“Hijitos, guardaos de los
ídolos. Amén”.
1
Juan 5:21
INTRODUCCIÓN
Hoy concluimos este maravilloso
estudio de la primera carta del apóstol Juan que iniciamos hace un tiempo
atrás. Hasta el momento hemos aprendido mucho acerca de la importancia de
mantenernos firmes en la sana doctrina, especialmente en aquellas que enseñan
acerca de la persona de nuestro Señor Jesús, el cual es Dios y Hombre perfecto.
También Juan nos ha hablado mucho de mantenernos en la verdad, el amor, andar
en la luz como verdaderos hijos de Dios y de la confianza que tenemos en sus
muchas promesas que se traducen en una confianza inquebrantable. Ahora nos da
la última instrucción, esta es la de guardarnos de los ídolos.
DEBEMOS APARTARNOS DE LOS ÍDOLOS
“Hijitos, guardaos de los
ídolos. Amén”.
1 Juan 5:21
Antes de finalizar su primera carta Juan
dice: Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.
Parece una instrucción simple, sin mayor comentario y que a lo mejor algunos pudieran
pensar que no tiene mayor aplicación en nuestros tiempos, pero realmente no es así.
Para esta época en la cual Juan escribe el mundo entero era politeísta. A excepción
del judaísmo y con el surgimiento del cristianismo, el resto de naciones eran politeístas,
es decir, adoraban a muchos dioses, de hecho, en el siglo XI d.C. surgiría también
el islam que junto con el judaísmo y cristianismo son las únicas religiones monoteísta
que hoy por hoy existen. Para esta época el mundo se encontraba influenciada
por Roma, la cual había adoptado la mitología y religión griega, adorando a
todos los dioses del panteón griego y solo les cambiaron los nombres. Roma era
tolerante en cuanto a respetar las religiones de las naciones conquistadas y estas
se mezclaban con la adoración a los cesares romanos. Si Juan escribe su primera
carta en Éfeso, allí existía un culto muy fuerte dirigido a la diosa Diana, la
cual era la versión romana de la diosa Artemisa que se adoraba en Grecia. Este ídolo
era conocido como la diosa de la fertilidad y por eso los efesios la presentaban
en sus estatuas como una diosa con muchos pechos. Fue por causa del culto a
esta diosa que Pablo tuvo problemas en la cuidad por echarles a perder el
negocio de la venta de templos de plata de la diosa Diana: “Cuando oyeron estas cosas, se llenaron de ira, y gritaron,
diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!”, (Hechos 19:28). En Pérgamo,
que es una de las 7 iglesias a las que Juan escribe en su libro de Apocalipsis
la idolatría estaba bien marcada. Toda la ciudad estaba entregada de completo a
la adoración de varios dioses a tal punto que existían muchos templos entre los
que figuraban el templo a Zeus, el dios del relámpago y del Olimpo, esto poseía
un gran altar donde todos los días se ofrecían grandes sacrificios, también existía
el templo de la diosa Atenea la cual era la diosa de la sabiduría y la guerra. Además
de esto, existía el templo del dios Esculapio, el dios de la medicina, al cual acudían
miles de peregrinos de diferentes naciones con la esperanza de ser sanados de
alguna enfermedad. También es esta ciudad se adoraba al dios Dionisio, el dios
del vino, en honor del cual hacían grandes bacanales que no eran mas que
fiestas sensuales y desenfrenadas, donde se practicaban la borracheras y prostitución.
Por si esto fuera poco también es esta ciudad de adoraba al Cesar romano y se
le había construido un templo de tal forma que cada ciudadano tenia que ir al
adorarlo al menos una vez al año. Por eso en Apocalipsis se dice que la iglesia
de Pérgamo habitaba donde Satanás tenia su morada, porque la actividad idolátrica
era muy fuerte en ese lugar: “Yo conozco tus obras,
y dónde moras, donde está el trono de Satanás”, (Apocalipsis 2:13). De
igual forma, cuando Pablo llego a Atenas, su espíritu enardecía de coraje al
ver la ciudad entregada a la idolatría: “Mientras
Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad
entregada a la idolatría”, (Hechos 17:16). Así que podemos ver que
para esta época la idolatría era una práctica muy común en medio de las
personas y por ello Juan les dice a los creyentes a los cuales escribe que se
cuiden de los ídolos.
EL PECADO DE LA IDOLATRÍA
En la Biblia se nos habla mucho acerca de la idolatría, pero, ¿qué es la idolatría? La idolatría es la adoración a dioses diferentes a Jehová los cuales son representados por medio de imágenes a las que se les rinde culto. En el Antiguo Testamento vemos cómo Israel se perdió adorando dioses extranjeros: “Porque volvió a edificar los lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a Baal, e hizo una imagen de Asera, como había hecho Acab rey de Israel; y adoró a todo el ejército de los cielos, y rindió culto a aquellas cosas”, (2 Reyes 21:3). Por causa de este pecado y otros vino la destrucción de Jerusalén y el exilio en Babilonia, pero después de su regreso del cautiverio, a Israel le tomo tiempo darles la espalda a estos dioses y volverse a su Dios. Ahora, como cristianos debemos tener cuidado de no caer en este pecado, pero, qué se necesita hacer para caer en idolatría, bueno, diríamos dos cosas. Un ídolo y rendirle culto. Un ídolo es cualquier otra cosa que toma el lugar de Dios y cuando esto se vuelve prioridad en nuestra vida, incluso por encima de Dios, entonces esto se vuelve idolatría. Cuando nuestro corazón está separado y quiere servir a dos señores, eso no funciona bien y Jesús lo dijo de esta forma: “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”, (Lucas 16:13). Para muchos, el dinero es su dios, pero para otros lo puede ser un deporte, o el progreso profesional, o un hijo o cualquier cosa en la vida a la que le demos más prioridad y nos aleje de Dios. De estas cosas debemos tener cuidado, por ello el Señor dejó claro en su primer mandamiento, que solo había un solo Dios y por tanto no deberíamos tener otro dios fuera de Él: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”, (Éxodo 20:3). Además, advirtió del terrible pecado de crear imágenes con el propósito de inclinarse ante ellas y adorarlas: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”, (Éxodo 20:4). Por tanto, como cristianos, adoremos al único y verdadero Dios y vivamos para Él, con nuestra fe en nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Excelente, explicación de 1juan 5 :21 pienso que satanás sigue engañando a las personas buscando la manera que las gentes abandonen a Dios el único y verdadero por cosas vanas roguemos a Dios Padre para que nunca volvamos a esos ídolos que han hecho mucho daño a la humanidad.
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