La multitud escoge a Barrabas (Mateo 27:15-23 )


 

“Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? Porque sabía que por envidia le habían entregado. Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él. Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!”.

Mateo 27:15-23 

INTRODUCCIÓN

              Ahora vemos la presión que Pilato experimento al ver la firme intención de los principales sacerdotes y ancianos de los judíos de condenar a muerte a un hombre que según su juicio era inocente. Ya las acusaciones habían sido hechas en contra del Señor Jesús, había sido acusado de ser un sedicioso, que incitaba a la gente a no pagarle impuestos al César y se había proclamado como rey, sin embargo, aun con todo esto, Pilato no encontraba una causa suficientemente contundente para condenarlo a muerte y por ello se enfrenta a una difícil situación; hacer lo correcto pero difícil liberando a Jesús o simplemente condenar a muerte a un inocente con tal de no tener problemas políticos.

 

Jesús-Barrabás
Jesús y Barrabás

¿A QUIÉN ESCOGÉIS?

 

“Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? Porque sabía que por envidia le habían entregado”.

Mateo 27:15-18

                      Pilato era una persona de experiencia en su puesto y sabia reconocer a un sedicioso al verlo y sabía que Jesús no era uno de ellos,  pero por otro lado tenía la presión de los lideres religiosos de los judíos que lo presionaban para condenarlo a muerte, pero al enterarse de que era galileo, decidió enviárselo a Herodes Antipas que para aquellos días se encontraba en Jerusalén, obviamente esto fue una forma de evadir la responsabilidad de juzgar a un hombre inocente, esto lo vemos en Lucas: “Entonces Pilato, oyendo decir, Galilea, preguntó si el hombre era galileo. Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que en aquellos días también estaba en Jerusalén. Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo que deseaba verle; porque había oído muchas cosas acerca de él, y esperaba verle hacer alguna señal. Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió. Y estaban los principales sacerdotes y los escribas acusándole con gran vehemencia. Entonces Herodes con sus soldados le menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y volvió a enviarle a Pilato. Y se hicieron amigos Pilato y Herodes aquel día; porque antes estaban enemistados entre sí”, (Lucas 23:6-12). No obstante, esto no funciono ya que Herodes no hizo más que burlarse de Jesús y enviárselo de nuevo a Pilato. De esta manera nuestro Señor sufría el escarnio y abuso de sus enemigos. Recordemos que ya anteriormente había sido abofeteado y escupido por los miembros del Sanedrín que lo acusaron de blasfemia: “Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban, diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó”, (Mateo 26:67-68). Después de los desprecios de Herodes, Jesús fue llevado nuevamente ante Pilato, el cual después de volver a considerar el caso les dice a los lideres religiosos de los judíos que ningún delito había encontrado en Él: “Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al pueblo, les dijo: Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis. Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre. Le soltaré, pues, después de castigarle. Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta”, (Lucas 23:13-17). Aquellos hombres presionaban a Pilato para que Jesús fuese condenado a muerte, pero, este buscaba la forma de no hacerlo, por eso tomo ventaja de una tradición que se daba en aquellos días donde se solía soltar a un prisionero durante las fiestas: Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. No se sabe en que momento inicio esta tradición, posiblemente fue inspirada por la fiesta de la pascua que conmemoraba la salida de Israel de la esclavitud de Egipto, o a lo mejor, era una tradición romana, y de allí que se acostumbraba liberar un preso para este tiempo. Por ello, Pilato presenta a la muchedumbre dos personas, a un hombre reconocido como un terrible criminal y a Jesús, creyendo que lo mas sensato seria liberar a Jesús y condenar al criminal: Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? Porque sabía que por envidia le habían entregado. Pilato sabia que los lideres religiosos de los judíos habían entregado a Jesús por envidia, y esta palabra, envidia, se traduce del griego fzonos (φθόνος), la cual describe el sentimiento de disgusto producido al ser testigo u oír de la prosperidad de otros. Estos hombres perversos estaban envidiosos de la autoridad y santidad de Cristo, de su poder para sanar enfermos y su expulsar demonios, de la popularidad que gozaba delante de la gente, y por eso deseaban matarlo.

               Ahora bien, ¿quién era Barrabas? Literalmente su nombre significa “hijo del padre” y este nombre proviene del arameo Bar Abba (בר אבא), lo cual ha hecho especular a muchos y llegar a creer que Barrabas no era un nombre propio, sino un calificativo para referirse al hijo de un hombre principal de la aristocracia judía que se había involucrado en crímenes. Otros, como Orígenes, llegaron a especular que el nombre de este criminal era Jesús, ya que Jesús era un nombre muy común en estos tiempos, y para diferenciarlo de la persona de nuestro Señor Jesucristo, le llamaron Barrabas, y aún más, otros afirman que en los primeros manuscritos de este evangelio se le había llamado Jesús a este criminal y los cristianos decidieron cambiarle el nombre a Barrabas para no llamarle igual que a su Maestro, pero al final, todas estas son suposiciones que no poseen evidencias. De acuerdo a Lucas, Barrabas era un sedicioso y homicida: “Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio”, (Lucas 23:19). Y Juan nos dice que Barrabas era también un ladrón: “Entonces todos dieron voces de nuevo, diciendo: No a éste, sino a Barrabás. Y Barrabás era ladrón”, (Juan 18:40). Marcos nos dice que este había sido atrapado en un motín junto con otros criminales donde había cometido un homicidio: “había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta”, (Marco 15:7). Finalmente, Mateo nos dice que este Barrabas era un preso famoso, por lo que podemos entender que todos los habitantes de Jerusalén lo conocían por sus fechorías: Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. Así que definitivamente, Barrabas era un verdadero criminal y Pilato que deseaba liberar a Jesús posiblemente creyó que la gente seria sensata al no desear dejar libre a un ladrón asesino antes que, al Señor Jesús, pero se equivocó.

 

LA MUJER DE PILATO

“Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él”.

Mateo 27:19

                 Mientras todos estos acontecimientos se estaban dando, una mujer, la esposa de Poncio Pilato, había tenido sueños perturbadores acerca del hombre que estaban juzgando, sueños que la habían perturbado en gran manera a tal punto que le manda a decir a su esposo que no tuviera nada que ver con ese justo: Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él. No tenemos mayores detalles en cuanto a esta mujer, a excepción de Mateo, no se menciona en los otros evangelios. No sabemos si Pilato le había contando acerca del juicio de Jesús en algún momento o si los sueños le vinieron sin saber algo previo. Según la tradición se le ha identificado a esta mujer que era esposa de Pilato con el nombre de Claudia Prócula, la cual afirma que era una prosélita del judaísmo y que posteriormente se convirtió al evangelio, siendo canonizada por las iglesias ortodoxas orientales y según algunos, y según estos, Pablo la menciona como cristiana bajo el nombre de Claudia en una de sus cartas: “Procura venir antes del invierno. Eubulo te saluda, y Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos”, (2 Timoteo 4:21), aunque no hay forma de demostrar todas estas hipótesis. Como sea, este anuncio debió haber presionado mas a Pilato acerca de este asunto de sentenciar a muerte a un justo.

 

EL PUEBLO ESCOGE A BARRABÁS

“Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!”.

Mateo 27:20-23

               Pilato sabía que Jesús no merecía ser condenado a muerte y que sus acusadores eran personas envidiosas que habían levantados acusaciones falsas con el fin de enviarlo a la muerte, pero a pesar de los intentos de este de liberarlo las personas que estaban allí escogieron a Barrabás ya que los principales sacerdotes y ancianos los persuadían de eso: Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado! Pilato no lo podía creer, sin embargo, estas personas persuadidas por sus lideres religiosos estaban pidiendo que se liberara un criminal como Barrabás y que Jesús, al que llamaban el Cristo, fuese crucificado, pero cómo era esto posible, si hace unos pocos días atrás, durante la entrada triunfal, día domingo para ser exacto, la gente lo aclamaba diciéndole Hosana: “Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”, (Mateo 21:8-9). La respuesta a esta interrogante pudiese ser muy sencilla, esta gente que lo condenaba que eran habitantes de Jerusalén, no lo conocían mucho, ya que, si bien es cierto, por el evangelio de Juan sabemos que Jesús realizo algunos milagros en Jerusalén, pero la mayor parte de su ministerio lo desarrollo en Galilea y por tanto, estas personas no conocían a profundidad sus obras. Esto significa que aquel día domingo que Jesús entraba en Jerusalén, las multitudes que le gritaban hosana eran en su mayoría galileos y por el mismo texto de Mateo entendemos que las personas de Jerusalén no conocían a aquel que las multitudes glorificaban: “Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea”, (Mateo 21:10-11). Así que no es difícil creer que estas personas que lo condenaban no conocían a profundidad el ministerio y obra de nuestro Señor e influenciados por sus lideres religiosos lo condenaron a muerte.

               Aunque parece totalmente injusto, y ciertamente lo era, todo esto era parte del plan de Dios. Pareciera que los planes diabólicos de estos religiosos estaban resultando y que un inocente seria condenado a muerte, que un criminal homicida seria liberado, mientras que un justo seria crucificado, pero la verdad es que todo esto ocurría de acuerdo al plan divino ya que Jesús tenia que cumplir con su misión muriendo por nuestros pecados, y esta escena lo representa perfectamente. Vemos como un criminal, acusado de robo, sedición y homicidio que merecía la pena de muerte es liberado y en su lugar, un inocente toma su lugar para morir, y eso es lo que el Señor ha hecho por nosotros. Jesús es nuestro sustituto, Él tomo nuestro lugar al morir por nuestros pecados, porque nosotros como pecadores merecíamos el castigo eterno, pero el Señor en su gran misericordia y por su gracia, tomo nuestro lugar, pera que nosotros por medio de nuestra fe pudiésemos ser libres de la paga del pecado: “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos”, (Romanos 5:6).

 

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