Un pueblo peregrino (Hechos 7:1-8)


 

“El sumo sacerdote dijo entonces: ¿Es esto así? Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán, y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré. Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora. Y no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie; pero le prometió que se la daría en posesión, y a su descendencia después de él, cuando él aún no tenía hijo. Y le dijo Dios así: Que su descendencia sería extranjera en tierra ajena, y que los reducirían a servidumbre y los maltratarían, por cuatrocientos años. Mas yo juzgaré, dijo Dios, a la nación de la cual serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este lugar. Y le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac, y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas”.

Hechos 7:1-8


INTRODUCCIÓN


                 Después de los últimos acontecimientos referentes al arresto de Esteban por parte de algunos judíos envidiosos que estaban en contra de las enseñanzas del santo evangelio estudiados en el capítulo anterior, iniciamos el capítulo 7 donde encontramos uno de los discursos más hermosos que tenemos en la Biblia, nos referimos al discurso de Esteban. En Hechos de los Apóstoles constituye uno de los discursos más largos, y de hecho, es el más largo que Lucas presenta, comparado a los discursos de Pedro o Pablo que se encuentran en dicho libro, la lectura de dicho discurso nos traslada a la historia del pueblo de Israel, desde sus orígenes con su antepasado Abraham hasta culminar con la edificación del Templo de Salomón, mostrando en todo el relato el problema de la rebeldía del pueblo y la oposición que siempre han tenido a la voz de los profetas que el Señor ha levantado. Este discurso muestra lo versado que Esteban era en su propia historia y el relato bíblico, lo más seguro es que cite la Septuaginta, por ser un judíos helenista. El discurso también ha generado muchas críticas debido a algunas discrepancias de carácter histórico que se comparan con el relato de los libros del Pentateuco, sin embargo, procuraremos ir entendiendo todo este asunto.

 

Esteban
Esteban delante del Sanedrín
Imagen creada generado con IA, tecnología DALL-E 3
 

EL LLAMADO DE DIOS A ABRAHAM PARA DEJAR SU TIERRA

 

“El sumo sacerdote dijo entonces: ¿Es esto así? Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán, y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré. Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora”.

Hechos 7:1-4


                Después de haberse presentado las falsas acusaciones de haber blasfemado en contra de la ley de Moisés y el Templo ante el Sanedrín en contra de Esteban, el sumo sacerdote le da la oportunidad a Esteban de defenderse: El sumo sacerdote dijo entonces: ¿Es esto así? Vemos la respuesta de Esteban que resalta en tres detalles. Lo primero es el respeto con el que se dirige a los ancianos del Sanedrín y demás judíos que allí estaban congregados: Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd. Lo segundo es el increíble dominio que Esteban tenia de la historia bíblica, ya que como veremos desde Abraham, pasando por los demás patriarcas, hasta los tiempos de Daniel y Salomón, Esteban recordara la historia del pueblo de Dios. Finalmente, es también increíble como Esteban responde antes las falsas acusaciones de aquellos perversos, en lugar de defenderse negando los cargos, Esteban aprovecho el momento para presentar defensa del evangelio por medio de mostrar ejemplos bíblicos que muestran cuál es el problema actual de los israelitas con aceptar a Jesús como el Cristo, el mismo problema que al estudiar la historia de Israel se evidencia: La rebeldía a su palabra. En este sentido, resulta interesante la forma de cómo el Espíritu Santo guía a Esteban a narrar el relato histórico y bíblico de los inicios de Israel, desde sus comienzos con sus patriarcas hasta la época de los principios de la monarquía, la constante exhortación de Dios, la rebeldía del pueblo ante la palabra de Dios y las amonestaciones de sus profetas.

 

Ahora, como mencionamos al principio, el relato histórico de Esteban ha presentado algunos problemas de inconsistencias históricas al compararse con el texto del Antiguo Testamento que de alguna manera a ocupado el estudio de los expertos bíblicos y otras personas. Algunos ven estos como anacronismos o errores en fechas históricas que piensan que le dan menos credibilidad a la Biblia como la palabra de Dios; para otros no es así, sino se han buscado explicaciones a tales casos. Estudiemos una a una estas discrepancias. Lo primero que Esteban hace es recordar el llamamiento de Dios de Abraham a dejar su tierra y parentela en Ur de los caldeos para ir a una nueva tierra: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán, y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré. Si comparamos estas primeras palabras de Esteban con el relato bíblico del libro de Génesis encontramos una aparente discrepancia. Según Esteban, Abraham recibió el llamado de Dios de salir de su tierra estando en Mesopotamia, que bien es Ur de los caldeos, antes de partir a Harán; pero de acuerdo al libro de Génesis lo recibió estando en Harán: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán”, (Génesis 12:1-4). De acuerdo a Génesis, Abraham abandono Ur de los caldeos cuando su padre, Taré, decidió moverse a Harán, y allí permaneció hasta la muerte de su padre: “Y tomó Taré a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo, y a Sarai su nuera, mujer de Abram su hijo, y salió con ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierra de Canaán; y vinieron hasta Harán, y se quedaron allí. Y fueron los días de Taré doscientos cinco años; y murió Taré en Harán”, (Génesis 11:31-32). Algunos han intentado resolver este aparente problema diciendo que es probable que Abraham recibiese el llamado dos veces, la primera cuando estaba en Ur de los caldeos, pero este obedeció a medias, ya que partió de allí acompañado de su padre, luego, estando en Harán, su padre muere y entonces Dios vuelve a llamarle para que termine de obedecer. Ahora, creer que esto fue así no es tan difícil, ya que para esta época muchos judíos creían de esta manera, es decir, que Abraham había recibido un llamado de Dios estando en Ur de los caldeos (Aunque Génesis 12:1-4 no lo dice así), y esto es así por otros textos del Antiguo Testamento que afirman que Abraham recibió el llamamiento estando en Ur: “Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra”, (Génesis 15:7). Aun en tiempos de Nehemías, durante el regreso de los judíos después del cautiverio babilónico, este pensamiento persistía: “Tú eres, oh Jehová, el Dios que escogiste a Abram, y lo sacaste de Ur de los caldeos, y le pusiste el nombre Abraham”, (Nehemías 9:7). Fue Dios quien lo sacó de Ur de los caldeos, no de Harán, y fue allí donde recibió el llamado para abandonar esa ciudad en Mesopotamia y partir a la tierra de Canaán.

 

La otra crítica que le hacen al relato de Esteban es la edad que Abraham tenia a la muerte de su padre y al momento de partir a la tierra que el Señor le mostraría: Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora. Esta parte es fiel al relato de Génesis, tal y como ya lo vimos, de Ur de los caldeos partieron a Harán, y en Harán, a la muerte de Taré, partieron a Canaán. Los que buscan errores en la Biblia afirman que hay una discrepancia al calcular la edad de Abraham al partir a Canaán, ya que según Génesis 12:4, Abraham tenía 75 años cuando partió de Harán, pero entonces, ¿qué de la edad de su padre? Si Abraham era el primogénito siguiendo el orden sugerido de la genealogía de Genesis 11, tenemos que, si Taré engendro a Abraham a sus 70 años y este vivió 205 años en total, Abraham debió tener 135 años para el momento que parte de Harán y no 75 como lo dice Genesis 12:4: “Taré vivió setenta años, y engendró a Abram, a Nacor y a Harán… Y fueron los días de Taré doscientos cinco años; y murió Taré en Harán”, (Génesis 11:26, 32). Esta aparente contradicción se ha resulto entendiendo que lo más probable es que la genealogía de Taré no está ordenada por nacimiento, sino por importancia del hijo, siendo Abraham el de mayor importancia y, por ende, es presentado al principio de la lista, luego, Harán sería el primero que nació, pero el último en la lista y Abraham que es el primero en importancia en la descendencia fue el último en nacer. Pensar así es lógico, especialmente porque si Harán fue el primogénito, este engendro una hija que llego a convertirse en la esposa de uno de sus hermanos menores, Nacor: “Y murió Harán antes que su padre Taré en la tierra de su nacimiento, en Ur de los caldeos. Y tomaron Abram y Nacor para sí mujeres; el nombre de la mujer de Abram era Sarai, y el nombre de la mujer de Nacor, Milca, hija de Harán, padre de Milca y de Isca”, (Génesis 11:28-29). De esta forma, podemos ver cómo ambas críticas a este texto pueden encontrar una solución.

 

PEREGRINOS EN TIERRA AJENA

 

“Y no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie; pero le prometió que se la daría en posesión, y a su descendencia después de él, cuando él aún no tenía hijo. Y le dijo Dios así: Que su descendencia sería extranjera en tierra ajena, y que los reducirían a servidumbre y los maltratarían, por cuatrocientos años. Mas yo juzgaré, dijo Dios, a la nación de la cual serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este lugar”.

Hechos 7:5-7


             Esteban continua su narración, recordando que Abraham recibió el llamado de Dios para abandonar su tierra y parentela para ir a la tierra que le estaba prometiendo dársela a él y su descendencia, sin embargo, esta tierra no le fue dada de inmediato, sino le tocó vivir como extranjero y peregrino en tierra extranjera: Y no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie; pero le prometió que se la daría en posesión, y a su descendencia después de él, cuando él aún no tenía hijo.  De esta forma, Abraham vivió por fe, como forastero, confiando en las promesas de Dios, aun cuando no tenía ni un hijo que le heredase, de hecho, el autor de la carta a los Hebreos capta este mismo pensamiento tocante a los patriarcas que les tocó vivir por fe, como extranjeros que esperaban recibir por heredad las promesas de una buena tierra: “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”, (Hebreos 11:8-10). La verdadera fe de Abraham y los demás patriarcas estuvo en esperar el cumplimiento de las promesas de Dios, ya que para el momento que Abraham es llamado, la tierra de Canaán estaba habitada por muchos otros pueblos, muy numerosos y fuertes, pero el Señor le decía que llegaría el momento en el que su descendencia heredaría dicha tierra ya que se la había dado a él, de hecho le advirtió que pasarían 4 siglos completos en los cuales su descendencia seria oprimida en esclavitud por otra nación: Y le dijo Dios así: Que su descendencia sería extranjera en tierra ajena, y que los reducirían a servidumbre y los maltratarían, por cuatrocientos años. Mas yo juzgaré, dijo Dios, a la nación de la cual serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este lugar. Esto le fue dicho a Abraham por el mismo Dios, anticipándole que su descendencia seria oprimida por una nación extranjera, que llego a ser Egipto: “Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez. Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí”, (Génesis 15:13-16). De esta historia hermosa podemos aprender dos cosas. La primera es que a veces el cumplimiento de las promesas de Dios lleva su tiempo en cumplirse, pero se requiere fe y paciencia para alcanzarlas. Abraham recibió su llamado para salir de Ur de los caldeos a sus 75 años con la promesa de darle en posesión a él y su descendencia la tierra de Canaán; pero no fue hasta sus 100 años que Dios le dio su primer hijo, Isaac, y esto fue un verdadero milagro: “El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia”, (Romanos 4:18-22). Aun, su descendencia no vio la promesa cumplirse sino después de 430 años de esclavitud y 40 años de peregrinar por el desierto, y aun así, se dio la conquista de Canaán en tiempos de Josué, la cual se extendió por años hasta el tiempo del rey David que logro consolidar el reino de Israel y Salomón lo llevo a otra gloria. Como vemos, las promesas de Dios llevan su tiempo para materializarse, pero debemos aprender a esperar y fortalecernos, en su fidelidad, sabiendo que su palabra es veraz y verdadera, como cristianos debemos creer en todas sus promesas, esperando heredar la vida eterna y no desmayar, por difícil que sean las situaciones que enfrentan, y esto nos lleva al segundo punto, ya que, así como Abraham y su descendencia vivieron como peregrinos en tierra extranjera, también los cristianos estamos en esta tierra solo de paso, ya que somos extranjeros y peregrinos en este mundo: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”, (1 Pedro 2:11). Esto es así ya que nuestra ciudadanía y patria es celestial: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo”, (Filipenses 3:20).

 

LA SEÑAL DEL PACTO

 

“Y le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac, y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas”.

Hechos 7:8


               Ahora, fue en medio de todas estas promesas dadas a Abraham y su descendencia que Dios le dio una señal visible del pacto que hacía con ellos: Y le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac, y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas. La circuncisión se convirtió en la señal de dicho pacto, señal que se dio mucho antes que llegase la señal, porque como les mostrara Esteban a todos aquellos judíos que lo oían, las promesas y el pacto se dio antes de la ley que ellos tanto afirmaban obedecer, pero el verdadero espíritu de la ley estaba en la obediencia a su palabra y el amor al prójimo, el creer en la ley y los profeta conducía a creer en Cristo, porque Cristo es la culminación de todas aquellas promesas que surgieron desde mucho antes que la ley fuese dada y le fueron dadas a Abraham con una gloriosa promesa: “De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz”, (Génesis 22:17-18). De esta manera Esteban se introducía para dar su poderoso discurso que atacaría el problema raíz de aquellos judíos, su rebeldía y desobediencia a la palabra de Dios.

 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario