“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo
partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y
tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella
todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada
para remisión de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé más de este
fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino
de mi Padre. Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los
Olivos”.
Mateo 26:26-30
INTRODUCCIÓN
Nos encontramos en uno de los pasajes del evangelio
Según Mateo que nos narran la ultima cena pascual que Jesús tomó con sus discípulos
justo antes de ser capturado por sus enemigos e ir a la muerte en la cruz del
Calvario, ahora, continuando con este relato, nuestro Señor Jesús instituye una
de las ceremonias más importantes que los cristianos continúan celebrando hasta
la fecha, la cena del Señor. En el cristianismo solo tenemos dos ordenanzas o
ceremonias que los creyentes celebran, el bautismo en agua y la cena del Señor,
y en estos versículos podemos ver como nuestro Señor Jesús, antes de su muerte,
la instituye. A lo largo del tiempo la interpretación de este pasaje y el
entendimiento del significado del pan y del vino que Jesús uso durante su
ultima cena pascual a sido muy polémica y nosotros trataremos de entender esto
desde la mejor perspectiva bíblica.
Jesús instituye la cena del Señor
UNA CELEBRACIÓN QUE DEBE REALIZARSE
“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”.
Mateo 26:26-28
Como vimos anteriormente, durante la cena pascual se solían beber cuatro copas a lo largo de toda la comida y la cuarta se bebía justo al final, antes de la entonación del cantico de unos salmos. Fue justo antes de beber la cuarta copa que nuestro Señor Jesús en lugar de beber la ultima copa de la forma tradicional decide hacerlo de forma diferente: Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Aquí nuestro Señor constituye lo que hoy conocemos como la cena del Señor donde se comparte el pan y el vino los cuales son símbolos de su sacrificio expiatorio. Para este momento Judas ya había salido del lugar donde todos estaban reunidos, por lo cual no participo de la institución de la cena, luego, los otros discípulos a lo mejor debieron haberse sorprendido que Jesús de repente rompiera con la tradición con nuevas palabras. En Lucas se nos da mayores detallen en cuanto a este evento: “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama”, (Lucas 22:19-20). La celebración de la cena del Señor se realiza en dos partes, la primera, la partición del pan, el cual es un símbolo de su cuerpo que fue entregado como sacrificio expiatorio para el perdón de pecado. En segundo lugar, tenemos la copa de vino, la cual es un símbolo de su sangre que era derramada para instaurar un nuevo pacto que traería salvación a muchos. A lo largo de la historia se ha discutido el verdadero significado de los elementos de la cena del Señor, el pan y el vino. En primer lugar, tenemos la interpretación que la iglesia católica y las iglesias ortodoxas le dan al pan y al vino, esta es la teoría de la transubstanciación la cual afirma que durante la ceremonia el pan y el vino se transforman literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo. En segundo lugar, durante el tiempo de la reforma, surgió la teoría de la consubstanciación, abrazada por la iglesia luterana, la cual afirma que el pan y el vino no se transforman literalmente en el cuerpo de Cristo, pero sí, la sustancia divina de Cristo coexiste con el pan y el vino. La tercera posición en cuanto al significado de los elementos de la cena del Señor es la teoría de la presencia espiritual real de Cristo, de Juan Calvino, la cual afirma que el pan y el vino no se transforman literalmente en el cuerpo y sangre de Cristo, ni tampoco coexisten para ser un solo elemento, sino que la presencia de Cristo envuelve los elementos que se comparten durante la ceremonia. En cuarto lugar, tenemos la teoría de Urlico Zwinglio que está en armonía con la creencia de las iglesias evangélicas que afirman que el pan y el vino de la cena del Señor son símbolos del sacrificio de Cristo.
Ahora
bien, ¿qué significado tiene la cena del Señor? El apóstol Pablo
nos responde esta pregunta: “Porque
yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche
que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad,
comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en
memoria de mí. Asimismo, tomó también la copa, después de haber cenado,
diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las
veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que
comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis
hasta que él venga”, (1
Corintios 11:23-26). De acuerdo a Pablo, la cena del Señor es celebrada
por la iglesia para recordar los padecimientos de Cristo en la cruz del
Calvario y considerar la gran obra expiatoria que realizo a favor de
nosotros, expresando así nuestro agradecimiento a Él. El otro significado
que la cena del Señor tiene es que anuncia la muerte del Señor hasta que Él
venga a esta tierra, de tal forma, que a diferencia del bautismo en
aguas que es únicamente una vez en la vida, después de nuestra conversión, la
cena del Señor es una ordenanza que la iglesia debe realizar periódicamente no
solo para recordar sus padecimientos, sino para anunciarle al mundo la muerte
de Cristo como un medio expiatorio por sus pecados hasta su regreso.
NO VOLVERÉ A BEBER MÁS DE ESTA COPA HASTA QUE ESTEMOS EN EL REINO DE MI PADRE
“Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto
de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi
Padre. Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos”.
Mateo 26:29-30
De esta forma Jesús instituyo la cena del Señor y esta
escena debió haber quedado grabada en la memoria de los discípulos y como ya
vimos, Jesús había estado desando participar de esta ultima cena pascual antes
de partir de esta tierra: “Y les
dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Porque
os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios”, (Lucas 22:15-16). Desde el principio
Jesús sabia que su momento estaba cerca y por lo tanto no volvería a participar
de la cena pascual con sus discípulos, por ello, antes de finalizar, decidió
cambiar un poco el final de esta ceremonia ancestral que los judíos realizaban
año tras año y constituyo lo que nosotros conocemos como la cena del Señor para
que su iglesia la celebrara recordando sus padecimientos al momento de
participar del pan y del vino que son símbolos de su cuerpo y sangre que anuncia
su muerte expiatoria, así como anunciarle esto al mundo hasta su regreso, por
ello aquí en Mateo vuelve a decir: Y
os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día
en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre. De acuerdo al libro de Apocalipsis,
nuestro Señor establecerá su reino de mil años aquí en la tierra y es de
esperarse que aquí se cumplan estas palabras donde el Señor vuelva a gustar del
fruto de la vid junto con todos sus escogidos. Al final de esta ceremonia se solían
cantar algunos salmos: Y cuando
hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos. Habiéndose cumplido todo esto, Jesús partió
al monte de los Olivos, al Getsemaní, donde se prepararía para recibir a sus
captores.
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