“Booz subió a
la puerta y se sentó allí; y he aquí pasaba aquel pariente de quien Booz había
hablado, y le dijo: Eh, fulano, ven acá y siéntate. Y él vino y se sentó.
Entonces él tomó a diez varones de los ancianos de la ciudad, y dijo: Sentaos
aquí. Y ellos se sentaron. Luego dijo al pariente: Noemí, que ha vuelto del
campo de Moab, vende una parte de las tierras que tuvo nuestro hermano
Elimelec. Y yo decidí hacértelo saber, y decirte que la compres en presencia de
los que están aquí sentados, y de los ancianos de mi pueblo. Si tú quieres
redimir, redime; y si no quieres redimir, decláramelo para que yo lo sepa;
porque no hay otro que redima sino tú, y yo después de ti. Y él respondió: Yo
redimiré. Entonces replicó Booz: El mismo día que compres las tierras de mano
de Noemí, debes tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que
restaures el nombre del muerto sobre su posesión. Y respondió el pariente: No
puedo redimir para mí, no sea que dañe mi heredad. Redime tú, usando de mi
derecho, porque yo no podré redimir. Había ya desde hacía tiempo esta costumbre
en Israel tocante a la redención y al contrato, que, para la confirmación de
cualquier negocio, el uno se quitaba el zapato y lo daba a su compañero; y esto
servía de testimonio en Israel. Entonces el pariente dijo a Booz: Tómalo tú. Y
se quitó el zapato. Y Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros
sois testigos hoy, de que he adquirido de mano de Noemí todo lo que fue de
Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón. Y que también tomo por mi
mujer a Rut la moabita, mujer de Mahlón, para restaurar el nombre del difunto
sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se borre de entre sus
hermanos y de la puerta de su lugar. Vosotros sois testigos hoy. Y dijeron
todos los del pueblo que estaban a la puerta con los ancianos: Testigos somos.
Jehová haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales
edificaron la casa de Israel; y tú seas ilustre en Efrata, y seas de renombre
en Belén. Y sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar dio a luz a Judá,
por la descendencia que de esa joven te dé Jehová”.
Rut 4:1-12
INTRODUCCIÓN
Nuestro recorrido bíblico
a través de este corto libro histórico que encontramos en el Antiguo testamento
y que llamamos, Rut, esta a punto de finalizar ya que hemos llegado al capítulo
número 4, su capítulo final. La verdad es que hemos aprendido muchas lecciones
espirituales preciosas para nuestra fe, además de que este libro resalta muchas
costumbres de los tiempos bíblicos y ahora entraremos más en detalle al asunto
de la redención de las viudas.
El contrato para redimir a Rut |
LA CONVOCATORIA DE BOOZ
“Booz subió a
la puerta y se sentó allí; y he aquí pasaba aquel pariente de quien Booz había
hablado, y le dijo: Eh, fulano, ven acá y siéntate. Y él vino y se sentó.
Entonces él tomó a diez varones de los ancianos de la ciudad, y dijo: Sentaos
aquí. Y ellos se sentaron”.
Rut 4:1-2
En estos primeros dos
versículos del capitulo 4 encontramos la convocatoria que Booz hace al pariente
cercano y a los ancianos de la ciudad para realizar el contrato de redención de
Rut. Como vemos, Booz es diligente en cumplir su promesa de redención a Rut y
rápidamente convoca a todos aquellos que concluirán con el asunto. Aquí hay
unas cosas que queremos resaltar y que nos hablan de las costumbres de estos
tiempos bíblicos, nos referimos a la forma de cómo los israelitas realizaban
sus contratos. En primer lugar, se nos dice: Booz
subió a la puerta y se sentó allí. Cuando habla de puerta, se
refiere a una de las puertas principales que eran el acceso a la ciudad, en
estas se solían sentar los ancianos de la ciudad y se realizaban toda clase de
juicios: “Y si el hombre no quisiere tomar a
su cuñada, irá entonces su cuñada a la puerta, a los ancianos, y dirá: Mi
cuñado no quiere suscitar nombre en Israel a su hermano; no quiere emparentar
conmigo”, (Deuteronomio 25:7),
o tratos: “Y se levantaba
Absalón de mañana, y se ponía a un lado del camino junto a la puerta; y a
cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba y le
decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus
de Israel”, (2 Samuel 15:2). Los que fungían como jueces eran
ancianos respetados en el pueblo, los cuales escuchaban las diferentes demandas
del pueblo o servían de testigos en tratos, estos solían sentarse a las puertas
de la ciudad: “Cuando yo salía a la puerta a juicio,
y en la plaza hacía preparar mi asiento”, (Job 29:7). Por esta razón
se nos dice que Booz subió a la puerta y se sentó allí y luego llamo al
pariente cercano: … y he aquí pasaba aquel
pariente de quien Booz había hablado, y le dijo: Eh, fulano, ven acá y
siéntate. Y él vino y se sentó. Es interesante de que el libro de
Rut no menciona el nombre de este pariente cercano, la RV60 lo llama, “fulano”.
En el texto hebreo la palabra que se traduce como fulano es peloní (פְּלֹנִי), la cual hace referencia a una
personas en específico sin hacer mención de su nombre. Es probable que el autor
del libro no se intereso en mencionar el nombre de este hombre ya que no es
parte de los personajes centrales de la historia. Luego, Booz llama a los
ancianos lo cuales servirían de testigo en este trato que iban a hacer: Entonces él tomó a diez varones de los ancianos de la ciudad,
y dijo: Sentaos aquí. Y ellos se sentaron.
LA CONVOCATORIA DE BOOZ
“Luego dijo al
pariente: Noemí, que ha vuelto del campo de Moab, vende una parte de las
tierras que tuvo nuestro hermano Elimelec. Y yo decidí hacértelo saber, y
decirte que la compres en presencia de los que están aquí sentados, y de los
ancianos de mi pueblo. Si tú quieres redimir, redime; y si no quieres redimir,
decláramelo para que yo lo sepa; porque no hay otro que redima sino tú, y yo
después de ti. Y él respondió: Yo redimiré”.
Rut 4:3-4
En los versículos 3 y 4
Booz le explica al pariente la situación de Noemí, de cómo después de la muerte
de su esposo Elimelec regreso a Belén y ahora había necesidad de comprar su
heredad: Luego dijo al pariente: Noemí, que ha
vuelto del campo de Moab, vende una parte de las tierras que tuvo nuestro
hermano Elimelec. Y yo decidí hacértelo saber, y decirte que la compres en
presencia de los que están aquí sentados, y de los ancianos de mi pueblo.
Es probable que, como viuda, Noemí no era capaz de rescatar la heredad y era
necesario venderla, sin embargo, para no perderla lo podía comprar un pariente
cercano. En este caso Booz le da a escoger al pariente la opción de redimir la
propiedad, porque si no, él lo haría, pero este accedió a redimir la propiedad:
Si tú quieres redimir, redime; y si no quieres
redimir, decláramelo para que yo lo sepa; porque no hay otro que redima sino
tú, y yo después de ti. Y él respondió: Yo redimiré.
EL PARIENTE SE NIEGA REDIMIR A RUT, BOOZ SE COMPROMETE A HACERLO
“Entonces
replicó Booz: El mismo día que compres las tierras de mano de Noemí, debes
tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que restaures el nombre
del muerto sobre su posesión. Y respondió el pariente: No puedo redimir para
mí, no sea que dañe mi heredad. Redime tú, usando de mi derecho, porque yo no
podré redimir”.
Rut 4:5-6
Aquel pariente creía que
solamente tenia que redimir la propiedad de Noemí, sin embargo, Booz le aclara
que también tenia que tomar a Rut como esposa, para hacerle descendencia al
hijo de Noemí y así su legado seria asegurado: Entonces
replicó Booz: El mismo día que compres las tierras de mano de Noemí, debes
tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que restaures el nombre
del muerto sobre su posesión. En la ley de Moisés se había
establecido estos preceptos que aseguraban la redención de la viuda por parte
de su pariente mas cercano y si este se negaba a hacerlo era humillado en frente
de los ancianos del pueblo: “Cuando hermanos
habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del
muerto no se casará fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la
tomará por su mujer, y hará con ella parentesco. Y el primogénito que ella
diere a luz sucederá en el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de
este no sea borrado de Israel. Y si el hombre no quisiere tomar a su cuñada,
irá entonces su cuñada a la puerta, a los ancianos, y dirá: Mi cuñado no quiere
suscitar nombre en Israel a su hermano; no quiere emparentar conmigo. Entonces
los ancianos de aquella ciudad lo harán venir, y hablarán con él; y si él se
levantare y dijere: No quiero tomarla, se acercará entonces su cuñada a él
delante de los ancianos, y le quitará el calzado del pie, y le escupirá en el
rostro, y hablará y dirá: Así será hecho al varón que no quiere edificar la
casa de su hermano. Y se le dará este nombre en Israel: La casa del descalzado”,
(Deuteronomio 25:5-10). Ahora, en este caso, Booz le da a escoger entre dos
opciones, podía redimirla él, por ser el pariente mas cercano, pero si no lo
deseaba, podía redimirla Booz, en tal caso, el otro pariente expreso su deseo
de no querer redimir a Rut porque echaría a perder su heredad y por ello, le
cede su obligación a Booz: Y respondió el pariente:
No puedo redimir para mí, no sea que dañe mi heredad. Redime tú, usando de mi
derecho, porque yo no podré redimir. A lo mejor, Booz esperaba que
este hombre evadiera su responsabilidad y deseaba ser él mismo quien cumpliera
con este mandamiento en Israel, un mandamiento que cumplió felizmente.
EL CONTRATO ACORDADO
“Había ya
desde hacía tiempo esta costumbre en Israel tocante a la redención y al
contrato, que, para la confirmación de cualquier negocio, el uno se quitaba el
zapato y lo daba a su compañero; y esto servía de testimonio en Israel.
Entonces el pariente dijo a Booz: Tómalo tú. Y se quitó el zapato. Y Booz dijo
a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois testigos hoy, de que he adquirido
de mano de Noemí todo lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de
Mahlón. Y que también tomo por mi mujer a Rut la moabita, mujer de Mahlón, para
restaurar el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto
no se borre de entre sus hermanos y de la puerta de su lugar. Vosotros sois
testigos hoy”.
Rut 4:7-10
En estos versículos
encontramos una costumbre referente a cómo los israelitas acordaban darle
validez a sus contratos o negocios: Había ya desde
hacía tiempo esta costumbre en Israel tocante a la redención y al contrato,
que, para la confirmación de cualquier negocio, el uno se quitaba el zapato y
lo daba a su compañero; y esto servía de testimonio en Israel. Los
israelitas no usaban zapatos como los que vestimos en nuestros tiempos, más
bien usaban sandalias y al momento de confirmar el contrato, uno de ellos
se quitaba una sandalia y se la daba al otro para confirmarle que cumpliría con
las condiciones del negocio. Ahora, el pariente hizo así, le entrego su
sandalia y esto sirvió de testimonio delante de los ancianos de Belén de que Booz
sería el que redimiría a Rut ya que el otro pariente le cedía su privilegio: Entonces el pariente dijo a Booz: Tómalo tú. Y se quitó el
zapato. De esta forma, Booz serian quien redimiría a Rut y por ello
dijo: Y Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo:
Vosotros sois testigos hoy, de que he adquirido de mano de Noemí todo lo que
fue de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón. Y que también tomo
por mi mujer a Rut la moabita, mujer de Mahlón,
para restaurar el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del
muerto no se borre de entre sus hermanos y de la puerta de su lugar. Vosotros
sois testigos hoy. En sus palabras, Booz nos aclara quien fue el
esposo de Rut, Mahlón y se compromete antes los ancianos a restaurar el nombre
del difunto a través de un hijo que perpetuara su descendencia y heredad. Que
hermoso ejemplo de bondad, una bondad que no busca sacar provecho de su
prójimo, sino que busca hacerle el bien, Booz así era, un hombre bueno,
temeroso de Dios y que se guiaba por la palabra de Dios. Hoy en día nosotros
podemos seguir este ejemplo, cuanta necesidad existe de personas bondadosas,
que ayuden a tantos necesitados y que se guíen por los principios de la palabra
de Dios. Los cristianos estamos llamados a estos, porque como dice la misma
Biblia, la bondad es un fruto que se produce en nosotros con la ayuda del
Espíritu Santo: “Mas el fruto del Espíritu es…
bondad…”, (Gálatas 5:22).
LA BENDICIÓN DE LOS ANCIANOS
“Y dijeron
todos los del pueblo que estaban a la puerta con los ancianos: Testigos somos.
Jehová haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales
edificaron la casa de Israel; y tú seas ilustre en Efrata, y seas de renombre
en Belén. Y sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar dio a luz a Judá,
por la descendencia que de esa joven te dé Jehová”.
Rut 4:11-12
En estos dos versículos
encontramos la bendición de los ancianos al compromiso de redención que Booz
estaba haciendo. Ellos declararon que eran testigo de todo esto: Y dijeron todos los del pueblo que estaban a la puerta con
los ancianos: Testigos somos. Luego, bendicen a Booz y Rut para que
su matrimonio sea de bendición y le desean a Rut que su descendencia sea como
las de Raquel y Lea: Jehová haga a la mujer que
entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel.
En otras palabras, le deseaban a la descendencia que traería Rut no solo
bendición, sino que como los hijos de Raquel y Lea, sus hijos se convirtieran
en fuertes columnas en medio de la sociedad israelita, además, también bendicen
a Booz: … y tú seas ilustre en Efrata, y seas de
renombre en Belén. Efrata es otro nombre que recibe Belén, fue el
lugar donde Raquel dio a luz a su hijo José, y allí murió, y fue sepultada: “Después partieron de Bet-el; y había aún como media legua de
tierra para llegar a Efrata, cuando dio a luz Raquel, y hubo trabajo en su
parto… Así murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Efrata, la cual es
Belén”, (Génesis 35:16, 19). No dudamos de que este hombre llamado
Booz fue un hombre ilustre en medio de su pueblo, su bondad y temor de Dios lo
caracterizo. Cuando el hombre se dispone a vivir para Dios y hacer el
bien a su prójimo, no dudamos de que el Señor le da gracia delante de todas las
personas y lo honra en gran manera. Muchos buscan la honra y
reconocimiento en sus sociedades, pero sus actitudes son egoístas y ególatras,
pero cuando Dios le da gracia a una persona, esta gracia se hace evidente por
medio de una vida donde sus buenas acciones y principios bíblicos lo exaltan.
Al final, le desean que su casa sea afirmada como la casa de Fares:
Y sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar
dio a luz a Judá, por la descendencia que de esa joven te dé Jehová.
Fares fue hijo de Tamar, aquella mujer que se hizo pasar por una prostituta y
sin saberlo, su suegro Judá tuvo relaciones sexuales con ella. La historia
completa se encuentra en Génesis 38 y allí entendemos por qué Tamar hizo esto,
ya que siendo ella viuda sin hijos, Judá le había negado su derecho de ser
redimida por su hijo menor. Ahora, de aquella relación, nacieron dos hijos mellizos
y uno de ellos era Fares: “El día que Tamar dio a
luz, tuvo mellizos. Al momento de nacer, uno de ellos sacó la mano. Entonces la
partera le ató un hilo rojo en la mano, y dijo: «Éste salió primero.» Pero en
ese momento el niño metió la mano, y fue su hermano el que nació primero. Por
eso la partera lo llamó Fares, pues dijo: «¡Cómo te abriste paso!» Luego nació
el otro niño, el que tenía el hilo rojo en la mano, y lo llamó Zérah”,
(Génesis 38:27-30). Fares fue uno de los gemelos que nacieron en aquel
día, un descendiente directo de Juda al cual Dios bendijo, aun considerando el
hecho de que su concepción había sido consecuencia de una relación no ideal,
pero Dios bendijo al niño y este fue fructífero en su vida,
eso mismo necesitamos nosotros, ser bendecidos de parte de Dios, porque, ¿quién
puede en contra de alguien a quien el Señor haya bendecido, algún mal podría
alcanzarlo? Si contamos con la bendición de Dios y luego ensancha
nuestro territorio, o sea, prospera nuestros proyectos y vida en todas las
áreas (en lo familiar, laboral, etc.), no cabe duda de que esto es más que
suficiente. Estas fueron las palabras de bendición por parte de los ancianos a
Booz y definitivamente se iban a cumplir.
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