“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su
gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él
mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el
imperio por los siglos de los siglos. Amén. Por conducto de Silvano, a quien
tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente, amonestándoos, y testificando
que esta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis. La iglesia que está
en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan.
Saludaos unos a otros con ósculo de amor. Paz sea con todos vosotros los que
estáis en Jesucristo. Amén”.
1 Pedro 5:10-14
INTRODUCCIÓN
Después de un tiempo de estar
estudiando esta maravillosa carta hemos llegado al final, en esta oportunidad
el apóstol Pedro presenta sus anhelos finales para con la iglesia del Señor,
además, de presentar a su amanuense, es decir, la persona que le ayudo a
escribir la carta y los saludos finales. Definitivamente, esta carta es una
preciosa joya espiritual que bendice nuestras vidas con todo su contenido, una
carta dirigida principalmente a aquellos que inician su fe y que fortalece y
edifica nuestra vida.
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Palabras finales de Pedro |
PALABRAS DE BENDICIÓN FINALES
“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su
gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él
mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el
imperio por los siglos de los siglos”.
1 Pedro 5.10-11
En
estas palabras el apóstol Pedro les recuerda a sus lectores que no olviden
que si bien es cierto que como cristianos sufrirán persecuciones y penalidades,
pero que no olviden que si se mantienen fieles en su fe, el Señor cumplirá en
ellos sus propósitos: Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en
Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo… Pedro
nos dice que esta prueba que nos ha venido, ha venido para que padezcamos un
poco de tiempo, es decir, no será para siempre y contrasta su duración con la
gloria eterna que nos espera; porque, que es padecer un poco de tiempo versus
la gloria que nos espera que será para siempre, es decir, eterna. Aquí Pedro
nos confirma que el Señor realizará su obra en nosotros, pese a las pruebas y
dificultades que enfrentemos, y con toda seguridad podemos estar seguros de que
… él mismo os
perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio
por los siglos de los siglos. Amén. Algunos opinan que Pedro, en forma de
una doxología (alabanza que exalta su gloria) ve aquí al futuro, a la
eternidad, donde Dios se glorificara en nuestras vidas para perfeccionarnos,
afirmarnos, fortalecernos y establecernos en su reino de gloria. Realmente esto
es lo que los cristianos necesitamos, ser perfeccionados por su poder. La
palabra griega que se traduce como perfeccionar es katartídso (καταρτίζω), la cual trae a la mente la idea de un
proceso de completar algo, para hacerlo apto y preparado para la tarea o
privilegio que le espera. En este sentido, la perfección de la cual nos
habla la Biblia es un proceso donde los cristianos con la ayuda de Dios vamos
alcanzando la estatura del Varón perfecto, no es que ya seamos perfectos, pero
el Señor completará la obra que ya ha iniciado. Además, seremos afirmados
en nuestra fe, ninguna estratagema del diablo o viento de oposición será capaz
de movernos de nuestras convicciones en Dios, el Señor nos fortalecerá en este
proceso, a través de su poder venceremos y finalmente nos establecerá justo en
sus propósitos santos y eternos. Este es la gran obra que hoy en día el Señor
hace en nosotros, así que, no importan las pruebas y dificultades que
enfrentemos, estemos seguros de que Jesucristo terminara en nosotros la obra
que ya ha iniciado: “… estando persuadido de esto,
que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”,
(Filipenses 1:6).
EL AMANUENSE DE LA CARTA
“Por conducto de Silvano, a quien tengo por
hermano fiel, os he escrito brevemente, amonestándoos, y testificando que esta
es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis”.
1 Pedro 5:12
En
este versículo el apóstol Pedro da a conocer el nombre de quien fue su
amanuense: Silvano. Un amanuense era un copista o escribiente, es decir, una
persona que se dedicaba a escribir las palabras que una persona le dictaba en
una carta que tenía algún destinatario. En la Biblia podemos encontrar algunos
ejemplos de personas que sirvieron como amanuenses, por ejemplo, tenemos a Baruc
el amanuense de Jeremías: “Y llamó Jeremías a Baruc
hijo de Nerías, y escribió Baruc de boca de Jeremías, en un rollo de libro,
todas las palabras que Jehová le había hablado”, (Jeremías 36:4). También
tenemos el ejemplo de Tercio: “Yo Tercio, que
escribí la epístola, os saludo en el Señor”, (Romanos 16:22). En
este caso Silvano es la forma griega de referirse al nombre de Silas, y Silas o
Silvano, como se menciona aquí, es aquella persona que acompaño a Pablo en su
segundo viaje misionero: “... y Pablo, escogiendo a
Silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor, y pasó por
Siria y Cilicia, confirmando a las iglesias”, (Hechos 15:40-41).
Como vemos, Silas o Silvano fue un hombre comprometido con la obra del
evangelio, ayudo a Pablo durante su segundo viaje misionero y llego a ser un
colaborador de Pedro, que lo describe como un hermano fiel, ayudándolo a
escribir su primera carta con el fin de amonestar y testificar la verdad de la
palabra de Dios: Por conducto de
Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente,
amonestándoos, y testificando que esta es la verdadera gracia de Dios, en la
cual estáis.
SALUDOS FINALES
“La iglesia que está en Babilonia, elegida
juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan. Saludaos unos a otros
con ósculo de amor. Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo.
Amén”.
1 Pedro 5:13-14
En
los últimos dos versículos de su carta, encontramos el saludo final de Pedro: La iglesia que está en Babilonia, elegida
juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan. Pedro
saluda desde la iglesia que está en Babilonia y al respecto de su ubicación
muchos han opinado que se refiere a Roma. Otros opinan que podría referirse
a la propia Babilonia, sin embargo, la ubicación de Babilonia se encuentra muy
retirada de la región de Galacia que es donde se encuentran concentradas las
comunidades judeocristianas a las cuales Pedro se dirige. Por tanto, para
algunos es más fácil pensar que Pedro utilizo un lenguaje figurado para
referirse a Roma como Babilonia, por considerar a Roma como una fuente de corrupción
espiritual y maldad, así que vendría a ser como la Babilonia espiritual. Pedro
saluda juntamente con Marcos, al cual llama mi hijo, este Marcos es aquel Juan
Marcos que en Hechos de los apóstoles acompaña a Pablo y Bernabé en su primer
viaje misionero, pero durante este los abandona: “Habiendo
zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; pero
Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén”, (Hechos 13:13). Era
hijo de una mujer llamada María: “Y habiendo
considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por
sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando”, (Hechos
12:12). También era sobrino de Bernabé: “Aristarco,
mi compañero de prisiones, os saluda, y Marcos el sobrino de Bernabé, acerca
del cual habéis recibido mandamientos; si fuere a vosotros, recibidle”,
(Colosenses 4:10). Aunque Pablo no quiso aceptar a Marcos en su segundo viaje
misionero porque los había abandonado durante el primero (Hechos 15:38), con la
tutela de Bernabé Marcos se convirtió en un gran hombre de Dios, convirtiéndose
con el tiempo en un hombre muy útil para el ministerio al cual Pablo elogia en
una de sus cartas: “Solo Lucas está conmigo. Toma a
Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio”, (2
Timoteo 4:11).
Pedro
exhorta a los hermanos a que se saluden con un ósculo de amor: Saludaos unos a otros con ósculo de amor. La
palabra ósculo se traduce del griego fílema (φίλημα),
que literalmente significa, beso. En sí, la palabra ósculo es de origen latín
que significa “boquita”, y se usaba para referirse a la acción de besar a
alguien como acto de saludo. En el Medio Oriente existía esta costumbre de
saludarse con un beso, de hecho, Pablo la menciona en una de sus cartas: “Saludaos los unos a los otros con ósculo santo ... “,
(Romanos 16:16). En los cristianos no puede existir orgullo o preferencias de
grupos que provoquen el acto de ignorarlos, por ello, Pedro y Pablo les pedían
a los cristianos de su tiempo que se saludaran con un beso los unos a los otros
y que no existiese acepción de personas entre ellos. También hoy en día, los
miembros de la iglesia se saludan los unos a los otros, no pueden existir “cristianos
orgullosos que solo le hablan a los de su grupo exclusivo”. Finalmente, Pedro
termina deseándoles paz: Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Amén. La
paz que Pedro les desea a sus lectores no es un deseo superficial de quietud de
alma, sino, un estado de completa armonía y comunión con Dios que viene de la redención
que Cristo nos ofrece a través del perdón de nuestros pecados. En medio de
un mundo turbulento la esperanza del cristianismo en Cristo Jesús trae
esperanza y por ello la carta finaliza con un fuerte amen, o sea, un “así sea”.
No todos los textos antiguos tienen la palabra amen al final de la oración,
algunos lo omiten, por lo que se sugiere que la palabra, “amen”, fue
introducida posteriormente, sin embargo, la aparición de la palabra, “amen”,
en esta traducción nos recuerda la ferviente esperanza que ha animado y
fortalecido a la iglesia por siglos, ya que en medio de persecuciones,
sufrimiento y luchas, como cristianos nos espera un gloria excelsa, y de
esto es de lo que Pedro nos ha hablado, una esperanza que nos mantiene fieles,
siendo ejemplos de conducta en un mundo de maldad, por eso como ellos nosotros también
pudiésemos decir a todo el
contenido de esta carta, ¡amen!
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