Pedro niega al Señor Jesús (Mateo 26:69-75)


 

“Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno. Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre. Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aún tu manera de hablar te descubre. Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo. Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente”.

Mateo 26:69-75 

INTRODUCCIÓN

                Hemos llegado al final del capítulo 26 del evangelio según Mateo el cual describe el momento cuando Pedro negó tres veces a Jesús. Este relato aparece en los 4 evangelios lo cual nos muestra la sinceridad de las Escrituras al mostrarnos no solo las virtudes de los grandes hombres de Dios, sino también sus flaquezas. Aquí encontramos un evento que, sin duda alguna la mente humana hubiese querido pasar de largo y no presentarlo, porque se trataba de un pecado muy vergonzoso, sin embargo, no cabe duda que Pedro sabía que única gloria tiene que ser para nuestro Señor Jesús y solamente Él es un ser perfecto y sin pecado por medio del cual, nosotros, seres imperfectos, podemos poner nuestra fe. Se sabe que Marcos fue escrito tomando en cuenta el testimonio de Pedro y, Marcos es el evangelio que nos da muchos detalles en cuanto a este acontecimiento y en función de eso Mateo y Lucas, quienes usaron a Marcos de referencia, lo incluyen en sus evangelios y, Juan, que es el último evangelio en ser escrito, también lo considera. Veamos que podemos aprender de este relato.

 

Pedro-niega-Jesús
Pedro niega a Jesús

SIGUIENDO A JESÚS DE LEJOS

 “Pedro estaba sentado fuera en el patio…”

Mateo 26:69

                 Mientras el juicio de Jesús se realizaba en la casa de Caifás, Pedro los seguía de forma encubierta para ver qué era lo que pasaba: “Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin”, (Mateo 26:58). Pareciera que la curiosidad de Pedro resaltaba aquí ya que se había sentado con los mismos alguaciles que habían capturado a Jesús todo con el fin de ver como todo terminaría, sin embargo, sabemos que su corazón lo amaba y no quería estar lejos de su Señor, pero lamentablemente no se encontraba espiritualmente preparado para enfrentar la prueba que venía. De alguna manera, las palabras que la RV60 traduce: Mas Pedro le seguía de lejos, nos hace reflexionar en la manera de cómo los cristianos estamos siguiendo a Jesús. Debemos tener cuidado de afirmar que seguimos a Jesús, pero nuestros pasos están lejos de voluntad, de andar en la carne y no en el Espíritu. Por ello Pablo nos decía: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”, (Gálatas 5:16). Debemos cuidar nuestros pasos y asegurarnos de que no estamos siguiendo a Jesús de lejos, sino que estamos totalmente comprometidos con Él y de que no nos avergonzarnos de ser testigos de su gracia, plenamente conscientes de que nuestras armas no son carnales, sino espirituales. De alguna forma, estas palabras describían la condición espiritual de Pedro, ya que creía que la mejor forma de defender el reino de Dios era por medio de la espada y por eso trato de defenderlo en el huerto de Getsemaní: “Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?”, (Juan 18:10-11). Pedro aún era incapaz de comprender que la clase de reino que su Maestro iba a establecer era espiritual y no se levantaría a través de la fuerza humana. Además, Jesús le había advertido el momento duro de la prueba que venía y que sería tan difícil que todos lo abandonarían, pero Pedro no escuchaba y le contradecía a su Señor: “Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; más me seguirás después. Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti. Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces”, (Juan 13:36-38). Pedro creía que tenía la suficiente fuerza de voluntad para hacerle frente a lo que venia y descuido la oración: “Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”, (Mateo 26:40-41). Pedro aun no había comprendido la importancia de pelear nuestras batallas en oración y con el respaldo del Espíritu Santo, de igual manera nosotros, necesitamos estar cerca de Jesús y no alejarnos de su presencia, desechando toda maldad y buscando su ayuda en oración, porque como Pedro, vendrán momentos de prueba difíciles y necesitamos estar preparados para ello.

 

LA FALLA DEL CARÁCTER ANTE LA PRESIÓN DE LA PRUEBA

 “Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno. Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre. Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aún tu manera de hablar te descubre. Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo”.

Mateo 26:69-74

               Aquí encontramos la falla en el carácter de Pedro ante la presión de la prueba. Aunque Pedro amaba realmente a su Señor, él no se encontraba espiritualmente preparado para enfrentar tal prueba. Allí en el patio del sumo sacerdote se encontraba Pedro, posiblemente temeroso de todo lo que estaba pasando y lo menos que quería es que lo reconocieran, especialmente porque él había sido el que le había cortado la oreje al siervo del sumo sacerdote (Juan 18:10-11). Lo menos que espera Pedro era negar a Jesús, sin embargo, cuando le preguntaron si él era uno de sus discípulos lo negó. La primera en preguntarle fue una criada: y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. A esto Pedro simple y sencillamente le evadió la pregunta: Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. Cuando esto ocurrió debió sentir mucho temor al considerar el hecho de que lo podía identificar por lo que debió ir directamente a la puerta, para salir de allí lo mas pronto posible, pero otra criada lo identifico con uno de los discípulos de Jesús y esta vez en frente de otras personas: Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno. Sin embargo, en esta ocasión Pedro trata de ser más creíble y has usa juramentos para asegurarles que no conocía a Jesús: Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre. Después de esto, Pedro debió buscar otro lugar del patio ya que no le era tan fácil salir porque otra criada lo había identificado en la entrada, no obstante, la prueba no termino allí, sino lo llevo al límite cuando por tercera vez lo identificaron con un discípulo del Señor por su manera peculiar de hablar: Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aún tu manera de hablar te descubre. Algunos han llegado a decir que la manera de hablar de los galileos era muy mala y su acento muy característico de su zona, tanto era así que no se les permitía pronunciar la bendición en la sinagoga y posiblemente a esto se refieren cuando le dijeron a Pedro que su manera de hablar le descubría, por lo que la presión que experimento Pedro fue tan dura que decidió reafirmar su negación, pero esta vez con maldiciones: Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Podemos ver como la mentira de Pedro se fue agravando con el fin de mantenerla, ya que al principio simplemente dijo que ignoraba lo que le decían, pero luego, cuando lo volvieron a identificar con un discípulo de Jesús lo negó con juramento, pero al volverlo a identificar por su manera de hablar, no solo juró que no conocía a Jesús, sino que cambio su manera de hablar, con maldiciones, todo con el fin de hacer mas creíble su negación, y en esto estaba cuando de repente canto el gallo: Y en seguida cantó el gallo. Muchas han criticado el hecho de que la Biblia dice que fue un gallo el que canto en aquella madrugada, ya que, por tratarse el patio del sumo sacerdote y estar en los alrededores de la ciudad santa, no se permitían tener animales de corral en aquellos lugares, sin embargo, otros han dicho que el cato del gallo se trataba del toque de una trompeta que anunciaba el cambio de guardia romana. Curiosamente este toque de trompeta se le llamaba en latín gallicinium y eso significa literalmente, canto de gallo. Independientemente que allá sido lo que cantó aquella noche, lo cierto es que este canto le recordó a Pedro las palabras de su Maestro de que lo negaría tres veces.

 

EL QUEBRANTAMIENTO DEL ALMA DE UN HOMBRE SINCERO

 “Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente”.

Mateo 26:75

              El canto del gallo debió haber sorprendido a Pedro y de repente debió reconocer lo que estaba haciendo, negando a Aquel que tanto amaba y por el cual estaba dispuesto morir, de allí que recordó las palabras de Jesús: Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Nuestro Señor ya le había advertido a Pedro que la hora de la prueba venia y que Satanás le había pedido para zarandearlo, sin embargo, Pedro fue descuidado al no prepararse espiritualmente para enfrentar esta prueba y al final flaqueo: “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. Él le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces”, (Lucas 22:31-34). Aunque la prueba hizo que Pedro fallare negando a su Maestro, ya el Señor había orado por él para que su fe no le faltare y pudiese restaurarse totalmente, por ello, Mateo nos dice que después que el gallo canto y recordó las palabras de Jesús, Pedro salió apresurado de aquel lugar y lloró amargamente: Y saliendo fuera, lloró amargamente. Las palabras griegas que se traducen aquí como “lloró amargamente” son klaío pikrós (κλαίω πικρῶς), las cuales describen un llorar no solo con lágrimas, sino con gemidos y extremo dolor, lo cual a su vez nos muestra el profundo arrepentimiento que Pedro experimento aquel día al haber cometido este pecado. Este día, Pedro debió haber aprendido una lección muy importante que es la de mantenernos espiritualmente preparados para enfrentar las diferentes pruebas que vienen a nuestras vidas. En la vida cristiana tendremos pruebas, de hecho, el mismo apóstol Pedro nos exhorta a mantenernos sobrios, siempre alertas, porque nuestro adversario Satanás como león rugiente anda viendo a quien devora: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”, (1 Pedro 5:8-10). Después de todo esto, Pedro sabia que la mejor manera de resistir al maligno era siendo sobrio, no embriagándose con los placeres de este mundo, manteniéndose firme en la fe, cerca de Jesús, no descuidando nuestra vida espiritual, para que cuando vengan los padecimientos por causa de la justicia podamos resistir.

 

 

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