“Estas son las
generaciones de Fares: Fares engendró a Hezrón, Hezrón engendró a Ram, y Ram
engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, y Naasón engendró a Salmón,
Salmón engendró a Booz, y Booz engendró a Obed, Obed engendró a Isaí, e Isaí
engendró a David”.
Rut 4:18-22
INTRODUCCIÓN
En esta ocasión
finalizamos el estudio de este increíble libro que encontramos en el Antiguo
Testamento. Rut está clasificado como uno de los libros históricos que se
ubican en el tiempo de los jueces de Israel, el tiempo en el que no hubo monarquía.
Ciertamente hemos aprendido mucho de algunas costumbres bíblicas de este
tiempo, a parte de grandes lecciones espirituales que nos exhortan a depender
de Dios en todo, a poner en sus manos nuestros planes para hacer conforme su
voluntad. Terminemos de estudiar este libro considerando esta pequeña
genealogía que se encuentra en sus últimos versículos.
La fidelidad de Dios a través de las generaciones
LA FIDELIDAD DE DIOS A TRAVÉS DE LAS GENERACIONES
“Estas son las
generaciones de Fares: Fares engendró a Hezrón, Hezrón engendró a Ram, y Ram
engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, y Naasón engendró a Salmón,
Salmón engendró a Booz, y Booz engendró a Obed, Obed engendró a Isaí, e Isaí
engendró a David”.
Rut 4:18-22
Estos últimos versículos
en el libro de Rut nos presentan la genealogía del rey David, este detalle ha
llevado a pensar a algunos que este libro tuvo que haberse escrito después del
reinado del David. La genealogía nos remonta hasta Fares, el cual fue hijo de
Juda y Tamar, cuya historia completa la tenemos en Génesis 38. Según el relato
bíblico, Juda le dio a su primogénito a Tamar como esposa, pero Dios lo mató: “Después Judá tomó mujer para su primogénito Er, la cual se
llamaba Tamar. Y Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los ojos de Jehová,
y le quitó Jehová la vida”, (Génesis 38:6-7). Luego, según la
tradición, le da a su segundo hijo como esposo: “Entonces
Judá dijo a Onán: Llégate a la mujer de tu hermano, y despósate con ella, y
levanta descendencia a tu hermano. Y sabiendo Onán que la descendencia no había
de ser suya, sucedía que cuando se llegaba a la mujer de su hermano, vertía en
tierra, por no dar descendencia a su hermano. Y desagradó en ojos de Jehová lo
que hacía, y a él también le quitó la vida”, (Génesis 38:8-10). Por
todo esto, Juda creyó que algo andaba mal con Tamar, ya que cada hijo que le
daba moría, sin embargo, los malos eran sus hijos a quienes el Señor había
matado. Por ello Juda decidió no darle a su último hijo alegando que aun era
muy menor para casarse con ella y luego, se olvido del asunto. Por ello, cuando
Tamar entendió que no se le daría el hijo menor de Juda para perpetuar una
descendencia, decidió vestirse como una ramera y ponerse en el camino que Juda
recorría, este al verla consintió tener relaciones sexuales con ella, y así
paso, pero al no tener cómo pagarle, decidió dejarle como garantía su báculo y
sello, los cuales ella tomó y desapareció. Juda creyó que nunca mas la vería,
pero con el tiempo se entero que su nuera Tamar estaba embarazada y cuando
pidió que la sacaran y la quemaran por fornicación, esta le mostró su báculo y
centro, entendiendo que él era el padre del niño: “Sucedió
que al cabo de unos tres meses fue dado aviso a Judá, diciendo: Tamar tu nuera
ha fornicado, y ciertamente está encinta a causa de las fornicaciones. Y Judá
dijo: Sacadla, y sea quemada. Pero ella, cuando la sacaban, envió a decir a su
suegro: Del varón cuyas son estas cosas, estoy encinta. También dijo: Mira
ahora de quién son estas cosas, el sello, el cordón y el báculo. Entonces Judá
los reconoció, y dijo: Más justa es ella que yo, por cuanto no la he dado a
Sela mi hijo. Y nunca más la conoció”, (Génisis 38:24-26).
Increíblemente de esta relación un tanto indecente, nacieron dos niños: “Sucedió cuando daba a luz, que sacó la mano el uno, y la
partera tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: Este salió primero.
Pero volviendo él a meter la mano, he aquí salió su hermano; y ella dijo: ¡Qué
brecha te has abierto! Y llamó su nombre Fares. Después salió su hermano, el
que tenía en su mano el hilo de grana, y llamó su nombre Zara”,
(Génesis 38:28-30).
Es hermoso saber que Dios siempre esta dispuesto a
bendecir la vida del hombre que decide volverse al Él, porque Fares, a pesar de
que venía de una relación un tanto ilícita, Dios lo bendijo, y su descendencia
fue prosperada, de hecho, el nombre de Fares se traduce de la palabra hebrea Pérets
(פֶּרֶץ), la cual significa,
abrirse brecha, y ciertamente, con la ayuda de Dios un hombre y su
descendencia puede abrirse brecha en este mundo. De esta forma,
encontramos la descendencia de Fares hasta Booz: Fares
engendró a Hezrón, Hezrón engendró a Ram, y Ram engendró a Aminadab, Aminadab
engendró a Naasón, y Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró a Booz.
En cuanto a los antecedentes de los descendientes desde Fares hasta Salmón,
no se sabe mucho, pero no dudamos que fueron bendecidos por Dios, por
ello, el autor de este libro se preocupa por dejar plasmados en este registro
inspirado por el Espíritu Santo sus nombres: Fares, padre de Hezrón, padre de
Ram, padre de Aminadab, padre de Naasón, y padre de Salmón. En 1 Samuel tenemos
una referencia a esta descendencia, con la diferencia que no solo se mencionan
estos, sino sus otros hermanos, pero al final, la descendencia real se habría de
rastrear por medio de estos que Rut menciona: “Los
hijos de Judá: Er, Onán y Sela. Estos tres le nacieron de la hija de Súa,
cananea. Y Er, primogénito de Judá, fue malo delante de Jehová, quien lo mató. Y
Tamar su nuera dio a luz a Fares y a Zera. Todos los hijos de Judá fueron
cinco. Los hijos de Fares: Hezrón y Hamul. Y los hijos de Zera: Zimri, Etán,
Hemán, Calcol y Dara; por todos cinco. Hijo de Carmi fue Acán, el que perturbó
a Israel, porque prevaricó en el anatema. Azarías fue hijo de Etán. Los hijos que nacieron a Hezrón: Jerameel, Ram
y Quelubai. Ram engendró a Aminadab, y Aminadab engendró a Naasón, príncipe de
los hijos de Judá. Naasón engendró a Salmón…”, (1 Samuel 2:3-11). Vemos
como esta genealogía nos habla un poco de lo que hemos estado considerando, así,
la descendencia se abre pasa a través de Fares y su primogénito Hezrón, luego, de
los 3 hijos de este, Ram continua el rastro del linaje hasta llegar a Aminadab,
quien a su vez engendro a Naasón quien llego a ser
un príncipe de los hijos de Judá. Luego, Naasón engendro a Salmón de quien no
dudamos que fue bendecido por Dios y engendro a Booz, el personaje que aparece
en el libro de Rut. Finalmente, ya vimos como Booz, siendo un hombre justo,
había sido prosperado por el Señor y ahora a través de la unión con Rut,
engendraría un hijo que daría paso a una descendencia que traería a este mundo
David, el rey conforme el corazón de Dios, al cual se le permitiría consolidad
el reino de Israel: Booz engendró a Obed, Obed
engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.
De esta forma podemos ver cómo Dios sabe bendecir
no solo a un hombre o mujer que deciden entregarse a Él, sino que su bendición trasciende
a toda su generación futura, una descendencia que entienda lo que Dios ha hecho
en la vida de su familia. Que hermoso es continuar con esta herencia
espiritual que pase de generación a generación, un verdadero legado espiritual.
Tristemente hoy en día vemos como las futuras descendencias no conocen al Dios
que bendijo a sus padres, por ello, nosotros los cristianos debemos
compartirles el evangelio, para que sigan el camino de la luz y puedan tener
desde temprana edad una relación personal con Jesucristo: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no
se apartará de él”, (Proverbios 22:6).
Al final, Dios
bendijo esta descendencia que se extendió más allá que David, se extendió a sus
descendientes a lo largo del tiempo de la monarquía, el tiempo de la deportación
a Babilonia y su regreso del exilio, hasta culminar con el nacimiento de
nuestro Señor Jesucristo: “Libro de la
genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham… Judá engendró de
Tamar a Fares y a Zara, Fares a Esrom, y Esrom a Aram. Aram engendró a
Aminadab, Aminadab a Naasón, y Naasón a Salmón. Salmón engendró de Rahab a
Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí. Isaí engendró al rey David, y
el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías… y Jacob engendró
a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo”,
(Mateo 1:1, 3-6, 16). Nosotros anhelemos ser parte de este legado bendito,
amemos a Dios, entreguémonos a su voluntad y peritamos que tome control de
nuestra vida, para que nuestro futuro sea direccionado por su perfecta voluntad
y no solo eso, ensenemos a nuestros hijos, y que estos lo hagan con nuestros
nietos, y bisnietos, y así, de generación a generación hasta el fin de los
tiempos.
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