claro en su primer mandamiento, que solo había un solo Dios y por tanto no deberíamos tener otro dios fuera de Él: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”, (Éxodo 20:3). Además, advirtió del terrible pecado de crear imágenes con el propósito de inclinarse ante ellas y adorarlas: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”, (Éxodo 20:4). Por tanto, como cristianos, adoremos al único y verdadero Dios y vivamos para Él, con nuestra fe en nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

 

domingo, 6 de noviembre de 2022

¿Hay pecados que no son de muerte? (1 Juan 5:16-17)

 

“Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte”.

1 Juan 5:16-17

INTRODUCCIÓN

              En el estudio pasado consideramos los versículos del capitulo 5 que van desde el 13 al 15 y del 18-20, dejando para esta oportunidad el estudio de los versículos que va del 16 al 17 ya que, si bien es cierto, guardan la línea de pensamiento de los versículos anteriores, pero en estos se realiza una afirmación que puede causar dudas en cuanto a la practica del pecado. Ya casi termínanos el estudio de esta maravillosa primera carta del apóstol Juan, prácticamente solo estamos dejando el ultimo versículo para concluir, pero por hoy vamos a estudiar esta interesante porción bíblica.

 

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¿Hay pecados que no son de muerte?

¿HAY PECADOS QUE NO SON DE MUERTE?

“Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida”.

1 Juan 5:16

               Para entender por qué Juan dice estas palabras debemos leer los versículos anteriores: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”, (1 Juan 5:14-15). Como hijos de Dios tenemos la certeza de que Dios oye nuestras oraciones y tendremos de Él las respuestas, siempre y cuando estén conforme a su voluntad, y considerando esto, Juan dice que si alguno ve a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pida en oración por él, para que Dios le salve: Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Prácticamente Juan está pidiendo que los cristianos intercedan por aquellos que están en pecado para que la misericordia de Dios los alcance y salve de la condenación eterna; sin embargo, no se debe pedir por todos, solo por aquellos que cometen pecados que no son de muerte: Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. Entonces, ¿Hay pecados que no son de muerte y otros que sí? ¿Pueden clasificarse los pecados así, o todos poseen la misma gravedad? Tratemos de entender el contexto bajo el cual el apóstol dice estas palabras para poder hacer una buena exegesis. Juan dice que hay pecados que no son de muerte y otros pecados de muerte, no obstante, una mejor traducción seria hablar de pecados que lleva a muerte y otros que no, tal y como lo traduce la Nueva Versión Internacional de la Biblia: “Si alguno ve a su hermano cometer un pecado que no lleva a la muerte, ore por él y Dios le dará vida. Me refiero a quien comete un pecado que no lleva a la muerte. Hay un pecado que sí lleva a la muerte, y en ese caso no digo que se ore por él”, (1 Juan 5:16, NVI). Ahora bien, cuales son los pecados que no conducen a la muerte y cuales son los que si conducen a la muerte. Al respecto se han sugerido algunas opiniones. La iglesia católica utiliza el termino: pecado venial, para referirse a los pecados leves que se hacen y entre estos mencionan las mentiras piadosas, malos pensamientos, tener sexo antes del matrimonio, pelearse con alguien, ser egoístas, entre otros, pero, ¿realmente estos pecados no son graves? La verdad que todo pecado es grave y todos aquellos que los comenten y viven practicándolos van rumbo a la condenación eterna. Una segunda sugerencia nos dice que los pecados que no conducen a la muerte son los pecados que se hacen por ignorancia. El salmista oraba pidiendo que Dios lo librara de sus pecados ocultos: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos”, (Salmos 19:12). En este sentido podríamos orar por aquellas personas que no son conscientes de los pecados que están cometiendo, sin embargo, considerando que Juan esta pidiendo por hermanos o cristianos que comenten los pecados que no conducen a la muerte y si estos los comenten por ignorancia o porque no son conscientes de ellos, la exposición de la palabra les mostrara su error y serán confrontados por ella, por lo que dejarían a partir de ese momento de ser inconscientes de sus pecados y pasarían a cometerlos con pleno conocimiento: “Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”, (Romanos 3:20). Una tercera opinión en cuanto a cuáles son los pecados que no conducen a la muerte es que son todos aquellos que se confiesan con arrepentimiento y de los cuales se apartan. En los tiempos de Juan existían el hedonismo el cual conducía al ser humanos a entregarse a todos los placeres temporales de este mundo, sin reservas y sin arrepentimiento, por tanto, Juan pedía a los creyentes que se alejaran de estas tinieblas, porque eran hijos de luz. En este sentido, aquellos que se entregaban a practicar el pecado de manera intencional y sin arrepentimiento, una y otra vez, estos son los pecados que conducen a la muerte. Por tanto, todos los pecados conducen a la muerte si se practican una y otra vez sin experimentar arrepentimiento, pero aquellos que se arrepienten y los confiesan apartándose a ellos, alcanza la misericordia de Dios: “El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”, (Proverbios 28:13).

            En la Biblia podemos ver ejemplos de personas que, aun siendo amonestados por la palabra de Dios, persistieron en sus pecados y esto los condujo a la perdición eterna. Así podemos hablar Saul, el cual siendo amonestado por el Samuel desobedeció a Dios y persistió en su pecado persiguiendo a David, o faraón, el cual presenciando el poder de Dios y las amonestaciones de Moisés se negó a dejar libre al pueblo de Israel hasta que esta actitud de rebeldía lo condujo a la muerte, o Judas Iscariote que conducido por su codicia se atrevió a vender a su Maestro por 30 piezas de plata, o los fariseos que en muchas ocasiones fueron reprendidos por Jesús por sus pecados, pero estos conducidos por su maldad conspiraron para matar al Señor. El autor de la carta a los Hebreos nos advierte del terrible fin de aquellos que alguna vez gustaron del evangelio, teniendo pleno conocimiento de la palabra de Dios, se apartan amando mas este mundo y sus placeres, por los cuales ya no hay esperanza: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”, (Hebreos 6:4-6). Estas personas jamás conocieron a Dios, ni muchos menos se arrepintieron de sus pecados para dejarlos, sino solamente fueron iluminados con el conocimiento del evangelio conociendo el plan de salvación que Dios ofrece por medio de Jesucristo, pero solo gustaron del don celestial y de alguna manera fueron hechos participes de la convicción de pecado que solo el Espíritu Santo puede dar, posiblemente sintieron el llamado de Dios y conocieron las promesas gloriosas de la vida eterna, pero recayeron en sus pecados pasados sin ninguna reserva, rechazando la gracia y por ello heredaron una corazón cauterizado, incapaz de sentir arrepentimiento y exponiendo al mismo Hijo de Dios a vituperio, por ello, para estos ya no hay esperanza: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios”, (Hebreos 10:26-27).

 

TODO PECADO ES INJUSTICIA

“Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte”.

1 Juan 5:17

             Finalmente, Juan nos aclara que todo pecado es injusticia y, por tanto, no agrada a Dios. Como cristianos debemos alejarnos del pecado, porque este contrista al Espíritu Santo: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”, (Efesios 4:30). Por ello el mimo Juan nos exhorta a confesar nuestras maldades para que seamos perdonados y vivamos en santidad delante de Dios: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”, (1 Juan 2:1). Sin embargo, todo aquel que persevera en sus pecados, sin arrepentirse y apartarse de ellos, este pecado lo conducirá a la muerte eterna.

 

sábado, 5 de noviembre de 2022

La carta de las certezas (1 Juan 5:13-15,18-20)

 

“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. Y esta es la confianza que tenemos en él, que, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho… Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca. Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno. Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.”.

1 Juan 5:13-15,18-20

INTRODUCCIÓN

               Algunos han llamado a la primera carta del apóstol Juan como la carta de las certezas, especialmente por esta última sección en donde podemos encontrar en repetidas veces la palabra “sabemos”, o “esta es la confianza”, o para que sepáis”. En esta sección el apóstol Juan hace un resumen del propósito de su carta, que tengamos la confianza de la vida eterna y el entendimiento de la verdadera doctrina acerca de Cristo y su santo evangelio. Con estos versículos nos estamos acercando al final de esta maravillosa carta.

 

carta-certezas
La carta de las certezas

SABEMOS QUE TENEMOS VIDA ETERNA

“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”.

1 Juan 5:13

                En este versículo Juan nos escribe el propósito del por qué esta escribiendo este evangelio: Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. Aquí aparecen algunas palabras que nos sugieren la seguridad que el creyente tiene en cuanto a la vida eterna. En primer lugar, Juan dice que estas cosas las escribió a aquellos que creéis en el nombre del Hijo de Dios, y esta palabra, creéis se traduce de la palabra griega posteúo (πιστεύω), la cual sugiere una convicción que lleva a la fe salvadora en Cristo Jesús. También Juan dice que escribe para que sepáis que tenemos vida eterna, y esta palabra, sepáis, se traduce del griego eido (εἴδω), la cual se traduce aparecerá repetidas veces en estos versículos y hace referencia a un conocimiento que se adquiere de algo que se ve y entiende por completo. En este sentido, eido (εἴδω) es diferente a ginosko (γινώσκω), que también se traduce como conocimiento, pero este no es un conocimiento completo, sino uno que se adquiere y esta en constante crecimiento hasta llegar a su plenitud, pero eido (εἴδω) es un conocimiento pleno y por esto Juan dice que él escribe para que sepáis que tenemos la vida eterna. Por tanto, el conocimiento de la vida eterna no es algo abrigue alguna duda en la vida del creyente, sino en una certeza total de que ciertamente ya la tenemos.

 

SABEMOS QUE DIOS NOS OYE Y RESPONDE A NUESTRA ORACIONES

“Y esta es la confianza que tenemos en él, que, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”.

1 Juan 5:14-15

                También Juan dice que como cristianos sabemos que Dios nos oye y responde a nuestras oraciones: Y esta es la confianza que tenemos en él, que, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho. Aquí encontramos algunas ideas importantes en cuanto a la oración. Sabemos que la oración es una práctica piadosa básica e indispensable en la vida de todo cristiano, porque orar es hablar con Dios y mantenemos una fuerte relación con nuestro Señor en la medida que oramos con Él. Juan dice que esta es la confianza que tenemos, que, si pedimos en oración alguna cosa conforme a su voluntad, Dios nos oye. Aquí hay algo importante de resaltar, y es la confianza de saber que nuestras oraciones no están dirigidas a un ídolo muerto, no son palabras o pensamientos que no van a pasar más allá del techo de nuestra casa, sino trascenderán más allá del sol y llegaran al trono de justicia de nuestro Dios, porque nuestro Dios es real y Todopoderoso. La palabra confianza que aparece en este texto se traduce del griego: parresía (παῤῥησία) y nos habla de algo que se ha dado a conocer y en lo que podemos confiar, y esto es la certeza de que nuestras oraciones no son en vano. Ahora bien, estas oraciones deben estar conforme a su voluntad, porque si es así, podemos saber que Dios nos oye en cualquier petición que hagamos y que sabremos que recibiremos de Él la respuesta que necesitamos recibir. Una vez más podemos ver en el versículo 15 la palabra “sabemos”, que es eido (εἴδω), porque como hijos de Dios tenemos comunión con Él y estamos seguros que hablamos con Él.

 

SABEMOS QUE LOS NACIDOS DE NUEVO NO PRACTICAN EL PECADO Y EL MALIGNO NO NOS TOCA

“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca. Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”.

1 Juan 5:18-19

                  Una vez más Juan menciona la palabra “sabemos”, es decir, eido (εἴδω), en dos ocasiones diferentes en estos versículos. En primer lugar, se nos dice: Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado. Como nacidos de Dios podemos tener la convicción de que somos hijos de Dios y como tales no debemos practicar el pecado. El Nievo Testamento nos enseña que esta gran salvación que hemos recibido por gracia no debe abusarse, porque, aunque es gratuita en el sentido de que solo debemos creer para ser justificados, ésta a la vez tiene un precio infinito, la sangre del Hijo de Dios, por ello Pablo decía: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”, (Romanos 6:1-4). Por tanto, los cristianos como hijos de Dios no pecamos y Juan agrega: pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca. He aquí otra gran certeza en el evangelio, el diablo no puede tocar a los que son hijos de Dios, pues son guardados por su poder. Si Dios protege a una persona, no hay mal, ni brujería o hechizo que lo alcance: “Porque contra Jacob no hay agüero, ni adivinación contra Israel. Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel: ¡Lo que ha hecho Dios!”, (Números 23:23). Cualquier mal que nos pueda tocar puede venir solo si Dios lo permite y esto si hay algún propósito en esto o si es parte de alguna disciplina del Señor, así lo vemos en el libro de Job donde Dios le permitió a Satanás dañar al justo Job con el fin de que su fe fuese probada: “Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová”, (Job 1:8-12).

            En segundo lugar, nos presenta otra certeza que como cristianos tenemos: Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno. Definitivamente podemos tener la certeza de que le pertenecemos a Dios, pues Él es nuestro Padre celestial y tenemos al Espíritu Santo que le da a nuestro corazón de que somos hijos de Dios: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”, (Romanos 8:12-16). Ahora bien, nosotros somos hijos de Dios, pero también debemos saber que el mundo entero está bajo el control del diablo, esto es, todo el sistema mundial, sus creencias, modas, música, ideales, filosofías y demás elementos que se interrelacionan entre sí para influir en el comportamiento humano, están controlados por el diablo para crear un sistema anticristiano que no permite acercarse en santidad y verdad delante del Señor, por ello, como cristianos debemos discernir estos sistemas la luz de la palabra de Dios y no participar de las obras de la tinieblas: “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas”, (Efesios 5:11).

 

SABEMOS QUE TENEMOS VIDA ETERNA

“Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna”.

1 Juan 5:20

                   He aquí la ultima certeza que Juan nos enseña en su carta: Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna. Ciertamente podemos estar seguros que nuestra fe, porque no esta fundamentada en fabulas o cuentos, no son supersticiones o algo que hemos decidido creer porque nos contaron que funcionaba, sino es una convicción que proviene del mismo entendimiento que el Espíritu Santo nos ha dado para comprender y reconocer que verdaderamente Jesús es el Hijo de Dios, y este es el verdadero. Como cristianos hemos podido experimentar su poder, su gracia, su comunión con nosotros y todo esto es una evidencia contundente de que lo nuestros no es solo una religión que hemos heredado de nuestros padres, sino, como dicen, una autentica relación con Dios. Todo aquel que conoce a Cristo, conoce la verdad, porque esta lo transforma e impacta su vida, así le paso a Natanael, el cual no creía que Jesús pudiese ser el Cristo, pero cuando lo conoció entendió que verdaderamente era el Hijo de Dios: “Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve. Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”, (Juan 1:45-51). Definitivamente, a través de su evangelio conocemos a Cristo y cuando lo invitamos a nuestro corazón, no solo perdona nuestros pecados, sino establecemos una verdadera comunión con Dios de tal forma que nos da el entendimiento para saber que nos encontramos en el verdadero y que le conocemos.