“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que
prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por
Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una
cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que
está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si
otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello a que hemos
llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa”.
Filipenses 3:12-16
INTRODUCCIÓN
Este día volvemos a retomar nuestro
estudio de la carta del apóstol Pablo a los Filipenses, si recordamos un poco,
los judaizantes habían metido ideas equivocadas en las mentes de los cristianos
de Filipos, haciéndoles entender de que si no se circuncidaban y ganaban
méritos a través de observar la ley de Moisés no sería perfeccionados y su fe
no sería suficiente para salvarlos; sin embargo, Pablo le enseña que todas
estas cosas son inútiles para alcanzar la vida eterna, todas estas cosas Pablo
las había practicado, pero las había abandonado para alcanzar la excelencia del
conocimiento de Cristo. Ahora, todo lo dicho anteriormente no significa que
Pablo ya había llegado a la meta final, sino que prosigue extendiéndose al
premio supremo, y de esto es de lo que ahora el apóstol nos hablará.
UN CONSTANTE AVANZAR EN EL CAMINO DE LA PERFECCIÓN
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que
prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por
Cristo Jesús”.
Filipenses 3:12
Como ya vimos, Pablo había
renunciado a todos sus logros terrenales con tal de alcanzar la excelencia del
conocimiento de Cristo, de ser partícipe de las riquezas de su reino y conocerle
a Él, sin embargo, no creía que lo había alcanzado ya todo, aunque su
progreso espiritual aventajaba a muchos, esto no le daba un pensamiento de
superioridad, sino que reconocía que aún le faltaba proseguir en el camino de
la perfección: No que lo haya alcanzado ya, ni que
ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual
fui también asido por Cristo Jesús.
Es interesante la palabra griega que Casiodoro de Reina traduje como “perfecto”,
esta es teleióo (τελειόω), la cual
hace referencia a algo que está completo o a punto de llegar a su culminación,
así que, en este sentido, cuando Pablo habla de ser perfecto, se refiere
a estar completo en Cristo Jesús, en continuar en este camino que nos lleva a
culminar la obra que Cristo ha iniciado en cada uno de nosotros. Por ello,
Pablo no perdía de vista su meta, recordando constantemente de donde el Señor
lo había rescatado. Esto nos enseña una lección importante a nosotros los
cristiano y es que el evangelio se trata de un constante avance hacia la perfección
en Cristo Jesús. La Biblia nos enseña que no debemos conformarnos a ser
moldeados por la influencia de este mundo, sino ser transformados por el poder
renovador del mensaje del evangelio: “No os conforméis
a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta”, (Romanos 12:2). De esta forma, nuestro
enfoque se encuentra en proseguir avanzado en nuestro proceso de madures espiritual,
conociendo cada día más acerca de nuestro Señor Jesús, sirviéndole con todo
nuestro corazón y experimentando el poder de su palabra, sabiendo que nuestro
constate caminar nos llevara a conocerle a Él y cuando seamos glorificados,
entonces seremos perfectos, es decir, nuestro proceso de santificación será
completa: “Cuando Cristo, vuestra vida, se
manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”,
(Colosenses 3:4).
EXTENDIÉNDOSE AL PREMIO SUPREMO
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa
hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo
Jesús”.
Filipenses 3:13-14
Teniendo en mente de que el
cristiano debe proseguir constantemente en el camino de la perfección para
estar cada día más completo en Cristo Jesús, podría surgir la pregunta: ¿cómo
hacerlo? Bueno, el apóstol responde esta pregunta y prácticamente son tres cosas
que debemos tomar en cuenta. La primera es estar conscientes de nuestra
constate necesidad de seguir avanzando en nuestro caminar cristiano: Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado. Muchos cristianos podrían estar
satisfechos de su vida en Cristo, y realmente quién no lo estaría, pero debemos
tener cuidado de que esto no nos lleve a un estancamiento espiritual, ya que la
vida cristiana es un constate avance en un camino que nos acerca más y más a Dios,
perfecciona nuestra relación personal con Él, nos permite conocer mejor su
palabra, recibir sus dones espirituales, producir constantemente toda una
cosecha de frutos con la ayuda del Espíritu Santo, desarrollar nuestro potencial
en la obra del Señor y mucho más. Tristemente podemos encontrar cristianos que están
contentos como están, ya no les interesa aprender más de la Biblia, creen que
es para teólogos, no se interesan en servirle al Señor y no progresan mucho en
su madurez espiritual. Debemos cuidarnos de que esto no nos pase y seguir el
ejemplo de Pablo, el cual siendo el hombre que era en Cristo Jesús, no creía haberlo
logrado todo, porque ciertamente la vida que Cristo nos ofrece en una fuente
inagotable de bendiciones y dadivas a la espera de aquellos que decidan
buscarlas. En segundo lugar, para extendernos al premio supremo debemos
olvidarnos del pasado y proseguir sin ver hacia atrás: pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás. Muchas personas no avanzan en su
vida cristiana por dos cosas relacionadas a su pasado, la primera es por los
recuerdos de malas experiencias que probablemente provocaron un daño terrible
en ellos, su dolor y tristeza los hace pensar que no son merecedores de algo mejor
y por eso no experimentan plenamente la vida de Cristo. Lo otro podría ser que
siguen presos de pecados ocultos que acusan sus consciencias y no les permite
extenderse al propósito de Dios. En estos casos, debemos entregar nuestro
pasado a Cristo, renunciar a nuestros pecados y tener fe de que cualquier
cadena que nos ataba al pasado se ha roto por el poder de Jesús. Es importante
crear expectativas de vida y creer que Dios puede hacer algo especial en
nuestra vida, así lo hizo William Carey, un humilde zapatero de Inglaterra que
en su taller había colocado un mapamundi marcando la India, el lugar con el
cual soñaba ir como misionero. Al final, lo logro y hoy es conocido como el
padre de las misiones moderna. William Carey no dejo que su condición de
humilde zapatero limitara todo lo que el Señor le tenia preparado, ante tenia
un lema que consideramos importante mencionar, él decía: “Esperad grandes cosas de Dios; emprended grandes cosas
para Dios”. Finalmente, debemos extendernos al futuro con gran
expectativa de vida, con la mirada en el blanco perfecto, en el premio
supremos, que es Cristo Jesús: y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo
Jesús. La palabra
griega que la RV60 traduce al español como, “extendiéndome”, es epekteínomai
(ἐπεκτείνομαι), la cual hace
referencia a un corredor que extiende sus manos hacia adelante con el objetivo
de tocar con sus dedos la banda de la meta. Así debemos hacer los cristianos,
proseguir al premio supremo, extendámonos hacia la meta final, continuemos
progresando en nuestra vida cristiana, perfeccionando nuestra santidad en el
temor de Dios y ser completos en Cristo Jesús. Oswald Chambers, en su libro, en
Pos de lo Supremo, no anima a alcanzar este objetivo divino, él dice: “Desechemos cualquier otro pensamiento y mantengámonos
delante de Dios con un solo propósito: Lo máximo de mí por lo supremo de Él.
Estoy decidido a ser absoluta y enteramente de Él, y sólo de Él”. Hagamos
esto y extendámonos al premio supremo.
UN SOLO MODO DE PENSAR
“Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si
otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello a que hemos
llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa”.
Filipenses 3:12-16
Ahora, antes de finalizar, el apóstol quiere que todos nos aseguremos de tener este solo pensamiento: Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa. Qué es lo que debemos citar o qué regla es la que debemos seguir, bueno, todo lo antes expuesto: No creer que ya lo hemos logrado todo, olvidar el pasado y extendernos al premio supremo. Pareciera que Pablo usa un poco de sarcasmo en sus palabras cuando se refiere a “todo los que somos perfectos”, pero la realidad es que todos, por muy avanzados que creamos estar en nuestra fe, debemos continuar, creciendo espiritualmente y madurando en nuestra vida cristiana.
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