“Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas
las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y
estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban
atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que
hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la
que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia,
en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto
y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes,
tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras
lenguas las maravillas de Dios. Y estaban todos atónitos y perplejos,
diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? Mas otros, burlándose, decían:
Están llenos de mosto”.
Hechos 2:5-13
INTRODUCCIÓN
Continuamos con el relato de lo que
paso en el día de Pentecostés y en la última oportunidad consideramos como la
promesa del Espíritu Santo se cumplió durante la celebración de esta fiesta
importante que los judíos solían celebrar en Jerusalén. Lucan nos ha explicado
a través de sus palabras cómo fue que ocurrió aquel glorioso acontecimiento y
que el tal provocó un gran estruendo como viento recio que se escuchó en
Jerusalén y atrajo la atención de los judíos que estaban allí para celebrar la
fiesta de Pentecostés. Ahora, Lucas ya nos relató que sobre los discípulos
aparecieron lenguas repartidas, como de fuego y todos se sorprenderán al verlos
hablar en sus lenguas maternas. Sigamos estudiando estos versículos que nos
narran este evento increíble que forma parte de la historia de la iglesia
cristiana y que a su mismo tiempo marca el momento de su nacimiento.
Los escucharon hablar en lenguas
LOS DISCÍPULOS HABLARON DIVERSAS LENGUAS
“Moraban entonces en
Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y
hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno
les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados,
diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les
oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?
Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en
Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las
regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos
como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las
maravillas de Dios”.
Hechos 2:5-11
El estruendo grande que Lucas
describe en versículos anteriores debió ser tan grande que no solo los
discípulos que estaban reunidos en la casa los escucharon, sino también las
demás personas que estaban cerca, lo cual debió llamar la atención de ellos y les
hizo acercarse al lugar de donde se había originado tal sonido. En la Reina
Valera 1960 se nos dice que: Moraban entonces en
Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y
hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno
les oía hablar en su propia lengua. La palabra que Casiodoro de
Reina uso, “Moraban”, quizás no es la mejor que describe el origen de esos
judíos, porque no era que estos moraban o vivían en Jerusalén, sino más bien,
estaban de visita en Jerusalén por causa de la fiesta que hacía que varios
judíos que estaban regados alrededor del mundo visitasen la tierra santa, de
allí que la Nueva Versión Internacional traduce este versículo de la siguiente
manera: “Estaban de visita en Jerusalén judíos
piadosos, procedentes de todas las naciones de la tierra”, (Hechos
2:5, NVI). Era generalmente para estas fiestas que la ciudad de Jerusalén se
abarrotaba de judíos, no solo de Judea y Galilea, sino de judíos que provenían
de diferentes partes del mundo antiguo, lugares en los cuales se encontraban
dispersos, así vemos que había judíos que venían de Partía, Media, Elam,
Mesopotamia, Capadocia, Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, África, Roma y
más allá de Cirene. Cada uno de ellos hablaba el idioma natal del lugar en
donde se habían criado. Estos judíos procedentes de diferentes naciones se
asombraron porque los oyeron hablar en las lenguas de las naciones de donde
ellos venían, esto sin tener un estudio de su idioma: Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son
galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada
uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los
que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en
Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y
romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les
oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. Aquí hay
algo importante que resaltar y es el hecho de que hablaban en las lenguas de la
nación en donde estos judíos se habían criado, es decir, hablaban idiomas
entendibles de la época y no idiomas inteligibles o gritos emocionales y
extáticos. Lucas dice que los oían hablar las maravillas de Dios
en su propia lengua natal lo cual los sorprendió porque entendieron que estos
eran galileos sin educación en su idioma.
El tema de las lenguas como manifestación del bautismo del Espíritu Santo en el libro de Hechos.
Esta
es la primera vez que vemos la manifestación de lenguas en medio de la iglesia,
sin embargo, a partir de aquí veremos cómo estas se manifiestan en medio
de los creyentes cuando desciende sobre ellos el poder del Espíritu Santo.
Así lo vemos cuando Cornelio, su familia y amigos recibieron el mensaje de
Pedro y se convirtieron al evangelio: “Mientras aún
hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían
el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se
quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del
Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a
Dios”, (Hechos 10:44-46). También tenemos el caso de los discípulos
que Pablo encontró en Éfeso los cuales solo habían sido bautizados con el
bautismo de Juan el bautista y aún no había venido sobre ellos el Espíritu
Santo: “Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de
arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después
de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el
nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre
ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. Eran por todos
unos doce hombres”, (Hechos 19:4-7). Así pareciere que el
hablar en otras lenguas fuese una manifestación resultante de haber recibido el
bautismo del Espíritu Santo.
¿Qué hay de las lenguas hoy en día?
Hoy
en día este tema de las lenguas es muy controversial en medio de la iglesia.
Por un lado, están los cesacionistas, los cuales
afirman que las lenguas han cesado basando en una afirmación de Pablo: “El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y
cesarán las lenguas, y la ciencia acabará”, (1 Corintios 13:8). Estos
afirman que las lenguas, junto con otros dones del Espíritu Santo que Pablo
describe en 1 Corintios 12 han cesado, especialmente los dones de palabra y
poder, y que fueron útiles solo al principio de la iglesia para afirmarla, pero
ahora, ya han cesado. Por otro lado, están los continuistas, los cuales
afirman que las lenguas y los dones del Espíritu Santo no han cesado,
sino son una manifestación del bautismo del Espíritu Santo: “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu,
repartiendo a cada uno en particular como él quiere”, (1 Corintios
12:11). Muchos cesacionistas critican las congregaciones que afirman
hablar en otras lenguas afirmando que lo que dicen no son palabras,
sino “jeringosas”, es dicir, palabras sin sentido que son
resultado de un estado emocional de éxtasis. La ciencia ha llegado a
estudiar a varios grupos cristianos de diferentes países evaluando las lenguas
que dichos creyentes hablan durante sus cultos y han llegado afirmar
que sus palabras solo son la unión de consonantes y vocales que entonan con
variaciones de tono, volumen, velocidad e intensidad, pero que no constituyen
la estructura gramatical de algún lenguaje conocido y le han llamado a esto glosolalia.
Ante esto, los continuistas afirman que el Espíritu Santo no solo da el
hablar en lenguas humanas, sino también en lenguas angélicas, lo cual
es un idioma que ningún hombre podría entender: “Si
yo hablase lenguas humanas y angélicas…”, (1 Corintios 13:1). La
manifestación de hablar en otras lenguas como evidencia del bautismo del
Espíritu Santo tomó mayor número de congregaciones que lo practicaban desde el
famoso acontecimiento del Avivamiento de la Calle Azusa, donde mucho
del avivamiento que fue testificado y verificado aun por los medios de
comunicación de aquel entonces fue la manifestación de hablar en otras lenguas.
Lo cierto es que hoy en día existen muchas congregaciones de sana doctrina y
que indudablemente son parte del cuerpo de Cristo que creen que los dones del
Espíritu Santo, incluyendo las lenguas no han cesado.
La iglesia de Corinto hablaba en otras lenguas.
A
parte de la evidencia bíblica que tenemos en el libro de Hechos, también en 1
Corintios se nos dice que los creyentes de Corinto hablaban en lenguas. Al
parecer los creyentes de Corinto provocaban un desorden en la iglesia durante
su culto al hablar en lenguas por lo que Pablo que también hablaba en
lenguas prefería que todos hablasen en un idioma entendible: “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos
vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi
entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua
desconocida… Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos
hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?
Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es
convencido, por todos es juzgado”, (1 Corintios 14:18-19, 23-24).
Ahora, ¿esto significa que para Pablo el hablar en lenguas es inútil?
Pues, al parecer no, porque el que habla en lengua habla con Dios y se edifica
así mismo, pero el que profetiza en un idioma conocible, edifica a la iglesia: “Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino
a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. Pero el
que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.
El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza,
edifica a la iglesia”, (1 Corintios 14:2-4). Por lo tanto, para
Pablo, el hablar en lenguas estaba bien porque el que lo hace se edifica,
pero antes, prefiere la edificación de toda la congregación, por lo que
deseaba que mejor profetizaran: “Así que, quisiera
que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque
mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las
interprete para que la iglesia reciba edificación. Ahora pues, hermanos, si yo
voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con
revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?”, (1
Corintios 14:5-6). Además, establece que, si alguien habla en lengua, que
lo haga si hay quien las interprete: “Si
habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno;
y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí
mismo y para Dios”, (1 Corintios 14:27-28). Al final, Pablo
exhorta a hablar de preferencia en un idioma entendible, para edificación de
toda la iglesia, pero tampoco les prohíbe a los corintios el hablar en otras
lenguas, siempre y cuando todo se haga en orden: “Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el
hablar lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden”, (1
Corintios 14:39-40).
Las señales que seguirían a los que creen.
En Marcos aparecen
unas palabras del Señor Jesús donde hablo de las señales que seguirían a los
que creyeran en Él: “Y estas señales seguirán a los
que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará
daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”, (Marcos
16:17-18). Entre las señales que Marcos habla está el hablar en nuevas lenguas,
lo cual es una evidencia bíblica que algunos utilizan para demostrar que el
hablar en lenguas no está restringido a los cristianos de la época apostólica,
sino a los creyentes de todo tiempo. No obstante, hoy en día sabemos que los
textos más tempranos, como el códice Sinaítico y Vaticano, que son textos más
confiables, no poseen estos versículos, por lo que se sugiere que fueron
introducidos posteriormente, por lo que no podría ser decisivo sacar una conclusión
de una fracción de las Escrituras que fueron añadidas años después.
LAS REACCIONES DE LOS JUDÍOS
“Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué
quiere decir esto? Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto”.
Hechos 2:12-13
Al final, aquel día ocurrió
este hecho maravilloso y determinante que por un lado marca el inicio de la
iglesia cristiana y por otro el derramamiento del Espíritu Santo sobre todo creyente.
Todo este gran estruendo del cual Lucas habla en estos versículos llamó la atención
de los judíos que estaban en Jerusalén en los cuales se dieron dos reacciones
diferentes y opuestas. Por un lado, unos quedaron maravillados con lo que
estaba pasando: Y estaban todos atónitos y
perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? Pero otros,
se burlaron de ellos y creyeron que estaban borrachos: Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.
Todo esto había pasado para que la iglesia se abriera paso en la misión para la
cual Jesús la había comisionado y ciertamente pasaría así.
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