“Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto
el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro. Guardaos de los perros,
guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo. Porque
nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos
gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne”.
Filipenses 3:1-3
INTRODUCCIÓN
Ahora estamos iniciando el estudio
de un nuevo capítulo es esta interesante carta que el apóstol Pablo escribió a
los Filipenses. Anteriormente Pablo termino el capítulo anterior hablando
acerca de sus compañeros y amigos que le ayudaban a trabajar en el ministerio,
luego, en esta sección cambiara su temática para reforzar las enseñanzas del
gozo y el cuidado que la iglesia debe tener en cuanto a los malos obreros que
pretenden desviarlos de las sanas enseñanzas del único y verdadero evangelio. Iniciemos
este capítulo 3 estudiando sus primeros 3 versículos.
¿UNA NUEVA CARTA?
“Por lo demás, hermanos…”.
Filipenses 3.1
El apóstol inicia un nuevo tema a
partir de este capítulo 3 con las palabras: Por lo demás. Algunos han opinado que en estas
palabras se tienen una evidencia de una tercera carta debido al cambio abrupto
de idea que se tiene en cuanto al desarrollo del tema que se viene tratando
desde el capítulo 2. Recordemos que muchos opinan que Filipenses son dos cartas
que en su momento se escribieron individuales, pero que se unieron en
determinado momento para tener una sola, estas han sido llamadas, la carta de
amistad, que es la que hemos estado considerando y corresponde a 1-4:9, 4:21-23;
y la carta de agradecimiento que corresponde a Filipenses 4:10-20, esto de
acuerdo a lo que ya explicamos en la introducción a dicha carta. Sin embargo,
están aquellos que afirman de que Filipenses es el resultado de la unión de 3
cartas, esto basado en el hecho de que en esta carta aparecen en dos ocasiones
diferentes la palabra griega loipón (λοιπόν)
puede traducirse como “finalmente”, o “por lo demás”, palabra que puede usarse
para finalizar una discusión o iniciar un nuevo dialogo, esta aparece en Filipenses
3:1 y 4:8. Sin embargo, esto no tiene que verse así necesariamente, ya que si
consideramos el proceso de escribir una carta en estos tiempos, no era tan
rápido como hoy se pudiese escribir una. Recordemos que en esta época pocos
eran los que podían escribir y leer, por tanto, elaborar una carta requería de
un amanuense, es decir, una persona que copiaba lo que se le dictaba. Ahora,
este proceso no era tan rápido, podía llevar horas y a veces días, dependiendo
de la disponibilidad del que dictaba y la cantidad de contenido que esta
llevara. También recordemos que el proceso de escribir en griego era casi un
arte ya que el amanuense tenía que “dibujar” perfectamente los caracteres que
eran el equivalente a las palabras en el alfabeto griego, eso hacia el proceso
más lento. Si es así, podríamos pensar que Pablo dicto sus pensamientos al
amanuense hasta lo que para nosotros es Filipenses 2, luego, tomaron un receso,
quizás de varias horas, para luego reanudar el tema, lo cual hace que se pierda
el hilo de la idea que se viene tratando y una buena manera de iniciar seria
diciendo: Por lo demás, hermanos…
GOZAOS EN EL SEÑOR
… gozaos en el Señor…”.
Filipenses 3.1
Ahora, Pablo vuelve a tocar el tema
del gozo: gozaos en el Señor. Algunos han llamado a esta carta,
la carta del gozo y tienen mucha razón en llamarla así. En este caso Pablo
refuerza una vez más el tema del gozo, porque el gozo del cristiano va
más allá de una breve emoción de alegría, la cual es pasajera y depende de las
condiciones y circunstancia que se viven en el mundo. En cambio, el gozo, es
una experiencia espiritual que provoca un constante regocijo como resultado de
nuestra comunión con Cristo. Podemos perderlo todo, pero a Cristo,
jamás. Pablo se encontraba privado de libertad, en una cárcel romana, pero su
comunión con Cristo permanecía intacta y eso era motivo de regocijo para él y
por ello les recuerda a los filipenses de que en medio de cualquier situación
que enfrenten se mantenga gozosos en el Señor.
EL MÉTODO DE LA REPETICIÓN
“… A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para
vosotros es seguro”.
Filipenses 3:1
Definitivamente Pablo era un
verdadero maestro. Un maestro se caracterizar por sus habilidades en la
enseñanza y uno de tantos métodos que existen para tal fin es el de la
repetición. Algunos temen repetir algunas cosas que ya enseñaron, y si hay que
tener cuidado de que no se esté reproduciendo el mismo mensaje una y otra vez,
tanto, que haga que el maestro y predicador se acomode a no buscar nuevas
enseñanzas y los oyentes pierdan interés en oír el mismo mensaje; pero, por
otro lado, el método de repetición es adecuado cuando queremos que nuestra
audiencia comprenda algunas verdades espirituales que son importantes para su
vida. Jesús utilizo el método de repetición para reforzar sus enseñanzas, así
tenemos como ejemplo, el sermón del monte (Mateo 5-7) versus el sermón del
llano (Lucas 6.20-49), los cuales tienen elementos muy parecidos. Otro ejemplo
podría ser la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30) versus la parábola de
las minas (Lucas 19:11-27). Por ello el apóstol se gozaba de escribirles cosas
que ya les había enseñado antes, pero sabía que había momentos oportunos para
repetir la enseñanza para reforzar algunos principios bíblicos: A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para
vosotros es seguro.
GUARDAOS DE LOS MALOS OBREROS
“Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de
los mutiladores del cuerpo. Porque nosotros somos la circuncisión, los que en
espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza
en la carne”.
Filipenses 3:2-3
Después de las palabras anteriores,
el apóstol pasa rápidamente a advertirles acerca de los malos aquellos hombres
que les enseñaban un evangelio diferente al que habían aprendido: Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de
los mutiladores del cuerpo.
Aquí el apóstol se refiere a estos hombres de tres formas bastante fuerte
y cada vez que lo hace usa la palabra “guardaos”. La palabra griega que se
traduce en la RV60 como “guardaos” y que se repite 3 veces en este texto se
traduce del griego: Blépo (βλέπω),
la cual literalmente significa: “no quitarle la mirada a alguien”, es un expresión
que significa no tanto ver por ver, sino observar para cuidarse de algo, muy parecido
al dicho que existe en algunos países latinos cuando dicen: “ojo con esto”, o
sea, es de prestarle atención a eso, de hecho, la versión católica, Nacar
Colunga, lo traduce así: “Ojo a los perros, guardaos
de los malos obreros, guardaos de la mutilación”, (Filipenses 3:2, NC). Luego, otras versiones como la versión
de la Biblia de Guillermo Jünemann lo traduce usando la palabra: “mirad”, que
es una indicación de mirar para tener cuidado: “Mirad
los canes; mirad los malos obreros; mirad la mutilación”,
(Filipenses 3:2, GJ). En fin, esta palabra griega puede traducirse como ¡mirar!,
pero en el sentido de cuidarse o guardarse de algo, o como dirían algunos
latinos, “ojo con esto”. En primer lugar, el apóstol le pide a los
filipenses que se cuiden de los perros. El apóstol llama a estos hombres
perros, palabra que se traduce del griego kúon (κύων),
lo cual significa eso, perro, y aunque este animal no era considerado inmundo
ante la ley judía, si eran vistos no como mascotas, sino como animales que eran
utilizados en el campo, para el cuidado de ovejas y ayudantes del pastor, por
tanto, eran animales sucios que no se consideraban que podían estar cerca de
los seres humanos: “Pero ahora se ríen de mí los más
jóvenes que yo, a cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado”,
(Job 30:1). Eran animales que se veían en ocasiones mal por ser en ocasiones
carroñeros: “El que de Acab fuere muerto en la
ciudad, los perros lo comerán, y el que fuere muerto en el campo, lo comerán
las aves del cielo”, (1 Reyes 21:24). Las imágenes que se conciben
en la Biblia de estos animales son tan grotescas que incluyen el hecho de que
estos comían su propio vómito: “Como perro que
vuelve a su vómito, así es el necio que repite su necedad”,
(Proverbios 26:11). Así que ahora viene el apóstol y llama perros a estos
hombres que enseñaban doctrinas que consideraba erradas, una palabra bastante fuerte.
En segundo lugar, los llama malos obreros: guardaos de los malos obreros. La palabra que se traduce como “malos” es kakós
(κακός), y hace referencia a alguien
que carece de bondad y, por tanto, para Pablo estos hombres que enseñaban cosas
diferentes a la sana doctrina eran hombres perversos, malos y carente de
cualquier virtud. También los llama mutiladores del cuerpo: guardaos de los mutiladores del cuerpo. Con esto queda bastante claro a
quienes se refería, es decir, a los judaizantes que les enseñaban a los cristianos
de Filipo que aparte de creer en Cristo debían obedecer la ley de Jehová y
circuncidarse para que su fe se complete. No es la primera vez de que Pablo contrarresta
las enseñanzas de los judaizantes, en Gálatas lo hace vehementemente, pero, ¿quiénes
eran los judaizantes? Bueno, no eran judíos que practicaban la religión del judaísmo,
ya que ellos excluían generalmente a los gentiles, más bien eran judíos que habían
creído en Cristo pero que todavía vivían de acuerdo a la ley, tal y como lo hizo
la iglesia de Jerusalén en sus primeros años. Uno puede ver como el evangelio
en sus primeros años en Jerusalén estuvo conformada por judíos, los cuales venían
de una costumbre de años de practicar el judaísmo, por tanto, cuando algunos se
convierten a Cristo, no ven seguir a Cristo como algo diferente a su antigua religión,
sino más bien entendieron que sería una continuación de todas sus creencias y
el cumplimiento de las mismas, por tanto, continuaron orando como judíos en el templo
y practicando las costumbres religiosas como circuncidarse, realizar sus votos
y participando de las fiestas sagradas que tenían, esto lo podemos ver en la
palabras que Santiago, el líder de la iglesia de Jerusalén le dirigió a Pablo: “Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios, y le dijeron:
Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son
celosos por la ley. Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a
todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés,
diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres”,
(Hechos 21:20-21). A Pablo se le reveló que ya no era necesario observar las
costumbres de la ley de Moisés, aunque la iglesia de Jerusalén no lo entendió así,
sin embargo, con la destrucción de Jerusalén y del templo en el año 70 d.C.,
este tipo de concebir el cristianismo perdió fuerza y desapareció y prevaleció
la perspectiva teológica de Pablo. Ahora, estos judaizantes habían llegado a
Filipos y les enseñaban que era necesario circuncidarse la cual era una especie
de operación quirúrgica que consistía en cortar una porción del prepucio del
pene humano. Por ello Pablo los llama, mutiladores.
Ahora,
Pablo explica por qué los cristianos no debían practicar la circuncisión: Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu
servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la
carne. Se nos explica que ahora ya no es necesario circuncidarnos,
el cual era un símbolo externo que reordaba el pacto que Dios había hecho con
sus padres, ahora, nosotros mismos, al creen en Jesús, venimos a ser esa señal
externa de nuestra relación con Dios, porque el Espíritu Santo nos ha
transformado y hemos sido hechos hijos de Dios no por obra humana, sino por
voluntad divina, no por medio de métodos humanos, sino por la intervención del
Señor. Algunos ven en todas estas palabras un juego de palabras que el apóstol
hace, ya que, en griego, las palabras, mutilador y circuncidarse riman de forma
parecida. En griego, la palabra mutiladores es katatomé (κατατομή), mientras que la palabra, circuncisión
es peritomé (περιτομή). Así que, de
esta manera, el apóstol inicia su primera carta, advirtiéndonos que tengamos
cuidado de los malos obrero y esto debe ser así, ya que hoy en día muchas
personas que pertenecen a sectas usan Biblia y engañan a las personas introduciéndose
como si fuesen cristianos, pero después introducen sutilmente sus enseñanzas de
aquellos maestros que ellos consideran sustitutos de Cristo, de estos debemos
cuidarnos.
MUI buen comentario excelente Dios bendiga
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