“Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed,
pues, sobrios, y velad en oración. Y, ante todo, tened entre vosotros ferviente
amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. Hospedaos los unos a los
otros sin murmuraciones. Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a
los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si
alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra,
ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado
por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los
siglos. Amén”.
1 Pedro 4:7-11
INTRODUCCIÓN
Estos
versículos de alguna manera se conectan con el pensamiento que Pedro trae desde
el versículo 1 de este capítulo 4, ya anteriormente el apóstol nos ha exhortado
a saber padecer como cristianos, a abandonar nuestra vida de pecado, sabiendo
que Cristo ya padeció y murió por nuestros pecados. Ahora, Pedro nos continúa enseñado
cómo los cristianos debemos vivir en este mundo y nos comparte importantes
principios de vida cristiana que debemos poner en práctica.
¿Cómo vivir en los últimos tiempos?
UNA VIDA ACORDE A LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
"Mas el fin de todas las cosas se acerca...”
1 Pedro 4:7
Hasta
el momento Pedro nos ha estado hablando de la importancia de vivir como
verdaderos cristianos, hombres y mujeres que reflejen el carácter de Dios, su
santidad, justicia, rectitud y principios bíblicos. Ahora, nos exhorta a tal
cosa sabiendo que el fin de todas las cosas se acerca: Mas el fin de todas las cosas se acerca. Cuando
el apóstol nos habla del fin de todas las cosas se refiere al pronto regreso de
nuestro Señor Jesucristo, esto debe ser motivo de gran gozo para todos los
cristianos ya que significa que todo nuestro sufrimiento y esfuerzo será
recompensado cuando finalmente estemos delante de su presencia y nos anima a
continuar adelante sin desmayar. Ahora, por esta razón Pedro nos dice que debemos
vivir como verdaderos cristianos y nos aconseja de practicar algunos principios
que vamos a estudiar.
Ser dedicados seriamente a la oración.
“... sed, pues, sobrios, y velad en oración”.
1 Pedro 4:7
La
primera de las características que como cristianos nos debe distinguir es que debemos
ser hombres y mujeres que se dediquen de manera seria y comprometida a la oración:
sed, pues, sobrios, y
velad en oración. La palabra sobrio se traduce del griego sofronesate (σωφρονήσατε), que a su vez hace referencia a
alguien que es moderado en su manera de pensar, que sabe estar en su sano
juicio y no pierde la dirección de su camino. Como cristianos que esperamos
el pronto regreso de nuestro Señor, debemos mantener nuestra mente en su sano
juicio, no debemos permitir que esta sea moldeada por las ideologías o
influencias de este mundo, además, el apóstol Pedro nos invita a velad y
orad, y la palabra, velad, se traduce del griego nepsate (νήψατε), que literalmente hace referencia a
mantenerse libre de la influencia de cualquier bebida embriagante, y en su
sentido más práctico y espiritual seria no embriagarse con los deseos y
afanes de este mundo. El complacer a los deseos pecaminosos de este mundo
nos aleja de Dios y de una vida de oración y el afán excesivo por este mundo
traen estrés y preocupaciones que agotan nuestro tiempo con Dios y ahogan la oración.
Por tanto, la oración requiere dedicación, enfoque, una mente sobria que
sepa mantenerse en su sano juicio, velando en todo momento, sin permitir que
los deseos y afanes de este mundo la ahoguen.
Practicar el amor fraternal.
“Y, ante todo, tened entre vosotros ferviente
amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados”.
1 Pedro 4:8
La
segunda cosa que Pedro nos dice que debe ser una característica que nos
distinga como cristianos que esperan el pronto regreso de nuestro Señor es el
amor fraternal: Y, ante todo, tened
entre vosotros ferviente amor. El amor del cual Pedro habla es agápe
(ἀγάπη),
es decir el amor de Dios, un amor basado en la decisión y no en las emociones. Las
emociones son pasajeras, frágiles y poco comprometidas, pero cuando el amor está
basado en la decisión de seguir el ejemplo de Cristo y mostrar esa misma
benevolencia y gratitud de la cual hemos sido objeto por su misericordia, la
cosa es diferente. Por esto se espera que el cristiano sea conocido por su
verdadero amor y no cualquier amor, sino un amor fervoroso y sincero hacia sus prójimos:
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a
otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto
conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los
otros”, (Juan 13:34-35). Ahora, las relaciones interpersonales con las
demás personas no son fácil, muchas veces estas comenten errores que pueden dañarnos
y es allí donde Pedro nos dice que el amor nos ayudara a superar cualquier ofensa
o mal entendido: porque el amor
cubrirá multitud de pecados. Cuando dice que el amor cubrirá
multitud de pecados, Pedro no está afirmando que con amar el creyente expía sus
pecados, más bien dice que al amar a su prójimo, los pecados u ofensas que
estos comentan serán cubiertos. Cuando se ama, así como Cristo nos ha amado,
las ofensas de otro son cubiertas, aquellos que arrepentidos vuelven a nosotros
pidiendo perdón se perdonan, porque el amor cubre las faltas cometidas y, por
otro lado, el amor nos ayuda a no guardar rencor y generar raíces de amargura
en nuestro corazón. Seguramente al decir estas palabras Pedro estaba citando un
proverbio: “El odio despierta rencillas; pero el
amor cubrirá todas las faltas”, (Proverbios 10:12).
Practicar la hospitalidad.
“Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones”.
1 Pedro 4:9
Para
el apóstol Pedro otra característica que debía evidenciar al cristianismo es la
hospitalidad. La palabra hospitalidad se traduce del griego, filódsenos (φιλόξενος), la cual, literalmente significa, amor
o ser amistoso con el extranjero. Durante el primer siglo muchos misioneros
eran hospedados por creyentes de buen corazón, por eso Pedro les dice que
cuando lo hicieran, lo hicieran por amor, que se mostraran amistosos con ellos
y no murmurasen o se quejasen. En este tiempo la hospitalidad era una costumbre
en el Medio Oriente, hoy en día se practica poco en algunos países
occidentales, sin embargo, aún hay hermanos que ofrecen sus casas a los misioneros
que visitan sus países, otros ofrendan generosamente para dar mantenimiento y
vivienda a estos, y otros creyentes se muestra hospitalarios a ofrecer sus
hogares como lugares donde se llevan a cabo reuniones familiares donde se
predica el santo evangelio.
Ser fieles administradores de los dones de Dios.
“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo
a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”.
1 Pedro 4:10
En
general, se nos pide que los cristianos seamos fieles administradores de los
dones de Dios. La palabra don, se traduce del griego, járisma (χάρισμα), de donde proviene nuestra palabra,
carisma, y un carisma es una gracia de Dios, es decir, un regalo inmerecido.
Cuantos dones hemos recibido los cristianos, nuestra salvación, la vida misma,
la salud, nuestras habilidades y talentos, nuestros dones espirituales, todo
esto debe ser bien administrado. Cuando Pedro habla de ser buenos
administradores usa la palabra griega oikonómos (οἰκονόμος),
que hace referencia a un mayordomo, y eso es lo que somos, mayordomos de la multiforme
gracia de Dios y es importante que todo lo que Dios nos ha dado sea administrado
para su gloria y honra, no desperdiciar nuestra vida en cosas vanas, no usar
nuestros dones para el mal, sino, ponerlos a la orden de Dios, para bendecir a
otros y para servir conforme el poder que solamente el Señor nos puede dar.
Hablar conforme la sana doctrina.
“Si alguno habla, hable conforme a las palabras de
Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da...”
1 Pedro 4:11
Finalmente,
si vamos a hablar, hablemos conforme la palabra de Dios, no adulterando su
verdadero significado, sino, de acuerdo con la sana doctrina y con el poder y
respaldo del Espíritu Santo.
QUE NUESTRA VIDA BUSQUE GLORIFICAR A DIOS
“... para que en todo sea Dios glorificado por
Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los
siglos. Amén”.
1 Pedro 4:11
En
general, debemos buscar tener una vida que glorifique a Dios, buscando
agradarle en todo momento, sin olvidar que toda la gloria le pertenece a El: para que en todo sea Dios glorificado por
Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los
siglos. Amén. Definitivamente así es y como Pedro, ante esta aseveración
diríamos amen. Hoy en día muchas personas se han olvidado de que el único ser
digno de recibir gloria y honra es Dios, muchas son personas orgullosas, que se
exaltan a sí mismas o gustan que otros lo hagan por sus muchos logros o poder,
pero la verdad es que todo lo que tenemos es por misericordia y solamente Dios
merece la adoración y exaltación.
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