¿Hay pecados que no son de muerte? (1 Juan 5:16-17)


 

“Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte”.

1 Juan 5:16-17

INTRODUCCIÓN

              En el estudio pasado consideramos los versículos del capitulo 5 que van desde el 13 al 15 y del 18-20, dejando para esta oportunidad el estudio de los versículos que va del 16 al 17 ya que, si bien es cierto, guardan la línea de pensamiento de los versículos anteriores, pero en estos se realiza una afirmación que puede causar dudas en cuanto a la practica del pecado. Ya casi termínanos el estudio de esta maravillosa primera carta del apóstol Juan, prácticamente solo estamos dejando el ultimo versículo para concluir, pero por hoy vamos a estudiar esta interesante porción bíblica.

 

pecados-de-muerte
¿Hay pecados que no son de muerte?

¿HAY PECADOS QUE NO SON DE MUERTE?

“Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida”.

1 Juan 5:16

               Para entender por qué Juan dice estas palabras debemos leer los versículos anteriores: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”, (1 Juan 5:14-15). Como hijos de Dios tenemos la certeza de que Dios oye nuestras oraciones y tendremos de Él las respuestas, siempre y cuando estén conforme a su voluntad, y considerando esto, Juan dice que si alguno ve a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pida en oración por él, para que Dios le salve: Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Prácticamente Juan está pidiendo que los cristianos intercedan por aquellos que están en pecado para que la misericordia de Dios los alcance y salve de la condenación eterna; sin embargo, no se debe pedir por todos, solo por aquellos que cometen pecados que no son de muerte: Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. Entonces, ¿Hay pecados que no son de muerte y otros que sí? ¿Pueden clasificarse los pecados así, o todos poseen la misma gravedad? Tratemos de entender el contexto bajo el cual el apóstol dice estas palabras para poder hacer una buena exegesis. Juan dice que hay pecados que no son de muerte y otros pecados de muerte, no obstante, una mejor traducción seria hablar de pecados que lleva a muerte y otros que no, tal y como lo traduce la Nueva Versión Internacional de la Biblia: “Si alguno ve a su hermano cometer un pecado que no lleva a la muerte, ore por él y Dios le dará vida. Me refiero a quien comete un pecado que no lleva a la muerte. Hay un pecado que sí lleva a la muerte, y en ese caso no digo que se ore por él”, (1 Juan 5:16, NVI). Ahora bien, cuales son los pecados que no conducen a la muerte y cuales son los que si conducen a la muerte. Al respecto se han sugerido algunas opiniones. La iglesia católica utiliza el termino: pecado venial, para referirse a los pecados leves que se hacen y entre estos mencionan las mentiras piadosas, malos pensamientos, tener sexo antes del matrimonio, pelearse con alguien, ser egoístas, entre otros, pero, ¿realmente estos pecados no son graves? La verdad que todo pecado es grave y todos aquellos que los comenten y viven practicándolos van rumbo a la condenación eterna. Una segunda sugerencia nos dice que los pecados que no conducen a la muerte son los pecados que se hacen por ignorancia. El salmista oraba pidiendo que Dios lo librara de sus pecados ocultos: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos”, (Salmos 19:12). En este sentido podríamos orar por aquellas personas que no son conscientes de los pecados que están cometiendo, sin embargo, considerando que Juan esta pidiendo por hermanos o cristianos que comenten los pecados que no conducen a la muerte y si estos los comenten por ignorancia o porque no son conscientes de ellos, la exposición de la palabra les mostrara su error y serán confrontados por ella, por lo que dejarían a partir de ese momento de ser inconscientes de sus pecados y pasarían a cometerlos con pleno conocimiento: “Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”, (Romanos 3:20). Una tercera opinión en cuanto a cuáles son los pecados que no conducen a la muerte es que son todos aquellos que se confiesan con arrepentimiento y de los cuales se apartan. En los tiempos de Juan existían el hedonismo el cual conducía al ser humanos a entregarse a todos los placeres temporales de este mundo, sin reservas y sin arrepentimiento, por tanto, Juan pedía a los creyentes que se alejaran de estas tinieblas, porque eran hijos de luz. En este sentido, aquellos que se entregaban a practicar el pecado de manera intencional y sin arrepentimiento, una y otra vez, estos son los pecados que conducen a la muerte. Por tanto, todos los pecados conducen a la muerte si se practican una y otra vez sin experimentar arrepentimiento, pero aquellos que se arrepienten y los confiesan apartándose a ellos, alcanza la misericordia de Dios: “El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”, (Proverbios 28:13).

            En la Biblia podemos ver ejemplos de personas que, aun siendo amonestados por la palabra de Dios, persistieron en sus pecados y esto los condujo a la perdición eterna. Así podemos hablar Saul, el cual siendo amonestado por el Samuel desobedeció a Dios y persistió en su pecado persiguiendo a David, o faraón, el cual presenciando el poder de Dios y las amonestaciones de Moisés se negó a dejar libre al pueblo de Israel hasta que esta actitud de rebeldía lo condujo a la muerte, o Judas Iscariote que conducido por su codicia se atrevió a vender a su Maestro por 30 piezas de plata, o los fariseos que en muchas ocasiones fueron reprendidos por Jesús por sus pecados, pero estos conducidos por su maldad conspiraron para matar al Señor. El autor de la carta a los Hebreos nos advierte del terrible fin de aquellos que alguna vez gustaron del evangelio, teniendo pleno conocimiento de la palabra de Dios, se apartan amando mas este mundo y sus placeres, por los cuales ya no hay esperanza: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”, (Hebreos 6:4-6). Estas personas jamás conocieron a Dios, ni muchos menos se arrepintieron de sus pecados para dejarlos, sino solamente fueron iluminados con el conocimiento del evangelio conociendo el plan de salvación que Dios ofrece por medio de Jesucristo, pero solo gustaron del don celestial y de alguna manera fueron hechos participes de la convicción de pecado que solo el Espíritu Santo puede dar, posiblemente sintieron el llamado de Dios y conocieron las promesas gloriosas de la vida eterna, pero recayeron en sus pecados pasados sin ninguna reserva, rechazando la gracia y por ello heredaron una corazón cauterizado, incapaz de sentir arrepentimiento y exponiendo al mismo Hijo de Dios a vituperio, por ello, para estos ya no hay esperanza: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios”, (Hebreos 10:26-27).

 

TODO PECADO ES INJUSTICIA

“Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte”.

1 Juan 5:17

             Finalmente, Juan nos aclara que todo pecado es injusticia y, por tanto, no agrada a Dios. Como cristianos debemos alejarnos del pecado, porque este contrista al Espíritu Santo: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”, (Efesios 4:30). Por ello el mimo Juan nos exhorta a confesar nuestras maldades para que seamos perdonados y vivamos en santidad delante de Dios: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”, (1 Juan 2:1). Sin embargo, todo aquel que persevera en sus pecados, sin arrepentirse y apartarse de ellos, este pecado lo conducirá a la muerte eterna.

 

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