“Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto;
pero Dios estaba con él, y le libró de todas sus tribulaciones, y le dio gracia
y sabiduría delante de Faraón rey de Egipto, el cual lo puso por gobernador
sobre Egipto y sobre toda su casa. Vino entonces hambre en toda la tierra de
Egipto y de Canaán, y grande tribulación; y nuestros padres no hallaban
alimentos. Cuando oyó Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres
la primera vez. Y en la segunda, José se dio a conocer a sus hermanos, y fue
manifestado a Faraón el linaje de José. Y enviando José, hizo venir a su padre
Jacob, y a toda su parentela, en número de setenta y cinco personas. Así
descendió Jacob a Egipto, donde murió él, y también nuestros padres; los cuales
fueron trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que a precio de dinero
compró Abraham de los hijos de Hamor en Siquem. Pero cuando se acercaba el
tiempo de la promesa, que Dios había jurado a Abraham, el pueblo creció y se
multiplicó en Egipto”.
Hechos 7:9-17
INTRODUCCIÓN
Continuamos estudiando el
discurso de defensa que Esteban presento ante las falsas acusaciones que
algunos judíos envidiosos habían presentado ante el sanedrín, y en esta
ocasión, el increíble relato de la historia del pueblo de Israel continua. Ya
en la ocasión pasada estudiamos la primera parte de este relato, donde recordó
cómo Abraham había salido de Mesopotamia obedeciendo la voz de Dios para vivir
como extranjero en tierra extraña con la promesa que su descendencia heredaría
esa tierra, ahora la historia continua con los acontecimientos referentes a las
vidas de Jacob y los doce patriarcas. En todo esto, Esteban pretende usar la
historia de Israel para mostrarles que el problema de Israel siempre ha sido la
rebeldía, rebeldía que los llevo a perseguir a los hombres santos de Dios, sus
profetas y a crucificar al Cristo.
Esteban ante el sanedrín
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UN PUEBLO REBELDE DESDE SUS ANTEPASADOS
“Los
patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto…”
Hechos 7:9
Inmediatamente después de
la historia de Abraham, Esteban comienza haciendo referencia a Jacob y sus 12
hijos quienes llegarían a ser los patriarcas que formarían las 12 tribus de
Israel: Los patriarcas, movidos por envidia,
vendieron a José para Egipto. Esteban les recuerda la historia de
cómo José fue vendido como esclavo por la envidia que estos le tenían. De
acuerdo a Génesis, José llego a ser el hijo número 11 de Jacob y este llego a
ser muy querido para él, José fue una persona que se caracterizó por su
integridad y denunciar la maldad de sus hermanos: “Esta
es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años,
apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de
Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su
padre la mala fama de ellos. Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos,
porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y
viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le
aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente”, (Génesis 37:2-4).
Además de eso, José recibió sueños que los compartió con sus padres y hermanos
donde se interpretaba que llegaría a ser el principal entre todos ellos
(Génesis 37:5-11), no obstante, todo esto le hizo ganar la enemista de ellos y
así un día confabularon contra él y lo vendieron como esclavo a unos mercaderes
ismaelitas: “Y cuando pasaban los madianitas
mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le
vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a
Egipto”, (Génesis 37:28). En todo esto no puede dejarse de ver
cómo José es un tipo de Cristo, ya que, así como José, siendo un hombre
justo, gana la enemistad de sus hermanos porque delataba sus malas obras, así
también Jesús gano la enemistad de los lideres religiosos de su tiempo ya que
denunciaba sus injusticias, además, así como los sueños de José fueron
rechazados por sus hermanos, estos judíos malvados rechazaron el mensaje de
Jesús, todo porque eran unos rebeldes a la palabra de Dios. El problema de
Israel era muy antiguo, la rebeldía, y aún sus antepasados lo fueron y con esta
historia Esteban lo está dejando muy claro.
JOSÉ, EL SALVADOR DE SU PUEBLO
“… pero Dios
estaba con él, y le libró de todas sus tribulaciones, y le dio gracia y
sabiduría delante de Faraón rey de Egipto, el cual lo puso por gobernador sobre
Egipto y sobre toda su casa. Vino entonces hambre en toda la tierra de Egipto y
de Canaán, y grande tribulación; y nuestros padres no hallaban alimentos.
Cuando oyó Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres la primera
vez. Y en la segunda, José se dio a conocer a sus hermanos, y fue manifestado a
Faraón el linaje de José. Y enviando José, hizo venir a su padre Jacob, y a
toda su parentela, en número de setenta y cinco personas”.
Hechos 7:9-14
A pesar de las injusticias cometidas hacia José
por parte de sus hermanos, Esteban afirma que Dios estaba con él y lo libró de
todas sus tribulaciones dándole gracia y sabiduría delante de Faraón. Cuando
José fue vendido como esclavo por sus hermanos, debió tener aproximadamente 15
o 17 años, luego, después de eso, su vida como esclavo en Egipto no fue fácil,
pero Dios estaba con él para darle gracia y sabiduría delante de aquellos que
lo tomaban como esclavo: “Mas Jehová estaba con
José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su
amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía
prosperar en su mano. Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le
hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía”,
(Génesis 39:2-4). Aun en la cárcel por la falsa acusación de la mujer de
Potifar, José fue prosperado: “No necesitaba atender
el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque
Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba”,
(Génesis 39:23). A pesar de que José había sufrido el desprecio e injusticias
de sus hermanos, Dios lo había respaldado proporcionándole su gracia y
sabiduría de tal manera que nunca fue desamparado por su providencia, tanto así
que al final se gano la confianza del faraón, descifrando el misterio de los
sueños que había tenido, lo cual a su vez, le otorgo el privilegio de llegar a
ser el gobernador de Egipto: “Y dijo Faraón a sus
siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu
de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no
hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se
gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú”,
(Génesis 41:38-40). Así Esteban relata como José se convirtió en gobernador de
Egipto y administro sabiamente durante los 7 años de vacas gordas, para que
cuando el hambre vino a toda la tierra por 7 años, José termino convirtiéndose
en el salvador de toda su familia revelándose a sus hermanos que llegaron a
Egipto por algo de comida y mandando a llamar a su padre, finalmente todos
habitaron en tierra de Gosén, Jacob, sus hijos, los hijos de sus hijos y demás
descendientes. De alguna manera, las similitudes con Jesús no dejan de
verse ya que, al igual que José, su nación lo había rechazado; pero Dios lo ha
levantado para darle toda autoridad sobre todo reino y ser hecho así el
Salvador de todos aquellos que en Él creen.
Ahora, en este pasaje aparece un detalle que ha dado
problemas a los estudiosos bíblicos, el versículo 14 de Hechos 7 dice: “Y enviando José, hizo venir a su padre Jacob, y a toda su
parentela, en número de setenta y cinco personas”, (Hechos 7:14). Aquí
Estaban dijo que los que entraron en tierra de Gosén fueron 75 personas. Sin
embargo, en Génesis encontramos que los que entraron a Gosén fueron 66: “Todas las personas que vinieron con Jacob a Egipto,
procedentes de sus lomos, sin las mujeres de los hijos de Jacob, todas las
personas fueron sesenta y seis. Y los hijos de José, que le nacieron en Egipto,
dos personas. Todas las personas de la casa de Jacob, que entraron en Egipto,
fueron setenta”, (Génesis 46.26-27). En Génesis 46:26-27 se nos dice
que a Gosén entraron 66 parientes de Jacob (sin contar las mujeres), a estos 66
se le suman Jacob y José, y también se le suman los dos hijos de José, Manasés
y Efraín, un total de 4, de tal forma que 66 + 4 = 70, el número que presenta
el versículo 27. Luego, no sabemos exactamente por qué José mencionó que el
número de personas que entraron en Gosén fueron 75, se han intentado de dar
algunas explicaciones, pero sin llegar a una conclusión satisfactoria.
LOS PATRIARCAS MURIERON, PERO SUS DESCENDIENTES SE MULTIPLICARON
“Así descendió Jacob a
Egipto, donde murió él, y también nuestros padres; los cuales fueron
trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que a precio de dinero compró
Abraham de los hijos de Hamor en Siquem. Pero cuando se acercaba el tiempo de
la promesa, que Dios había jurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó
en Egipto”.
Hechos 7:15-17
Al final, Esteban
recuerda que todos los patriarcas de Israel murieron en Egipto, pero fueron
trasladados a la cueva que estaba en Macpela, que Abraham había comprado a los
hijos de Het para sepultura de sus parientes: “Abraham
se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo
convenido: cuatrocientas monedas de plata, moneda corriente entre los
comerciantes. Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de
Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles
que estaban dentro de los límites del campo… Luego Abraham sepultó a su esposa
Sara en la cueva del campo de Macpela que está cerca de Mamré, es decir, en
Hebrón, en la tierra de Canaán”, (Génesis 23:16-17, 19). Ahora, allí
se sepultaron Abraham y otros de sus descendientes: “Les
mandó luego, y les dijo: Yo voy a ser reunido con mi pueblo. Sepultadme con mis
padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo, en la cueva que está
en el campo de Macpela, al oriente de Mamre en la tierra de Canaán, la cual
compró Abraham con el mismo campo de Efrón el heteo, para heredad de sepultura.
Allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer; allí sepultaron a Isaac y a Rebeca
su mujer; allí también sepulté yo a Lea”, (Génesis 49:29-31). Luego,
los restos de José fueron sepultados en esta cueva cuando Israel salió de Egipto
rumbo a Canaán: “Y enterraron en Siquem los huesos
de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo
que Jacob compró de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien piezas de
dinero; y fue posesión de los hijos de José”, (Josué 24.32). Ahora,
un dato adicional que no encontramos en el Antiguo Testamento es el hecho de
que los demás hijos de Jacob hayan sido sepultados en la cueva de Macpela, ya
que Esteban dice que todos sus padres, es decir, los patriarcas, fueron
sepultados allí. Lo más seguro es que esta información Estaban la halla tomado
de la tradición oral, y ahora, al ser inspirado por el Espíritu Santo, se volvió
Escritura y, por tanto, un hecho que podemos decir que realmente ocurrió.
Recordemos que no todo lo que se enseñaba en la tradición oral era mentira, muchas
cosas debieron haber ocurrido, solo que no todas quedaron registradas en las
Escrituras, pero al hacerlo, se volvieron palabra de Dios. Fue en medio de todo
este periodo de tiempo que la descendencia de Jacob creció en la tierra de
Gosén y se volvió una nación numerosa que traería el temor de Egipto. De esta
forma, Esteban lleva a su audiencia a través de este increíble relato, y
en este caso, les mostro el problema antiguo del pueblo de Israel, la rebeldía
a la palabra de Dios y su rechazo a los ungidos del Señor, ya que, así como los
hermanos de José lo odiaron y vendieron como esclavo porque este denunciaba su
pecaminoso proceder a su padre, así estos judíos se habían confabulado en
contra de Jesús para entregarlo a la muerte ya que iba en contra de sus
intereses pecaminosos y tradiciones que contradecían en ocasiones la palabra de
Dios. La rebeldía de la humanidad se ha dado desde el principio, desde
que el hombre pecó en el huerto del Edén, nosotros debemos estar conscientes de
eso, por tanto, debemos confesar nuestros pecados a Cristo y venir a Él, para
que estos pecados sean perdonados y con la ayuda de su Espíritu Santo podamos
vivir en obediencia a su palabra.
Que bendición seguimos orando
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