Poderosas Promesas (Juan 14:12-14)




“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”.
Juan 14:12-14

INTRODUCCIÓN


              Continuando con sus instrucciones personales a sus discípulos, llegamos a tremendas promesas, promesas que no solo fueron exclusivas para sus discípulos, sino para la iglesia. La verdad es que tenemos una gran bendición de tener estos versículos hoy en día, ya que nos presentan las ultimas palabras que Jesucristo dirigió a sus once apóstoles, esto sin duda, provee una gran fuente de riqueza espiritual para cada uno de nosotros que buscamos ser edificados por su palabra. Aquí encontramos una de las mas grandes y tremendas promesas que nosotros podemos tener, el pedir al Padre en su nombre, y ciertamente, esto es algo que ninguna religión tiene, ninguno de sus falsos dioses o lideres religiosos han hablado prometiendo semejantes promesas, promesas de poder que les permite a aquellos que creen, el hacer obras mayores a las que su propio Maestro hizo.


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Poderosas Promesas 


MAYORES OBRAS HARÁN


“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre”.
Juan 14:12

               La verdad es que no ha existido un ministerio de mayor impacto que el de nuestro Señor Jesús. Desde que inicio su ministerio su fama se difundió por toda Galilea: “Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó. Y le siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán”, (Mateo 4:23-25). Como vemos aquí el ministerio de Jesús consistió en predicar el evangelio, enseñar las verdades espirituales y sanar a los enfermos, y a lo largo de este realizo muchas señales que confirmaron su deidad, y definitivamente, ningún otro profeta antes que Él llego a realizar grandes portentos. En la mente de los judíos se encontraban algunos hombres que Dios levanto y que gozaron de su respaldo, por ejemplo, tenemos a Moisés, el hombre que hablo directamente con Dios y realizo grandes portentos, azoto a Egipto con las 10 plagas, dividió las aguas del mar rojo para que Israel pasase al otro lado a salvo, hizo descender maná del cielo e hizo brotar agua de la roca; pero en esto Jesús no se quedo atrás, ya que como Moisés, el domino los elemento de la naturaleza al caminar sobres las aguas  (Juan 6:16-21) y calmar tempestades  (Mateo 8:23-27), aparte de que Él es el pan que descendió del cielo y que trae vida eterna  (Juan 6:35), de esta forma Jesús demostró ser superior a Moisés: “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios. Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo. Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios. Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”, (Hebreos 3:1-6). También tenemos a Josué, un hombre que gozo del respaldo de Dios para destruir naciones enteras y conquistar la tierra de Canaán, tanto así que incluso el sol y la luna le obedecieron cuando les mando que se detuvieran para terminar de conquistar a sus enemigos. Pero en todo, Jesús fue superior a Josué ya que este no logro que el pueblo entrare en el reposo de Dios, pero Jesús, quien conquisto el imperio de la muerte a través de su resurrección, trae el verdadero reposo para el creyente: “Si Josué les hubiera dado el reposo, Dios no habría hablado posteriormente de otro día. Por consiguiente, queda todavía un reposo especial para el pueblo de Dios; porque el que entra en el reposo de Dios descansa también de sus obras, así como Dios descansó de las suyas”, (Hebreos 4:8-10). De igual forma, tenemos el ministerio de Elías y Eliseo, que entre los milagros que realizaron, estaban la resurrección de muertos, pero Jesús no se quedó atrás, ya que las Escrituras testifican que Él resucito a la hija de Jairo (Mateo 9:18-26), al hijo de la viuda de Naín (Lucas 7:11-17) y a Lázaro  (Juan 11:38-44), y aún más, también Él resucito al tercer día y resucitara en el día postrero a todos aquellos que creen, algo que ni Elías y Eliseo no son capaces de hacer. De igual forma, Jesús en su estilo de predicación y enseñanza de las Escrituras superó a todos los profetas y aun al mismo Salomón, tanto que la gente se quedo maravillada de su autoridad al enseñar la palabra: “Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas”, (Mateo 7:28-29). En Mateo también se nos narra una jornada de milagros y portentos que Jesús realizo, lo cual supera en gran manera a todos los profetas y hombres que Dios haya levantado antes de Cristo, por ejemplo, tenemos la sanidad de un leproso (Mateo 8:1-4), la sanidad del criado de un centurión  (Mateo 8:5-13), la sanidad de la suegra de Pedro (Mateo 8:14-17), Jesús calma la tempestad (Mateo 8:23-27), la liberación de los endemoniados gadarenos (Mateo 8:28-34), la sanidad de un paralitico (Mateo 9:1-8), la resurrección de la hija de Jairo y la sanidad de la mujer con flujo de sangre (Mateo 9:18-26) y dos ciegos reciben la vista (Mateo 9:27-31). Estos solo son algunos milagros que nuestro señor Jesús realizo, y difícilmente podemos encontrar a otro líder religioso que pueda comparársele en señales y autoridad.

                Nos queda muy claro la superioridad de Cristo en cuanto a señales y autoridad, sin embargo, aquí nos esta dando una promesa poderosa y tremenda para todos los cristianos: De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. Jesús promete que aquellos que crean en Él, las obras que hizo, harán, y mayores. De alguna manera, las obras de Cristo habrían de seguir a través de sus seguidores, y la iglesia primitiva creció gozando del respaldo del Espíritu Santo en todo lo que hacían: “Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; más el pueblo los alababa grandemente. Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres; tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que, al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados”, (Hechos 5:12-16). A lo largo de la historia de la iglesia hemos visto como estas palabras se han cumplido y hombres sencillos pero de fe llevaron el evangelio a naciones paganas que experimentaron tremendos cambios, así tenemos a William Carey en la India, David Livingston en el África, David Brainerd en el norte de América, Hudson Tailor en el interior de la China, y así otros realizaron grandes obras evangelizadoras a donde fueron cambiando no solo a las personas sino sus aspectos culturales paganos que iban en contra de la palabra de Dios. También la iglesia a pasados por tremendos periodos de avivamientos, donde el evangelio ha impactado poderosamente a través de la predicación y obras de hombres de fe, tal y como ocurrió de John Wesley, Charles Spurgeon, Jonathan Edwards, D. L Moody, George Müller, entre otros. Hoy en día, nosotros, la iglesia, no debemos olvidar estas promesas, porque si creemos, esta promesa es también para nosotros: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.

PEDID EN EL NOMBRE DE JESÚS

       
"Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”.
Juan 14:13-14

      Aquí tenemos otra tremenda promesa que hace posible la anterior, pedir al Padre en el nombre de Jesús. Ciertamente Jesús prometió que su iglesia realizaría grandes obras, pero estas son posibles porque todas se hacen en el nombre de Jesús. Uno puede ver como los apóstoles sanaron enfermos en el nombre de Jesús: “Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”, (Hechos 3:6). También Pablo echaba fuera demonios en el nombre de Jesús a tal punto que los hijos de Esceva intentaron imitarlo, pero fracasaron, porque esta promesa es solo para los cristianos: “Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos”, (Hechos 19:13-16). De igual forma, hoy en día nosotros los cristianos podemos pedirle a Dios su respaldo y que nuestras peticiones vayan dirigidas en el nombre de nuestro Señor Jesús ya que esta es su promesa: Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.


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