“Pero cierto
hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo
del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a
los pies de los apóstoles. Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu
corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la
heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu
poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres,
sino a Dios. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran
temor sobre todos los que lo oyeron. Y levantándose los jóvenes, lo
envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. Pasado un lapso como de tres horas,
sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. Entonces
Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en
tanto. Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del
Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y
te sacarán a ti. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando
entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto
a su marido. Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que
oyeron estas cosas”. Hechos 5:1-11 |
INTRODUCCIÓN
Al iniciar un nuevo
capítulo en este maravilloso libro llamado, Hechos de los Apóstoles, llegamos a
una parte de la Escritura que ha sido muy difícil de comentar y establecer
conclusiones a lo largo de la historia de la iglesia, nos referimos a la
historia de Ananías y Safira. Se han presentado diferentes opiniones con mira
de satisfacer algunas preguntas que se han realizado respecto a la forma de
cómo Lucas relata los eventos registrados en su libro, sin embargo, nosotros
trataremos de no ser tan dogmáticos o entrar a extensas especulaciones que no
llevan a nada, antes, como toda la Escritura, creemos que este bello pasaje de
la Biblia nos ofrece una edificante enseñanza de parte de nuestro Dios.
La muerte de Ananías De Rafael Sanzio - www.wga.hu, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=14619751 |
ANANÍAS Y SAFIRA
“Pero cierto
hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del
precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los
pies de los apóstoles”.
Hechos 5:1-2
Generalmente, cuando se
piensa en la iglesia del primer siglo, se imagina una iglesia muy unida, donde
el amor entre los hermanos prevalecía, donde grandes milagros se realizaban,
una comunidad donde tenían todas las cosas en común, un ideal casi perfecto de
iglesia; pero la verdad es que no todo era perfecto. La Biblia es objetiva al
relatarnos no solo las virtudes, sino también, las oportunidades y errores de
sus personajes, no pretende elevar a la perfección a un personaje, sino relata
las cosas tal y como eran, en todo, se deja ver el trato de Dios con el hombre.
Aquí tenemos un ejemplo de esto ya que hasta el momento Lucas nos ha presentado
las características de los cristianos de la época apostólica, pero no todos los
miembros tenían las mismas intenciones, porque aún en medio de este tipo
de congregación encontramos la hipocresía. Nos referimos a Ananías y
Safira, una pareja de esposos que movidos por la envidia de personas como
Bernabé que traían el precio de la venta de sus propiedades a los pies de los
apóstoles, ellos quisieron destacar en esto, ganándose la admiración y
reconocimiento de la iglesia haciendo lo mismo. Al considerar esto, podemos identificar al
menos 3 problemas. En primer lugar, no hicieron esta buena obra por amor
genuino, sino por el deseo de ser alabados y reconocidos como grandes benefactores
de la iglesia: Pero cierto hombre llamado
Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad. Nuestro Señor nos
advirtió de cuidarnos de este tipo de actitudes, de hacer limosnas con el fin
de recibir galardones de los hombres: “Guardaos de
hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de
otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen
los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los
hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des
limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna
en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”,
(Mateo 6:1-4). En segundo lugar, vemos la avaricia de no querer entregar
todo el precio de lo vendido: y sustrajo del
precio. Es obvio que lo único que les importaba era ganar
popularidad y reconocimientos como miembros muy generosos y su avaricia los
llevo a sustraer una parte del precio de la venta, llevándolos al tercer
error: La mentira: sabiéndolo también su
mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles.
Así que aquí podemos encontrar dos personas que no eran sinceras en la
congregación y, por tanto, no vivían su evangelio con sinceridad, sino eran
hipócrita llegando a pecar terriblemente en contra de Dios.
EL PECADO DE ANANÍAS Y SAFIRA
“Y dijo Pedro:
Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu
Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba
a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón?
No has mentido a los hombres, sino a Dios”.
Hechos 5:3-4
Uno puede entender en qué
consistió el pecado de este matrimonio, los deseos de reconocimiento los
llevo a vender una propiedad, luego, su avaricia hizo que no quisieran entregar
el 100% del precio de la venta y esto a su vez los llevo a mentir diciendo que
realmente entregaban el total del precio de venta. Una cosa llevo a la
otra y al final se convirtieron en unos hipócritas dentro de la congregación.
El problema con esto es que no solo mentían a los hombres, sino, estaban mintiendo
a Dios, tal y como Pedro se lo dijo a Ananías: Y
dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al
Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te
quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu
corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. Aquí hay tres
cosas que quisiéramos comentar. La primera es la evidencia de que aquellos
que vendían y traían el precio de la venta de sus bienes lo hacía voluntariamente,
nadie era obligado a vender todo lo que poseían, lo que si se exhortaba era la
generosidad, por ello Pedro le dice a Ananías: Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba
en tu poder? Así que podemos ver que no era obligatorio la venta de
sus bienes para compartirlos con los hermanos de la iglesia, antes, era
voluntario. Lo segundo es que este pasaje muestra como las mismas
Escrituras declaran la divinidad de la tercera persona de la Trinidad, el Espíritu
Santo: … ¿por qué llenó Satanás tu corazón
para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? ...
No has mentido a los hombres, sino a Dios. La mentira de Ananías no
iba dirigida a los apóstoles o la iglesia, era a Dios a quien Ananías
intentaba mentir y a través de estas palabras, Pedro deja claro que el Espíritu
Santo es Dios. En tercer lugar, vemos cómo Pedro tenía el conocimiento de
las intenciones de Ananías: Ananías, ¿por
qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y
sustrajeses del precio de la heredad? ¿Quién fue el que le
dijo a Pedro de que Ananías estaba mintiendo? Algunos vemos en este
pasaje un buen ejemplo del don de Palabra de Ciencia. Allá en 1 Corintios 12 el
apóstol Pablo nos habla acerca de los 9 dones del Espíritu Santo, y entre estos
menciona Palabra de Ciencia: “Pero a cada uno le es
dada la manifestación del Espíritu para provecho… Porque a éste es dada por el
Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo
Espíritu”, (1 Corintios 12:7-8). Se dice que palabra de ciencia es
el don del Espíritu por medio del cual se le da a la persona el conocimiento de
acontecimientos pasados o que estén ocurriendo en ese mismo momento por medio del
obrar sobrenatural del Espíritu Santo. Por tanto, es el mismo Espíritu
Santo el cual le revela a Pedro que las palabras de Ananías son una mentira.
No deja de verse el respaldo sobrenatural que la iglesia apostólica tenia, no
solo en la manifestación de grandes milagros, sino de otros portentos
sobrenaturales como este detalle que estamos considerando.
LO GRAVE DE MENTIR AL ESPÍRITU SANTO Y TOMAR A LA LIGERA EL EVANGELIO
“Al oír
Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que
lo oyeron. Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo
sepultaron”.
Hechos 5:5-6
Aquí encontramos lo grave
que es tomar a la ligera el evangelio, porque ciertamente el evangelio no se
trata de un club social o grupos religioso que se ´puede tomar a la ligera,
ciertamente no es así, más bien es un llamamiento a vivir santa y piadosamente,
considerando que el precio de nuestro rescate es la muerte y resurrección de
Cristo. Ananías no considero esto tan en serio y creyó que podía tomarlo a la
ligera y llevar una vida de hipocresía sin que las consecuencias de ello lo
alcanzaran. Ese mismo día pago el precio de su pecado: Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran
temor sobre todos los que lo oyeron. Y levantándose los jóvenes, lo
envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. Algunos critican este
pasaje ya que afirman que hace un gran contraste entre la forma de cómo Dios
trata el pecado en el tiempo de la gracias versus la forma de cómo se trataba
en el tiempo de la ley. En el Antiguo Testamento uno puede ver que
aquellos que se acercaba a Dios de manera inapropiada eran consumidos por su tremenda
santidad. Así les paso a los hijos de Aarón: “Pero
Nadab y Abiú murieron delante de Jehová cuando ofrecieron fuego extraño delante
de Jehová en el desierto de Sinaí; y no tuvieron hijos; y Eleazar e Itamar
ejercieron el sacerdocio delante de Aarón su padre”, (Números 3:4). También
vemos como Uza murió por haber tocado el arca del pacto: “Cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió su mano al
arca de Dios, y la sostuvo; porque los bueyes tropezaban. Y el furor de Jehová
se encendió contra Uza, y lo hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó allí
muerto junto al arca de Dios”, (2 Samuel 6:6-7). El precio para un hombre
pecador que desafiará la santidad de Dios era pagado con la muerte; sin
embargo, en el Nuevo Testamento la gracia del Señor le otorga al hombre mayores
oportunidades para que se arrepienta, pero no debemos confiarnos de que el
pecado de tomar a la ligera el evangelio no tenga un precio muy alto que se
habrá de pagar. Hoy en día muchos abusan de la gracia de Dios, vemos como
hombres corruptos comercializan con el evangelio, oímos de hipócritas e
insensatos que no respetan el evangelio de Cristo; pero la verdad es que están desafiando
al Dios vivo y verdadero, lo cual traerá sobre sus vidas, tarde o temprano, su
juicio: “Así que, recibiendo nosotros un
reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios
agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor”,
(Hebreos 12:28-29).
A parte de ver el contraste entre el tiempo de la ley y
la era de gracia que hoy vivimos, referente a la forma de cómo Dios trato el
pecado de Ananías y Safira, también ven este pasaje como algo improbable
que haya ocurrido y creen que se introdujo mucho tiempo después de que Lucas
haya escrito Hechos de los Apóstoles, sin embargo, no hay nada que confirme
esta afirmación. Además de todo esto, algunos ven un paralelismo
entre la forma de cómo se trató el pecado de Acán (Josué 7) y el de Ananías y
Safira, ven grandes similitudes ya que ambos intentaron engañar a Dios
y al final terminaron muertos por ello. Otros han culpado a Pedro de este
incidente afirmando que el hecho de obligar a los cristianos a vender lo que poseían
para dárselo a los necesitados provoco todo el problema; pero esto es
falso, ya que vimos que aquellos que vendían sus bienes y lo ponían a los pies
de los apóstoles para que se repartiese entre los pobres era algo voluntario,
es más, en este texto, Pedro se lo hace ver a Ananías que el precio de la venta
estaba en su poder y él podía hacer con ello lo que deseara. Ahora, nuestro propósito
no es hundirnos en tantas controversias, antes, podemos extraer dos
verdades importantes para nuestra vida cristiana: Lo grave de
mentirle al Espíritu Santo y la importancia de vivir nuestro evangelio en
santidad y temor de Dios, siendo sinceros delante de todos los hombres, porque el
Señor lo conoce todo.
LA MUERTE DE SAFIRA
“Pasado un
lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había
acontecido. Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y
ella dijo: Sí, en tanto. Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al
Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu
marido, y te sacarán a ti. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y
cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron
junto a su marido. Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los
que oyeron estas cosas”.
Hechos 5:7-11
Al final de este pasaje que
estamos estudiando encontramos la suerte que corrió Safira, la cual llego a las
3 horas de sucedido el incidente con su esposo, esta sin saberlo, Pedro le
pregunta por el precio de venta de la propiedad y esta le miente por lo que el
apóstol le declara lo que le ocurriría por haber mentido al Espíritu Santo: Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su
mujer, no sabiendo lo que había acontecido. Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis
en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. Y Pedro le dijo: ¿Por qué
convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de
los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. Al instante ella cayó a
los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y
la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. Algunos han criticado
el hecho de que aquellos jóvenes hayan sepultado a su esposo sin avisarle, ya
que la costumbre era informar a sus familiares cuando alguien moría, sin
embargo, todo esto ocurrió rápido, en el transcurso de 3 horas, además, todos debieron
estar impactados por lo que había pasado a tal punto que no dio tiempo de nada.
Como sea, esta historia nos enseña la importancia de ser sinceros delante de
Dios, honrando su nombre y valorando el eterno llamamiento que hemos recibido,
por lo que no podemos volver atrás, ni mucho menos seguir en nuestros antiguos
pecados. Todo esto provoco que gran temor viniese sobre toda la iglesia: Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los
que oyeron estas cosas. Vivamos nuestro evangelio con sinceridad,
honrando al Espíritu Santo que es el que nos guía durante el tiempo de nuestra peregrinación
en esta tierra.
Linda historia!! La palabra de Dios realmente edifica en nuestras vidas.. gracias!
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