“Ahora,
pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un
yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús
seremos salvos, de igual modo que ellos”.
Hechos 15:10-11
INTRODUCCIÓN
Cuando uno estudia las diferentes
religiones alrededor del mundo estas enseñan la necesidad del hombre de hacer
buenas obras, de purgar por sus pecados y cumplir sus reglamentos para agradar
a Dios. No obstante, todo esto es inútil ya que el hombre jamás será capaz de
salvarse por sus buenas obras. Veamos lo inútil que son las buenas obras para
salvarnos y cómo podemos escapar de la condenación eterna.
El fracaso de la salvación por medio de obras |
I.
EL HOMBRE JAMÁS LOGRARA
AGRADAR A DIOS A TRAVÉS DE SUS OBRAS.
“Saliste
al encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que se acordaban de ti
en tus caminos; he aquí, tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos
perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos? Si bien todos
nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de
inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos
llevaron como viento”.
Isaías 64:5-6
El primer fracaso de la religión
es que enseña al hombre a agradar a Dios a través de hacer muchas buenas obras,
pero la realidad es que nadie es capaz de cumplir este requisito. Isaías nos
dice: Saliste al
encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que se acordaban de ti en
tus caminos; he aquí, tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos
perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos? Si bien todos
nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de
inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos
llevaron como viento. Esto es así porque somos seres imperfectos,
propensos a cometer pecado ya sea consciente o inconscientemente, de tal forma
que mil obras de justicia quedan anuladas por un pecado que cometamos. Santiago
nos lo dice de esta forma: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere
en un punto, se hace culpable de todos”, (Santiago 2:10).
II.
EL MISMO ISRAEL FALLO EN
OBEDECER LA LEY.
“Ahora,
pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un
yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús
seremos salvos, de igual modo que ellos”.
Hechos 15:10-11
Israel es un buen
ejemplo de la incapacidad del hombre para salvarse a través de las obras. Durante
el concilio en Jerusalén, los discípulos discutieron acerca de qué ordenarles a
los gentiles que estaban convirtiéndose a la fe en Jesús. Unos opinaban que era
necesario enseñarles a obedecer la ley de Dios, pero después de disertar
ampliamente llegaron a la conclusión de que no podían exigir algo que ni ellos,
ni sus antepasados habían logrado y que lo mejor era creer en la salvación por
medio de la fe: Ahora,
pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un
yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús
seremos salvos, de igual modo que ellos. Durante años Israel intento
cumplir los mandamientos de Dios, pero fracaso una y otra vez, por eso es
imposible que algún hombre pueda cumplir con este requisito. Muchos fariseos y
escribas del tiempo de Jesús creían que guardaban la ley, pero nuestro Señor
les mostró que no era así, porque la misma ley se extiende aun a juzgar
nuestros pensamientos e intenciones del corazón. Jesús les dijo que no solo era
culpable aquel que cometiera homicidio, sino también aquel que guardara rencor
contra su hermano: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y
cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera
que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga:
Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga:
Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”, (Mateo 5:21-22). También
enseño que tanto el que comete el acto de adulterio como el que codicia a una
mujer es culpable delante de Dios: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os
digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella
en su corazón”, (Mateo 5:27-28). En general, Jesús dejo bien claro
la impotencia del hombre para cumplir la ley y salvase a través de las buenas
obras.
III.
SOLAMENTE CRISTO PUEDE
SALVAR A LOS PECADORES.
“Sabiendo
que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de
Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados
por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de
la ley nadie será justificado”.
Gálatas 2:16
Por tanto, el hombre jamás
podrá salvarse por medio de las buenas obras tal y como lo declara Pablo en su
carta a los Gálatas, la única forma de ser salvo es a través de la fe en Jesús.
Pero ¿por que la fe en Jesús es capaz de salvarnos sin obra? ¿Cómo podemos
estar seguros de que realmente la fe nos salvara?
1. La fe descansa en lo que ya Cristo hizo por nosotros en la cruz.
En primer lugar, la fe
descansa no en las obras que nosotros podemos hacer, sino en las obras que ya
Cristo hizo por nosotros. A diferencia de nosotros Jesús vino a esta tierra y cumplió
la ley perfectamente: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas;
no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que
hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la
ley, hasta que todo se haya cumplido”, (Mateo 5:17-18). Nuestra fe
descansa en un Salvador que cumplió la ley y agrado en todo al Padre y por esta
razón debemos obedecerle: “Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he
aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia; a él oíd”, (Mateo 17:5). Todas las religiones del
mundo le piden al hombre realizar buenas obras, pero en el cristianismo es
diferente, ya que nuestra fe descansa en lo que Cristo ya hizo por nosotros en
la cruz del Calvario.
2. La verdadera fe nos somete al señorío de Cristo y nos hace salvos por su sacrificio.
En segundo lugar, la
verdadera fe es aquella que reconoce sus pecados, la incapacidad de salvarse
por sus propias obras y acude a Cristo en completo arrepentimiento para que lo
salve. Pablo lo dice así: “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y
creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque
con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para
salvación”, (Romanos 10:9-10).
3. La verdadera fe nos transforma para ser capaces de hacer buenas obras.
Finalmente, una vez salvos por su
misericordia, somos transformados en nuevas criaturas y preparados por el mismo
Dios para la realización de toda buena obra: “Porque por gracia sois salvos por medio de la
fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras,
las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”,
(Efesios 2:8-10). Si nos damos cuenta, somos salvos por fe, sin nuestras buenas
obras, pero esto no significa que no debemos hacer buenas obras, al contrario,
la renovación en Cristo Jesús nos capacita para esta noble tarea la cual es una
evidencia palpable de la obra que Jesús ha hecho en cada uno de nosotros.
CONCLUSIÓN.
El hombre jamás podrá ser salva por
las buenas obras, Israel trato durante años el vivir por la ley, pero
lamentablemente fracaso, así hoy en día ninguna religión podrá salvar al
hombre, solamente la fe en Cristo puede hacerlo ya que:
1.
La
fe descansa en lo que Cristo ya hizo por nosotros en la cruz.
2.
La
fe nos somete al señorío de Cristo y nos hace salvos.
3.
La
fe nos perfecciona para buenas obras como una evidencia visible de nuestra salvación.
Estimado hermanó; como crees que siendo un judío y por demás un hebreo, se llamo el niñito que nació allí en Jerusalén de Judea: todo indica, incluso se recoge históricamente, que el cristianismo lo creo satanás utilizando a la iglesia católica y todos nos hemos ido detrás de esa falsedad y nos hemos perdido, que pena Ya que YAHWEH el todo poderoso rey de Israel; le dijo en el principio a Habrán: tu simiente será como la arena del mar, o como las estrellas del cielo y Habrán, era hebreo, por tanto toda su simiente debe ser hebrea; verdad. Wow que tarea; Descúbrelo por favor.
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