“Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y
los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a
muerte. Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador”.
Mateo 27:1-2
INTRODUCCIÓN
Hemos
llegado al penúltimo capítulo del evangelio según Mateo y casi finalizamos el
estudio de esta maravillosa joya literaria que Dios ha inspirado y que hoy
tenemos la oportunidad de leer. Después que nuestro Señor fue capturado y
llevado delante del Sanedrín, que era el principal consejo de los lideres
religiosos de los judíos, estos comienzan a planear como acelerar su muerte y
para ello deciden llevarlo delante de Poncio Pilato, el actual gobernador de
Judea en aquel entonces. Veremos en esta oportunidad cómo nuestro Señor sufrió
el desprecio de estos hombres y se sometió a un juicio injusto que aun sabiendo
estos que era inocente, se prefirió condenarlo a la muerte con tal de continuar
en sus cargos públicos.
Jesús es llevado ante Poncio Pilato
UN CONSEJO RELIGIOSO VIOLANDO LOS PRINCIPIOS DIVINOS
“Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y
los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a
muerte”.
Mateo 27:1
Aquí
vemos a los principales sacerdotes y ancianos del pueblo judío, el sanedrín, el
concilio religioso de mayor importancia, todos reunidos para entregar a la
muerte al Hijo de Dios: Venida la mañana,
todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo
contra Jesús, para entregarle a muerte. Estos
hombres se habían reunido con el fin de confabular en contra de un hombre
inocente a través de crear falsos testimonios, la obra de un verdadero
impío. Que triste que los que hacían esto eran aquellos hombres de los
cuales se esperaba que defendieran la justicia y cumplieran la ley de Dios,
enseñando y viviendo los principios de la palabra de Dios en medio del pueblo.
Ya vimos anteriormente que el sanedrín era el consejo superior de los lideres
religiosos de los judíos que tenía su cede en Jerusalén y estaba constituido
por 71 personas, uno de ellos era el sumo sacerdote y el resto estaba
constituido por los lideres religiosos más destacados de las sectas de los
fariseos, los saduceos y escribas, ahora bien, era de esperarse que estos
hombres fuesen unos verdaderos lideres espirituales para la nación, los hombres
que enseñaran los caminos de Dios. Este consejo de 71 personas estaba inspirado
en los 70 ancianos sabios que Moisés escogió para juzgar al pueblo: “Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta
varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y
sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen
allí contigo. Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que
está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la
llevarás tú solo”, (Números 11:16-17). Si nos damos cuenta,
Moisés fue un verdadero guía espiritual para Israel, guiándolo por el camino
del temor a Dios, amonestándolos por sus pecados y exhortándolos a limpiarse de
toda inmundicia, además que juzgaba todos los casos con la sabiduría de Dios, y
para tener un mayor alcance en esta labor había escogido 70 ancianos, de los
principales entre el pueblo, en los cuales estaba el Espíritu de Dios para
juzgar al pueblo con sabiduría. Se suponía que estos hombres fueran verdaderos
hombres de Dios que velaran por los intereses de Dios y defendieran al
inocente, pero en lugar de eso, eran perversos que solo les interesaba obtener
algún beneficio de su posición religiosa y tan mal estaban que condenaron al
Hijo de Dios a muerte. Hoy en día la iglesia juega un papel muy
importante en ser verdadera luz en estas tinieblas y ser un faro de esperanza
que guie a los hombres a Cristo, no como aquellos hombres del sanedrín, que
confabulaban para entregar a muerte a un inocente creando falsos testimonios
con tal de continuar en el puesto que tantas ganancias y privilegios les
concedían en la nación. En Hechos de los apóstoles vemos cómo los lideres
administraban todas las ofrendas que la gente traía para asegurarse de ayudar a
los pobres: “Y la multitud de los que habían creído era
de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía,
sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban
testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre
todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los
que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y
lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su
necesidad”, (Hechos 4:32-35). Vemos como los lideres
de la iglesia estaba a la cabeza de una congregación unidad en el Espíritu y
estos mismos se esforzaban por predicar la palabra de Dios y alcanzar a los
perdidos para Cristo, ese era su principal objetivo y no sacar algún provecho
del ministerio.
UN SISTEMA POLÍTICO QUE NO DEFIENDE AL INOCENTE
“Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador”.
Mateo 27:2
Al
amanecer, muy temprano, estos lideres religiosos llevaron a Jesús delante del Poncio
Pilato, el gobernado: Y le llevaron atado, y le entregaron a
Poncio Pilato, el gobernador. Poncio
Pilato fue la persona que sustitutillo a Arquelao, el hijo de Herodes el Grande,
que gobernó la región de Judea, y como tal, Pilato fue gobernador de Judea
entre los años 26 al 36 d.C. De acuerdo a Filón de Alejandría, el filósofo
judío helenístico, el carácter de Pilato era inflexible y duro, sin
ninguna consideración, además, su gobierno se caracterizo por la
brutalidad, la corrupción, el robo, las condenas injustas y la excesiva
crueldad. Este era el tipo de gobernador que Judea tenia y el hombre al
cual Jesús fue llevado. Cuando uno piensa en esto, ve cómo estos hombres que
han sido puestos en cargos importantes en el gobierno, lejos de favorecer los
derechos de los pobres e inocentes, solamente se aprovechan del sistema para
sacar ventaja y muchas veces actúan con injusticia con tal de no perder sus
privilegios. La Biblia enseña que todos los gobernadores de la tierra han
sido puestos por Dios y, por tanto, tienen una responsabilidad muy
grande porque se espera que estén para favorecer al inocente: “Sométase toda persona a las autoridades superiores;
porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido
establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por
Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque
los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo.
¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de
ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme;
porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para
castigar al que hace lo malo”,
(Romanos 13:1-4). Se espera que los gobernadores infundan temor al malo,
pero a veces son hombres como Poncio Pilato, hombres corruptos a quienes no les
importa condenar a muerte a un hombre inocente con tal de permanecer en sus
puestos aprovechándose del pueblo. Sin embargo, Dios exhorta a todos
aquellos que tienen un cargo de poder en el gobierno a ser justos: “Jueces y oficiales pondrás en todas tus ciudades que
Jehová tu Dios te dará en tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo con justo
juicio. No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno;
porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los
justos. La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra
que Jehová tu Dios te da”, (Deuteronomio 16;18-20).
Por tanto, aquellos gobernadores que tuercen el derecho y se entregan al
soborno serán juzgados por el Señor y no tendrán escapatoria, pero los que amen
la justicia y entiendan que es el Señor el que los ha levantado en esos puestos
alcanzaran misericordia. Aquel día un inocente fue llevado delante de Poncio Pilato,
ignorando este de que se trataba del mismo Hijo de Dios y que su nombre quedaría
gravado en la historia humana como un hombre corrupto que condeno a un
inocente.
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