“Booz, pues, tomó a Rut,
y ella fue su mujer; y se llegó a ella, y Jehová le dio que concibiese y diese
a luz un hijo. Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no
te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel; el cual será
restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha
dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos. Y tomando Noemí el
hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya. Y le dieron nombre las vecinas,
diciendo: Le ha nacido un hijo a Noemí; y lo llamaron Obed. Este es padre de
Isaí, padre de David”.
Rut 4:13-17
INTRODUCCIÓN
El relato de la historia de Noemí y
Rut casi llega a su final, de hecho, en estos versículos se mencionan sus
nombres por última vez y al leerlos pareciera que estamos leyendo uno de
aquellos cuentos donde se dice: “Y vivieron felices para siempre”. No cabe duda de que hay un sentimiento de regocijo al contemplar el final de las protagonistas
de esta historia, definitivamente nos muestra la recompensa de confiar en Dios.
La recompensa de confiar en Dios
BOOZ TOMA A RUT POR ESPOSA
“Booz, pues, tomó a Rut,
y ella fue su mujer…”
Rut 4:13
Aquí vemos a Booz tomando por mujer
a Rut, la moabita: Booz, pues, tomó a Rut, y ella
fue su mujer. No cabe duda de que hay mucho que podemos aprender de
este hombre, el cual es un modelo de hombre justo y generoso, pero, sobre
todo, de temeroso de Dios y obediente a su palabra. Booz hizo las cosas
como la ley de Moisés pedía, él pudo haber tomado por mujer a Rut de inmediato,
pero sabía que la ley exigía que este derecho le correspondía al pariente más cercano,
por eso lo busco y delante de testigos hizo el contrato para que redimiese a
Rut, este se negó y le cedió su lugar, de esta forma Booz hacia todo respetando
la ley de Jehová. Si queremos tener éxito en la vida y evitarnos de
sinsabores innecesarios, es importante poner en primer lugar el consejo de Dios
el cual se encuentra en la Biblia, Booz lo hizo y así el Señor le concedió
una buena esposa: “El que halla esposa halla el
bien, y alcanza la benevolencia de Jehová”, (Proverbios 18:22).
LA FIDELIDAD DE RUT ES RECOMPENSADA
“… y se llegó a ella, y
Jehová le dio que concibiese y diese a luz un hijo”.
Rut 4:13
Ahora, aquí encontramos la
recompensa de Rut por su fidelidad: … y se llegó a
ella, y Jehová le dio que concibiese y diese a luz un hijo. Rut
renunció a su tierra y dioses, se convirtió al Dios de Israel y renunció a la
posibilidad de volver a casarse y ser viuda sin hijos toda la vida, se dedicó a
cuidar a su suegra y todas estas buenas acciones ganaron el favor de Dios.
Cualquier persona hubiese pensado bien la decisión que Rut tomó ya que esta
significaba una renuncia total para ayudar a otra persona. No cabe duda
que su mejor decisión fue convertirse a Dios ya que como lo dijo un día
Booz, se había refugiado bajo las alas del Dios Altísimo: “Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de
parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte”,
(Rut 2:12). Ciertamente Dios la recompenso concediéndole un buen hombre y dándole
un hijo, algo que en estos tiempos se consideraba una gran bendición. La historia
de Rut nos muestra cómo Dios puede restaurar la vida de aquellos que se
convierten a Dios y abandonan sus viejas vidas para seguir el camino de
justicia, y aunque al principio no es fácil, el Señor les respalda,
como lo hizo con Rut, poniendo en el camino personas y oportunidades que les
ayudan a salir de las consecuencias y dolores de su vieja vida.
DIOS RECOMPENSA LA FE DE NOEMÍ
“Y las mujeres decían a
Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre
será celebrado en Israel; el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu
vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para
ti que siete hijos. Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya”.
Rut 4:14-16
Que gran bendición, después de haber
sufrido la muerte de su esposo e hijos, de quedar viuda y desamparada, aceptando
el error de tomar una mala decisión, Noemí finalmente es recompensada y sus días
amargos quedan atrás para recibir una gran alegría. Noemí es un ejemplo de
nuestra fragilidad, de cómo malas decisiones pueden llevarnos a situaciones difíciles
e incluso de gran pérdida que puede provocarnos muchos sufrimientos; pero de
igual manera Noemí nos muestra el camino que debemos tomar para la restauración:
Reconocer nuestros errores y volvernos a Dios. Noemí, aunque se encontraba en
gran amargura por el dolor de su perdida, nunca culpo a Dios de sus sufrimientos,
ella sabia que fueron sus decisiones las que la llevaron a eso, pero confió en
Dios y regreso humillada a su pueblo, a Belén. En todo esto, Dios no la
desamparo, porque Rut la acompaño y cuido de ella. Ahora, después de tanto
sufrimiento, estaba experimentando la benevolencia de Dios, su nuera se había
casado nuevamente, la descendencia de su hijo Abimelec había sido redimida, y ahora
ella se había convertido en la abuela de un descendiente: Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que
no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel; el cual será
restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha
dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos. Tanta era
la bendición de Noemí que las mismas mujeres de Belén reconocían la obra de
Dios en su vida. La verdad es que vale la pena esperar en Dios, aunque
las cosas se pongan difíciles por momentos, no debemos abandonar el camino de
Dios, debemos permanecer esperando en su misericordia, que el Señor será propició
a nosotros. Noemí fue bendecida con un nieto y ella se convirtió en su
aya y educó a este niño: Y tomando Noemí el hijo, lo
puso en su regazo, y fue su aya.
UNA DESCENDENCIA QUE SERIA BENDECIDA
“Y le dieron nombre las
vecinas, diciendo: Le ha nacido un hijo a Noemí; y lo llamaron Obed. Este es
padre de Isaí, padre de David”.
Rut 4:17
La bendición de Dios hacia Noemí y
Rut no terminó aquí, sino se extendió a sus descendientes: Y le dieron nombre las vecinas, diciendo: Le ha nacido un
hijo a Noemí; y lo llamaron Obed. Algunos opinan que el nombre de
Obed significa “sirviente”, este fue un nombre que se dice que fue dado por las
vecinas de Noemí y probablemente veían este niño como un futuro servidor de Dios.
No cabe duda de que Dios bendijo la vida de este hombre ya que de su
descendencia vendría en el futuro el más grande de los reyes que jamás Israel
ha tenido, el rey David, el hombre conforme el corazón de Dios, y esta
descendencia seria bendecida aún más porque Dios haría pacto con la casa de David,
prometiéndole un descendiente que se sentaría en su trono para siembre, descendencia
que se ha cumplido en nuestro Señor Jesucristo: Este
es padre de Isaí, padre de David.
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