“Mas vosotros sois linaje escogido, real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las
virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros
que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en
otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado
misericordia”.
1 Pedro 2:9-10
INTRODUCCIÓN
El
apóstol Pedro continua con su carta y en esta oportunidad nos recuerda que somos
parte de un linaje escogido que ha sido llamado a ser un real sacerdocio y una nación
santa, para anunciar el mensaje de salvación. Recordemos que algunos han
llegado a creer que esta carta fue escrita con el propósito de discipular recién
convertidos y en este fin, a partir del capítulo 2 el apóstol desarrolla el
tema de que somos piedras vivas, parte de un edificio espiritual cuya piedra
del ángulo es Jesucristo, y ahora, como miembros de una nueva familia
espiritual debemos entender nuestro linaje espiritual, así como la
responsabilidad de llevar una vida santa.
Nuestros privilegios y responsabilidades espirituales
NUESTRAS RESPONSABILIDADES Y PRIVILEGIOS ESPIRITUALES
Para
Pedro, y aún, todos los autores del Nuevo Testamento, la manera de vivir de un
cristiano que profesa ser salvo por la gracia de Cristo debe evidenciarse a través
de su conducta y sus obras, y en este sentido en estos y los siguientes versículos
nos enseñara cómo debemos conducirnos en esta vida. En el versículo 9 de este
capítulo encontramos algunos conceptos que nos ayudan a comprender nuestra naturaleza
espiritual, así como responsabilidades y privilegio que heredamos cuando
nacemos a una nueva vida.
Somos linaje escogido.
“Mas vosotros sois linaje escogido…”
1 Pedro 2:9
En
primer lugar, se nos dice que nosotros los cristianos somos linaje escogido.
Las palabras griegas de donde se traducen las palabras, “linaje escogido”, son génos
eklektós (γένος ἐκλεκτός), la cual podría también podría traducirse como “generación
electa” o “familia seleccionada”. En este sentido, cuando venimos a
Cristo nacemos a una nueva vida la cual nos introduce a una nueva familia, una
familia espiritual en la cual hemos sido elegidos en Cristo Jesús para formar
parte de ella: “Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la
ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que
recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a
vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que
ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de
Cristo”, (Gálatas 4:4-7).
Somos real sacerdocio.
“Mas vosotros sois… real sacerdocio…”
1 Pedro 2:9
Además,
como hijos de Dios, nacidos e introducidos a una nueva familia espiritual, los
cristianos también somos hechos real sacerdocio. En la ley levítica, los
sacerdotes eran los responsables de ofrecer sacrificios de paz y expiación por los
pecados del pueblo, el pueblo traía sus corderos para que a través de los
sacerdotes se ofrecieran los sacrificios de tal forma que los sacerdotes fungían
como intermediarios entre Dios y su pueblo. Sin embargo, ahora, todos los
cristianos hemos venido a ser real sacerdocio y por ello tenemos acceso directo
al trono de Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien es nuestro sumo
sacerdote: “Porque no tenemos un sumo sacerdote
que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en
todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro”, (Hebreos 4:15-16). Si nos damos cuenta,
Pedro nos dice que somos “real” sacerdocio, y esto es así, porque denota la honra
y gran privilegio que tenemos de ministrar delante de su presencia. En la antigüedad
los sacerdotes solían acompañar a la realeza y ministrar delante de ellos,
ahora, nuestro rey de reyes es Jesús y nosotros somos su real sacerdocio quien
ministra delante de su presencia presentando nuestra misma vida como un
sacrificio agradable a Él: “Así que, hermanos, os
ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”,
(Romanos 12;1).
Somos nación santa.
“Mas vosotros sois… nación santa…”
1 Pedro 2:9
En tercer lugar, los cristianos somos
una nación santa. Las palabras que la RV60 traduce como nación santa, se traducen
del griego éznos jágios (ἔθνος ἅγιος), las cuales también podríamos traducir
como un linaje o pueblo elegido por Dios sacado de en medio de las demás
naciones para servirle en sus propósitos divinos. Probablemente cuando
Pedro les recuerda a los convertidos en Cristo de que son real sacerdocio y
nación santa, se recordaba de las palabras que Dios le dirigió a Israel: “Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa.
Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel”, (Éxodo 19:6).
Dios esperaba que su pueblo Israel fuese diferente al resto de naciones que lo
rodeaban, que no practicasen las misma costumbres paganas que las otra
naciones, sino, anduviesen en santidad, es decir, apartados de las prácticas
pecaminosas y obedeciendo su ley, de igual forma, los cristianos hemos venido a
ser un pueblo santo, por tanto, es importante que no vivamos según las
costumbres e ideologías anticristianas de este tiempo, sino seamos fieles a su
palabra sabiendo que nuestra ciudadanía es de una nación espiritual, siendo
elegidos para ser parte de un nuevo pueblo donde no solo hay judíos, sino,
todos aquellos que creen en Cristo: “Porque él
es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia
de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los
mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un
solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a
ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades”, (Efesios
2:14-16).
Somos un pueblo llamado a anunciar sus maravillas.
“Mas vosotros sois… pueblo adquirido por Dios,
para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable”.
1 Pedro 2:9
Finalmente,
Pedro nos dice que los cristianos somos un pueblo que ha sido adquirido por
Dios para anunciar a las demás naciones las virtudes de su glorioso evangelio.
La palabra que la RV60 traduce como, “virtudes”, es aréte (ἀρέτη), la cual implica una idea de excelencia, y ciertamente, el
mensaje de la palabra de Dios traduce eso, la excelencia de las verdades y
preceptos de Dios, una ley que es vida y transforma a través de sus
mandamientos al alma del pecador que decide arrepentirse y rendirse al señorío de
Cristo. Como creyentes no debemos olvidar esto, debemos proclamar el mensaje
del evangelio a toda criatura, enseñar sus verdades a nuestros hijos y en nuestras
comunidades, anunciando que hemos sido rescatados de las tinieblas y llamados a
su luz admirable, luz a la cual también ellos pueden acceder por medio de
Jesucristo.
PUEBLO DE DIOS POR MEDIO DE SU MISERICORDIA
“… vosotros que en otro tiempo no erais pueblo,
pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado
misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia”.
1 Pedro 2:10
Al final,
Pedro recuerda las razones por las cuales hemos alcanzado estos grandes privilegios
y responsabilidades, ya que en otro tiempo no éramos pueblo, más ahora lo
somos, antes no habíamos alcanzado la misericordia de Dios, pero ahora la hemos
alcanzado, y todo esto es por su gracia, su favor divino que nos eligió para
vida eterna, por tal razón, debemos vivir santa y piadosamente, obedeciendo sus
preceptos divinos y con fe en todas sus promesas.
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