“Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón,
y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y
Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de
Israel. Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de
Egipto mis señales y mis maravillas”.
Éxodo 7:1-3
INTRODUCCIÓN
Continuamos con el estudio de la sinopsis del libro de Éxodo en su segunda parte. En la última oportunidad consideramos las generalidades de este libro en cuanto a su autoría, fechas y lugar donde se dio el éxodo. También consideramos el llamamiento de Moisés y sus 40 años en el desierto. Ahora vamos a estudiar dos temas importantes en el libro de Éxodo, las 10 plagas de Egipto y la institución de la pascua. La parte de las plagas de Egipto están descritas en Éxodo 7-11; 12:29-36, y la celebración de la pascua aparece en Éxodo 12:1-28. Prácticamente el tema de las 10 plagas abre con estos versículos: “Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas”. Dios había escogido a Moisés para liberar a su pueblo de Egipto, pero faraón habían endurecido su corazón para no hacerlo, por ello, el Señor multiplicaría sus señales y maravillas para demostrar que realmente Él es Dios.
Las 10 plagas |
LAS 10 PLAGAS, UNA RESPUESTA A FARAÓN DE: ¿QUIÉN ES DIOS?
“Después
Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios
de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto. Y
Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel?
Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel”.
Éxodo 5:1-2
Cuando Moisés y
Aaron se presentaron por primera vez ante faraón con la petición de que dejara
en libertad a su pueblo, este pregunto: ¿Quién es
Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel?. Ante la
pregunta de faraón, quién es Dios, el Señor despliega todo su poder en contra
de Egipto a través de las 10 plagas. Las 10 plagas son milagros
extraordinarios que Dios realizó en Egipto como señales indiscutibles de su
soberanía sobre cualquier dios y prácticamente estas tenían los siguientes
propósitos: (a) Demostrarle a faraón y sus súbditos, que Jehová es Dios
soberano y Todopoderoso. (b) Dejar en ridículo a cada dios
egipcio. (c) Endurecer el corazón de faraón hasta llevarlo a su
mismo fin. (d) Castigar a los egipcios por haber oprimido como
esclavos a los hebreos. (e) Lograr que Egipto se rinda y dejen
libres a los hebreos. Veamos entonces en qué consistió cada una de las
10 plagas.
La primera plaga: El Nilo se convierte en sangre.
“Así ha
dicho Jehová: En esto conocerás que yo soy Jehová: he aquí, yo golpearé con la
vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en
sangre. Y los peces que hay en el río morirán, y hederá el río, y los
egipcios tendrán asco de beber el agua del río. Y Jehová dijo a Moisés: Dí a
Aarón: Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus
ríos, sobre sus arroyos y sobre sus estanques, y sobre todos sus depósitos de
aguas, para que se conviertan en sangre, y haya sangre por toda la región de
Egipto, así en los vasos de madera como en los de piedra. Y Moisés y Aarón
hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara golpeó las aguas que había en
el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en
el río se convirtieron en sangre. Asimismo, los peces que había en el río
murieron; y el río se corrompió, tanto que los egipcios no podían beber de él.
Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto. Y los hechiceros de Egipto hicieron
lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció, y no los
escuchó; como Jehová lo había dicho. Y Faraón se volvió y fue a su casa, y no
dio atención tampoco a esto”.
Éxodo 7:17-22
La primera plaga consistió en convertir
las aguas del rio Nilo en sangre, prácticamente este juicio consistió
en volver en sangre no solo las aguas del río, sino también toda fuente de agua
como sus arroyos, estanques y depósitos de agua. Dios le ordenó a Moisés que
con su vara golpeara las aguas del Nilo y al hacerlo se convirtieron en sangre,
y la palabra hebrea que se traduce como sangre es dam (דָּם).
El Nilo era una fuente de abastecimiento de agua y vida para los egipcios y de
hecho creían que Hapi, el dios del Nilo, provocaba una vez al año provocaba
inundaciones que a su vez traía la fertilidad sobre todo Egipto, sin embargo, aquí
Dios está derrotando a Hapi, el dios del Nilo, destruyendo esta
fertilidad, provocando la mortandad de los peces y contaminando toda fuente de
agua al convertirse en sangre. Aun así, la misericordia de Dios se deja ver en
que las aguas subterráneas no fueron contaminadas y les permitió a los egipcios
beber agua, con todo, faraón no se arrepintió: “Y Faraón se volvió y fue a su casa, y no dio atención
tampoco a esto. Y en todo Egipto hicieron pozos alrededor del río para beber,
porque no podían beber de las aguas del río”, (Éxodo 7:23-24).
La segunda plaga: Las ranas invaden Egipto.
“Y
Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos,
arroyos y estanques, para que haga subir ranas sobre la tierra de Egipto.
Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas
que cubrieron la tierra de Egipto. Y los hechiceros hicieron lo mismo con
sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto”.
Éxodo 8:5-7
La
segunda plaga es la de ranas. La palabra hebrea que se traduce como rana es tsefardéa
(צְפַרְדֵּעַ), la cual,
literalmente significa “saltador del pantano”, por lo que las diferentes
traducciones de la Biblia la presentan como ranas. Esta plaga consistió
en una invasión de ranas que literalmente saltaron de la orilla del rio a la
tierra y cubrieron todo Egipto. Esta plaga fue un ataque directo
en contra de la diosa Heket, la cual era diosa con cabeza de rana la
cual creían que favorecía los partos y la fertilidad. En esta ocasión, faraón
clama a Moisés para que el azote provocado por la invasión de las ranas le sea
quitado: “Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón,
y les dijo: Orad a Jehová para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y
dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová”, (Éxodo
8:8). Moisés escucho la petición de faraón, pero cuando Dios quitó la plaga, el
corazón de faraón volvió a endurecerse: “E hizo
Jehová conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de
los cortijos y de los campos. Y las juntaron en montones, y apestaba la tierra.
Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los
escuchó, como Jehová lo había dicho”, (Éxodo 8:13-15).
La tercera plaga: Los piojos.
“Y ellos
lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de
la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las
bestias; todo el polvo de la tierra se volvió piojos en todo el país de Egipto.
Y los hechiceros hicieron así también, para sacar piojos con sus
encantamientos; pero no pudieron. Y hubo piojos tanto en los hombres como en
las bestias. Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste.
Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había
dicho”.
Éxodo 8:17-19
De
acuerdo a la RV60, la tercera plaga fue la de piojos. Sin
embargo, encontramos una diferencia en otras versiones de la Biblia, ya que
suelen traducir esta palabra no como piojo, sino como zancudo o mosquito, por
ejemplo, de acuerdo a la Nueva Versión Internacional de la Biblia,
se hace la afirmación que la tercera plaga fue la de mosquitos o zancudos:
“Así lo hizo. Y Aarón extendió su brazo, golpeó el
suelo con la vara, y del polvo salieron mosquitos que picaban a hombres
y animales. En todo Egipto el polvo se convirtió en mosquitos”,
(Éxodo 8:17, NVI). Entonces, ¿la tercera plaga fue de mosquitos o piojos?
Para comprenderlo mejor consideremos la palabra hebreo de donde se está
traduciendo piojo o mosquito, esta es ken (כֵּן),
y literalmente esta palabra significa “animal que pica”. Entonces,
¿qué clase de animal que pica era, ¿zancudo? o ¿piojo? Bueno, ambos animales
entran en esa categoría. Quizás, el hebreo por ser un idioma que llaman pobre
por utilizar una sola palabra para describir muchas cosas vuelve muy difícil la
traducción exacta de la palabra. Algunos dicen que cuando Casiodoro de Reina
tradujo su versión, la Biblia del Oso, de donde vendría la RV60, tradujo esta
palabra como piojo, porque en España existían terribles plagas de piojos con
los cuales las personas estaban familiarizados. Sin embargo, cuando elaboraron
la Septuaginta, tradujeron esta palabra del hebreo al griego como mosquito,
porque en el área en donde hicieron dicha traducción, Alejandría, los mosquitos
abundaban y por ello, algunos traductores modernos de la Biblia, como la Nueva Versión
Internacional, entre otros, lo traducen como mosquito o zancudo. Hoy por
hoy, nadie podría aseverar si fueron piojos o mosquitos u otro insecto que
pica, los que azotaron a los egipcios, sin embargo, estos se levantaron del
polvo de la tierra para atormentar con sus picaduras, no solo a hombres, sino a
los animales. Podemos ver como progresivamente las plagas fueron
ampliando su nivel de azote ya que hasta el momento no habían tocado a las
personas, pero ahora, a través de las picaduras, eran afectados. Tan dura fue
esta plaga que los hechiceros no pudieron imitarla y reconocieron que era obra
de Dios. Los egipcios tenían un dios al cual adoraban como el benefactor
de la fertilidad de la tierra, Geb, sin embargo, ante esta plaga que surgía
directamente del polvo de la tierra, Geb, no pudo hacer nada y aquello
que era tan sagrado para ellos se volvió un azote, tanto que hasta los
mismos hechiceros reconocieron la mano de Dios en este portento. Aun con este
terrible azote que afecto tanto a hombres como animales que sufrieron de muchas
picaduras, faraón no se arrepintió.
La cuarta plaga: El enjambre de moscas.
“Y
Jehová lo hizo así, y vino toda clase de moscas molestísimas sobre la casa de
Faraón, sobre las casas de sus siervos, y sobre todo el país de Egipto; y la
tierra fue corrompida a causa de ellas”.
Éxodo 8:24
De
acuerdo a la RV60 y muchas otras traducciones, la cuarta plaga fue una
densa nube molestísima de moscas las cuales invadieron todo Egipto. Sin
embargo, hay otras traducciones como la Nueva Versión
Internacional de la Biblia que al traducir de los textos hebreos afirman
que la cuarta plaga fue una densa nube de tábanos: “Y así lo hizo el Señor. Densas nubes de tábanos irrumpieron
en el palacio del faraón y en las casas de sus funcionarios, y por todo Egipto.
Por causa de los tábanos, el país quedó arruinado”, (Éxodo 8:24.
NVI). Si se considera el texto hebreo nos damos cuenta que en este no se
encuentra el nombre específico del insecto, sino solo se dice que Dios levantó
una arób (עָריב), la cual,
literalmente significa enjambre o multitud de insectos. Por tanto, aquel
día Dios levantó una densa nube de insectos que fueron molestísimos en gran
manera a los egipcios. ¿Qué clase de insecto fue? ¿El texto hebreo no
lo dice? Lo que si nos sugiere esta palabra hebrea es que eran enjambres
grandes de insectos que zumbaban al volar y al ser así, podrían ser moscas que
serian una consecuencia directa de la putrefacción que se había esparcido en
toda la tierra debido a los peces muertos y los miles de ranas muertas. Por
otro lado, los judíos que elaboraron al Septuaginta tradujeron del hebreo al
griego como “mosca”, pero según se cree no se referían a la mosca común sino a
una especie de insecto conocido como tábano, el cual, al igual que el zancudo,
se alimenta de sangre, con la diferencia que su mordedura es dolorosa y provoca
enrojecimiento, tan fuerte es su mordedura que es capaz de atravesar la piel de
burros y caballos. Como sea, ambos insectos zumban al volar en enjambre y la
palabra hebrea sugiere que el cielo se lleno de estos animales oscureciendo
posiblemente el sol. Los egipcios tenían un dios llamado Jepri, el cual
era representado como un enorme escarabajo que empujaba el disco solar y ahora
Dios con sus enjambres de insectos derrotaba a este dios y a todas aquellas
deidades relacionadas con el sol y la mañana. A partir de aquí, las
plagas atacan únicamente a los egipcios y mantiene a la tierra de gocen a salvo
que era donde los hebreos estaban establecidos: “Y
aquel día yo apartaré la tierra de Gosén, en la cual habita mi pueblo, para que
ninguna clase de moscas haya en ella, a fin de que sepas que yo soy Jehová en
medio de la tierra”, (Éxodo 8:22). Una vez más, faraón pide a Moisés
que ore por él para que la plaga le sea quitada: “Dijo
Faraón: Yo os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificios a Jehová vuestro Dios en
el desierto, con tal que no vayáis más lejos; orad por mí”, (Éxodo
8:28). Sin embargo, cuando la plaga cesó, el corazón de faraón volvió a
endurecerse.
La quinta plaga: La enfermedad en el ganado.
“He aquí
la mano de Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos,
asnos, camellos, vacas y ovejas, con plaga gravísima… Al día siguiente Jehová
hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; más del ganado de los hijos de
Israel no murió uno”.
Éxodo 9:3, 6
La
quinta plaga que vino sobre la tierra de Egipto fue la enfermedad sobre
el ganado. La palabra de donde se traduce ganado es la palabra hebrea micné
(מִקְנֶה), y se refiere a todo
animal domesticado y usado en el comercio, trabajo y transportación, como los
caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, sobre estos calló una plaga
gravísima que mato a todo el ganado. La palabra hebrea que se traduce como
plaga es deber (דֶּבֶר), la
cual hace referencia a una pestilencia mortal capaz de matar de un día para
otra a todo el ganado. Hasta el momento, las plagas solo habían sido
una molestia para la vida de los egipcios, pero no les había tocado la parte
material o económica, pero a partir de aquí comienzan a experimentar pérdidas
económicas al ver su ganado muerto. En este caso, solo el ganado egipcio murió,
más no el de los israelitas. En Egipto existía una deidad llamada Apís,
un dios en forma de toro que era muy reverenciado en esta tierra, además,
existían otras deidades en forma de vacas sagradas, a todos estos Dios dirige
su quita plaga y ningún dios pagano fue capaz de evitar esta plaga. Con
todo, el corazón de faraón se endureció aun más y no dejó ir libre a su pueblo.
La sexta plaga: Las úlceras sobre hombres y animales.
“Y
Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Tomad puñados de ceniza de un horno, y la
esparcirá Moisés hacia el cielo delante de Faraón; y vendrá a ser polvo sobre
toda la tierra de Egipto, y producirá sarpullido con úlceras en los hombres y
en las bestias, por todo el país de Egipto. Y tomaron ceniza del horno, y se
pusieron delante de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo; y hubo
sarpullido que produjo úlceras tanto en los hombres como en las bestias. Y los
hechiceros no podían estar delante de Moisés a causa del sarpullido, porque
hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los egipcios”.
Éxodo 9:8-11
Después,
el Señor les ordenó tomar ceniza del horno y esparcirla hacia el cielo y esto
produjo la sexta plaga, la de las úlceras en hombres y animales. De
acuerdo al texto bíblico, la ceniza de horno arrojada al cielo produjo un polvo
sobre todo el territorio de Egipto, lo cual produjo un sarpullido que provocó
las úlceras. La Nueva Versión Internacional de la Biblia dice que las úlceras
eran llagas purulentas: “La ceniza se esparcirá como
polvo fino sobre toda la tierra de Egipto y provocará llagas purulentas en las
personas y en los animales por todo el territorio”, (Éxodo 9:9,
NVI). No se sabe que clase de enfermedad fue la que produjo las úlceras, de hecho,
la palabra hebrea de donde se traduce úlcera es ababbúa (אֲבַעְבֻּעָה), la cual hace referencia a
una erupción inflamatoria en la piel. Con la sexta plaga, Dios comienza a tocar
la salud de los egipcios, incluyendo los hechiceros que entraron en desesperación
por causa de este azote, así, ya no solo la economía del país estaba en crisis,
sino también la parte religiosa de la nación. Los egipcios consideraban a
Imhotep como el dios de la medicina y a Sejmet como la diosa de la guerra,
venganza y curación, aun con todos sus dioses, ninguno pudo ayudarlos para
evitar esta plaga que toco su salud. Con todo, el corazón de faraón se
endureció aún más y no dejó libre al pueblo de Dios.
La séptima plaga: La lluvia de granizo.
“He aquí
que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en
Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora. Envía, pues, a recoger tu
ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se
halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá sobre él, y
morirá”.
Éxodo 9:18-19
El
nivel de angustia va incrementando conforme las plagas continúan y esto lo
vemos en la séptima plaga, la lluvia de granizo. Para este
momento los egipcios estaban gravemente golpeados por las plagas anteriores, la
primera había hecho no potable el agua del Nilo y los peces habían muertos, la
de ranas, piojos y moscas habían causado gran incomodidad en ellos, la plaga
sobre el ganado había afectado la parte económica y su fuerza de trabajos, y la
de úlceras la salud y estabilidad religiosa de los egipcios. Ahora, la séptima
plaga no solo mataría a los hombres y animales que no estuvieran bajo techo,
sino agotaría parte del recurso alimenticio de la nación: “Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan
grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada. Y
aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo,
así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del
campo, y desgajó todos los árboles del país. Solamente en la tierra de Gosén,
donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo”, (Éxodo 9:24-26).
Esta plaga debió atemorizar a todo Egipto y ninguno de sus dioses pudo
evitarlo, ni Shu, la diosa de los fenómenos atmosféricos no violentos; ni
Neper, el dios protector de las cosechas; ni Nepit, diosa del grano, ni ningún
otro dios egipcio fue capaz de impedir esta plaga. El temor llego a
faraón quien pidió a Moisés que orara por él: “Entonces
Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez;
Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos. Orad a Jehová para que cesen los
truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más”,
(Éxodo 9:27-28). Sin embargo, después que la plaga cesó, el corazón de faraón
volvió a endurecerse, sin embargo, se perdió la cebada, recurso alimenticio, y
el lino, recurso para elaborar su ropa, pero el trigo y el centeno
permanecieron intactos: “El lino, pues, y la cebada
fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña. Mas
el trigo y el centeno no fueron destrozados, porque eran tardíos”,
(Éxodo 9:31-32).
La octava plaga: Las langostas.
“Y
extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento
oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la
mañana el viento oriental trajo la langosta. Y subió la langosta sobre toda la
tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad
como no la hubo antes ni la habrá después; y cubrió la faz de todo el país, y
oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de
los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en
hierba del campo, en toda la tierra de Egipto”.
Éxodo 10:13-15
Con el hecho de haber dejado
intacta el trigo y el centeno, Dios mostraba su misericordia a un pueblo
idolátrico y al mismo faraón, por ello en esta ocasión sus funcionarios van y
le ruegan a faraón que deje ir a los hebreos para que cesen las plagas, ya que
prácticamente la nación estaba colapsando: “Entonces
los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será este hombre un lazo para
nosotros? Deja ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová su Dios. ¿Acaso no
sabes todavía que Egipto está ya destruido?”, (Éxodo 10:7). Sin
embargo, faraón no llega a ningún acuerdo con Moisés y como consecuencia viene la
octava plaga, la invasión de las langostas, las cuales consumieron la
hierba de la tierra, el fruto de los arboles y todo aquello que el granizo no
había destruido, las langostas lo consumieron, provocando una verdadera crisis
alimenticia en el país de Egipto. Una vez más, los dioses protectores de
las cosechas, Neper y Nepit, no lograron ayudar a los egipcios en esta
oportunidad, quedando claro la soberanía y poder de Dios. Ante esto,
faraón volvió a clamar a Moisés para que oraran por él, pero una vez la plaga
le fue quitada, su corazón volvió a endurecerse: “Entonces
Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová
vuestro Dios, y contra vosotros. Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado
solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos
esta plaga mortal. Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a Jehová.
Entonces Jehová trajo un fortísimo viento occidental, y quitó la langosta y la
arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el país de Egipto. Pero
Jehová endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó ir a los hijos de
Israel”, (Éxodo 10:16-20).
La novena plaga: Las tinieblas.
“Jehová
dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre
la tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe. Y extendió Moisés su mano
hacia el cielo, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por
tres días. Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres
días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones”.
Éxodo 10:21-23
Después de esto, la novena
plaga fue la de las tinieblas. En este caso vendrían sobre Egipto una
densa oscuridad que impediría la visión alrededor y duraría 3 días, sin
embargo, como las 5 plagas anteriores, esta no toco la tierra de Gosén donde se
encontraban los hijos de Israel. La palabra hebrea que se traduce como
tinieblas es kjoshék (חשֶׁךְ), y
describen una densa oscuridad tenebrosa, así que podemos imaginarnos el terror
que los egipcios experimentaron durante estos tres días ya que ninguno de
sus dioses fue capaz de salvarlos de esta plaga, ni siquiera Ra, el dios del
sol y del origen de la vida pudo evitar que la mano soberana de Dios se moviera.
Al final, faraón vuelve a llamar a Moisés, pero no logra ponerse de acuerdo
para dejarlos libres y le amenaza de que si lo vuelve a ver moriría,
presagiando la siguiente plaga que vendría: “Pero
Jehová endureció el corazón de Faraón, y no quiso dejarlos ir. Y le dijo
Faraón: Retírate de mí; guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier
día que vieres mi rostro, morirás. Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré
más tu rostro”, (Éxodo 10:27-29).
La décima plaga: La muerte de los primogénitos.
“Dijo,
pues, Moisés: Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de
Egipto, y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de
Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está
tras el molino, y todo primogénito de las bestias. Y habrá gran clamor por toda
la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá. Pero contra todos los
hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua,
para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los
israelitas”.
Éxodo 11.4-7
Con esta plaga, la décima,
la muerte de los primogénitos, Dios daría el último azote sobre los
egipcios que los dejaría desbastados. Esta plaga atacaría principalmente
a faraón, el cual era considerado como un dios, y esta plaga le arrebataría la
vida de su primogénito. En este caso, el Señor les da instrucciones
claras a los israelitas para protegerse de la plaga que venia sobre los
egipcios: “Pues yo pasaré aquella noche por la
tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de
los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de
Egipto. Yo Jehová. Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros
estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de
mortandad cuando hiera la tierra de Egipto”, (Éxodo 12:12-13). Dios
es claro al declarar que esta plaga juzgaría tanto a los hombres, como a las
bestias, como a los dioses de Egipto. Lo cierto es que esta plaga fue terrible
en gran manera, tanto, que al final, faraón dejó en libertad a Israel: “Y aconteció que a la medianoche Jehová hirió a todo
primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se
sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que estaba en la
cárcel, y todo primogénito de los animales. Y se levantó aquella noche Faraón,
él y todos sus siervos, y todos los egipcios; y hubo un gran clamor en Egipto,
porque no había casa donde no hubiese un muerto. E hizo llamar a Moisés y a
Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos
de Israel, e id, servid a Jehová, como habéis dicho”, (Éxodo
12:29-31).
LA PASCUA
“Y
Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos
corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua”.
Éxodo 12:21
Después de anunciar
la plaga número 10 al final del capítulo 11, el libro de Éxodo hace un
paréntesis para anunciar la institución de una de las fiestas más antiguas e
importantes de los israelitas, la pascua. La palabra pascua se
traduce del hebreo Pésakj (פֶּסַח),
y literalmente significa “pasar de largo”, pues hace
referencia al hecho de que cuando el destructor pasara y viera la sangre
aplicada en los dos postes y en el dintel de las casas, este pasaría de largo:
“Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y
cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella
puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir”,
(Éxodo 12:23). La palabra hebrea que la RV60 traducen como “heridor” es shakját
(שָׁחַת), la cual ha sido
traducido por otras versiones de la Biblia como el destructor, ángel de la
muerte o el exterminador. La pascua es una fiesta anual, de carácter
religioso, que se celebra por los israelitas como conmemoración a su salida de
la esclavitud Egipto y donde recuerdan las señales y portentos milagrosos que
Dios realizo para liberarlos. Se ha dicho que la pascua es para Israel
como lo es el día de la independencia que se celebra en algunos países del
mundo. Consideremos los aspectos importantes de esta celebración:
1. La pascua determino el primer mes en el calendario hebreo: “Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año”, (Éxodo 12:2). Dios estableció que ese mes en el cual serian liberados de su esclavitud sería el primer mes del año de su calendario, este mes fue llamado en su principio Abib (Éxodo 13:4; 23:15; Deuteronomio 16:1). Sin embargo, después del cautiverio babilónico se cambio el nombre a Nisán, el nombre arameo que se le daba (Nehemías 2:1). El calendario hebreo es lunar, a diferencia del calendario gregoriano que hoy usamos y que es solar, por eso, el año de ellos consta de 360 días y no de 365. De hecho, la palabra mes en Éxodo 12:2 se traduce del hebreo kjódesh (חידֶשׁ), significa, “contar desde la luna nueva”.
2. Durante la pascua se sacrificaría un cordero por familia: “Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero”, (Éxodo 12:3-4). A diferencia de las otras fiestas, la pascue es una fiesta para celebrar solo con la familia.
3. Se tendría que sacrificar un cordero perfecto, macho de un año, siendo esto una figura de Cristo: “El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes”, (Éxodo 12:5-6). Este tendría que ser sacrificado en el atardecer, que es el principio del nuevo día para los israelitas.
4. El cordero fue sacrificado como un sustituto del primogénito de Israel, esto es otra figura de Cristo: “Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer”, (Éxodo 12:7).
5. Durante la pascua se tendría que comer la carne asada al fuego, panes sin levadura y hierbas amargas: “Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas”, (Éxodo 12:8-9).
6. Los israelitas tendrían que comer vestidos como viajeros apresurados ya que estaban conmemorando su pronta partida de Egipto: “Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová”, (Éxodo 12:11).
7. La pascua fue instituida como una fiesta anual que los israelitas tenían que celebrar por perpetuidad y a esta se le agrego la fiesta de los panes sin levadura: “Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis. Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel. El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer”, (Éxodo 12:14-16).
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