“Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho
muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: ¡Ay de ti,
Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho
los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran
arrepentido en cilicio y en ceniza.Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el
castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaum, que eres
levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se
hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta
el día de hoy. Por tanto os digo que en
el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que
para ti”.
Mateo 11:20-24
Introducción
Con los últimos
versículos de la sección anterior se abre paso a esta advertencia contra todos
aquellos incrédulos que a pesar de los milagros que Jesús realizó persisten en
su dureza de corazón. Recordemos que Jesús acaba de señalar la dureza del
corazón de la generación perversa que a pesar de los diferentes siervos que
Dios levanta, nunca quedan complacidos ni creen en su mensaje, sino que solo
buscan imperfecciones en ellos para justificar su impiedad, sin saber que ellos
mismo son el problema. Ahora nuestro Señor Jesucristo pronuncia ayes sobre tres
ciudades importantes de su tiempo que en lugar de creer fueron incrédulos e
ignoraron su mensaje.
|
Ayes que les espera a los incrédulos
|
Los ayes sobre las ciudades
“Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había
hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido…”
Mateo 11:20
Aquí encontramos una
amonestación que el mismo Jesús realiza en contra de tres ciudades israelitas,
Corazín, Betsaida y Capernaum. No hay seguridad acerca de la ubicación de
Corazín, pero se cree que estaba un poco al norte de Capernaum, en la orilla
del mar de Galilea y a una hora de viaje. Había dos ciudades de nombre Betsaida
(que significa “casa de pescado”), pero posiblemente Jesús se está refiriendo a
la que estaba ubicada en la orilla del mar de Galilea, en el extremo norte, a
unos dos kilómetros del río Jordán. Esta ciudad se menciona en relación con los
apóstoles Felipe, Andrés y Pedro (Juan 1:44). Capernaum estaba en la orilla
noroeste del mar de Galilea. Jesús nos dice que fue en estas tres ciudades que
realizo muchos de sus milagros los cuales por alguna razón no están registrados
en los evangelios, pero eso nos recuerdan las palabras de Juan el apóstol
expresadas en una hipérbole: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las
cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los
libros que se habrían de escribir. Amén”, (Juan 21:25). Cuantas obras milagrosas y discursos
sorprendentes Jesús dio y no fueron documentados por los evangelistas, pero lo
cierto es que su alcance fue extenso.
Un privilegio no aprovechado
digno de condenar
“¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en
Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras,
tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto os digo
que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón,
que para vosotras. Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el
Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han
sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en el día del juicio,
será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti”.
Mateo
11:21-24
Aquí vemos uno de los
peores pecados que se puede cometer, el ignorar el amor de Dios para sus vidas.
Primero expresa sus ayes de dolor por Corazín y Betsaida por el hecho de haber
realizado en ellas grandes milagros que testificaban que Él era el tan esperado
Mesías; pero en lugar de creer simplemente lo ignoraron y siguieron en su vida
de pecado. El Señor les dice que si en Tiro y Sidón, dos ciudades paganas que
Él mismo condenó en el Antiguo Testamento a la destrucción total por su
soberbia y pecado se hubieran realizado los milagros que allí se hicieron,
pronto se hubieron arrepentido y convertido de corazón. En contraste, allí
estaban estas ciudades judías, que tuvieron el gran privilegio de conocer de
mano del mismo Mesías el mensaje del evangelio y ver sus poderosas obras; pero
con todo lo ignoraron por lo que su castigo será peor que el de Tiro y Sidón: Por tanto os digo
que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón,
que para vosotras. Luego hace la misma
comparación con Capernaum, la cual en su soberbia se había levantado hasta lo
alto a tal punto que también ignoraron las obras poderosas de Jesús, las cuales
si se hubiesen hecho en Sodoma, se hubieran arrepentido y permanecerían hasta
el tiempo de esas palabras, por lo que su condenación será mayor que la de
Sodoma: Por
tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la
tierra de Sodoma, que para ti. Hoy en
día uno puede ver como esta actitud aún prevalece en medio de nosotros. Alguien
podría quedarse atónito al ver la actitud de algunas personas que escuchando el
evangelio de Cristo y comprendiendo la necesidad de salvación que hay en su
vida, deciden endurecer sus corazones para no creer y seguir en su estado de
condenación. No debemos sorprendernos de la incredulidad de esta gente porque
aún al mismo Jesús le ocurrió durante su ministerio. En ocasiones alguien
podría desanimarse al observar la dureza del corazón de la gente y posiblemente
piensen que no vale la pena seguir esforzándose por predicar la palabra de Dios,
pero en estos momentos es clave comprender que nuestra misión es sembrar la
palabra y Dios se encarga de hacerla exitosa en aquello para lo cual es enviada:
“Porque como desciende
de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra,
y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así
será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo
que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”, (Isaías 55:10-11). En este sentido la palabra será
exitosa ya sea que produzca frutos de arrepentimiento para salvación, o jugará
en contra, como un testimonio de la dureza de su corazón y de la oportunidad
que desperdicio al no aprovechar la oferta de vida eterna. Jesús sabía que no
todos se convertirían a su mensaje, ni siquiera por las obras que hacía, pero
estaba claro que su misión era proclamar el evangelio porque aquel día todos
aquellos incrédulos no tendría excusa alguna. Por esta causa el éxito del
ministerio no debe medirse tanto por la cantidad de almas convertidas, sino por
nuestra responsabilidad al compartir el mensaje del evangelio y no debemos
desanimarnos ante la dureza de algunos corazones, porque en todo tiempo esto ha
sido así. Le paso a Noé al anunciar el juicio que venía sobre el mundo antediluviano
y al final solo se salvaron 8 personas, le paso también a Jeremías al amonestar
a Jerusalén la cual no se convirtió y todos fueron destruidos por los
babilonios, y en general, le paso a la mayoría de profetas que anunciaron la
palabra de Dios, pero muy pocos, y en ocasiones ninguno creyó en su mensaje. Al
final todos debemos esforzarnos por predicar el evangelio y orar porque las
almas se conviertan porque de lo contrario a aquellos que oyeron y vieron las
maravillas del evangelio y aun así no se convirtieron recibirán mayor condenación.
Muy buena ensenanza Dios lo siga bendiciendo y dandole mas sabiduria
ResponderBorrarTotalmente de acuerdo aveces nos desanimamos porque vemos algunos corazones muy endurecidos y por eso no queremos seguir proclamando el mensaje de salvación pero aun con todo eso tenemos que seguir predicando para que ninguno tenga excusa como dice la Palabra no tendrá por inocente al culpable. Dios bendiga tu vida.
ResponderBorrarAmén, ciertamente, tenemos que seguir colocando nuestra mirada en Cristo Jesús, en el autor y consumador de la Fe, debemos pedirle a DIOS que coloque ¡Ánimo pronto en nosotros! para seguir creciendo en Él cada día más, y seguir proclamando las buenas nuevas de Salvación sin importar las circunstancias adversas que a diario se nos presenten.
ResponderBorrarComo dice su palabra en:
Filipenses 3:14
Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de DIOS en Cristo Jesús.