Jesús es sepultado (Juan 19:38-42)


 

“Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús”.

Juan 19:38-42

INTRODUCCIÓN

               Llegamos al final de este increíble capítulo donde el apóstol Juan nos ha relatado los acontecimientos referentes al martirio y muerte de nuestro Señor Jesucristo en la cruz del Calvario. Juan no ha escatimado en resaltar los detalles de las profecías mesiánicas que se han cumplido en torno de la muerte del Señor, ahora, todo estaba consumado, Jesús había muerto y lo que quedaba era sepultar su cuerpo, por lo que dos personajes importantes del Sanedrín hacen su aparición para encargarse de este trabajo, estos son, José de Arimatea y Nicodemo. Una vez más podremos ver como otra de las profecías mesiánicas se cumplirá ya que el cuerpo de Jesús fue puesto en una tumba de un rico. Con estos versículos estaremos finalizando el capitulo 19 de este evangelio y ya solo nos quedaran dos capítulos más que comentar para finalizarlo.

 

sepultura-Jesús
Jesús es sepultado


LOS DOS DISCÍPULOS SECRETOS DE JESÚS

“Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos”.

Juan 19:38-40

                Juan ha dejado muy claro que Jesús ha muerto a través del testimonio de los soldados romanos que vieron su cuerpo sin vida, además del hecho de que su costado fue traspasado por una lanza, como ultimo método de verificación. No obstante, Juan sigue recalcando las evidencias de que su Maestro está muerto por medio del testimonio de aquellos que lo sepultaron, esto con el propósito de demostrar que Jesús no era un espíritu sin cuerpo, como lo afirmaban los gnósticos, o la teoría de que Jesús solo se desmayo y después al ser bajado de la cruz se despertó y se fue al la India a aprender artes mágicas.  Juan nos presenta a dos discípulos de Jesús que hasta el momento habían permanecido en secreto, pero ahora, después de su muerte, se dan a conocer, estos son José de Arimatea y Nicodemo. Ambos eran miembros del Sanedrín. Generalmente se critica a estos dos hombres por haber permanecido como discípulos secretos de Jesús, sin embargo, criticarlos es fácil sin considerar lo que nosotros hubiésemos hecho al estar un su lugar. Recordemos que estos dos hombres pertenecían a los lideres de las sectas religiosas en Jerusalén, los cuales en su mayoría estaban en contra del Señor, obviamente no era fácil tomar demasiado partido a favor de aquel que la mayoría odiaba y deseaba matar. También, otros se han preguntado por qué estos no defendieron a Jesús cuando Jesús fue condenado en el Sanedrín. Una vez más es fácil condenar sin pensar como nosotros hubiéramos reaccionado en esta situación. La verdad es que en aquel momento los miembros del sanedrín estaban eufóricos, gritando y condenando con furia a Jesús, a lo mejor eso hubiera intimidados a muchos, de hecho, aun Pedro terminó negando tres veces al Señor en el patio del sumo sacerdote por temor a la situación que se estaba viviendo, y aun, si lo hubieran defendido, ¿se hubiesen escuchado sus voces de defensa en medio de los gritos frenéticos de aproximadamente 70 personas? Lo cierto es que después de su muerte, estos hombres se atrevieron a dar testimonio publico de su fe y la verdad es que no fueron los únicos, ya que después de la muerte y resurrección de Jesús, muchos otros se convirtieron y se volvieron discípulos de Él, así le paso al apóstol Pablo que era un fariseo perseguidor de la iglesia o Santiago, el medio hermano de Jesús, el cual en vida nunca fue seguidor de Él, pero después de su muerte y resurrección se le apareció para dar paso a su conversión.

 

                Jesús había muerto y sus discípulos eran demasiado pobres como para sepultarlo en alguna tumba, a parte que había huido a esconderse, sin embargo, hubo un hombre que se atrevió a tal cosa: Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Hasta este momento José de Arimatea había permanecido en secreto, como discípulo del Señor, pero se llenó de coraje para ir y pedirle a Pilato el cuerpo de Jesús, así lo dice Marcos: “José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. E informado por el centurión, dio el cuerpo a José”, (Marcos 15:43-45). Aquí se nos dice que José de Arimatea era miembro noble del concilio, es decir, el sanedrín o consejo de los principales fariseos y saduceos precedidos por el sumo sacerdote. Al pedirle el cuerpo, Pilato se sorprende de que hubiese muerto tan rápidamente y por ello le pregunta al centurión encargado de la ejecución si esto realmente hubiera ocurrido, el centurión se lo confirma, por lo que Pilato le permite a José de Arimatea que sepulte el cuerpo. A parte de José de Arimatea, también aparece Nicodemo: También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. Este es aquel principal entre los judíos que visitó de noche a Jesús (Juan 3:1-12). La costumbre judía solía preparar el cuerpo embalsamándolo con la mirra y áloes, esto con el propósito de perfumar el cuerpo, luego el cuerpo se envolvía con los lienzos, cubriéndolo desde los pies hasta la cabeza.  Fue así que estos dos hombres tomaron el valor necesario para ir a pedir el cuerpo de Jesús para enterrarlo.

 

LA TUMBA DE JESÚS

 “Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno”.

Juan 19:41

               De acuerdo a Juan, colocaron el cuerpo de Jesús en un sepulcro nuevo, el cual no había sido usado por ninguno: Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. De acuerdo a la costumbre judía, los muertos eran enterrados casi de inmediato una vez se comprobaba su muerte y las tumbas se ubicaban generalmente a las afueras de los muros de la ciudad, estos cementerios eran considerados hasta cierto punto sagrados ya que ellos veían la muerte con una transición la persona descansaba de todas sus labores y esperaba la futura resurrección. Estas tumbas eran labradas en piedras o en cuevas y algunas familias que tenían sus medios económicos solían comprar con anticipación las tubas donde serian enterrados los miembros de sus familias, tal y como lo hizo Abraham cuando compro a Het la cueva de Macpela: “Y Abraham se levantó, y se inclinó al pueblo de aquella tierra, a los hijos de Het, y habló con ellos, diciendo: Si tenéis voluntad de que yo sepulte mi muerta de delante de mí, oídme, e interceded por mí con Efrón hijo de Zohar, para que me dé la cueva de Macpela, que tiene al extremo de su heredad; que por su justo precio me la dé, para posesión de sepultura en medio de vosotros”, (Génesis 23:7-9). José de Arimatea tenían un sepulcro que ere de su propiedad y allí sepulto el cuerpo de Jesús: “Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue”, (Mateo 27:57-60). De acuerdo a las Evangelios esta tumba era nueva y fue allí donde el cuerpo de nuestro Señor fue sepultado, en la tuba de un hombre rico, cumpliéndose así las Escrituras: “Y se dispuso con los impíos su sepultura, más con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca”, (Isaías 53:9). Hoy en día existe en Israel un lugar arqueológico y turístico que afirma ser la tumba de Jesús, este es conocido como la Iglesia del Santo Sepulcro, ubicada en la ciudad vieja de Jerusalén donde una vez estuvo construido el templo de la diosa Venus que fue destruido por Constantino, y en su lugar se edifico la Iglesia del Santo Sepulcro, donde afirman se encuentra la tumba de Jesús, no obstante, no hay evidencia arqueológica contundente para afirmar tal cosa. Lo que si dice Juan es que este sepulcro estaba cerca del Gólgota, donde haba un huerto y en el huerto un sepulcro nuevo.

 

UNA PEQUEÑA DISCREPANCIA

“Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús”.

Juan 19:42

              Este versículo resalta una pequeña discrepancia en cuanto al tiempo en el cual ocurrieron los acontecimientos. Si consideramos el relato de Juan, después de la muerte de Jesús, José de Arimatea se apresuro a bajar el cuerpo del Señor y sepultarlo porque estaba cerca el día de la preparación de la pascua de los judíos: Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús. Según esto, Jesús murió antes de celebrarse la cena pascual, lo cual corresponde a otro versículo anterior a este capítulo: “Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”, (Juan 13:1). Luego, mas adelante, cuando Jesús le pide a Judas que se apresure a realizas su traición y éste sale apresurado, los otros discípulos piensan que salió a comprar las cosas necesarias para celebrar la cena pascual, ya que él poseía la bolsa de los fondos, confirmando que la cena pascual aun no había ocurrido: “Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres”, (Juan 13:29). Por tanto, podemos entender que según Juan Jesús murió antes de la cena pascual. Sin embargo, de acuerdo a los evangelios sinópticos, Jesús murió después de la cena pascual: “El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la pascua? Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle, y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? Y él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad para nosotros allí. Fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua. Y cuando llegó la noche, vino él con los doce”, (Marcos 14:12-17). Siendo así, Jesús ya había tomado la cena pascual para el momento de su muerte. De acuerdo a Lucas, este día era víspera del sábado, el cual comenzaba a las 6:00 P.M. del sexto dia que corresponde al viernes: “Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo. Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos, fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie. Era día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo”, (Lucas 23:50-54). Realmente, no hay forma de armonizar cronológicamente ambos textos, el de Juan con los sinópticos, no existe una explicación satisfactoria para esta pequeña discrepancia, a lo mejor Juan lo relato desde la perspectiva del cordero pascual el cual era sacrificado antes de la cena y por ello hoy leemos en su evangelio los hechos relatados de esta forma. Como sea, esto no debe representar un mayor problema para nosotros que ponemos toda nuestra esperanza en el sacrificio expiatorio de nuestro Señor.

 

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