“Entonces se fueron los fariseos y
consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra. Y le enviaron los discípulos
de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la
verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de
nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. Dinos, pues, qué te
parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? Pero Jesús, conociendo la malicia
de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del
tributo. Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es
esta imagen, y la inscripción? Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a
César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Oyendo esto, se
maravillaron, y dejándole, se fueron”.
Mateo 22:15-22
INTRODUCCIÓN
Hoy iniciamos una nueva sección de tres en
este evangelio según Mateo. Ya vimos la narración de tres parábolas que hablan
acerca de la incredulidad de los fariseos y las consecuencias de ello, ahora
todos sus enemigos se confabulan para hacerle una serie de preguntas a Jesús
todo con el propósito de tentarlo y hacerlo caer en una trampa, así primero se
presentaran los discípulos de los fariseos y los herodianos, en segundo lugar,
tenemos a los saduceos, y finalmente la pregunta de los fariseos, y en todas
estas Jesús les responde con gran ingenio y sabiduría. Veamos entonces la
primera de las confrontaciones y cómo Jesús responde sus preguntas.
La pregunta del pago del tributo a César |
LA CONFABULACIÓN DE FARISEOS Y HERODIANOS
“Entonces se fueron los fariseos y
consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra. Y le enviaron los discípulos
de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la
verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de
nadie, porque no miras la apariencia de los hombres”.
Mateo 22:15-16
Tanto ha llegado la desesperación de los
fariseos al no lograr desacreditar y frenar el ministerio de nuestro Señor
Jesús que ahora los vemos confabulándose con los herodianos. Los fariseos eran
una secta celosa de las costumbres y tradiciones religiosas, afirmaban vivir de
acuerdo a la ley, pareciéndoles los gobiernos gentiles despreciables. Sin
embargo, teníamos otro grupo, tal vez no tan religioso, sino con intereses
políticos. Aunque muy poco o casi nada se sabe acerca de este grupo, se cree
que era un grupo que buscaba la restauración del reino de Israel a través de la
descendencia de la dinastía de los herodes. En la Biblia encontramos como esta
dinastía llamada “Herodes” reino sobre la nación. El primer Herodes es el que
reinaba sobre todo Israel en tiempos del nacimiento de Jesús, su nombre era
Herodes el grande: “Cuando
Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a
Jerusalén unos magos”,
(Mateo 2:1). A su muerte, su reino se dividió en sus cuatro hijos, de tal forma
que la parte de Judea le quedó a Arquelao, el cual fue destituido de su puesto
por los romanos debido a su crueldad: “Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de
Herodes su padre, tuvo temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños,
se fue a la región de Galilea”,
(Mateo 2:22), luego en lugar de Arquelao los romano pusieron como gobernador de
Judea a Poncio Pilato, mientras que los otros 3 hijos de Herodes el grande
fueron tetrarcas de las otras partes de Israel: “En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César,
siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su
hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias
tetrarca de Abilinia”, (Lucas
3:1). Si nos damos cuenta aquí aparece otro Herodes el cual fue conocido como
Herodes Antipas, hijo de Herodes el grande, el cual decapito a Juan el
bautista: “Al oír esto Herodes, dijo: Este es Juan, el
que yo decapité, que ha resucitado de los muertos”, (Marcos 6:16). Luego, en Hechos de los apóstoles
vemos a otro Herodes conocido como Herodes Agripa I el cual fue el causante de
la muerte del apóstol Jacobo: “En
aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para
maltratarles. Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan”, (Hechos 12:1-2). Mas adelante, en Hechos
de los Apóstoles se nos presenta otro Herodes conocido como Herodes Agripa II
el cual estuvo presente en el juicio de Pablo: “Al otro día, viniendo Agripa y Berenice con mucha
pompa, y entrando en la audiencia con los tribunos y principales hombres de la
ciudad, por mandato de Festo fue traído Pablo”, (Hechos 25:23). De esta forma podemos ver como la
dinastía de los Herodes gobernó durante muchos años sobre Israel o partes de
ella, y en este caso los herodianos era un grupo político que buscaba
consolidar el reino a través de ellos. Las diferencias entre los fariseos y los
herodianos era grande, pero por el momento estaban dispuestos a hacer a un lado
sus diferencias con tal de sorprender a Jesús en una palabra y acusarlo.
Al
parecer los fariseos no querían juntarse demasiado con los herodianos, por lo
que decidieron enviarlos con sus discípulos: Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo
sorprenderle en alguna palabra. Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos,
Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el
camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de
los hombres. Estos habían
llegado hasta donde Jesús bien instruidos por los fariseos con el propósito de
atraparlo en alguna palabra y así acusarlo delante de las autoridades: “Y acechándole enviaron espías que se
simulasen justos, a fin de sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al
poder y autoridad del gobernador. Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos
que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que
enseñas el camino de Dios con verdad”, (Lucas 20:20-21). Si nos damos cuenta, con palabras
lisonjeras preparan la trata.
LA PREGUNTA MALICIOSA
“Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar
tributo a César, o no?”.
Mateo 22:17
Aquí encontramos una pregunta bien planeada
que pretendía hacer caer a Jesús en una trampa: Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a
César, o no?. La pregunta
estaba tan bien elaborada que era una trampa perfecta. Ellos le preguntaron si
era licito dar tributo a César, o no, ya que para esta época Israel estaba bajo
la ocupación romana y era una obligación que todo hombre y mujer mayores a los
14 años pagaran un tributo en dinero al César. El termino César fue acuñado
como un titulo de realeza otorgado a los emperadores romanos en honor a Julio
César, y para este tiempo lo mas seguro era que Tiberio César fuera el
emperador, de tal forma que, en el denario, la moneda romana, en el anverso de
la moneda estaba la inscripción: TIBERIO CESAR AUGUSTO, mientras que en el
reverso de la moneda decía: SUMO SACERDOTE. Así que todas las naciones
sometidas al imperio romano tenían que pagar el impuesto al emperador y he aquí
la trampa de estos hombres. Si Jesús respondía que no era licito, entonces los
herodianos que apoyaban el reinado de los Herodes bajo el auspicio romano lo
podían incriminar delante de las autoridades como un rebelde sedicioso que no
quería someterse al emperador. Pero si decía que si era licito dar tributo al
César, entonces los fariseos podían acusarlo de traidor a la nación ya que
estaba apoyando a los gentiles y, por tanto, no era el Mesías. Esta era la
trampa que estos hombres le tendieron a Jesús, pero como veremos les responderá
con gran sabiduría y majestuosidad.
LA RESPUESTA DE JESÚS
“Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos,
les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Y
ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y
la inscripción? Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es
de César, y a Dios lo que es de Dios. Oyendo esto, se maravillaron, y
dejándole, se fueron”.
Mateo 22:15-22
No cabe duda que Jesús supo responder a las
más diabólicas y astutas preguntas que sus enemigos le realizaron dejando ver así
su infinita sabiduría. Ya en este evangelio vimos cómo les respondió a los
fariseos cuando la pregunta que le hacían implicaba una respuesta que podía ser
usada en su contra: “Cuando
vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se
acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas
cosas? ¿y quién te dio esta autoridad? Respondiendo Jesús, les dijo: Yo también
os haré una pregunta, y si me la contestáis, también yo os diré con qué
autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o
de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del
cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Y si decimos, de los hombres,
tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta. Y respondiendo a
Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Tampoco yo os digo con qué
autoridad hago estas cosas”,
(Mateo 21:23-27). También recordamos el incidente con la mujer encontrada en el
acto de adulterio que fue llevada a Jesús: “Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una
mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta
mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó
Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían
tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía
en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les
dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra
contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en
tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno,
comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la
mujer que estaba en medio”,
(Juan 8:3-9). Jesús sabia que sus intenciones al hacerle esta pregunta eran
malignas y por eso les dice que son unos hipócritas: Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos,
les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Ahora, para responderles les hace primero otra
pregunta que prácticamente respondería a la primera que ellos le hicieron: Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le
presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la
inscripción? Le dijeron: De César.
Obviamente la inscripción era de la persona a quien le pertenecía la moneda, y
por tanto, si le pertenecía a él se le tenia que devolver, y así como la moneda
era de un hombre de esta tierra, así hay cosas que son exclusivas de Dios y se
las tenemos que dar únicamente a Él, y de allí que dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a
Dios lo que es de Dios. De esto
podemos aprender dos cosas. La primera es que Jesús estaba ratificando que como
judíos debían someterse a las leyes del gobierno actual, aunque este no era del
todo justo, y en función de ello cada uno tenía que pagar sus tributos a él,
pero. En la Biblia queda claro que Dios es quien pone y quita reyes: “Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el
nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. Él
muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los
sabios, y la ciencia a los entendidos”, (Daniel 2:20-21). Por ello se espera que nosotros
los cristianos nos sometamos a las autoridades existentes ya que Dios los ha
constituido para bienestar del pueblo: “Sométase toda persona a las autoridades superiores;
porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido
establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por
Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque
los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo.
¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de
ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme;
porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para
castigar al que hace lo malo”,
(Romanos 13:1-4). Los cristianos estamos obligados a obedecer las leyes de los
gobiernos, siempre y cuando estas no vayan en contra de las leyes divinas
establecidas por Dios: “Y
llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el
nombre de Jesús. Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo
delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar
de decir lo que hemos visto y oído”, (Hechos 4:18-20). De esta forma, aunque los judíos se
encontraban gobernados por un imperio impío, Jesús les exhortaba que pagaran
sus impuestos y tributos, y que le diesen a César la parte que le correspondía.
En segundo lugar, Jesús enseño que, así como el hombre tenia que sujetarse a
los gobiernos humanos, aún más tenía que hacerlo con el gobierno divino y darle
a Dios la parte que le corresponde. Nuestras vidas le pertenecen a Dios y el
merece todo, por ello, debemos entregarnos completamente a su voluntad dándole el
primer lugar: “Así que, hermanos,
os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”, (Romanos 12:1). Nosotros podemos llegar
a tener nuestros compromisos en este mundo, compromisos familiares, laborales,
con el gobierno o personales, pero sobre todo ello Dios tiene su parte y esta
parte no debe olvidarse.
Esta
respuesta maravilló a la gente y dejo a sus enemigos sin palabras: Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole,
se fueron.
Toda la gloria sea para Dios!! Que bellísimo estudio bíblico!
ResponderBorrarGracias por el estudio Bíblico,Sea para bendicion!
ResponderBorrarExcelente DIOS a través aquí
ResponderBorrarGracias doy a Dios por su vida, y por la capacidad Que el Señor le da para dar estás enseñanzas de la palabra de Dios,eñsenando de manera tan clara y práctica.estos estudios son de gran bendición para mí crecimiento espiritual.Dios lo bendiga de manera inmensa♥️
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