“Entonces
Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la
perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué
aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué
recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la
gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus
obras. De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán
la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”.
Mateo 16:24-28
Introducción
El capítulo 16 del evangelio según Mateo
termina con estas impactantes declaraciones. En primer lugar nos habla de la negación
y sacrificio diario que se tiene que vivir si deseamos ser sus discípulos.
Luego presenta una gran paradoja: el perderlo todo para ganarlo todo, luego
realiza dos preguntas que ponen en perspectiva el hecho de que las riquezas de
este mundo no valen nada si al final el alma se pierde, y finalmente, hace una
advertencia que regresara en su reino. Estos temas que Jesús toca en esta parte
parecen muy duros ya que pareciera que el evangelio demanda mucho y es una religión
de duras cargas. Pero veamos más en detalle cada una de las declaraciones que
el Señor Jesucristo hace en estos versículos.
Las exigencias de seguir a Cristo |
Negarse a sí mismo y Tomar la Cruz
“Entonces
Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame”.
Mateo
16:24
En este versículo encontramos una de las
grandes demandas del evangelio: Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Lucas lo dice de esta forma: “Y
decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome
su cruz cada día, y sígame”,
(Lucas 9:23). Para convertirse en un verdadero discípulo de Jesús debemos
aprender a negarnos a nosotros mismos, algo que no muchos están dispuestos a
hacer ya que esto implicar negar los deseos de la carne. Nuestra naturaleza
pecaminosa nos impulsara a satisfacer los deseos de la carne, sin embargo,
debemos aprender a decirlo no a esos deseos, sino antes obedecer al Espíritu
Santo, tal y como Pablo lo dice a los gálatas: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no
satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el
Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí,
para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no
estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son:
adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las
cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales
cosas no heredarán el reino de Dios”, (Gálatas 5:16-21). Aquellos que somos seguidores de
Cristo debemos negarnos a los deseos de nuestra carne porque no podemos ser
gobernados por la naturaleza pecaminosa. En segundo lugar, Jesús dice que
debemos tomar cada día nuestra cruz. La vida cristiana requiere de esfuerzos,
de negaciones y muchas veces tendremos que renunciar a nuestra comodidad, o a
nuestros sueños si son contrarios a la voluntad de Dios, a veces tendremos que
perseverar en la enfermedad y escasez, en medio de la dura adversidad y a veces
enfrentar el martirio.
La gran paradoja del evangelio
“Porque
todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por
causa de mí, la hallará”.
Mateo
16:25
Aquí nuestro Señor Jesús a manera de
paradoja establece otra verdad espiritual que sus seguidores deben cumplir: Porque
todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por
causa de mí, la hallará. Una
paradoja es un dicho o hecho que parece contrario a la lógica, y aquí Jesús nos
provee una. Es obvio que el instinto humano tiende a preservar su vida y
comodidad, busca siempre su seguridad; pero aquí Jesús nos está pidiendo lo
contrario, perder nuestra vida para ganarla, ¿cómo es esto? ¿Cómo alguien puede
salvar su vida si la pierde? ¿Cómo alguien que quiere salvar su vida la perderá?
Esas afirmaciones son ilógicas. Lo cierto es que esto es una gran verdad en el
reino de Dios, ya que aquel que por miedo a negarse a sí mismo, abandonar su
vida de pecado y perder todo lo que el mundo le ofrece renuncie a Cristo, morirá
eternamente. Pero aquel que renuncie al pecado y a los ofrecimientos de este
mundo, se entregue a la persecución e incluso pierda su vida por causa de su
testimonio, ese ganará la vida eterna. De esta forma, todo aquel que lo pierda
todo por causa de Cristo lo ganará todo. Ya anteriormente Jesús había
presentado este principio espiritual a través de dos parábolas. Primero dijo: “Además,
el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual
un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que
tiene, y compra aquel campo”, (Mateo
13:44). Aquí vemos a un hombre que trabajando en un terreno encuentra un tesoro
escondido en un campo, luego va y vende todo lo que tenía para ir y comprar ese
campo. Para poder adquirir el campo este hombre tuvo que vender todo lo que tenía
para comprar el campo y ganar un gran tesoro. El principio de perderlo toda
para ganarlo todo está presente aquí. Luego Jesús cuenta otra parábola donde un
mercader busca buenas perlas y al encontrar una de gran precio, vende todo lo que
tiene para comprarla: “También el reino de los cielos es semejante
a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa,
fue y vendió todo lo que tenía, y la compró”, (Mateo 13:45-46). Muchas personas no siguen a Cristo
porque piensan en todo lo que dejaran en el mundo, piensan en las pruebas y
persecuciones, o incluso perder la vida, pero lo cierto es que con esta actitud
perderán no solo su vida sino su eternidad al ser condenados al infierno.
Ni todas las riquezas de nuestro mundo valen la salvación de nuestra alma
“Porque
¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué
recompensa dará el hombre por su alma?”.
Mateo
16:26
A través
de dos preguntas Jesús llama a la reflexión de que realmente no hay nada en
este mundo por lo que valga la pena condenarse. Él pregunta: ¿qué
aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? Acaso vale la pena 100 años de placeres
en el pecado en esta tierra contra toda una eternidad de tormentos. Aún sigue
preguntando: ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Acaso todas las riquezas de este mundo
valen el precio de una eternidad de condenación y sufrimiento eterno. Lo cierto
es que no. Nada de este mundo vale lo suficiente como para que nos condenemos a
una eternidad de sufrimiento. En cierta ocasión Jesús conto una parábola donde
mostraba lo inútil que son las riquezas si no se tiene a Dios y al final su
alma se pierde: “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia;
porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido
mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde
guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré
mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma,
muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe,
regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo
que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es
rico para con Dios”,
(Lucas 12:15-21). Por tanto, no hay nada en este mundo por lo cual valga la
pena condenar nuestra alma.
Muchos no gustaran de la muerte hasta que Él regrese
“Porque
el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces
pagará a cada uno conforme a sus obras. De cierto os digo que hay algunos de
los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo
del Hombre viniendo en su reino”.
Mateo
16:26-28
Finalmente Jesús afirma dos cosas. La
primera es que Él regresará y dará la paga por sus obras a cada uno conforme a
sus obras: Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su
Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. Mientras que los impíos disfrutan y se deleitan
en sus pecados, Jesús está a las puertas de su regreso para hacerles pagar por
sus obras, la Biblia anuncia que antes de su segunda venida viene un periodo de
gran tribulación para este mundo donde todos los malos pagaran por sus pecados.
Por el contrario, Jesús promete recompensar la fidelidad de aquellos que le
fueron fieles en este mundo y que padecieron por su nombre: “Cuando
el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él,
entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas
las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las
ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su
izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi
Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo… Entonces
dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles”, (Mateo 25:31-34, 41). De esta forma el Señor en su
segunda venida hará distinción entre los justos e injustos, para darles su paga
conforme sus obras. También dice: De cierto os digo que hay algunos de los que
están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre
viniendo en su reino. Estas
palabras son un tanto difícil de interpretar porque parece que dice que algunos
de los que estaban allí, es decir los 12, no gustarían de la muerte hasta que
hayan visto al Señor venir en su reino. Eso quizás significa que no morirían hasta
verlo venir en su segunda venida, tal y como la Nueva Versión de la Biblia lo
traduce: “Les aseguro que algunos de los aquí presentes no
sufrirán la muerte sin antes haber visto al Hijo del hombre llegar en su reino”, (Mateo 16:28, NVI). No obstante, ninguno
de estos hombres logro ver a Jesús venir en su reino antes de morir, por lo que
esta interpretación no complace el entendimiento del que lee. Como sea, lo más
seguro es que el deseo de sus apóstoles fue el ver el regreso de su Señor antes
de morir, pero todos murieron anhelando su segunda venida. De igual forma
nosotros debemos vivir santa y piadosamente anhelando el pronto regreso de
nuestro Señor Jesucristo.
Me gustó mucho pues entendí muy bien lo que Dios quiere que tengo que despegar.r de todo pecado. Gracias mil gracias
ResponderBorrarMuy buenos me gusto
ResponderBorrarMuchísimas gracias!!! Bendiciones??
ResponderBorrarQué difícil es NEGARSE A SÍ MISMO.
ResponderBorrarES LUCHAR CONTRA UNO MISMO, PUES "EL PECADO MORA EN MI"
YO ESTOY LLENO DE PASIONES Y DESEOS PECAMINOSO,ME ES DIFÍCIL LUCHAR CONTRA MI MENTE, MIS SENTIMIENTOS Y VOLUNTAD.
SEÑOR AYUDAME FUERZAS NO TENGO PARA LUCHAR CONTRA MI VIEJO HOMBRE
SE QUE ES USTED QUIEN PRODUCE EL QUERER Y EL PODER POR SU BUENA VOLUNTAD,RECONOZCO MI DEBILIDAD,SE QUE PARA UD.NO HAY IMPOSIBLES Y LO NESECITO, GRACIAS SEÑOR DIOS TODO PODEROSO,SE QUE UD.HARA POR SU BUENA VOLUNTAD, GRACIAS POR MI SEÑOR JESUCRISTO, AMÉN.
Amén.
ResponderBorrarDOY GRACIAS A NUESTRO SEÑOR JESUCRITO.Y CADAVES QUE LEO APRENDO MAS LA PALABRA DIOS DE NUESTRO CREADOR DEL UNIVERSO SOY CATOLICO GLORIA ADIO AMEN
ResponderBorrarMuy aleccionador, gracias por publicar. Solo respecto al comentario en el ultimo parrafo, difiero, ya que en el pasaje que habla sobre la transfiguracion (Lucas 9:28-36) el Señor subio al monte llevando a Pedro, Juan y Jacobo para que fuesen testigos de Su transfiguracion mostrandoles Su divinidad y Su gloria en todo su esplendor. Por lo tanto con estos tres discipulos se cumplio la promesa de Jesus en Lucas 9:27 pues estos tres hombres no vieron la muerte sin antes a ver visto al Señor Glorificado (en su reino)
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