“El oído que escucha
las amonestaciones de la vida, entre los sabios morará. El que tiene en poco la
disciplina menosprecia su alma; más el que escucha la corrección tiene
entendimiento. El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; y a la honra
precede la humildad”.
Proverbios
15:31-32
INTRODUCCIÓN
La amonestación y la disciplina
son dos prácticas normales entre los padres y los hijos, y aunque al principio
no son placenteras, pero si lo hijos las atiende les ayuda a ser mejores
personas en el futuro. De igual forma Dios también nos amonesta a través de su
palabra en aquellas cosas que nos apartan de Él y nos conducen a la perdición,
y aún más, nos disciplina como a hijos amados. Lamentablemente hay muchos que
menosprecian sus amonestaciones y disciplina y por ello se condenan. Veamos
algunos ejemplos de personas que cometieron este error.
El rey Joacim quema el rollo despreciando la amonestación de Dios |
I.
PERSONAS QUE NO
ESCUCHARON LA AMONESTACIÓN DE DIOS.
El
deseo de Dios es que todos los hombres se salven y por ello constantemente los
está amonestando a través de su palabra por sus pecados, advirtiendo de las
terribles consecuencias que trae perseverar en esa vida; pero lamentablemente
muchos deciden no escuchar y persistir en ellos lo cual los lleva a la muerte
eterna. veamos en la Biblia el ejemplo de 3 hombres que fueron amonestados por
Dios por sus pecados y cómo ellos endurecieron sus corazones para no obedecer,
y por ello perecieron en su maldad.
1. Caín no escucho la amonestación de Dios y su pecado lo llevo al homicidio y destierro.
“Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has
ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?
Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado
está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de
él. Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando
ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató”.
Génesis 4:6-8
Caín
fue una de las tres personas que presentaremos en esta ocasión que no atendió
la amonestación del Señor y pago las consecuencias. Después que él y su hermano
presentaron sus ofrendas, el Señor rechazo la suya porque la de su hermano era
mejor, esto provoco que se molestara y se llenara de envidio y odio lo cual lo
llevo al asesinato. Si revisamos un versículo atrás nos damos cuenta que antes
de cometer este pecado, Caín desarrollo cierta clase de sentimientos y
pensamientos que lo llevaron al homicidio: “Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante”, (Génesis 4:5). La palabra ensañó nos sugiere que Caín
se llenó de celos porque la ofrenda de su hermano había sido mejor, y esto lo llevó
a la ira la cual lo condujo a la violencia. Tanto se turbó el espíritu de Caín
que su semblante decayó ya que su estado de ánimo se derrumbó. En este
versículo uno puede ver que detrás del homicidio se encuentran los peores
sentimientos que ven con desagrado y desdén la vida humana, prácticamente en
ellos no existe amor. Si Caín hubiese atendido la amonestación de Dios no
hubiese llegado a cometer tan terrible pecado. Por su pecado fue maldecido por
Dios y jamás la tierra le volvió a darle todo su fruto, sino fue errante: “Y Jehová dijo a
Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda
de mi hermano? Y él le dijo: ¿Qué has
hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora,
pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano
la sangre de tu hermano. Cuando labres
la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la
tierra. Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí
me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y
extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará. Y
le respondió Jehová: Ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será
castigado. Entonces Jehová puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera
que le hallara. Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de
Nod, al oriente de Edén”, (Génesis 4:9-16). Así terminó Caín por no
obedecer la palabra de Dios.
2. Joacim no escucho la amonestación de Dios y su pecado lo llevo al cautiverio.
“Y el rey estaba en la
casa de invierno en el mes noveno, y había un brasero ardiendo delante de él. Cuando Jehudí había leído tres o cuatro
planas, lo rasgó el rey con un cortaplumas de escriba, y lo echó en el fuego
que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió sobre el fuego que
en el brasero había. Y no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey y
todos sus siervos que oyeron todas estas palabras”.
Jeremías 36:
22-24
Joacim
fue rey de Judá en tiempos del profeta Jeremías a través del cual Dios había
anunciado la ruina que venía sobre toda la nación por causa de sus pecado, de
cómo caerían en manos del rey de Babilonia por sus rebeldías. Estas profecías habían
sido escritas en un rollo para que se leyesen delante del rey y todo su pueblo.
Sin embargo, cuando le leyeron al rey Joacim las palabras del royo este lo
tomo, lo rompió con un cortaplumas y lo echó al fuego. Así de terrible
desprecio la amonestación de Dios y por ello vino el castigo de Dios sobre su
vida: “Cuando
comenzó a reinar Joacim era de veinticinco años, y reinó once años en
Jerusalén; e hizo lo malo ante los ojos de Jehová su Dios. Y subió contra él
Nabucodonosor rey de Babilonia, y lo llevó a Babilonia atado con cadenas”,
(2 Crónicas 36.6). Así termino este hombre que no quiso obedecer a Dios.
3. Judas no escucho la amonestación del Señor y su pecado lo llevo a vender a su Maestro y al suicidio.
“Entonces Judas, el que
le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta
piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he
pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a
nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue
y se ahorcó”.
Mateo 27:3-5
Aquí
encontramos el triste final de un desdichado hombre que llego a cometer el
pecado terrible de vender por 30 piezas de platas a su Señor, Judas. Pero, ¿qué
llevó a Judas a cometer semejante pecado? La codicia. La Biblia nos muestras
que el pecado de Judas era la codicia la cual lo llevó a robar del fondo que
los discípulos tenían, ya que él era el tesorero, esto se deja ver en aquella
ocasión cuando Jesús fue ungido por María con una libra de nardo puro: “Entonces María tomó
una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús,
y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. Y dijo
uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de
entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado
a los pobres? Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque
era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. Entonces
Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto”,
(Juan 12:3-7). Judas jamás pudo decir que no recibió la amonestación de Dios,
ya que si bien es cierto Jesús aparentemente nunca lo reprendió por lo que hacía
al robar, muchas veces escucho sus enseñanzas tocantes a este problema. En
algunas ocasiones Jesús hablo acerca de la importancia de no hacerse tesoros en
la tierra donde el ladrón roba y el orín y la polilla corroen, sino en el
cielo, también hablo acerca de no afanarse por nada en este mundo sino confiar
en Dios, de buscar primeramente el reino de los cielos y su justicia y todo lo
demás vendría por añadidura, y en general abolió la avaricia diciendo que la
felicidad no consiste en la abundancia de bienes: “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda
avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes
que posee”, (Lucas 12:15). Tristemente Judas nunca atendió estas
amonestaciones y por ello dominado por su codicia Satanás lo llevo al horrible
pecado de vender a su Maestro, y luego de esto, el peso de su culpada
conciencia fue tan insoportable que termino suicidándose.
II.
SU AMONESTACIÓN Y
DISCIPLINA NOS CONDUCE A LA VIDA ETERNA.
Podemos
ver a través de estos tres ejemplos lo terrible que es no atender la
amonestación de Dios, ya que de lo contrario nuestros pecados nos controlará y
terminaremos siendo destruidos por él, por ello el libro de Proverbios dice: El oído que escucha
las amonestaciones de la vida, entre los sabios morará. El que tiene en poco la
disciplina menosprecia su alma; más el que escucha la corrección tiene
entendimiento. El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; y a la honra
precede la humildad. Nosotros debemos ser sabios y atender la
amonestación de Dios, su palabra, debemos arrepentirnos de nuestros pecados y
pedir perdón por ellos porque solo así alcanzaremos la vida eterna.
CONCLUSIÓN.
A
través de su palabra el Señor nos amonesta por nuestros pecados y nos dice que
es necesario arrepentirnos y convertirnos a Cristo, sin embargo, muchos
endurecen sus corazones y no atienden a sus amonestaciones, y rechazan su
disciplina, lo cual los lleva a cometer los peores pecados, como Caín que fue
el primer homicida, o Joacim que desprecio la palabra quemando el rollo de la
profecía de Jeremías, o Judas que vendió por codicia a su Maestro por 30
monedas de planta. Al final, todos estos y aquellos que siendo amonestados
persisten en su maldad perecen en ella y va a la condenación eterna. Pero
aquellos que escuchan atentamente la palabra de Dios, no despreciemos sus
amonestaciones, aceptando su disciplina y aferrémonos a la fe en Cristo Jesús
alcanzan la misericordia de Dios.
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