“Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los
doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales
sacerdotes y de los ancianos del pueblo. Y el que le entregaba les había dado
señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle. Y en seguida se acercó a
Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué
vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. Pero uno
de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a
un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve
tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.
¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de
doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que
es necesario que así se haga? En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como
contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día
me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Mas todo
esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos
los discípulos, dejándole, huyeron”.
Mateo 26:47-56
INTRODUCCIÓN
Llegamos a los versículos donde el apóstol Mateo nos
relata el arresto de nuestro Señor Jesucristo. Con esto, Judas consume el acto
más vil que jamás ser humano a planeado, traicionar al Hijo de Dios. Este
momento era decisivo en la vida de nuestro Señor, ya que la razón por la cual
había venido y se había estado preparando, finalmente había llegado. Había
estado orando con gran intensidad pidiendo a Dios que le ayudara a cumplir su
voluntad y ahora sus captores habían llegado guiados por uno de los 12 apóstoles
que era el que lo entregaba. No obstante, aunque estos eventos parecían
trágicos, la verdad es que todo estaba en el control y la voluntad de Dios para
que se cumplieran las Escrituras respecto al Mesías.
LOS CAPTORES DE JESÚS
“Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle”.
Mateo 26:47-48
En estos versículos encontramos los captores de Jesús.
En primer lugar, tenemos a Judas, el traidor el cual fue el que ayudo a
organizar “mucha gente con espadas y palos”. Las palabras, mucha gente, se traducen
del griego polus ójlos (πολύς ὄχλος), las cuales hacen referencia a una enorme
turba o muchedumbre. Considerando que apenas habían pasado unas cuantas horas
desde el momento que Judas abandono el aposento alto durante la cena pascual
hasta este momento, surge la siguiente pregunta: ¿Cómo Judas pudo haber
organizado una multitud de personas para ir a capturar a Jesús? Al
salir del aposento alto, Judas debió correr a los sacerdotes y principales
ancianos para que se organizara un grupo de hombres para que capturaran a
Jesús, y esto debió haber sido hecho de manera rápida e inmediata, con mucha
prisa, ya que Judas sabía que solo tenían un par de horas más antes que
amaneciera y el huerto de Getsemaní era un lugar perfecto para capturarlo. Es
increíble pensar como estos hombres organizaron tan rápido esta turba para que
les ayudara ya que no era una cuestión de organizar un pequeño grupo de
personas, sino que necesitaban también los permisos de los romanos para dirigir
un grupo de captura de este tipo y en este sentido, no solo iban los
sacerdotes y fariseos acompañando a judas, sino también los alguaciles del
templo y un grupo de soldados romanos, todos armados con espadas y antorchas,
tal y como Juan lo describe: “Judas,
pues, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales
sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas”, (Juan 18:3). De esta forma, Judas, uno
de los 12 de confianza, entrego a Jesús diciéndoles: Al que yo besare, ése es; prendedle. Esta palabra, besare, realmente se
traduce del griego filéo (φιλέω), la cual es la palabra que describe el amor
entre amigos, y esto era lo que se suponía que era Judas de Jesús, un verdadero
amigo, pero fue un hipócrita, que fingió ser quien no era para que confiados en
esa supuesta confianza traicionar a aquel que llamaba su amigo.
EL BESO DEL TRAIDOR
“Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron”.
Mateo26:49-50
Aquí vemos la señal que Judas les daría a los enemigos
de Jesús para que lo identificaran y lo capturaran. La señal de la
traición sería un beso, un hecho tan hipócrita y malvado que sello la
más grande traición que jamás se haya realizado: Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve,
Maestro! Y le besó.
Judas lo saludo de la forma más respetuosa, llamándole: ¡Salve, Maestro!, donde la palabra Maestro es Rabí, un
título que los discípulos usaban para dirigirse con respeto a sus maestros, y luego,
le besó. La palabra beso se traduce del griego katafiléo (καταφιλέω), la
cual es una palabra que se usaba para referirse al beso que se daban como
muestra de amistad y cariño, y no un simple saludo que se hacía de forma
mecánica. En el medio oriente se acostumbraba el beso entre los hombres como
una forma de saludo y cariño, pero se realizaba generalmente entre buenos
amigos o familiares, por ello, Judas, siendo uno de los 12 hombres de confianza
de Jesús, lo saludo con un beso y por ello nuestro Señor le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron
y echaron mano a Jesús, y le prendieron. Con esto, la traición de Judas se hacia aun mas
grave ya que defraudo la confianza que Jesús le había otorgado y de forma
hipócrita lo saludo tendiéndole una trampa, por ello en Lucas dice: “Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso
entregas al Hijo del Hombre?”,
(Lucas 22:48). La traición definitivamente es uno de los hechos mas viles
que una persona pueda realizar. Para llegar a ser un traidor, antes
tuvo que haberse ganado la confianza de una persona, fingiéndose su amigo logro
que la persona abriera su corazón y le revelara cosas que generalmente no lo
revela a otras, además de confiarle tareas que no se le confían a cualquiera. Esto
es lo que Judas había hecho, se había convertido en uno de los 12 de confianza
que conocía los lugares privados que Jesús buscaba para estar solo y conociendo
esto, tomo ventaja para consumar su traición. En la historia los
grandes traidores han sido personas así, que de manera hipócrita se ganaron la
confianza de otros y tomaron ventaja de ello para sacar algún provecho o
incluso traicionarlos cuando estos eran mas vulnerables, y así hizo Judas.
JESÚS NO NECESITABA QUE LO DEFENDIERAN
“Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?”.
Mateo 26:51-54
En estos versículos se nos muestra que realmente Jesús
no fue una víctima de los malhechores que lo prendieron en contra de su
voluntad, sino que Él mismo se entrego voluntariamente de acuerdo a la
voluntad de su Padre y su plan divino. En primer lugar, esto queda claro
porque detiene a aquellos que querían defenderlo: Pero uno de los que estaban con Jesús,
extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote,
le quitó la oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque
todos los que tomen espada, a espada perecerán. Jesús no necesitaba que nadie lo defendiera de sus
captores, porque no era con violencia que la situación se iba a solucionar. De
acuerdo con Juan, el discípulo que saco la espada era Pedro y fue a Malco, el
siervo del sumo sacerdote, al cual le cortó la oreja: “Entonces Simón Pedro, que tenía una espada,
la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja
derecha. Y el siervo se llamaba Malco”, (Juan 18:10). Los discípulos creían que el reino de
Dios se establecería en esta tierra a través de la guerra y violencia, pero
esto no iba a hacer así, sino que nuestro Señor nos demostraría que nuestras
armas serian espirituales y mas poderosas que las terrenales. Además de esto,
Jesús les advierte a sus discípulos que aquel que mata a espada, muere a
espada, una variante de la ley de la siembra y la cosecha, y esto es así,
porque aquel que practica la violencia y homicidio, de la misma manera
terminara. En segundo lugar, Jesús demuestra que no necesitaba que lo
defendieran porque su Padre celestial tenía legiones de ángeles que le podían
ayudar: ¿Acaso piensas que
no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de
ángeles? Estas palabras nos enseñan que realmente Jesús
no estaba siendo capturado en contra de su voluntad, porque si Él lo deseaba,
podía pedirle a su Padre que enviara doce legiones de ángeles para que lo
defendieran. Es impresionante el número de ángeles que Jesús dijo que podía
pedir a su Padre para que lo defendiesen, más de doce legiones. Una legión
romana estaba constituida por 4 a 6 mil soldados, por tanto, estamos hablando
entre 48, 000 a 72, 000 ángeles, una cantidad extraordinaria, lo cual muestra
el poder y dominio que nuestro Señor tenia para destruir a sus enemigos, sin
embargo, no estaba dispuesto a defenderse. Finalmente, Jesús no
necesitaba que nadie lo defendiera porque se entregaba voluntariamente para
cumplir las profecías y el plan divino de redención: ¿Pero cómo entonces se cumplirían las
Escrituras, de que es necesario que así se haga? Así era necesario que ocurriera, y por eso Jesús
había orado, pidiendo la fuerza necesaria a su Padre para hacer su voluntad
porque de acuerdo a las Escrituras, el Mesías tenia que ser traicionado,
entregado a sus enemigos y morir en sus manos, todo esto era parte del plan
divino y por eso nuestro Señor se entrego voluntariamente para que todo se
cumpliese.
TRATADO COMO MALHECHOR
“En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas”.
Mateo 26:55-56
La forma de cómo trataron a Jesús es una clara idea del
desprecio que estos hombres le tenían: “En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra
un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me
sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Es muy probable que sus enemigos se
deleitaran con este momento al tratar a Jesús como un delincuente peligroso ya
que habían llegado a prenderlo con una gran muchedumbre con espadas y palos,
pero por otro lado posiblemente tenían miedo que Jesús intentara defenderse
apoyándose con sus discípulos y como ya vimos, los discípulos estaban dispuesto
a hacerlo. La verdad es que este fue el mejor momento para prenderlo, porque también
temían hacerlo en plena luz del día porque se podía provocar un disturbio: “Entonces los principales sacerdotes, los
escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote
llamado Caifás, y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle.
Pero decían: No durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo”, (Mateo 26:3-5). De esta forma
trataron a Jesús, como hacen con los malhechores, juntaron una gran muchedumbre
con espadas y palos y fueron violentamente, de noche, a tenderle una trampa
para capturarlo, sin embargo, todo esto ocurrió para que se cumpliesen las
Escrituras: Mas todo
esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Las Escrituras habían anunciado los
sufrimientos del Mesías y cómo este iba a ser tratado con desprecio: “Subirá cual renuevo delante de él, y como
raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin
atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres,
varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el
rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos”, (Isaías 53:2-3). De esta forma padeció Jesús ya que
estaba dispuesto a cargar con nuestras maldades y pagar el precio de nuestra iniquidad,
por ello aquel día fue capturado como si se tratara de un criminal que no
merecía consideración alguna y fue llevado a su muerte.
TODOS LO ABANDONARON
“… Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron”.
Mateo 26:56
Al final, después de su captura, sus discípulos lo
abandonan y salen huyendo: Entonces
todos los discípulos, dejándole, huyeron. Aunque tanto Pedro, como los demás discípulos habían
prometido que estarían al lado de Jesús y que estaban dispuestos a ir a la
cárcel con Él y aun morir, pero la verdad es que el temor se apoderó de ellos y
por eso salieron huyendo, dejando atrás a su Maestro en manos de sus enemigos.
Que triste escena, más tarde esto debió haber acusado la conciencia de ellos ya
que habían abandonado a Aquel a quien amaban. No obstante, así tenia que ser,
porque este momento el Señor lo tenia que atravesar solo y lo hacia por amor a
todos nosotros y aunque sus discípulos se habían retirado de Él huyendo, más
tarde el volvería a ellos para confirmar su fe.
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