“No se
turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi
Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a
preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra
vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
Juan 14:1-3
INTRODUCCIÓN
Hoy
iniciamos un precioso capitulo en el evangelio según Juan el cual posee un
contenido único que no se presenta en los otros evangelios. De alguna manera las
palabras que Juan registra en estos primeros tres versículos se conectan con
las palabras de Pedro cuando le dijo: “Le dijo Simón
Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes
seguir ahora; más me seguirás después”, (Juan 13:36). Pedro, y en
general, todos los discípulos querían saber a dónde iría y ellos querían seguirlo,
porque no querían quedarse solos; pero el camino que Jesús tenia que seguir
ellos no podían seguirlo, por ello les dedica estas palabras donde les anima a
tener fe en Él, les dice que tiene que retirarse a preparar una morada celestial
para ellos, les habla del camino que ellos tienen que seguir y les anticipa la
venida del otro Consolador el cual les ayudaría en su ausencia.
JESÚS LOS ANIMA A TENER FE EN ÉL
“No se
turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí”.
Juan 14:1
Debido
al hecho de que Jesús se apartaría de ellos ya que tenia que recorrer un camino
que ellos no podían seguir, los discípulos tuvieron que llagar a sentirse muy
entristecidos y preocupados. Hasta el momento ellos habían pasado tres años con
Él, a donde Jesús iba ellos lo acompañaban y el Maestro siempre estaba allí para
enfrentar cualquier situación, sin importar lo difícil que esta fuera; pero
ahora les estaba diciendo que era necesario que Él fuese entregado en manos de
gentiles y padecer mucho hasta morir, eso significaba que su Maestro les iba a
ser quitado y a lo mejor su espíritu se turbo ya que no concebían la vida sin
su maestro. Por ello Jesús les dirigió estas palabras que alientan aun a
aquellos que puedan estar enfrentando dificultades grandes: No se turbe vuestro
corazón; creéis en Dios, creed también en mí. La palabra turbar se
traduce de la palabra griega tarásso (ταράσσω), la cual sugiere un espíritu muy
agitado e inquieto. Seguramente en la vida nuestra alma llegara a turbarse por
tantas circunstancias, pero es allí donde Jesús nos anima a tener fe, a creer
en Él y eso es lo mejor que podemos hacer ya que nuestra confianza esta puesta
en Él, porque sin esta fe nuestra alma desfallece y estaríamos perdidos: “Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de
Jehová en la tierra de los vivientes”, (Salmo 27:13).
UNA PROMESA GLORIOSA
“En la
casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho;
voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar,
vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros
también estéis”.
Juan 14:2-3
Aquí tenemos una promesa
verdaderamente gloriosa dada en un momento de angustia. Jesús les exhortaba a
sus discípulos a tener fe, a creer en Él, pero también les dice que si hoy se
retira lo hacia porque iba a la casa de su Padre a prepararles un lugar para
que donde él estuviese también ellos: En la casa de mi Padre muchas
moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar
lugar para vosotros. Si nos
damos cuenta les esta diciendo que por el momento no podrían seguirlo, pero Él
se iría a preparar una morada y esta morada se encontraba en el lugar donde
habita su Padre celestial, es decir el tercer cielo, tal y como Pablo lo vio
cuando fue arrebatado al tercer cielo: “Conozco a un
hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera
del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y
conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo
sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es
dado al hombre expresar”, (2 Corintios 12:2-4). Es allí en el tercer
cielo donde Dios habita, y es allí donde se encuentra el paraíso donde todos
los santos descansaremos y es allí a donde Jesús se retiro a preparar un lugar para
cada uno de nosotros. Ahora bien, es interesante considerar la afirmación de Jesús
al decirles: En la casa de mi Padre muchas moradas hay, es decir, hay suficientes
habitaciones para todos los que crean, nadie se quedara sin su lugar en el paraíso,
y esto es algo que quería que todos creyesen ya que se los recalca con la
siguiente afirmación: si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar
para vosotros. Por tanto,
es importante consolarnos con estas palabras ya que gracias a la fe en Cristo
tenemos una morada celestial. Ahora, a parte de ir a preparar lugar para sus discípulos,
Jesús promete que después de esto vendrá de nuevo y los tomará a sí mismo: Y si
me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para
que donde yo estoy, vosotros también estéis. Estas palabras son una alusión directa al rapto, ya
que esta diciendo que el vendría y los tomaría a sí mismo, es decir, los arrebataría
para que estuviesen con Él. En los evangelios, el Señor hablo mayormente de su
segunda venida y del día que iniciaría la gran tribulación que vendría sin
previo aviso, sin embargo, aquí en este versículo de Juan podemos ver que
nuestro Señor esta refiriéndose al arrebatamiento de la iglesia, y es el apóstol
Pablo al cual se le revelan mayores detalles en cuanto a esta gloriosa doctrina:
“Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor:
que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no
precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con
voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en
Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al
Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”, (1
Tesalonicenses 4:15-17). Un día la final trompeta sonará y será el momento en
el que los muertos en Cristo resucitaran primero y nosotros, los que estemos
para ese momento, seremos arrebatados para encontrarnos en el cielo con nuestro
Señor y seremos llevado a nuestra morada celestial la cual ha preparado para
que estemos juntamente con Él.
Muy buena explicación
ResponderBorrarAmén!
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