“A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento. Mas en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis. Y al entrar en la casa, saludadla. Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros. Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad”.
Mateo
10:5-15
Introducción
Después del llamamiento de los 12 apóstoles,
Mateo presenta en el segundo de los cinco grandes discursos que el Mesías
pronuncio en este evangelio. Este discurso está dirigido a los apóstoles el
cual tiene instrucciones en cuanto a la obra misionera que tendrían que
desempeñar, no solo en tiempos del ministerio terrenal Jesús, sino también
después de su resurrección ya que contempla un panorama futuro de las
persecuciones antes de su segunda venida. Este discurso empieza en el versículo
5 del capítulo 10: “A
estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo…”, y termina en el versículo 42 del mismo
capítulo, tal y como lo sugiere Mateo 11:1 donde se abre una nueva sección: “Cuando Jesús terminó de dar
instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí…”. Es interesante ver que la palabra griega que Mateo usa
para indicarnos que Jesús estaba dando instrucciones es parangélo
(παρανγέλλω), la cual
era usada en una diversidad de ámbitos. En primer lugar se usaba en el ámbito militar
o de emperadores para denotar una orden superior que tenía que obedecerse al
pie de la letra. En este sentido, Jesús es nuestro Comandante General al cual
debemos obedecer plenamente. En segundo lugar, parangélo (παρανγέλλω)
se usaba en las escuelas de aquel tiempo para indicar las instrucciones que un
maestro les daba a sus estudiantes. Así, todas las instrucciones que Jesús les
da a sus discípulos deben ser consideradas seriamente ya que contienen
sabiduría y enseñan la forma de cómo obtener la victoria en la tarea que se nos
delega. Y en tercer lugar, también esta palabra se usaba en el ámbito de amigos
con el objetivo de involucrarlos en un proyecto especial. Así Jesús incluyo en
sus planes maravillosos a estos doce hombres para hacerlos parte de esta
gloriosa empresa. De Marcos podemos aprender que los envió de dos en dos: “Después llamó a los doce, y
comenzó a enviarlos de dos en dos…”,
(Marcos 6:7) posiblemente porque el testimonio de dos personas era considerada
suficiente en cualquier caso de juicio (Deuteronomio 19:15) y por el apoyo
mutuo que podían ambos darse: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que
cuando cayere, no habrá segundo que lo levante”, (Eclesiastés 4:9-10). Veamos en detalle en qué
consisten las instrucciones que nuestro Señor Jesús dio a los apóstoles.
La misión de los 12 apóstoles |
El Alcance de los mensajeros del rey
“A
estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de
gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las
ovejas perdidas de la casa de Israel”.
Mateo 10:5-6
La
primera indicación que Jesús les da a los mensajeros del Rey es el alcance que
tendría por este momento su misión evangelizadora: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad
de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de
Israel. Algunos se han preguntado por qué Jesús limito la obra
misionera de los apóstoles únicamente a los judíos. Si observamos les prohibió
ir por camino de gentiles, es decir, la región de Decápolis y Perea, y también
entrar en la región de Samaria, por lo que circunscribió su alcance a la región
de Galilea tal y como lo podemos ver en el siguiente mapa.
Palestina en tiempos de Jesús |
Algunos se han preguntado por qué Jesús
limito la obra evangelizadora de los 12 apóstoles únicamente a los judíos.
Posiblemente una de las razones por las que esto ocurrió fue porque ellos por
ser el pueblo poseedor de la revelación divina tuvieron la primera oportunidad
de conocer las buenas nuevas de salvación. Por ello a veces Pablo en sus cartas
mencionaba que este evangelio había sido compartido a todo el mundo comenzando
primero por los judíos: “… al judío primeramente, y también al griego”,
(Romanos 1:16). Ellos eran los que por años habían estado esperando la venida
del Mesías y por ello encontramos hombres como Simeón que esperaba ver al
Ungido del Señor: “Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre,
justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba
sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la
muerte antes que viese al Ungido del Señor”, (Lucas 2:25-26).
También se nos dice en Lucas que cuando el niño Jesús fue presentado por sus
padres en el Templo una mujer profetiza llamada Ana hablaba acerca de Él a
todos los que esperaban la redención del Mesías: “Esta, presentándose en la misma hora, daba
gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en
Jerusalén”, (Lucas 2:38). Por tanto, era necesario comenzar por la
casa de Israel a predicar este glorioso mensaje el cual era el cumplimiento de
todas las Escrituras. Lamentablemente, la mayor parte de Israel rechazo el
mensaje: “A lo
suyo vino, y los suyos no le recibieron”, (Juan 1:11); pero esto no
significa que Dios haya terminado con ellos sus planes ya que precisamente por
eso viene el periodo de la Gran Tribulación, para hacer volver sus corazones a
Él y castigar la maldad de las naciones gentiles. Otra razón por la cual
decidió enviarlos primero a los judíos es porque los discípulos no estaban
preparados para compartir el evangelio a los gentiles. Por años había vivido
con grandes prejuiciosos hacia ellos a tal punto que no sería hasta que Dios
llamara a un hombre llamado Saulo de Tarso, llamado Pablo posteriormente, el
cual sería el encargado de llevar este glorioso mensaje a los gentiles. También
es obvio que al iniciar una obra evangelizadora tan importante, todo buen líder
comenzaría limitando sus objetivos en una meta alcanzable. Serie un riesgo
querer extenderse demasiado a tal punto de poner en riesgo el éxito de la
misión al querer abarcar mucho. Nuestro Señor fue sabio al limitar el alcance
de la misión de los doce ya que posteriormente al crecer en número y con una
mejor preparación, enviaría a más discípulos a realizar esta función: “Después de estas
cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos
delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir”, (Lucas
10:1) y después de su resurrección les expandiría su meta a todo el mundo: “pero recibiréis
poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la
tierra”, (Hechos 1:8).
La Tarea de los Mensajeros del Rey
“Y
yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad
enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia
recibisteis, dad de gracia”.
Mateo 10:7-8
La
tarea principal de estos doce era predicar: El reino de los cielos se ha acercado.
Inicialmente, este era parte del mensaje que Juan el Bautista tenia (Mateo
3:2), el que Jesús predico cuando inicio su ministerio (Mateo 4:17) y ahora es
delegado a sus doce apóstoles. Obviamente, como lo hizo Juan el Bautista y
Jesús el tema principal de este mensaje es el arrepentimiento, tal y como la
iglesia siguió haciéndolo posteriormente (Hechos 2:38; 3:19; 17:30). Junto con
la tarea de predicar, les dio autoridad para: Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos,
echad fuera demonios. No cabe duda que con el mensaje del evangelio
viene la liberación de todas las angustias y cadenas. Todo esto es una
evidencia que el mensaje del evangelio no es un conjunto de simples reglas
religiosas que cargan más a los hombres, sino que trae alivio al alma cansada y
angustiada, y aquellos que lo prediquen tienen la autoridad de parte de Jesús
para compartir este precioso don. Jesús les dijo a sus discípulos “de gracia
recibisteis, dad de gracia”, y con esta instrucción estaba usando
una frase muy popular que los rabinos decían a sus estudiantes. Los rabinos
condenaban el hecho que alguien se lucrara de la enseñanza de la ley de Moisés,
eso era una responsabilidad que se realizaba gratuitamente a excepción de la
enseñanza de los niños por la cual si cobraban ya que era una responsabilidad
exclusiva de los padres. Todo esto se da por gracia, no se negocia, lo único
que el oyente necesita es creer en este glorioso mensaje y abrir su corazón
para recibir todos sus beneficios y la vida eterna. Los mensajeros un día lo
recibieron de pura gracia y ahora tienen que compartirlo por pura gracia.
La fe de los Mensajeros del Rey
“No os
proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el
camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es
digno de su alimento”.
Mateo 10:9-10
Las palabras “de gracia recibisteis, dad de gracia” se conectan
perfectamente con la siguiente instrucción que Jesús les da a sus discípulos.
Debían estar libres de toda ambición de riquezas, su ministerio era un don que
habían recibido de gracia y así lo tenían que compartir, pero al mismo tiempo
les dice que tienen que limitar sus provisiones a las necesarias para el viaje:
No os proveáis de
oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de
dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón. Jesús no quería que
llevaran en sus cintos oro, plata o cobre (monedas). La palabra cinto proviene
del griego dsóne (ζώνη) y era de cuero,
lino o lana tan grueso y largo que podía enrollarse varias veces alrededor de
la cintura y servía como una especie de monedero. También les prohíbe que
lleven una alforja, la cual se traduce de la palabra péra (πήρα) la cual
era un término común entre los filósofos ambulantes que usaban esta especie de
bolsa para recoger entre las personas una colaboración económica después de sus
enseñanzas. Por eso a veces era llamada la
bolsa de un mendigo. En este sentido Jesús no quería que sus discípulos
mendigaran entre la gente. Además Jesús les dice a sus discípulos que no lleven
doble equipaje: No
os proveáis…ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón. Uno
podría preguntarse por qué Jesús les dio tales prohibiciones y si son
instrucciones que todos los misioneros deberían aplicar en nuestros días. La
respuesta más probable es que lo que el Señor deseaba es que sus discípulos
aprendieran a confiar en Dios durante su obra evangelizadora y esperaran que
sus necesidades fueran solventadas por Él. En este sentido los mensajeros del
Rey necesitan tener fe. El servicio en su obra y el éxito de ella están en
proporción directa con la fe del misionero. Jesús quería que ellos aprendiesen
esta importante lección. Muchas veces podemos ver lo difícil que es establecer
una obra misionera, requiere esfuerzo, recursos humanos, materiales y
financieros, y que lo que se tiene no es suficiente para cumplirla. Pero lo
cierto es que la obra del Señor se sostiene por fe y es Dios el que provee para
ella. En este momento Jesús les dijo que no se proveyeran de nada, pero más
tarde cuando sus días estaban por terminar les cambia la instrucción: “Y a ellos dijo:
Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó algo? Ellos
dijeron: Nada. Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la
alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una. Porque os digo
que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y fue
contado con los inicuos; porque lo que está escrito de mí, tiene cumplimiento”,
(Lucas 22:34-37). Obviamente la lección fue aprendida; pero ahora enfrentaban
una nueva situación donde los exhortaba a hacerse de sus provisiones para huir
y mantenerse: Pues
ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene
espada, venda su capa y compre una. La sugerencia de comprar una
espada es algo polémica para la mayoría de comentaristas, ya que en ningún
momento se cree que Jesús estaba pidiendo a sus discípulos que se defendieran
ofensivamente. A lo mejor era una indicación metafórica, pero parece que Pedro
la tomo literalmente cuando intento ayudar a Jesús al agredir a sus captores
con una espada: “Entonces
Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo
sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. Jesús
entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha
dado, ¿no la he de beber?”, (Juan 18:10-11). Este cambio de
instrucción nos muestra que dependiendo los tiempos y circunstancias, la
estrategia de la obra misionera puede cambiar, pero la fe será determinante en
todo momento. En todo esto, sus obreros pueden estar seguros que Dios jamás los
desamparara y que nunca los llamara a una obra de solo sufrimiento y extrema
miseria. Lo cierto es que si bien los mensajeros del Rey no deben preocuparse
por enriquecerse de lo material, pero el hecho de bendecir espiritualmente a
las personas resulta en una bendición material para los mensajeros. Pablo lo
explica de esta manera: “Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran
cosa si segáremos de vosotros lo material?”, (1 Corintios 12:18).
Cuando las personas que hemos ayudado a crecer espiritualmente expresan su
gratitud, generalmente se muestran generosos en lo material y por ello el Señor
dijo: el obrero es
digno de su alimento, mismo pensamiento que el apóstol Pablo
compartió: “Los
ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente
los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás
bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario”, (1
Timoteo 5:17-18).
El Comportamiento de los Mensajeros del Rey
“Más
en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos quién en ella sea digno, y
posad allí hasta que salgáis. Y al entrar en la casa, saludadla. Y si la casa
fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz
se volverá a vosotros. Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras,
salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. De cierto
os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra
de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad”.
Mateo 10:11-15
Estas
instrucciones tienen que ver con el comportamiento que los mensajeros del Rey tendrían
en aquellas ciudades donde predicarían. Obviamente, antes de averiguar acerca
de las personas que vivían en aquellas casas donde se les invitaría a posar, tendrían
que darse a conocer por medio de anunciar la palabra de Dios. En los tiempos de
Jesús esta práctica era común entre los judíos y la sinagoga era el mejor lugar
para hacerlo. De hecho, el apóstol Pablo utilizo este método para iniciar sus
enseñanzas antes que cualquier persona lo pudiera conocer ya que después de la
lectura de la ley y los profetas había un espacio donde se podían compartir
abiertamente las opiniones. Si los discípulos lo hacían de esta forma, se espera
que no todos los aceptaran, pero aquellos que sí a lo mejor los invitarían a
posar en sus hogares y si estos parecían tener un carácter piadoso y sincero,
los discípulos podían aceptar: Más en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos
quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis. Esta costumbre
era muy popular en el medio oriente y en las Sagradas Escrituras vemos algunos
ejemplos de esta hospitalidad en las personas de Abraham (Génesis 18:1–8),
Rebeca (Génesis 24:25), Reuel (Éxodo 2:20), Manoa (Jueces 13:15), la mujer
sunamita (2 Reyes 4:8-10), Job (Job 31:32), Mateo (Mateo 9:10), Zaqueo (Lucas
19:5-10), Marta y María (Juan 12:1-2), Lidia (Hechos 6:14-15), Aquila y
Priscila (Hechos 18:26; Romanos 16:3-4), Febe (Romanos 16:1-2), Filemón (Filemón
7, 22), Onesíforo (2 Timoteo 1:16) y Gayo (3 Juan 5, 6); y por ello la Biblia exhorta
a los creyentes a no olvidar esta cualidad: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos,
sin saberlo, hospedaron ángeles”, (Hebreos 13:2).
Al entrar en la casa estos
mensajeros del Rey tenían que saludar a todos los familiares con el tradicional
saludo judío: “Paz a vosotros”. En
aquel tiempo, como aún se usa, éste era un saludo acostumbrado (Génesis 43:23; Jueces
6:23; 19:20; 1 Samuel 25:6; 1 Crónicas 12:18; Salmos 122:8; Daniel 4:1; 6:25; 10:19;
Lucas 10:5; 24:36; Juan 20:19-21, 26). Ahora bien, este saludo no solo era un
simple grupo de palabras sin mayor trascendencia, sino en boca de los
mensajeros y bajo la unción de Dios es capaz de transmitir una bendición especial
en la vida de los que por fe la reciben, tal y como Jesús lo explico: “En cualquier casa
donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. Y si hubiere allí algún
hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros”,
(Lucas 10:5-6).sin embargo, si nadie los recibiese después de haber proclamado
el mensaje del evangelio, estos tendrían que salirse de allí sacudiéndose el
polvo de sus sandalias: Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras,
salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies,
lo cual era ya una costumbre judía al viajar a través de tierra gentil el
sacudirse sus vestidos y sandalias para no contaminar el templo y su nación. Para
estos que rechazan el mensaje del evangelio el Señor pronuncia un terrible
juicio que no se comparara al castigo que Sodoma y Gomorra tuvieron por su
pecado: De cierto
os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra
de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad.
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