“Por la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás cortado
para siempre. El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivos su
ejército, y extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre
Jerusalén, tú también eras como uno de ellos. Pues no debiste tú haber estado
mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte
alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte
jactado en el día de la angustia. No debiste haber entrado por la puerta de mi
pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en
el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su
calamidad. Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los
que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día
de angustia”.
Abdías 10-14
INTRODUCCIÓN
Edom fue una nación que creyó que sus maldades nunca la alcanzarían, especialmente porque hubo un tiempo donde llego a prospera y sus fortalezas la engañaron para creerse inconquistables, lo cual lo lleno de mucha soberbia, pero Dios, a través de su profeta Abdías les demuestra lo contrario. En estos versículos encontramos mas a detalle en qué consistió la maldad de Edom, el haber traicionado a su propio hermano. Se espera que entre la familia exista cierta lealtad, pero a Edom eso no le importo y no tuvo misericordia de los judíos cuando estos más lo necesitaron, por ello ahora el Señor los juzgaba.
La gran maldad de Edom |
EDOM TRAICIONÓ A SU HERMANO
“Por
la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás cortado para
siempre. El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivos su ejército,
y extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén, tú
también eras como uno de ellos”.
Abdías 10-11
Aquí tenemos el gran pecado que
Edom cometió delante de Dios: Por la injuria a tu
hermano Jacob te cubrirá vergüenza. La Nueva Traducción de la Biblia
traduce este versículo de la siguiente manera: “A
causa de la violencia con la que trataste a tus parientes cercanos de Israel…”,
(Abdías 10, NTV). El pecado de Edom consistió en traicionar a su hermano
Israel participando de la injuria y violencia con la que Babilonia los había
tratado: El día que estando tú delante,
llevaban extraños cautivos su ejército, y extraños entraban por sus puertas, y
echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos.
Edom fue cómplice al unirse a los babilonios durante la destrucción de
Jerusalén y lo que hace más infame el pecado de ellos es que ambas naciones
estaban emparentadas ya que sus antepasados fueron hermanos, hijos de Isaac y
Rebeca: “Cuando se cumplieron sus días para dar a
luz, he aquí había gemelos en su vientre. Y salió el primero rubio, y era todo
velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú. Después salió su hermano,
trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac
de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz”, (Génesis
25:24-26). Israel descendía de Jacob, mientras que Edom de Esaú, sin embargo,
esto no les importo a los habitantes de Edom los cuales se unieron a los
babilonios en la opresión en contra de los judíos.
EL TERRIBLE ATREVIMIENTO DE EDOM
“Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el
día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el
día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia. No
debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su
quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto,
ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad. Tampoco debiste
haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni
debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia”.
Abdías 12-14
En estos versículo entendemos
un poco mejor el terrible pecado que Edom cometió al traicionar a su hermano
Israel y para ello el profeta Abdías lo hace a través de ocho “no
debiste”, que expresan hasta donde su maldad le permitió hacer violencia y
agravio en contra de su propio hermano. A través de estos ocho “no debiste”,
el Señor refleja la infame y desleal actitud de Edom, lo cual también describe
la terrible condición de un hombre sin Dios que lo impulsa a beneficiarse
incluso del mal de su prójimo. Las palabras, “no debiste”,
se traducen de una sola palabra hebrea que es al (אַל),
la cual expresa la total negativa de Dios ante las maldades e
injusticias que el hombre comete ante su prójimo. Hoy en día vivimos en
un mundo donde las personas sufren violencias y agravios de otras personas sin
escrúpulos, muchas de estas personas malas se burlan y alegran del mal que
hacen; pero no saben que Dios esta en contra de las acciones de ellos. Consideremos
en qué consistió la actitud infame de Edom.
Edom vio con insensibilidad el mal de su hermano.
“Pues
no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su
infortunio…”
Abdías 12
En
primer lugar, Dios les dice a Edom: Pues no debiste
tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio.
La palabra “mirando” se traduce del hebreo raá (רָאָה), que expresa la idea de
alguien que observa con especial detenimiento algo que quiere comprender muy
bien. En este sentido, Edom vio todo lo que le estaba ocurriendo
a Judá, pero eso no lo movió a misericordia. Hoy en día muchas personas
son como Edom, que miran el mal que viene sobre las personas, pero no les
importa, son totalmente insensibles ante el día del infortunio de sus
semejantes. Edom permaneció insensible
ante el día del infortunio de su hermano Judá, y esto desagrado al Señor.
Edom se burló del mal de su hermano.
“…
no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron…”
Judas 12
En
segundo lugar, Edom no solo vio con indiferencia la angustia de su
hermano, sino también se burló de él: no
debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron.
La palabra “alegrado”, se traduce del hebreo samákj (שָׂמַח), la cual expresa el gran
contentamiento que a Edom le dio que su hermano Judá pasara por ese terrible
infortunio. Muchas personas hoy en día son como Edom, se alegran de ver el mal
de su prójimo y se regocijan de ello, por eso, David exclamo en uno de los
salmos: “Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y
se juntaron; se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía;
me despedazaban sin descanso; como lisonjeros, escarnecedores y truhanes,
crujieron contra mí sus dientes. Señor, ¿hasta cuándo verás esto? Rescata mi
alma de sus destrucciones, mi vida de los leones”, (Salmo 35:15-17).
Los que hacen tal cosa están en contra de la voluntad de Dios quien es grande
en misericordia con los humildes y sabe rescatarlos de todos sus males, pero
con los malvados, los juzga y paga conforme sus obras.
Edom se jacto delante de su hermano cuando este estaba en un terrible mal.
“…
ni debiste haberte jactado en el día de la angustia…”
Abdías 12
En
tercer lugar, Edom se jacto con arrogancia delante de su hermano al verlo
en semejante desgracias: ni debiste haberte
jactado en el día de la angustia. La Nueva Traducción Viviente de la
Biblia traduce este versículo de la siguiente manera: “…No debiste hablar con arrogancia en ese terrible tiempo de
angustia”, (Abdías 12, NTV). Las palabras
hebreas que se traducen como “hablar con arrogancia” son gadal pe (פֶּה גָּדַל), y resalta la acción de abrir
la boca para hablar arrogantemente en contra de una persona. Judá se encontraba
en gran calamidad y Edom en lugar de ofrecerle su ayuda, se jacto enfrente de
él, hablándole arrogantemente y burlándose del mal que les había acontecido.
Hasta donde llega la maldad del hombre, que no solo hace el mal, sino se
complace en burlarse de su calamidad y jactarse con arrogancia en medio de
aquellos que están atravesando terribles angustias, definitivamente, esto es
totalmente desagradable ante el Señor.
Edom se aprovechó del mal de su hermano para saquearlo.
“No
debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su
quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto,
ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad”.
Abdías 13
Los siguientes “no debiste”, están relacionados con el hecho de que Edom se aprovechó del mal en el cual se encontraba su hermano Judá para saquearlo y enriquecerse a costa de su desgracia: No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad. Que terrible pecado cometió aquí Edom ya que no solo se había burlado de la situación crítica y angustiosa por la cual estaba pasando Judá, sino que también, tomó ventaja de manera muy maliciosa para saquear sus bienes en un momento donde se encontraba vulnerable. La Nueva Versión Internacional de la Biblia traduce este versículo de la siguiente manera: “No debiste entrar por la puerta de mi pueblo en el día de su calamidad. No debiste recrear la vista con su desgracia en el día de su calamidad. No debiste echar mano a sus riquezas en el día de su calamidad”, (Abdías 13, NVI). De acuerdo a estos versículos, Edom cometió tres acciones viles al enterarse que su hermano estaba pasando una calamidad. Primero, entro por las puertas de la ciudad justo en el día de su calamidad. Segundo, una vez adentro, observo con alegría y burla la desgracia que estaba pasando Judá evaluando cómo podía tomar ventaja de eso. Finalmente, vio que podía tomar ventaja y sacar provecho de eso y decidió saquearlo, robando los bienes de su hermano y haciendo de la calamidad, algo más difícil para Judá. Cuanta personas son tan malvadas como lo fue Edom, los cuales no solo se jactan y burlan del mal de otros, sino buscan sacar un provecho o incluso enriquecerse a costa de la desgracia de su prójimo.
Edom se unió a los enemigos de su hermano para contribuir en su ruina.
“Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que
de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de
angustia”.
Abdías 14
Finalmente, el pecado de Edom se agravó cuando estos decidieron unirse a los enemigos de su hermano para ayudarles a matarlos a espada y entregar a sus captores a aquellos que huían de ellos: Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia. Con esto la maldad de Edom llego a su límite, ya que no se compadecieron de aquellas personas angustiadas que huían de su calamidad, sino que a unos mataron a espada y a otros, en lugar de ayudarlos a esconderse y apoyarlos para calmar su angustia, los capturaron para entregarlos en manos de sus enemigos.
Cuanto
odia existía en el corazón de Edom para llegar a estos extremos, pero no
debemos sorprendernos porque lamentablemente esta es la condición de muchas
personas que no consideran a Dios en sus caminos, son personas llenas de
arrogancia y maldad, dispuestos a hacer todos estos agravios en contra de sus prójimos,
sin embargo, Dios está en contra de ellos y a favor de los desposeídos: “No intentes mal contra tu prójimo que habita confiado junto
a ti. No tengas pleito con nadie sin razón, si no te han hecho agravio. No
envidies al hombre injusto, ni escojas ninguno de sus caminos. Porque Jehová
abomina al perverso; más su comunión íntima es con los justos. La maldición de
Jehová está en la casa del impío, pero bendecirá la morada de los justos”,
(Proverbios 3:29-33). Si bien es cierto que todo esto que le estaba pasando a
Judá era por causa de sus propios pecados, sin embargo, eso no significaba que
Edom debió haberse alegrado de su castigo, al contrario, debió haber mostrado misericordia
porque eran descendiente del hermano de su antepasado. Muchas personas malvadas
como Edom piensan que sus pecados jamás los alcanzaran, pero no debemos olvidar
que Dios es justo y el culpable no quedara sin castigo y que aquellos que se
humillen delante de Él alcanzaran su misericordia.
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