“Ahora
está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto
he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del
cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. Y la multitud que estaba
allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un
ángel le ha hablado. Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa
mía, sino por causa de vosotros. Ahora es el juicio de este mundo; ahora el
príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la
tierra, a todos atraeré a mí mismo. Y decía esto dando a entender de qué muerte
iba a morir”.
Juan 12:27-33
INTRODUCCIÓN
Una
vez más el apóstol Juan nos ofrece una sección cuyo texto es exclusivo de él.
En estos versículos el Señor Jesucristo anuncia nuevamente su muerte pero ahora
al hacerlo expresa su gran angustia ya que sabía muy bien todo el dolor y
escarnio que le esperaba. Muchos creen que ser valiente significa no tener
miedo, pero se equivocan porque uno puede experimentar el miedo y la tensión
del momento pero aun así enfrentar su destino con determinación y hoy nuestro
Señor nos enseña esto a través de sus palabras y acciones.
Tensión, Valentía y Victoria |
LA TENSIÓN QUE LE PROVOCABA LA MUERTE QUE LE ESPERABA
“Ahora
está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto
he llegado a esta hora”.
Juan 12:27
Actualmente
Jesús está viviendo su última semana, Él sabía que había venido a este mundo
para morir en la cruz pero ahora este conocimiento previo torna un matiz
diferente ya que es muy diferente estar consciente de lo que va a pasar y que
aun falten 3 años, a que llegue el momento y saber que solo faltan un par de
días para ello. La muerte que le esperaba era dolorosa en extremo aparte de
humillante por lo que uno puede imaginarse la gran tensión y ansiedad que eso
debió producir en Jesús, por ello dijo: Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de
esta hora? Hasta el momento hemos visto a un Jesús equilibrado,
seremos, siempre seguro de sus acciones, pero ahora lo escuchamos
expresar su gran angustia al decir que su alma estaba turbada. Las palabras
griegas de donde se traducen las palabras: alma turbada, son psujé tarásso (ψυχή ταράσσω), y
literalmente significa alma agitada, como cuando la aguas de un estanque quedan
en total agitación después de estar en completo reposo. Por tanto, nuestro
Señor estaba afligido en gran manera, su alma estaba tan agitada que no
soportaba guardar más silencio. No es la primera vez que el Señor expreso su
angustia ante el sacrificio que le esperaba, en el monte de los Olivos, al
estar orando, vuelve a expresar algo parecido: “Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy
triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante,
se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de
mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”, (Mateo
26:38-39), y en Lucas se describe su gran agonía de tal forma que su sudor era
como grandes gotas de sangre, una condición que la medicina dice que se produce
en personas que están bajo un alto nivel de estrés: “Y estando en agonía, oraba más intensamente; y
era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra”,
(Lucas 22:44). Ahora bien, Jesús estaba angustiado en gran manera y no podemos
dudar que sentía temor al enfrentar ese duro destino, pero eso no impidió que
lo enfrentara con valentía: Más para esto he llegado a esta hora. Ser valiente
no significa que no podemos sentir angustia o miedo, al contrario, dejaríamos
de ser humanos si no lo experimentamos, sin embargo, como Jesús podemos
enfrentarlo, orando a Dios y podemos estar seguros que se nos dará la fuerza
para hacer lo correcto.
LA CONFIRMACIÓN DEL PADRE UNA VEZ MÁS
“Padre,
glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo
glorificaré otra vez. Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía
que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado”.
Juan 12:28-29
Jesús
sabía que iba rumbo a su muerte, y esto lo angustiaba, pero lo hacía porque
querían honrar el nombre de su Padre: Padre, glorifica tu nombre. Que hermoso es ver la
increíble relación que Jesús mantenía con su Padre ya que aun en medio de las
peores angustias seguía fortaleciéndolo y diciéndole que lo que estaba haciendo
estaba dentro de su voluntad: Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo
glorificaré otra vez. Era una relación tan intima entre Jesús y su
Padre que aún quedaba evidente entre la multitud que lo seguía: Y la multitud que
estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían:
Un ángel le ha hablado. Que hermoso cuadro de intimidad y amistad es
el que podemos ver aquí y esto debe motivarnos para establecer una relación
parecida con nuestro Dios.
LA VICTORIA QUE SE ESPERA DESPUÉS DE LA ANGUSTIA DE LA PRUEBA
“No
ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros. Ahora es el juicio
de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si
fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Y decía esto dando a
entender de qué muerte iba a morir”.
Juan 12:30-33
Aquí
encontramos la victoria que hay detrás de la angustia que precede al
sacrificio. Esta es la ecuación espiritual para alcanzar la victoria en el
reino de Dios, primero angustias y temores de enfrentar la prueba, luego viene
el sacrificio donde renunciamos a nosotros mismos para que Cristo viva en
nosotros, luego viene la victoria total. Jesús lo sabía muy bien, y en medio de
su angustia Él sabía que su Padre lo escucha y quería que las demás personas lo
supieran y por eso dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de
vosotros. Si estamos dispuestos a pagar el precio por hacer su
voluntad podemos también estar seguros que escucharemos su voz, ya sea de forma
audible, o hablando a nuestro corazón, o a través de una persona o un pasaje
bíblico, como sea, si estamos en medio de la angustia sufriendo por su reino,
pero sabemos que estamos en su voluntad y hemos decidido padecer antes que
huir, Dios nos consolara y oiremos su voz. El salmista expresaba su confianza
en Dios al saber que aun en medio de su angustia no sería abandonado: “Mi alma también
está muy turbada; y tú, Jehová, ¿hasta cuándo? Vuélvete, oh Jehová, libra mi
alma; sálvame por tu misericordia. Porque en la muerte no hay memoria de ti; en
el Seol, ¿quién te alabará? Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches
inundo de llanto mi lecho, Riego mi cama con mis lágrimas. Mis ojos están
gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis angustiadores.
Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz
de mi lloro. Jehová ha oído mi ruego; ha recibido Jehová mi oración. Se
avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos; se volverán y serán
avergonzados de repente”, (Salmo 6:3-10). El Señor no nos
abandonara, oirá nuestro clamor y contestara a favor nuestro. Ahora bien, Jesús
sabía que después del sacrificio venia la victoria. En primer lugar, su
sacrificio derrotaría a Satanás y traería el juicio sobre este mundo impío: Ahora es el juicio
de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. En
segundo lugar, su sacrificio serviría para salvarnos de nuestros pecados: Y yo, si fuere
levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Y decía esto dando a entender
de qué muerte iba a morir. Ciertamente hay victoria en una vida
consagrada a la voluntad de Dios. Al principio puede parecer difícil renunciar
a nuestra vieja vida, el negar nuestra carne e incluso las pruebas pueden
parecer intimidantes a tal punto que podemos sentir miedo, y muchos solo llegan
hasta aquí y luego huirán, pero aquellos que enfrentan sus temores con valentía
y piden a Dios fortaleza para hacer su voluntad entregándose al sacrificio
personal, lograran conquistar grandes cosas.
AMEN
ResponderBorrarAmén, Amén, Amén! Solo deseo la voluntad de Dios y no la mía 🙏
Borrar