Dios es Luz y Debemos Andar en Luz (1 Juan 1:5-7)


 

“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”.

1 Juan 1:5-7

 

INTRODUCCIÓN

              El apóstol Juan continua con el mensaje del cual había sido testigo y aprovecha para dejar claro a sus lectores en esta primera carta de la naturaleza santa y justa de Dios y de cómo sus hijos deben vivir de acuerdo con esa justicia y santidad. En este sentido, el apóstol utiliza la metáfora de la luz para enseñar que Dios es justo y santo, y que en Él no hay maldad. El propósito del apóstol Juan es que cada creyente se asegure que tiene verdadera comunión con Dios y para eso debe asegurarse andar conforme su voluntad, totalmente alejado del pecado, especialmente, porque muchas doctrinas falsas y herejías pretendían engañar a las personas a través de ofrecerles un concepto errado de Dios y del pecado.

 

Dios-es-luz
Dios es Luz y Debemos Andar en Luz

DIOS ES LUZ

 “Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él”.

1 Juan 1:5

              Para este momento existían muchas doctrinas heréticas que minimizaban la gravedad de vivir en pecado. El hedonismo enseñaba que no importaban desenfrenarse en toda clase de pecado para satisfacer los deseos de la carne, porque al final, la carne era mala y el espíritu bueno, y ambos no se mezclaban, así que, que importaba darles rienda suelta a los deseos de la carne. Sin embargo, Juan quería dejar bien en claro que la naturaleza de Dios es santa y justa, por tanto, sus seguidores también deben serlo y por ello usa la metáfora de la luz para dejar clara la naturaleza de Dios. La luz puede ser una característica que encierra muchas virtudes que perfectamente encajan en la persona de nuestro Señor. En primer lugar, la luz ilumina y resplandece en todo momento y releva la realidad de las cosas que tiene alrededor, contrario a las tinieblas que todo lo encubre. En este sentido, Dios es luz, su naturaleza es resplandeciente, gloriosa, pura, santa, justa y llena de virtudes, mientras que las tinieblas son un sinónimo de todo lo injusto y pecaminoso: Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Mientras que las tinieblas encubren la realidad de las cosas, porque son vergonzosas, la luz lo descubre todo y el que anda en luz sus prácticas piadosas quedan al descubierto y no se avergüenza porque anda en la verdad: “Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”, (Juan 3:21). En segundo lugar, la luz da vida, y así lo vemos en la naturaleza ya que si no existiera luz solar no se pudiese dar la fotosíntesis en las plantas y prácticamente la vida no sería posible en este planeta. De igual forma, aquellos que viven en las tinieblas viven en sus delitos y pecados, espiritualmente muertos y rumbo a la muerte eterna; pero aquellos que se acercan a la luz que es Cristo, tienen vida eterna: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella”, (Juan 1:4-5). En tercer lugar, la luz descubre todo, mientras que los que viven en las tinieblas, Satanás los tiene engañados, sin darse cuenta de que sus pasos los conducen a la condenación eterna: “En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”, (2 Corintios 4:4); pero aquellos que vienen a la luz, la verdad de Cristo alumbra sus rostros: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”, (2 Corintios 4:6). Por todo esto, Juan decía que Dios es luz y en Él no hay tinieblas.

 

ANDANDO EN LA LUZ

 “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”.

1 Juan 1:6-7

                   Como Dios es luz, se espera que sus hijos anden en la luz, porque nadie que se llame a si mismo cristiano puede seguir viviendo en el pecado, porque entonces aun estará en tinieblas y el tal será un mentiroso: Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad. Aquellos que entienden que Dios es santo y justo, no pueden vivir en sus pecados, y esto era importante que los creyentes del tiempo de Juan lo entendieran para que no cayeran en el error del hedonismo, que alentaba a las personas a satisfacer sus deseos de su naturaleza pecaminosa, por ello, se espera que los cristianos seamos santos, porque nuestro Dios es santo: “Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”, (1 Pedro 1:16). Todos sabemos que el pecado causa una ruptura en la relación de Dios con el hombre, por ello, es necesario que el creyente viva en la luz, caminando rectamente conforme a su palabra, cuando esto es así, su comunión con el hombre y sus hermanos es perfecta y esto se logra ya que la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado: pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Jesucristo es el único que puede perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad de tal forma que nos permite reconciliarnos con el Padre y tener una verdadera comunión con Él, siendo transformados para ser luz y que nuestra luz alumbre a los hombres de este mundo y vean la obra salvífica que nuestro Señor a operado en nosotros: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”, (Mateo 4:14-16). Cuan importante es que comprendamos esta enseñanza que Juan no da acerca de que Dios es luz y por ende, nosotros debemos andar en luz, porque muchos pueden creer que por cumplir unos requisitos religiosos, o practicar una liturgia, o ir a la iglesia el fin de semana, es suficiente, pero aun viven en sus pecados, siendo mentirosos, calumniadores, lujuriosos, injustos, avaros o practicando cualquier otra obra de la carne, pero debemos entender que solo los de limpio corazón entraran en el reino de Dios: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño”, (Salmo 24:3-4).



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